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Lionel Messi, un ejemplo de superación

Lionel Messi está a la altura de los grandes futbolistas de la historia. En la Argentina, algunos piensan que es mejor que Maradona. Otros, en el mundo, lo ponen a la altura de Pelé. De algo no hay dudas: es uno de los mejores del mundo. Pero para llegar a ese sitio de privilegio debió trabajar y mucho el astro argentino. Y no sólo en lo futbolístico, donde el talento natural, esa magia con la que nació, le dio la posibilidad de hacer maravillas con un balón de fútbol.

Nació en Rosario el 24 de junio de 1987 y de muy chico empezó a demostrar una enorme capacidad para jugar a la pelota. Dio los primeros pasos en las Inferiores del club Newell’s Old Boys de Rosario, hasta que un problema hormonal que afectaba su crecimiento cambió los planes de su familia y por supuesto, también su futuro.

Lio no crecía igual que el resto de sus amigos y compañeros de fútbol. Y esto era un problema importante, pensando en un futuro dentro del fútbol. En el año 2001 la crisis que vivía la Argentina hacía difícil que se pudiera someter a Lionel a un tratamiento con hormonas.

Como era muy costoso, sus padres se trasladaron a España, ya que Newell’s no estaba dispuesto a pagar los gastos médicos y en la Argentina parecía no tener lugar en los clubes importantes. Cuentan que River, de hecho, se negó a ficharlo.

Pero en España todo cambió. Luego de la primera prueba de fútbol en el club catalán los entrenadores no dudaron: decidieron fichar a Messi y hacerse cargo del tratamiento. Había que pincharse a diario durante un largo tiempo, al igual que los diabéticos con la insulina. En el caso de Lio, el pinchazo era en las piernas, esas piernas que luego costarían millones.

El crecimiento futbolístico, y el físico, fue notable dentro del Barcelona y en poco tiempo pasó a ser considerado como una de las grandes promesas del club. Y no se equivocaron.

Debutó en Primera el 16 de octubre de 2004, ante Espanyol, y empezó a convertirse en el niño mimado de toda la parcialidad catalana, que en poco tiempo lo adoptó como uno de los grandes ídolos de la historia de la institución.

La primera alegría llegaría con la conquista de la Liga en la temporada 2004-2005. Después, ya con más protagonismo y siendo uno de los grandes responsables de esas conquistas, lograría Ligas en el plano local, Champions en el plano internacional, además de otros torneos como Copa del Rey, Supercopa de España, Supercopa de Europa y Mundial de Clubes.

Con la Selección Argentina, también, iba a tener protagonismo. Y mucho. Jugó cuatro Mundiales: Alemania 2006, Sudáfrica 2010, Brasil 2014 y Rusia 2018. En Brasil estuvo más cerca que nunca de la gloria, con un subcampeonato ante Alemania. Un segundo puesto con sabor a poco, sobre todo porque la Argentina había hecho una gran Copa del Mundo. Y merecía un poco más.

Además, ganó el Mundial Sub 20 de 2005 y la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Beijing 2008. Con la Selección mayor le queda una cuenta pendiente: ganar un título, ya que también suma tres subcampeonatos en Copa América.

De aquel pibe que soñaba con jugar en la Primera de Newell’s, a este gigante que hoy ya es una leyenda dentro del fútbol mundial pasaron muchos años. Cientos de partidos, de goles, una enorme cantidad de títulos. Pero la pasión por el fútbol se mantiene, intacta.