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¿Rusia puede perder la sede?

BUENOS AIRES -- "Si surgen pruebas de que las adjudicaciones a Qatar y Rusia solo fueron gracias a votos comprados, entonces podrían ser invalidadas". Doménico Scala le puso palabras a una sensación que flotaba en Zurich desde el mismo día en el que estalló el máximo escándalo jamás vivido en la FIFA. Con la frase del presidente de la Comisión de Auditoría y Cumplimiento comenzó el proceso que podría terminar en el retiro de la sede de la próxima Copa del Mundo.

Para quitarle el derecho a organizar el campeonato, se debe comprobar que Rusia obtuvo el privilegio mediante actos de corrupción. Para esto es necesario una prueba contundente, imposible de descalificar. La misma todavía no apareció, pero una investigación criminal del tamaño de la que se está realizando podría entregar ese elemento indipensable.

El trabajo del FBI incluye un escrutinio sobre cómo adjudicó el ente rector del futbol las Copas del Mundo de Rusia y Qatar, confirmaron fuentes desde Estados Unidos. Eso significa que el proceso de votación de sedes ya está bajo la lupa de los investigadores. De hecho, se comprobó que Sudáfrica no debió organizar el Mundial 2010, ya que el ganador legítimo fue Marruecos, ya que el país del sur de África logró el objetivo con votos comprados.

Rusia negó de manera rotunda toda ilegalidad en su campaña, que todavía no fue objeto de las acusaciones anunciadas por fiscales estadounidenses contra funcionarios de la FIFA. Sin embargo, las investigaciones avanzan y tarde o temprano se llegará a aquella reunión de comité ejecutivo de septiembre de 2012. Además del FBI, la fiscalía de Suiza también investiga los procesos de designación de las sedes de los Mundiales 2018 y 2022 por sospechas de gestión desleal y de blanqueo de dinero.

La pregunta más importante en todo este embrollo es ¿es una posibilidad cierta el retiro de la sede? La respuesta es sí. El contexto en el que hoy vive la FIFA hace que todo sea factible. El Comité Ejecutivo es el único que tiene la capacidad de tomar semejante decisión. Según un informe de la BBC, la complejidad del asunto se enreda en un principio: tal decisión entraría en un campo sin precedentes en la interpretación de las reglas de la FIFA.

No hay una sola referencia a casos de corrupción y adjudicación de sedes, pero existe una cláusula general para "circunstancias imprevistas" que podría utilizarse. El problema allí es definir un caso de corrupción como una "circunstancia imprevista", dejando muy abierta la interpretación de cuál debe ser el nivel probatorio que requiere un caso de este tipo.

La decisión debería tomarse en el Congreso extraordinario donde también se decidirá el futuro de Joseph Blatter y la presidencia de la FIFA. El mismo no tiene fecha confirmada, pero sería entre fines de 2015 y principios de 2016. El tiempo es un aspecto importante en todo esto. Las Eliminatorias ya comenzaron y la Copa Confederaciones se juega en menos de dos años.

Si se procede a retirarle la sede a Rusia, habrá que definir un nuevo país organizador. Aunque antes la FIFA deberá afrontar la demanda del estado perjudicado, que podría recurrir a la Corte de Arbitraje del Deporte. Comenzaría una batalla legal que hoy Zurich no está condiciones de afrontar porque tiene problemas un poco más urgentes. Esa es una de las razones por las cuales Qatar 2022 corre más peligro que Rusia 2018.

Inglaterra había buscado la Copa del Mundo 2018 y se presenta como el principal candidato en el caso de que Rusia pierda el privilegio. Estadios nuevos, infraestructura adecuada y más de cincuenta años sin el gran torneo convierten a los inventores del fútbol en los primeros en la fila de sucesión. Estados Unidos, Australia y Holanda/Bélgica también irían a la carga. Pero este es otro tema.

Hace pocos días, Rusia anunció un recorte de 560 millones de dólares al presupuesto para el Mundial, que así quedaría en 11.792 millones. Según las explicaciones oficiales, esto no tiene nada que ver con el escándalo de corrupción, sino con la situación económica de Moscú. Sin embargo, cualquier decisión generará controversia y preocupación en quienes ya piensan (pensamos) en la próxima Copa del Mundo.