<
>

Con nueva sangre comienza la nueva era del fútbol estadounidense

Tras la debacle de verse fuera de un Mundial este pasado verano por primera vez desde que se perdieran el de Argentina en 1986, la selección de Estados Unidos enfrenta con muchas ganas una nueva era en la cual esperan que --por fin-- se puedan cosechar los tan ansiados logros por los cuales se ha estado trabajando durante los últimos 25 años. Su primera prueba de fuego, eso sí, no será sencilla: se enfrentará en el Estadio Metlife de Nueva Jersey al Brasil de Neymar, Coutinho y compañía.

Cabe recordar que tras la disputa del Mundial de 1994 en Estados Unidos, US Soccer impuso un estrategia a través de la cual se preveía que el equipo nacional podría llegar a ganar el Mundial de 2010. Dicho proceso tenía muchísimos pilares sobre los cuales sostenerse, empezando por reflotar una liga profesional en el país --algo que la MLS ha hecho de manera más que satisfactoria durante 22 años ya--, pasando por hacer una gran inversión en el fútbol base y teniendo además un especial enfoque la preparación de los técnicos nacionales a todos los niveles para ayudar así, no sólo a captar el mejor talento posible, sino para que éstos también pudieran formar a jugadores desde sus inicios en el mundo del fútbol hasta que llegaran a los equipos profesionales.

Sobra decir que dicho plan no funcionó como se esperaba, que Estados Unidos no ganó el Mundial de 2010, y que ocho años después una generación apocada y agotada se quedó a las puertas de clasificar al Mundial al no poder ganar a Trinidad y Tobago en el último partido del Hexagonal clasificatorio. La noticia cayó como un escalofrío por la espalda de los millones de aficionados americanos que no daban crédito a sus ojos. Era la crónica de una muerte anunciada de un proceso que arrancó completamente viciado de la mano de un Jürgen Klinsmann duramente cuestionado en sus últimos años al frente del equipo y que tras coger un poco de aire con el nombramiento del mítico Bruce Arena, acabó completamente desinflado en el Estadio Ato Boldon, en Trinidad.

De aquella fatídica noche sólo emergió una buena noticia: Christian Pulisic. A sus 18 años, el extremo del Borussia Dortmund tuvo que aprender a lidiar con la presión de ser el líder de un equipo con muchísimos veteranos, pero que llevaba meses dando tumbos. Pulisic, de ascendencia croata pero nacido en Hershey, Pensilvania, fue el autor del único gol de aquella noche en la que el equipo de las barras y las estrellas quedó apeado del Mundial.

Por eso el atacante, que desde 2015 vive en Dortmund donde terminó su formación y dio el paso al profesionalismo, se presenta ahora como la gran esperanza de una selección que, de momento, ni siquiera tiene entrenador fijo.

Ernie Stewart, exmundialista en 2002 con Estados Unidos y ahora gerente general de la selección, apuntó en la previa del partido ante Brasil cual es la idea para los próximos meses de cara a contratar al nuevo seleccionador: "Sólo puedo decir que llevo en el puesto desde el 1 de agosto y todavía no me he reunido con ningún entrenador. Queremos pensar muy bien qué perfil es necesario y, después, intentaremos negociar con el técnico adecuado", afirmó el ejecutivo.

Para el puesto se habló mucho de la posibilidad de contar con el exseleccionador de México Juan Carlos Osorio, pero quizás el inmovilismo de la federación americana hasta ahora haya hecho que el colombiano --que tenía muchas ofertas sobre la mesa-- acabara aceptando la propuesta de la selección paraguaya. El técnico del Columbus Crew, Gregg Berhalter, es uno de los hombres que se rumorea tiene más opciones de llegar al puesto, pues le une una estrecha relación con Stewart, con quien compartió minutos de juego en la selección, y además presenta una sólida trayectoria en Columbus.

El nuevo manager general del US Soccer comentó también que se quiere buscar un hombre que esté dispuesto a colaborar, que entienda la cultura futbolística de la selección y, a poder ser, que tenga experiencia internacional al más alto nivel. Como a la vez no se quiere tomar ninguna decisión hasta que termine la MLS en noviembre, para así no perturbar a los clubes durante la competición, parece que el retrato robot del técnico idóneo apunta al argentino Gerardo "Tata" Martino, que actualmente tiene al Atlanta United en lo alto de la tabla en la conferencia este y convertido en una de las grandes atracciones de la liga. Habrá que ver qué piensa el técnico, que en el pasado ha declarado sentirse halagado por el interés, a la vez que confirmaba lo agusto que se encuentra en su actual club.

Pero más allá de la importancia de encontrar al técnico idóneo y adecuado, los designios de la selección estadounidense en este nuevo proceso, que culminará con una posible clasificación al Mundial de Catar 2022, se verán afectados por cómo pueda desarrollarse la nueva generación de talento joven con la que ha estado contado Dave Sarachan, técnico interino desde que dejara el puesto vacante Bruce Arena, este año que ha estado a cargo de la selección.

El relevo generacional que arrancó hace cuatro años ha concluido, quizás de manera más que simbólica, con la retirada hace unas semanas de Clint Dempsey, a los 35 años. De ahí que Pulisic y la nueva camada haya agarrado el testigo y estén deseosos de demostrar que esta generación sí conseguirá los logros que sus antecesores no pudieron.

Aunque el delantero del Borussia Dortmund es sin dudas la más rutilante estrella de este proceso que ahora arranca, el US Soccer tiene puesto el ojo en otros jugadores que están llamados a ser los líderes del equipo a corto plazo.

El defensor del Wolfsburgo John Brooks es uno de los pesos pesados de esta nueva generación. Sin ser todavía un asiduo en las alineaciones del conjunto bávaro, posee unas condiciones físicas y una sapiencia táctica que permiten pensar que pueda crecer y convertirse en un central de garantías. Es un caso parecido DeAndre Yedlin, que juega en el Newcastle con Rafa Benítez y lleva la mayoría de su carrera en Inglaterra, lo que puede darle una pequeña ventaja sobre sus compañeros de la MLS.

En el mediocampo, el jugador del Schalke 04 Weston McKennie ha conseguido asentarse en las alineaciones de su club, lo que ya de por si le brindará una experiencia valiosísima de cara a su posible aportación al equipo nacional. Por su parte, Timothy Weah, el hijo del mítico George Weah, ha convencido este verano a Thomas Tuchel y se ha hecho con un hueco en el primer equipo del Paris Saint Germain. Su temporada ha empezado de forma magnífica, pues además de asegurarse un lugar junto a Neymar y Mbappé, ya ha probado la miel de las redes contrarias marcando ante el Mónaco en la Supercopa de Francia y una semana después en el primer partido de la temporada ante el Caen. De seguir con su progresión, y dadas las credenciales familiares, Weah bien podría ser uno de los grandes jugadores que lidere a la selección americana en 2022.

Falta por ver cómo progresará Julian Green, a quien un arranque precoz en su carrera de la mano de Guardiola en el Bayern de Munich elevó a los altares mediáticos, pero ahora --tras fracasar en Hamburgo y Stuttgart-- busca su suerte en la segunda división alemana luchando contra el fantasma de convertirse en otro caso Freddy Adu.

Sarachan no ha llamado, para esta fecha FIFA, a ningún jugador mayor de 30 años, todo una declaración de intenciones y una medida que puede ayudar a espolear a este joven grupo que ahora sabe a ciencia cierta que son la esperanza del país. Los jugadores no tienen, pue, nada que perder en los partidos ante Brasil y México, y tampoco estarán presionados por antiguas tretas que han maniatado al equipo en el pasado.

Así, contra la canarinha asistiremos al primer paso de un camino que se presenta largo y arduo en esta reconversión de la selección de Estados Unidos, pero al cual se enfrentan con la mayor ilusión posible. Habrá que ver cómo reaccionan estos jovencitos al enfrentar a un equipo como Brasil, que llega al partido con 13 de los 23 mundialistas en Rusia. Si esta generación es capaz de superar esta primera prueba, no cabe duda que volverán a reenganchar a la decepcionada afición que se quedó con las ganas de ver a su país representándoles en el Mundial de Rusia. Y tener a la afición de su lado en este proceso parece un aspecto clave de cara a volver a ser considerados entre las grandes selecciones del planeta.