LOS ÁNGELES — No hubo sorpresas, porque no había secretos. Gerardo Martino sólo hizo oficial una nómina manoseada y esparcida en los buscapiés de los rumores, de manera incansable, durante los recientes días. Son 31, y de ellos quedarán 26 después del amistoso ante Suecia.

Además, entiéndase, que, en la pobreza del horizonte futbolístico mexicano, simplemente, no hay para más. La cosecha 2018-2022 ha sido paupérrima. Una sequía, casi. Acaso se escapan dos nombres: el portero Carlos Acevedo y el mediocampista Alfonso González. ¿Marcarían diferencia? Ni ellos, ni los rehenes de la lista de vetados por Martino lo harían.

El anuncio, sobrio, austero, dejó sin duda una sensación de aspereza vigente entre los tres protagonistas, más allá de que Gerardo Martino ya no disimula –ni tendría porqué-, el hartazgo hacia cualquier protocolo mediático. Pero, el lenguaje corporal ni siquiera tenía un dejo de hipocresía, entre el Tata, Yon de Luisa y Jaime Ordiales. La mímica del desprecio.

Pero, aún quedan hogueras encendidas y hachas enterradas. La guerra más intensa, apenas comienza. Entre esos 31 citados, todos querrán una de las 26 camisetas disponibles. En cada entrenamiento, cada interescuadras, cada balón, cada orden, se agazapa el destino. Y ellos lo saben. Ya nadie puede quitarles nada, sólo ellos pueden perderlo todo.

Las 26 visas para Qatar no tienen dueño, aunque tienen preferidos. Dos de esos sitios dependerán de milagros médicos: Raúl Jiménez y Tecatito Corona aparecen en la convocatoria, pero con serias desventajas. Dependerán más de las veladoras que de la cancha.

Gerardo Martino lo ha dejado en claro: llevará a quienes estén en condiciones plenas para competir desde el partido ante Polonia. No hay treguas, ni concesiones, ni plazos, ni amparos médicos. En la caravana no habrá una ambulancia itinerante.

Lleva a tres de los porteros más confiables. Todos experimentados. Un veterano con numerosas cicatrices, que asistirá a su quinto mundial y que ser perfila como titular, más allá de la grotesca pifia que perpetró contra su América en la Semifinal ante Toluca. Guillermo Ochoa se multiplica en mundiales, y difícilmente Alfredo Talavera o Rodolfo Cota podrán desplazarlo.

Si ese error mayúsculo ante Toluca, y sus fobias para el juego aéreo, desatan preocupación en torno a Ochoa, los estremecimientos crecen cuando se revisa la lista de los zagueros centrales. Una trinchera que se fragiliza con el ocaso de Héctor Moreno, la inexperiencia de César Montes, Johan Vásquez y Jesús Angulo, hasta caer en el despistado Néstor Araujo.

En carriles laterales, Kevin Álvarez es hoy mejor que Jorge Sánchez, mientras que Gerardo Arteaga se relega ante la evidente preferencia de Martino hacia un Jesús Gallardo de más decepciones que ilusiones con Rayados.

Sólo hay un sitio en el Tri donde hay tranquilidad, es con Edson Álvarez esperando que ya muestre en el Tri, sus momentos poderosos con el Ajax. Luis Romo ha desaparecido desde aquel torneo en que Cruz Azul fue campeón, y hoy Erick Sánchez muestra mejores condiciones.

Dos de las obsesiones y esperanzas ciegas del Tata, son la explosividad y el talento de sus jugadores habilitados para funcionar como interiores. Sí, esos factores que nunca aparecieron en 2020, 2021 y 2022. Su problema es que, por derecha, Héctor Herrera fue a asilarse a la MLS y Charly Rodríguez no pudo sostenerse de manera consistente con Monterrey. Por izquierda, es de esperarse que Luis Chávez sea el relevo directo cuando flaqueen las rodillas de Andrés Guardado, sin soslayar el nivel de Erick Gutiérrez en el PSV.

¿En el ataque? Entre chiqueadores, cataplasmas, curanderas, tecnología avanzada y los rosarios de las Damas de la Vela Perpetua y el Cirio Chorreado del Santuario de la Virgen de Luján, Martino espera que Tecatito y Jiménez se levanten de su lecho de dolor y estén listos ante Polonia. A él no le sirven para hacer planes ante Argentina o Arabia Saudita. No, le urgen ante Polonia.

De la salud de ellos dependerá el destino de Uriel Antuna, Diego Láinez y Santiago Giménez. Si los dos, Corona y Raúl, sanan, estos tres quedarían fuera. Quede claro, ninguno de los cinco, hoy, garantiza marcar diferencia. Funes Mori es inamovible, y Henry Martín se ganó por derecho propio un sitio. Por izquierda, el Chucky Lozano deberá dejar de lado esa obsesión de ser el héroe de todos los juegos, y su escudero será la interrogante sobre la mejor versión de Alexis Vega. ¿El Piojo Alvarado? Sólo que alguno de estos dos se quede en el camino en Girona.

Ahora, Gerardo Martino y sus elegidos, viajarán a su lujoso reclusorio en Girona. Se aislarán del universo tóxico que se ha originado entre las tristonas actuaciones del Tri, y ese pesimismo tan mexicano, propenso a la tragedia, más aún cuando dos adversarios tienen a ejecutores como Lionel Messi con Argentina y Robert Lewandowski con Polonia.

Vendrán jornadas intensas en la encerrona. Martino está convencido, en medio del pesimismo generalizado, que en ese enclaustramiento y a marchas forzadas, podrá restablecer el mejor nivel de sus jugadores, para restablecer también el mejor futbol de la selección mexicana, como se insinuó en 2019.

Y más allá de las asignaciones desesperadas de Martino, queda una promesa abierta, hecha por el aparente líder del grupo, y que estará en su quinto mundial, Andrés Guardado: “Al final, en el momento importante, el grupo cerrará filas y haremos historia”. Algo similar dijo el mismo Tata.

Sólo, será necesario, que ese juramento colectivo, la conviertan en su Credo.

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Martino lleva manejando en su reporte desde hace varios meses la falta de gol en el Tri
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LOS ÁNGELES — Gerardo Martino anunciará este miércoles a sus Once del Patíbulo y a sus respectivos caballerangos rumbo a Qatar 2022. A bordo de una frágil barcaza con el atlas abierto, una brújula y un compás, con rumbo a Utopía: El Quinto Partido.

“Vendrá la muerte y tendrá tus letras”, escribió Mauricio Montiel. Tiene la bellísima y siniestra ternura de un epitafio. Digno de un nuevo apocalipsis futbolero para Martino y su Selección Mexicana.

Los vientos, de negros desalientos, que empujan la endeble balsa aventurera, hieden a pesimismo. Hasta las míticas sirenas han huido de esa ruta suicida que garantiza encallarse en la fase de grupos. Poseidón y el destino ceban a dos bestias (Argentina y Polonia), y una rémora babeante y jadeante (Arabia Saudita).

Al final, el fracaso, el naufragio, tan inminente y cíclico como parece evocará esa sentencia: “Vendrá la muerte y tendrá tus letras”. Esta vez con las letras de Gerardo Martino, como antes las de tantos otros.

El técnico argentino sorprende. No puede precisarse si se automedica de un alucinante ilusionismo, o de una fe guiada con la mala fe de un lazarillo deshonesto, o en verdad cree en un milagro, tan imponente que espera más una transfiguración bíblica, que una transformación humana. En Qatar no se escuchan las campanas de Belén sino las voces de Babel.

Gerardo Martino ha sido, al menos, sincero. México ha ido en un proceso degenerativo de su futbol. 2019 se llenó de fiestas patrias, pero 2022 ha sido un 2 de noviembre en Comala. Él lo acepta. “Habíamos jugado muy bien, ahora jugamos muy mal”.

Como mariscal operativo del Tri-tanic, él es el principal responsable. ¿Es también el principal culpable? Tal vez no tanto: él creyó, como muchos, como tantos, en el espejismo que deslumbra, hacia afuera, el futbol mexicano. Hamelín para principiantes.

Martino ha insistido en un razonamiento que lo exculpa, pero, también, lo condena. Poco después de las agonías ante Estados Unidos y Canadá, deslizó suavecito, la llaga del Tri: “hay una baja de juego en algunos, que afecta al equipo”.

No hay duda. Andrés Guardado, estoico, masoquista, le agrega kilometraje a unas rodillas que envejecieron antes que su corazón rojinegro. Héctor Herrera se ha jubilado como futbolista. La tragedia de Raúl Jiménez ha prolongado su inquina. Tecatito Corona invoca a los chamanes de Bahía de Kino, mientras los médicos del Sevilla y del Tri golpean el reloj de arena. Y así, contando.

Pero, por su parte, Martino no reaccionó a tiempo. No supo, no quiso o no pudo. O no lo dejaron. O todo junto. Recuérdese que se apoltronó casi un año sabático en 2020, y en 2022, oreó pañales con la ternura de un abuelo, mientras la Liga Mx reanudaba feroces zafarranchos.

Hoy, él, como muchos, descubre apenas a un notable Luis Chávez y a Kevin Álvarez, mientras hay una guerra mezquina entre el técnico y la FMF, para no domar la soberbia y acelerar la “repatriación” de Alejandro Zendejas. A Alfonso González, lo desdeña por ser Ponchito, y con su lista de vetados, el Tata podría armar una selección paralela.

Tal vez, en uno de los actos más genuinos, humildes e inútiles, pidió clemencia desde la investidura lamentablemente más desprestigiada en el futbol, la del ser humano. “La gente no me conoce, no sabe cómo soy como persona, seguramente si me conociera nada de esto pasaría”, dijo después de agresiones verbales, bautizadas con líquido caliente.

Una pifia de Martino. Nadie lo firmó por ser un franciscano, sino por un objetivo, que él mismo asumió como propio al ser presentado: ese Quinto Partido, ése, el Santo Grial del hereje futbol mexicano.

¿Qué viene? Ejercer el mando. Rescatar futbolistas, y, especialmente, rescatar a esos tipos atrincherados, trémulos y recelosos, detrás del jugador.

A Martino y a México los alcanzó su destino: una generación que entra en la decrepitud competitiva, y otra generación que apenas asoma, inmadura, sin importar las edades, a ese macrosismo mundialista, de enormes exigencias y de fantásticos cadalsos. La leña verde, con el Tri, arde mejor.

Tendrá poco más de dos semanas y dos partidos (Irak y Suecia), para hacer monumentales ajustes. A saber: devolverles el futbol a los decadentes; integrar al maremágnum a cabecitas jóvenes; empezar desde la “A” y llegar a la “Z” en el funcionamiento del equipo. Recorrer del Alfa al Omega del futbol esencial en el tren bala de la desesperación.

Gerardo Martino se ha quejado frecuentemente de la falta de intensidad de sus jugadores. Es su obligación imbuirla. Y si no la encuentra, desechar al rejego, al renegado, al desertor. El indolente es una manzana podrida.

Si en ese lapso de noviembre, antes de enfrentar a Polonia, El Tata restablece, reconfigura, resucita, a sus Once del Patíbulo y sus caballerangos, para que se acerquen a la versión 2019, habrá que labrarle una bonita lápida para el Boulevard de los Caídos en la antesala del Quinto Partido. Ahí, en la rotonda, en el paraninfo del fracaso.

Al final, tan si lo consigue como no, la fascinante expresión de Mauricio Montiel, le acompañará con letras escarlatas en su currículum vitae: “Vendrá la muerte y tendrá tus letras”.

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LOS ÁNGELES -- Pumas rompe con Andrés Lillini. Con el secretismo sospechoso que se maneja el club, de momento, no se sabrán los motivos reales del divorcio. ¿El mal torneo con el mejor equipo posible? ¿Ofertas mucho más generosas al entrenador, que la mendiguez con que se maneja Pumas? ¿Labor de zapa de Miguel Mejía Barón para allanarle el camino a Ricardo Ferretti? ¿Ignorancia pedestre de los directivos en términos de futbol?

Ciertamente Lillini es el principal responsable de los milagros previos y del fracaso en este Apertura 2022. Se le encumbró como genio cuando eliminó a Cruz Azul en aquella remontada, y se le fustigó como inepto en el balance de este torneo.

Lillini debió beber de las dos aguas de los manantiales de los excesos. Del dulce y del amargo. Fue del exitismo al fracaso. Y éste, sin duda, tiene más chacales que defensores.


Pumas pierde, sin duda. Debió retener al especialista en fuerzas básicas, pero, queda claro, el ambiente estaba tan contaminado, tan pútrido, que era ya imposible parchar una relación. ¿Volverá el equipo a caer en el caos de sus semilleros? Apenas parecía reaccionar.

Junto con Lillini debería irse el directivo, que en un acto de fanatismo ciego y de poca inteligencia, aceptó el contrato de Dani Alves, con más minutos que cualquier plan de telefonía en México. Ni el celular de Carlos Slim goza de tantos minutos aire.

Pumas intentó desmentirlo, cuando este reportero reveló esta inusitada complacencia hacia Alves en las pantallas de ESPN. El tiempo corroboró la novatez y estulticia de la dirigencia del equipo. Y en cierta manera, también de Mejía Barón y Lillini.

Sin embargo, para aquellos torpes y torvos detractores de Dani Alves, debe hacerse una consideración justa. Ciertamente jugó más minutos de los que merecía, y debía ser sustituido necesariamente cuando al equipo le urgía.

La página de Statiskicks genera una valiosa radiografía en torno a Alves, que confirma, como aquí se afirmó en su momento, que mantenía la vigencia de un Tesla, con compañeros con mentalidad de avalanchas callejeras.

Statiskicks revela estos datos sobre el comportamiento de Dani Alves, lo cual demuestra que en los momentos útiles dentro del juego, sus compañeros no lo aprovecharon, y Lillini no logró armonizar un plan de estrategia correcto.

1.- El brasileño fue el jugador con más pases filtrados precisos en el Apertura 2022, con un total de 17. ¿Por qué se desaprovecharon balones posicionados de gol?

2.- Sin incluir a enganches o mediapuntas, Dani Alves fue el jugador que más pases al área penal entregó en este torneo, con un total de 66, muy por encima de los 42 de Fernando Gorrirarán de Santos, o de los 36 de Álvaro Fidalgo.

3.- El brasileño fue el futbolista con mejores estadísticas en la generación de futbol por parte de Pumas. Por lo tanto, el equipo y su planteamiento no estuvieron acordes con lo que él podía producir.

4.- En el acumulado de pases clave, pases progresivos precisos, pases largos precisos, ganancia en encares, y porcentaje de duelos defensivos ganados, Alves superó, por ejemplo, a Fidalgo, en consideraciones globales. ¿La diferencia? El jugador y su entorno táctico.

Ciertamente, en lo irrefutable, es que Dani Alves permaneció en la cancha más minutos de los necesarios para Pumas. Ahí, la responsabilidad en Pumas es estrictamente de quienes aceptaron ese acuerdo.

Además, estas cifras, constatadas, vividas, experimentadas en la cancha, debieron ser en cierto momento, una humillación para los compañeros de Alves, quien estaba unas, muchas, neuronas por delante.

Ahora vendrá una nueva aventura para Lillini. Sin contrataciones exuberantes, pero seguramente con dirigentes que no se dejen deslumbrar por lo que pudo haber sido y no fue. El técnico argentino tiene una garantía: con poco, hace más que con mucho. Y de esa experiencia, él también debió aprender.


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LOS ÁNGELES -- Festinabas, Gerardo Martino, hace días, que alguien te hiciera, finalmente, después de casi cuatro años, una pregunta sobre futbol.

Tras las miserias, tras las exhibiciones ante Perú y Colombia, es claro que, tú, Tata y tu equipo, hablando de futbol, tartamudean. En realidad, enmudecen.

Si se valora estrictamente lo que México ha hecho en la cancha en los tres últimos años, y conforme a ello se cotiza tu erudición, Gerardo Martino, es evidente que hay más perorata que discurso; que hay más locuacidad que alocución, y que hay más monserga que discernimiento.

Por eso, Martino, no caigas en el cinismo de querer hablar de futbol, cuando queda claro que tu equipo y tus horas de trabajo, hacen mutis en la cancha. ¿Sufres del Síndrome de Demóstenes? ¿Hablas sólo de futbol con tus jugadores? Pues, o no te explicas o no te entienden. O ambas. Porque, Tata, tartamudeas y tu equipo también.

En las ruedas de prensa, posteriores a un juego, especialmente cuando México muestra una dislexia lingüista en temas de futbol, no se requiere hurgar, ni urdir, sobre exquisiteces tácticas, sino en autopsias urgentes, y ahí, tú, Martino, ¡oh, gran predicador del balompié!, te has vuelto aburridamente repetitivo y repetitivamente aburrido.

“Perdimos intensidad”. “Nos faltó intensidad”. “Caímos en desatenciones y descuidos”. “Me quedo con los primeros 45 minutos”. “Me quedo con la reacción de los jugadores”. Bazofia de verborrea. Porque son tres años de escuchar tus redundantes y cíclicos actos de escapismo. Si tienes el diagnóstico, ¿por qué no buscas la cura? Si semejantes resultados consignan las actas de defunción, desde las reiteradas humillaciones ante Estados Unidos y Canadá, ¿por qué no has encontrado una solución?

Yo discrepo, Tata, de quienes afirman que esa pregunta hecha al término del horror maquillado ante Perú, fuera “una pregunta sembrada”, un cuestionamiento consensuado para apagar el incendio. Lo dudo. Creo que era una curiosidad válida del informante. Lo digo, porque yo si vi, percibí, e identifiqué la forma en que sí fue manipulada, amañada, la conferencia de prensa posterior a tu fracaso con Argentina en la Copa América Centenario. Esa vez preguntaron tus abogados y no tus fiscales. Había una tribuna de prensa en llamas, pero sólo hablaron tus bomberos.

Sin duda habrá que felicitarte por tu teatralidad en esa rueda de prensa posterior a la pesadilla disfrazada ante Perú, que, vale la pena mencionarlo, ha sido una mala, deplorable, engorrosa, copia de las numerosas reyertas verbales de Marcelo Bielsa con los medios. Él es El Loco, no un desesperado orate.

Ojo, no pienses que soslayamos a tus jugadores, esos que, definitivamente, no han mostrado toda sus habilidades e intensidad en el terreno de juego. Esto te lo preguntaba directamente en Cincinnati, tras la felpa ante Estados Unidos, y, como tantas veces te escurriste, huidizo, por la escalerilla de emergencia de las obviedades, porque recordemos que hablar de futbol, es, necesariamente, hablar de todos los poderosos ingredientes que inciden en la cancha, uno de ellos, la intensidad, esa vieja mortaja con la que tanto te tapas en los insomnios del fracaso. No sólo de charlas de pizarrón vive el hombre.

Más allá de que ensuciaste a Chucky Lozano, dudando de sus dolencias, que te parecían raras y que no entraban en el espectro miope de tu cuerpo médico (“no hallaron nada”), queda claro que muchos de tus presuntos generales, se han convertido en innegables desertores. Héctor Herrera se retiró ya del futbol, viviendo más en los jaripeos estadounidenses que en las canchas de la MLS, ante el desencanto del bobalicón Dynamo de Houston.

Ciertamente, en este arrejuntado de futbolistas que has elegido predomina la mediocridad. Son, hoy, estrictamente hoy, algunos, intrascendentes en Europa, más allá de los momentos memorables que Andrés Guardado pudo poner en el museo del PSV y del Real Betis, pero que hoy están momificados. ¿El resto? Jugadores cotizables, eso sí, en la Liga MX, pero solamente en la Liga MX.

Y claro, sin segregar a esa lista de segregados, de vetados, activos y pasivos, elaborada por las hormonas tuyas y de tu perrito faldero Jorge Theiler. Desde Javier Hernández, Carlos Vela, Carlos Salcedo, hasta los ninguneados como Johan Vásquez, o los “fantasmeados” como Ponchito González, e incluso Víctor Guzmán, entendible cierto, por ese asterisco del dopaje.

¿Te quedas Tata con el tartamudo equipo de los primeros 45 minutos ante Colombia? No se necesita ser un académico y docto parlanchín en los puntos finos del futbol para entender que jugaron con nueve en el primer tiempo, y que en cuanto salieron los sonámbulos James Rodríguez y Radamel Falcao, los colombianos se pusieron serios en la cancha, y tus tartamudos enmudecieron.

Y vale la pena recordar algo, Gerardo Martino: has tenido el privilegio de jugar como local. México tiene en Estados Unidos su patio trasero para intentar hacer futbol. Y el aficionado, villamelón, cautivo, nostálgico, acude dócilmente a ser esquilmado, engañado, y hasta a ser extorsionado, un término que te gusta mucho, tal vez porque estás por cumplir cuatro años haciendo lo mismo con los bobalicones de la FMF, Yon de Luisa y Mikel Arriola, y claro, los cobardicas miembros de la #YuntaDeDueños, dixit Sven-Göran Eriksson, otro ilustre técnico, menos locuaz que tú, pero con mayor dignidad porque supo negociar a tiempo su despido.

Al final, entre tu cháchara y la de tus jugadores quieren engatusar a la afición, asegurando que la presión externa, el pesimismo colectivo, la desconfianza generalizada, serán catalizados al interior del Tri, para fortalecerse en plena Copa del Mundo. Sí, ese #MasSiOsare tan del mexicano como un homenaje a su resiliencia de raza, de Raza Cósmica, diría Vasconcelos.

Pero, sabes, Tata, tartamudeando de futbol no vas a poder despertar esa enjundia adormecida del jugador mexicano.

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Terminó la última fecha FIFA previa al Mundial de Qatar y la Selección Mexicana sigue a la búsqueda de su mejor versión futbolística. En medio de ese esfuerzo, muy malas noticias: las lesiones de Raúl Jiménez y del ‘Tecatito’ Corona ponen en riesgo su participación en Qatar. Aunado a ello, las ya conocidas historias del ‘Chicharito’ Hernández y de Carlos Vela. México sufre, sufre por los que no están y por los que no pueden estar y hoy, más que de Martino, parece depender de los médicos, de la ciencia y de los cuerpos de los futbolistas…

CIUDAD DE MÉXICO.- Con el reloj agotándose de forma dramática para Qatar, México sufre por los que no están y los que no pueden estar.

Ni en sus pesadillas más aterradoras, la Selección Mexicana imaginaba afrontar el Mundial sin Raúl Jiménez y sin Jesús ‘El Tecatito’ Corona. Ello, sin duda, ensombrece más el panorama de cara a la ya inminente justa mundialista.

Y no es que las aspiraciones mexicanas dependan de uno o de par de futbolistas, pero son jugadores que pueden marcar diferencia en la cancha. Uno por su condición de goleador, y el otro porqué ofrece alternativas y profundidad al futbol de México. Si a ello agregamos los que no están por situaciones, llamémosle “extrañas”, el multicitado caso de Javier ‘Chicharito’ Hernández y el de Carlos Vela, la situación se agrava todavía más.

Lo de Jiménez es verdaderamente dramático. Afronta un tema de abductores, una lesión dolorosa y “traicionera” en el futbolista. Hace poco más de dos años, la Selección Mexicana contaba con Jiménez como uno de los jugadores más apegados a la “clase A” del futbol internacional. Desde un club de perfil bajo como el Wolverhampton, Raúl Jiménez se proyectó como uno de los mejores delanteros de la Premier League. México tenía resueltas todas sus dudas en la zona de definición de los partidos con un delantero que brillaba en el máximo nivel posible del juego.

Lo de Corona es igualmente penoso. Había pasado por una gran etapa en el Oporto de la liga portuguesa justo cuando ascendió de nivel con una transacción que lo llevó al Sevilla y que le permitiría jugar en una liga más competitiva como la española. En ese ascenso, se interpuso una increíble lesión en un entrenamiento. Corona es uno de esos jugadores que no sobran en México. Dueño de una gran habilidad para jugar con el balón en los pies y darle, por la banda, alternativas al equipo mexicano.

Sin Corona, sin Jiménez, aunado a la ya “vieja historia” del ‘Chicharito’ y de Vela, las probabilidades que México tiene de encontrar un futbol dinámico, ordenado y atrevido podrían reducirse. Gerardo Martino ha dicho que esperará a ambos jugadores hasta la última oportunidad que exista para subirlos al avión con destino a Qatar.

Tras la última fecha FIFA previa al Mundial, la realidad, fría y tajante, es que México sigue sin encontrar su mejor nivel futbolístico y que esas ausencias por lesiones, por veto y hasta por capricho, podrían alegarse más de la posibilidad de trascender en Qatar. Lo único que queda hacer es esperar, esperar a que los músculos sanen, el dolor desaparezca, los tendones se fortalezcan y que física y mentalmente estén aptos para jugar el torneo. Digamos que México sigue dependiendo de Martino, pero también depende los médicos, de la ciencia y del poder de recuperación que puedan tener los cuerpos de uno y del otro. Sin Jiménez y sin ‘Tecatito’, sin ‘Chicharito’ y sin Vela, algo que, ni siquiera en sus peores pesadillas, la Selección Mexicana hubiese imaginado.

@Faitelson_ESPN

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LOS ÁNGELES -- Seguramente Gerardo Martino nunca se había sentido así antes. Ni siquiera tras consumados los fracasos con Argentina y Barcelona. Irascible. Desbocado. Desesperado. Desarmado. Perdido. Fracturado. Harto. Desalentado. Abandonado. Impotente. Y más, mucho más.

La Selección Mexicana tiene ese perverso canto de sirenas: seduce, embauca, exprime, destruye, aniquila, maldice. Muchos marineros que se hicieron a la mar con ella desaparecieron, no volvieron a ganar nada, no volvieron a levantar un título: Sven-Göran Eriksson, Hugo Sánchez, Ricardo La Volpe, Chepo de la Torre, y algunos más deambulan en salas de psiquiatría como Juan Carlos Osorio. Bora Milutinovic fue “desterrado” y Miguel Mejía Barón huyó de la cloaca.

Es, la Selección Mexicana, una Circe, moderna y futbolera. Como en La Odisea, hurta memorias, habilidades, almas y voluntades. Entrega despojos, alfeñiques mentales, mascotas sin pasado... y sin futuro.

Acaso sólo Manolo Lapuente y Miguel Herrera lograron sobrevivir y, curiosamente, levantaron títulos con las Águilas del América, después de que el primero cae en la emboscada de Rafael Lebrija, y el segundo, en la trampa de su propia y piojosa personalidad.

Javier Aguirre mantuvo su vigencia, pero le ayudó tal vez el nunca vivir un proceso completo de cuatro años con el Tri. Después del fracaso ante Estados Unidos en 2002, ganó la Copa del Rey entre la púdica austeridad del Osasuna. En su regreso, para el Mundial de Sudáfrica, ganó una Copa Oro (2009), y en 2021, con Rayados, la triste limosna de la Concachampions.

Al Vasco lo conozco desde su época como jugador en América, Chivas y Atlante. Es más, es un confeso y habitual inquilino de este espacio. Cito esto, para que Usted dimensione el momento a relatar.

Copa América de Colombia. Ocurrió en Pereira, la ciudad llamada “querendona, trasnochadora y morena”. Coincido en el elevador con Aguirre y su esposa Silvia. Saluda Javier y se viene un vacío. “Mira, Silvia, él es, él es...”, y necesita tomar mi acreditación para leer el nombre y el medio: “Él es fulanito de tal”. Así de brutal, amnésico, agresivo, puede ser el estrés de dirigir a México.

Tiempo después, revivo el pasaje con el mismo Aguirre. “Yo veía a Bora (Milutinovic) y a Miguel (Mejía Barón), ‘linguiri, linguiri’, por aquí, por allá, felices. Pero adentro, es una chinga, es muy jodido, te carcome, ni cuenta te das. Es un privilegio, pero a un precio muy elevado”.

Algún día alguien podrá revelar con pelos y señales el infierno de Juan Carlos Osorio, sus escapadas, sus terapias extremas dirigiendo al Tri. Era el epítome de una precisión que hizo Mario Carrillo antes del juego contra Suecia en Rusia 2018. “Hoy, rodeado de todos, es el tipo más solitario del mundo. Está solo, y contra todo”, reflexionaba.

Por eso, llama la atención la capacidad de sobrevivir de Lapuente y Herrera. Seguramente porque no debieron vivir sumergidos en el marasmo brutal de un proceso de cuatro años. Manolo presentó su renuncia en un chantaje sentimental, creyendo que no se la iban a aceptar, pero Lebrija no titubeó. ¿El Piojo? Tiró un puñetazo en Filadelfia, tras ganar, con saqueos arbitrales, la Copa Oro, para defender la doncellez pública de su familia, y fue echado.

El Tri entreteje esas emboscadas. Saca lo mejor del tipo, como entrenador, pero también se ensaña, se ceba, sobre las fragilidades del ser humano. Eso sí, es una jaula de oro con diamantes. Hay que pagar hasta con la dignidad, a veces.

Ahí adentro, hay que conciliar caprichos, humores, tumores, promotores, patrocinadores, egos, intereses, amenazas, promesas ajenas, berrinches, y encima, lidiar con 23 tipos que a su vez tienen que lidiar con presiones de familia, clubes, promotores, patrocinadores, y su propia inseguridad.

Osorio intentó convencer a sus futbolistas de que no jugaran con y por esas arpías que llevaban a cuestas: “Jugar, por el juego mismo”, les dijo, y apeló con conceptos que rebasaban las entendederas de sus jugadores, hasta con el mito del “cerebro reptiliano”. Fracasó ante la rebelión de las Divas Rubias, encabezada por Javier Hernández.

Hoy, Martino vive aterido. Diría Carrillo, rodeado de tantos, es el tipo más solitario del mundo. Ciertamente, es el principal responsable de ello.

1.- Ninguneó la rivalidad con Estados Unidos, y cargó con cuatro humillaciones en juegos oficiales, incluyendo dos finales. Nunca entendió el espectro social de que jugar contra Estados Unidos es como para Argentina encarar a Inglaterra.

2.- Se tomó casi un año sabático en 2020, aunque la FMF puso un vuelo privado a su disposición para que regresara a México. Y en 2022, alargó las vacaciones, con la Liga Mx ya en marcha. Abusó de la ¿nobleza?, desautorizada de Gerardo Torrado.

3.- Su Tri-tanic ya naufragó, y él aún no se da cuenta. Cree que los que fueron sus almirantes y hoy son tristes grumetes, rescatarán el barco. ¿Hector Herrera, lesionado y bebiendo y bailando en un concierto? ¿Un Andrés Guardado con un corazón tan enorme como la artrosis en sus rodillas? ¿La paquidermia rapidez de Héctor Moreno? ¿Los vestigios de Jesús Gallardo?

4.- Su última aparición, un ridículo ante Paraguay, demuestra que perdió el control incluso de sí mismo. Acusa de extorsión a Alejandro Zendejas, pero reconoce no haber hablado con él. Se lamenta ser visto por la afición como el “enemigo público número uno de México”, y jura –sin perjurio–, que hay una campaña en su contra, por parte de ex técnicos y exjugadores.

En aquellos tan ya idos tiempos de bonanza, en los que le coquetearon con un segundo proceso hacia el Mundial 2026, ciertamente tenía jugadores para soñar con una hazaña, claro, antes del sorteo, que le coloca con Argentina, Polonia y Arabia Saudita.

Después, vendría el brutal accidente de Raúl Jiménez; Tecatito Corona sigue desahuciado; Chucky Lozano ya desarrolló, a fuerza de lesiones, fobia a las convocatorias moleras; Herrera, ya se dijo, se trata sus lesiones bailando y bebiendo con el Grupo Firme, mientras sus obsesiones como Rodolfo Pizarro y Jesús Gallardo, ya merecen epitafio.

Ya Martino acusó los efectos de vivir agobiado por el canibalismo despiadado del ojo del huracán tricolor. Su ojo derecho fue la primera luz de alerta. Su familia le recomendó que renunciara. ¿Para qué ofrendar su salud a esos descastados, mal agradecidos, desagradecidos, neuróticos, injustos, ignorantes e insensibles mexicanos? Y su familia tiene razón.

Coincidiendo con Andrés Guardado, Martino cree, como náufrago aferrado a un carcomido madero, que el hostigamiento externo fortalecerá voluntades y hará milagros a la hora de enfrentar a la más sólida Argentina de los últimos años.

Martino cree en sus líderes: Guardado, Jiménez, Guillermo Ochoa, Moreno y el festivo Herrera. Debe recordar que ellos mismos enmudecieron, se paralizaron, desertaron emocionalmente, cuando Osorio les preguntó si estaban listos “para jugar el partido de su vida” ante Brasil en Rusia 2028. Ese silencio posterior, fue un acta de defunción y un acto de renuncia.

Por eso, para Martino, para el #TataMartirio, ya no debería tratarse de soñar con una épica de época en Qatar. Debe tratarse de sobrevivir a un proceso brutal, crudo, cruento, impío, como lo es dirigir a una billonaria arpía de tersos, flamantes y tricolores uniformes.

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Paraguay 1, #FueraTata 0

FECHA
01/09
2022
por Rafael Ramos Villagrana

LOS ÁNGELES — Ya desperdició cuatro años y Gerardo Martino quiere montar el milagro en cuatro partidos más. Con un arrejuntado, México cumplió su contrato leonino con SUM, y fue dominado por otro arrejuntado, el de Paraguay, 1-0. El estallido de la afición fue concluyente, lapidario, pero inútil: #FueraTata. Pero semejantes decibeles no taladran oídos más necios que sordos, como los del mismo técnico y de Yon de Luisa, presidente de la FMF.

Una nación de villamelones pobló el Mercedes-Benz. Se sabían engañados. Era la Selección R, de relleno, del Tata Martino. Pero, dólares hay para sobarse, para sanarse la nostalgia con el dulzor costeable del desmadre. El Himno, la cerveza, #ElGrito, el tricolor pintarrajeo en la mejilla, los asadores, el mariachi, la cumbia, la bandera, la camiseta y esa fascinante dualidad para ir del alarido festivo a la mentada de madre y al #FueraTata.

Ojo: el grupo de jugadores en esta convocatoria es valioso. Una lista de futbolistas con gran futuro, aunque también, cierto, caprichos seniles e inexplicables, como Jesús Gallardo y Rodolfo Pizarro.

Pero, en este grupo, el paladar insípido, incoloro e inodoro de Gerardo Martino contempla sólo piezas de refacción. En sus delirios, ya tiene armado su motorcito mundialista, aún con veteranos decadentes, algunos porque cree que puede recuperarlos en sólo cuatro juegos amistosos.

¿Cómo creer que El Tata armará un equipo competitivo con cuatro juegos restantes (Perú, Colombia, Suecia e Irak) cuando no pudo armarlo en cuatro años, y que fue vejado y humillado por Estados Unidos en cuatro ocasiones?

Un grato primer tiempo. México convirtió en héroes a los postes y a Antony Silva, y fue mártir de su presbicia como fusilero, desperdiciando oportunidades de gol. Sería lamentable desatar elogios sobre esos buenos minutos de México, sin contar con el desajuste inicial que mostró Paraguay. Cuando los guaraníes apretaron la pierna, la marca y el soplo en la nuca, México empezó a menguar.

El gol paraguayo es un reflejo de los típicos errores de defensas centrales en la marca. Bobalicones, modorros y distraídos se vieron Jesús Angulo, César Montes, Luis Romo y hasta podría culparse a Kevin Álvarez por su devoción ofensiva.

Con el gol de Derlis González al 50’, Paraguay levantó la trinchera y cavó un foso. A resistir. Y el Tri intentó, en esos espejismos que ha tenido con Martino: le conceden el espacio y la pelota, y simplemente con la libertad de juego, México se esclaviza con su torpeza futbolística.

Quedó claro, para quien sepa y quiera verlo, que Uriel Antuna y Jesús Gallardo no pueden arrimarse siquiera al mostrador de Qatar Airlines. Pero, ya se sabe, Martino tiene una tan extraña como sospechosa fijación con jugadores que son hasta suplentes en sus equipos.

Ha dicho El Tata que palpa y palpita un ambiente de “pesimismo”, pero que de esa abominable carga negativa, el grupo, desde el interior, con sus supuestos líderes, podrá nutrirse de solidaridad y revertir los pronósticos.

Vale la pena recordarle a Martino las condiciones de sus caudillos: Andrés Guardado y la artrosis de sus rodillas; el show cómico de Héctor Herrera en la MLS; la quelonia velocidad de Héctor Moreno, y que el Chucky Lozano ya desarrolló una fobia al Tri por el instinto de supervivencia.

Recuérdese, además, que estos mismos caducos líderes del Tri vivieron el pasaje más bochornoso de sus vidas antes del juego ante Brasil en Rusia 2018. Juan Carlos Osorio relata que antes del partido les preguntó si “¿están listos para jugar el partido de sus vidas?”. La respuesta fue un ominoso, lúgubre, rendido y desertor silencio.

Al final del juego este miércoles por la noche, Gerardo Martino se encogió de hombros en la banca, mientras el estadio se cimbraba y crepitaba, vociferaba, regurgitaba estentóreamente el #FueraTata. Él, tranquilo, tiene contrato, pasaje, pasaporte y su cartita en el álbum Panini.

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LOS ÁNGELES -- No conozco a Jaime Ordiales. Es decir, si es que alguien llega a conocer bien a alguien en la vida. En su era de jugador, llegué a tratarlo. Como directivo, se ha desarrollado codo con codo con numerosos entrenadores, lo cual debió haberlo nutrido.

Dicen, quienes creen conocerlo, que es un tipo honesto, decente, bien intencionado. Hay otros, que dicen también conocerlo, y lo vinculan con promotores, y subrayan la agria y ácida relación con el ex técnico de Cruz Azul, Juan Reynoso. Él, puntualmente se desmarca de relaciones con Carlos Hurtado, Guillermo Lara, Greg Taylor, y otros carroñeros especialistas en fichajes fraudulentos. Le creo.

Ahora le entregan un trozo de carne envenenada, podrida: la dirección de Selecciones Nacionales de México. Le entregan un camposanto. Muchas tumbas y pocos partos. La Selección Mexicana que acudirá a Qatar 2022 es hoy un desahuciado que lloriquea ante su propio sepulcro.

¿Hará Jaime Ordiales la diferencia? Tiene suficiente tiempo para intentarlo, pero tiene poco tiempo para conseguirlo. Y no, no es esto un contrasentido.

Con Ordiales al frente de Selecciones Nacionales, a cuatro meses de su debut ante Polonia, la incertidumbre tiene rostro de desesperanza, de incredulidad, de resignación.

Entiéndase: no se trata de si Ordiales sabe. Ni se trata de si Ordiales puede. Menos aún se trata de si Ordiales quiere. Se trata, única, exclusiva y estrictamente, de si a Jaime Ordiales lo dejan.

Por eso, el encabezado de este Blog, que tiene menos lectores que aciertos Yon de Luisa durante su gestión al frente de la FMF: “Y si no te dejan, Jaime Ordiales, renuncia”.

Decíamos que es un puesto corrompido, gangrenado, el que le entregan a Jaime Ordiales, porque, seguramente, si México nace y se muere en la fase de grupos de Qatar 2022, al irse Yon de Luisa del trono, arrastrará a su corte con él.

Por lo pronto, más allá de que el mismo Ordiales vislumbre sus propias metas intermedias, sus propios métodos, sus propias ideas, desde fuera, se podría, obstinada, ociosa y abusivamente, imponerle un cuaderno de cargos.

Insisto, grábeselo: no se trata de si sabe, quiere o puede, porque debe. Se trata de si lo dejan hacer lo correcto, para que no termine en una marioneta más del gran teatro guiñol de la Federación Mexicana de Futbol.

Únase Usted, que soñar no tiene precio. Únase, que el proponer tareas ajenas, es una fantasía recurrente en el futbol mexicano.

1.- ‘REPATRIAR’ AL TATA...

¿Cuál sería el primer golpe de autoridad de Jaime Ordiales? Tener sentadito, despierto, y con los ojos bien abiertos, incluyendo el derecho, a Gerardo Tata Martino en México, desde ya, listo para observar in situ a Cruz Azul contra Puebla este sábado, y el domingo, a Pachuca contra Pumas.

¿Que no quiere? Es un empleado, un asalariado, bajo un contrato. ¿Que no puede? La FMF puede fletarle un avión o al menos un boleto en Primera Clase para que viaje de inmediato de Buenos Aires a la Ciudad de México.

2.- CONVOCATORIAS...

En este momento hay al menos 15 programas de estadísticas y mediciones sobre rendimiento de los futbolistas profesionales. Hoy, ningún jugador puede mentir. Sus números, mapas de calor, pulsaciones, recorridos, intensidad, puntos de contacto , desplazamientos en tiempo y zona, muestran claramente su nivel de compromiso y competitividad conforme a lineamientos geométricos. Quedan, pues, al desnudo.

Claro, todas esas lecturas y mediciones, palidecen ante un detalle puntual, la sensibilización propia del ser humano, y la lectura de persona a persona.

Imagínese que el británico Winston Churchill, en los años sesentas, ya advertía que “las estadísticas son como los bikinis, muestran cosas interesantes, pero ocultan lo más importante”, entonces, hoy en el futbol, esos sofisticados programas son como los bikinis.

Con semejante tecnología, ya totalmente simplificada y digerida, Jaime Ordiales puede plantarse ante Gerardo Martino y rebatirle cada una de las convocatorias que haga.

Y a esto se debe agregar, incluso, el acercamiento al futbolista, que será muy distinto, de mexicano a mexicano, y de personaje con poder y personalidad ante el jugador, que estará muy por encima de la parsimonia execrable de Gerardo Torrado.

Con papelito en la mano, y acercamiento con jugadores, Ordiales puede cuestionar porqué están marginados Erik Lira, Luis Chávez, Aldo Rocha, Luis Reyes, Kevin Álvarez, por citar a algunos, y por qué Johan Vásquez sólo es moneda de cambio. Son sólo ejemplos.

3.- ALIADO...

Entiéndase: Jaime Ordiales no fue a pedir la chamba, se la ofrecieron. Ahora, entonces, está en condiciones de exigir y proponer. Y a Yon de Luisa más le vale que lo vea como un aliado y lo vea como un respaldo ante la crisis evidente que vive la selección mexicana de futbol. Torrado era un eslabón roto.

Y el primer paso es que las propuestas, las reformas, las correcciones, los ajustes y los lineamientos que imponga Ordiales, para todos en todas las Selecciones Nacionales, lleven la firma categórica de Yon de Luisa. Si éste duda, la autoridad de Ordiales queda en duda.

En los dos cuerpos técnicos más recientes al frente del Tri, hemos visto cómo se han cerrado las trincheras contra los mexicanos. En su momento, ¿por qué buscaron otros caminos Santiago Baños y Raúl El Potro Gutiérrez, en la época de Juan Carlos Osorio y su búnker? Porque se formó una coalición colombiana contra ellos. Actualmente, es , también, un reducto insalvable.

Por eso, Jaime Ordiales necesitará de toda la diplomacia, pero también de toda su personalidad, para no permitir que los gruñidos de Jorge Theiler, azuzado por Martino, le intimiden.

Quedan cuatro meses y cinco juegos de preparación antes del debut mundialista ante Polonia. No se pueden recomponer ni revertir los grandes errores perpetrados en este proceso mundialista, pero, aún, entre los vestigios, como en la Caja de Pandora, pueda rescatarse una esperanza.

Entonces quede claro, pues, que no se trata de si Jaime Ordiales sabe hacer bien las cosas...

O de si Jaime Ordiales puede hacer bien las cosas...

O de si Jaime Ordiales quiere hacer bien las cosas...

Se trata de si a Jaime Ordiales lo dejarán hacer bien las cosas...

De otra, manera, Jaime, renuncia y denuncia. Que no te arrastren entre las patas de caballos ajenos. Que no termines, por un espejismo de ir a un Mundial, como chivo expiatorio.

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LOS ÁNGELES — Caos. Anarquía. Desgobierno. Crisis. Un futbol mexicano multimillonario sumido en una abismal miseria competitiva, moral y organizativa. En manos de parásitos. En poder de rémoras que se hinchan el buche.

¿El peor de sus colapsos? ¿Peor aún que el de los célebremente infaustos cachirules? ¿O los casos de dopaje sepultados bajo el estiércol de la Concacaf y de la FIFA? Sí, sin duda. Porque hoy, se cobija bajo el manto desleal de un boleto al Mundial de Qatar, suficiente argucia para engañar a bobos y negligentes. Y porque no hay nadie que se subleve y provoque el cambio. La #YuntaDeDueños sigue arando entre la fertilidad de su pánico y la esterilidad de su audacia.

Un futbol mexicano que hoy se debate entre la delicuescencia y la delincuencia. Su presidente, Yon de Luisa, extorsiona a sus fiscales públicos. Aparece tosiendo, demacrado –“tal vez dio positivo”, dicen sus esbirros--, para generar un guiño de lástima. Promete crear una comisión que cree otra comisión que comisione a ineptos comisionados, amigos y parias, para que hagan la autopsia a las selecciones nacionales carcomidas de fracaso. El diagnóstico es de dominio público: ineptitud, compadrazgos, canonjías, corrupción. Todo ello, perpetrado bajo sus propias narices.

Entre el hedor a fracaso, la FMF se unta maquillaje de riqueza. Su selección, el Tri, es la única en el mundo que puede ostentar tal opulencia, la de acaparar una veintena de patrocinadores y millones de aficionados, de ambos lados de una frontera. Ni Brasil, ni Alemania, ni Italia. La FMF se emperifolla de banalidades, mientras su camposanto acumula lápidas.

Hoy el futbol mexicano está acéfalo. Un presidente que preside, pero no gobierna, buscando un chivo expiatorio para las selecciones nacionales. A alguien habrá que echarle la culpa del holocausto inevitable en Qatar.

Y una selección nacional sin técnico. Hay un responsable, claro, un tipo millonariamente asalariado, el más caro de América, y entre los cinco mejor pagados de aquellos que acudirán a Qatar. Pero él, Gerardo Martino, vacaciona. Él no lo oculta. Como Juan Carlos Osorio, sabía que para dirigir en un Mundial, había que dirigir a México, como todo el mundillo oscuro y gangrenado que eso implica.

El Tata Martino es captado en los pasillos del Estadio Marcelo Bielsa, en animada charla con Lionel Scaloni, el técnico de Argentina, su rival directo en Qatar el 26 de noviembre. Fue a bostezar por un 0-0 entre Newell’s y Racing, mientras una pléyade de ilusos e inocentones jugadores mexicanos, se rompían el alma creyendo que el técnico rosarino estaría, al menos atisbando con el rabillo del ojo –el izquierdo, claro--, sus esfuerzos.

Pero no, Martino evocó a Gardel: “el músculo duerme y la ambición descansa”. Él ya no transpira, y su cuenta bancaria está más rechoncha que nunca. Por los tiempos, era imposible que hubiera seguido en directo, al menos dos juegos: Atlas vs. Cruz Azul (3-2) y Santos vs. Chivas (1-1).

Mientras se tira a la milonga y a la “fiaca”, Martino sabe que nadie le armará un quilombo en México. Si alguien le alza la mano amenazadoramente, ahí tiene a su mastín Jorge Theiler, para amedrentar a Yon de Luisa, como tuvo amedrentado por años a Gerardo Torrado.

Y mientras el Tata chupaba mate, se mataban Aldo Rocha, Jeremy Márquez y el Hueso Reyes, y lo mismo harían, Santiago Giménez, Charly Rodríguez y Erik Lira. Por igual ocurriría con El Mudo Aguirre, Omar Campos, Alexis Vega, Fernando Beltrán, Christian Calderón y Roberto Alvarado.

No muchachos, no sean bobalicones, no se rompan el alma. Gerardo Martino estaba más interesado en el soporífero 0-0 de su “Ñuls”, y en el 1-0 de su futuro equipo, Boca Juniors sobre Talleres, para ir observando a su legión de xeneizes.

¿Y este domingo? Seguro el Tata estará más atento a la magia de Godoy Cruz vs. Lanús y Tigre vs. Estudiantes, que a un Pumas vs. Necaxa o a un San Luis vs. Rayados o un Tigres vs. Tijuana. ¿Y qué querían los directivos mexicanos? Le pagan cuatro millones de dólares por su tiempo no por su pasión, su devoción, su compromiso, su disciplina y su responsabilidad.

Algo queda claro: Gerardo Martino ya saltó de su Tri-tanic, mucho antes de que siquiera zarpara.

¿Y el que preside pero no manda? Ahí, jugando al “tin marín de do pingüe”, en la ruleta del amiguismo y la complicidad, buscando a un director de selecciones nacionales, que como él, permita y prohíje estos desacatos del director técnico nacional. Irrespétame más, que para irrespetarme, no me basto yo solo, parece proclamar Yon de Luisa.

Él mismo pareció mandar señales alentadoras al sentarse en el trono de oro de la FMF. Sin embargo, queda claro que al final, el proceso brutal, merecido ciertamente, para hundir a Fidel Kuri, fue sólo una farsa, al ver que tras el vandalismo en Querétaro, él y Mikel Arriola (presidente Liga Mx), terminaron sometidos.

Y claro, volteemos a las catacumbas, donde bañados en su propio almizcle, los dueños de equipos contemplan cómo les han arrebatado la potestad de su propio futbol. Pisoteados, despojados, humillados, con su silencio cómplice, comparten la culpabilidad de los desastres.

Ya hace meses, le hemos anticipado aquí el sesgo dramático que vendrá para 2023. Alejandro Irarragorri asumirá el puesto de Yon de Luisa, impondrá a su gente, y seguramente a Diego Cocca al frente del Tri, habida cuenta que el Tricampeonato del Atlas parece inevitable.

¿Y el dueño del changarro? Agregando lágrimas a los libretos del programa más exitoso de la televisión mexicana, La Rosa de Guadalupe. Emilio Azcárraga Jean sabe que la desdicha vende más y mejor, a largo plazo, que la felicidad, especialmente en el futbol.

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LOS ÁNGELES.-  Se sentó en el banquillo del fiscal, cuando debió sentarse en el banquillo de los acusados. Yon de Luisa accionó la guillotina, aunque lejos de su pescuezo. “Hágase la voluntad de Dios en los bueyes de mi compadre”, dice la sabiduría mexicana.

Como los reptiles, Yon de Luisa se cortó los dedos, pero no la mano en la conferencia de prensa de este miércoles. Las lagartijas sacrifican la cola para conservar la vida. Así, también, el presidente de la FMF.

Ya con las cabezas de Gerardo Torrado, Ignacio Hierro, Javier Mier, Luis Pérez y Mónica Vergara secándose tumefactas al sol del oprobio, el bullying y los memes, Yon de Luisa salió airoso, entre ataques de una tos nerviosa.

En un insulto a la obviedad, Yon anunció cambios, sustituciones. Llegarán a la Comisión de Selecciones Nacionales tipos “en activo”, que conozcan el futbol mexicano, sus carencias, sus urgencias y sus necesidades. ¿Y por qué hasta ahora? ¿Y por qué antes se dio carta blanca a la incompetencia?

Entiéndase algo, y es una ley empresarial: quien es parte del problema, no puede ser parte de la solución; quien ha sido el cáncer del problema, no será el medicamento de la solución.

Yon de Luisa, como gestor y origen del problema, no puede, no debe, aunque quiera, ser parte de la solución.

Yon de Luisa eligió y dotó de libertades a Gerardo Torrado, y permitió que gente de TV Azteca (Gustavo Guzmán), le infiltrara a un Caballito de Troya como Nacho Hierro. A ambos les permitió ejercer compadrazgo, el nepotismo funcional del amiguismo.

Si Yon de Luisa se equivocó con ellos, y con las decisiones que tomaron ellos, él no puede garantizar que no se equivocará de nuevo en la elección de los sustitutos.

Cuidado: Yon de Luisa no va a elegir personas que sepan más que él, y principalmente, que sepan de lo que, queda claro, él no sabe: futbol.

El actual presidente de la FMF sabe puntualmente que su puesto está, en términos de Juan Luis Guerra, cruzando el Niágara en bicicleta. Alejandro Irarragorri contempla la forma en que Yon de Luisa orquesta su propia destrucción.

Al final, Yon de Luisa sólo consultará a una persona: a Emilio Azcárraga Jean, quien seguirá ejerciendo el control absoluto del futbol mexicano bajo la ya mencionada #DoctrinaAzcárraga, patrimonio familiar.

Porque De Luisa y los dueños de equipos del futbol mexicano saben que las decisiones no se toman por democracia, sino por autocracia. El himno ya lo saben: Master of Puppets, de Metallica. El Maestro de las Marionetas.

Confiar pues en que Yon de Luisa esta vez no se equivoque, es imposible. Porque, insisto, él es parte del problema, célula medular de la equivocación, epicentro del desastre, compinche del sistema.

Entonces, ¿cómo confiar en Yon de Luisa si él mismo ya no confía en sí mismo, y someterá ante The Master of Puppets la decisión final para elegir a la nueva Comisión de Selecciones Nacionales?

¿Se atreverá a llamar a tipos capaces de desafiar el sistema feudal, de sometimiento, de amenazas, de coacción en el futbol mexicano? ¿Hay tipos preparados para ello en México? ¿Javier Aguirre, Miguel Mejía Barón, Manolo Lapuente?


Una decisión atrevida sería elegir a un personaje que sea capaz de cuestionar a Yon de Luisa y a toda la endeble, enclenque, podrida y sospechosa pirámide que se extiende bajo su silla presidencial de la FMF.

¿Jesús Martínez? Al menos se atrevió a desafiar en su momento al Maestro de las Marionetas, hasta que el #TuzoGate1 lo silenció, con la advertencia de que el #TuzoGate2 ya está listo, y que el #PanzaVerdeGate, enfilado contra su hijo, también está ya producido y editado.

Por eso, a Yon de Luisa le sienta muy bien, que la #YuntaDeDueños, como los encasilló Sven-Goran Eriksson hoy sólo observen desde el almizcle húmedo y calentito que les escurre entre las piernas. El miedo es amarillo, como la micción.

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