En los momentos mas álgidos de su evolución como futbolista en Europa, Hirving Lozano se fajó los pantalones, aguantó el vendaval, tuvo autocrítica, trabajó y se esmeró y aquí están los resultados. Se ha transformado en uno de los jugadores favoritos de Gennaro Gattuso, el mismo hombre que estaba llamado a ser su “peor enemigo” en el Nápoles. La historia corrobora que la mentalidad del jugador mexicano pudo haber cambiado. Lozano es una muestra fehaciente de que el carácter y la personalidad deben ir de la mano de las grandes cualidades técnicas y físicas...

SAN DIEGO, California.- Nadie sabe con exactitud cuando nació y cómo se propagó ese “síndrome” que pareció marcar y sentenciar al futbolista mexicano en sus intentos y sueños por ser protagonista en el mayor nivel posible del juego. Era inevitable mezclar la desilusión con el nombre de José Villegas Tavares, el famoso “Jamaicón”.

En tiempos donde la vacunación es una esperanza, Hirving “El Chucky” Lozano ha mostrado que está vacunado y que es completamente inmune al poco célebre “síndrome del Jamaicón”.

Han pasado ya algunos meses desde que confrontó el primer obstáculo en su carrera europea. Su emergente trayectoria en el futbol holandés se vio interrumpida a su arribo al complejo futbol italiano. Los resultados no llegaban. El entrenador que había provocado su contratación y el gasto más alto en la historia del Nápoles, Carlo Ancelotti, terminó fuera del proyecto y apareció Gennaro Gattuso. Los primeros síntomas de la relación Lozano-Gattuso presagiaban una tormenta y también el final de la trayectoria del mexicano en la Serie A. Lozano fue expulsado de un entrenamiento por el director técnico y estuvo en la tribuna mientras el Nápoles conseguía su máximo título de la temporada, la Copa de Italia que obtuvo desde la serie de penaltis ante la Juventus. A partir de ahí, llegó y sobresalió el “renacimiento” del “Chucky”.

Y no solo lo ha hecho con la calidad que le distingue, también con una muestra de carácter y personalidad por la que tanto ha suspirado el futbolista mexicano a lo largo de la historia. Lozano se fajó los pantalones y dijo: “Aquí vine a triunfar y lo haré a pesar de todas las circunstancias”. E hizo lo más difícil para cualquier ser humano. Tener una amplía autocrítica y ponerse a las órdenes de lo que quería el entrenador. Con el paso de los días, Gattuso, que estaba llamado a ser su “peor enemigo”, se ha transformado en un admirador de sus facultades. Primero, lo ponía algunos minutos para luego convertirlo en titular casi indiscutible de las formaciones del equipo napolitano. Aquellos que pensaban, pensábamos, que se vería forzado a elegir un camino diferente al del Nápoles e incluso al del futbol italiano, tuvimos que cerrar la boca y admirar la valentía que ha tenido el futbolista.

En tiempo pasados, lo más lógico hubiese sido que el jugador abandonara la empresa y buscara otro sendero o que llamara a México y dijera que prefería volver para ser bien tratado y reconocido. La historia fue diferente esta vez.

Lozano aprovechó el juego de Copa ante el Spezia para marcar su decimoséptimo gol en 61 partidos con el Nápoles. Llegó, además, a 100 anotaciones a nivel de clubes. Tiene 25 años de edad y sus mejores momentos deben estar aún en el futuro de la cancha. “El Chucky” nos demostró que el futbolista mexicano está por encima de las historias y los síndromes y que tiene la mentalidad necesaria para imponerse a cualquier situación adversa. “El Chucky” está vacunado...

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Me parece que Hirving va por muy buen camino siempre que mantenga la humildad y capacidad que necesita para ser jugador de la Serie A

Señoras y señores… El Chucky Lozano es un jugador que esta temporada ha mejorado mucho, es rápido, no gambetea mucho pero que tira la pelota larga para llevarse a los rivales.

El tanto que marcó ante el Hellas Verona este fin de semana fue un gol rápido a los 10 segundos de juego, el tercer gol más rápido en la historia de la liga italiana, pero el problema es que el Napoli no aguantó la presión atrás, y terminó perdiendo el encuentro por un 3-1 a pesar de esa diana marcada por el mexicano.

Napoli no es uno de los equipos más fuertes de la liga Italiana, en este partido terminó cediendo hasta perder en casa del Verona.

Chucky Lozano ha crecido porque mejoró su relación con Genaro Gattuso, ahora el entrenador del Napoli sabe que el mexicano es un jugador que puede explotar sobre la banda y que es goleador. Pero de ahí a que Hirving se convierta en estrella de la Serie A, falta mucho tiempo.

En la Serie A las figuras son otras, son jugadores del estilo Ciro Immobile, Paulo Dybala, Cristiano Ronaldo o el mismo Dries Mertens del Napoli. Al Chucky Lozano aún le hace falta tiempo para ser figura en la liga italiana.

Chucky Lozano aún puede sacar más en el Napoli, es un equipo ligero y él es ligero, le gusta la velocidad, y en este momento tiene una buena relación con su técnico, Gattuso. El mexicano debe aprovechar esa relación para beneficio del club y para su preparación de cara al Mundial de Catar 2022, porque será llamado indudablemente como titular.

Su juego junto al de Raúl Jiménez, Héctor Herrera, que no ha jugado durante ocho partidos con el Atlético de Madrid; y algunos otros jugadores mexicanos que andan regados como el mismo Edson Álvarez serán parte de esa Selección Mexicana.

En fin, el Chucky Lozano ha madurado en este inicio de temporada de la Serie A con el Napoli y sabemos que es un jugador profesional. El mexicano cayó en un equipo en donde puede seguir creciendo ahora que Gattuso le ha entendido a su estilo de juego, que lo sigan aprovechando por la banda porque encara bien, tiene llegada y gol, además de que asiste a sus compañeros.

Me parece que Hirving va por muy buen camino siempre que mantenga la humildad y capacidad que necesita para ser jugador de la Serie A, también debe evitar tener algún conflicto con el técnico para seguir acumulando minutos.

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LOS ÁNGELES -- Diego Armando Maradona (30 de octubre de 1960, Villa Fiorito, Argentina) ha dado otra vuelta olímpica en ese estado límbico de la incertidumbre, burlándose de la vida, burlándose de la muerte.

Aún así, “La Mano de Dios” continúa en las manos de Dios… o en manos de “El Barbas”, como el mismo Diego lo llama.

En esa ciencia, superstición, u ociosidad, de querer hurgar el destino del ser humano en las estrellas, los astrólogos afirman que los grandes referentes del signo de Escorpión tienden a la autodestrucción.

Garrincha (28 de octubre de 1933, Río de Janeiro), y el mismo Maradona, son prueba de ello. Al primero, a quien muchos consideran mejor que Pelé, lo mató al alcoholismo. El Pelusa tiene más de 35 años naufragando y sobreviviendo entre los excesos: cocaína, alcohol y sexo.

Diego ha despertado idolatrías extremas. Argentina le ha perdonado su desastrosa conducta en la intimidad, ante la grandiosidad de su futbol. En la cancha, expió sus pecados. Condujo a Argentina a la Vuelta Olímpica en el Azteca en México ’86, y al Nápoli lo apadrinó hacia la adultez del futbol europeo.

Tiene su propia iglesia, la Maradoniana. Y a los santurrones les duele que les haga temblar su fe por la fe ciega en el Diego. La herejía no es peor que la hipocresía hecha fe. Entre creer en un fetiche y creer por obligación, sólo hay un pecado de diferencia.

Maradona sigue pagando elevadas cuotas de sus excesos. Está consciente de ello: “He cometido errores y he pagado por ellos”. Este martes ha sido sometido a una nueva cirugía. Un hematoma en el cerebro lo llevó al quirófano con la etiqueta de emergencia, según su nuevo y enésimo doctor de cabecera, Leopoldo Luque.

Irónicamente, su organismo, con mapas indelebles de cicatrices, muestra cómo las cirugías se han ensañado con los tres implacables e inagotables arsenales de su cuerpo como futbolista: un enorme corazón, unas piernas poderosas de creación, y ahora, ese cerebro casi culterano, ostentoso, privilegiado, para inventar futbol, como aquella tarde inolvidable en el Estadio Azteca ante Inglaterra, cuando fue truhan primero y artista galopante después.

Habiendo visto en vivo a los tres, y habiendo cubierto directamente sagas mundialistas y coperas de dos, no cedo un milímetro en el podio: Pelé, Maradona y Messi. Tres generaciones distintas, en tiempos y circunstancias muy distintas en el futbol.

Diego podría estar a la altura de Pelé, tal vez por encima del brasileño, pero es culpa de él, y sólo de él. Y lo acepta: “Si yo no hubiera hecho las cosas malas que hice en mi vida, Pelé no llegaba ni segundo”. Y en otra ocasión, le tundió nuevamente: “Si él (Pelé) es Beethoven, yo soy el Ron Wood, Keith Richards y Bono del futbol, todos juntos. Porque yo era la pasión del futbol”.

Apenas hace unos días, Maradona cumplió 60 años. Debió conmoverse ante manifestaciones mundiales de amistad, solidaridad y reconocimiento. Porque Maradona hizo en la cancha lo que millones de futbolistas quisieran haber hecho o quisieran hacer algún día. Amateur o profesional, bueno o malo, técnico o patadura, pero en ese universo privado de la imaginación todos han querido ser, por un minuto o por 90 minutos, Maradona.

Su padre depositó absoluta devoción en él. Después de su jornada laboral, agotado, agobiado, se trepaba al autobús en Villa Fiorito a trayectos de dos horas para que Diego mostrara su futbol, y porque el sándwich y el refresco eran el premio final de cada jornada. Un acto supremo de amor.

En las canchas del América, en un entrenamiento, en pleno Mundial de 1986, Diego padre dijo a este reportero sobre ese momento en el que sabía que su hijo iba a triunfar: “Sentí que estaba a salvo”. Hablaba de la familia, hablaba del mismo Diego, y hablaba de esa reivindicada responsabilidad paterna.

Sin embargo, Maradona sabía de quien era la mano que mecía la cuna familiar: Doña Tota, la madre. Fue siempre su refugio, especialmente en los momentos más frágiles de su vida. “La Tota armó la barrera cuando me peloteaban de todos lados”, y fue durante años el equilibrio en la vida del jugador, hasta que aparecieron los amigos tenebrosos con las arpías de las tentaciones engalanadas de musas.

Diego ha sido un guerrero. En todas las tribunas, en todas las arenas, en todos los anfiteatros. Fue el primero en pronunciarse contra la esclavitud de los juegos al mediodía, cuando en el Mundial de México debieron padecer inclemencias por temperaturas, latitud y contaminación. “Es inhumano jugar así”.

Fue la primera embestida contra la casa de cristal de la FIFA. Su enemistad con Joao Havelange y Joseph Blatter se fue haciendo más profunda. Erosiones de odio. Los facinerosos de FIFA querían verlo de rodillas, en una genuflexión de sometimiento. Diego nunca besaría la mano del pontificado perverso del futbol. La cacería despiadada se cernió sobre él durante el Mundial de Estados Unidos 1994.

Ante Nigeria, el 25 de junio de 1994, fue su último partido con la albiceleste. Dio positivo de efedrina, norefedrina, pseudoefedrina, norpseudoefedrina y metaefedrina. Es un ícono esa imagen de la doctora Sue Carpenter, “La viuda blanca”, como le llaman en Argentina, e irónicamente casada con un argentino, acompañando a Diego hacia el laboratorio antidopaje.

La FIFA sabía dónde hurgar, sabía dónde olisquear. Supuestamente la mezcla de efedrinas borraba rastros de cocaína en la orina. Pero, había pruebas suficientes de dopaje. Ya antes, el 17 de marzo de 1991, El Pelusa había registrado su primer positivo, luego de un Nápoli contra Bari. Quince meses de suspensión. Nunca volvería a ser igual: “Me cortaron las piernas”, diría.

Intentó volver a la cancha. Era imposible. Eligió ser entrenador. El tiempo le demostró que no era lo suyo. Fracasó con la selección argentina y no pudo explotar la capacidad despiadada de su presunto heredero, Lionel Messi.

En México tuvo un torneo exitoso con Dorados de Sinaloa, aunque al final culpó al arbitraje de aniquilar al equipo. Disfrutó la experiencia, como un oasis en el frenesí de su vida: “Quiero ver el sol y acostarme de noche. Antes no quería ni acostarme ni sabía lo que era una almohada”, declaró a medios en Culiacán.

Estos últimos días, la salud de Diego Armando Maradona había decaído, alarmando a su entorno y a su cuerpo médico. Leopoldo Luque aclararía que no era una recaída en su adicción, incluso afirmó que “Diego puede irse (del hospital) cuando quiera”, pero horas después encontró ese hematoma subdural.

Tras declarar exitosa la operación, y advertir sobre un rango prudente y necesario de observación y espera, lo cierto es que a la expectativa de que todo mejore, “La Mano de Dios” continúa en las manos de Dios… o en manos de “El Barbas”, como el mismo Diego Armando Maradona lo lla

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Todas las diabluras del 'Chucky' Lozano ante el Atalanta

LOS ÁNGELES -- La adversidad se ensaña con todos, sólo fortalece a los resilientes. Cuando Hirving Lozano llegó a Nápoles, empezó a tejerse una emboscada accidental e incidentalmente. Este sábado “El Chucky” le arrojó dos granadas letales a los vestigios de ese entrampado.

Su traspaso al Nápoli (42 millones de euros) lo configuró —y lo desfiguró—, ante la fértil ansiedad de los fanáticos, como el mesías de la franquicia. En la precipitación de los alardes, se le comparó con el advenimiento de Diego Armando Maradona. Hasta el mismo semidiós argentino le dio la bendición al atacante mexicano.

Con semejantes escenarios alocados, impulsivos, sin saberlo, las primeras triquiñuelas de esa emboscada, empezaban a engranarse, insisto, accidental e incidentalmente. La voracidad de los excesos y las exageraciones: Barcelona tenía a Messi, la Juventus a Cristiano, y el Nápoli a su versión horrífica, “El Chucky”.

Solicitado por Carlo Ancelotti, llegaba entonces blindado por el ala protectora del entrenador. No había misterios. En el Nápoli serían “El Chucky” y diez más, la reina blanca del ajedrez.

Conflictos internos, malos resultados, sublevación de jugadores, confrontación con la directiva, y Aurelio de Laurentis, con la firma de Damocles, ejecutó el despido del menos culpable, el mismísimo Ancelotti.

Fallida la gestión caballeresca y gentil de Ancelotti, eligen a un palurdo de fuete y flagelo, e irónicamente uno de sus alumnos más queridos: Genaro Gatusso, quien aprendió a jugar al ajedrez cuando coincidió en el Milan con Ancelotti. Cría cuervos…

Para entonces, “Chucky” Lozano había cargado sus fantasías, su comodidad, su feudo, su jacuzzi y su hamaca, desde las canchas de Holanda hasta las canchas de Italia. Renegado, se oponía a pelear pelotas en su media cancha. Lo suyo era ser amamantado por balones y el sudor era la cuota de otros.

No pudo engatusar a Gatusso. El nuevo técnico del Nápoli lo tumbó de la hamaca, lo sacó de su comodidad, de ese confort en el que se había instalado el niño mimado de Nápoli, ungido incluso por la mano generosa de Maradona.

“Chucky” Lozano salió de la alineación. El futbolista, en general, está convencido de que el equivocado siempre es el entrenador. Rechaza el privilegio de la introspección y el martirio de la autocrítica. Pero Gatusso había sido contratado para sacar del confort hedonista a los holgazanes.

Después de perder la titularidad y convertirse en una rémora tóxica en la banca, Lozano seguía rebelándose en los entrenamientos. El 15 de junio de este año, Gatusso lo expulsa de la práctica.

“¿Lozano? Quien está cansado, no tiene ganas, no tiene la mente despejada, puede quedarse en el vestuario. No pasa nada si pierdes un día. Los jugadores saben que quien va al campo, cuando silbo, debe ir a mil. No dejo que nadie arruine un entrenamiento”, crucificó Gatusso al atacante mexicano.

Las alarmas se encendieron en la tienda de los horrores del “Chucky”. Su promotor empezó a enviar videos por toda Europa. Filtró rumores, sobre cómo decenas de equipos, no de Europa, no del mundo, sino del universo, estaban interesados en él, para, obviamente, desacreditar a Gatusso.

Pero Lozano encontró refugio en el santuario familiar. No claudicó. Había soñado con Italia. Se dio cuenta que el ogro no era Gatusso, sino que los gigantescos molinos que amenazaban sus quijotescos sueños, estaban enquistados en su cabeza. Y decidió cambiar.

Lo hizo paulatinamente. Gatusso, tal vez por ese destello generoso que sembró en él Ancelotti cuando era su jugador, ese gesto clemente de nunca perder la fe en el futbolista, pasó de padrastro a padre. El entrenador entendía que ya podía agregarlo a la legión.

Relevante que Lozano, lejos de acomodarse en el diván de la autocompasión, y acurrucarse en el sentimiento de mártir e incomprendido, ante la inmolación pública perpetrada por Gatusso, decidió reinventarse.

La nueva temporada de Italia encontró un “Chucky” Lozano distinto y un Nápoli distinto. El 27 de septiembre, Gatusso festejó hasta con una broma como buscapiés, la exhibición del mexicano ante el Génova.

"A Lozano no le regalo nada. Ahora es un jugador distinto, tiene fuerza en las piernas, ya no se cae al suelo después de un disparo, como hacen los niños y como pasaba antes”, explicó.

Este sábado, “Chucky” marcó dos goles al Atalanta. Uno como depredador del área y el otro con un desplante de talento. El primero pegándole con lo que fuera necesario, y el segundo con la delicadeza de los privilegiados.

Lozano llega a cuatro goles en tres partidos en el torneo, la misma cantidad que marcó la temporada anterior. Gatusso ya lo incluye en sus elogios, y no en sus reproches y lamentos. “Estoy feliz por el doblete de Chucky, pero el gol de Osimhen me hace feliz porque no había marcado hasta ahora y se lo merecía por el trabajo duro que hizo para el equipo”.

Y si las noticias son generosas para el club italiano, Gerardo Martino sabe que al menos tiene una pieza sólida, en un rompecabezas vacío aún, como es la selección mexicana. No sólo por el futbol del “Chucky” Lozano, sino por la forma de ponerse de pie, ante la tremenda caída sufrida desde el pedestal de su soberbia.

El psicólogo argentino José Ingenieros, asegura que “a los hombres perseverantes les pasa lo que a los barriletes (cometas, papalotes), se elevan cuando es mayor el viento que se opone a su ascenso”.

No será, definitivamente, un “barrilete cósmico” como inmortalizó Víctor Hugo Morales a Maradona, a aquel que supuestamente llegaba Lozano a suceder en el Nápoli, pero sin duda, ahora, será el mejor dron de que disponga Genaro Gatusso.

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Rafa Ramos, Fútbol, Napoli

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Hirving Lozano llega al Nápoles de Italia. Tiene todas las condiciones necesarias para marcar diferencia con respecto a la historia contemporánea de los jugadores mexicanos en el más alto nivel del juego. Él debe y puede hacer lo que insinuaron Carlos Vela y Giovanni Dos Santos. Ser el jugador protagónico que le de fama y lustre a un futbol que en el mapa internacional sigue viviendo de las hazañas de Hugo Sánchez, de la incuestionable calidad de Rafael Márquez y del poder mental del 'Chicharito' Hernández. El 'Chucky' tiene con que lograrlo…

 

SAN DIEGO, California.- Muy simple y también muy complejo: Llegar al nivel en el que se insinuaron y jamás se quedaron Carlos Vela y Giovani Dos Santos. Hirving 'Chucky' Lozano ha llegado a Italia. Su crecimiento y fortalecimiento como futbolista continúa.

Llegar a donde ninguno o muy pocos futbolistas mexicanos se atrevieron. Soñar con un 'nuevo' Hugo Sánchez, otro Rafael Márquez o quizá alguien que muestre la fortaleza mental del 'Chicharito' Hernández. El 'Chucky' sabe a donde llega y también hacia donde se dirige.

Hasta ahora, el futbol mexicano solo había exportado defensores a Italia -Layún, Márquez, Salcedo, Moreno- algo hasta cierto punto inaudito en un futbol caracterizado por contar con algunos de los mejores zagueros de la historia. Lozano es el primer futbolista de elaboración y profundidad del juego y tendrá que demostrar su valía en medio de un juego áspero, brusco, de marcaciones vigorosas, competitivo y donde tendrá ocasión de enfrentar a futbolistas de renombre y calidad internacional como Ronaldo, Dybala, Inmobile, Icardi, Mertens, Higuaín, Insigne, Pjanic, Dzeko, Perisic, Chiellini, entre otros.

El futbol mexicano siempre ha soñado con un futbolista que marque diferencia en la cancha. No lo ha tenido. Lozano tuvo un impacto directo en Holanda, donde marcó 40 goles en 79 partidos. Es llevado al Nápoles por un entrenador de experiencia como Carlo Ancelotti que le va a dar la opción de competir en un aparato ofensivo que cuenta con jugadores de gran habilidad: el italiano Insigne, el belga Mertens y el español Callejón. Causar un impacto inmediato en el futbol italiano será una de las necesidades inmediatas del futbolista mexicano en el Nápoles. El club confía totalmente en él. Hay que ver lo que han pagado y en lo que le han asegurado (la cláusula de rescisión está por encima de los 130 millones de dólares).

El 'Chucky' llega a Italia, al equipo de Maradona, a un club con aspiraciones de hacerle cierta sombra a la Juventus y de protagonizar alguna sorpresa en rondas adultas de la Champions League. Llega a un futbol de 'Clase A', donde será probado, exigido, perseguido, marcado, donde debe aparecer sus mejores cualidades para tratar de llegar a ser el futbolista que tanto ha esperado el futbol mexicano. ¿Lo podrá ser? Solo el tiempo despejará esa duda…

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Ha cumplido 33 años, aunque la mayor parte del tiempo en la cancha ello no se nota con mucha claridad. Se ha cansado de levantar trofeos y de mostrarnos que él marca la diferencia cuando se trata de jugar al futbol en estos tiempos y quizá en todos los tiempos. Piensa y actúa más rápido que sus semejantes cuando un balón rueda y ello marca una distancia sensible. Messi ha ganado mucho, pero sobre todo la admiración de quienes compran un boleto para la grada o encienden la televisión para ver como él transforma el futbol en una dimensión diferente del juego. El futbol festeja el día del nacimiento de una de sus grandes deidades, el de Lio, el de Messi, el del inmortal…

SAN DIEGO, California -- Con la inmortalidad prácticamente asegurada, Lionel Messi ha dejado de cumplir años. Su legado parece definido: le ha dado otra dimensión a este juego llamado futbol, con una simple premisa: nadie piensa ni actúa más rápido que él en el campo de juego.

Treinta y cuatro títulos con un club como el Barcelona que, muchos aseguraban, tenía un antes y un después de aquel maravilloso pensador y orquestador holandés llamado Johan Cruyff. Otros, afirmaban que se trataba de Pep Guardiola, o quizá de “La Masía”, la famosa fabrica de sueños futbolísticos del club catalán. La realidad, la única realidad, es que Messi fue capaz de ser aún más famoso y más reconocido que el propio Barcelona y que el propio deporte que practica, el futbol.

Una estadística alumbra el camino: cuando Messi debutó en el Barcelona, el Real Madrid tenía 29 títulos de España por 16 del Barça, es decir, una distancia de 13. Hoy, el Real Madrid posee 33 distinciones ligueras por 26 del Barcelona. La diferencia es, “apenas”, de seis trofeos.

Las pruebas están ahí, en la cancha de juego que le han visto, con el balón en los pies, hacer cosas prodigiosas y llevar su nombre hasta la sensación de que viejos y jóvenes están atestiguando el proceder del mejor futbolista que ha existido en la historia. Hemos mezclado y comparado su imagen con la de los “dioses” más sagrados del juego: Pelé, Maradona, Cruyff, Zidane, Diestefano y Beckenbauer. ¿Qué no ha podido hacer Messi que hicieron ellos? Y no se trata de números, de títulos, que los tiene y de una cantidad y un prestigio invaluable, se trata de darle otra fisonomía, otra profundidad, otra velocidad al futbol mismo. Messi ha jugado por encima de la media en tiempos donde los físicos y la rapidez de la pelota han adquirido una dimensión diferente. Nadie esta diciendo que esas otras deidades del juego no hubiesen podido adaptarse a los días actuales, pero Messi lo hizo, es una realidad, tajante y pujante capaz de ser mejor cada vez que salta al campo de juego. Se ha inventado y reinventado un “n” número de ocasiones a lo largo de la ultima década.

Sus detractores que, mayormente, supuran por la herida de una pasión distinta en cuanto al club que representa, objetan su camino “infructuoso” por las Copas del Mundo, ahí donde justamente brillaron Pelé o Maradona. Y es verdad, Messi no ha podido y quizá no podrá alcanzar nunca la categoría de un campeón mundial, pero nadie puede objetar que no lo haya intentado. Ha jugado cuatro mundiales con la selección de Argentina. Ha convertido 70 tantos en 138 juegos además de 42 asistencias. Tiene un sub campeonato mundial, un Mundial sub-20, una medalla de oro en Juegos Olímpicos. Nada despreciable.

Otro tema que distingue a Messi con respecto a la mayor parte de las estrellas del deporte de nuestros tiempos es la calma que reina a su alrededor. Esta lejos de escándalos, de declaraciones impertinentes, de apariciones que lastimen su imagen, de drogas o sustancias prohibidas. Es un hombre tranquilo, apegado a su familia y dispuesto a mantener la ultima gota de sudor del romanticismo en el futbol y en todo el deporte: jugar solo para una camiseta.

Es verdad: Messi no se esta haciendo más joven, aunque, la mayor parte del tiempo en la cancha, ello no se note. Y es así porque a sus 33 años y con todo lo que ha cosechado y con lo que ha mostrado sobre el césped, le ha bastado para alcanzar algo que solo un puñado de deportistas logran en la historia de la humanidad: la gloriosa inmortalidad.

@Faitelson_ESPN

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La historia de Raúl Jiménez es verdaderamente admirable. Luego de su complicado proceso de adaptación al futbol europeo, ha logrado instalar su nombre entre los mejores delanteros en el mundo del futbol. Sus actuaciones han servido, también, para colocar al modesto club Wolverhampton en una situación privilegiada en la siempre competitiva y cotizada Liga Premier de Inglaterra. El ex jugador del América parece estar en el mejor momento de su carrera. Algunos, sin embargo, pensamos que puede dar más y que debe, con esas condiciones, atreverse y subir los escalones hacia los clubes de mayor categoría. Si lo hace, excelente. Será un reto maravilloso, pero si no, será su decisión y su responsabilidad. Lo que es evidente hoy es que su imagen y su juego se comparan con el de Salah, Agüero, Mbappé, Suárez, Benzema, Lewandowski, algunos de las máximas estrellas en su posición del futbol actual...

SAN DIEGO, California -- La gente quiere que, al menos del deporte, del futbol en este caso, les contemos historias buenas en estos tiempos. Una de ellas, sin duda, se llama Raúl Jiménez.

El delantero mexicano ha protagonizado una de las temporadas más impactantes de los últimos tiempos en el competitivo y mediático futbol inglés. Sus 24 goles le han situado como el jugador con más anotaciones de todos los que actúan en la Liga Premier. Aunado a ello, ha colocado, con sus actuaciones y las de sus compañeros, a un muy modesto club como el Wolverhampton en posiciones preferenciales del certamen.

La cotización del futbolista mexicano se ha elevado como la espuma: cuando fue adquirido por el club inglés procedente del Benfica de Portugal, se pagaron cerca de 40 millones de euros por la operación. Hoy, de acuerdo con la proyección del mercado, Jiménez costaría 100 millones de euros. Increíble: ¡Un delantero mexicano valuado en 100 millones de euros! Lo repito para realmente entender la transcendencia y el nivel que ha alcanzado el ex jugador del América.

Jiménez ha colocado su nombre junto al de grandes estrellas del futbol internacional que son cotizados en ese nivel precios: desde el joven maravilla Mbappé y sus descomunales 180 millones de euros y pasando por Raheem Sterling, de Manchester City, Neymar, del PSG y Mane y Salah del Liverpool. Hay que entender y apreciar el sitio hasta donde ha podido, sí, puede que intempestivamente, colocarse Jiménez. Aunque, está claro, que nada ha sido sencillo para él en el acoplamiento al futbol europeo. Llegó al gran nivel del entonces campeón de España, el Atlético de Madrid y se fue con más pena que gloria; luego, no tuvo el protagonismo esperado en el Benfica portugués, pero ha encontrado las mieles del triunfo justo desde un club que en el presente siglo ha pasado más tiempo en divisiones inferiores del futbol inglés que la categoría estelar. No ha sido fácil para él.

La pregunta es y sigue siendo si a sus 29 años Raúl Jiménez tiene el derecho de permanecer en esta zona éxito y también de confort que significa el Wolverhampton o si escoge el reto de jugar en el siguiente nivel, que, no está lejos de donde se encuentra actualmente. Ahí mismo, en la Liga Premier, hay equipos como el Manchester United, el Arsenal, el Chelsea, el Liverpool o el Tottenham que significarían avanzar a la clase más privilegiada de este deporte llamado futbol. Él tiene todas las condiciones para hacerlo, pero también tendría todo el derecho de quedarse en un equipo donde se siente identificado, arropado y donde ha conseguido resultados maravillosos. Leí una declaración suya apenas cuando termino el juego de media semana ante el Bournemouth: “Es increíble el poder que tenemos como equipo. Podemos lograr cualquier cosa si nos lo proponemos”, les dijo a los periodistas ingleses.

Jiménez está en el mejor momento de su carrera. El problema o la cuestión es que algunos creemos que puede escalar todavía más. Si lo hace, bien. Si se queda ahí, será su decisión y su responsabilidad. Lo que es llamativo es que un delantero mexicano se cotice en los 100 millones de euros. Puede que Hugo Sánchez hubiese costado eso y mucho más, pero eran otros tiempos. Hoy, le guste a quien tenga que gustarle, el nombre de Jiménez se confunde con el de los mejores delanteros del mundo. Y nadie le ha reglado nada. Él se lo ha ganado todo, con esfuerzo, con dedicación, con entrega y con profesionalismo. Una buena historia en tiempos donde suspiramos por ellas…

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El 'Chucky' ha aprovechado unos cuantos minutos en Verona para demostrarle a los aficionados, a sus compañeros, a su entrenador y, sobretodo, a él mismo que está dispuesto a seguir peleando por el sueño de ser un futbolista exitoso en el duro y competitivo escenario del futbol italiano. Lozano ha hecho un gol en un tiro de esquina, alejado de su estilo, con una posible falta de por medio, pero ha dejado en claro que tiene la actitud y la mentalidad para revertir el complejo momento por el que atravesaba. Al mismo tiempo, le ha manifestado a Gattuso que puede servirle más en el campo que lejos de él…

SAN DIEGO, California -- Al final, lo que menos importa es que cómo logró el gol o incluso si hubo una falta de por medio. Al final, lo importante es que Hirving Lozano recupera algo que -según Gattuso- había perdido: la actitud, el deseo, la mentalidad. Está de vuelta, peleando y compitiendo por su sueño.

Los últimos días no han sido fáciles para el ex futbolista del Pachuca y del PSV Eindhoven. Desde la banca, apartado de cualquier protagonismo, vio como el Nápoles conseguía, lo que ha sido hasta ahora, su mayor trofeo de la temporada -la Copa de Italia- y unos días antes de ese acontecimiento, había sido expulsado del entrenamiento por algo mucho más grave que una carencia de nivel o de juego: una aparente apatía, una conducta que parecía no solo alentar sus días finales en el club, sino también establecer que había perdido la cabeza y la humildad para seguir compitiendo.

Lo de hoy se puede interpretar de muchas formas, pero la principal es que Lozano ha decidido pelear por el sitio que le prometieron en el Nápoles y en el futbol italiano, luchar por el sueño de jugar y triunfar en un futbol de mayores dimensiones al holandés. Cinco, siete minutos, le alcanzaron para encontrar un balón en el sitio menos pensado para él -segundo poste de un tiro de esquina- y gritarlo con rabia por todo el silencioso estadio del Verona. Minutos más tarde, halló un pase a profundidad que le dejó en un mano a mano ante el portero -su jugada favorita- y la terminó echando el balón por un costado.

El Nápoles pagó una cifra récord por Lozano y a diferencia de lo que muchos creen -y supongo que el 'Chucky' también creía- yo no veo a Gattuso como un enemigo del futbolista mexicano. Es un entrenador con ideas diferentes y si Lozano lo aprovecha puede terminar aprendiendo mucho sobre lo que requiere para poder triunfar en una de las mejores ligas del mundo.

Por lo pronto, el 'Chucky' ha dejado hoy un mensaje contundente y directo: “Quiero seguir luchando por el sueño. No me he rendido”. Estoy seguro de que Gattuso lo interpretará así y entenderá que Lozano puede ayudarle siempre más en el campo que en la banca.

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Nuestra sentencia es casi definitiva. Nos invade, enseguida, un comportamiento de índole maternalista: defender al futbolista mexicano en contra de todas las “injusticias” e “inmundicias” que le rodean, pero nadie se ha puesto a pensar que, durante el último año, el futbolista enfrentó un cambio de nivel de juego, entre Holanda e Italia, y que ello pudo haberle afectado en muchos sentidos. No, nuestra capacidad de raciocinio se nubla completamente y entonces buscamos y encontramos a un “victimario”, Gennaro Gattuso, y a una “víctima”, Hirving Lozano, y el caso está casi cerrado...

SAN DIEGO, California.- El nuestro, es casi un comportamiento maternal. Cuando sentimos o presentimos que un futbolista mexicano no está triunfando como debería ser, buscamos cualquier pretexto y también a un personaje propicio para cargar con él. Los “actores”, esta vez, son Hirving Lozano, en el papel de “víctima” y Gennaro Gattuso, en el papel de “victimario”.

Mucho antes de que comenzar “el juicio”, ya sabíamos la sentencia.

Hirving Lozano, uno de los jugadores con mayores habilidades que ha producido el futbol mexicano en la ultima época, ha visto como su trayectoria europea se ha atorado. Justo en el momento menos propicio, cuando había escalado de un nivel a otro, de Holanda a Italia, y cuando el club que lo adquirió, el Nápoles, había pagado la cifra más alta que jamás ha desembolsado por un jugador de futbol. A la historia, habría que agregar el inobjetable hecho de que el entrenador que levantó la mano y pidió la operación del futbolista mexicano ya no esta más. Carlo Ancelotti dejó su sitio a Gennaro Gattuso y este, bien o mal, ha tratado de mantener a flote el ambicioso proyecto inicial del club napolitano. Hoy, el equipo del sur de Italia es finalista de la Copa, que deberá jugar ante la Juventus, esta en octavos de final de la Champions League, empató a uno, en casa ante el Barcelona y debe jugar la vuelta en una fecha por determinar en el Nou Camp, y se mantiene en una posición en la “Serie A” donde en la recta final podrá “atacar” posiciones para meterse a los próximos torneos europeos.

Pero lo que verdaderamente nos debe importar es si el cambio de una liga a otra y por ende de un nivel futbolístico a otro, también han colaborado para que Lozano no haya tenido más minutos sobre el césped. Lo más sencillo supone cargar con el entrenador y, sin embargo, yo todavía no conozco a una persona en el futbol que le guste perder y estoy seguro de que Gattuso, aún con su evidente inclinación defensiva por el juego, sigue creyendo, como lo hizo el Nápoles en su momento, que el llamado “Chucky” es una respuesta apropiada para ganar partidos.

Habrá que hurgar en la misteriosa mente del futbolista mexicano y entender porque Hirving Lozano no ha podido adaptarse plenamente al futbol italiano. Sé que muchos tendríamos por respuesta del hecho de que le han faltado oportunidades en el campo, pero también debe existir espacio para una autocrítica y para entender que una parte importante de la profesión significa la adaptación, a nuevas canchas, compañeros, rivales, entrenadores e incluso situaciones extra-futbol. Yo no sé qué tan listo esta, en términos generales, el futbolista mexicano para afrontar esos retos. Son tan escasas las experiencias y también los resultados a lo largo de la historia que es difícil llegar a una conjetura definitiva. El futbolista mexicano no tiene “garantías” todavía. Es un producto, perdón por referirme así a un ser humano, pero es un producto que se vende y cotiza muy poco en los mejores niveles del mundo. Hoy, no podemos estar tan seguros de que el problema no sea Hirving Lozano y un año de adaptación infructuoso a un escalafón que es superior al que dominaba con lujo en Holanda.

Y sin embargo, nuestra cultura maternalista nos conduce a defender al jugador y a señalar al entrenador. La víctima es Hirving Lozano. El victimario es Gennaro Gattuso. Caso cerrado.

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Gran pared entre Miralem Pjanic y el mediocampista alemán Sami Khedira para marcar el primer tanto del encuentro entre el Napoli y la Juventus en la Serie A de Italia.

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