Tres años después de anotar el único gol de la final de Brasil 2014 ante la Argentina de Messi, Götze debe comenzar casi de cero. Una enfermedad denominada miopatía, un desorden metabólico que afecta el funcionamiento de los músculos, le ha alejado del fútbol durante cinco meses. Mario regresó a entrenar de lleno con el Dortmund apenas esta semana y espera ser protagonista en la próxima Bundelisga luego de jugar solamente 11 partidos en su año de regreso con el club de su infancia.
Aquel gol en la final del Mundial el 13 de julio de 2014 cerraba una temporada mágica para Mario Götze, quien un año antes había dejado al Dortmund para fichar por el Bayern Munich y convertirse en el talento joven más venerado del fútbol alemán. Joachim Low lo bautizó el "Niño Maravilla", Matthias Sammer, entonces Director Deportivo del Bayern, se refirió a él como "uno de los más grandes talentos que hemos tenido". Un gol en el Maracaná lo anotó con 22 años recién cumplidos y el cielo parecía un límite corto para su talento, pero después del mundial Götze solo encontró decepciones.
En su segundo año con el Bayern solo marcó 9 goles en 28 partidos, al año siguiente jugó apenas 11 partidos de liga a las órdenes de Guardiola y lo mejor de su temporada llegó cuando le anotó a su exequipo, el Dortmund, en la goleada del Bayern 5-1 durante la fecha 8 del campeonato. Su rendimiento fue tan pobre que el Borussia Dortmund pudo repescarlo por ¬20 millones cuando el Bayern había pagado 35 por él tres veranos antes. Hoy, después de cinco meses de luchar contra un desorden muscular y alejarse de los reflectores, Mario Götze comienza de nuevo en Dortmund, sin grandes expectativas, sin reflectores, pero con la ilusión de al menos acercarse a la gloria que tocó con su botín izquierdo aquel verano en Río de Janeiro.
La Juventus ha conquistado la Copa de Europa (Liga de Campeones desde 1992) en dos ocasiones y tan solo después de su último título en 1996, el Real Madrid ha ganado el mismo trofeo en cinco ocasiones para totalizar once en su historia. Entre esos cinco se incluye el que le ganaron precisamente a la Juve en Amsterdam y que revivió el pedigrí europeo de los blancos al tiempo que frenó el ascenso de una Juve que aspiraba a su segundo título en su tercera final consecutiva.
La final de Cardiff, por duro que suene, enfrentará de nuevo al club más ganador y al más perdedor en la historia del torneo. Nadie, salvo la Juventus, ha perdido 6 finales de Champions y nadie, salvo el Madrid, ha levantado el máximo trofeo más de 7 veces. El Real Madrid tiene la mitad de derrotas en finales (3) que la Juve (6) en casi el doble de finales disputadas (14 vs 8). Claro que todo eso forma parte de la historia, una que no necesariamente afectará el futuro.
La de 1998 era una final con favoritismo para la Juve que tenía en sus filas a un Zidane ya considerado uno de los mejores del mundo (tres años después el Madrid lo convirtió en el más costoso), a Alessandro Del Piero, el mejor jugador italiano de su época y en la delantera a Filippo Inzaghi, uno de los tres mejores goleadores en la historia de las competencias de UEFA antes de que Messi y Cristiano llevaran esa lucha a otro nivel.
El Madrid era también un equipo poderoso pero sin el éxito de la Juve en las temporadas anteriores. Fue eliminado por la propia escuadra bianconera en cuartos de final dos ediciones antes y ni siquiera participó en cuatro ediciones del torneo entre 1992 y 1997. En el camino a aquella final en Amsterdam en 1998, la Juve ganó su vigésimo quinto Scudetto mientras que el Madrid apenas terminó cuarto en una liga que ganó el Barcelona con 11 puntos más que los merengues. Aun así las individualidades merengues avisaban que la final de esa Champions sería una batalla aparte: Raúl, Morientes, Mijatovic (el héroe goleador), Redondo, Seedorf y Roberto Carlos entre otros.
Adelantemos 19 años. La Juventus y el Real Madrid de este 2017 son equipos con muy pocas debilidades. Elegir un favorito no resulta sencillo. Si para hacerlo nos guiamos exclusivamente por el andar de cada club en el torneo, la Juve levanta la mano.
Hasta el gol de Mbappé en la vuelta de semifinales frente al Mónaco, la Signora sumaba 663 minutos sin permitir anotación y en todo el torneo permitió solo 3 goles en 12 partidos. Paulo Dybala llegó a su punto de maduración en el momento ideal y la ventaja en el campeonato local permitió a Allegri administrar a sus titulares en el último mes de torneo.
El Madrid cuenta con Cristiano y aunque su aporte en las últimas dos finales jugadas por los blancos no haya sido extraordinario, es el goleador histórico de la competencia y cerró la fase de eliminación directa con 8 goles en los últimos cuatro partidos. Luego están los famosos intangibles del fútbol. El peso de la historia, de la camiseta, el ADN ganador y cuanto cliché usted haya escuchado en este deporte. Pero por algo esas frases perduran en el tiempo y por algo el fútbol es uno de los pocos deportes difíciles de explicar más allá de los números. La cabeza dice que la Juve se lo lleva y quizás esta vez "el peso de la historia" se convierta en el "cambio de la historia".
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Se va Il Capitano. Se va oficialmente de las canchas italianas porque en los últimos dos años su talento ha deleitado nuestra pupila apenas a cuenta gotas; menos de 400 minutos por temporada que es algo así como cuatro partidos completos al año. Difícil ver así al gran capitán.
Francesco Totti debe saber que su futuro en la Roma no incluye minutos de fútbol y que su futuro en otra parte, simplemente no tendría sentido, no a estas alturas al menos. El propio Francesco contó que alguna vez le tentó el Madrid y que fue la única ocasión en la que siquiera pensó lo que sería su vida lejos del Olímpico.
El sábado antes de su último partido con la camiseta de la Roma, Totti colocó en su sitio web un mensaje titulado Listo para un nuevo reto. En ese corto texto que subió también en su muro de Facebook, el veterano de 40 años dejó el balón botando. "Desde el lunes estoy listo para partir de nuevo. Listo para un nuevo reto". Así concluía su pequeña carta a los aficionados.
Muchos rumores rodean su futuro e incluyen destinos como China, Qatar o Estados Unidos. Como aficionado egoísta muchos querríamos pedirle a Totti que no escuche ninguna de esas voces, que no nos deje verlo con otro uniforme de club que no sea el rojo y amarillo, que queremos recordarle como uno de esos fenómenos modernos que en el fútbol decidió defender siempre los mismo colores.
¿Pero quiénes somos para decidir por él?. No es fácil ver a un deportista querer alargar su carrera cuando quienes le disfrutamos preferimos guardar en la retina la imagen de un grande, de un invencible. Maldini, Puyol, Giggs y unos pocos más resistieron las ganas de volver a saltar al campo y cambio serán recordados como parte de una especie en extinción. Ojalá Il Capitano se una a ese club.
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No sé si habrá sido porque apenas comienza el año, porque algunos todavía nos estamos reponiendo de un movido 2016 (Champions, Olímpicos, Euro, Mundial de clubes) pero por alguna razón la expansión de la Copa del Mundo de 32 a 48 equipos es una historia que solo empieza a tener la atención que merece, después de consumada.
¡Estamos hablando del Mundial! Es un mes de éxtasis cada cuatro años para los aficionados y no tan aficionados al futbol, y desde hoy la forma en que se juega sufrió un cambio radical. Mientras terminamos de digerir e imaginar cómo será el nuevo Mundial en 9 años, trataré de analizar objetivamente las cosas malas y las buenas de tener una Copa del Mundo con 48 naciones:
LO MALO
• La decisión de ampliar los cupos al Mundial es, primero y principal, económica. De 64 partidos con sus respectivos pagos por derechos de TV pasaremos a 80 y además aquellos países no habituales que lleguen al Mundial traerán nuevos patrocinadores y marcas que primero tendrán que pasar por la caja de FIFA a dejar su cuota por vincularse oficialmente al torneo. Por más que Gianni Infantino hable de darle oportunidad a otros países de vivir la experiencia de un Mundial, el espíritu deportivo poco tiene que ver con la decisión de expansión tomada por FIFA.
• El nivel de juego. Esta tiene truco y cuando repasemos "lo bueno" veremos por qué. Lo primero que viene a la mente es que con 48 equipos el mundial dejará de juntar a la élite del fútbol (aunque ya había varias excepciones) para terminar aceptando a equipos mediocres beneficiados por la repartición de cupos en su confederación. Acá es donde reside el mayor problema. Aunque no está confirmado, la versión que más fuerte suena indica que de los 16 nuevos cupos, Asía y África se quedarían con la mitad. La eliminatoria asiática pasaría de repartir 4 cupos más un repechaje al mundial a entregar 8 cupos directos y otro a repesca. África pasaría de 5 a 9. Bajo esas circunstancias al mundial de Brasil, hubieran asistido (además de las selecciones que clasificaron) Jordania, Uzbekistán, Qatar y Omán por Asia; y Burkina Faso, Etiopía, Túnez y Senegal lo hubieran hecho también por África. Exacto. En 2026 habrá selecciones que usted jamás escuchó nombrar.
• La fase de grupos. ¿Tres equipos hacen un grupo? En casi ningún deporte ocurre, menos en el fútbol y por diversas razones. La fase de grupos pasará a ser una mera formalidad más aún cuando de tres selecciones clasificarán dos. Pero el asunto trae complicaciones. Si con cuatro equipos resultan engorrosos los criterios de desempates, con tres selecciones las probabilidades de igualdad se incrementan. Es por eso que una de las propuestas incluye eliminar los empates y que los partidos igualados en fase de grupos se definan por penales. Esto abriría la posibilidad a que los equipos "chicos" se "cuelguen del arco" para buscar el milagro desde los 12 pasos. Suena a todo menos espectacular.
LO BUENO
• Mundial para todos. Esta es la premisa de Infantino, aunque pocos le creen. Pero aunque no sea la motivación principal, ciertamente en países como Venezuela, Panamá, El Salvador, Islandia o San Marino, ver a sus selecciones en una Copa del Mundo no parece hoy tan lejano como en las décadas anteriores. La ecuación es clara: más cupos, más probabilidades de llegar a la tierra prometida. Para aquellas selecciones que han sobrevivido años de fracasos, el Mundial de 48 equipos es una bendición.
• Más fútbol. Ok, el punto anterior puede ser bueno para unos y no tanto para otros, pero donde la alegría es unánime es en el hecho de que podremos ver más fútbol. Poder disfrutar de 16 partidos extra durante el mismo período (un mes) es motivo suficiente para sonreír aun cuando algunos de ellos no serán de la mejor calidad. Dentro de lo negativo del formato hay un lado beneficioso, el aumento de partidos no incidirá en desgaste extra para los futbolistas. Como ocurre hasta ahora, ningún equipo jugará más de 7 encuentros. Es más, una de las ideas de FIFA es suprimir las prórrogas e ir directo a los penales al menos hasta cuartos de final.
• El nivel de juego. Como explicaba más arriba este tema permite dos ópticas diferentes. Ya dejamos claro que un Mundial de 48 equipos nos podría deparar un Omán contra Irlanda en primera ronda por ejemplo, pero uno de los beneficios del nuevo formato es que se resta un partido de fase de grupos y se agrega uno de eliminación directa con las emociones que ello representa dentro de un Mundial. ¿Ejemplo? el Alemania contra Argelia de octavos en Brasil 2014 fue uno de los partidos más emocionantes del torneo y eso que los tres goles llegaron después del minuto 90. Además si nos atenemos a la premisa de que llegarán equipos de muy bajo nivel y sin chance de competir, entonces esos equipos solo jugarían dos partidos en la competencia en vez de los tres que tendrían asegurados con el actual formato. ¿Le preocupa a usted que los equipos chicos sean goleados?... mmm... la peor goleada del pasado Mundial se la propinó Alemania al pentacampeón y organizador del torneo (7-1).
• Grandes historias. ¿Quién no se emocionó al ver a Costa Rica dejar en el camino a Italia e Inglaterra y poner contra las cuerdas a Holanda en Brasil 2014. ¿Quién no gritó al menos un gol de Islandia durante la Euro? Las historias de cenicientas siempre han animado los mundiales, menos claro está, cuando se producen bajo sospechas como aquel cuarto lugar de Corea del Sur en "su" Copa Del Mundo.
Siendo sincero, aún no decido si me gusta más o menos que los mundiales del futuro se jueguen con 48 selecciones, lo sabré cuando termine el torneo, pero me queda claro que el Mundial seguirá siendo el evento deportivo universal por excelencia, con o sin Burkina Faso.
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Estos Cavaliers son muy diferentes a los de hace un año, pero también estos Warriors son claramente una versión mejorada del equipo que alzó el trofeo Larry O'Brien y que, en el camino, perdió solo dos juegos en casa durante la postemporada. Entonces la pregunta que muchos se hacen es ¿podrán estos Cavs vencer a unos Warriors aún mejores que los de 2015?. La respuesta depende de varios factores, pero en cuánto a potencial se refiere, es un escenario más que posible.
Golden State venció a Cleveland hace un año de manera contundente, pero aquellos que ahora no le dan chance alguno a LeBron y compañía quizás olvidan que la serie final llegó a estar 2-1 a favor de unos Cavs que ya jugaban sin el lesionado Kevin Love y que sumaron sus dos triunfos sin Kyrie Irving, cuya rodilla fracturada lo sacó de la serie después del Juego 1.
De ahí en más todo el peso ofensivo de Cleveland cayó sobre los hombros de LeBron que en sus dos títulos con Miami había contado siempre con aliados como Wade, Bosh y, como no, Ray Allen. En toda la serie final de 2015, James tomó 196 tiros al aro, una cifra escandalosa comparada con los 122 que tomó Stephen Curry durante los mismos 6 juegos. ¿Egoísmo? Todo lo contrario. A James se la ha conocido, y muchas veces criticado, por ceder el balón de más a sus compañeros cuando el juego está en la línea. Pero el elenco de reparto de Cleveland se derrumbó dramáticamente después del Juego 3. En los tres duelos finales J.R. Smith tiró un 28% de campo mientras que Iman Shumpert tuvo un porcentaje de acierto del 25%. LeBron se vio obligado a tirar más y la inefectividad de sus compañeros facilitó la estrategia defensiva de Golden State que "limitó" a James a un 40% de campo.
Por eso estas finales pueden ser diferentes, al menos deberían ser más parejas. El aporte ofensivo de Irving (23 puntos 6 asistencias en el Juego 1 en 2015) sería de por sí un factor de mejoría para Cleveland, pero la verdadera clave es la presencia de Kevin Love. Con Love en la cancha y su efectividad de larga distancia, los Cavs pueden abrir mucho más su ofensiva y generar un espacio que James podría aprovechar en la pintura, donde más productivo ha sido esta temporada. Más allá de las lesiones, el gran error de Cleveland en las finales pasadas fue entrar en el juego de Golden State con una alineación "pequeña". El Thunder tuvo un éxito parcial aprovechando la debilidad de los Warriors con su falta de estatura bajo el tablero y los Cavs podrían explotarla utilizando más a Tristan Thompson y Timofey Mozgov además de diseñar más ofensivas para LeBron en el poste bajo.
Dicho todo esto, los Warriors siguen partiendo como favoritos. Dominaron a Cleveland en la temporada regular y su juego de perímetro sigue siendo indefendible en una serie completa. Si las finales se convierten en una guerra de triples, Golden State llevará las de ganar. Pero esta vez Cleveland y LeBron no tienen excusas. Llegan completos y mucho más enteros físicamente que unos Warriors que perdieron dos veces a Curry por lesiones en esta postemporada y que batallaron siete juegos en una serie muy física contra Oklahoma. Para LeBron es ahora o nunca.
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En la acera de enfrente la mayor sorpresa es que el banquillo sigue ocupado por Manuel Pellegrini. El chileno sobrevivió una temporada sin títulos, pero la presión será más alta que nunca y la paciencia más escasa. El Manchester City apostó fuerte a un inglés en este verano. Raheem Sterling costó 48 millones de euros y su misión es revitalizar un ataque Agüero-dependiente hasta la fecha. Fabian Delph llegó del Aston Villa para reforzar la media, pero el gran problema sin atender sigue siendo la defensa. Kompany y Managala fueron reprobados el año pasado y esta temporada no tendrán mayor relevo.
Por segundo verano consecutivo, Liverpool se desprendió de su mejor jugador, o en este caso, jugadores. Raheem Sterling y el capitán Steven Gerrard. Las llegadas no parecen equilibrar las partidas. El brasileño Roberto Firmino llega del Hoffenheim, donde firmó solo siete goles la temporada pasada y el belga Cristian Benteke viene de anotar trece con el Villa. Coutinho volverá a encargarse de la creación y de extender la estadía de un cuestionado Brendan Rodgers.
El Arsenal volverá a luchar contra su etiqueta de perdedor bajo el mando del eterno Arsene Wenger. La esperanza se centra en otra súper temporada del chileno Alexis Sanchez y de un paso al frente del talento joven pero con un año más de experiencia en el club: Jack Wilshere, Aaron Ramsey y el prometedor Alex Oxlade-Chamberlain. La adición más notable llega con la solidez del portero ex Chelsea, Petr Cech.
Con la firme intención de meterse entre los cuatro mejores, como lo hizo en 2012, el Tottenham basa sus aspiraciones en un ataque lleno de talento. Erik Lamela, Christian Erikssen y Nacer Chadli están listos para crear sabiendo que delante de ellos aparece el inglés sensación, Harry Kane. El delantero que enamoró a White Hart Lane la temporada pasada con 21 goles, estará en la mira de los grandes pero los Spurs esperan que los lleve al éxito antes de que llegue la oferta irrechazable de un grande europeo.
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Pero la siguiente temporada presenta retos complicados para el PSV que vio como el verano se llevaba a sus dos figuras más prolíficas en el ataque. Memphis Depay y sus 22 goles partieron a Manchester y Georginio Wijnaldum, el capitán y cerebro del fútbol ofensivo tomó rumbo a Newcastle. Para atenuar esas ausencias los granjeros ficharon al número 10 del Vitesse, Davy Propper. El medio ofensivo de 23 años ya debutó con la selección mayor este año y debe dar el salto de calidad rodeado de un equipo sólido. El sueño de Cocú y compañía era traer de vuelta a Ibrahim Afellay pero el internacional que pasó por Barcelona, Schalke y Olympiacos tras su partida en 2011, eligió el Stoke City sobre un posible retorno a Phillips Stadion. La defensa sufrirá además la baja de Karim Rekik quien partió al Marsella por lo que el club acelera su interés sobre el central mexicano del Espanyol, Héctor Moreno. El zurdo de Cuilacán conoce muy bien la liga en la que fue campeón en 2009 con el uniforme del AZ Alkmaar
Por ese notable desequilibrio en la balanza de compra-venta, el campeón cede el favoritismo ante el Ajax. Entre los clubes suman 55 títulos de liga pero los de Amsterdam llevan clara ventaja con 33. La victoria del verano para el pelotón de Frank de Boer fue retener a su número 10 y motor ofensivo, Davy Klasen. La velocidad por los extremos la pondrá Viktor Fischer, el danés de 21 años que no pudo explotar el año pasado por culpa de una lesión que le dejó jugar apenas cuatro partidos. Para reforzar la ofensiva los de la capital trajeron del AZ al serbio Nemanja Gudelj y al delantero de 21 años, Amin Younes, quien viene de ser finalista del Europeo Sub-21 con Alemania. Además el francés Yaya Sanogo se une a préstamo por un año después de su paso por la Premier League. En la zaga, la salida del finlandés Niklas Moisander a la Sampdoria se ve compensada con el retorno del veterano John Heitinga, producto de la academia del Ajax y que abandonó la Eredivisie en 2008 para jugar en España.
El Feyenoord fue subcampeón hace dos temporadas bajo la dirección de Ronald Koeman y gracias a los goles del italiano Graziano Pellé. Ninguno estuvo la temporada pasada y al equipo de Rotterdam solo le alcanzó para el cuarto puesto y un playoff fallido que le dejó fuera de Europa. Antes del mundial de Brasil, el Feyenoord fue la base de la selección Naranja de la media hacia atrás, hoy casi todos migraron y el equipo es otro. Pero la gran esperanza es el retorno de una figura en el ocaso de su carrera. Máximo goleador de la Eredivisie hace una década y Mejor Futbolista Holandés ese mismo año, Dirk Kuyt es uno de los últimos símbolos del Feyenoord y a sus 35 años regresará después de su paso por el Liverpool y el Ferenbhaçe. En el banquillo Giovanni van Bronckhorst vivirá su primera temporada completa.
Mucho más lejos se asoma el último campeón no llamado Ajax o PSV. El FC Twente está a años luz de ser el equipo que le arrebató el título al Ajax en la recta final de la temporada 2009-2010. El cuadro de Enschede luchó contra todo la temporada pasada, incluyendo los problemas económicos que empujaron a la liga a restarle seis puntos por no cumplir con las reglas financieras del torneo. Al menos esta vez pudieron retener a una parte de su talento, especialmente al mexicano Jesús Manuel Corona. Pero el conjunto de Alfred Schreuder se desprendió de al menos cinco titulares en este verano y es muy posible que su principal objetivo sea luchar por permanecer en primera división.
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Quedaban solo ocho segundos en el reloj y Stephen Curry anotó apenas su quinta canasta de la noche, pero parecía que la historia del Juego 1 de las Finales de la NBA se iba a repetir.
Cleveland nadaría con esfuerzo a la orilla sólo para darse cuenta que al final le faltarían un par de brazadas. El doble del MVP de la temporada empataba el juego 87-87 después que los Cavs estuvieran arriba todo el resto del último período y llegaran a tener una ventaja de nueve puntos a cinco minutos del final.
Pero esta vez los Cavs no se vieron limitados a solo dos puntos en el tiempo extra y fueron los Warriors los que nunca terminaron por encontrar su ritmo de tiro, ni siquiera en la prórroga. Solo Draymond Green anotó en movimiento en el alargue y Stephen Curry cerró una de sus peores noches de toda la temporada. Cleveland se llevó el juego dos de la serie con triunfo de 95 a 93 en una batalla que tuvo dos protagonistas evidentes y otros dos menos celebrados.
Primero. LeBron James. LeBron simplemente ha masacrado a la defensa de Golden State esta temporada. Contando el único juego en el que enfrentó a los Warriors en la fase regular y estos dos de las finales, James promedia 42 puntos por partido contra el equipo de Steve Kerr. No sólo eso. De nuevo comandó a los Cavs en las tres estadísticas más notables: 39 puntos, 16 rebotes y 11 asistencias (el resto del equipo solo dio tres asistencias). James ha despejado en estas finales cualquier duda sobre su status de mejor jugador de la NBA y plantadouna nueva en la mente de aquellos que se niegan a colocarlo entre los mejores de la historia.
Segundo. Stephen Curry. El base armador de los Warriors anotó solo cinco canastas en 23 intentos, apenas dos triples de 15 lanzados y perdió el balón en la última posesión del equipo en la prórroga. El lado positivo para Golden State es que difícilmente Steph tendrá un juego peor el resto de la serie.
Después los dos héroes inesperados. Matthew Dellavedova jugó solo nueve minutos y se fue sin puntos del primer partido de las finales. Peor aún, el australiano se tardó en llegar al autobús del equipo que terminó partiendo sin él. Delly tuvo que tomar un auto particular para volver a su habitación. Todo cambió este domingo. Sin el lesionado Kyrie Irving, Dellavedova jugó 42 minutos, anotó nueve puntos (todos entre el último cuarto y la prórroga), tomó un rebote ofensivo en la penúltima posesión del tiempo extra y mientras él defendió a Stephen Curry, el MVP se fue en ceros.
El otro en levantar su juego fue el ruso Timofey Mozgov. El centro de los Cavs terminó con 17 puntos y 11 rebotes y en momentos en los que LeBron James miraba a los lados y no conseguía cómplices ofensivos, le dio un respiro al líder del equipo.
La serie se muda ahora a Cleveland para jugar el partido tres (martes) y el cuatro (jueves). El panorama está más abierto que nunca aún sin Kyrie Irving. Los Cavs le quitaron (por ahora) la ventaja de casa a los Warriors pero con un día de viaje de por medio y sin descanso, las dos noches bestiales de LeBron James pueden pasarle factura a Cleveland.
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MÉXICO -- Una final más para LeBron James. Mucho que perder y poco que ganar. LeBron tendrá que luchar no contra Stephen Curry, no contra los Warriors sino contra un fantasma... el de Michael Jordan.
Por cada logro de James, por cada record, por cada muestra de su extraordinario talento, habrá siempre una réplica y una comparación. Pero, ¿es justo medir a LeBron en función de la sombra de Jordan? La primera comparación en la que James queda mal parado son las finales ganadas. Jordan conquistó las seis que jugó y fue más valioso en todas ellas. Lebron ha perdido una más de las que ha ganado y la última ante los Spurs fue particularmente contundente.
Jordan tuvo que esperar siete años en la liga para llegar a su primera final de NBA. Lo hizo con 27 años y junto a sus Bulls venció a los Lakers de Magic Johnson, toda una declaración de intenciones. Pero su majestad no estaba solo. Scottie Pippen promedió más de 20 puntos por partido y comandó a Chicago en rebotes con casi 10 por encuentro en aquellas finales. Un año más tarde la víctima fueron los Blazers de Clyde Drexler. Jordan volvió a comandar a los Bulls con más de 35 puntos por encuentro pero Pippen promedio más asistencias y rebotes que nadie en Chicago y volvió a ser el cómplice perfecto de Jordan.
La historia de LeBron y las finales es muy diferente. Llegó a su primera con solo dos años de experiencia en la liga con apenas 22 de edad. En el quinteto abridor de que aquellos Cavs que retaban a San Antonio en 2007 le acompañaban Drew Gooden, Larry Hughes, Sasha Pavlovic y Zydrunas Ilgauskas... un grupo nada prometedor. Los Spurs barrieron y Lebron no volvió a saborear las finales hasta 2011. Con el Heat, James perdió su primera y su última final pero en 2012 y 2013, ante Oklahoma y San Antonio respectivamente, cargó con el equipo al que comandó en puntos, rebotes y asistencias en ambos títulos, con Dwayne Wade y Chris Bosh en segundo plano.
Para medir el impacto que Lebron ha tenido en sus equipos solo basta con mirar hasta donde llegaron sin él. Esta temporada, la primera sin James en cinco años, el Heat gano solo 37 juegos y perdió 45, un record que no le alcanzo para entrar entre los ocho mejores de una Conferencia Este etiquetada de mediocre. Más fuerte fue la caída de los Cavs cuando Lebron decidió llevar sus talentos a South Beach en 2010. De ganar 61 juegos y terminar con el mejor record de su conferencia con James a la cabeza, Cleveland pasó a ganar solo 19 y perdió 63 al año siguiente para terminar con el segundo peor record de toda la NBA.
Los Bulls de Jordan eran un poco más que un elenco de reparto. Con Su Majestad dedicado al béisbol en 1994, el Chicago de Pippen y compañía ganó 55 juegos en la temporada regular y se quedó a un paso de la final de conferencia después de perder en siete juegos ante los Knicks de Patrick Ewing y John Stark.
Puede que Lebron jamás sume los seis anillos de Jordan, y está claro que nunca tendrá el impacto global de Su Majestad con su clavada desde el tiro libre, sus zapatos mágicos, sus comerciales y sus innumerables tiros ganadores; pero James hace historia por sus propios medios.
Hoy vuelve a llevar a un equipo regular al escenario más importante. Sin Kevin Love, sin Varejao, con Kyrie Irving golpeado. Sin ellos anotó 37 puntos tomó 18 rebotes y dio 13 asistencias para acabar casi solo con los Hawks en el juego tres de la final de conferencia. El hombre que puede jugar y defender todas las posiciones en el baloncesto tiene mucho que perder ante Golden State, pero si gana su tercer anillo de campeón agrandará un poco más su propia leyenda, la del hijo pródigo que regresó para darle a Cleveland su primer título deportivo en más de medio siglo.
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Más bajito que cualquiera de ellos, Curry acabó con la competencia de James Harden, LeBron James y Russell Westbrook por el premio de Más Valioso pero sobre todo trajo de regreso un estilo de baloncesto que combina la visión de la cancha de Steve Nash, la habilidad para tirar desde el drible o sin él que tenía Reggie Miller y el valor para anotar entre el tráfico de Allen Iverson.
Su delgado físico hizo que muchos pensaran que Curry no tendría un futuro estelar en la NBA pero Golden State no estaba en ese grupo. Los Warriors lo eligieron en 2009 con su séptima selección general y jamás se arrepintieron. Curry ha dominado la liga en triples tres temporadas consecutivas y en dos de ellas destruyó el record de canastas de 3 puntos que tenía Ray Allen.
Fue con un triple que puso contra la pared a los Pelicans en New Orleans. Su dramático tiro ganador en la cara de Anthony Davis ante los Pelicans dejó la mesa puesta para la barrida de los Warriors que tuvieron su serie más dura en semifinales de conferencia ante Memphis. Curry promedió 25 puntos por partido y en el sexto juego dominó a los Grizzlies con 32 y 10 asistencias para llevar a Golden State a su primera final de conferencia en 39 años. Ahí Curry volvió a tomar el control. Hundió 27 triples a lo largo de la final y en el juego tres rompió el record de anotaciones de tres en unos playoffs para el que Reggie Miller había necesitado 22 juegos... Curry lo rompió en 13.
Después de despachar a los Rockets en cinco juegos Golden State y Stephen Curry enfrentan su reto más grande. Derrotar al mejor jugador de su generación. LeBron James es la esperanza a la que se aferra Cleveland para su primer titulo deportivo en más de medio siglo, pero es otro nacido en Akron, Ohio, el que puede acabar con el sueño. Stephen Curry está listo para romper más cinturas y quemar las redes en el camino a su primer anillo de campeón de la NBA.
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Serena terminó el 2014 conquistando US Open, su Grand Slam 18, y el Tour Championship que cierra el año enfrentando a las 8 mejores de la WTA. El 2015 no comenzó de la misma manera. Williams se vio mal en la Copa Hopman que Estados Unidos terminó perdiendo ante Polonia; y tiene una historia reciente de comenzar el año en baja forma. Aún así el servicio de Serena, su golpeo e imponente físico suelen bastarle para superar a un pelotón de aspirantes que aún no ha mostrado la consistencia necesaria para bajar a la Williams de su trono en el tenis femenino.
Pero si Serena ha comenzado el año entre dudas, Venus lo hizo venciendo a Wozniacki en Auckland. La mayor de las hermanas terminó el 2014 en el Top 20, territorio inexplorado para ella desde 2010. Aun así si último título de Grand Slam llegó en 2008 y su único trofeo en Melbourne Park lo levantó hace doce años.
Justo detrás de Serena en el ranking, pero por encima en el favoritismo del público en Melbourne, aparece la rusa Maria Sharapova. Maria ha llegado a tres finales en este torneo y lo ganó en 2008, justo un año después de perder la final en tres sets con Serena. La rusa empezó el 2015 con triunfo en Brisbane perdiendo solo un set en su camino al titulo. Si llega a enfrentar a Serena en la final será el primer duelo entre las dos mejores del ranking en Melbourne desde 2004.
El único Grand Salm de Sharapova en 2014 fue el Abierto Francés y allí sobre la arcilla de Roland Garros, la rusa fue llevada al límite por la pequeña pero talentosa rumana Simona Halep. Con 1.68 mts de estatura pero un excelente juego de fondo, Halep también llegó a la final del Tour Championship que perdió ante Serena. Halep ganó en Shenzen para empezar el año pero tuvo que retirarse del Sidney International por una gastroenteritis.
Si Victoria Azarenka quiere conseguir un tercer titulo en Australia después de su bicampeonato en 2012 y 2013, tendrá que exhibir su mejor tenis. Vika cayó del Top 32 en 2014, un año lleno de lesiones, y por ello corre el riesgo de enfrentar a las mejores muy temprano en el torneo. La bielorrusa enfrentaría en segunda ronda a Caroline Wozniacki, quien usó el 2014 para superar el fin de su compromiso con Rory McIlroy, para llegar a la final del US Open y volver al Top 10. Wozniacki se retiró de Sidney hace algunos días por una lesión de muñeca.
Aunque Dominika Cibulkova aparece como sembrada número 11, su sorprendente llegada a la final de Australia en 2014 la pone en la discusión pero si hablamos de sorpresas, la favorita para darla es Eugenie Bouchard. La veinteañera tuvo un 2014 extraordinario. Le dio a Canadá su primer Top 5 en el tenis y su primera final de Grand Slam. Su semifinal en Melbourne hace un año la puso realmente en el mapa y 'Genie' buscará en este torneo la inspiración para dar el salto a las Grandes Ligas.
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