Con la llama a punto de extinguirse, aquí nuestro último tramo de este relevo panamericano, con las expresiones finales de nuestro equipo en Toronto. La experiencia del grupo de ESPNDeportes.com y ESPN Radio en Toronto 2015 fue enriquecedora para todos, tanto en el plano profesional como en el personal. Aquí los testimonios y hasta la próxima.

Gonzalo Aguirregomezcorta, ESPNDeportes.com: Los Panamericanos me han mostrado lo más puro del deporte, la esencia de la competitividad y la camaradería. La humildad y la capacidad de superación. He vito llantos de alegría y lágrimas con sabor a derrota, lesiones eclipsadas por las ansias de victoria y adrenalina, mucha adrenalina. He visto almas vibrar en las tribunas y silencios sepulcrales. Y el grito de entrenadores, las palabras sinceras de los deportistas a quienes en muchos casos les brillaron los ojos al plantarse frente al micrófono de ESPN. He visto unidades de periodistas de todos los países y territorios americanos. Solidaridad. Una burocracia exagerada y unos compañeros espléndidos. Ha sido una experiencia inolvidable.

Carlos Arratia, ESPN Radio: Una experiencia inolvidable han sido estos Panamericanos, sencillamente han sido 26 días fantásticos, que aunque el aspecto laboral y la responsabilidad profesional han sido una prioridad desgastante, esta ciudad de Toronto nos ha maravillado con una organización estupenda, buenos escenarios deportivos y además del excelente clima que nos acompañó durante todo el evento. La enseñanza particular de mi primer Panamericano, es que aunque siempre he admirado los otros deportes, siendo el futbol el que amo, no le daba la importancia que merecen, realmente el esfuerzo de cada uno de los atletas es de admirar y respetar. Por eso para mí desde ahora los Panamericanos han conquistado mi corazón.

José Del Valle, ESPN Radio: Acostumbrado a estar bajo una sombrilla exclusiva de fútbol, Toronto me expuso a un evento multideportivo. En los Juegos Panamericanos tuve la oportunidad de transitar por el canotaje, el voleibol de playa, el voleibol, el básquetbol y, por supuesto, el apasionante fútbol. Cada disciplina tenía sus desafíos, pero también sus encantos. Los días fueron largos, pero gratificantes; las jornadas fueron intensas, pero de mucho aprendizaje. La accesibilidad de los deportistas fue una grata sorpresa. El fútbol guatemalteco me acostumbró a coleccionar fracasos, pero los guatemaltecos que compitieron en Toronto me hicieron disfrutar de las mieles del triunfo. Sin embargo, los Juegos Panamericanos son más que una medalla... los Juegos Panamericanos representan la esencia y la pureza del deporte.

Kenneth Garay, ESPN Radio: Si de mi lista de deseos se trata, tengo que admitir que los Juegos Panamericanos no estaban a la Vanguardia. Entre mundiales de fútbol y Superbowls se habían cumplido los sueños del niño que desde los once años descubrió que su pasión eran los medios. Es por eso que siempre vi a los Juegos Panamericanos como una competición importante pero no de las más deseadas en cuanto a asistir y vivir la experiencia de cobertura. Pero como Dios nos enseña día a día y nos muestra caminos diferentes, debo reconocer que el haber estado con Espn en los Panamericanos Toronto 2015 ha sido espectacular en todo sentido. El apreciar de cerca el deporte en su más alta pureza, amateur de verdad con historias de esfuerzo y perseverancia y volver a una ciudad grandiosa como Toronto me hicieron sentir parte de lo que debe ser el renacimiento de estos juegos que muy seguramente volverán a las primeras planas del deporte mundial a partir de esta edición. Días largos pero muy productivos y la satisfacción de sentir momentos inolvidables de medalla a medalla es lo que nos dejo Toronto 2015. Gracias Toronto, gracias Canadá y que se repita en Lima. Desde las Cataratas del Niagara ya soñamos con la majestuosidad de Machu Pichu.

Arturo Marcano, ESPNDeportes.com: Creo que un ejemplo puede explicar claramente lo que verdaderamente son los juegos panamericanos. Un día fuimos a comer al Destillery Distric, carcano a la Villa Panamericana. Como era de esperarse estaba lleno de atletas y justo en la mesa de al lado se encontraba un equipo canadiense femenino. En un momento comenzamos a escuchar aplausos. Al voltear pude ver la entrada al lugar de una selección femenina de los Estados Unidos con su medalla de oro en el cuello. En nuestra mesa nos unimos a los aplausos y me di cuenta que en la mesa de las atletas canadienses lejos de aplaudir lo que se veían eran caras de pocos amigos y desinterés. No lo tomé como un acto de descortesía y realmente me hizo entender la realidad de todo esto. Los atletas acuden a los eventos a competir, ganar y marcar caminos. No es sitio de admirar a nadie más ni aplaudir otras hazañas. Esto es serio, hay mucha competencia, años de entrenamiento y orgullo. En ese momento me pareció que todo cuadraba, es un espectáculo para mucho pero un fin de vida para los atletas.

Hiram Martínez, ESPNDeportes.com: Mientras se extingue la llama, Toronto 2015 me deja con sentimientos encontrados: por un lado, deseo regresar a casa y reencontrarme con los míos. Por el otro, quisiera que la llama nunca se apague y seguir aquí, cubriendo más acción panamericana. El disfrute de un evento multideportivo en esta ciudad multicultural no tiene paralelo. Trabajas largas horas con compañeros que hace dos semanas eran desconocidos y ahora son amigos entrañables. A la vez, estrechas lazos con los que ya lo eran. En el campo, disfruté de la fiereza de Paola Longoria en la cancha y su gracia fuera de ella; fui testigo del despegue de Andre De Grasse y Kaylin Whitney como el futuro del atletismo, sufrí la despedida de Félix Sánchez y la decepción del básquetbol de Puerto Rico. También, celebré como si fueran mías las victorias de la peruana Gladys Tejeda, la mexicana Paola Espinosa, el colombiano Jossimar Calvo, el guatemalteco Jorge Vega López, el dominicano Luguelín Santos, la chilena Barbara Riveros, el venezolano Gabriel Maestre y los boricuas Fernando Monllor y Raúl Ríos. Las celebré y las hice mías, porque las disfruté con mis compañeros, mi nueva familia en una sola casa.

Carlos A. Nava, ESPNDeportes.com: Jamás olvidaré los Juegos de Toronto 2015, una experiencia Panamericana total en todos los aspectos, profesional y personal. Una ciudad preciosa, que nos abrió las puertas desde el mismo momento que aterrizamos, con calidez humana y amabilidad de casi cada uno de sus residentes, que con orgullo también ofrecieron una organización casi perfecta. Serán también los Juegos Panamericanos de las grandes distancias, el tráfico y los escenarios fastuosos. Pero sobre todo, me quedarán siempre grabados los esfuerzos, la alegría, motivación y orgullo de competir por el orgullo de representar a familias y países, y no por los millones de dólares; el sufrimiento de cada atleta por ganar el oro o simplemente por llegar a la meta. Y de manera personal, Toronto me ha hecho recordar la razón por la que alguna vez decidí dedicarme al periodismo deportivo: el gusto por el deporte mismo, sin los grandes reflectores. Cubrir competencias como tiro, triatlón, ciclismo de montaña, nado en aguas abiertas, esgrima, tenis de mesa y varios más fue una experiencia de aprendizaje de vida. ¡Hasta pronto Toronto!

José Francisco Rivera, ESPN Radio: Experiencia: Enriquecedora.
Deportes cubiertos: Atletismo, béisbol, natación, gimnasia artística, baloncesto, voleibol, boxeo, squash, racquetball y balonmano.
Organización: De primer mundo.
Lugares: Torre CN, Acuario, Plaza Nathan Phillips, Donatello, Rogers Centre.
Entrevistas: Muchísimas.
Las figuras: Levern Spencer, Ellie Black, Jossimar Calvo, Thiago Pereira y David Oliver.
La sorpresa: Colombia.
La música: Los amigos invisibles.
Pendiente: Caminar por el borde de la torre CN.
La sensación: El cheesecake japonés.
La lección: Trabajo en equipo.
Sitio habitual: Union Station.
Lo desconocido: Chinatown.
Lo máximo: Cataratas del Niagara.
Que se repita: Con la familia.
De rutina: Caminata hacia el metro.
La magia: Cirque du Soleil.
Sentimiento: Amor por una ciudad encantadora.
El entorno: Compañeros fuera de serie.
El reto: Cupo olímpico para Río 2016.
Resumen: Extraordinario.

Giovanni Scavia, ESPN Radio: Los Juegos panamericanos de Toronto 2,015,han sido una experiencia unica, dificil de explicar y de analizar...mis primeros juegos multideportivos, con todo lo que eso representa...sobre todo por lo que significa la esencia del deporte amateur, y la importancia del deportista que no lo hace porque le paguen sino por simple, satisfacción y orgullo de representar con dignidad al país donde nació. Por otro lado, y sin menos importancia la educación y organización del Torontoniano, que se preparó convenientemente para recibir a la prensa y al turista con toda la responsabilidad que el evento ameritaba. Toronto le deja la vara alta a Lima para el 2019 y yo como limeño espero que mi ciudad no le vaya a la zaga y esté a la altura de las circunstancias. Nos vemos en Lima 2019...si Dios quiere... Un abrazo...y que nos vaya bien...siempre.

Jaime Vega Curry, ESPNDeportes.com: No soy comerciante ni es esa mi especialidad; pero si lo fuera, de seguro me sentiría satisfecho al saber que mis clientes desean repetir la experiencia, una y otra vez. Y ese pensamiento resume a cabalidad mi sentir de este momento, luego de poco más de dos semanas de vivencias en Toronto --y largos meses de planificación en Bristol. Repetir. Con mucho gusto. Trabajar mano a mano con los colegas, palpar el regocijo o el dolor de los atletas, sentir la vibra de las calles de Toronto y su gente, bien vale la pena repetirlo. Donde sea y cuando sea. Seguimos.

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Es cierto que son largos los viajes en bus a las instalaciones de los Juegos Panamericanos, pero no por eso son aburridos, al menos si mantenemos los oídos abiertos y los ojos alejados de los teléfonos 'inteligentes'. Aquí algunas de esas historias que se han quedado en el tintero de esas travesías.

De sanjuanero a sanjuanino y una estatua

En el bus de camino a Markham, me encontré con Lisandro Peyrán, un reportero que trabaja para 'La excusa deportiva' de Radio Antena, en San Juan, Argentina. Le comenté que soy de San Juan, Puerto Rico y que eso al menos nos unía.

Mucho más que eso. Él me regaló una fabulosa leyenda que involucra a ambas ciudades y que después de consultar con varios historiadores urbanos de la Isla, me he dado cuenta de que nadie la conocía en mi país.

Relata Lisandro, según le contó alguien, que le contó alguien, que le contó alguien, que a principios del siglo 20, una réplica a escala de la Estatua de la Libertad, esculpida por el propio Frédéric Bartholdi, debía ser enviada a San Juan, Puerto Rico como obsequio a la entonces nueva posesión estadounidense. La leyenda urbana relata que por un error, posiblemente desconocimiento de las autoridades o un descuido de los capitanes del barco, la obra fue a parar a San Juan, Argentina.

Ante la confusión y sin nadie que la reclamara desde la capital de la isla caribeña, el monumento de tres metros terminó a un almacén, en donde permaneció por varios años hasta que llegó un intendente que preguntó por ella. Olvidada quizás por San Juan, Puerto Rico, el funcionario decidió sacarla del oscuro depósito y colocarla en una plaza que ahora se llama acertadamente 'Plaza de la Libertad'.

"Lo cierto es que la estatua llegó al país en 1909 y pasó un tiempo guardada en el depósito sin que nadie reclamara nada (lo que alimenta la versión que su verdadero destino era Puerto Rico)", comentó un compañero de Lisandro, consultado por este para salvar mi curiosidad. "Un funcionario del gobierno sanjuanino decidió instalarla en el Parque de Mayo, pero luego fue retirada y finalmente en 1931 quedó asentada en la plaza principal de la localidad Villa Aberastain, que ahora se llama plaza de la Libertad".

"Es un buen punto de referencia para llegar a mi casa y un monumento que disfrutan los sanjuaninos", dijo Lisandro. "Y lo tengo gracias a que no llegó a San Juan, Puerto Rico".

Pedro Pablo y los 17.89 metros

En un momento de mi juventud, fui atleta. Mi evento era el triple salto y mi referente era el brasileño Joao Carlos de Oliveira. En esos sueños nocturnos previo a una competencia, me veía en un estadio olímpico, rompiendo el récord mundial de 17.89 metros que estableció en los Juegos Panamericanos de 1975 en México y que sigue vigente en los libros de la justa hemisférica .

Cuatro años más tarde, ví a Oliveira en los VIII Panamericanos de San Juan 79 cuando revalidó su oro en el triple salto, pero se quedó corto de romper el record mundial. Unos años más tarde, tristemente, perdió sus poderosas piernas en un accidente de tránsito.

A 40 años del logro de Oliveira, aquí estoy en el estadio panamericano de la Universidad de York, atento a la posibilidad de que Pedro Pablo Pichardo establezca una marca mundial o que al menos, rebase la marca de 17.89 metros. Tuve la suerte de estar bien cerca de la fosa de saltos, atento al lado del cartel que marca las cercanías de los 17 metros.

En cuatro de seis oportunidades, Pichardo rebasó los 17 metros, pero no lo suficiente para borrar para siempre la marca que me hacía soñar en mi adolescencia.

Lo lamenté. En julio de 1989, ví a Javier Sotomayor romper la barrera de los 8 pies (2.44 metros) ante mis ojos en una caliente noche en San Juan y anhelaba ver otro hito similar.

Pero de camino a la conferencia de prensa, me alegró que Pedro Pablo no lo hiciera el viernes. Quedan otras competencias en la temporada, y para ser franco, me alegra que el 17.89 permanezca otros cuatro años en los números panamericanos. Bueno, y si no lo rompí yo, que lo rompa Pedro Pablo en Lima 2019.

Las recomendaciones de Khadija

Los padres de Khadija Waseem deben estar muy orgullosos de su hija. A punto de cumplir 20 años en agosto, Kadhija es estudiante en la Universidad de Toronto, habla cinco idiomas y es una excelente voluntaria, asignada a coordinar el complicado sistema de transportación en la sede de Markham, donde se lleva a cabo el tenis de mesa y los deportes acuáticos.

Durante una larga charla ocasionada por un retraso en la llegada de un autobús, Khadija, buena conversadora, me recomendó los mejores restaurantes pakistaníes, afganos, indios de la ciudad ("en estos puedes comer muy bien por poca plata"), me dio un ejemplo de la diversidad de la ciudad ("tomo una clase en la que hay 10 estudiantes, y todos somos de nacionalidades distintas"), y me explicó en tres minutos cómo llegar desde mi hotel a cualquier parte de la ciudad. Todo, mientras hacía gestiones por radio para conseguirme un vehículo que me transportara de inmediato al centro de prensa.

"Trae a tu hija a Toronto un día", me dijo cuando entraba al auto. "De seguro nos vamos a divertir mucho aquí".

Para la penultima jornada de este largo relevo, le paso la estafeta a Tlatoani Carrera.

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Llegué a Toronto en 1998 y he visto muy de cerca la transformación de una ciudad fascinante. No es muy común ver tantas personas de distintas nacionalidades, religiones, orientaciones sexuales y posiciones políticas compartir pacíficamente en todos los niveles de la vida diaria como sucede en aquí. De hecho, la ONU usa el ejemplo de Toronto en muchas actividades internacionales.

Los Panamericanos, además del aspecto deportivo, ofrece a los habitantes de Toronto la posibilidad de compartir con muchos visitantes Latinoamericanos y a los Latinoamericanos la opción de conocer y apreciar lo que puede ofrecer la ciudad. Es un fórmula donde todos salen ganando.

En las semanas que antecedieron a los juegos muchos dudaban sobre si había interés, de hecho no se cumplieron metas en la venta anticipada de las entradas. Pero todo cambió el día de la inauguración. Yo fui uno que esperé hasta última hora para ir a los eventos y me encontré con la sorpresa que, en algunos casos, las entradas estaban agotadas. La fiebre agarró a la gente, sin lugar a dudas.

Y aclaro que las entradas no son baratas ni las regalaban abiertamente en las calles como con el Clásico Mundial de Beisbol. Veinticino dólares, más 10 dólares de estacionamiento, para ir a un juego de beisbol de un nivel mucho más bajo que las Grandes Ligas no parecía muy lógico pero funcionó. Las dos veces que fui a al centro de beisbol y softball en Ajax había bastante gente y eso que no vi a la selección canadiense. Por menos dinero uno puede ver a los Azulejos de Toronto pero honestamente que la gente pagó por la experiencia y ser parte de los Panamericanos, más que por el evento a presenciar.

Los conciertos en la noche igualmente acapararon la atención de muchos en la ciudad y les dieron la oportunidad de escuchar bandas no tan populares por estos lado pero de gran calidad. De nuevo, en esa fórmula ganaron todos.

En fin, la ciudad despertó y reaccionó positivamente. Los juegos dejarán muchas instalaciones deportivas a ser usadas como centros de alta competencia o por la comunidad en general. Pero más importante que eso, los Panamericanos dejaron un huella en muchos habitantes de Toronto que quedará por bastante tiempo: la calles hablaron español por primera vez desde 1998 y eso no tiene precio.

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Estamos llegando a la recta final de los Juegos Panamericanos de Toronto 2015 y, para mí, las cosas han vuelto a su cauce porque mis días han consistido en cubrir el deporte que más me apasiona: el fútbol. Después de haber cubierto canotaje, voleibol de playa, voleibol y natación he vuelto a mis orígenes.

Y aprovecho este espacio para compartir detalles sobre el trayecto que hay que realizar para llegar a la sede encargada de albergar los partidos de fútbol. En la ciudad de Hamilton, ubicada a 40 millas de Toronto, es donde se están llevando a cabo los cotejos. Si el tráfico lo permite, el viaje es de aproximadamente 45 minutos, pero puede llegar a ser hasta de una hora y media. Afortunadamente, ESPN nos provee con transportación privada, la cual comparto con Andrés Agulla, Fernando Palomo y Ricardo Ortiz. Sin embargo, para el aficionado que está en Toronto y quiere presenciar un partido de fútbol la logística es un poco más complicada.

A pesar de esos inconvenientes, he presenciado jornadas con 22 mil aficionados en el estadio. A pesar de la explosividad del atletismo, a pesar del dramatismo del canotaje o la natación, y a pesar de la belleza de la gimnasia, el fútbol sigue siendo el deporte rey.

Mis jornadas son largas, pero gratificantes. Las semifinales femeninas iniciaron hoy con la favorita, Brasil, que superó a la selección mexicana de Cuellar que quiere enderezar el rumbo en este verano donde los resultados han sido adversos. En la otra llave, Colombia enfrenta al equipo anfitrión, Canadá. Por lo visto en la fase de grupos, la lógica sería ver a Brasil ante Canadá compitiendo por el Oro. Pero el fútbol no tiene lógica y cada partido tiene su propia cédula.

En el torneo masculino, Brasil, que ha sido el mejor equipo hasta el momento, tendrá que medirse al siempre complicado Uruguay. México, por su parte, jugará ante Panamá, rival que también enfrentará en la semifinal de Copa Oro. El destino se empeñó en cruzar a aztecas y canaleros en ambos torneos.

El nivel futbolístico en los Panamericanos ha sido muy bueno y creo que la asistencia en el estadio fuese mejor si el BMO Field hubiese sido la sede del fútbol. El recinto donde juega el Toronto FC está al lado del centro de prensa, un lugar que facilitaría el traslado de la gente y de la prensa.

No es tiempo de lamentarse, sino de disfrutar. Las medallas están en juego y lo mejor está por llegar.

El próximo tramo en este relevo lo hará Arturo Marcano.

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Las primeras impresiones siempre tienen mucho peso. Por algo existe la frase del 'amor a primera vista'. Y la ciudad de Toronto enamora sin mucho esfuerzo ni requisitos de tiempo.

Esa primera impresión -primerísima debería decir- tuvo esta vez un ingrediente extra. En términos deportivos, fue como quien remonta un marcador adverso, pero no en una cancha, sino del cielo al suelo. Literalmente.

Al igual que le sucedió a casi todos los que viajamos desde los alrededores de Bristol a Toronto, el transporte fue en un avión con cabida para 18 pasajeros, sin asistente de vuelo, construido quizás en 1950 y cosméticamente rejuvenecido en 1952. Su comportamiento en el aire era de esperarse. A pocos metros de aterrizar, todavía no enderezaba. Y de repente: zas. Tocó tierra, léase suelo de Toronto, con una suavidad y perfección que cambió el panorama y los augurios inmediatos.

"Gracias por la bienvenida", me dije en silencio.

Ya camino al hotel, el chofer sazonó el primer pensamiento: "Toronto es como Nueva York... sin lo malo".

Eso fue hace ya más de una semana. Y cada día me convenzo más de que, si bien era un poco exagerada la apreciación, no era para nada desviada.

Toronto parece tener mucho de lo bueno y poco de lo malo de las grandes ciudades, independientemente de dónde se tire la raya de lo que significa ser una 'gran ciudad'. Probablemente para nuestros países hispanos la definición no sea idéntica a la que daría un anglosajón, pero en la práctica, de pisarla se reconoce.

La vida, la faena periodística y un poco de espíritu de aventura me han llevado a caminar las calles de una veintena de ciudades que han albergado Juegos Olímpicos, Panamericanos y/o Centroamericanos y del Caribe. Y todas tienen su atractivo, aunque no sea el mismo en unas y otras. Lo que sin lugar a dudas sí comparten es ese calor de su gente.

Naturalmente, las grandes instalaciones, suficientes hospederías, un eficiente sistema de transporte público masivo, espacios abiertos para entretener a los espectadores más allá del aspecto deportivo y capacidad económica son varios de los cimientos necesarios para tan siquiera aspirar a ser sede de un gran evento multideportivo.

Pero también lo es su gente; ese carácter de anfitrión que va más allá de aceptar sacrificios durante un periodo para hacer lucir bien el terreno propio. Es imprescindible una oferta genuina, natural, espontánea de sentir y expresar ese orgullo de su ciudad, de mostrar su mejor cara, de decirle al visitante 'me alegro de que estés aquí, y te voy a ayudar a que lo disfrutes'. Y Toronto la tiene. Desde la joven mesera que expertamente describe y promociona la cerveza local, al conductor de la van que luce capacitado para grabar un segmento televisivo sobre Azulejos, Raptors y Maple Leafs, todos parecen compartir ese entusiasmo. Y da gusto reciprocarlo.

Y si de reciprocar se trata, agradezco a Gonzalo Aguirregomezcorta la entrega del batón; el mismo que ahora entrego a Carlos Arratia.

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Entramos en la última semana de los Panamericanos, las sensaciones han sido realmente positivas en todos los aspectos, tanto laboral como deportivo. Digo esto porque una de mis preocupaciones antes de meterme de lleno en la cobertura era precisamente lo laboral y las relaciones humanas, por suerte todo ha funcionado a las mil maravillas: un grupo muy responsable y con una disposición envidiable a todas las tareas asignadas, así que el trabajo se ha hecho más fácil y fluido. Esa actitud y eficiencia se transmite en cada una de nuestras transmisiones.

Por el lado de lo deportivo, ha sido fascinante observar deportes que a lo mejor uno los deja pasar por ser el fútbol nuestra pasión. Pero es digno de destacar el orgullo y profesionalismo de cada uno de los atletas que se han hecho presentes en estos Panamericanos. Aunque algunos deportes no son catalogados por lo que realmente se merecen, cada deporte tiene su encanto. Observar el voleibol o el balonmano me trae recuerdos de mi juventud en el Colegio de La Salle en Santiago de Chile, deportes que si tenían importancia en ese momento porque los practiqué.

Una de las cosas que vale la pena destacar de estos Panamericanos, es que los dueños de casa lo han disfrutado a plenitud. Toronto, la sede, ha sido una ciudad que ha tomado con orgullo la organización de este evento y lo hace sentir en cada uno de los lugares donde haya una especialidad deportiva, y si actúa un local con mayor razón el sentimiento aumenta.

En el aspecto deportivo, mis primeros Panamericanos, me han dejado grabado situaciones realmente impresionantes. Me impactó ver la llegada de las maratonistas después de 42.195 kilómetros de carrera bajo un fuerte sol y una humedad muy alta. Ver a estas atletas que tienen que ser acarreadas literalmente para que no colapsen, totalmente deshidratadas, en la que el poder mental más que el físico tiene un factor fundamental para poder llegar a la meta. Verlo en vivo y en directo me impresionó y no tengo miedo en repetirlo, porque el esfuerzo de cada una de ellas es digno de aplaudir y alabar aunque su sueño no haya sido completado con una medalla.

He disfrutado estos Juegos Panamericanos, aunque ya han pasado casi tres semanas fuera de casa, el esfuerzo de a lo mejor no tener un día libre, rebuscar un momento para poder por lo menos tomar un aire y sacarse de la cabeza esta responsabilidad, tiene esta recompensa de disfrutar unos Panamericanos que han sido bien organizados y por lo menos a falta de una semana con la satisfacción del trabajo cumplido.

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Aprovecho mi segunda oportunidad en este relevo panamericano para contarles un poco de las coberturas del voleibol, el apoyo de los canadienses a los eventos en Toronto 2015 y de un compañero que logró enamorarme del deporte del squash solo para dejarme esperando por él en la final de individuales.

Y no, no voy a revelar por ahora el secreto de 'El Tapa' Nava, esperaré a hacerlo en mi próximo tramo.

Le paso la estafeta a José Del Valle, que seguramente les tendrá un relato de altura.

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Todo esto vale la pena

FECHA
19/07
2015
por Gonzalo Aguirregomezcorta

TORONTO - Por si quedaba alguna duda, la vida del reportero puede llegar a ser de lo más intensa. Y ya si hablamos de cubrir los Juegos Panamericanos, la cosa toma un tinte curioso. Es apasionante el estar pendiente de lo que sucede en las 36 disciplinas que se practican, inspirador el hablar con deportistas de todo tipo de modalidades que tienen que luchar contra viento y marea para lograr una presea de oro. Deportes olvidados de la mano de Dios que no reciben subvenciones, como el tiro, el pentatlón moderno y otros muchos que ahora están en el centro de todos los focos pero que luego pasan al olvido.

Es inevitable. Al final el interés está en otros menesteres y muchas de las modalidades que vemos en este tipo de eventos o incluso los Juegos Olímpicos no dejan de ser minoritarias. Tanto que en algunos casos no tienen Federación que les represente. Véase el equipo de pentatlón del Perú, el caso más reciente con el que me he topado. Han tenido que luchar mucho para poder conseguir que el Comité Olímpico les ayude y las trabas que están encontrando para desarrollar esta disciplina de cinco deportes son innumerables.

Y así, entre las bofetadas de realidad, resultados, alegrías, decepciones e historias de superación pasa el tiempo. Atletas que ganan metales tras haber sufrido lesiones, favoritos que no cumplen las expectativas, o ese padre que no ha conocido a su hijo recién nacido porque está en plena competición. Y las horas se van sin remedio. Hasta 15 horas diarias estamos echando editores, realizadores, técnicos, reporteros, productores, escritores...

Y el correcalles de siempre. El ir de un lado a otro como si nos diera la vida en ello, básicamente porque nos da la vida en ello. Porque debemos estar justo donde está la historia, donde se cuece la noticia, donde el interés aflora. Y no importa que las distancias sean en ocasiones imposibles, o los planes cambien, o se tengan que hacer auténticos rompecabezas para cuadrar las cosas.

Todo vale cuando se trata de informar, de sensibilizar y de lograr que todo llegue a tiempo para ustedes. Y es que, al fin y al cabo son ustedes el fin último de todos nuestros ajetreos, cacheos, sudores, tensiones y emociones. Porque todo esto es una experiencia inolvidable, pero sin alguien que nos ve, nos escucha y nos lee, nada de esto tendría sentido.

Recibe la estafeta de este largo relevo Jaime Vega Curry.

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Toronto se moviliza al ritmo de los Juegos Panamericanos en una ciudad multicultural, en la que encontrar cocina típica de la ciudad no es una tarea fácil, ya que estamos rodeados de los típicos fast foods o restaurants de otros tipos de cocina, como la italiana o la oriental.

Mas alla de que nos informamos que la gastronomía canadiense forma sus bases en la cocina inglesa y francesa sabemos que lo tradicional es Fiddleheads muy típico en Nueva Brunswick y Poutine originario de Quebec, así que no desmayaremos hasta encontrarlos y degustarlos.

No resulta fácil explicar, lo que resulta pasar de cubrir un evento deportivo de un solo deporte a uno multideportivo. En 2014 experimentamos lo que fue pasar en 48 horas de cubrir Roland Garros, a cubrir el Mundial de Brasil 2014, y más allá de que eran dos grandes eventos de dos deportes diferentes la sensación no es la misma hoy, que pasamos de cubrir Wimbledon a estos Juegos Panamericanos de Toronto. No sé si es porque es mi primer evento multideportivo, o si por ser un verdadero amante de los deportes, me encuentro abrumado por la oferta.

Otra cosa que realmente abruma es como la tecnología ha pasado a ser "tan parte" de nuestras vidas, es en estos tipos de evento, donde nos reencontarmos con colegas a los que no veíamos desde hace un tiempo, donde nos tocó cubrir otros eventos, y me doy cuenta que si no los llamo por su nombre, pasaran de largo por mi costado sin siquiera darse cuenta que existo, ya que estan tan imbuídos en "su twitter" o en "su facebook" o en "su whatsupp".

Recuerdo que hace mucho tiempo le pregunté a mi padre cuales eran los programas de televisión que a él más le gustaban cuando era chico, y el me contesto: Hijo, en mi epoca de chico, no había televisión...recuerdo que mi mandibula cayó hasta el piso por la sorpresa. Hoy es la mandibula de mis colegas la que cae hasta el piso cuando les digo que no uso Twitter ni Facebook.

¿O sea que no tienes seguidores? Me preguntan.

¡Como no!, les respondo yo...los que me escuchan por la radio de lunes a viernes de 9.00 pm. a 11.00 pm., los que me llaman por telefono, los que me saludan por la calle, los que cuando se sientan a almorzar conmigo me miran a los ojos y no estan pendientes de cuantos más los están siguiendo...

Así termino y dejo la responsabilidad del relevo en manos de mi colega Gonzalo Aguirregomezcorta.

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Ha pasado una semana desde que se encendió la antorcha de los juegos Panamericanos de Toronto 2015 y la experiencia ha sido enriquecedora. La gran mayoría de eventos que me ha tocado cubrir en mi carrera profesional han sido exclusivamente de fútbol. Estos Panamericanos me han dado la oportunidad de convivir con deportistas de distintas disciplinas.

La primera gran diferencia que he notado entre ellos y los futbolistas es accesibilidad. Es relativamente fácil conseguir una entrevista con un deportista que obtiene una medalla. El dinero, la fama y los medios de comunicación todavía no los han mareado ni confundido. Al futbolista le hemos dado un estatus, en mi opinión, demasiado importante, al punto que tener una nota con Messi o Cristiano Ronaldo es demasiado complicado.

Siguiendo con esta comparación, me queda claro que la gran mayoría de gobiernos latinoamericanos invierten la mayoría de sus presupuestos deportivos en el fútbol; paradójicamente es donde menos resultados positivos obtienen. México, por ejemplo, genera e invierte millones de dólares en el fútbol y El Tri sigue aspirando a un quinto partido en un Mundial. En Toronto, ya es sexto en el medallero.

Mientras escribo este texto, pienso en mi selección de Guatemala que acaba de perder ante Cuba en la Copa Oro, una derrota que nos ha dejado fuera de la competencia. A pesar de las carencias económicas de mi país, el fútbol sigue siendo el deporte que más ayuda recibe del gobierno y nuestra selección nunca ha llegado a una Copa del Mundo y, ahora, es incapaz de ganarle a una selección del Caribe. De manera contrastante, hace dos días, Jorge Vega López ganaba la primera medalla de Oro para Guatemala en gimnasia masculina.

El logro de este gimnasta guatemalteco no fue gracias al gobierno, fue un logro a pesar de su gobierno. Ahora aparecerán los hombres de pantalón largo que se subirán al carro de la victoria. Pero no nos confundamos, esa medalla de Oro es sólo de Vega, esa medalla es producto de su esfuerzo, de su disciplina y de su constancia.

Historias de triunfos ante la adversidad como la de Jorge Vega López hay muchas en estos Juegos Panamericanos y, seguramente, seguirán surgiendo otras más. Los Panamericanos son la esencia del deporte y estoy agradecido de poder ser parte de esta carrusel de emociones. Por hoy me despido de ustedes, pero regresaré en una edición más de Relevo Panamericano.

Mientras, le entrego la posta a Giovanni Scavia.

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