Férrea paridad en el desarrollo en la primera semifinal, que con un penal agónico de Agustín Sulpis impulsó a Regatas a la final del torneo de la URBA.

Contundencia y solidez, argumentos que, como correspondía, depositaron al San Isidro Club en el umbral de su título N° 21.

Pero respetemos la cronología de una tarde espléndida y con tribunas a full de color y calor. Y con un primer choque sin tregua entre los de Bella Vista y el equipo de Don Torcuato. Mucho equilibrio (como en los duelos previos de este año, en ambos con diferencias mínimas a favor de Hindú) y plena intensidad.

También abundantes imprecisiones. Incluso, jugadores duchos en estas instancias cumbres, como Juan Fernández Miranda, no escaparon a esa constante.

"Manasa", el referente de Hindú ante la ida a Sudáfrica de su hermano mayor, Nicolás, falló dos penales muy fáciles, un pecado, un regalo primaveral para Regatas que, para colmo, no anduvo con vueltas en los últimos metros: dos avances a fondo y respectivos tries del impetuoso Acevedo y del sagaz Spencer.

Sin embargo, la distancia en el tanteador (17-6 al cabo de los 40 minutos iniciales) no era suficiente como para el relax del conjunto de Bella Vista. Menos aún frente a un Hindú que se le vino a puro fervor en la segunda parte.

A falta de justeza en la circulación de pelota, el club de Torcuato lo compensó con determinación y ganas. Y, además, Regatas no ofrecía garantías en la primera línea de tackle.

Por eso Hindú sobrellevó el mal trago de sufrir otro try (nuevamente Acevedo) y de tener un hombre menos durante 20 minutos (tarjetas amarillas a Juan Fernández Miranda y luego a Larré).

A Regatas le costaba aguantar los embates rivales y cuando recuperaba la pelota tenía problemas de conexión en su pareja de medios, fundamentalmente porque Sulpis se manejaba a una velocidad inferior de lo que requería la presión que ejercía Hindú.

No extrañó, entonces, que el conjunto de Don Torcuato, que casi nunca fue menos en el desarrollo, equilibrase el score. Y el empate en 24 le servía, porque pasaba a la final por haber terminado mejor (segundo) que su rival en la rueda previa (Regatas era el tercero).

Pero en la última jugada llegó el penal tonto de otro experimentado, Lucas Ostiglia. Y esta vez Sulpis no tuvo piedad: clavó un remate bárbaro desde 35 metros y delirio total en la tribuna del sol, que albergó al pueblo de Bella Vista que vive horas convulsionadas a causa del rugby.

EL JUSTO EQUILIBRIO
Recuperado de algunos sustos prematuros, superado ese rato en el que Los Tilos amagó con el gran golpe liderado por la dupla Albina-Pardo, el San Isidro Club puso las cosas en su justo orden.

No en vano es el mejor equipo del campeonato (con título o sin él) y el único que no sufrió derrotas. Y aplicó tres mandobles rotundos que, además de imponer respeto, aplacaron la actitud rebelde inicial del equipo platense.

Fueron tres tries (dos de "Fefo" López y otro del imparable Schusterman) que, prácticamente, liquidaron el pleito. Porque dejaron en evidencia que el SIC tenía una mayor categoría individual en las situaciones de mano a mano y porque obligaron a Los Tilos a una remontada quimérica, en virtud de las dificultades de los platenses para lanzar ataques coordinados entre forwards y backs.

Los Tilos atropellaba, pero tarde o temprano, cuando se le acababa la munición de los forwards, chocaba contra una defensa por momentos granítica, que desalentaba una y otra intentona adversaria.

El SIC, no obstante, cedió terreno y pelota en el segundo tiempo. Y también cometió muchos penales (la única mancha del conjunto de Boulogne), pero Los Tilos pocas veces halló los caminos adecuados, más allá del excelente partido de Albina, Pardo, Sebastián Stephens (descontó con un try a los 11m) y, en menor medida, Salim.

Entonces, una vez que salió del asedio, una vez que se encendió el Colorado Freixas, el San Isidro Club festejó su cuarto try, mediante el remate de Federico Serra.

De todos modos, a Los Tilos le quedaron las últimas balas (try de Mariano Stephens) para demostrar que es un equipo que no se entrega jamás y absoluto merecedor de los aplausos que le tributó su público.

El SIC, mientras tanto, ya saboreaba una nueva final con una actuación que tuvo el equilibrio justo: implacable en ataque y con enorme sentido colectivo reflejado en su aguerrida defensa.

SÍNTESIS DE LOS PARTIDOS

SIC (34): Serra; Ricciardi, Díaz de Vivar, Freixas y López; Cilley y Vitale; Franzini, Martín y Schusterman; Anthony y Artese; Rospide, Pietranera y Nealon. Entrenadores: Conti y Cutler.
LOS TILOS (20): Etcheverry; Fernández, Mariano Stephens, Guevara y Silva; Méndez y Albina; S. Stephens, Salim y Herrera; Pardo y Volcoff; Barán, Cortopasso y Bernal. Entrenadores: Méndez y Absi.

TANTOS - PRIMER TIEMPO: 2m y 30m penales de Cilley (SIC); 6m y 34m penales de Méndez (LT); 21m, 35m y 38 m tries de López (2) y Schusterman, todos convertidos por Cilley.
SEGUNDO TIEMPO: 51m y 84m tries de S. Stephens y M. Stephens convertidos por Méndez (LT); 82m try de Serra convertido por Cilley (SIC).

HINDÚ (24): Tomás Solari; Buezas, Larré, Senillosa y Juan Solari; Juan Fernández Miranda y Francisco Fernández Miranda; Castelli, Ostiglia y Lorenzetti; Solano y Martínez; Toro, Sasaki y Grote. Entrenadores: Pulido-Domínguez.
REGATAS BELLA VISTA (27): Fernández Gill; Acevedo, Peire, Cuesta Silva y Cuadros; Suplís y Spencer; Pablo Camerlinckx y Francisco Camerlinckx; Walker y Zapata; Medrano, Lecor y Caruso. Entrenadores: Fernández Gill y Della Torre .