Juventus aprovechó el suicidio de Inter

Por segunda vez en tres años, en la última fecha hubo “sorpaso”: Juventus, que en 2000 había sido víctima, esta vez fue verdugo, al vencer en Udine y aprovechar a pleno la clamorosa derrota de Inter ante Lazio

A PURO FESTEJO
Ciro Ferrara y Alessandro Del Piero le dan rienda suelta a la alegría, después de que la Juventus se consagró campeón del Calcio, atropellando al Inter
(AP)
ROMA - Si Juventus ganó la edición número 100 del “torneo más difícil del mundo”, y se adjudicó el vigesimosexto Scudetto de su gloriosa y exitosa historia, habría que comenzar este cuento hablando de su triunfo en Udine.

Sin embargo, el desenlace del torneo nos obliga a comenzar el análisis por la derrota de Inter, porque en realidad, más que ser ganado por la Vieja Señora, este título fue perdido por Internazionale.

El equipo de Héctor Cúper se presentó en el estadio Olímpico, ante un Lazio sin motivaciones y aparentemente entregado, con un punto de ventaja. Una pequeña luz, pero más que suficiente como para depender sólo de sí mismos.

Por otra parte, el partido tomaba el valor de una final, con la victoria como un único resultado posible para las aspiraciones de Cúper y sus muchachos. Los tempraneros goles de Juventus en Udine, inmediatamente notificados por el tablero electrónico del Olímpico, despejaron enseguida cualquier duda al respecto. Y las finales, como demuestra claramente la historia, no son la materia preferida por el entrenador argentino, quien con ésta perdió cuatro en las últimas cuatro temporadas.

¿Por qué perdió Inter? Las razones, más allá del “síndrome Cúper”, son varias. En primer lugar, los jugadores ingresaron a la cancha como si el encuentro fuese nada más que un trámite, como si realmente Lazio se fuese a entregar sin lucha. Segundo, en nuestra opinión Cúper erró la formación inicial, y ni siquiera supo corregirla cuando se encontró, dos veces, en ventaja.

Inter se presentó en la cancha, con un 100 por ciento del público a favor – los hinchas de Lazio corearon a favor de sus rivales hasta el final –, con la prevista pareja de ataque, Ronaldo y Christian Vieri, soportada por dos “alas” muy ofensivas como el portugués Sergio Conceiçao y el uruguayo Alvaro Recoba.

También los dos volantes centrales de contención, Cristiano Zanetti y Luigi Di Biagio, pensaban más en ofender que en defender, como demuestra la participación de Di Biagio en ambos goles de Inter, anotados por él y por Vieri. Para peor, la línea defensiva se mantenía muy alejada de los volantes, y por izquierda Vratislav Gresko mostraba sus límites habituales.

De esta manera, entre defensa y zona media de Inter quedaba un espacio enorme en el que Stefano Fiore y el checo Karel Poborsky se movían a sus anchas, con absoluta libertad de crear y de llegar hasta el área rival.

¿Cúper quiso atacar de entrada para garantizarse el triunfo? Es posible, y hasta podría decirse correcto, vistas las circunstancias. Pero una vez lograda la ventaja, y viendo lo que estaba pasando sobre el terreno de juego, el técnico debió haber “acortado” el equipo, haciendo ingresar un volante más defensivo – ¿Guglielminpietro? – sobre la franja izquierda y posiblemente remplazando Gresko con Michele Serena, y dedicarse al contraataque con Ronaldo (o Recoba) y Vieri.

Quizá los goles llegaron demasiado pronto, y el técnico argentino no se animó a cambiar tan velozmente. El hecho es que Lazio aprovechó los espacios y las ingenuidades tácticas para equilibrar dos veces el resultado, en ambas ocasiones con Poborsky, justamente el hombre que se movía en la zona de Gresko, en la segunda inclusive con asistencia del propio interista, antes del final del primer tiempo.

En el entretiempo, todos esperaban algún cambio, pero Inter volvió con la misma alineación. Sólo había una enorme diferencia: el miedo. Es la única explicación a cuanto se vio en el segundo tiempo. Posiblemente, lo acontecido en la primera etapa borró de las cabezas de los jugadores la idea absurda de que Lazio estaba entregada, y la necesidad de volver a construir el triunfo en los segundos 45 minutos fue demasiado para un plantel frágil anímicamente, sin resto físico y sin un mandamiento táctico eficiente. Inter, directamente, desapareció de la cancha: fue un manojo de nervios sin ideas, que transmitía impotencia y desesperación.

Lazio, casi sin proponérselo, encontró el tercero y el cuarto gol, apenas en 15 minutos de juego. La media hora final fue una tortura para los hinchas de Inter y para los propios jugadores, que puede sintetizarse en la imagen dramática de Ronaldo llorando desconsoladamente en el banco de suplentes.

Todos fracasaron: para nosotros, que observamos con detenimiento, semana por semana, la actuación de los sudamericanos, fue realmente penoso observar al capitán de Inter, el argentino Javier Zanetti, incapaz por primera vez de encontrar recursos anímicos en su interior, deambular impotente en el campo y sumar enormes responsabilidades en el cuarto gol de Lazio, el que cerró el partido.

Quisimos hablar con él luego del encuentro, pero él y todos sus compañeros se retiraron tristemente, sin hacer declaraciones. Tampoco se salvó el colombiano Iván Córdoba, en el medio de una defensa desprotegida por los volantes, o Recoba, quien pareció querer ganar el partido él solo, aportó más confusión que ideas y nunca trató de ayudar defensivamente al equipo.

Para cerrar el capítulo Inter, hay que hacer una última observación: Cúper y sus jugadores no necesitaron llegar a una final en la última fecha. Tuvieron, y desperdiciaron malamente, varios “match points” en el último tramo del torneo: ante Atalanta en casa, cuando perdieron un encuentro que por lo menos pudieron haber empatado, y cuando se dejaron alcanzar por Chievo, hace dos fechas, en los últimos minutos del partido, regalando dos puntos fundamentales. Todo esto le habrá servido a Cúper para aprender que el italiano es realmente “el torneo más difícil del mundo”: esperemos que la lección le sirva para la próxima temporada.

UN CAMPEÓN DESLUCIDO
Es muy difícil explicar el triunfo de Juventus. El equipo conducido por Marcello Lippi tuvo un gran merecimiento, porque nunca dejó de creer posible un título que muchas veces pareció haberse definitivamente escapado. También es cierto que en los últimos partidos se mostró como el equipo en mejores condiciones, como demuestra por ejemplo el no haber sufrido goles en los últimos 514 minutos (casi 6 partidos).

El último que le marcó un gol fue Claudio López (Juventus – Lazio 1 a 1): luego ganó los 5 partidos que faltaban, anotando 13 goles. El buen momento, que coincidió justamente con la definición del torneo, no alcanza para justificar totalmente la conquista, ya que Juventus casi nunca brilló, a lo largo de la temporada, y jamás mostró un patrón de juego definido y atractivo. Nunca ganó enfrentamientos directos, sino que construyó sus fortunas ante los equipos más pequeños. Como pasó ante Udinese, con dos goles en los primeros 11 minutos que definieron el pleito.

Tampoco es fácil olvidar los muchos regalos que recibió la Vieja Señora del fútbol italiano por los árbitros: alcanzaría con recordar los dos partidos ante el Chievo para gritar al escándalo.

En fin, los números no permiten discutir el Scudetto de Juventus, pero seguramente no hay imágenes gloriosas que quedarán en las retinas de los hinchas. Tampoco las hubo en la última fecha, ante un rival totalmente entregado a su destino y vencido ante de ingresar en la cancha.

Si hay alguien que se merece este título, ése es seguramente el franco – argentino David Trezeguet. Con 24 tanto, compartió la punta de la tabla de goleadores con Darío Hubner, mientras que Vieri cerró en la tercera posición con 22. Pero lo de Trezeguet es muy meritorio considerando los penales, porque él no pateó ninguno mientras que Hubner anotó 6 y Vieri 4.

Más allá de los goles, que son su tarea específica, el delantero fue el más constante en rendimiento, un punto firme de un equipo sin muchas individualidades de relieve. De hecho, otra vez fue él el que abrió el camino al triunfo de Juventus, con un gol en el segundo minuto de juego.

El uruguayo Pablo Montero cumplió con una correcta tarea, dejándole muy poco al delantero argentino Roberto Sosa, único sudamericano de Udinese en campo.

ROMA GANÓ Y ALCANZÓ EL SEGUNDO LUGAR
La derrota de Inter le permitió a Roma alcanzar un inesperado segundo lugar, al vencer por 1 a 0 al Torino con gol de Antonio Cassano. Así, Roma no logró defender su título, pero llegó segunda a apenas un punto de Juventus, y con algo de sabor amargo en la boca por la cantidad de ocasiones desperdiciadas a lo largo del torneo. Especialmente en el 2002, cuando nunca logró ganar de visitante.

Por lo tanto, el triunfo ante Torino es importante, porque quebró la mala racha y porque devuelve confianza en función del próximo torneo, en el que Roma volverá seguramente a ser protagonista. El último partido fue muy raro: ambos equipos comenzaron en cámara lenta, y el primer tiempo fue algo más blando que un amistoso de pretemporada.

En la segunda etapa, las noticias que llegaban del Olímpico le pusieron algo de pimienta al partido, ya que Roma se vio obligada a buscar el triunfo. Que a la postre llegó por medio de un disparo muy bonito de Cassano, quien concluyó un rápido contraataque “picando” la pelota por arriba del arquero adversario.

El goleador argentino Gabriel Batistuta no logró reencontrarse con el gol, y cerró la temporada con apenas 6 tantos en el torneo, su peor marca desde cuando juega en Italia. “Fue la peor temporada de mi carrera – ratificó el delantero – pero en la próxima volverá a marcar muchos goles, en Roma o donde sea”, admitiendo por primera vez públicamente la posibilidad de cambiar equipo.

El partido de Batistuta fue parecido a toda su temporada: luchó, busco por arriba y por abajo, pero siempre le faltó algo para concretar sus chances.

También Walter Samuel sintetizó en 90 minutos cuanto había mostrado a lo largo del torneo: impasable en defensa, se sumó varias veces al ataque y arañó el gol con un cabezazo, en jugada de tiro de esquina. Fue un punto firme del equipo, como siempre. En Torino jugó un partido mediocre el uruguayo José Franco, movedizo pero poco concreto.

EL RESTO DE LA FECHA
Bueno, si desde esta página fallamos el pronóstico por el Scudetto, todo los demás se cumplieron: Milan venció fácilmente a Lecce, por 3 a 0, y se aseguró un lugar en la Champions League al conquistar el cuarto lugar.

Muy bien jugó el argentino José Chamot, sólido en posición de central defensivo. En Lecce, los uruguayos Guillermo Giacomazzi y Javier Chevanton cerraron sin pena ni gloria una temporada que, en lo personal, hubiese merecido otro final.

Brescia venció por 3 a 0 a Bologna, con un gol de Roberto Baggio, y se salvó merecidamente. Sin la lesión de Baggio, Brescia seguramente habría peleado un lugar en Copa UEFA: el delantero marcó 11 goles en 12 partidos, un promedio extraordinario, tres de los cuales a la vuelta de la lesión. ¿Habrá alcanzado para convencerlo a Trapattoni? Pronto lo sabremos. El argentino Andrés Yllana jugó como “maneja” de la zona central, es decir manejando los tiempos del equipo, y lo hizo muy bien.

Bologna se desinfló en el final de temporada, y ante Brescia no tenía motivaciones suficientes como para resistirse. Julio Cruz, a la par de sus compañeros, pareció distraído, quizá con la cabeza ya puesta en la convocatoria de Marcelo Bielsa para el Mundial de Japón y Corea.

Chievo venció por 2 a 1 a Atalanta, y se quedó con un hermoso y merecido quinto lugar. Con un poco más de experiencia, podía terminar más cerca de los primeros, pero aún así redondeó una temporada maravillosa, que coronó con un merecido triunfo ante Atalanta.

Piacenza venció a Verona por 3 a 0 y lo condenó al descenso. Verona había comenzado muy bien, y se desdibujó en la segunda mitad del torneo. El partido no tuvo historia: Piacenza lo dominó del comienzo al final. El argentino Mauro Camoranesi no merecía verse involucrado en el desastre: también ante Piacenza fue el único, junto al rumano Adrián Mutu, que trató de oponer alguna resistencia.

Perugia venció a Fiorentina por 2 a 0, redondeando su mejor producción en la primera división – el octavo lugar – y ganándose un lugar en Intertoto. El colombiano Oscar Córdoba jugó un partido tranquilo, sin nunca ser exigido.

Por último, Parma venció a Venezia por 2 a 1, con buenas tareas de los argentinos Nestor Sensini y Matías Almeyda. Bueno, la aventura terminó. Fue un torneo durísimo, luchado y cambiante, quizá no muy bueno desde el punto de vista técnico pero seguramente excelente en cuanto a emoción y rigor táctico.

En los próximos días, desde esta columna, analizaremos con mayor detenimiento lo realizado equipo por equipo y, especialmente, repasaremos las actuaciones de los sudamericanos que participaron en la edición número 100 del “torneo más difícil del mundo”, para poderlo definitivamente archivar y dirigir nuestra atención a la nueva aventura que se viene, el Mundial de Japón y Corea.

VITO DE PALMA es italiano pero ha desarrollado gran parte de su carrera periodística en la Argentina, donde trabajó, entre otros lugares, en el diario Clarín. Actualmente es corresponsal en Italia de SportsCenter Latino y de ESPNdeportes.com.

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lunes, 06 de mayo