El Clásico no ha muerto, sólo dejó de pertenecerle al vulgo
La Tribuna de LaLiga con Fernando Palomo
LOS ÁNGELES -- La Guerra Fría entre Real Madrid y Barcelona siempre se jugó a altas temperaturas, con las tribunas de los estadios, y de los universos mediáticos y cibernéticos, convertidos en hornos crematorios.
Ha sido, es, será, El Clásico, como una versión futbolera de la mítica Titanomaquia griega, en esa guerra eterna entre los dioses y los colosos, entre los dioses y los titanes. Hesíodo los habría investido a unos de blanco, y a otros, blaugranas.
Un Clásico que nació, creció, se desarrolló y que no morirá, con o sin Lionel Messi, o con o sin Cristiano Ronaldo. Fueron dos de sus mejores exponentes, dos de sus más venerables y venerados paladines, pero hasta ellos se convierten en cenizas reciclables.
Porque sí, porque el Cristianismo sobrevivió a Jesús, el budismo sobrevivió a Buda, y Los Beatles a John Lennon. Porque ese Nirvana bélico del futbol, esa catarsis, existió antes y existirá después de ellos, de Lionel Messi y de Cristiano Ronaldo.
Tal vez esta rivalidad ahora se fortalezca. Tal vez regrese a ser exclusiva del elitismo que degusta el poderío de estos clubes, pero, sobre todo, de su generosa historia, y que entiende el medular encono entre dos instituciones que, nuevamente, entre las cenizas, encuentran los poderosos cimientos de su resurrección.
Porque, idos Messi y Cristiano, este Clásico dejó de pertenecerle al vulgo, al fanatizado, al villamelón, al oportunista, al cínico impostor de la moda y sus conjuntos, y, por supuesto, al trashumante de pasiones ajenas ante la orfandad de las propias.
Dejó El Clásico de pertenecerle entonces al advenedizo de las favelas de Río, o al de la prefectura de Xigaze en el Tíbet, o al campesino de Tangamandapio, o al labriego urbano de Soyapango, o hasta al camellito de Nuevo Alberdi en Rosario, Argentina.
Sí, tal vez dejó de pertenecerle al que descubrió encandilado a Messi antes que al Barcelona y a Xavi, Andrés Iniesta y Puyol. Y dejó también de pertenecerle al que descubrió antes a Cristiano que al Real Madrid, a Iker Casillas, a Sergio Ramos, y los mitos y leyendas de la Casa Blanca.
Sí, sin duda, El Clásico entre Barcelona y Real Madrid dejó de pertenecerle al vulgo, al peregrino del populismo, voluble, volátil, comodino, pero, sin duda, sigue y seguirá perteneciendo al que se exalta cuando le mencionan a Gento y a DiStéfano, a Raúl y a Hugo Sánchez.
Y El Clásico le seguirá perteneciendo hasta el delirio, al que le citen a Cruyff, a Guardiola, a Bakero, y a Kubala. Porque fueron ellos, ellos y tantos más, quienes glorificaron las camisetas, lo suficiente para que Messi y Cristiano fueran parte de su museo, de su historia. Y no al revés.
Porque fueron las camisetas las que vistieron primero de gala a Messi y a Cristiano, para que ellos después engalanaran las fascinantes épicas de esta Titanomaquia en cada infinitesimal rincón del universo del futbol.
Eso enaltece a ambos jugadores: el privilegio de ser sacramentados para algunas de las batallas más memorables y célebres en la historia del futbol. Dividieron al mundo para sentarlo unido ante la narrativa de un televisor. A la Torre de Babel le dieron el esperanto del futbol.
Fueron dos predestinados para reñirse, ceñidos e investidos con dos de las camisetas más poderosas del futbol mundial. Por eso, la rivalidad entre Messi y Cristiano nunca rebasó, aunque sí redimensionó, la rivalidad entre Barcelona y Real Madrid.
Hoy la tarea será de otros en la cancha, pero de los de siempre en la tribuna. La pasión en El Clásico tiene en esos dos sitios pebeteros inextinguibles. El odio deportivo, una vez propagado, si acaso se debilita, nunca fenece, nunca se apaga ni se carboniza.
Imposible pensar que Gerard Piqué, Marc-André ter Stegen, Sergio Busquets y Jordi Alba no exalten la importancia de un triunfo en este Clásico a Ansu Fati, Gavi, Oscar Mingueza, a los De Jong, o a un Pedri, en desprecio mutuo por el Real Madrid, aunque ausente en esta edición. Y hasta un Riqui Puig, segregado de momento por su entrenador.
Y por La Casa Blanca, el encono extremo a todo lo blaugrana, se mastica pero no se traga, en hombres con heridas y galardones en estos juegos, como Karim Benzema, Kroos, Casemiro, Luka Modric, Vinicius y Thibaut Courtois.
Es sin duda, en el marco, bajo el entorno de estos implacables y despiadados enfrentamientos, en los que se sabe de qué está hecho el futbolista. Es la plataforma crucial en la que se identifica si el jugador merece la camiseta, y un pendón bordado de autoridad, de respeto, de confianza y de responsabilidad.
Estos estremecedores zafarranchos evidencian a aquellos jugadores que son candil de la Liga y oscuridad de la gloria. La historia está llena de hombres que marcaron la gran diferencia. Pero también está atiborrada de nombres que fracasaron.
No, El Clásico no está muerto. Se extrañarán personas y personajes; habrá nostalgia perturbada por un par de ausencias, pero mantiene ese poderoso desafío, esa poderosa provocación entre dos casas en constante beligerancia. Los Capuleto y los Montesco del futbol no tienen guiños furtivos en sus balcones, en los que sólo se velan armas.
El Clásico dejó de pertenecerle al vulgo. Dejó de ser el ocioso parloteo de los advenedizos, de los barcelonistas y madridistas de ocasión, de eventualidad. Los profanos que sólo veneraban a Messi y a Cristiano, se han mudado de intereses. Los aranceles de una pasión fingida han caducado.
El Clásico quedó en manos de sus genuinos propietarios. De esos que no traicionan por el incierto presente, sino que veneran a Barcelona y a Real Madrid, por la magnitud señorial de todos sus antecedentes.
El Clásico no ha muerto. Las tumbas, esas, las ocupan los legionarios del oportunismo con esas camisetas caducas de lealtad y marchitas de resignación. Pero, algún día, seguramente, serán desempolvadas, por eso, precisamente por eso, porque El Clásico no ha muerto.
A México, la pesadilla se le convierte en ensueño: Honduras
La fatalidad despliega su bipolaridad: se ensaña con Honduras y termina bendiciendo a México. Al menos cuatro bajas clave entre los catrachos para enfrentar al Tri en los Cuartos de Final de la Copa Oro.
Honduras llega desmantelado a esa cita. El técnico Fabián Coito con COVID-19 y la selección con la columna vertebral fracturada: Maynor Figueroa, Diego Rodríguez y Romell Quioto, en riesgo de perderse la batalla, pero llega lastimado, no desahuciado.
Entre las penurias de México, tras sufrir en el segundo tiempo ante El Salvador y la lesión de Hirving Lozano suaviza sus atribulaciones al ver abarrotado el hospital de sus próximos rivales. El juego que parecería normalmente una pesadilla, con tantas bajas catrachas se convierte en ensueño.
Los centroamericanos pagaron caro su pecado de desdén. Menospreciaron al invitado y Catar plasmó su venganza en el marcador: 2-0. Ahora, los fastuosos organizadores del Mundial 2022 se miden a El Salvador.
Un balazo de Homam Amhed para el 1-0 a los 25 minutos estremeció a los hondureños y la desgracia siempre llega con comitiva maligna. Quioto acusa dolor en el muslo y entra al relevo Jerry Bengston. Sufren los catrachos para recoger los pedazos de sus pecados de soberbia.
Catar tendría el 2-0, pero Akram Afif pone su propia dosis de petulancia y en alarde absoluto de sangre felina, Buba Fernández ataja el disparo y, además el, contrarremate.
En un baño de fe, Honduras se rebela, pero las arpías siguen agazapadas: Figueroa sucumbe, pide su cambio y está casi descartado. Marcelo Pereira entra y no desentona. Harían los catrachos, en el segundo tiempo, méritos suficientes para conseguir el empate que les habría reinstalado el liderato del Grupo D y enviado a la vieja rivalidad con los salvadoreños, pero con su buena voluntad sólo empedraron el camino al infierno.
Ciertamente, el receso del medio tiempo debió estar cargado de reprimendas y exigencias en el vestidor hondureño. El asedio fue intenso. Cercó a Catar, que se sintió cómodo, por otro lado, bajo el ejercicio de ensayar contragolpes.
Con el control absoluto del balón, bajo el riesgo de una embestida con el vértigo catarí, los centroamericanos se quedaron en la orilla de un empate y el motor, la rabia, no era un temor por enfrentar a México sino la sensación de la dignidad herida tras la displicencia con la que recibieron a los cataríes.
Con 48 horas más de descanso, México recuperará la salud absoluta de sus jugadores y tendrá, a partir de este miércoles, la posibilidad de escudriñar en la cartografía táctica de Coito y su equipo. Es evidente que Gerardo Martino enfrentará a una Honduras muy distinta de la que planeaba.
Quedan, sin embargo, los antecedentes. Catrachos y mexicanos han protagonizado épicas batallas. Sus enfrentamientos en Copa Oro y eliminatorias tienen voluminosos pasajes de sangre en ebullición.
Además, el mismo biotipo del jugador hondureño suele ser el que más se complica para el Tri y, seguramente, Coito buscará el artilugio tecnológico, por si hiciera falta, para recordárselo a sus jugadores en la arenga previa al partido.
¿Catar? Sus sensaciones siguen siendo agradables. El entrenador Félix Sánchez mejora, a cada partido, los vestigios de ese estilo catalán, horneados de acuerdo a las buenas hechuras de sus futbolistas.
Así pues, México ya conoce a su adversario en Cuartos de Final. No era el que más deseaba, pero llega en las condiciones más deseables, con cuatro ausencias sensibles. La pesadilla que representaba Honduras, hoy no le quita tanto el sueño a Gerardo Martino.
Sin embargo, y El Tata lo sabe bien, el exceso de confianza en el futbol tiene esa azufrosa pestilencia a suicidio.
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LOS ANGELES – Comprobado. Si México habla en la cancha, #ElGrito enmudece.
La mejor retórica del Tri contra el aullido homofóbico (según FIFA) es la victoria.
Un 3-0 a Guatemala, un rival digno de acuerdo a las peripecias que ha vivido desde su sanción en FIFA y la forma en que fue reclutado intempestivamente para sustituir a Curazao, infectado del COVID-19.
Rogelio Funes Mori hizo dos goles (‘29 y ‘55). Orbelín Pineda cerró la cuenta (‘79). Ahora, ante El Salvador, México buscará clasificarse como primero del grupo.
Dos circunstancias marcaron la victoria de México: el trabajo arbitral del jamaicano Daneon Parchment y el desplome físico de los chapines y un hombre en especial impidió el escándalo en el marcador: el arquero Nicholas Hagen, quien al menos abortó tres remates a gol de México.
De entrada, Parchment perdonó una amarilla a Carlos Salcedo y una roja a Edson Álvarez, ambas agresiones con alevosía absoluta. Además, perdona un penalti al Tri, por un claro empujón del mismo Salcedo en el área.
El mensaje es ya inconfundible: hay que llevar en escrupuloso cortejo a la selección mexicana hasta la Final de la Copa Oro. Recuerde que el boletaje está agotado para la Final en Las Vegas y los mayores compradores son mexicanos.
Para el segundo tiempo, Guatemala paga las consecuencias de su fondo físico. Problemas identificado por el tipo de nutrición, de preparación y de formación y hábitos menguan su rendimiento, además de esa larga condena de aislamiento que dictó la FIFA.
Más allá de celebrar que esta vez la afición mexicana se olvidó de #ElGrito, la euforia en el Tri era haber encontrado el gol, sacar la victoria y recuperar las posibilidades absolutas de ir a la siguiente fase.
Luego de un retraso en el juego de una hora debido a una tormenta eléctrica, finalmente el juego pudo iniciar en el Cotton Bowl y un golazo de Funes Mori, de control, recorte y disparo impecablemente cruzado, terminó por exorcizar cualquier indeseable alarido en la tribuna, más allá de que se advirtió antes del juego que de presentarse cualquier agresión verbal, se vendría una cascada de repercusiones en detrimento del espectáculo y de los alborotadores.
Sufriendo en el primer tiempo a pesar de la ventaja del 1-0, fue hasta el complemento cuando México se apoderó del encuentro, reflejado en el 71 por ciento de posesión que no hinchó el marcador por las cinco intervenciones de Hagen.
Conforme avance el torneo, la preocupación de Gerardo Martino será contener la excesiva rudeza de Salcedo, especialmente cuando los arbitrajes sean más puntillosos, pues este miércoles por la noche, ni siquiera acudieron al VAR, donde la sorpresa fue un árbitro de Gambia, Bakary Gassama.
Por lo pronto, el Tri, la FMF y Martino deben haber identificado la fórmula para callar el grito y esa es ganar, gustar a medias al menos y golear. Insisto: ya cuando recurre a #ElGrito, la afición no se ensaña con el portero rival sino que la emprende contra su propia selección.
El Salvador llegará ante México como líder del grupo y perdería esa condición estrictamente con una derrota ante el Tri.
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Florentino no recula, pero sí prepara el patíbulo para otros
LOS ÁNGELES -- Alguien ha traicionado a Florentino Pérez. Porque, todo tipo con ínfulas torcidas y narcisistas de sentirse un Julio César, encuentra a su respectivo y vindicativo Bruto. Ocurre, tarde o temprano.
El Confidencial de España ha sido el confidente de esta vendetta contra el Tío Flore. De acuerdo con las grabaciones, él estalla enfática, nuevamente, la voz temida y temible en Valdebebas.
“Cristiano Ronaldo es un imbécil”, ha expresado con ese matiz del omnipotente.
“Mourinho es un anormal”, ha sentenciado Florentino con ese pliegue de voz con la cuerda insensatez de un todopoderoso.
Antes había deshonrado a Iker Casillas y a Raúl González. “Las dos más grandes estafas del Real Madrid”, y en su embestida con esa rasposa y bífida lengua, se llevó por delante a Sara Carbonero, propietaria del tálamo nupcial del legendario arquero.
Las grabaciones que revela El Confidencial sólo confirman el alter ego, o el genuino personaje, que es Florentino Pérez. Las víboras cambian de piel, pero no la reptante letalidad de su veneno.
Las palabras son un arma peligrosa. Madame de Sévigné aseguraba que “hay palabras que suben como el humo, y otras que caen como la lluvia”. Cada palabra es un bumerang, puede hacer más daño de vuelta que de ida.
“Imbécil”, lapida a Cristiano. “Anormal”, acuchilla a Mourinho. “Estafas”, incinera a Iker y a Raúl. El bumerang está de vuelta, Tío Flore. El escupitajo que lanzó al cielo hace años, se estrella aún tibio en el rostro adulterado de ira de Florentino.
Porque, de eso hay que estar seguros. Hoy, el señor Pérez no teme a sus palabras. Olvídese de que sienta arrepentimiento, preocupación, inquietud o insomnio. Si no duerme, será porque orquesta su venganza.
“Que se reproduzcan ahora, tras haber transcurrido tantos años desde que tuvieron lugar esas conversaciones, entiendo que obedece a mi participación como uno de los promotores de la SuperLiga”, ha respondido el presidente madridista.
Es decir, no desmiente ni una sola de las palabras. No objeta ninguno de los cargos. No rechaza ninguna de las acusaciones. Cada puñalada trapera lleva el ADN de su perversión. El veneno de los Borgia. La cicuta babea.
Ciertamente hay que tener una colosal valentía o un desproporcionado cinismo para mantenerse granítico, impertérrito, ante la andanada universal. No habrá disculpas ni desistimientos. Para él, lo dicho, no era un juicio, era un veredicto.
El madridismo lo quema en la leña verde e inocua de las redes sociales. Él sólo se toma fotos en la Sala de Trofeos del Bernabéu, la morada de las 13 Champions y de más de 5 mil trofeos. Sólo él, después del General Franco, entregó tanta orfebrería a la Casa Blanca.
Y si no niega nada, ratifica todo. Y si no niega nada, reitera todo. Para él, entonces y hoy, los epítetos, intentando estercolar las carreras de Cristiano, Iker, Raúl y Mourinho, no han caducado. Como hiena decrépita, deglute sus propios despojos.
Y si Florentino no arredra ante las descalificaciones con sus calificativos a cuatro amados del madridismo, quien sí debe temer a la revelación de estas aseveraciones es quien las filtró a El Confidencial, medio que además debió seguir el rigor periodístico de verificar su legitimidad antes de hacerlas públicas.
Florentino sabe quién filtró las grabaciones. Porque él sabe mejor que nadie, en presencia de quién flageló, inmoló, embalsamó y enterró a Cristiano, Iker, Raúl y Mourinho. Y claro, los que falten en este ceremonial de injurias.
El poder, lo último que pierde es la memoria. Necesita tenerla fresca, para cuando llegue el momento de cobrar favores y coleccionar cadáveres.
Y Florentino mastica y masculla lentamente la venganza. Seguramente, al tiempo, con una contratación rimbombante, pantagruélica, dará un puñetazo y silenciará los coros de repudio. Mientras tanto, buscará nombres, y a cada nombre le acompaña una cabeza, y a cada cabeza un pescuezo, que será tronchado con la sevicia casi lasciva de la venganza.
Iker y Raúl trabajan hoy aún para el Real Madrid, es decir, bajo la bendición de Florentino Pérez. Casillas es embajador del club y presidente de la Fundación. González dirige al Real Castilla. ¿Qué llegará más rápidamente, su renuncia o la disculpa del Tío Flore?
Y si algún tipo audaz le grabó una conversación a Pérez, tal vez otro haya hecho lo mismo. Y otro. Y otro más. ¿Aparecerán nuevas embestidas desde la sombras? Tal vez esos “otros” esperarán a ver el destino del primero que osó escabullir esas grabaciones.
Pero, insisto, éste no es el linchamiento de Florentino Pérez. Él sobrevivirá a este su hobby íntimo de injuriar y difamar. Y sobrevivirán también los injuriados y los difamados, porque sus trayectorias silencian las abyectas palabras del dirigente.
El verdadero linchamiento vendrá cuando el presidente madridista sepa quién o quiénes, escurrieron los audios revelados. Es más, en este momento, Javier Tebas debe tener insomnio, mientras Florentino debe roncar como un oso feliz, bien alimentado, y en plena hibernación, aún en el estío.
Porque seguramente el dirigente madridista tiene a Nietzsche en su mesa de noche: “La palabra más soez y la carta más grosera son mejores, son más educadas que el silencio”.
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La Champions League ya está en los cuartos de final y ahí está también el Real Madrid, equipo que ha sido tres veces campeón de manera consecutiva en Europa
Señoras y señores… El Atlanta italiano, que suele marcar muchos goles en la Serie A, hasta el momento lleva 67 tantos; con su técnico Gian Piero Gasperini, entrenador veterano, que le gusta rolar o cambiar mucho sus porteros, que tiene dos atacantes muy buenos, los colombianos Muriel y Zapata que salió hoy en el segundo tiempo… en fin, tiene un equipo rápido, veloz y ligero, perdió en casa 1-0 y ahora fue al campo Alfredo Di Stéfano donde se encontró a un Real Madrid que juega la Copa de Europa.
El Madrid puede avanzar o no avanzar, pero tiene un juego especial en Champions League, se planta bien en el partido. Dominó al Atalanta al principio, los presionó y después Luka Modric, Kroosy Valverde, quien jugó en lugar de Casemiro por estar castigado, dominaron el duelo, y se asociaron con Mendy, Vinicius y Lucas Vázquez que hizo un partido brillante recorriendo toda la banda derecha como defensa y como punta.
Finalmente, Modric gana un balón tras un mal despeje del portero lo pasa a Benzemay abre el marcador quedando como el quinto jugador en la historia de la Champions League en llegar a los 70 goles.
Para el segundo hay un penalti sobre Vinicius, quien anteriormente tuvo una gran jugada que no terminó en gol, pero el día en que el brasileño tenga atino a portería será un crack, pero ahora logra quitarse a todos y siempre tira desviado, el Real Madrid tendrá que arreglar ese problema con el jugador.
En fin, el penalti fue bien marcado por Sergio Ramos, Muriel hace después un gol a balón parado batiendo a Courtois, pero en seguida Asensio marca el tercero para el Real Madrid y pasa a los cuartos de final de la Champions League por decimosexta ocasión en la historia, uno de los equipos que más veces ha llegado a esta ronda del torneo europeo junto al Barcelonay el Bayern Munich.
Zinedine Zidane se expresa muy bien de sus jugadores, y sabe que en LaLiga también está persiguiendo al Atlético de Madrid que tendrá que ir a jugar al Camp Nou contra el Barcelona, el Real Madrid está pendiente de lo que pase en ese partido.
Por supuesto también están pendientes del sorteo para los cuartos de final de la Champions League que se realizará el próximo viernes, donde hay equipos fuertes a los que podría enfrentar como el Manchester City, el Bayern, el PSG, el Porto etc.
Hay buenos equipos y vamos a ver qué pasa el próximo viernes, porque la Champions League ya está en los cuartos de final y ahí está también el Real Madrid, muchos equipos no lo quieren ver en esta ronda, porque es un equipo que ha sido tres veces campeón de manera consecutiva en Europa
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Un reto en Champions League ante Atalanta con tantos lesionados en el plantel, pero el Real Madrid es capaz de todo.
Señoras y señores… El mal momento ha tomado al Real Madrid por sorpresa previo a su visita al Atalanta por los octavos de final de la UEFA Champions League.
Ahora mismo, el Real Madrid es un auténtico hospital con un total de nueve lesionados, el último en caer ha sido Karim Benzema con una lesión muscular, una dolencia que lo dejó fuera del partido ante el Valladolid en LaLiga, misma que le deja sin posibilidades de enfrentar al equipo italiano.
Zidane tendrá que enfrentar este importante partido de Champions League sin Karim Benzema, Eden Hazard, Federico Valverde, Odriozola, Rodrygo, Militao, Marcelo, Sergio Ramos… El Real Madrid apenas podrá contar con cinco titulares indiscutibles de Zinedine en la eliminatoria por los octavos de final, un auténtico hospital y una verdadera pena el mal momento que traviesa el equipo merengue.
Algo debe de pasar para que equipos como el Real Madrid, Barcelona, Atlético y otros grandes que compiten en más de un torneo puedan frenar ese gran presión física y mental que está mermando y cansando a los mejores jugadores que tienen en sus planteles, futbolistas que terminan lesionados o tienen que ser operados debido a la gran carga que tienen.
Para este enfrentamiento ante el Atalanta este miércoles, el Real Madrid tendrá que sacar la casta, su abolengo, su ADN si quiere sacar un buen resultado que le permita clasificarse a la siguiente ronda ante un equipo que es goleador.
Su objetivo para marzo, será tratar de recuperar a dos o tres jugadores titulares de ese hospital que se ha formado para seguir peleando en la temporada, ya que se acerca el partido ante el Atlético de Madrid que podría acercar al conjunto de Zidane al liderato y dar así pelea por el título de La Liga Española.
Un reto en Champions League ante el Atalanta con tantos lesionados en el plantel, pero el Real Madrid es capaz de todo.
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LOS ÁNGELES -- Zinedine Zidane entró al Clásico por la puerta del caos. Ronald Koeman sale del Clásico por la puerta con destino al caos. Barcelona 1-3 Real Madrid, aunque en la trinchera azulgrana le llamen “Real VARdrid”.
Koeman apostó por el cunero: Pedri y Fati, como acólitos de un sacristán oteando el retiro de la parroquia: Lionel Messi. Un doloroso bautizo de fuego para ambos con la catedral del Clásico en llamas. La audacia, la temeridad, tuvieron, sin embargo, un precio elevado.
Un partido a la altura, no de sus antecesores ni de sus antecedentes, sino de esa irregularidad manifiesta del presente de ambos equipos. Sin embargo, emotividad hubo, y la enmarcan un par de atajadas, especialmente la de Courtois a disparo de Messi.
Tras el bochorno ante el Cádiz y el Shakhtar, hubo orden en la Casa Blanca. Pero, mientras los párvulos del Barcelona son una apuesta, Zidane apagó la hoguera en leña verde a la que querían arrojarlo, con esa virtud que es la experiencia, en las tres anotaciones.
0-1, Piqué se le obsequia a Karim Benzema, quien como billarista anónimo, filtra el balón y coloca frente al gol a Valverde, quien le pega con la codicia habitual y una clase desconocida.
1-2, y revolotea esa relación incestuosa del Madrid con el VAR, que la vuelven más morbosa la teatralidad de Sergio Ramos y el bobalicón de Lenglet jalando la camiseta. Ramos cobra el balón titubeando, pero titubeó más Neto al ir por el balón.
1-3, luego de que Luka Modric se veía más nervioso en ese ritual fascinante antes de ponerse las espinilleras que al consumar el gol. Besa en los cuatro puntos cardinales las imágenes de su familia y de Jesucristo impresos en sus escudos de fibra de carbono, antes de ajustárselos y entrar a la cancha. Y el gol lo hace con la majestuosidad del Balón de Oro 2018. Recoge la pelota, tira la pared, acude al centro, amaga, recorta, y embelesa golpeando con la parte externa de su pie derecho.
Los viejos lobos del Real Madrid, rescataron a su entrenador en llamas. Ganar un Clásico, de visitante y con un marcador, aunque mentirosón, como el 1-3, devuelve la calma a un equipo que aún tardará en tomar su mejor forma.
Con el Barcelona es la apuesta tan necesaria como urgente. Metamorfosis precipitada. Queda la duda sobre si la reprimenda pública de Koeman, dejando en el aislamiento a Griezmann, no fue exagerada. La cuota ha sido elevada: perdió uno de los dos juegos que no debe perder en La Liga.
Sin embargo, osado y esperanzador, el entregarle las bayonetas a Pedri y a Fati, y cuando llegue el momento, este 1-3, será una delicia del anecdotario. A ellos se agrega Sergiño Dest, quien ratifica su solidez y su aporte.
El acercamiento de Coutinho y Pedri deberá prosperar, y no es fácil convertirse en la liebre del galgódromo, como lo hizo Ansu Fati, irrespetuoso con los años de Ramos y compañía. Messi, empeñoso, pero ya los regates cortos, y esas embestidas que derribaban murallas, se quedan en esa milésima de segundo tardía del último toque.
Donde le duele al Barcelona es en la palabra no cumplida por Koeman. Había descartado a Piqué y a Busquets, pero reculó. En este Clásico, ambos le firmaron la renuncia. Piqué llegó tarde e indeciso, entregado, a coberturas. Pero, también fue culpa de Busquets, porque Valverde se dedicó todo el partido a recomendarle las ventajas de buscar su futuro en la sección “asilo de ancianos” en el directorio telefónico.
Y claro, Koeman debe explicaciones. Dieciocho minutos después del penalti de Sergio Ramos, y el 1-2, decidió voltear a la banca. Hace cambios masivos ¡hasta el minuto 82!, buscando soluciones en quienes sólo han representado problemas: Griezmann, Dembelé y Trincao. Estertores sobre la plancha de autopsia. Y a un Jordi Alba que reclamaba silla de ruedas, lo releva con Braithwaite. A los cuatro los subió al patíbulo.
La victoria retoca las circunstancias de la víspera.
Así, Zidane vuelve a hacer de las suyas. Embalsamado como estaba por los dramas ante Cádiz y Shakhtar, saludaba, temporalmente tal vez, desde el pent-house de La Liga.
Koeman sufre por los consumados boquetes entre Piqué y Busquets, pero bajo la urgencia de que sus ungidos, Dest, Pedri y Fati, maduren antes de que los bajen del árbol.
Lo único intocable ha sido el VAR. Vive entre las sospechas en La Liga. Aunque, el jalón sobre Ramos tiene como prueba testimonial un metro y media de tela de magnífica calidad estirándose. Y en el impacto sobre Messi en el área, Casemiro miró y pespunteó perfectamente al balón antes que al jugador.
Ley de vida: todo cambia, para que todo permanezca igual.
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A Rakitic le seguirá Arturo Vidal, el chileno que nunca encajó de manera correcta en el plan del Barcelona y que de momento solo hay especulaciones de su futuro. Luis Suárez también anda en busca de equipo y su gran estrella, Lionel Messi, ya avisó que busca su salida del club con un burofax, una acción que me parece desleal y un poco absurda dadas las circunstancias del equipo y su historia en el club.
Los demás equipos están tranquilos buscando refuerzos para la próxima temporada, pero sobre todo, están buscando de dónde sacar dinero e inversionistas que les permita hacer los fichajes que requieren en esta campaña, pero esta situación no ocurre solo en España con LaLiga, pasa también en Inglaterra con la Premier League, en Italia con la Serie A, en todas las competiciones.
Seguramente Ronald Koeman hará más cambios dentro del Barcelona y no hay que descartar que busque a dos o más jugadores holandeses, tomando en cuenta su conocimiento dentro de la Selección de Holanda, la que entrenó anteriormente.
La historia del Barcelona con los jugadores holandeses es variante, a veces cuajan en el club, pero a veces no funcionan en la filosofía de los catalanes. En el futbol de los culés hay que remontarnos a lo conseguido por Johan Cruyff, en su etapa como jugador y posteriormente en su carrera como entrenador.
Por ahora, el único equipo que ha movido las alas de la tempestad de contratos es el Barcelona. El futbol tiene que seguir, no se acaba, y cuesta mucho ser grande y mantener un equipo que dé mejores resultados en la cancha.
El Barcelona deberá seguir buscando para ser el equipo que en un momento llegó a convertirse en LaLiga de España, de momento habrá más movimientos en la limpia de su vestidor.
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Los equipos grandes regresarán a pelear por la Champions
El último de ellos, el Manchester United, era la gran expectativa de los ingleses y terminó perdiendo ante el Sevilla en las semifinales de Europa League.
Y en la Champions League tampoco están los españoles, equipos que han estado dominando y que fueron protagonistas del torneo durante los últimos 10 años, tenían siempre semifinalistas, finalistas y campeones.
Se quedó fuera el Real Madrid porque no escogió la Champions League para ganar este año, quería LaLiga y así lo consiguió. Se quedó fuera también, y de fea forma, el Barcelona, que no se lo merece por su juego, se lo merece por los directivos que no supieron manejar el equipo, con contrataciones pésimas, con jugadores “fuertes” que ya no aportan calidad, algunos de ellos ya veteranos y que en el último partido no supieron rodear a Messi; una directiva que mantiene todavía a jugadores como Dembélé, que se lesionó 9 meses.
Para aquellos que piensan que el futbol francés está triunfando, se equivocan, están triunfando los jugadores franceses que juegan fuera de la Ligue One, es por eso que la liga francesa no está catalogada dentro de las mejores de Europa.
Los buenos jugadores franceses, a excepción de Mbappé, salen de Francia para jugar en otros lados ya sea en España, Italia o Inglaterra. Algo similar pasa con los futbolistas portugueses, dejan su torneo local y se van a esas grandes ligas a crecer.
En cuanto al Bayern Munich, es un equipo que se reestructuró rápido, pasó de ser un conjunto que no caminaba a trabajar perfectamente en la cancha, y se aprovechó que el Barcelona estaba jugando pésimo, ya se veía venir este fracaso del conjunto culé, el mismo Messi lo dijo: “Con esto no nos alcanza para llegar a la final de la Champions League”.
Seguramente el Barcelona tendrá que invertir, volver a la cantera, proteger a Messi y llevar a un técnico que tenga la idea de Johan Cruyff, todo apunta que sea Ronald Koeman, el entrenador de la Selección Holandesa que fue jugador y campeón de Europa con el equipo catalán. Sin duda tendrá que inventar otro estilo, porque a pesar de jugar bien a momentos, no se ganan los partidos y esta Champions se quedó fuera.
Así le pasó también le pasó al Manchester City de Guardiola, uno de los mejores técnicos, pero no es posible que le pidiera a su equipo que jugara en el medio campo al Olympique de Lyon, un conjunto limitado, con jugadores de padres africanos nacidos en Francia que el entrenador ha ocupado de la manera correcta.
Con dos o tres oportunidades en la cancha, el Lyon le ganó al equipo inglés, otro fracaso más para el Manchester City, que a pesar de haber gastado 700 millones de euros en refuerzos, su defensa fue un desastre.
Esta Champions se queda con el Bayern Munich como claro favorito, porque al PSG, a pesar de que Neymar se ha recuperado, le costó mucho trabajo llegar a semifinales ante el Atalanta. Pero bueno, los equipos grandes, por su historia y sus títulos, volverán y pelearán nuevamente por los trofeos. Por otro lado, algunos de los equipos que jugaron a un solo partido en esta Champions League de Portugal, desaparecerán.
Creo que viviremos un gran domino del futbol alemán, como se vio en otras épocas con futbol inglés o el futbol español. Todo esto se da de acuerdo con la capacidad de los equipos para decidir la Champions, su capacidad de ganarla.
Veremos qué pasa.
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SAN DIEGO, California -- Entre tantas jornadas memorables, triunfos, campeonatos, trofeos y gloria…¿existe algo, acaso, que el Real Madrid jamás haya hecho en su historia futbolística? No lo creo.
El dato ha circulado por cada periódico español en las últimas horas: el Real Madrid jamás se ha recuperado de una derrota en casa en el partido de ida dentro su prestigiosa e inmaculada trayectoria como club de las Copas de Europa. Siempre hay una primera vez, dirían por ahí los más recalcitrantes aficionados blancos.
Y es verdad, el juego de este viernes en Manchester promete ser todo un reto para el equipo de Zidane luego de su exacta y poderosa conquista de la Liga de España hace un par de semanas. El Madrid tendrá que remontar un marcador adverso de 1-2 en una cancha compleja y ante un rival al que le gusta ofender y que tiene los jugadores exactos para hacerlo. La recuperación futbolística en este -llamémosle- “verano milagroso” del equipo merengue hace suponer que tendrá muchos más recursos y también posibilidades de las que mostró ante los ingleses en el malogrado juego de ida. Este Madrid se ha fortalecido tras el parón por la pandemia y se ha revalorizado luego de la voltereta que le dio a la Liga y a su poderoso rival tradicional, el Barcelona. Este Madrid ofrece muchas más garantías que aquel que deambulaba por la cancha en marzo.
Pero una cosa es España y otra es Europa y si alguien sabe de ello es el Real Madrid. El juego requerirá toda la atención y la capacidad de superar no solo las virtudes del rival -De Bruyne, Sterling, Foden, Jesús, Bernardo Silva y compañía- sino también la ausencia del capitán y el alma madridista de la ultima época: Sergio Ramos se perderá el juego por su expulsión en el encuentro de ida luego de derribar al brasileño Gabriel Jesús en la agonía y desesperación del partido. El Madrid necesita goles, es verdad, pero el juego madridista de la recta final de la campaña ensenó valerosamente el papel que ocupa en el cuadro merengue del defensor central y capitán. Creo que al último que hubiese querido perder Zidane para este partido es a Ramos.
Concentrémonos, sin embargo, en los puntos a favor que el Madrid tendrá en Manchester: tiene jugadores de medio campo hacia el frente que pueden darle la tranquilidad necesaria para ordenar sus ideas y buscar el regreso y el pase a las finales de la Champions en Portugal. Desde Modric, pasando por Casemiro, Kroos y siguiendo con Hazard -que, en apariencia, estará listo- Isco, Asensio, Vinicius Junior y hasta llegar a Benzema, quien debe ser, por su momento, los hombros en donde reposen las esperanzas merengues, el Madrid promete pelear antes de “morir” en un torneo donde nadie le discute su protagonismo histórico. Colectiva e individualmente es un equipo diferente al de los tres primeros meses del año.
¿Favorito? Es difícil suponer que el Real Madrid no lo sea para un juego de vuelta de los octavos de final de la Liga de Campeones de Europa. Debe serlo, a pesar de que va ante un equipo bien dirigido por Guardiola, que tiene siempre la esperanza de dar el paso de calidad europeo para el que ha invertido muchos millones de euros e incluso más allá de que no tiene a Ramos y que el marcador indica el poco agraciado estado que tenia justo antes de la pandemia. Es el Madrid, damas y caballeros y cuando el Madrid juega, el futbol europeo se estremece y es capaz de rendirse ante cualquier hazaña y gloria… Es el Madrid. Punto.
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