Color local para una final universal

A los cronistas extranjeros y al público tradicional que acude a ver el mejor polo del mundo, se le sumaron esta vez una hinchada mucho más "futbolera" y unos cuantos neófitos en el deporte

BUENOS AIRES -- A diferencia de otros eventos deportivos en el que la final tiene pretensiones universales, como la Serie Mundial en el béisbol, el Argentino Abierto define un título vernáculo, pero su ganador es realmente un campeón mundial, por el nivel de los equipos y sus protagonistas.

Esta condición universal del polo lo da la cantidad de medios extranjeros acreditados para el Abierto: más de 15. La otra demostración de este universalismo es irrefutable y la mejor forma de comprobarlo es pararse un ratito en el acceso a la Tribuna A: alemán, francés e inglés dominan gran parte de las conversaciones de la gente que dice presente en Palermo.

Y el sábado, Indios Chapaleufú II y La Dolfina le hicieron honor a esa exclusividad jugando una final de altísimo vuelo, tanto a nivel técnico como emotivo.

Con la final ya consumiendo minutos, en una tarde de sol que le dio un marco más espectacular todavía a la final, las alternativas del juego fueron creando un in crescendo en la participación de la gente.

¿Cómo anduvo el aplausómetro en la Cancha Uno? ¡Qué tema! Históricamente, en una final como ésta, el aliento hacia Indios Chapaleufú II, un equipo formado por una de las familias más tradicionales del polo argentino, los Heguy, se hubiera llevado la mayoría del aliento.

Sin embargo, la novedad de la temporada, que fue el modelo símil camiseta de Nueva Chicago que lució el equipo de La Dolfina (capricho marca registrada de Adolfo Cambiaso) introdujo a su vez otra novedad en el ambiente polístico: la "hinchada" propia; hinchada futbolera, con banderas, bombos, pirotecnia y bengalas de humo. La "barra brava" de La Dolfina se ubicó en la tribuna que da a la Avenida Dorrego, muy cerca de los palenques del equipo "verdinegro".

Pero, ¿esto quiere decir que el polo dejó de ser fashion? Nada de eso. Promotoras por doquier, farándula a pleno, modelitos vestidos con modelitos infartantes y todo el color agregado de estos eventos estuvieron por supuesto a la orden del día.

La otra pregunta del millón es, aún tratándose de la final del Abierto… ¿qué porcentaje del público de Palermo sabe de polo? Imposible saberlo, pero la intuición es que se trata de un índice bajo…. Sólo basta dar una vuelta por las distintas tribunas y tratar de captar conversaciones al pasar, así como quien no quiere la cosa: de polo, poco, de vida social, mucho; los "qué palazo" alternan así, de vez en cuando.

Pero el mismo desarrollo de la final fue un incentivo para que la gente se metiera en el partido. Si tradicionalmente el "aliento fuerte" empieza al final del 7° chukker, cuando los equipos se van a los palenques para preparar el último período del partido, esta vez los gritos generalizados arrancaron al principio del quinto; ahí la gente tomó partido por uno u otro equipo, sin inhibiciones.

El clima de final se instaló definitivamente cuando hombres y montados volvieron al campo para jugar el 8° y definitivo chukker, que hasta ese momento venía equilibradísimo… Después, el mago Cambiaso sacó de la galera un par de tacazos y La Dolfina se llevó su primer título grande con ese equipo… Y vino la invasión de cancha… algo que es absolutamente común un sábado cualquiera en Palermo… y fue aún más intenso en la gran final del Argentino Abierto.

ROBERTO ESCARDÓ es editor de ESPNdeportes.com.

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