Las mejores frases de Futbol Picante sobre el empate del Tri ante EE.UU.
LOS ÁNGELES -- Caos, el sello de la casa, el sello del futbol mexicano. Caótico o caó-Tri-co. Así la Selección Mexicana y su entorno. Así, la tribuna del Estadio Azteca. Así el 0-0 con Estados Unidos. Así #ElGrito. Así el #FueraTata. Así, las brillantes ideas de Yon de Luisa. Así.
1.- Caos en la cancha. México jugó su mejor partido en el Octagonal Final de Concacaf. Pero su mejor versión fue insuficiente para vencer a una representación parchada de Estados Unidos. En su noche de mayor brillantez, fue una oscuridad ante Estados Unidos. Su momento de gala futbolero, fue una muestra pordiosera de futbol. Diagnóstico confirmado: en Catar será un pelele mundialista.
2.- Se marchitan. Y caos en la cancha. Sus hombres clave se desmoronan. Héctor Herrera, entrega bien los pases cortos y mal los profundos. Además pierde tres balones en salida con tufo a suicidio. Edson Álvarez, el puritano futbolero del Ajax Amsterdam, cayó de nuevo en el juego barriobajero. ¿Tecatito Corona? El Sevilla jamás habría firmado la versión vista en el Estadio Azteca.
3.- Anarquía. Y caos en la cancha. El principal exponente fue Chucky Lozano. En un afán noble de salvar la causa, traicionó al conjunto. Se salió de su zona, desertó al esquema de Gerardo Martino. Lozano renunció al colectivo. Se entiende, el corazón le ganó a la razón, no quería ser protagonista de otro fracaso. Intentó disparos desde fuera del área. Enceguecido y con la pólvora mojada, falló. Jugó su propio partido y el Tri intentó jugar otro. El egoísmo y el naufragio. Fracasaron ambos.
4.- Retardo. Y caos en la cancha. Gerardo Martino reacciona tarde. Estados Unidos ya jalaba aire por la boca como pescado con asma. Chucky, Tecatito, Jiménez, habían claudicado. El tridente de las puntas rotas, decepcionaba de nuevo. Y Martino, impávido. Piernas frescas y corazones ansiosos en la banca. Pusilanimidad pura en su cabecita. Cierto, sin duda esa maldita agresión que sufre en su ojo derecho debe preocuparle más al Tata que la miopía y casi ceguera que muestra a la ofensiva su equipo.
5.- ¡Agárrenlo! Y caos en la cancha. Minuto 60. Gio Reyna entra a la Capilla Sixtina. Y el artista trazó lienzos y también grafiti. Jugadas de alto octanaje neuronal y de barrio. Toma la pelota, la pisa, gira, amaga, recorta, traslada, elude, regatea. Los esqueletos de al menos seis mexicanos rechinan en esa sola jugada en que Reyna hizo reinar el preciosismo arrabalero del futbol. Le entrega un balón, medio gol, a Pefok, era graduación de gol, y la pifia.
6.- El Mesías de siempre. Y caos en la cancha. Estados Unidos penetra por donde se le pega la gana, pero gusta de hacerle las cortesías al contraído futbolero que es Jorge Sánchez, una avenida. Pero su acompañamiento simultáneo por las bandas y carriles interiores, le colocaba en ventaja numérica, emocional e intelectual, en sus embestidas. Pero, ahí estaba Guillermo Ochoa. Ataja dos obuses con el sello de George Lucas, y se revuelca con otros dos. De nuevo, el héroe. México resuella en la eliminatoria gracias a él.
7.- Y caos en la tribuna. #ElGrito, en su primera elongación sonora, aparece al minuto 44. Al final del juego, aparecería tres veces más. El sonido local, a toda su potencia (59 altavoces CAL-AVB y 10 subwofers de tecnología digital Meyer Sound), se desgañita para apagar el alarido rebelde: “Méééééééeéxiiicoooo”. Pero, aún así, gorgoreaba el bramido. Después, hay libertad total para que el #FueraTata se cante a arrebato, con más vehemencia y furor que con el que alguna vez se cantó el Cielito Lindo en ese escenario.
8.- Y caos en el palco principal del Estadio Azteca. Orden puntual: en los reportes del árbitro guatemalteco Mario Escobar y del comisario de Concacaf y FIFA: ¡no se deben mencionar la presencia de #ElGrito! El ruido que nunca ocurrió. El bufido que nadie escuchó. Claro, muy al estilo delincuencial de la FMF: #NoPasóNadaEnQuerétaro o el Pacto de Caballero que nunca existió, pero que aún se impone.
9.- Y caos en Honduras. Gerardo Martino insinúa que no podrá viajar a San Pedro Sula. Su ojo derecho, ése que fue intervenido en septiembre, recae. Trasciende de manera irrefutable, que la tensión y el estrés de esta crisis en el Tri, ha golpeado la parte más fragilizada de su organismo. En Canadá no pudo presentarse en el entarimado de la conferencia de prensa. El médico le explica: estrago también del estrés. ¿Quedará el destino en manos de Jorge Theiler, el tipo más aborrecido por los jugadores mexicanos?
10.- Y caos antes del juego. La “BURROCRACIA”. Densas, desesperadas, desordenadas filas de gente para entrar al estadio. Minutos que se transformaron en horas. El #FanID y el sofisticado #QR se fueron a la basura. Otro proyecto fallido, otro fracaso, de Yon de Luisa. Al final, el grueso de la gente entró sólo mostrando el costosísimo boleto cuando el partido había ya comenzado. Dicho estaba: si no saben manejar el VAR; no saben contabilizar damnificados en Querétaro, y cada vez pierden más autoridad en la #YuntaDeDueños (dixit Sven-Göran Eriksson), ¿por qué creer que aquí iban a acertar? Y ¿estarán ya los datos confidenciales de los aficionados en los archivos de mercadotecnia de Banorte y Visa, patrocinadores del Tri?
11.- Y caos en la Tabla. Si México, sin el Tata, pero con el padrastro Theiler, no saca una victoria en Honduras, y Costa Rica vence en El Salvador, igualaría al Tri, y si Panamá vence a un desmantelado Estados Unidos, se pondría un punto abajo, de cara al desenlace del Octagonal, en el cual México recibe a El Salvador. Tras la derrota ante Costa Rica, matemáticamente, ni Canadá está clasificado de manera directa.
Hay un lamentable acertijo papaloteando en los tendederos del morbo. ¿Usarán esta recaída en la salud del Tata Martino, para negociar una saludable separación del Tri? Porque aun con el dudosísimo huesero y sobador Theiler, aquí, no hay médico visible, sólo dos enfermos, sólo hay dos pacientes, Martino y el Tri, y todo indica que lo mejor para ambos es curarse por separado, muy separaditos, mientras más separaditos, mejor.
¿Lo único mercenariamente sano? Primero, la taquilla. Cerca de 3.5 millones de dólares. Segundo, los ratings, que se dispararon en México y Estados Unidos.
Cierto: al final, Yon de Luisa cumplió con su patrón, pero no con el futbol, ni con los aficionados, ni con sus promesas. Pero, al que está bien con el Diablo, qué le importan los curas y los monaguillos.
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