La calificación de la selección mexicana al Mundial de baloncesto FIBA 2023 fue un camino que se construyó en dos años, resurgiendo de una suspensión internacional, con trabajo en equipo, dinero privado y sin una figura por encima del conjunto.
El baloncesto mexicano estaba suspendido por la FIBA (Federación Internacional de Basquetbol) debido a problemas con los estatutos del organismo, y cuando la federación internacional levantó ese castigo el reloj marcaba la hora en contra. México tenía que cumplir con el compromiso eliminatorio en febrero de 2021, y alrededor de la selección había pocos recursos y muchas necesidades.
“Recuerdo que traíamos muy poquito presupuesto y por la confianza, porque Omar ya había entrenado al equipo Aguacateros de Michoacan, donde tenía buenos resultados y había llegado a semifinales, pensé en Omar”, recuerda Modesto Robledo, quien volvía a tomar las riendas del baloncesto mexicano.
La llegada de Quintero permitió a México cumplir esa ventana eliminatoria con todos los actores molestos entre sí, pero una necesidad común: Evitar el castigo.
"Puedo decir que aún en contra de mí voluntad, de mi manera de pensar, yo voy a aceptar y a apoyar este proceso", dijo Gustavo Ayón, el referente mexicano del basquetbol en ese momento y quien volvió a vestir la camiseta nacional para incentivar a más jugadores a aceptar una convocatoria en medio de carencias. "Tengo un mes y medio que no entreno un 5 contra 5, que no tengo un contacto de entrenamiento. No estoy al 100 por ciento para jugar, pero es un proceso que se requiere que alguien levante la mano y que alguien diga 'pues vamos a poner un granito de arena'", añadió.
La eliminación de Tokio 2020 para sentar las bases
Llegó la eliminatoria a los Juegos Olímpicos de Tokio, en el verano de 2021, y México volvía a tener todo en contra: faltaba dinero, incertidumbre de jugadores y, como siempre, no era favorito.
Quintero llamó al empresario Carlos Lazo, propietario del equipo que él dirigía, y le pidió respaldo: “Fue una invitación de Omar Quintero con el presidente de nuestro equipo, Libertadores de Querétaro, para que patrocináramos a la selección con unos recursos para la gira por Croacia (eliminatoria olímpica). En ese momento dimos 900 mil pesos para apoyarlos con todos los gastos que teníamos”, cuenta Lazo.
México no clasificó a Juegos Olímpicos, pero derrotó a Rusia y se incluyó en la convocatoria a jugadores jóvenes junto a veteranos como Gustavo Ayón, Paco Cruz o Paul Stoll. “El equipo mexicano en poco tiempo mostró presencia jugando grandes torneos como la Copa Acropolis, la Copa en Polonia. Ante rivales fuertes como Serbia el equipo tuvo personalidad. En Split se le ganó a Rusia, se le compitió a Alemania y eso hace que se piense en el grupo en empezar a soñar en un Mundial”, recuerda Modesto Robledo.
Además, ese Preolímipico le sirvió a México para afinar dos factores: El dinero de fuera de la cancha y futuro en la duela. Los cimientos, aunque endebles, comenzaban a tomar forma.
Inicia el camino al Mundial
El siguiente paso fue la eliminatoria al Mundial, todavía en medio de los efectos de la pandemia. “Tomé el gasto completo de la selección durante 15 meses. Fue una inversión de alrededor de 12 millones de pesos con lo que se pagaron los viajes, salarios de jugadores, lo que se les da por cada competencia, salario del entrenador, nosotros le pagábamos directamente antes de que firmara el contrato con Ademeba, igual para los asistentes, doctor, transportes, viáticos”, recuerda Lazo, quien garantizaba mil 600 dólares, 30 mil pesos, por jugador en cada ventana.
La estabilidad económica le dio certeza a la selección mexicana, pero faltaba dar el golpe en la duela. En la primera fecha doble de la eliminatoria enfrentaron en casa a Puerto Rico y Estados Unidos. México ganó los dos juegos, a pesar de no contar con todos sus jugadores.
“Gustavo Ayón se había despedido definitivamente, Orlando era duda, Paco no llegaba porque venía saliendo de una lesión y el club de Turquía prefirió no exponerlo, lo cual entendimos. Era un reto difícil, pero se contó con un gran apoyo para la selección y arrancamos con dos triunfos. Hay que reconocer al empresario Carlos Lazo, quien fue importante con el apoyo comercial”, narra Robledo.
“Hay alguien que está detrás de todo eso que no se llama Omar Quintero, se llama Kaleb Canales. Es un tipo que estaba como asistente en la NBA, estuvo en Dallas. Él es una persona totalmente técnica de jugadas, totalmente profesional en hacer una serie de jugadas que no estaban en la selección, fue la primera persona que ha elaborado un playbook de jugadas, ninguna persona lo había hecho”, recuerda el empresario.
A partir del playbook Quintero estableció una estrategia a partir del documento y México ganó. La eliminatoria avanzó y México iba en camino a la clasificación, pero el entorno reclamaba la presencia de Juan Toscano, entonces jugador NBA.
El dilema Toscano
Llamar a Juan Toscano implicaba sacrificar a Gabriel Amigo, mexicano por naturalización que era el hombre fuerte de la selección mexicana, porque la regla FIBA solo permite un jugador naturalizado por selección.
“Fue una locura, Omar y yo sabíamos del riesgo de traer a Toscano porque iba a cambiar el estilo de juego”, cuenta Lazo. “Omar me dijo que iba a dejar a Daniel Amigo en lugar de Toscano, le dije que él no podía decidir por el jugador, tenemos que involucrar a todo el mundo. Le dije que habláramos con Daniel Amigo y que él tome la decisión porque si tu no metes a Juan Toscano los medios te van a comer vivo", recuerda Lazo.
"Lo lógico, deportivo y técnico, es que jugara Daniel Amigo porque ya le habían ganado a Puerto Rico y Estados Unidos, tenían una sinergia, por eso yo quería que Amigo no se sintiera excluido. Tuvimos un zoom, se le explicaron los pros y contras, al día siguiente dijo que cedía su lugar a Toscano y vimos lo que pasó. Sabíamos que podíamos perder”, aseguró Lazo.
Toscano no funcionó en la cancha ni fuera de ella. Horas después de perder con Colombia, jugando en casa, Juan Toscano abandonó la concentración de la selección y a los pocos días publicó en redes sociales una imagen conviviendo en una boda en California. Al mismo tiempo, México, con Amigo en la cancha, le ganaba a Brasil el siguiente duelo.
El camino estaba compuesto, pero no había mucho margen de error; y llegó la falla: México recibió a Brasil y perdió, lo que obligaba a ir a ganar en la última ventana eliminatoria los dos partidos de visitante: Contra Colombia y Uruguay. Y así sucedió.
“El estilo México, aquí que estamos tan cerca de Estados Unidos, es correr y tirar, pero en la media cancha es jugar un estilo Argentina o España y esa mezcla nos viene bien por el tipo de juego, por el tipo de cuerpos de nosotros se asemeja más y eso es lo que nos ha dado resultados”, explica Quintero. “Todo el tema americano lo tenemos desde niños viendo la NBA, pero cuando me voy a jugar a Europa, en España e Italia, ves ese juego estructurado de media cancha que consiste en pasarnos el balón, el pase extra, copar bien los espacios, eso nos está dando resultado para ser de los equipos más anotadores del mundo, casi 90 puntos por juego”, presume.
El Mundial, la hora de la verdad
México llegó al Mundial por segunda vez en las últimas tres ediciones, pero también apenas es la segunda vez en medio siglo. El equipo que dirige Omar Quintero no tiene figuras de presencia internacional, ha logrado conformar un equipo y esa será su arma.
“En este grupo somos siete u ocho jugadores que ya tenemos más de 10 años, nos conocemos muy bien, sabemos lo que queremos, hace unos días estaba recordando que Paco (Cruz) y yo jugamos la Olimpiada (Nacional en México) de la categoría 88 juvenil, nos tocó jugar la final Nuevo León contra Sonora y desde los 17 años venimos jugando juntos Paco y yo”, cuenta Gabriel Girón, el capitán mexicano.
“Nos conocemos, sabíamos de los objetivos de cada uno y ahora con este nuevo formato de las eliminatorias hubo muchas bajas, mucha gente pensaba que no íbamos a pasar cuando perdimos con Colombia, pero nos repusimos de esas derrotas y aprendimos bastante”, destaca.
México también ha avanzado en el ranking mundial, pero sigue sin ser favorito. En mucho las razones están al interior. México probó una fórmula que lo llevó a ganar y ahora la desecha, se rompió la alianza de la selección con Carlos Lazo, y el futuro es incierto.
Aún así, Omar Quintero sigue haciendo promesas: “Tengo muchas expectativas en el 24, pero en el 28 les aseguro, así como les dije que íbamos a estar en este Mundial, vamos a estar en juegos Olímpicos. Creo en la nueva generación, se van a quedar todavía tres o cuatro veteranos y vamos a estar ahí, vamos a regresar a México a los Juegos Olímpicos”.