Robinson CanoRich Schultz/Getty ImagesEl dominicano Robinson Canó debe ser el eje central en la renovación de los Yankees
Aunque las negociaciones entre Robinson Canó y los Yankees de Nueva York lucen complicadas, el beneficio de un acuerdo que retenga al jugador en la Gran Manzana por el resto de su carrera sería mutuo y es difícil imaginarse al intermedista dominicano en otro uniforme que no sea el de rayas.

Los Yankees necesitan a Canó como eje en torno al cual reconstruir un equipo que se envejeció y es hora de renovarlo de manera contundente.

Canó, como se esperaba, rechazó la oferta calificatoria de 14.1 millones, lo cual no significa necesariamente que las puertas de un pacto multianual con Nueva York se hayan cerrado.

El dominicano es uno de los peloteros más completos de todas las Grandes Ligas, aunque con tendencia a la pereza, dejando siempre esa sensación de que no explota sus condiciones en toda su potencia.

El gerente general, Brian Cashman, ha tratado de endulzarlo con frases enriquecedoras de su ego, prometiéndole que podría convertirse en el primer dominicano en ver su número retirado en el Monument Park, esa suerte de salón de inmortales de los Yankees.

Y nadie duda que lo logrará, de decidirse a pasar toda su carrera en el Bronx.

Asimismo, el equipo cree que el rapero Jay-Z, gran fanático de los Yankees y de quien Canó es cliente, podría jugar un papel fundamental en convencer al intermedista quisqueyano a permanecer en la Gran Manzana.

El problema es el precio que Canó (y sus agentes) están pidiendo por sus servicios.

El pelotero quiere 305 millones por diez años, una cifra que lo convertiría en el mejor pagado de toda la historia, mientras que varias fuentes citan en unos 200 millones y siete temporadas la oferta del equipo para retenerlo.

Canó se sabe el mejor agente libre disponible en el mercado en este invierno y como tal se ha sentado a pedir, aunque difícilmente convenza a los Yankees o a cualquier otro equipo de pagarle semejante cifra.

En primer lugar, porque se trata de un pelotero de 31 años, lo cual fijaría en 41 su edad para cuando concluya un pacto por diez campañas.

Y en segundo lugar, porque la historia ha mostrado más prponto de lo que se pensaba que esos megacontratos como los de Alex Rodríguez, Albert Pujols, Prince Fielder y Joey Votto son un rotundo fracaso, que hace que los peloteros se acomoden y dejen de entregarse en cuerpo y alma al juego.

Por lo pronto y anticipando cualquier descarrilamiento en las negociaciones, el equipo ya inició un acercamiento con el agente libre Brandon Phillips, ganador de cuatro Guantes de Oro en ocho temporadas con los Rojos de Cincinnati, incluida la del 2013, en la que consiguió 103 impulsadas, cifra máxima de su carrera.

El invierno pinta para largo para los Yankees, que dependen de la decisión final en el caso de Rodríguez para organizar mejor sus movidas en pos de la reconstrucción del equipo, de la cual Canó debe ser parte esencial.

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El venezolano Miguel Cabrera ganó en el 2012 la Triple Corona y aún así, hubo quien se atrevió a cuestionar si merecía o no el premio de Jugador Más Valioso de la Liga Americana.

El debate entre los especialistas se polarizó tanto o más que el de demócratas y republicanos en torno al Obamacare, aunque al final, la votación lo favoreció amplísimamente sobre Mike Trout, el preferido de los sabermétricos.

Davis
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Trout
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En esta ocasión, aunque no consiguió repetir la hazaña de liderar en promedio de bateo, jonrones y carreras impulsadas, las cosas parecen más fáciles para la selección de Cabrera, con todo y que Trout vuelve a estar entre los aspirantes, junto al toletero de los Orioles de Baltimore Orioles , Chris Davis.

Ya sus colegas de profesión eligieron al venezolano como el mejor pelotero del 2013. Si ellos, que disfrutan de su juego en los Tigres de Detroit Tigers o sufren sus batazos en los otros 29 equipos, lo eligieron, ¿por qué no lo haría la prensa?

Cabrera logró en el 2013 su tercer título de bateo consecutivo y tuvo que batallar contra lesiones que limitaron su tiempo de juego a 148 partidos.

Aún así, sus números fueron mejores que en el 2012, cuando se agenció la Triple Corona.

Hace un año, el venezolano jugó en 161 de los 162 partidos del calendario regular, en los que bateó para .330, con 44 jonrones y 139 carreras impulsadas. Su promedio de slugging fue también el mejor del joven circuito, con .606 y su OPS llegó a .999.

Esta vez, en13 partidos menos, su average fue de .348, el más alto de toda su carrera, también despachó 44 bambinazos y remolcó 137 carreras, apenas dos menos que en el 2012.

Encabezó la Liga Americana en slugging (.363), promedio de embasamiento (.442) y OPS (1.087), todos ellos números superiores a los de su campaña de Triple Corona.

Davis fue su obstáculo en la consecución de esa hazaña en el 2013, al liderar los cuadrangulares, con 53, y las empujadas, con 138, convirtiéndose en una para muchos, sospechosa revelación, con 20 vuelacercas y 53 impulsadas más que en la campaña precedente.

Y Trout poco a poco sigue consolidándose como uno de los peloteros más completos de todas las Grandes Ligas, pero esta vez parece amenazar menos aún el dominio del venezolano.

El jardinero de los Angelinos mejoró algunos números en comparación con el 2012, cuando ganó el Novato del Año, pero bajó en otros, como las carreras anotadas, de 129 en el 2012 a 109 en el 2013, los jonrones, de 30 a 27, las bases robadas, de 49 a 33, el average, de .326 a .323 y el promedio de slugging, de 564 a .557, aunque en estos dos guarismos los descensos no fueron significativos.

Además, ni los jonrones e impulsadas de Davis o las cifras estables de Trout lograron darle a sus respectivos equipos el empujón suficiente para llegar a la postemporada.

Dudo mucho que sin Miguel Cabrera Detroit hubiera podido llegar a los playoffs. Si eso no es ser valioso, que alguien venga y lo explique.

Cerrada la lucha McCutchen vs Yadier

McCutchen
McCutchen
Goldschmidt
Goldschmidt
Molina
Molina
En la Liga Nacional, la lucha parece más cerrada entre el puertorriqueño Yadier Molina, de los St. Louis Cardinals, Andrew McCutchen, de los Pittsburgh Pirates, y Paul Goldschmidt, de los Arizona Diamondbacks.

Goldschmidt fue líder en jonrones (36), impulsadas (125), slugging (.551) y OPS (.952), pero sus números apenas le alcanzaron a los Diamondbacks para jugar justo para .500, con balance de 81-81.

La batalla se presenta entre Molina y McCutchen, quienes tienen el plus de haber sido fundamentales en el avance de San Luis y Pittsburgh a la postemporada.

A simple vista, los números de McCutchen son superiores que los de Yadier en casi todos los departamentos ofensivos.

El de los Piratas bateó para .317, con 185 hits, 38 dobletes, cinco triples, 21 cuadrangulares, 97 carreras anotadas, 84 impulsadas, 27 bases robadas, promedio de embasamiento de .404, slugging de .540 y OPS de .911.

El boricua lo hizo para .319, con 161 imparables, 44 biangulares, cero triples, 12 vuelacercas, 68 anotadas, 80 remolques, tres estafas, OBP de .359, slugging de .477 y OPS de .836.

Hasta ahí las cosas favorecen a McCutchen, pero es aquí donde entran a jugar intangibles que no siempre pueden ser medidos por las estadísticas.

El valor de Molina se multiplica cuando se calza los arreos y se sienta detrás del plato.

Su maestría indiscutible ya le hizo ganar este año su sexto Guante de Oro consecutivo, ratificándose como el mejor de su posición en todo el béisbol.

Y eso hizo crecer el joven pitcheo de los Cardenales, que este año no pudieron contar con el lesionado Chris Carpenter y perdieron desde mayo al mexicano Jaime García.

Con Wainwright como gran figura del staff, Molina se encargó de guiar con acierto a jóvenes abridores como Lance Lynn, Shelby Miller, Michael Wacha y Joe Kelly, así como a los apagafuegos Carlos Martínez y Trevor Rosenthal.

Pero está por verse si los votantes de la BBWAA se inclinan por los números fríos o por ese valor real que no siempre se mide en cifras.

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Jim LeylandEzra Shaw/Getty ImagesJim Leyland tiene todos los merecimientos para aspirar al Salón de la Fama.
Una de las cosas que más me agradaba acerca de Jim Leyland es que él nunca te daba una respuesta engañosa a las preguntas. Él sabía que los jugadores ganan partidos y que los jugadores con más talento ganan la mayoría de los partidos.

Mi ejemplo favorito de esto se dio cuando él dirigía a los Piratas de Pittsburgh y tuvo el famoso incidente cuando se gritoneó con Barry Bonds durante el entrenamiento primaveral de 1991. Cuestionado luego del incidente acerca de qué tipo de ejemplo estaba imponiendo Bonds, Leyland respondió al efecto de "Liderazgo es un promedio de .300, 30 cuadrangulares y 30 robos".

Justo el otro día, cuando se le preguntó acerca de que aportaba Torii Hunter a los Tigres de Detroit, su primera respuesta fue algo como "Bueno, para empezar, él es un buen jugador en el terreno".

Leyland restaba importancia a cosas como liderazgo de los veteranos o química en el vestidor, pero simplemente afirmaba que el talento viene primero. Lo que hagas entre líneas siempre será el atributo más importante para cualquier jugador.

Leyland también fue cuestionado, dada toda su experiencia y múltiples años de dirigir en postemporada, acerca de si él había aprendido que si existen algunas claves para ganar en los playoffs. No realmente, dijo. Se trata de jugar los partidos.

En otras palabras: Cualquier cosa puede pasar. Se puede tener la mejor rotación en la historia del béisbol y uno de los mejores bateadores de todos los tiempos, pero eso no garantiza nada.

Tras ocho años de dirigir a los Tigres y 22 años como mánager en las Mayores, Leyland se ha retirado. Él tiene 68 años, y dirigir en Grandes Ligas no es una vida cómoda, incluso para alguien que tiene toda su vida en este deporte. Sin duda, él todavía está molesto consigo mismo por algunos de los movimientos que hizo con su bullpen frente a los Red Sox, pero Leyland también sería el primero en decirles: Son los playoffs. Sus jugadores vencieron a los nuestros.

Pese a que él condujo a los Tigres a dos banderines de la Liga Americana, sin duda existe un aura de decepción sobre esta era de los Tigres, un equipo plagado de talento de primer nivel con peloteros como Miguel Cabrera, Justin Verlander, Max Scherzer y Prince Fielder. En 2011, el pitcheo se desplomó en los últimos dos juegos de la Serie de Campeonato de la Liga Americana contra los Vigilantes, ya que Verlander y Scherzer fueron vapuleados. En 2012, los bats murieron en la Serie Mundial ante los Gigantes de San Francisco, ya que los Tigres batearon para .159 y fueron blanqueados dos veces. Contra los Medias Rojas, Cabrera no estaba al 100 por ciento, Fielder no bateó y el bullpen echó a perder dos ventajas en la pizarra.

Leyland se retirará en el puesto 15 de victorias de por vida. Ninguno de los que lo superan están en el Salón de la Fama; Tony La Russa, Bobby Cox y Joe Torre eventualmente ingresarán algún día, dejando atrás a Gene Mauch y Lou Piniella. Sin embargo, el .506 que Leyland tiene en porcentaje de victorias, se ubicaría en el sitio 12 entre esos 15, por delante solamente de Bucky Harris, Connie Mack y Mauch. Diez de esos 14 también ganaron al menos dos títulos de Serie Mundial, Cox, Piniella y Leo Durocher ganaron uno, y Mauch ninguno.

Esos números parecen poner a Leyland al borde del Salón de la Fama: su longevidad trabajando a su favor, su porcentaje de victorias de por vida y un título trabajando en su contra. Sin embargo, el porcentaje de victorias es nublado por un par de cosas. Cuando él tomó a los Piratas en 1986, ellos venían de una campaña con 104 derrotas. Él perdió 98 juegos su primero año, pero los tuvo en playoffs para 1990, el primero de tres títulos consecutivos en la División Este. Luego que Bonds, Doug Drabek y Bobby Bonilla se fueron como agentes libres, el equipo se desmoronó y Leyland resistió durante cuatro temporadas perdedoras.

Él llegó a los Marlins en 1997 y ellos ganaron la Serie Mundial. Pero el club tuvo esa gran venta de liquidación y el club de 1998 tuvo marca de 54-108. Él dirigió a los Rockies en 1999, pero no volvió a la caseta hasta que su antiguo gerente general en Florida, Dave Dombrowski, lo contrató para Detroit en 2006. Los Tigres de 2005 habían terminado 71-91. Los Tigres de 2006 terminaron 95-67 y llegaron a la Serie Mundial.

¿Es él un mánager del Salón de la Fama? Ciertamente, un título más probablemente lo hubiera convertido en algo seguro. Pero el Salón de la Fama es muy generoso para elegir mánagers: Whitey Herzog, con solamente un título y 500 victorias menos que Leyland, está adentro; Dick Williams, tiene dos títulos, menos victorias que Leyland y un porcentaje de victorias de .520, pero está adentro. Leyland ciertamente no sería descrito como un innovador como Herzog, pero él dirigió el talento que tenía y no intentó hacer demasiado con él.

Basados en precedentes históricos, diría que Leyland eventualmente ingresará. Una vez que entren los tres grandes, la siguiente elección podría ser Leyland, Piniella o incluso Davey Johnson (carrera corta, mejor porcentaje de victorias). Leyland llegó a tres Series Mundiales, mientras que Piniella y Johnson llegaron solamente una vez. Los tres ciertamente fueron mánagers "famosos". Diría que Leyland tiene una ligera ventaja sobre los otros dos.

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Mientras Carlos Beltrán sigue conectando más hits cruciales en postemporada este octubre para los Cardenales, la conversación acerca de si él es un potencial futuro integrante del Salón de la Fama se ha incrementado, como una continuación de las discusiones que comenzaron en la temporada regular. Jerry Crasnick escribió acerca del caso de Beltrán para el Salón de la Fama en agosto, mientras que Dave Cameron de FanGraphs escribió acerca de Beltrán y David Ortiz el otro día.

Básicamente, el caso de Beltrán va más o menos así: él, de cierta forma, logró ser un candidato al Salón de la Fama para todos, le va muy bien en métricas avanzadas como WAR pero no tan bien en medidas más tradicionales, como estadísticas contables y resultados de la votación para el Jugador Más Valioso. Ciertamente, dos temporadas fuertes más ayudarán su caso.

Se le ha comparado con Andre Dawson, otro pelotero que hizo un poco de todo. En términos de WAR de por vida, ellos están en un nivel similar: Beltrán tiene 67.5, Dawson tiene 64.4. Una gran diferencia: Hubo una época en donde Dawson fue considerado quizá el mejor jugador del béisbol, algo que nunca se ha dicho de Beltrán. Dawson también obtuvo un galardón como JMV (aunque ridículamente inmerecido), y eso sin duda ayudó para que fuera elegido a Cooperstown.

Esto significa que Beltrán es un candidato que está en el límite. Lo que nos lleva a esto: ¿qué tanto pesarán sus grandes números en postemporada (.337 BA, 16 HR, 37 RBIs, 1.173 OPS)?

Caso de estudio: Jim Rice contra Bernie Williams
Rice: 382 HR, 1451 RBIs, .298/.352/.502, 47.2 WAR
Williams: 287 HR, 1257 RBIs, .297/.381/.477, 49.5 WAR

[+] EnlargeCarlos Beltran
Robert Hanashiro/USA TODAY SportsCarlos Beltrán ha tenido números excepcionales en postemporada que lo podrían reforzar su ingreso al Salón de la Fama.

Luego de un prolongado y acalorado debate, Rice finalmente llegó en el décimo quinto y último año en la boleta. Pese a tener un valor similar en su carrera, Williams fue sacado de la boleta luego de un año. Williams fue pieza clave en cuatro títulos de Serie Mundial, bateando .275/.371/.480 de por vida en postemporada, con 22 jonrones y 80 carreras producidas en 122 partidos (él es líder de todos los tiempos en carreras remolcadas en postemporada). Para ser justos, ninguno de los dos era candidato sólido para el Salón de la Fama, pero en el caso de Williams, sus números de postemporada claramente no tuvieron ningún efecto en los votantes.

Veredicto: La postemporada no ayuda.

Caso de estudio: Curt Schilling contra Kevin Brown
Schilling: 216-146, 3.46 ERA, 127 ERA+, 80.7 WAR
Brown: 211-144, 3.28 ERA, 127 ERA+, 68.5 WAR

En sus estadísticas, ambos son casi idénticos, hasta en innings lanzados (Schilling tuvo cinco entradas más de por vida). Ninguno ganó el Premio Cy Young, aunque Brown debió haberlo ganado en 1996, cuando tuvo una efectividad de .189 para los Marlins y probablemente en 1998 con los Padres, cuando encabezó a la Liga Nacional en WAR. Schilling terminó segundo en las votaciones tres veces, superado dos veces por su compañero de equipo Randy Johnson, y la otra por Johan Santana. Ellos no son exactamente lo mismo: Schilling tiene la ventaja en WAR de por vida (pasó más tiempo en un parque favorable para los bateadores) y ponches.

La diferencia, por supuesto, es que Schilling fue uno de los mejores pitchers en postemporada de todos los tiempos, con marca de 11-2 y efectividad de 2.23 en 19 aperturas de por vida, ganando tres anillos. Brown se fue 5-5 con 4.19 de efectividad en 13 aperturas, con un anillo. Brown salió de la boleta luego de un año; Schilling recibió 39 por ciento de votos el año pasado, su primer en la boleta, de hecho un muy buen punto de inicio para una eventual elección.

Veredicto: La postemporada ayuda.

Caso de estudio: Jack Morris contra Dennis Martínez
Morris: 254-186, 3.90 ERA, 105 ERA+, 43.8 WAR
Martínez: 245-193, 3.70 ERA, 106 ERA+, 49.5 WAR

Números muy similares. El récord ganados-perdidos de Morris es ligeramente mejor, pero él generalmente lanzó con mejores equipos. Los mejores años de Martínez llegaron en una relativa obscuridad con los Expos, donde se fue 100-72 con efectividad de 3.06 en ocho temporadas. Este será más como el caso Rice-Williams, donde ninguno de los dos era un candidato muy fuerte.

Excepto que Morris tiene esos anillos de Serie Mundial. Martínez lanzó en dos Series Mundiales, pero sus equipos perdieron en ambas ocasiones. El récord de por vida de Morris en playoffs: 7-4, con 3.80 de efectividad (13 inicios). Martínez: 2-2, 3.32 de efectividad (siete inicios). Martínez recibió 16 votos y fue sacado de la boleta. Morris recibió 68 por ciento el año pasado y le resta un año en la boleta con una buena oportunidad de recibir el impulso del último año similar como le pasó a Rice.

Debe señalarse que el récord de por vida de Morris en postemporada no es nada especial. Él ganó dos juegos en la Serie Mundial de 1984, pero otros pitchers han tenido Series Mundiales espectaculares y no ingresaron al Salón de la Fama (Lew Burdette, Mickey Lolich). Para Morris, su candidatura se reducirá a que los votantes le pongan un enorme valor a su actuación en el séptimo partido de la Serie Mundial 1991.

Veredicto: La postemporada ayuda.

Caso de estudio: Kirby Puckett contra Larry Walker
Puckett: 207 HR, 1085 RBIs, .318/.360/.477, 50.8 WAR
Walker: 383 HR, 1311 RBIs, .313/.400/.565, 72.6 WAR

Este es ligeramente más complicado. La carrera de Puckett terminó de forma anticipada por la lesión en el ojo, aunque una lesión es una lesión, no importa qué tan extraña sea (sin embargo, pareció que los votantes le dieron un pase libre respecto a su trayectoria abreviada). Los números de Walker fueron de cierta forma inflados por jugar en Coors Field. De todas formas, Pucket fue un jardinero central ganador del Guante de Oro; Walker fue un jardinero derecho ganador del Guante de Oro. Puckett tenía cierto poder y era muy raro que recibiera bases por bolas; Walker tenía poder y recibió muchas más bases; Walker ganó un premio como el JMV, Puckett nunca no recibió. ¿WAR de por vida? Ni siquiera cerca.

Puckett entró fácilmente en su primer año de elegibilidad. Walker se ha mantenido alrededor del 22 por ciento en sus tres años en la boleta. Puckett jugó en dos Series Mundiales y ganó ambas; bateó .309/.361/.536 en 24 juegos de postemporada de por vida, y tuvo ese memorable jonrón en el sexto juego de la Serie Mundial 1991 que dejó tendidos a los Bravos. Walker jugó en una Serie Mundial y perdió. Puckett era adorable, Walker propenso a las lesiones. Eso ciertamente influenció a los votantes, pero los actos heroicos de Puckett en postemporada deben haberlo ayudado para ser electo.

Veredicto: La postemporada ayuda.

Caso de estudio: Tony Pérez contra Keith Hernández
Pérez: 379 HR, 1652 RBIs, .279/.341/.463, 53.9 WAR
Hernández: 162 HR, 1071 RBIs, .296/.384/.436, 60.1 WAR

Otro caso interesante, en donde ellos eran dos tipos de peloteros totalmente opuestos. Pérez era un primera base con mucho poder en su bat, que produjo infinidad de carreras (le ayudó el hecho de tener a Pete Rose y Joe Morgan bateando antes que él). Hernández no tenía el mismo poder, pero tuvo un promedio más alto, se embasaba más y es considerado como quizá el inicialista con el mejor fildeo de todos los tiempos.

Pérez tenía la reputación de ser un bateador efectivo en los momentos críticos y los Rojos ganaron dos títulos de Serie Mundial con él. Pero Hernández también conquistó dos Series Mundiales, con los Cardenales y los Mets. Sin embargo, aquí está la diferencia: Pérez era un terrible jugador de postemporada, bateando .238/.291/.378 con seis jonrones y 25 remolcadas en 47 partidos. Hernández bateó .265/.370/.359 pero tuvo 21 carreras producidas en 30 partidos, y también estuvo sensacional en dos séptimos juegos (de 3-2, dos bases, dos remolcadas en 1982; tres producidas en 1986).

Por supuesto, en este caso, los votantes no fueron más allá de los totales de carreras producidas.

Veredicto: La postemporada no ayuda, a menos que seas parte de un equipo famoso (a menos que seas Bernie Williams).

OK, uno más. Esto es muy divertido.

Catfish Hunter contra Orel Hershiser
Hunter: 224-166, 3.26 ERA, 104 ERA+, 36.6 WAR
Hershiser: 204-150, 3.48 ERA, 112 ERA+, 51.7 WAR

Hunter básicamente entró porque él fue la famosa ancla de los tres títulos de Serie Mundial al hilo que ganó Oakland (y en menor parte, de dos campeonatos de los Yankees). Hunter se fue 9-6, con efectividad de 3.26 en su carrera en postemporada. Sus números de temporada regular no son tan impresionantes, especialmente cuando se evalúan métricas avanzadas como ERA+ y WAR. Hershiser se fue 8-3 con 2.59 de efectividad en su carrera en postemporada, prácticamente llevó él por sí solo a los Dodgers a coronarse en la Serie Mundial de 1988 (a diferencia de Morris, su equipo ganó en cinco juegos y no en siete). Hershiser salió de la boleta luego de solamente dos años. Si solamente los Indios hubieran ganado un campeonato cuando él estaba ahí.

Veredicto: La postemporada ayuda, sólo si así lo quieren los votantes.

Al final, ustedes han visto lo que hice: comparé a algunos de los integrantes del Salón de la Fama más marginales o a algunos candidatos para ingresar con peloteros similares. Hay cierta inconsistencia de los votantes, excepto quizá en una narrativa principal: fama. Rice era famoso como jugador activo, mientras que Williams siempre era ensombrecido por otros compañeros. La fama de Schilling se elevó con el famoso partido del calcetín ensangrentado y los títulos en Boston. Morris ciertamente fue más famoso que Martínez, Puckett más que Walker, Hunter probablemente más que Hershiser, Pérez quizá más que Hernández (aunque esta última quizá sea debatible).

En cuanto a Beltrán, eso es por lo que probablemente su caso para el Salón de la Fama será un camino cuesta arriba: Él se queda ligeramente corto en el asunto de "fama" (a comparación de, digamos, David Ortiz). Además: Él está a punto de jugar en apenas su primera Serie Mundial.

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En la derrota del miércoles 6-4 ante los Dodgers, el receptor de los Cardenales Yadier Molina conectó rodado para doble matanza con las bases llenas y un out en la primera entrada, conectó otro rodado para doble matanza con corredores en las esquinas y un out en la tercera, se ponchó en la sexta y luego se volvió a ponchar en la novena con un corredor a bordo.

FanGraphs mide la Probabilidad Añadida de Victoria (WPA por sus siglas en inglés) de Molina en -.326, lo que es bastante malo. (El WPA intenta medir cuanto influencia cada aparición en el plato en las oportunidades de su equipo de ganar el juego, basado en la situación de juego y el resultado de la aparición.) FanGraphs y Baseball-Reference quizás calculen el WPA de formas ligeramente diferentes, pero utilizando el modo de búsqueda de B-R encontré los 99 juegos individuales de postemporada en los que un bateador tuvo un WPA de -0.3 o peor.

Así que el juego de Molina del miércoles fue malo, pero no fue el peor de esta serie -- en parte porque sus dos dobles matanzas fueron temprano en el juego. Aquí les presento los ocho peores juegos de postemporada en términos de WPA en la historia, con un WPA de -0.5 o peor.

8. Bert Campaneris, A's, Serie Mundial 1972, Juego 5 (WPA de -.501)
En la derrota 5-4 ante los Rojos, se fue de 5-0, incluyendo un elevado para una doble matanza para cerrar el juego con corredores en las esquinas. (La jugada se anotó como 4-2, ya que Blue Moon Odom intentó anotar con un elevado de foul.)

7. José Canseco, Medias Rojas, SDLA 1995, Juego 1 (-.503)
En la derrota 5-4 en 13 entradas, Canseco se fue de 6-0, incluyendo una línea para doble matanza con dos en base en la 10ª entrada y poncharse con dos en base para cerrar la 12ª entrada.

6. Michael Young, Dodgers, SCLN, Juego 1 (-.523)
Young solo tuvo dos turnos, pero ambos fueron matadores, como deben recordar, ya que ocurrió hace apenas unos días, el 11 de octubre. En la 10ª entrada, conectó elevado para provocar una doble matanza que cerró la entrada. En la 12ª, con dos corredores en base, conectó para otra doble matanza.

5. Ron Gant, Bravos, SCLN 1993, Juego 5 (-.532)
En la derrota 2-1 para los Bravos, Gant se fue de 5-0, siendo la jugada más importante una doble matanza para acabar el juego en la parte baja de la novena entrada con dos corredores en base.

4. Jeff Kent, Astros, SDLN 2004, Juego 4 (-.542)
Kent se fue de 5-1 en la derrota 6-5, pero conectó rodado para una doble matanza en la séptima entrada y otra doble matanza para acabar el juego en la novena entrada con corredores en primera y tercera base.

3. Reggie Sanders, Rojos, SCLN 1995, Juego 1 (-.543)
Como pueden ver, este tipo de resultados siempre son en juegos cerrados, cuando un turno al bate puede resultar en victoria. Los Rojos perdieron 2-1 en 11 entradas y Sanders tuvo otra de esas dobles matanzas para cerrar el juego con corredores en las esquinas.

2. Cliff Bolton, Senadores, Serie Mundial 1933, Juego 4 (-.547)
Bolton entró como bateador emergente en la parte baja de la 11ª entrada, en desventaja 2-1, bases llenas y un un out. Conectó rodado para una doble matanza 6-4-3. El WPA no toma en cuenta el lanzador: Carl Hubbell, quien lanzó las 11 entradas para llevarse la victoria para los Gigantes.

1. Felix Millán, Mets, Serie Mundial 1973, Juego 2 (-.563)
Millan se ponchó en la primera entrada, conectó rodado en la tercera, otro rodado con corredor en base en la quinta, recibió boleto intencional en la sexta, conectó elevado para doble matanza para cerrar la 10ª y otro elevado corto con corredores en primera y tercera y un out en la 12ª.

Aquí lo raro del asunto: Los Mets terminaron ganando ese partido. Luego del elevado de Millán, Willie Mays remolcó una carrera con sencillo y entonces el intermedista de Oakland Mike Andrews cometió dos errores que permitieron tres anotaciones más. (Este fue el famoso incidente donde el dueño de los Atléticos trató de "despedir" a Andrews luego del juego.)

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Mientras escribía esto antes de los partidos del lunes, Yadier Molina bateaba .353/.397/.502 y lideraba la Liga Nacional en promedio de bateo y dobles. Esa triple línea no cambió porque los Cardenales tuvieron el lunes libre. (Por alguna razón absurda, el béisbol solo pautó cuatro juegos en la noche del lunes. Por favor, señores del béisbol, ¡ustedes son mejores que eso!)

De todas maneras, aunque admito que es demasiado temprano para comenzar a discutir estos temas, el nombre de Molina ha surgido en la discusión entre los favoritos al premio de JMV, igual que le sucedió el año pasado cuando terminó cuarto en la votación.

Molina es un candidato históricamente único al JMV, principalmente porque no es un gran remolcador de carreras ni tampoco es alguien que anote muchas carreras, y usualmente son los toleteros los que se llevan el trofeo a la casa (siempre y cuando jueguen para un equipo de postemporada). Molina remolcó 76 carreras el año pasado, pero fueron los tipos que remolcaron sobre 100 como Buster Posey y Ryan Braun los que recibieron 30 de los 32 votos para el primer lugar.

Los números de cuadrangulares no son parecidos a los del año pasado -- apenas tiene cinco luego de conectar 22 en el 2012 -- pero su aumento en dobles y promedio de bateo lo tienen en ritmo para llegar a las 87. No tienes que traer sobre 100 carreras al plato para ganar el JMV; Dustin Pedroia lo ganó en el 2008 cuando remolcó 83, Jimmy Rollins empujó 94 en el 2007, Joe Mauer impulsó 96 en el 2009 e Ichiro Suzuki empujó 69 en el 2001. Pero esos tipos anotaron muchas carreras; Pedroia y Rollins lideraron sus ligas, Ichiro anotó 127 y Mauer anotó 94. Molina, debido en parte a su falta de velocidad (y su posición en la alineación de bateo) está en ritmo para anotar 70, lo que sería la cifra más alta de su carrera.

Así que Molina está en ritmo para conseguir 157 carreras en total (anotadas e impulsadas); el menor total en años recientes para un ganador del JMV fue Barry Larkin quien logró 164 en 1995, pero eso fue en un calendario de 144 juegos. De lo contrario, estamos viendo a las 180 de Terry Pendleton en 1991 (94 anotadas, 86 impulsadas). El último JMV con un total menor a 157 fue Willie Stargell, el co JMV en 1979 (con Keith Hernandez), en un año en el que trajo 82 carreras al plato y anotó 60 para los Piratas. Stargell fue una selección rara, siendo escogido más por su liderato intangible que por su producción.

Molina es mucho mejor que lo que fue Stargell en ese año, pero también tiene esos intangibles. Podemos medir parcialmente su defensiva -- ha puesto fuera al 43 por ciento de los que le han intentado salir al robo y ha sido uno de los que mejor sabe enmarcar un pitcheo en la zona de strike -- pero no podemos medir sus habilidades para pedir un pitcheo o la confianza que le da al cuerpo de lanzadores de los Cardenales. Sin duda los votantes tomarán eso en cuenta cuando midan el valor de Molina.

Y entonces está esto: Molina ha iniciado en un increíble total de 70 de los 76 juegos de los Cardenales este año. Supongo que el manager Mike Matheny le dará un poco de descanso a medida que comiencen a subir la temperatura en San Luis -- él abrió 133 juegos el año pasado -- pero eso resalta su durabilidad detrás del plato y la importancia que Matheny le da al hecho de tener a Molina detrás del pentágono. Él es el alma y corazón del mejor equipo en todo el béisbol.

Todavía queda mucho camino por recorrer, pero aun sin tomar en cuenta esos intangibles, Molina sigue siendo un gran candidato al premio si nos dejamos llevar por las estadísticas. Tiene un WAR de 3.4 según Baseball-Reference y de 3.3 según FanGraphs, lo que lo ubica 11ª y octavo, respectivamente, entre los jugadores de posición en la Liga Nacional, pero varios de los candidatos por encima de él juegan para equipos que no son contendientes (Carlos Gómez, Jean Segura, David Wright, posiblemente Carlos González y Troy Tulowitzki).

Quizás Molina no sea el candidato más convencional para el JMV, pero para mí es el JMV de la primera mitad de la temporada.

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