LOS ÁNGELES -- Ambos podían cambiar cada historia del futbol. Ambos podían retocar la historia de cada 90 minutos. Podían incluso escribir la historia misma con su puño y letra. Vamos, la historia era suya, la tenían secuestrada bajo la generosidad de sus propios caprichos y veleidades.
Y el universo se regocijaba de que así fuera. La humanidad se apoltronaba a consumir la consumación de sus hazañas. De ambos, de Lionel Messi y de Cristiano Ronaldo.
Hoy, la historia del futbol los ha exiliado. Los arrojó al destierro. A ambos, a Cristiano Ronaldo y a Lionel Messi. La Champions, el escenario más majestuoso de futbol, a nivel de clubes, ha prescindido de ellos. Y lo hizo brutalmente. Como si fuera una represalia, una venganza macerada, destilada, añejada, impúdicamente.
Las edades, ambas, la cronológica y la futbolística, se cebaron, inevitablemente, sobre tipos que desafiaron los estándares humanos del jugador. La divinización del futbolista.
1.- A uno, Messi, la perfección lo arropaba, como si hubiera nacido en su propio Belén futbolístico, como un predestinado, como un elegido.
2.- El otro, Cristiano, a pura fe, egomanía, sacrificio y voluntad, construyó su propio Adonis, su propio Apolo futbolístico. Era su propio David de su propio Miguel Ángel, “sólo le falta hablar”.
Tras años estériles de compararlos, de medirlos, de confrontarlos, de estigmatizarlos, y de colocarlos un escalón detrás de los altares de Pelé y Maradona, resulta que sus números terminan rebasando el planeta del futbol.
Y, sin embargo, sus ceremonias de graduación absolutas nunca llegaron. Todos sus trofeos domésticos, individuales, continentales, los tsunamis de sus cifras estratosféricas, no abren las puertas de ese hemiciclo, de esa pinacoteca, donde retozan las epopeyas de Edson Arantes y Diego Armando.
1.- Para Ronaldo ha sido y será imposible levantar una Copa del Mundo. Es un Cristiano jugando con moros. Crueldad del juego mismo, habiendo sido clave en todas las etapas, la Final de la Eurocopa la ganó recluido en la banca por lesión.
2.- Messi está en condiciones similares. Aunque él es parte de la perturbación de Argentina. Vanagloriado con el Barcelona, con infinitos laureles, con la albiceleste perdió la Final ante Alemania en 2014, con un yerro monumental de Higuaín, pero el mismo Leo había errado, dentro del área y solo ante Manuel Neuer. Irónicamente, el único título, en Copa América, la escena más chusca le pertenece a él: al ’88 recibe de De Paul en el área chica, y ante Ederson, se le doblan las piernas y es despojado.
Sin embargo, hoy, Messi, rumbo a los 35 años, y Cristiano, cumplidos los 37, pueden contemplar la fastuosa hemeroteca de sus conquistas, y todavía con músculo, pulmones, neuronas y hormonas suficientes para atreverse a consumar hazañas, en el plano de la normalidad de los futbolistas.
Entiéndase que la cosecha de ambos fue tan generosa, tan espléndida porque pertenecieron a diferentes pléyades de compañeros y en los equipos más importantes del mundo. No habrían sido los históricos Atilas sin sus históricos hunos. Fueron los comandantes privilegiados de legiones de privilegiados.
El martes, Cristiano fue echado de la Champions por once rabiosos gladiadores, hechos de la misma sustancia que él, y dirigidos por un tipo capaz de convertir en águilas a los ruiseñores, como lo es El Cholo Simeone. Ronaldo no pudo contra 11 de su misma contextura anímica y hormonal, aunque inferiores en condiciones futbolísticas.
Apenas el sábado pasado, CR7 había liquidado al Tottenham con un implacable triplete, el hat-trick número 59 de su historia, pero la asiduidad de esas proezas no son garantía de que pueden consumarse en cada cita de 90 minutos.
Y antes, el Real Madrid había puesto a los millonarios en la indigencia. El Paris Saint-Germain con Messi, Kylian Mbappe y el eterno “ya merito” llamado Neymar, colapsó, naufragó, no sólo ante Karim Benzema, sino ante la historia y la histeria de la Casa Blanca y el orfeón del Santiago Bernabéu. Queda claro que hay partidos que se ganan también desde la tribuna. Hay goles que se siembran en el graderío y se cosechan en el marcador.
Entiéndase que Messi no fue el villano de ese partido. Él jugaba como en casa. ¡Cuántas fechorías no había perpetrado en el Bernabéu! Hizo lo suyo, hasta donde le alcanza hoy. Fue el motor de un carro que se desmanteló en la pista sin llegar a pits. Su rendimiento estuvo por encima del resto, pero para semejante proeza como desolar la Casa Blanca, ya no le ajusta, no, al menos, en solitario.
El universo del futbol va de la veneración a la antropofagia. Ayer los exaltaba, hoy los lapida. Messi salió a la cancha en la Liga de Francia. Él y el eterno irresponsable Neymar, fueron abucheados, antes, durante y después del partido. Era la forma del pueblo lacayo del PSG de cobrarle la herida a sus nobles.
Se exacerbaron en las redes sociales los fanatizados. Llamaron desgraciados y desagradecidos a los franceses por vituperar a Leo. ¿Qué le ha dado Messi al PSG? Sólo decepciones. No hay deuda alguna. Sí, sin duda, el Barcelona y sus aficionados pueden montar un hemiciclo glorioso agendando sus proezas para la eternidad. En Cataluña y sus aldeas regadas por el mundo, tendrán una deuda eterna. Pero, al final, como alguna vez lo sentenció el escritor colombiano Fernando Vallejo: “La gloria es una estatua en la que se cagan las palomas”.
Puede llamarse, eso sí, tontorrones a los seguidores del PSG por creer que compraban al Messi de hace un lustro o más, pero no desagradecidos. Estaban alucinando los parisinos, si esperaban ver una explosión fascinante, electrizante, por ejemplo, como aquella embestida de Leo sobre el Bilbao, en la Final de la Copa del Rey, una centella letal de 11 segundos, 13 toques, siete rivales vencidos y un gol. Eso, hoy, ya es imposible. Aquello es pieza de museo, pero no de presupuesto para el futuro.
Rebasado, relegado, desafiado, ninguneado, pero, finalmente, en feroz venganza, el futuro alcanzó y cazó a Cristiano Ronaldo y a Messi. Los riscos fascinantes del Everest de la Champions les han sido negados nuevamente. Terminaron en los balcones de los participantes, y no en los sitios de protagonismo.
Ley de vida. Durante años, ellos escribieron capítulos refulgentes de la historia del futbol. Hoy, la historia del futbol ha decidido escribir la suya, sin ellos. Serán apéndices de sus capítulos, pero no los héroes de los mismos. Ley de vida: de protagonistas poderosos a actores de reparto.
Ahora sólo resta que cumplan esa promesa hecha hace años a David Beckham para 2023: jugar junto en el Inter Miami CF, cierto, en una Acrópolis donde el futbol a veces se parece poco al futbol, como lo es la MLS.
Afortunadamente, para ellos, para todos, siempre quedan las memorias. Es tiempo más de resignarse a las efemérides de Messi y Cristiano, que desgastarse en utopías.
A México, la pesadilla se le convierte en ensueño: Honduras
La fatalidad despliega su bipolaridad: se ensaña con Honduras y termina bendiciendo a México. Al menos cuatro bajas clave entre los catrachos para enfrentar al Tri en los Cuartos de Final de la Copa Oro.
Honduras llega desmantelado a esa cita. El técnico Fabián Coito con COVID-19 y la selección con la columna vertebral fracturada: Maynor Figueroa, Diego Rodríguez y Romell Quioto, en riesgo de perderse la batalla, pero llega lastimado, no desahuciado.
Entre las penurias de México, tras sufrir en el segundo tiempo ante El Salvador y la lesión de Hirving Lozano suaviza sus atribulaciones al ver abarrotado el hospital de sus próximos rivales. El juego que parecería normalmente una pesadilla, con tantas bajas catrachas se convierte en ensueño.
Los centroamericanos pagaron caro su pecado de desdén. Menospreciaron al invitado y Catar plasmó su venganza en el marcador: 2-0. Ahora, los fastuosos organizadores del Mundial 2022 se miden a El Salvador.
Un balazo de Homam Amhed para el 1-0 a los 25 minutos estremeció a los hondureños y la desgracia siempre llega con comitiva maligna. Quioto acusa dolor en el muslo y entra al relevo Jerry Bengston. Sufren los catrachos para recoger los pedazos de sus pecados de soberbia.
Catar tendría el 2-0, pero Akram Afif pone su propia dosis de petulancia y en alarde absoluto de sangre felina, Buba Fernández ataja el disparo y, además el, contrarremate.
En un baño de fe, Honduras se rebela, pero las arpías siguen agazapadas: Figueroa sucumbe, pide su cambio y está casi descartado. Marcelo Pereira entra y no desentona. Harían los catrachos, en el segundo tiempo, méritos suficientes para conseguir el empate que les habría reinstalado el liderato del Grupo D y enviado a la vieja rivalidad con los salvadoreños, pero con su buena voluntad sólo empedraron el camino al infierno.
Ciertamente, el receso del medio tiempo debió estar cargado de reprimendas y exigencias en el vestidor hondureño. El asedio fue intenso. Cercó a Catar, que se sintió cómodo, por otro lado, bajo el ejercicio de ensayar contragolpes.
Con el control absoluto del balón, bajo el riesgo de una embestida con el vértigo catarí, los centroamericanos se quedaron en la orilla de un empate y el motor, la rabia, no era un temor por enfrentar a México sino la sensación de la dignidad herida tras la displicencia con la que recibieron a los cataríes.
Con 48 horas más de descanso, México recuperará la salud absoluta de sus jugadores y tendrá, a partir de este miércoles, la posibilidad de escudriñar en la cartografía táctica de Coito y su equipo. Es evidente que Gerardo Martino enfrentará a una Honduras muy distinta de la que planeaba.
Quedan, sin embargo, los antecedentes. Catrachos y mexicanos han protagonizado épicas batallas. Sus enfrentamientos en Copa Oro y eliminatorias tienen voluminosos pasajes de sangre en ebullición.
Además, el mismo biotipo del jugador hondureño suele ser el que más se complica para el Tri y, seguramente, Coito buscará el artilugio tecnológico, por si hiciera falta, para recordárselo a sus jugadores en la arenga previa al partido.
¿Catar? Sus sensaciones siguen siendo agradables. El entrenador Félix Sánchez mejora, a cada partido, los vestigios de ese estilo catalán, horneados de acuerdo a las buenas hechuras de sus futbolistas.
Así pues, México ya conoce a su adversario en Cuartos de Final. No era el que más deseaba, pero llega en las condiciones más deseables, con cuatro ausencias sensibles. La pesadilla que representaba Honduras, hoy no le quita tanto el sueño a Gerardo Martino.
Sin embargo, y El Tata lo sabe bien, el exceso de confianza en el futbol tiene esa azufrosa pestilencia a suicidio.
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LOS ANGELES – Comprobado. Si México habla en la cancha, #ElGrito enmudece.
La mejor retórica del Tri contra el aullido homofóbico (según FIFA) es la victoria.
Un 3-0 a Guatemala, un rival digno de acuerdo a las peripecias que ha vivido desde su sanción en FIFA y la forma en que fue reclutado intempestivamente para sustituir a Curazao, infectado del COVID-19.
Rogelio Funes Mori hizo dos goles (‘29 y ‘55). Orbelín Pineda cerró la cuenta (‘79). Ahora, ante El Salvador, México buscará clasificarse como primero del grupo.
Dos circunstancias marcaron la victoria de México: el trabajo arbitral del jamaicano Daneon Parchment y el desplome físico de los chapines y un hombre en especial impidió el escándalo en el marcador: el arquero Nicholas Hagen, quien al menos abortó tres remates a gol de México.
De entrada, Parchment perdonó una amarilla a Carlos Salcedo y una roja a Edson Álvarez, ambas agresiones con alevosía absoluta. Además, perdona un penalti al Tri, por un claro empujón del mismo Salcedo en el área.
El mensaje es ya inconfundible: hay que llevar en escrupuloso cortejo a la selección mexicana hasta la Final de la Copa Oro. Recuerde que el boletaje está agotado para la Final en Las Vegas y los mayores compradores son mexicanos.
Para el segundo tiempo, Guatemala paga las consecuencias de su fondo físico. Problemas identificado por el tipo de nutrición, de preparación y de formación y hábitos menguan su rendimiento, además de esa larga condena de aislamiento que dictó la FIFA.
Más allá de celebrar que esta vez la afición mexicana se olvidó de #ElGrito, la euforia en el Tri era haber encontrado el gol, sacar la victoria y recuperar las posibilidades absolutas de ir a la siguiente fase.
Luego de un retraso en el juego de una hora debido a una tormenta eléctrica, finalmente el juego pudo iniciar en el Cotton Bowl y un golazo de Funes Mori, de control, recorte y disparo impecablemente cruzado, terminó por exorcizar cualquier indeseable alarido en la tribuna, más allá de que se advirtió antes del juego que de presentarse cualquier agresión verbal, se vendría una cascada de repercusiones en detrimento del espectáculo y de los alborotadores.
Sufriendo en el primer tiempo a pesar de la ventaja del 1-0, fue hasta el complemento cuando México se apoderó del encuentro, reflejado en el 71 por ciento de posesión que no hinchó el marcador por las cinco intervenciones de Hagen.
Conforme avance el torneo, la preocupación de Gerardo Martino será contener la excesiva rudeza de Salcedo, especialmente cuando los arbitrajes sean más puntillosos, pues este miércoles por la noche, ni siquiera acudieron al VAR, donde la sorpresa fue un árbitro de Gambia, Bakary Gassama.
Por lo pronto, el Tri, la FMF y Martino deben haber identificado la fórmula para callar el grito y esa es ganar, gustar a medias al menos y golear. Insisto: ya cuando recurre a #ElGrito, la afición no se ensaña con el portero rival sino que la emprende contra su propia selección.
El Salvador llegará ante México como líder del grupo y perdería esa condición estrictamente con una derrota ante el Tri.
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Florentino no recula, pero sí prepara el patíbulo para otros
LOS ÁNGELES -- Alguien ha traicionado a Florentino Pérez. Porque, todo tipo con ínfulas torcidas y narcisistas de sentirse un Julio César, encuentra a su respectivo y vindicativo Bruto. Ocurre, tarde o temprano.
El Confidencial de España ha sido el confidente de esta vendetta contra el Tío Flore. De acuerdo con las grabaciones, él estalla enfática, nuevamente, la voz temida y temible en Valdebebas.
“Cristiano Ronaldo es un imbécil”, ha expresado con ese matiz del omnipotente.
“Mourinho es un anormal”, ha sentenciado Florentino con ese pliegue de voz con la cuerda insensatez de un todopoderoso.
Antes había deshonrado a Iker Casillas y a Raúl González. “Las dos más grandes estafas del Real Madrid”, y en su embestida con esa rasposa y bífida lengua, se llevó por delante a Sara Carbonero, propietaria del tálamo nupcial del legendario arquero.
Las grabaciones que revela El Confidencial sólo confirman el alter ego, o el genuino personaje, que es Florentino Pérez. Las víboras cambian de piel, pero no la reptante letalidad de su veneno.
Las palabras son un arma peligrosa. Madame de Sévigné aseguraba que “hay palabras que suben como el humo, y otras que caen como la lluvia”. Cada palabra es un bumerang, puede hacer más daño de vuelta que de ida.
“Imbécil”, lapida a Cristiano. “Anormal”, acuchilla a Mourinho. “Estafas”, incinera a Iker y a Raúl. El bumerang está de vuelta, Tío Flore. El escupitajo que lanzó al cielo hace años, se estrella aún tibio en el rostro adulterado de ira de Florentino.
Porque, de eso hay que estar seguros. Hoy, el señor Pérez no teme a sus palabras. Olvídese de que sienta arrepentimiento, preocupación, inquietud o insomnio. Si no duerme, será porque orquesta su venganza.
“Que se reproduzcan ahora, tras haber transcurrido tantos años desde que tuvieron lugar esas conversaciones, entiendo que obedece a mi participación como uno de los promotores de la SuperLiga”, ha respondido el presidente madridista.
Es decir, no desmiente ni una sola de las palabras. No objeta ninguno de los cargos. No rechaza ninguna de las acusaciones. Cada puñalada trapera lleva el ADN de su perversión. El veneno de los Borgia. La cicuta babea.
Ciertamente hay que tener una colosal valentía o un desproporcionado cinismo para mantenerse granítico, impertérrito, ante la andanada universal. No habrá disculpas ni desistimientos. Para él, lo dicho, no era un juicio, era un veredicto.
El madridismo lo quema en la leña verde e inocua de las redes sociales. Él sólo se toma fotos en la Sala de Trofeos del Bernabéu, la morada de las 13 Champions y de más de 5 mil trofeos. Sólo él, después del General Franco, entregó tanta orfebrería a la Casa Blanca.
Y si no niega nada, ratifica todo. Y si no niega nada, reitera todo. Para él, entonces y hoy, los epítetos, intentando estercolar las carreras de Cristiano, Iker, Raúl y Mourinho, no han caducado. Como hiena decrépita, deglute sus propios despojos.
Y si Florentino no arredra ante las descalificaciones con sus calificativos a cuatro amados del madridismo, quien sí debe temer a la revelación de estas aseveraciones es quien las filtró a El Confidencial, medio que además debió seguir el rigor periodístico de verificar su legitimidad antes de hacerlas públicas.
Florentino sabe quién filtró las grabaciones. Porque él sabe mejor que nadie, en presencia de quién flageló, inmoló, embalsamó y enterró a Cristiano, Iker, Raúl y Mourinho. Y claro, los que falten en este ceremonial de injurias.
El poder, lo último que pierde es la memoria. Necesita tenerla fresca, para cuando llegue el momento de cobrar favores y coleccionar cadáveres.
Y Florentino mastica y masculla lentamente la venganza. Seguramente, al tiempo, con una contratación rimbombante, pantagruélica, dará un puñetazo y silenciará los coros de repudio. Mientras tanto, buscará nombres, y a cada nombre le acompaña una cabeza, y a cada cabeza un pescuezo, que será tronchado con la sevicia casi lasciva de la venganza.
Iker y Raúl trabajan hoy aún para el Real Madrid, es decir, bajo la bendición de Florentino Pérez. Casillas es embajador del club y presidente de la Fundación. González dirige al Real Castilla. ¿Qué llegará más rápidamente, su renuncia o la disculpa del Tío Flore?
Y si algún tipo audaz le grabó una conversación a Pérez, tal vez otro haya hecho lo mismo. Y otro. Y otro más. ¿Aparecerán nuevas embestidas desde la sombras? Tal vez esos “otros” esperarán a ver el destino del primero que osó escabullir esas grabaciones.
Pero, insisto, éste no es el linchamiento de Florentino Pérez. Él sobrevivirá a este su hobby íntimo de injuriar y difamar. Y sobrevivirán también los injuriados y los difamados, porque sus trayectorias silencian las abyectas palabras del dirigente.
El verdadero linchamiento vendrá cuando el presidente madridista sepa quién o quiénes, escurrieron los audios revelados. Es más, en este momento, Javier Tebas debe tener insomnio, mientras Florentino debe roncar como un oso feliz, bien alimentado, y en plena hibernación, aún en el estío.
Porque seguramente el dirigente madridista tiene a Nietzsche en su mesa de noche: “La palabra más soez y la carta más grosera son mejores, son más educadas que el silencio”.
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Vivimos en una época de atletas extraordinarios que han podido alargar su calidad y su dominio más allá de los propios límites humanos. Brady tiene 43, Pacquiao está en los 42, Zlatan 39 y Cristiano ha pasado por los 36, y siguen en un plan competitivo acorde a lo que ha sido su trayectoria. Pareciera que los años no pasan por ellos. ¿Dónde esta el secreto? ¿Por qué pueden sostenerse en esos niveles cuando la ciencia indica otra cosa? Obviamente, hay calidad, claramente hay mentalidad, pero… ¿Qué han agregado ellos para descubrir una “fuente de la juventud”, potencializar su longevidad y encaminarse hacia la inmortalidad?
SAN DIEGO, California.- Tom Brady juega un deporte de alto contacto al más elevado nivel como si sus 43 años no existieran. Zlatan Ibrahimovic sigue en una estupenda forma a sus 39 años en la demandante Serie A de Italia y Roger Federer ronda los 40 en la élite del tenis mundial. Y si necesitamos más “pruebas”, ahí está el dominante LeBron James cuando ha rebasado las 36 primaveras y el extraordinario boxeador filipino Manny Pacquiao, quien más allá de los 42, se mantiene en la lista de los mejores boxeadores del mundo libra x libra.
La “Fuente de la eterna juventud”, una expresión de longevidad e inmortalidad. Eso es lo que parecen haber descubierto el deporte de este siglo y los deportistas de una generación pasada que se resisten a “tirar la toalla” y rendirse. ¿Dónde esta el secreto? ¿En qué se basa esta extraña longevidad cuando está probado científicamente, que más allá de la experiencia y el temple que sólo da el tiempo, el declive de un atleta de alto rendimiento debe comenzar a partir de los 34, 35 años, 26 años? ¿Por qué ellos son capaces de desafiar y sobrepasar la barrera del tiempo y mantenerse como en sus mejores días? ¿Dónde esta el secreto?
Lo primero que hay apuntar es la calidad.Sin ella, nada es posible. Y lo segundo que hay que establecer es una fuerza mental que les coloca en ese nivel. Hasta ahí, no parece existir nada extraño o diferente a lo que pudieron tener otros atletas en el pasado. Lo que verdaderamente marca una transformación, está en los elementos y las herramientas que un atleta del más alto nivel busca y encuentra en estos días. Un acondicionamiento físico imprescindible para jugar cualquier deporte, un entrenador personalizado que busque obtener los mejores rendimientos del cuerpo, y un tema que no es secundario de ninguna forma: la alimentación. Y para ello se cuenta con un nutriólogo que estudia el organismo, cada ser humano y cada metabolismo es diferente, y que logra los mejores resultados. Obviamente, hay un tema disciplinario que debe incluirse en la parte mental, porque si un deportista no está focalizado realmente en el cometido, no habrá ningún especialista, entrenador, psicólogo o nutriólogo, que sea capaz de producir un milagro.
Brady habla, en su libro, titulado “TB-12”, de un novedoso sistema de entrenamiento que le ha permitido extender su carrera hasta una edad inusitada y a un nivel extraordinario de rendimiento. Y en alguna parte del texto subraya que ninguno de esos ejercicios o practicas serían posibles sin la motivación y el deseo absoluto de lograrlo. Es decir, que, aunque Cristiano, Zlatan, Federer, Pacquiao, LeBron o el que sea, no tuviesen calidad hasta más no poder , que, sin duda, la tienen; sin mentalidad, sin esa fuerza, les sería poco más que imposible alcanzar la gloria y mantenerse en un estado de gracia a pesar de que sus años de florecimiento atlético, de acuerdo con la ciencia, hayan quedado en el pasado.
Son seres privilegiados, sí, lo serían de todas formas, pero se han apoyado en las herramientas que existen hoy para extender su talento y su predominio más allá de los limites que la humanidad pueda comprender. Vivimos una época maravillosa. Hemos podido alargar las sensaciones, la experiencia, la emoción de verlos sobre el campo de acción. Los grandes atletas han descubierto “la fuente de la juventud”, la longevidad que es, también, un pequeño paso hacia la inmortalidad…
@Faitelson_ESPN
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Tanto Cristiano como Messi están hechos para superar récords, porque los récords tarde o temprano van cayendo
Señoras y señores… Los récords se hicieron para superarlos.
Hay récords legendarios como el del austro-checo Josef Bican de hace 55 años como el mayor anotador en la historia, pero algún día tendrá que ser superado, y será Cristiano Ronaldo el primero que pase esa histórica marca.
Pelé estuvo cerca pero se quedó a un par de goles, Cristiano Ronaldo ya superó a Pelé y superará a Bican en un par de jornadas. Son goles totales, con clubes y con Selección Nacional, es global.
Cristiano Ronaldo es un jugador típicamente goleador que a sus 35 años se mantiene físicamente en perfecto estado,es lo que más ha cuidado el portugués, su estado físico, y eso le permite ser un competidor de élite. Seguramente vendrá a la baja con el tiempo, en un par de años, pero mientras intentará implantar récords por todos lados.
Es el máximo goleador de la Selección de Portugal con 102 dianas, máximo goleador del Real Madrid con 450 y ahora está haciendo tantos en la Liga Italiana.
Por su parte, Messi, quien ha sido el eterno rival de Cristiano Ronaldo, alcanzó 500 partidos portando la camiseta de un solo club. Esta también es una marca impresionante, no cualquiera, y menos en esta época globalizada del futbol donde los jugadores se cambian la camiseta cada año, un futbolista aguante y logre llegar a esa cifra de partidos con un solo equipo, y Messi la tiene.
No es el jugador con más partidos en el Barcelona, los es Xavi Hernández con 530 encuentros jugados con la camiseta blaugrana. Pero Messi también acaba de superar a Pelé como el jugador con más goles en un solo club, es decir, tanto Cristiano como Lionel están hechos para superar récords,porque los récords están para superarlos, y tarde o temprano van cayendo.
Pelé fue un fenómeno, Messi es un fenómeno y Cristiano Ronaldo también lo es. Algunos con más calidad, otros con más talento, otros con más potencia física, pero sn jugadores completos de los pies a la cabeza.
Pronto dejarán un vacío enorme estos jugadores en el futbol internacional, porque están en la etapa final de su vida futbolística. Cristiano tiene 35 años, Messi tiene 33. El Mundial de Qatar será el cierre de ambos y después seguramente jugarán en equipos de menor nivel como en la MLS para finalmente retirarse.
Han sido jugadores exquisitos y espectaculares. Mantuvieron durante más de 20 años el futbol de Europa en evolución, son un gran homenaje a los grandes jugadores.
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Ni el futbol ni nadie está preparado para el declive natural de los dos futbolistas que han rebasado los límites de su propia naturaleza. Los días, o mejor dicho, los mejores días de Lionel Messi y de Cristiano Ronaldo empiezan a quedarse en el pasado. Y es normal, hay un tema de edad que va involucrado al rendimiento de cualquier atleta de alto rendimiento, aunque aquí se trate de dos figuras que superaron las propias expectativas de la mayor parte de los futbolistas de esta época y de muchas otras épocas. Messi ya no juega todos los partidos ni lo hace con el ritmo y la intensidad de antaño y Cristiano sigue acumulando récords, pero es obvio que su rendimiento ha bajado con respecto a los días donde dominaba a placer la cancha. El ocaso ha llegado...
SAN DIEGO, California.- Nada es eterno, ni siquiera aquellos a quienes la cancha considera “semidioses del juego”...
En medio de una pandemia que, inevitablemente, altera y cansa nuestras neuronas, el futbol del mundo se apresta para decirle adiós a una de las épocas más trascendentes de su historia. Estamos atestiguando -por una cuestión misma de la naturaleza- el comienzo del final de Lionel Messi y de Cristiano Ronaldo en la plenitud dominante de su descomunal capacidad como futbolistas. Quedarán, en el futuro inmediato, algunos esbozos y demostraciones fugaces de la incuestionable calidad que siempre han tenido. Pero, los mejores días, inevitablemente, están en el ocaso.
Messi ha dejado de jugar todos los partidos y Cristiano trota por la cancha tratando de estar donde siempre ha estado. En ambos se percibe una marcada distancia con respecto a sus años de gran dominio. El portugués pasará por los 36 años de vida en febrero y el argentino va en camino a los 34. El Barcelona ha dejado ser ese equipo capaz de dominar a placer en España y esparcir “terror” en sus rivales por Europa. Y Ronaldo sigue apuntalando su nombre en el libro de historia del futbol -más goles en Champions, más goles con la selección de Portugal- pero nadie sabe si su juego alcanzará para colocar a la Juventus en la posibilidad de contender por Europa y mantener su impresionante racha de títulos en la Serie A.
Se esta terminando, sin duda, uno de los ciclos más impresionantes y felices en la historia de este juego llamado futbol. La competencia de cada semana -en ocasiones de cada tercer día- entre uno y otro que elevó en el nivel de ambos -los hizo mejores, sin duda- y también llenó la cancha de parajes memorables para el aficionado, un aficionado nuevo, global, inmerso en las nuevas tecnologías y en las redes sociales que era capaz de llevar las hazañas de los dos hasta niveles mediáticos inconcebibles. Nada, pero nada de lo que Messi y CR7 han hecho en la cancha y hasta fuera de ella, ha dejado de quedar documentado, algo inimaginable en los lejanos días de Di Stéfano, en las memorables jornadas de Pelé y hasta en los escándalos -fuera y dentro del campo- que propiciaba la figura de Diego Armando Maradona.
El final no promete ser tan feliz como lo fueron sus días de esplendor. A Messi le envuelve el tema de su choque frontal con el Barcelona en el verano y la promesa de que dejará al club en los próximos meses y Cristiano tendrá que entender que sus condiciones no son eternas y que no siempre puede estar en los más alto para satisfacer sus necesidades de ser el amo y señor de las tempestades.
Quisiéramos que fueran eternos, pero la eternidad no existe en el futbol. Inevitablemente, Messi y Cristiano se introducirán en un proceso de crespúsculo. Dejarán un vacío difícil de llenar mientras las nuevas figuras del juego tratan de allanar el camino a la gloria. Entraremos, probablemente, en un período de comparaciones. Paralelos entre los propios futbolistas: el Messi de hoy y el de antes -eso ya comenzó- y el Cristiano que no encuentra la misma certeza en la cancha. Habrá, también, asimilaciones entre estos dos fantásticos jugadores y los que vienen en camino: Mbappé, Jadon Sancho, Trent Alexander-Arnold, Vinicius, Fati y otros más que alientan la nueva generación.
Es una pena. Messi y Cristiano se agotan. Disfrutemos de las últimas gotas de una cosecha exclusiva de champagne que el futbol podría no ver en otros 30, 40, 50 o 100 años.
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Messi y Cristiano alcanzan en la Champions un nivel que difícilmente se verá el próximo verano en el Mundial. Son ellos, pero también es la camiseta que visten, el equipo que les acompaña y el torneo que les exige. Semana a semana, hace de esta su época, se reinventan como futbolistas, crean, generan, imponen números y marcas impresionantes. Provocan murmullos de asombro en las tribunas y mensajes en las redes sociales. Difícilmente serán los mismos en Rusia. Hoy están en el mejor de sus niveles.
Por David Faitelson
LOS ANGELES, CALIFORNIA -- Muchos no lo saben o pretenden no querer saberlo, pero el nivel de futbol y de futbolistas que veremos a partir de la ronda de los cuartos de final de la Liga de Campeones de Europa estará por encima de los valores que alcanzará la Copa del Mundo el próximo verano en Rusia.
Imposible considerar algo mejor que el Messi del Barcelona y el Cristiano del Real Madrid. Esta versión difícilmente se acercará en junio, cuando el balón comience a rodar en las canchas rusas con las selecciones de Argentina y de Portugal.
Lo de Messi y lo de Cristiano, ya coincidieron Guardiola y Zidane -cada cual a su manera- es de otra “galaxia”.
No son sólo los números, que tal vez ayudan a avalar más el impresionante rendimiento de Cristiano Ronaldo, también es innegable lo que conciben juego a juego. El madridista tiene una cifra que “espanta” a cualquiera: 57 goles en 69 partidos de eliminación directa en fase de Champions y ambos sobrepasan los 100 goles en la competición (Cr7 tiene 118 y Messi 100). Hay más, por supuesto, que lo establecen como futbolistas especiales en una época en la que ellos han colaborado profundamente para hacer todavía más espectacular y trascedente en el juego.
Messi se reinventa juego a juego. Cuando suponemos que ya lo hemos visto todo, el argentino enseña otra virtud, sigue pensando más rápido que sus rivales y lo que le hace aún más diferente: sigue actuando a la misma velocidad de sus pensamientos. No hay antídoto para frenarlo. Lo han intentado casi todos los defensas del mundo, con argumentos físicos, mentales, con marca estrecha, con concentración absoluta, con golpes, rasguños y jalones. Estudiando videos. Detener a Messi es imposible, porque es el futbolista que más piensa en la cancha y que desarrolla su pensamiento a una velocidad a la que nadie puede emparejarse. Lo único que queda hacer con él, si eres su rival, esperar a que tenga una mala tarde y si eres su compañero, aplaudirle, abrazarlo y cuidarlo.
Lo de cristiano es distinto, pero es igualmente “bestial”. Él sabe cuándo tiene que aparecer, cuando es el momento exacto y justo y lo hace enviándoles un cálido mensaje a sus muchos detractores que hace tiempo esperan ansiosamente sus días de declive.
El portugués está en el momento exacto a la hora exacta. Y como a veces juega su propio partido, a veces parece extraviado en un mundo muy particular -sepultado en su narcicismo- los equipos contrarios tienen una doble función: primero, vencer al Real Madrid, que de por sí es una labor titánica y luego, vencer a Cr7, que juega otro partido, en una escala donde física y temperamentalmente está lejos de sus contrincantes y muchas veces de sus camaradas de camiseta. Cristiano es el típico jugador que no es buen compañero, pero que usted quiere siempre a su lado y no como contrincante. Él marca la diferencia.
En esos dos “mundos” estamos inmersos cada fin de semana. En la Liga española donde ambos muestran números y actuaciones espectaculares y en la Champions, donde su valor y su entrega de cada partido adquiere otra dimensión. Aquellos que sueñen con el Mundial y con disfrutar a Messi y a Cristiano en el mismo papel, podrían llevarse una decepción. El futbol de hoy se mide a nivel de clubes, no de selecciones. El futbol de hoy vale más en la Champions que en el Mundial. El futbol de hoy es propiedad del Messi vestido de azulgrana y del Cristiano ataviado con la camiseta blanca.
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Sería como comparar prodigios como el Everest o la Aurora Boreal, caprichos esplendorosamente divinos de la naturaleza, con la divina capacidad del hombre para tratar de competir en su oficio con el Creador, a través del Taj Mahal o las Pirámides de Egipto. Unos son engendrados, otros creados.
Ningún futbolista en el mundo puede soñar con imitar a Messi. Ninguno. Todos, absolutamente todos, sucumbirían bajo el estigma lapidario de falsificaciones patéticas. Serían la adulteración hecha ridículo, o el ridículo hecho adulteración.
Pero, y seguramente quienes veneran frenéticamente a Cristiano Ronaldo, disentirán, pero, insisto, todos, absolutamente todos los futbolistas mediana o excelsamente facultados, deberían, sí, deberían, aspirar a ser CR7.
Descartado Messi como modelo a seguir, porque su instinto de altísima velocidad, la confabulación intuitiva y motriz que posee rebasan el vértigo de lo humano, Cristiano presenta otra referencia, otro arquetipo, un vehemente prototipo de lo que muchos futbolistas con talento pueden ser. La diferencia entre el engendro y la creación.
Esta temporada, CR7 ha agregado una sorpresa. Se reinventó, cuando parecía que la sofisticación de su modelo de atleta y de jugador había alcanzado su propio Everest. Cuántas voces tenía la ignorancia asegurando que estaba llegando a su ocaso, avejentándose en el castigo del tiempo y sus rutinas exigentes de evolución.
A esos charlatanes, forenses de la carrera de CR7, puestos en ridículo por el mismo portugués, no les queda más que esconderse bajo las faldas de su mezquindad. El adalid del Real Madrid encontró, en el recambio de su propio plan de reconstrucción y resurrección, la Fuente de la Eterna Juventud.
Con 32 años, se convierte en el despiadado Dorian Grey del futbol. Insisto: CR7 envía un mensaje a otros que medianamente talentosos, temen, o se conforman, o son ciegos, pero no se atreven a tomarlo como referencia. Se conforman con ser embrutecidos diamantes en bruto.
Elijamos ejemplos. Uno muy puntual. ¿No tiene James Rodríguez las condiciones propicias para poder, si quisiera serlo, una versión propia de CR7? Dueño de gran talento natural, de astucia, de visión, de golpeo de balón, y de frialdad ante el gol, elige ser un armadillo que se refugia en su propia armadura.
A Cristiano se le fustiga por banal y vanidoso. Su dedicación extrema a la perfección y el embellecimiento de su físico, pasando por detalles que originan sarcasmos como citas con manicurista y pedicurista, terminan siendo la carroña morbosa que se consume ávidamente, incluyendo las fugas a Marruecos.
Pero, él ha logrado perfeccionar el estuche con que llegó al mundo. A su manera. Hoy, lo hemos dicho, con base en valoraciones físicas de laboratorio, puede competir en 400 metros y en relevos de 4x400, gracias a su potencia, rapidez y resistencia; su salto desafía a jugadores de la NBA, y la elasticidad y el control de sincronía muscular de su cuerpo permitiría acercarlo, con desventajas, cierto, a un gimnasta de alta competencia.
Lo evidente es que Cristiano Ronaldo, el futbolista, no nació así. Ni siquiera creció así. Él, al trabajo inconcluso de Dios y la naturaleza, le agregó la persistencia de convertirse en un futbolista más competitivo. Del barro imperfecto ha querido hacer una efigie perfectible.
Todo esto, claro, a un costo muy elevado, bajo una doctrina ascética enfocada al deporte. Nutrición computarizada, entrenamientos extra, reposo prolongado. Eso que llaman entrenamiento invisible, pero que él hace visible en la cancha.
CR7 tomó la decisión de convertirse en el mejor del mundo. A cualquier costo. Él se convirtió en el Miguel Ángel de su propio David. Y hoy se encuentra de nuevo muy cerca de otro Balón de Oro, muy cerca de otra Liga y muy cerca de otra Champions.
Por eso, cada futbolista profesional, con un talento distinto, porque no hablo de picapiedras ni pataduras, debería querer imitar el fundamento de autoedificación del atacante del Real Madrid.
Insisto: si esos futbolistas de mediano talento o de mucho talento como Pogba, Dybala, Griezmann, Mahrez, Aubameyang, Suárez, Bale, Benzema, De Bruyne, por citar sólo algunos, empezaran a tomarlo como paradigma de su propia evolución, podrían, emular o incluso rebasar lo conseguido por CR7.
Estos y muchos otros deben entender que, habida cuenta, no podrán acercarse siquiera a la versión sobrenatural de Messi, y tienen, en cambio, un punto de partida, humanamente, para perfeccionarse física y futbolísticamente.
Este año, apegándose a la poligamia gloriosa que pretende Cristiano Ronaldo en un año deportivo (Euro, Champions, Liga y ¿Confederaciones?), se convierte en el futbolista más rentable del mundo.
Al final, el mensaje está ahí para todos los privilegiados con talento excepcional para el futbol: si quieren, porque pueden, blasones similares a los de CR7 no les están prohibidos, por el contrario, les están totalmente permitidos.
Si no están predestinados divinamente para ser un monumento natural como el Cañón de Colorado (Messi), sin duda pueden ser arquitectos de su propia y soberbia Muralla China (CR7).
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Los números detrás de los hat tricks de CR7 en UEFA CL
Ronaldo volvió a hacer historia el martes, anotando los 3 goles del Real Madrid en su victoria sobre el Atlético de Madrid en la ida de semifinales de la competencia.
Con su hat trick, Ronaldo suma ahora 7 de carrera en UEFA CL, empatando a Lionel Messi por la mayor cantidad en la historia. Más aún, fue su 3ro en fase de eliminación directa de la competencia para ser el primer jugador en alcanzar dicha cantidad.
Ronaldo, quien anotó 2 goles en sus primeros 8 partidos en esta edición de la UEFA CL, tiene ahora 8 en sus últimos 3 partidos tras su hat-trick vs Atlético más los 5 tantos que le anotó a Bayern en 4tos de final.
Contra Atlético, Ronaldo se convirtió en el 4to jugador con 3+ goles en semifinales de la competencia y en el primero que anota hat-tricks consecutivos en la fase de eliminación directa de UEFA CL.
Hat tricks - Semifinales UCL 2017 Cristiano Ronaldo 2013 Robert Lewandowski (4 goles) 2010 Ivica Olic 1998 Alessandro Del Piero
Con sus 3 goles, el artillero suma ahora 52 goles de carrera en la etapa de KO, la mayor cantidad en la historia. De hecho, más de la mitad de sus goles de carrera en UEFA CL han sido en la fase de fase de eliminación directa (52-103).
En cuanto al oponente actual, Ronaldo aumentó su cosecha a 21 goles en 28 derbis vs Atlético, su 2da mayor cantidad vs cualquier oponente. Es el tercer hat trick de carrera que le anota a los del Cholo Simeone, 2 de esos en sus últimos 3 enfrentamientos.
Con 400 goles de carrera con Madrid en el horizonte (tiene 399) y la posibilidad de ayudar a Madrid a ser el primer club en ganar ediciones consecutivas de la Champions League, sin contar La Liga que batalla con Barcelona, Ronaldo tiene de más en su plato para un cierre espectacular a su temporada.
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