Cada año escogemos diez peloteros que, por diferentes razones, serían interesantes de seguir en la temporada.

En algunos casos, se trata de jugadores jóvenes que mostraron destellos de su potencial y deberían dar un salto mayor hasta establecerse por completo como verdaderas estrellas en el mejor béisbol del mundo.

En otros, hablamos de veteranos que por una u otra causas, necesitan demostrar que aún les queda gasolina en el tanque para seguir adelante.

Estos son los diez peloteros a seguir en el 2020.

1.- Javier Báez (Chicago Cubs)

El puertorriqueño de los Cubs es sencillamente el pelotero más divertido de ver en todas las Grandes Ligas. Divertido y espectacular.

No por gusto lo apodan "El Mago". Siempre tiene un truco debajo de la manga, lo mismo con el bate, que con el guante o en el corrido de las bases.

Con 27 años recién cumplidos, posiblemente no hayamos visto todavía lo mejor de Javier Baéz.

2.- Ronald Acuña Jr. (Atlanta Braves)

¿Cuál es límite para el talentoso jardinero venezolano? ¿El cielo?

Acuña Jr. ha dejado claro su objetivo para la campaña del 2020: convertirse en el primer jugador 50-50 (50 jonrones y 50 bases robadas.

El año pasado, en su segunda temporada en las Mayores, se quedó a tres robos de ser el quinto pelotero 40-40.

La meta es difícil, pero con que sólo lo intente, ya valdrá la pena seguirlo día a día en su progreso.

3.- Luis Robert (Chicago White Sox)

Aunque nunca jugó en Grandes Ligas, todo el mundo del béisbol sabe quién fue Omar Linares, el cubano que desde su adolescencia fue codiciado por los cazatalentos como uno de los peloteros más completos que haya pisado jamás un terreno de pelota en cualquier nivel.

Bueno, según aseguran colegas que lo vieron desde sus inicios en la isla, Luis Robert es lo mejor que ha dado Cuba desde Omar Linares.

No debe haber sido por gusto que los White Sox le dieron una extensión contractual por $50 millones sin haber debutado aún en las Mayores.

4.- Luis Arráez (Minnesota Twins)

Si lo que mostró en el 2019 es real, el segunda base venezolano de los Twins es un firme candidato a ganar el título de bateo de la Liga Americana.

Arráez tuvo average de .334, con 109 imparables en 326 turnos, apenas un punto menos que Tim Anderson, el líder de los bateadores del joven circuito, aunque sin las veces requeridas.

Su promedio de embasamiento fue de .399, con un slugging de .439. El 23 por ciento de sus hits fueron extrabases (20 dobles, un triple y cuatro jonrones) y recibió más boletos (36) que ponches (29).

5.- Félix Hernández (Atlanta Braves)

Es difícil creer que uno de los mejores lanzadores que ha tenido las Grandes Ligas en lo que va de siglo XXI esté acabado a los 33 años.

Lo cierto es que desde que cumplió 30 fue como si le hubieran apagado un interruptor, pues en sus tres últimas campañas tuvo récord de 15-27 y efectividad de 5.42 en 314 entradas, mientras que en sus primeras 12 temporadas dejó balance de 154-109 y promedio de limpias de 3.16.

Tal vez lo que necesitaba el venezolano era cambiar de aires, después de jugar 15 contiendas en Seattle.

Quizás lo veamos incluso lanzar en playoffs, la asignatura pendiente en la carrera del Rey Félix.

6.- Miguel Cabrera (Detroit Tigers)

¿Alguien duda que Miguel Cabrera es un futuro miembro del Salón de la Fama?

Con los números que tiene, ya debería alcanzarle para la inmortalidad, pero las cifras redondas llaman más la atención y Cabrera podría llegar en esta misma campaña a los 3,000 hits, 500 jonrones, 1,700 carreras impulsadas, 1,500 anotadas y 600 dobles.

Para ello necesita estar saludable y jugar en al menos 140 partidos, para acumular los 185 imparables, 23 bambinazos, seis remolcadas, 71 anotadas y 23 biangulares que les faltan para esos números cerrados.

7.- Yoenis Céspedes (New York Mets)

El cubano le ha robado hasta ahora el dinero a los New York Mets. En sus tres primeros años de un contrato de cuatro cobró 73 millones de dólares y apenas participó en 119 partidos (81 en el 2017, 38 en el 2018 y ninguno en el 2019).

El equipo consiguió una notable rebaja del salario que devengaría Céspedes en el 2020, al bajar de 29 a seis millones, más incentivos.

El pelotero llegó a los campos de entrenamiento más cerrado que una tumba, negado a conceder entrevistas y dispuesto a que su bate hablara por él en la temporada.

Luego suavizó y dijo a los medios su disposición a estar listo para el Día Inaugural y recuperar todo el camino perdido.

El talento le sobra, aunque la salud no lo ha acompañado y ya son 34 años en las costillas.

Si está saludable y logra ser el pelotero que fue, será de gran ayuda para los Mets y una diversión ver de nuevo sus kilométricos jonrones y certeros disparos desde los jardines.

8.- Chris Sale (Boston Red Sox)

El zurdo Chris Sale tuvo en el 2019 la peor temporada de su carrera, con registro de 6-11 y efectividad de 4.40.

Desde que se estableció como un abridor estelar en el 2012, nunca tuvo números tan bajos en aperturas (25) e innings lanzados (147.1).

De hecho, se perdió por primera vez en ocho años ser invitado al Juego de las Estrellas.

Los Boston Red Sox esperan desesperadamente un rebote de su astro, sobre todo después de ceder al también zurdo David Price a Los Angeles Dodgers y pasarse de tacaños en el arbitraje salarial con el venezolano Eduardo Rodríguez, hecho que podría haber dañado la relación entre el pitcher y el equipo.

9.- Gerrit Cole (New York Yankees)

El pitcher mejor pagado de la historia tiene ahora la oportunidad de hacer realidad un sueño de su infancia: jugar para los Yankees.

Ahora bien. No es lo mismo lanzar en Yankee Stadium que en el Minute Maid Park. No es lo mismo encabezar la rotación del equipo más emblemático de todas las Grandes Ligas, que ser el segundo de los Houston Astros, con Justin Verlander por delante.

Pero hoy mismo, Gerrit Cole es tal vez el mejor lanzador que hay y tiene por delante el reto adicional de liderar a un grupo que ya perdió a Luis Severino por toda la campaña y a James Paxton por las primeras semanas de temporada.

10.- Los Houston Astros

No es uno, sino varios. José Altuve, Carlos Correa, Alex Bregman, George Springer, Yuli Gurriel ...todas las principales figuras de Houston estarán bajo la lupa este año.

Nadie duda de su talento, pero muchos queremos ver si sus números anteriores son legítimos y si pueden repetirlos en el 2020, sin trampas, ni ayudas adicionales.

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Yandy Díaz fue el último invitado a la fiesta de octubre y se robó el show en el inicio de la Postemporada en la Liga Americana.

Díaz disparó jonrones en sus dos primeros turnos al bat y, además, añadió un sencillo en cuatro turnos para convertirse en el héroe inesperado de los Tampa Bay Rays, que vencieron 5-1 a los Oakland Athletics en el Juego de Comodines del joven circuito.

“Sólo traté de hacerle swing a buenos pitcheos y salieron los batazos. Hoy (miércoles) soy el hombre más feliz del mundo”, dijo el cubano de 28 años, quien está en su primera campaña con la organización floridana, tras pasar sus dos primeros años con los Cleveland Indians.

Hasta último momento, la gerencia de los Rays debatió si incluir a Yandy en el roster de 25 peloteros para Playoffs tras ser activado apenas el domingo, en el partido final de la temporada regular. El cubano se perdió los 58 juegos previos por una fractura en una pierna.

Al final, no sólo fue incluido sino que el manager Kevin Cash lo colocó como primer bat en la alineación. Frente al zurdo Sean Manaea, abridor de los Athletics, Díaz le desapareció la pelota por la banda contraria en cuenta de 3-1 para darle temprana ventaja a su equipo.

En el tercero, nuevamente ante Manaea y esta vez en conteo de 2-2, el cubano sacó la pelota casi por el mismo punto para convertirse en el cuarto pelotero y segundo en la historia de Tampa Bay (Evan Longoria) en disparar dos cuadrangulares en su debut en Postemporada.

Los Rays apelaron a la producción de largometraje, pues, además de los dos vuelacercas de Díaz, también la sacaron del parque el venezolano Avisail Garcia con uno a bordo en el segundo inning y Tommy Pham en el quinto, con la casa limpia, para redondear las cinco carreras del equipo.

Nuevamente, el Moneyball alcanzó sólo para llegar a la Postemporada y despedirse temprano. Por segundo año consecutivo, el dirigente Bob Melvin se equivocó en la selección de su abridor o el error vino desde la oficina de Billy Beane. Da lo mismo.

En 2018, Melvin usó al hoy cerrador Liam Hendicks como “opener” y esta vez se decantó por el zurdo Manaea por encima del diestro Mike Fiers, su caballo de batalla a lo largo de toda la contienda.

Para un juego de vida o muerte, uno en el que no hay mañana para el perdedor, uno tiene que jugársela, sí o sí, con su mejor hombre, como hizo Cash con el veterano Charlie Morton o como un día antes sucedió con Max Scherzer y los Washington Nationals.

Si sale mal, puede pasar. Scherzer no se presentó dominante ante los Milwaukee Brewers en el Juego de Comodines de la Liga Nacional, pero nadie osa criticarle al manager Dave Martínez el haber apelado a su mejor lanzador.

Morton se presentó con problemas de descontrol en el primer inning, en el que hizo 36 lanzamientos, pero, aún así se las arregló para mantenerse cinco episodios con una sola carrera sucia permitida antes de dejar el partido en manos del bullpen.

Nadie duda de la capacidad de Manaea (4-0, 1.21 de efectividad en cinco aperturas), pero, para un partido de estas características, la experiencia cuenta mucho y el zurdo jamás había lanzado bajo la presión de una Postemporada, mucho menos en un juego de eliminación, de todo o nada.

Fiers (15-4, 3.90) ya había estado en 2015 con los Houston Astros y conocía de alguna manera el ambiente de tensión que se respira en los juegos de octubre.

Los dioses del beisbol no perdonan semejantes errores de juicio contra lo que dicta la lógica y el sentido común.

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En el último suspiro, los Washington Nationals ganaron por primera vez un juego de postemporada en que enfrentaban la posible eliminación.

De paso, dejaron en el camino a los Milwaukee Brewers al vencerlos 4-3 en el juego de comodines de la Liga Nacional, con que dieron inicio los playoffs del 2019.

El jovencito Juan Soto fue el héroe indiscutible del encuentro, con su cañonazo en el cierre del noveno con las bases llenas, que se combinó con un error del patrullero derecho Trent Grisham, para limpiar las almohadas y darle un vuelco de 180 grados al marcador.

Soto había fallado en sus tres primeros turnos, con dos ponches incluidos, pero a la hora buena le pegó hit al supersónico cerrador zurdo Josh Hader con dos outs en la pizarra.

Hader, salvador de 37 partidos en la campaña regular, se presentó con poco dominio de la zona de strikes y primero golpeó al emergente Michael Taylor, luego admitió imparable de bate partido del también sustituto Ryan Zimmerman y embasó por boleto a Anthony Rendón.

Si el manager Craig Counsell no levantó del montículo a Hader después del pasaporte a Rendón, a pesar de su manifiesto descontrol, habrá sido por la condición de zurdo del jovencito dominicano, quien echó por tierra la teoría y le despachó el lineazo a la pradera derecha.

El otro villano de la noche fue el novato Trent Grisham, quien al entrar a cortar el batazo de Soto, perdió la pelota y permitió que Rendón anotara desde primera la carrera que decidió el encuentro.

Fue ahí, a la defensa, cuando se echó más en falta la ausencia de Christian Yelich, un ganador de Guante de Oro que si bien no hubiera podido evitar que anotaran los corredores de tercera y segunda con las carreras que empataban el choque, pues tiene menos brazo que la Venus de Milo, al menos, con su experiencia, habría sabido cerrar la pelota e impedido que se fuera hacia atrás, como sucedió con el debutante Grisham.

Pero quizás el gran causante de la derrota, más que Hader o Grisham, haya sido el manager Counsell, quien una vez más fue traicionado por los nervios, cuando tuvo el triunfo al alcance de la mano, como le sucedió el año pasado en la Serie de Campeonato de la Liga Nacional ante Los Ángeles Dodgers.

Hader es su cerrador y tal vez se apuró al llamarlo a trabajar en la octava entrada con ventaja de 3-1, a pesar de que el también zurdo Drew Pomeranz, tercer pitcher que utilizó en la jornada, había trabajo dos episodios perfectos, con dos ponches.

Y tratándose de un serpentinero experimentado con gran camino recorrido como abridor, perfectamente pudo haberle dado un inning más, para reservar a Hader para su habitual novena entrada.

Por su parte, el mentor de Washington, Dave Martínez, se la jugó con su principal carta, el diestro Max Scherzer, como lo hubiera hecho el 95 por ciento de los dirigentes, con todo y que el astro de los ojos de colores distintos no estaba en su mejor forma.

Scherzer volvió a fallar, al permitir dos carreras antes de sacar el primer out, por jonrón del cubano Yasmani Grandal con uno a bordo y otro bambinazo en el segundo, solitario de Eric Thames.

Pero Martínez manejó bien el pitcheo y a sabiendas de que no había mañana, trajo de relevo a su segundo mejor abridor, Stephen Strasburg, quien se apuntó el triunfo con tres entradas inmaculadas.

Scherzer sigue quedando a deber en postemporada, pero al menos esta vez, la vida le regaló más oportunidades para reivindicarse, aunque para ello tenga que hacerlo nada menos que frente a los Dodgers, rival de Washington en la próxima serie divisional.

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Se acabó la paciencia de los Chicago Cubs con Joe Maddon y ahora el controversial mánager está sin empleo, aunque no será por mucho tiempo.

Ojo, no se trata que el equipo lo haya despedido. Simplemente se vence el contrato de cinco años que firmó en el 2015 y la gerencia decidió no renovarle el pacto.

Maddon logró lo que no pudieron otros 52 mentores en 108 años y quedó santificado por la Diosa Victoria, pero después de ganar la Serie Mundial del 2016 y romper la Maldición de la Cabra, los Cubs no lograron construir lo que se proyectaba como una dinastía.

Por el contrario, el equipo fue de más a menos, hasta el colapso final de nueve derrotas en fila entre el 17 y el 26 de septiembre del 2019, que dieron al traste con cualquier posibilidad de llegar a la postemporada.

Excéntrico y polémico, Maddon es un estratega muy cuestionable, que muchas veces va en contra de la lógica más elemental.

Y si bien le dio a Chicago su primera Serie Mundial en más de un siglo, dirigió de forma tan errática que dejó la sensación de que los Cubs ganaron no gracias, sino a pesar de Joe Maddon.

Pero más allá de su capacidad estratégica, lo acompaña un don de gente que le permite aglutinar plantillas jóvenes, como la que tuvo bajo su mando en los Tampa Bay Rays o la de los Cubs, en la que moldeó a figuras como Kris Bryant, Anthony Rizzo o Javier Baez hasta convertirlas en estrellas.

Quizás sea Maddon el hombre para empujar a los San Diego Padres a ese paso que necesitan para ir al nivel superior.

O tal vez lo veamos por la Gran Manzana, al frente de Pete Alonso y compañía, si los New York Mets deciden a última hora cortar lazos con su actual mánager Mickey Callaway.

También están las vacantes de los Kansas City Royals y los San Francisco Giants, cuyos mentores Ned Yost y Bruce Bochy decidieron retirarse después de largas carreras.

Maddon está sin trabajo, pero no será por mucho. En su currículum lo que queda es el triunfo, en el que aparece también el haber llevado a los Tampa Bay Rays a su única Serie Mundial en el 2008, aunque la haya perdido ante los Philadelphia Phillies.

Dependerá solamente de él, si decide por ejemplo tomarse un año libre, el tiempo que esté desempleado. Ofertas no le faltarán.

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Si la vida fuera un guión de Hollywood, Félix Hernández saldría hoy a la lomita del T-Mobile Park y lanzaría el segundo juego perfecto de su carrera.

Sería el colofón ideal a una trayectoria que parecía encaminada al Salón de la Fama de Cooperstown, cuando siendo un adolescente de 19 años debutó con un mundo en la pelota el 4 de agosto del 2004.

En aquella ocasión perdió 3-1 ante los Detroit Tigers, pero le tomó apenas una segunda apertura para deslumbrar con ocho innings en blanco frente a los Minnesota Twins para un triunfo de 1-0, su primero en las Mayores.

Había nacido El Rey Félix. Tuvieron que pasar por el plato 112 bateadores antes que en su séptima salida, Jermaine Dye, de los Chicago White Sox, consiguiera conectarle su primer extrabases, un doblete.

El venezolano es una rareza en estos tiempos, al vestir un solo uniforme en su carrera. Defendió a los Seattle Mariners desde el primero hasta el último día, en las buenas y en las malas. Félix es a los Marineros como pitcher lo que Edgar Martínez fue como bateador. Semper fidelis.

Mereció ganar el premio Cy Young en el 2009, pero los votantes comenzaban a inclinarse a las nuevas estadísticas y se decantaron por Zack Greinke, entonces con los Kansas City Royals.

Un año después, la misma sabermetría que le quitó el Cy Young, se lo sirvió en bandeja de plata, a pesar de tener un récord de 13-12, seis victorias menos y siete derrotas más que en el 2009.

El momento cumbre de su carrera llegaría el 15 de agosto del 2012, cuando retiró a los 27 bateadores que enfrentó de los Tampa Bay Rays, 12 de ellos por la vía de los strikes, para vencer 1-0 y apuntarse el vigesimotercer juego perfecto en toda la historia de las Grandes Ligas.

Un año después firmó una extensión contractual por siete años y 175 millones, con opción para el 2020.

Pero a partir del 2016, al cumplir los 30 años, la salud empezó a darle la espalda y aquella carrera que parecía destinada a terminar en Cooperstown se torció.

El Rey Félix, un devorador de innings que del 2008 al 2015 superó siempre la barrera de las 200 entradas, apenas ha conseguido trabajar 308.1 capítulos entre 2017 y 2019, con efectividad desastrosa de 5.43 y saldo de 15 triunfos y 26 reveses.

Ojalá en su último acto sea capaz de sacar de donde no hay, para dejar una última imagen triunfal y no la caricatura que ha sido en las últimas tres campañas.

Demasiadas glorias le entregó al béisbol y un Rey no merece salir por la puerta de atrás.

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A fin de cuentas, el béisbol es un negocio, en el que los jugadores se mueven como piezas de ajedrez, según mejor le convenga a las finanzas del equipo.

A menos que un conjunto esté metido de lleno en la carrera por la postemporada, los gerentes prefieren deshacerse de sus estrellas que estén a las puertas de la agencia libre y obtener a cambio prospectos que ayuden a largo plazo...hasta que se conviertan en agentes libres y así, el ciclo se repite una y otra vez.

He aquí seis peloteros que deberán cambiar de equipo, ya sea en el invierno o a mitad de la temporada del 2019.

Félix Hernández, Marineros de Seattle

¿Creíamos que el venezolano Félix Hernández se retiraría con el uniforme de los Marineros, equipo para el cual ha jugado desde su debut en el 2005?

Pues estábamos equivocados. El Rey Félix, en franco declive a pesar de que apenas tiene 32 años ya no es un puntal dentro de la organización de Seattle.

En dependencia de cómo le vaya en la primera mitad del 2019, la gerencia puede intentar moverlo para que vaya a reforzar, ya el pitcheo abridor, ya el bullpen, de algún equipo con aspiraciones de ir a la postemporada.

Todd Frazier, Mets de Nueva York

La división Este de la Liga Nacional será tan competitiva en el 2019, que los Mets no aparecen entre los aspirantes a ir a los playoffs. Simplemente las cosas no le están funcionando al otro equipo de Nueva York. El tercera base Todd Frazier será agente libre después de la próxima campaña y el equipo necesita una reconstrucción radical, que les permita planificar para la próxima década.

Tampoco es que por Frazier se puedan obtener prospectos demasiado valiosos o prometedores, pero definitivamente, este antesalista próximo a cumplir 33 años no forma parte del futuro.

José Abreu, Medias Blancas de Chicago

El cubano Abreu es uno de los mejores bateadores derechos que hay en las Grandes Ligas, pero a punto de cumplir 32 años comienzan a aparecer achaques que pueden limitar su tiempo de juego. Si los Medias Blancas pueden encontrar un comprador, no deben pensarlo dos veces.

Cualquier equipo estaría feliz de recibir a un hombre que en sus primeras cinco temporadas en las Mayores promedia 32 jonrones y 107 carreras impulsadas. Será agente libre después de la próxima temporada y difícilmente haya interés mutuo en continuar la relación laboral.

Sonny Gray, Yankees de Nueva York

Los Yankees buscarán lanzadores abridores en la agencia libre y entonces Sonny Gray no cabrá en el equipo. Además, ya demostró que el ilustre uniforme de rayas le quedó demasiado grande.

Quizás en un mercado más pequeño pueda retomar su carrera al nivel de cuando estaba con los Atléticos de Oakland Puede conseguirse buen acuerdo por un hombre que es joven (29 años) y en seis temporadas en las Mayores tiene un buen récord de 59-52 y efectividad de 3.66.

Madison Bumgarner, Gigantes de San Francisco

Los Gigantes no van a ningún lado por ahora, incluso si consiguen firmar a Bryce Harper. Es un equipo que se ha vuelto viejo y necesita un cambio drástico, prácticamente a partir de cero. A menos que San Francisco haga varias adiciones inesperadas, el intercambio de Bumgarner después de ejercer su opción por el último año de su contrato, es lo mejor para los negocios y para el futuro de la franquicia.

Luego de promediar 32.5 aperturas entre 2011 y 2016, el zurdo ha iniciado apenas 36 partidos entre el 2017 y 2018, pero la pasada campaña mostró estar recuperado y tiene apenas 29 años.

J.T. Realmuto, Marlins de Miami

Este es un caso diferente, pues no será agente libre hasta el 2021. Pero todo el mundo quiere hacerse de los servicios de quien posiblemente sea el cátcher más completo de todo el béisbol, bueno defensivamente, excelente bateador y una rareza como corredor veloz.

Realmuto no quiere seguir con el equipo, a pesar de que la gerencia le ha ofrecido una extensión contractual de entre 80 y 100 millones de dólares. No es fácil tener a un pelotero, por estelar que sea, disgustado dentro del clubhouse y a la larga, Derek Jeter y compañía terminarán cediendo a la tentación, pues es posiblemente el hombre por el que mejores piezas se puedan conseguir a cambio.

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Como fieras agazapadas, al acecho de sus víctimas, están las lesiones.

Lo peor que le puede pasar a un equipo a esta altura del año es arrancar la temporada sin una de sus principales figuras, pues de golpe se alteran los planes que cada manager, cada gerencia, hicieron durante el invierno.

Tantos meses de trabajo, de planificaciones, se vienen abajo en un abrir y cerrar de ojos, ya sea por un tirón muscular, un pelotazo o un mal deslizamiento en una base.

Quizás la ausencia más notoria en el arranque de la campaña la tendrán Dodgers de Los Angeles.

Su antesalista y tercer bate Justin Turner fue golpeado por un envío del derecho Kendall Graveman en un partido de primavera ante los Atléticos de Oakland que le causó una fractura en su muñeca izquierda.

Los Dodgers respiraron aliviados al conocer que Turner no requerirá cirugía, pero de todos modos, se perderá varias semanas de acción y no regresará por lo menos hasta el segundo mes de la campaña regular.

Los campeones Astros de Houston, que buscan convertirse en el primer equipo en ganar dos Series Mundiales seguidas en el siglo XXI, comenzarán la defensa de su título sin su primera base regular, Yuli Gurriel.

El cubano ya tenía encima un castigo de cinco partidos al comienzo de la temporada por su incidente de burla racial contra Yu Darvish en la Serie Mundial de octubre pasado. Y encima de eso tuvo que someterse a una operación en su mano izquierda apenas iniciados los entrenamientos de pretemporada, y aunque todo salió bien y ya está en su proceso de rehabilitación, no será hasta finales de abril que posiblemente regrese al terreno de juego.

Otro que no verá acción el Día Inaugural será el segunda base de los Nacionales de Washington Daniel Murphy.

El veterano pelotero fue operado de una rodilla a fines de octubre y aunque ya está entrenando, todavía tiene dificultades en su desplazamiento lateral.

El pronóstico del equipo es que podrá debutar a mediados de abril, si todo marcha como hasta ahora.

Más paciencia deberán tener los Mellizos de Minnesota con su lanzador derecho Ervin Santana.

El dominicano pasó por el quirófano para remover una calcificación en el dedo del medio de su mano derecha y aún no está en condiciones de apretar bien la pelota.

Los médicos dijeron que con buen tiempo, no será hasta finales de mayo o principios de junio que se integre a la rotación de los Mellizos, equipo que buscará repetir o incluso mejorar su actuación del 2017, cuando sorprendentemente y contra todo pronóstico, se coló en la postemporada como segundo comodín de la Liga Americana.

Caso similar al de Santana es el de su compatriota Danny Salazar, de los Indios de Cleveland.

Santana fue operado del hombro para repararle el manguito rotador y según dijo esta semana el manager Terry Francona, apenas ahora es que ha comenzado a lanzar sus primeras pelotas como parte de su proceso de recuperación y no hay fecha preestablecida para su vuelta.

Se esperaba que los derechos Zack Greinke y Félix Hernández fuesen los lanzadores abridores por los Diamondbacks de Arizona y los Marineros de Seattle, respectivamente, en el Día Inaugural de la temporada.

Pero Greinke tuvo que salir de un partido esta semana por molestias en la ingle y el Rey Félix fue golpeado por un batazo el 26 de febrero que lo ha mantenido desde entonces fuera de acción en la pretemporada.

En ambos casos, ya han sido prácticamente descartados para inaugurar la campaña por sus equipos, pero deben reintegrarse en la misma primera semana de la competencia, así que solamente se perderán una o a lo sumo, dos aperturas.

Y el pánico cundió en los Medias Blancas de Chicago, cuando su principal pilar ofensivo, el cubano José Abreu, abandonó el juego del martes ante los Rangers de Texas por una lesión en el tendón de la corva de su pierna izquierda.

Aunque los médicos dijeron que los problemas son menores, recomendaron reposo y no se sabe si Abreu estará listo para comenzar la campaña el jueves próximo ante los Reales de Kansas City.

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"Me siento el Félix Hernáandez de antes", exclamó el lanzador venezolano esta semana, al ser entrevistado por ESPN Deportes. Es la frase que miles de aficionados querían escucharle, tras ver al as de los Marineros de Seattle sufrir en una temporada que ha sido atípica para él.

Pero ¿es eso verdad, realmente? ¿Tiene razón el derecho de Flor Amarillo al proclamar su vuelta al trono?

Hernández cree que sí, con buenas razones. En sus últimas dos presentaciones ha llegado al menos al séptimo inning, suma 16 ponches en esos 13.2 actos y sólo ha permitido siete hits y tres carreras, para 1.98 de efectividad.

Ese es un retrato hablado del Rey Félix de siempre, el autor de un juego perfecto, el perenne aspirante al premio Cy Young.

El carabobeño llegó esta semana a 150 victorias en las mayores, una cifra que sólo otro venezolano había conseguido. Pero él lo hizo con dos campañas de antelación respecto a Freddy García, cuyo récord de 156 juegos ganados tiene ya al alcance de la mano.

"Otros 150 más y llegaré a 300, esa es la meta", comentó en Anaheim, minutos después de vencer a los Angelinos de Los Angeles.

Otros 36 monticulistas han llegado a 150 lauros a los 30 años de edad o antes, de acuerdo con Baseball Reference. Pero únicamente dos eran latinos: los inmortales dominicanos Pedro Martínez (152) y Juan Marichal (170).

¿Metido entre récords, repartiendo ponches y aislando unos pocos batazos? Ese es el Félix de antes.

El problema está en lo que muestran otras pistas, señales que parecen demostrar con claridad que este Rey de ahora es otro diferente, por más que acumule dos juegos seguidos de ocho fusilados.

No es necesariamente mejor o peor. Pero sí es diferente.

Ya Hernández se quejaba en 2015 del exceso de bases por bolas. Por primera vez desde 2008, entregó una media de 3,72 pasaportes por cada nueve entradas.

Su velocidad también bajó. Sin que mediaran lesiones, tiró la recta a un promedio de 91,8 millas por hora, según Fangraphs. Nunca antes su bola rápida viajó a esa velocidad.

Ambas tendencias se han mantenido en 2016. Hernández repartió ocho boletos entre sus últimas dos presentaciones y muestra una inédita rata de 4,5 por cada nueve tramos en este campeonato. Además, su recta ha viajado a 90,3 millas por hora.

¿Cuán distintos son esos datos respecto a lo hecho por el diestro antes del torneo pasado?

Hernández promedió 2,30 pasajes gratis entre 2009 y 2014, sus años más brillantes. Sus rectas, que fueron registradas a más de 95 millas por hora al llegar a la MLB, todavía caían sobre el plato a 92,4 millas dos temporadas atrás.

¿Es eso malo? No necesariamente. Posiblemente sea parte de la evolución a la que se enfrenta todo tirador, conforme pasa el tiempo.

Especialmente uno como él, que llegó a 350 juegos, todos como abridor, precisamente en la victoria contra los querubines. Alguien que, además, suma casi 2.400 innings, pese a estar en lo que podría ser la mitad exacta de su trayectoria.

"No he tenido la mejor temporada", admitió Hernández. "Estuve lesionado por dos meses. Pero estoy agarrando mi ritmo otra vez".

Sólo ha recibido 12 hits en los últimos 26.2 pasajes. Esa es una señal clara de dominio, tan irrefutable como lo son el exceso de bases por bolas y la merma de velocidad.

Un analista del diario Seattle Times preguntó la opinión de varios scouts, hace semanas, y obtuvo una respuesta unánime: ya Hernández no tiene la recta para pasar como antes a los contrarios, necesita adaptarse a la nueva realidad; pero sus otros pitcheos siguen siendo excepcionales, y podrá seguir dominando, si cambia su perfil.

Francisco Rodríguez, otro exitoso lanzador venezolano, es la prueba viviente de cómo se puede evolucionar, sin perder el sitial entre los mejores. Con frecuencia relata cómo llega a cada Spring Training con un nuevo plan de vuelo.

El cerrador caraqueño no se acerca a las 95 millas por hora desde hace mucho. Su velocidad se parece más a la de su compatriotas. Pero es el segundo mayor salvador de la Liga Americana hoy, con los Tigres de Detroit.

¿Es ese el camino que se abre delante de Hernández? Parece que sí.

Ya no es el mismo de antes. Pero si asume el reto, tiene otras armas para seguir siendo el Rey.

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Justin Verlander y Félix Hernández son ganadores del Cy Young, pero nunca han chocado entre ellos luego de ganar sus premios Cy Young. Aunque ambos han estado en la Liga Americana desde 2006, el choque del miércoles en la noche entre los Tigres de Detroit y los Marineros de Seattle será apenas su cuarto entre ellos y el primero desde abril de 2009-antes de que alguno de ellos ganara el premio.

Ellos se encuentran de nuevo en puntos interesantes en sus carreras. La carrera de Verlander aparenta estar en una encrucijada luego de su mediocre campaña en el 2014 y su mal arranque en el 2015, ya que su alguna vez intimidante recta ya no lo es tanto. Pero terminó con fuerza en el 2015 y ha seguido de igual forma en esta temporada. No, ya no lanza a 100 mph, pero los resultados se asemejan al Verlander del 2011. Está segundo entre los abridores de la LA con promedio de los rivales de .214 y está quinto en tasa de ponches. El resurgir de los Tigres desde finales de junio ha sido gracias a Verlander, quien tiene marca de 5-0 y efectividad de 1.85 en sus últimas siete aperturas.

La velocidad de Hernández también ha bajado en años recientes y el promedio de su recta esta temporada anda por las 90.2 mph. Eso ha llevado a dos problemas: (1) Está lanzando menos rectas. Cuando ganó el Cy Young en 2010, lanzó la recta en el 63 por ciento del tiempo, pero este año esa tasa ha sido del 46 por ciento, y cuando la lanza no tiene mucho control de ella, lo que lo ha llevado a la peor tasa de boletos de su carrera; (2) su cambio, que luce más como una recta de dedos separados ya que la lanza en las altas 80 mph, se ha convertido en menos dominante, ya que tiene una tasa de ponches del 30 por ciento en comparación con el 52 por ciento en el 2010. Sigue siendo una buena arma - los bateadores le conectan para .187 - pero ya no es el arma dominante e imbateable que alguna vez fue.

Aun así, se las ha arreglado para tener efectividad de 3.55 (se perdió casi dos meses por lesión de la pantorrilla), y si los Marineros tienen alguna oportunidad de competir por uno de los comodines, ellos necesitan que el Rey Félix esté en su mejor forma.

He aquí una pregunta: ¿Pertenencen Verlander y Hernández al Salón de la Fama? Sus records de por vida:

Verlander: 169-103, 3.52 ERA, 50.8 fWAR

Hernandez: 149-105, 3.13 ERA, 50.4 fWAR

Hay dos maneras de mirar sus oportunidades para el Salón de la Fama. Según los duros estándares de la BBWAA, ambos se encuentran cortos en la actualidad. Mike Mussina ni siquiera llegó al 30 por ciento del voto y tiene 270 victorias y 82.2 fWAR en su carrera. Curt Schilling apenas superó en apoyo a Mussina y tiene 216 victorias, 79.8 fWAR y el reconocimiento como uno de los mejores lanzadores en la historia de la postemporada. Por alguna razón, la BBWAA ha trazado una dura línea para elegir a lanzadores abridores. El grupo cedió en el estándar de las 300 victorias para Pedro Martínez y John Smoltz, aunque Pedro tuvo el valor pico más alto en la historia para un lanzador, y Smoltz pareció recibir crédito extra por sus años como relevista, así que no estoy seguro de que sus casos sean demasiado ilustrativos.

La otra manera de mirar las carreras de Verlander y Hernández es que ellos son claramente dos de los mejores lanzadores de su generación. Daniel Marks escribió recientemente un artículo en el portal Bill James Online titulado, "¿Estamos frente a algún Lanzador del Salón de la Fama?"

Marks hace un examen de la historia y analiza cuántos lanzadores del Salón de la Fama estuvieron activos en un año cualquiera. Las dos mejores temporadas en ese aspecto fueron 1925 y 1966, y en ambos estuvieron activos 15 futuros miembros de Cooperstown. La menor cantidad - hasta el 2009 -- fue 1944, con apenas dos inmortales. Por supuesto, ese es el resultado de tener varios lanzadores como Bob Feller, Warren Spahn y otros en el ejército sirviendo en la Segunda Guerra Mundial. En 2008, Greg Maddux, Tom Glavine y Smoltz terminaron sus carreras (al igual que Mussina); en 2009, Pedro y Randy Johnson lanzaron su última temporada.

Así que ¿quiénes son los futuros lanzadores del Salón de la Fama desde 2010?

Clayton Kershaw es la respuesta fácil, a pesar que solo tiene 125 victorias en su carrera (pero ya tiene un 52.5 fWAR). Técnicamente, todavía no es elegible, ya que solo ha jugado nueve temporadas (necesitas estar activo en 10 temporadas para ser considerado para la boleta). Asumamos que supera su actual lesión y que tiene muchas más temporadas grandiosas en su futuro. Pero necesitamos más de un lanzador del Salón de la Fama de esta generación.

Por eso es que pienso que los votantes eventualmente aprenderán a ajustar sus estándares. El criterio de selección "automática" por las 300 victorias necesita ser descartado. Y no debes tener que llegar a las alturas de un Pedro o un Kershaw para poder entrar. Quizás Verlander y Hernández no han llegado ahí, pero estarían cerca con algunas temporadas adicionales sólidas. Es poco probable que alcancen las 300 victorias, quizás ni siquiera lleguen a las 250. Es duro ganar tantos juegos en esta era con temporadas de 32 aperturas y relevistas dominantes que limitan las entradas y las decisiones. Sin embargo, ellos son dos de los mejores lanzadores que hayamos visto.

Disfruten el juego del miércoles. Es un choque que no se da a menudo.

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Omar Vizquel no vaciló cuando, hace más de un lustro, escuchó la pregunta sobre quién podría arrebatarle el récord de más hits conectados por un venezolano en las Grandes Ligas, que el caraqueño acababa de quitarle al gran Luis Aparicio.

''¿Quién va a ser?'', terció Vizquel, que se retiró con 2.877 imparables, 200 más que Aparicio. ''Miguel Cabrera se va a quedar con todos nuestros récords. Ese chamo es un fenómeno''.

El mejor bateador venezolano de todos los tiempos apenas tiene 33 años de edad y ya supera casi todos los logros de sus compatriotas.

Cabrera celebró este lunes otro aniversario de su nacimiento. Hace muy poco comenzó la segunda mitad de su carrera y ya dejó atrás la mayor parte de las hazañas de Andrés Galarraga, Antonio Armas, Magglio Ordóñez y Bob Abreu.

El nativo de Maracay comenzó esta semana necesitado de sólo 51 carreras para convertirse en el primer venezolano con 1.500 impulsadas. Sólo 53 bateadores han llegado a esa cifra en la historia de las mayores.

Necesitaba 6 tubeyes para 500. Únicamente 61 peloteros lo han conseguido, incluyendo a Abreu, el número uno entre sus paisanos, que dijo adiós con 574.

Requería 158 hits para llegar a 2.500. Sólo Vizquel y Aparicio lo han logrado entre los nacidos en Suramérica.

Acaba de superar los 2.333 imparables de Galarraga y persigue los 2.470 de Abreu, quien ocupa la tercera plaza entre los peloteros de su país.

Necesitaba, este lunes, apenas 64 anotadas para completar 1.300.

Cada uno de los jonrones que dispara es un récord en Venezuela, desde que en 2015 superó los 399 de Galarraga. Al escribir estas líneas andaba en 409.

Y con otras 57 bases por bolas, a partir de esta tercera semana de acción, llegará a 1.000, a donde únicamente han trepado Abreu y Vizquel entre sus connacionales.

Es una hoja de servicios brillante. Basta buscar cuántos bateadores han llegado a 1.500 remolques, con 400 vuelacercas, 1.300 anotadas, 500 dobletes y 1.000 pasaportes en la gran carpa.

Un total de 22 peloteros han podido combinar esas cifras durante su recorrido por la MLB, de acuerdo con el motor de búsqueda de Baseball Reference. Pero hay un dato mucho más revelador, cuando se refina la indagación.

Nadie jamás ha conseguido esos números a los 33 años de edad. Ni siquiera el gran Albert Pujols.

Alex Rodríguez, Jimmy Foxx y Mel Ott estuvieron muy cerca. Sólo fallaron en el renglón de biangulares.

Así que Cabrera, el ganador de la Triple Corona en 2012, el campeón bate de la Liga Americana en cuatro de los últimos cinco torneos, está a muy poco de volver a demostrar hacia dónde apuntan sus logros, incluso tratándose de alguien tan joven como para sólo haber celebrado los 33 años de nacido.

Apunta a Cooperstown. Y algún día celebrará allí su cumpleaños.

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