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Sofía Robles, la Golovkina argentina

Sofía Robles junto con su admirado Gennady Golovkin. Gentileza Sofía Robles

Sofía andaba por los 15 años cuando decidió que algo había que cambiar. El bullying que soportaba en el colegio ya era algo más que una situación dolorosa que luego, al llegar a su casa, parecía olvidarse, disimulado por el silencio o un “ya va pasar”, que se repetía día a día.

La pesadilla no se retiró tratando de pensar en otra cosa. Así que Sofía lo habló con su madre, que practicaba boxeo, y decidió hacer lo mismo. En su mentalidad de adolescente sabía que tenía que defenderse y por eso, cuando sintió que aunque sus padres fueran a hablar del tema en el colegio, no había solución.

Acompañó a su madre y aprendió los primeros pasos del boxeo en una sociedad de fomento, buscando además seguridad en sí misma.

Así que una vez, cuando algunas compañeras la desafiaron con un "Te esperamos a la salida, en la librería”, ella aceptó. Tenía 15 años y pesaba 40 kilos.

Esperó ansiosa el momento y, cuando sonó el timbre del colegio, acudió a la cita y enfrentó a dos compañeras más grandes que ella.

"No me iba a esconder, así que empecé a los golpes. Eran dos más grandes que yo, así que se metió una compañera mía… Resumiendo: santo remedio. Se acabaron los problemas. A veces, desgraciadamente, con las palabras no alcanza", recuerda.

Y puede decirse que ese timbre colegial fue reemplazado por el del ring. De esa manera, gradualmente, Sofía Micaela Robles, tal su nombre y apellido, le cedió el lugar a Sofia "La Golovkina". Conjuradas las burlas sobrevino la solución y una puerta abierta, nueva y excitante: el boxeo.

Hoy, Golovkina, como la conocen en el mundo del boxeo argentino, es toda una promesa recién incorporada al profesionalismo.

Lo de Golovkina viene de su admiración por Gennady Golovkin, y por el idioma y la cultura rusas. Fue y es admiradora de Nadia Comaneci y de GGG, a quien tuvo oportunidad de conocer personalmente.

"Fue en un Mundial en Milán, el último en el que participé. Conversando con una boxeadora rusa, ella me dijo que Gennady estaba por llegar. Y, cuando lo hizo y me mandaron a llamar para conocerlo, viví él momento más tremendo de mi vida… Es un ejemplo de deportista, lo admiro mucho y cada día pienso más en progresar y ser mejor. Cuando nos encontramos aplaudieron todos. Después de tanto estudiar ruso… ¡No encontraba palabras para expresarme! Encima nunca imaginé un encuentro con él en el terreno amateur, pero él ahora está en el Comité Olímpico. Fue como un sueño", recuerda.

Así y por todo eso, adoptó el apodo: "Cuando empecé a boxear y lo vi, sentí que quería ser como él. Así que Darío, el “Colorado” Fernández, que era mi técnico, me sugirió que fuera Golovkina. Hoy nadie me conoce como Sofía Robles…".

Desde 2018, representa a la Academia de Boxeo Horacio Accavallo y logró ese mismo año convertirse en la primera campeona de boxeo de Racing Club de Avellaneda. Fue campeona nacional en tres oportunidades con los colores del club.

Atrás quedaron sus títulos de boxeo olímpico, logrados luego de más de cien peleas. Hoy, con solo dos combates profesionales, tiene un gran bagaje de experiencia acumulada.

El comienzo de la carrera profesional de la Golovkina

Se despidió del amateurismo ganando "La pelea del año". Así fue conocida su victoria ante Leonela Sánchez, medalla de oro en los Panamericanos de Lima 2019. Fue en la Federación Argentina de Box: en la categoría de los 57 kilos, se impuso por puntos en 4 rounds el sábado 10 de agosto del 2024.

"Debuté en peso supermosca, pero como no tengo ningún problema de kilaje, sentí que puedo dar los 50,300 kilogramos y seguir carrera ahí, donde reina Gabriela Fundora, por ejemplo", afirma.

Estudia ruso, también para Contadora Pública -está a mitad de su carrera-, enseña boxeo y se da tiempo y maña, además, para entrenar y pelear. A los 24 años sabe que hay mucho por delante. No tiene demasiado apuro, pero, por supuesto, Golovkina sueña con mucho más.

"Entreno en Racing. Mi equipo se compone con Maximiliano Tejada que es mi entrenador principal, Nahuel Domínguez, mi preparador físico, y Néstor Sosa, ayudante. También estoy en Deportes Lomas, que es en el Municipio y ahí hago toda la parte física", afirma.

La diferencia entre el boxeo olímpico y el profesional es clara: "Ahora hay que hacer más daño, no solamente marcar los golpes en cantidad y calidad. El profesional es eso, subir a hacer daño, no a sumar puntos".

"Soy alta para la categoría mosca y debo adaptarme a que mis rivales me achiquen los espacios, es totalmente gradual. No tengo firmado nada con nadie, aunque mis peleas hasta ahora fueron organizadas por O.R. Promotions”, dice. “El panorama es muy interesante, muy competitivo", agrega.

Descansa sábados y domingos, cuando aprovecha para estudiar. Trabaja en el Gimnasio para Deportes de Contacto del Municipio. Además, la Universidad de Lomas de Zamora está muy cerca. Y, en ese Parque Municipal, enseña en forma gratuita, boxeo mixto y competitivo.

"Fui perdiendo la timidez de hablar en público, ahora me suelto mucho más y eso es bueno para establecer contacto con mis alumnos. Me gusta enseñar y desde el día uno me encontré muy buenos compañeros y eso es muy lindo, te dan ganas de ir a trabajar. Es un hermoso ambiente", explica Sofía.

Siente que todas sus energías están puestas en el boxeo, aunque se reconoce ansiosa, con ganas de pelear seguido, sabiendo que las peleas se ganan en el gimnasio.

Mencionando boxeadoras a las que admira o sigue, destaca a Beatriz Ferreira (la brasileña fue plata en los Juegos de Tokio y dos veces campeona mundial) y a la argentina Celeste “Chucky” Alaniz (excampeona mundial mosca WBA, WBC y WBO): “Me encanta cómo pelea Celeste, una gran atleta, comprometida con el gimnasio y eso te contagia energía”.

En cuanto a las referentes que alguna vez le hayan dado un consejo, menciona a Yésica Bopp: "La 'Tuti' me dio muchos consejos, los últimos sparrings los hice con ella. Beatriz Ferreira también me dio consejos y hasta me regaló su ropa, y eso fue muy valioso para mí… En cambio, con Marce (Acuña, La Tigresa) tuve muy poca oportunidad de hablar, ya se dará el momento…".

Así que no se olvide de Golovkina, la chica que escuchó el timbre de su colegio sin darse cuenta de que estaba sonando la llamada a una vida mejor.

Ese timbre que, simbólicamente, sonó como el comienzo de un nuevo round, de una nueva vida.