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Neri Romero, corazón de campeón

En Moscú, Neri Romero perdió por puntos ante el local Albert Batyrgaziev en un fallo unánime Gentileza IBA WORLD BOXING CHAMPIONS

Cuenta Neri Romero que, cuando empezaron a cantar el Himno Nacional Argentino en ese ring de Moscú, tuvo miedo de llorar.

"Se me hacía realidad un sueño que llevaba en el alma desde hacía doce años", dice. "Cerré los ojos, porque fue tan fuerte la emoción que tuve miedo de que las cámaras de la tele me mostraran llorando".

Cuenta Neri Romero que, cuando todo terminó, lloró largamente: "Estuve llorando bajo la ducha, agradecido a Dios, agradecido al boxeo por lo que me dio, agradecido a la vida por estar ahí. Mis técnicos venían en silencio a mirar si me había pasado algo, pero no, estaba llorando. Cuando dejamos el estadio, no tuve fuerzas ni para ponerme la campera: me puse la capucha, tomé la botellita de agua mineral que tenía y salí como pude, porque había dejado hasta la última gota de fuerza en el ring".

La derrota de Neri Romero en la noche de Moscú

El viernes 7 de marzo, en el ring de Dynamo Voleyball Arena, el argentino Neri Romero perdió por puntos ante el local Albert Batyrgaziev en un fallo unánime, luego de haber derribado a su rival en dos ocasiones en el tercer asalto. Hubo una tercera caída que no fue validada por el referí, como podría haberlo sido, ya que el hombre rebotó contra las sogas, en una acción que, al menos para este cronista fue muy dudosa.

La pelea, que fue por el título interino super pluma WBA (campeón: Lamont Roach Jr.), en poder del ruso, fue de un alto nivel emotivo.

El combate formó parte del programa IBA World Boxing Champions.

Romero ahora suma 18 victorias, de ellas 10 por fuera de combate, y una derrota.

La dura lesión de Neri Romero

Estuvo dos años y medio inactivo por la rotura del talón de Aquiles derecho. "Fue en un entrenamiento, al dar un paso al costado. El dolor me dijo que era grave y por cierto que lo fue, tuve rotura total del talón, pero me aferré a Dios y en ningún momento perdí la fe, a pesar de semejante lesión. Así estuve dos años y medio fuera del boxeo, me costó mucho, pero repito que nunca perdí la esperanza de volver y lo logré. Por eso no puedo olvidar a Kinear Rehabilitación y Atletas Cristianos, que siempre están a mi lado", explicó Romero.

Con yeso y muletas siguió asistiendo al gimnasio y así fue que ganó seis centímetros de espalda a fuerza de trabajar la parte superior del cuerpo. Y, aunque cualquiera hubiera apostado a que no iba a poder boxear más, volvió. Su gran actuación en Moscú lo consagra más allá de la derrota.

Cuando se anunció su oportunidad con Batyrgaziev, excampeón olímpico en Tokio, con una campaña profesional invicto de ahora 12 peleas, todas ganadas, con 8 fuera de combate, a los 26 años (diez menos que el argentino) fueron muy pocos los que le vieron chance de ganar. Y, aunque no ganó, Romero -que también anduvo por el suelo en el cuarto episodio- hizo un gran combate. Su rival, desesperado por momentos, apeló a todos los recursos, incluyendo empujones clarísimos y golpeando al argentino cuando este estaba en el suelo, por lo que el árbitro panameño Guillermo Pérez Pineda le descontó un punto.

El fallo unánime fue demasiado amplio para el campeón con 115-109, 116-108 y 113-110. Para este cronista, el último es el más ajustado a la realidad, ya que Neri bajó mucho su rendimiento en los últimos asaltos.

El campeón -que terminó con un corte en la ceja-, fue un habilidoso contragolpeador, de muy buena zurda al cuerpo y cabeza, aprovechando sus largos brazos con los que supo mantener a distancia al argentino, hasta que éste encontró su medida en la media y corta distancia con muy buenos golpes ascendentes.

"Siento que gané, pero no hablo del fallo, sino del tremendo cariño de la gente, porque hasta los mismos rusos terminaron gritando mi nombre. Creo que no me ganó mi rival, perdí yo, porque cuando estuvo a punto de caer por tercera vez, no logré rematarlo del todo, tal vez por no pegarle cuando empezaba a derrumbarse. Pero siento que gané porque tuve corazón hasta cuando me quedé sin fuerzas, gané en haber podido regresar al boxeo. Y eso, sinceramente, no se paga con nada", dijo Romero.

-¿Qué pasaba si te quedabas tirado cuando te pegó estando en el suelo? Lo hubieran descalificado.
-Si, es posible. Me lo dijeron después, pero ¿sabés qué? No fui a Moscú a tirarme un lance a ver qué pasaba con algo así, yo vine a ganar y a ganar en buena ley, por eso me levanté, porque mi corazón me dijo que había venido a ganar. Te cuento algo…

-Adelante.
-Mi mujer, Romina, me conoció cuando yo ni boxeaba, hace 16 años. Su papá, o sea mi suegro, Carlos, siempre fue uno de mis fanáticos más grandes junto a mi padre, Atilio. Mi suegro falleció un día antes de que yo viajara a Moscú, tenía 72 años. Antes de irse de esta vida, me pidió: "Andá y arráncale la cabeza, andá a ganar". Antes de morir, le había pedido a Romina que ella viajara igual, porque tenía que estar a mi lado. ¿Vos pensás que ante semejante prueba de amor yo me iba a quedar en el suelo por si al otro lo descalificaban? Nunca me lo hubiera perdonado mi conciencia, ni mi corazón, ni mis seres queridos... ¿Te cuento más?

-Escucho
-En el noveno round me metió un gancho al hígado que me partió en dos. Antes yo le había pegado uno y el ruso pegó un grito de dolor. Cuando llegué al rincón, yo estaba liquidado. Pero mi corazón me dijo que había que seguir, como fuera, y obedecí a mi corazón y seguí en combate.

Se entrena en el club Villa Raffo y en el Unidos de Diamante, de Valentín Alsina. Lo hace con el ya histórico Darío 'Colorado Fernández y Nacho Maturano, a quienes define como dos fanáticos.

"En Moscú se quedaban hasta las dos de la mañana hablando de boxeo, de boxeadores, de entrenamientos y peleas, escucharlos es un placer enorme porque son una mezcla perfecta de la juventud de Nacho y la experiencia del Colorado", contó Neri.

Junto a él, Germán Blanco, Andrés Villanueva y Matías Erbin (otro ya histórico radicado en Los Ángeles) han estado o están en la preparación física. Su médico, el doctor Walter Quintero, ha atendido a la mayoría de los campeones mundiales argentinos de los últimos veinte años.

"Son gente clásica del boxeo. Estar y tener un equipo así es maravilloso. Sumá a mi psicólogo, Juan Lanza, mi nutricionista, Santi Scarano, y a mis kinesiólogos, Charly, Leo Archero y Juampi Fernández", afirma. Manejado por Sampson Lewkowicz, siente que esto recién empieza: "Sampson me dijo que ahora descanse, que él va a trabajar para el futuro. Creo mucho en él, es hombre de gran peso. Eso sí, hace ya unos días que aunque descanso, no puedo dejar de salir a correr porque el gimnasio es mi vida".

Es agradecido a quienes lo apoyan: "El corralón de materiales De Marco, propiedades Wolf, concesionaria Chevrolet Collins, Sanitarios Alvarez e hijos y Bene Mobili. Hoy en día la vida del boxeador es difícil sin gente que crea en uno y te apoye".

Asiste a la iglesia Siquem de Caseros desde hace tres años, cuando se rompió el Tendón de Aquiles. Se ríe cuando le hablamos de Nicolás Jara, que también utiliza el apodo 'El Maldit': "Somos muy amigos y es un tremendo peleador, sin dudas, se merece el apodo más que yo; además Sampson me pidió que es un apodo demasiado fuerte para mí", bromea. Tiene dos perros, un rottweiler, 'Titán' y un bulldog francés, 'Apolo'. "Me falta uno que se llame Rocky, porque creo que yo también fui Rocky en esta pelea", afirma riendo y agrega: "Entre quienes me dan su apoyo están Avimas Avícola, Vilton, Ona Saez, Sigschool y American Force, de ellos también son mis logros".

Practicó full contact y Kick Boxing, como que fue campeón en el Panamericano de San Pablo, Brasil, en 2010. "Hice unos diez combates y gracias a los consejos de mi viejo, empecé a entrenar boxeo, pero solamente como diversión. ¡Y fíjate hasta dónde llegué por esa diversión! Mi papá me tenía más fe que yo mismo", asegura Romero.

Como profesional estuvo concentrado en California junto a Brian y Alan Castaño o Fabián Maidana. Peleó en Los Ángeles, Anaheim, Panamá y Ontario. Y ahora aumentó su experiencia en Moscú y por una corona.

Neri Romero jamás dejó de tener fe

"Me operó el doctor Mauro Goveo en el Hospital Británico y su consejo fue: 'Obedeceme y vas a salir adelante'. Un fenómeno el doctor, siempre le hice caso", dice el confeso hincha de Boca. Hoy, a los 36, sonríe y piensa que esto recién empieza para él.

"Pensar que entré al boxeo para divertirme y esta diversión, que todavía me dura, me trajo hasta aquí. Hace doce años que peleo y en estos doce años estuve entrenando para esto. Por eso no me tiré cuando me pegó en el suelo. No hubiera podido mirar a los ojos a mi viejo si ganaba así. Sentí que tenía que ganar como un campeón, ganar como un hombre. Al final, mi rival me abrazó, me felicitó y hasta me dijo que va a venir a la Argentina. 'En el ring nos vamos a pegar, pero siempre vamos a ser amigos', me dijo antes de subir al ring. Ojalá venga, así comemos un buen asado. Estas cosas son las que me hacen sentir más agradecido que nunca a Dios y al boxeo", cierra Neri.