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Ignacio Ambriz: "Requería tiempo y me han dado el tiempo suficiente"

LOS ÁNGELES — Nacho Ambriz armó un galimatías en el Juego de Ida. Y otro en la Vuelta. Para Fernando Ortiz fue complicado, tanto como para un daltónico resolver un Cubo de Rubik. Y Toluca es finalista. Incuestionable. Irrefutable.

Una fastuosa y frenética fiesta en el Estadio Azteca que terminó en fastuoso y silencioso funeral. El Teatro de la Fe, convertido en luctuoso Mausoleo de la Esperanza americanista. Toluca: 3-2 en el global. El #ÓdiameMás es hoy más un meme que una injuria, que un desafío. Desfallece en las playas lastimeras del #YaMerito.

Parecía improbable que Toluca mejorara su versión del Juego de Ida. No necesitó hacerlo: Ambriz decidió presentar una versión totalmente distinta: a la frondosa cintura del América, le puso una ajustada y ceñida faja de postmaternidad y la desapareció.

Más allá de los contrastes, entre un Nacho Ambriz que jugaba un paso delante de los escarceos tácticos de Ortiz, la historia se escribe en la gallardía de sus hombres. Toluca tuvo espartanos y en el América, se ausentaron los exquisitos.

Jean Meneses se atragantó de cancha, se convirtió en el señor feudal del Azteca y todo Santa Úrsula, mientras en el fondo, Tiago Volpi abortaba los abordajes del América, interrumpiendo balones urgidos de gol, de ese único gol que necesitaba El Nido para acceder a la Final.

Toluca terminó hecho jirones en músculos y pulmones, pero agigantado espiritualmente con el pase a la Final, en una batalla que requirió más de 100 minutos, y un soponcio, cuando ya en el tiempo agregado, un soberbio remate de Henry Martín, pareció trastocar y arruinar su hidalga y estoica resistencia. El VAR no dudó: fuera de lugar.

Más allá del pase magistral para el gol de Alejandro Zendejas, Diego Valdés sigue quedando en deuda. Egoísta, vicioso de su soberbia, volvió a ser un jugador participativo con el balón, y desdeñoso sin él. El overol le duele a su ego. América, este sábado por la noche, necesitaba 11 guerreros, y no sólo eventuales paisajistas.

Y mientras el Leónidas toluqueño movía piezas, cambiaba hombres, se codeaba peligrosamente con el suicidio, y bajo el reto de Juan Luis Guerra, cruzaba el Niágara en bicicleta, sus hombres se llevan todos los honores, porque ninguno menguó la sangre y las hormonas, en esa batahola de más de 100 minutos.

Y como en la Semifinal de Ida, llegó el momento en que Álvaro Fidalgo se quedó solo en la cancha. Richard Sánchez, con otra amarilla y la roja merodeando, debió salir, mientras Diego Valdés se dedicaba a enredarse en círculos en la cancha, antes de ser sustituido.

Los cambios fueron reflejo de las tormentas internas de ambos entrenadores. Ortiz reaccionó con desesperación y angustia, mientras Ambriz cambiaba tuercas por tuercas y tornillos por tornillos.

En diez minutos, en tres movimientos, El Tano entregó la plaza. No fue culpa suya. O no sólo fue culpa suya, porque al final los relevos (Roger por Valdés, Aquino por Richard, y Cabecita por Brian Rodríguez), no fueron capaces de cumplir las órdenes de liderar el milagro. Era una guerra que había que librarla con mucha transpiración, pero con una dosis espontánea, explosiva, de inspiración.

Así, en los últimos 20 minutos del juego, América accionaba y reaccionaba por impulsos, por estertores, como patadas de ahogado, con balones al centro, porque ya en carriles interiores, ni Pedro Aquino le daba claridad, y Roger Martínez y Jonathan Rodríguez no encontraban el bisturí para al menos asociarse en esas zonas, de por sí, pobladas inteligentemente por el adversario.

Así se irguió Toluca en el bombardeo inocuo del adversario. Estaba dispuesto a morir, pero no a dejarse matar. Y lo consiguió, todavía con un par de manotazos de Volpi, y esa anotación de Martín, inmaculadamente anulada.

Toluca tendrá un día más de descanso que su rival. Este domingo, resuelven la duda Pachuca (5-2) y Rayados. Por lo pronto, la advertencia fue descaradamente puntual por parte de Ambriz: hay un porcentaje más elevado de lo que el propone y dispone, que lo que el rival descompone.

¿América? A sobrevivir al castigo mediático, inconsecuente, mordaz, punitivo y merecido, que la otra mitad del futbol mexicano, más uno, le han estado recetando. ¿Deberá seguir Ortiz? Sin duda, sólo habrá que poner en barata, en saldo, al dos por uno, a quienes quedaron en deuda, empezando por los flamantes refuerzos de poco desgaste espiritual, como Diego Valdés y Jonathan Rodríguez.

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LOS ÁNGELES -- 2-1, sí, aventaja, pero, Toluca, innecesaria e inexplicablemente, eligió el Purgatorio, con más riesgo de terminar en el Infierno que en el Paraíso de La Final. Los Diablos Rojos se privaron del Cielo por un pecado capital: dejar al América herido, malherido, sí, pero malditamente vivo, resollando.

Toluca tocó a las puertas del Cielo, le abrieron el zaguán, pero se negó a entrar. Se engolosinó de soberbia, de la gloria efímera de 90 minutos, cuando pudo pagar por la ruta completa de los 180 minutos. Difícilmente encontrará otra oportunidad como la de este miércoles por la noche.

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Imago7Un error de Guillermo Ochoa abrió la puerta para que Toluca tomara ventaja en la ida de las semifinales

Ha sido el mejor Toluca del Apertura 2022. Este Toluca, éste que le pasó por encima al América durante 65 minutos, éste mismo, habría robado el torneo de haber tenido esa consistencia en la fase regular. ¡Vaya equipo!

Cierto, era un escenario mágico para los Diablos: Semifinal de Ida y el conjuro siniestro del #ÓdiameMás. Vaya botín. Históricamente, el adversario se amamanta de esa espuria leche de desprecio que emana el América. Por eso, a El Nido, perdonarlo, es fortalecerlo.

2-1, pero sin ningún aval para la encerrona que se le viene en el Estadio Azteca. Cierto: nada es imposible, sólo, únicamente, el Toluca deberá ser una mejor versión de sí mismo que la del miércoles por la noche en la mítica Bombonera. ¿Podrá?

Entiéndase: el mejor Toluca del torneo venció con escueto margen a, tal vez, el peor América de los últimos tres meses del torneo, al que se reivindicó desde sus cenizas, después de aquella derrota ante León (3-2).

Véase pues: América puede, quiere y debe ser una muchísima mejor versión que la del miércoles por la noche. ¿Podrá y querrá Toluca ser una mejor versión que la que ha sido su mejor versión del torneo? Poder, puede; querer, quiere; deber, debe. Como siempre, una súplica: háganse pedazos con la exquisitez del futbol.

Mientras deleitaba Toluca con el futbol de Jean Meneses, Leo Fernández, Camilo Sanvezzo y el Cocoliso Gonzalez, y se sublimaba en el fondo un cuadro bajo castigado en el torneo (23 goles en contra), además de una noche de derroche hormonal de Marcel Ruiz y Claudio Baeza, sin olvidar las piruetas salvadoras de Tiago Volpi, mientras tanto, en el América, sus colosos se colapsaban.

Noche errática de Diego Valdés, Álvaro Fidalgo, Cabecita Rodríguez y Henry Martín, en especial el uruguayo, distraído, inconexo, abúlico. ¿Richard Sánchez se cortó una pierna con una temprana tarjeta amarilla? Y en el fondo, la cuarta mejor defensa de los ocho primeros de la Tabla, se derrumbaba. Uno de los orgullos del Tano Ortiz, su línea de fondo, afloraba, de nuevo, bobalicona.

La primera puñalada es de dos traidores: Haret Ortega, ex águila, y una salida tímida, acobardada, como de una quinceañera cuidando el manicure recién hecho, por parte de Guillermo Ochoa. Si Robert Lewandowski y Lautaro Martínez vieron esa salida tierna, de Bambi, del arquero americanista, debieron relamerse los bigotes para su próxima cita mundialista. 1-0. Y la vorágine del festival escarlata en la tribuna.

No fue sólo Ochoa. Néstor Araujo aparece detrás de su arquero, custodiando ferozmente... al hombre invisible. Con su apariencia de leñador, macho alfa, pero Araujo fue la candorosa representación de la indecisión e inacción del miedo. Homenajeó a Rex, el huidizo dinosaurio de Toy Story, mucha facha y poca sustancia hormonal.

El 2-0 lo regala Emilio Lara. Peca de confianza, peca de desatención y peca de novatez. Regala un penalti que Leo Fernández no perdona, en una de sus mejores jornadas en El Infierno del Nemesio Díez.

Aquello pudo ser el sepelio del América, pero entre la inusitada, inesperada, sorprendente, viveza del VAR, anula un gol a Sanvezzo, y éste mismo perdona en otra ocasión al encarar a Ochoa.

Quede claro, Nacho Ambriz reinventó su alineación respecto a la serie ante Santos, e hizo ver mal a la formación estelar del América. Su pecado, fue, insisto, perdonar.

¿Se tardó Fernando Ortiz en los cambios? Sánchez obligó a su salida con la amarilla a cuestas y una tarjeta anaranjada verbal que le recetó el silbante Marco Antonio Ortiz. El paraguayo ya jugaba gratis. La prueba es que entra Pedro Aquino y casi de inmediato le plantan su amarilla en las narices.

Los ingresos de dos hambrientos, Brian Rodríguez y Roger Martínez, por dos caricaturas de sí mismos, Cabecita y Valdés, le dieron fuerza e intensidad al ataque. El uruguayo y el chileno, por la valoración de este miércoles por la noche, que sería injusta, habrían ganado el pase para la lista de transferibles. Pero, tal vez, este sábado tendrán su reivindicación.

Henry Martín, en la única libertad que tuvo en el partido, y que el VAR cerró los ojos y se fue “por las tortas”, en términos de Miguel Herrera, para no revisar un eventual fuera de juego, generó el 2-1. Para llegar a 13 goles y seis asistencias, Martín horadó por izquierda y centró preciso a la llegada de un basilisco: Emilio Lara, quien reclamaba el derecho a lavar su error con el gol que significaba llevar, al menos, a terapia intensiva al águila desfalleciente.

¿Estaba Gerardo Martino en la tribuna del Azteca, para entender que Martín es más que su paisano y ahijado Rogelio Funes Mori en este momento? Sí, estaba, acompañado de su valet Jorge Theiler, quien fue pescado por las cámaras, apenas arrancando el juego, con un bostezo gigantesco, prolongado. ¡Qué falta de consideración el no respetar sus años, y obligarlo a ir al estadio, a ver una Semifinal de la Liga MX y con al menos cinco seleccionables en la cancha! ¡No hagan eso! A esa hora, ya debía estar abrazando su peluche del Tata, y durmiendo.

Lo mejor de todo, para nosotros los ateos, ajenos totalmente a las religiones paganas de El Nido y El Infierno, es que la Semifinal aún tiene la llave del misterio colgada al pescuezo. América deberá mostrar una mejor versión, muchísima mejor, que la de este miércoles por la noche... y el Toluca, también.

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LOS ÁNGELES — Tres Terminator y un timorato. Así las Semifinales del Apertura 2022, tras un zafarrancho dominical de resucitados. Y, por favor, ¡háganse pedazos!

Con Toluca y Pachuca agregándose con drama e inteligencia a la antesala de la Final, se alinean con el América para ponerle cuota de futbol gratificante al desenlace, mientras Rayados, ratificando su tacañería, desentona, pero respira y aspira.

1.- Resucitado Número 1. Chamaqueando, los Diablos Rojos, recetaron los Santos Óleos a unos Guerreros que se impacientaron cuando ya babeaban la cuchara con la sopa de la remontada, con un dominio absoluto. Ambriz puso dos tapones a su trémula represa, y sorprendió en tres minutos con goles de Jean Meneses y Andrés Mosquera. Los Laguneros se murieron de nada.

2.- Resucitado Número 2. En tanto, a Miguel Herrera se le hicieron añicos sus mentiras, y con ellas sus promesas. Y apareció, fantasmagórico, el esperpento de Chivas y Terremotos de San José, para dar la victoria a Tuzos: La Chofis López, el desahuciado de sus propios pecados, sigue luciendo los privilegios de sus siete kilos perdidos. Veo a La Chofis y casi escucho a San Mateo: “Porque de los arrepentidos será el Reino de los Cielos…”.

Ya el sábado, América había redondeado la histórica humillación sobre Puebla (11-2). Los Camoteros ofrecieron resistencia, pero ni ellos creían en una hazaña. La fe y la esperanza estaban incineradas en la pira monumental del 6-1 de ida. Valentía poblana acudir a su propio funeral con buitres de mascotas.

En tanto, Cruz Azul quiso jugar a lo Vucetich. Renunció al ataque y eligió la resistencia. Monterrey pepenaría con un remate de Germán Berterame la expiación de sus pecados de avaricia. La Máquina reaccionó. Visitó la casa de Andrada con más frecuencia que un recaudador de impuestos, pero el arquero argentino glorificó sus habilidades y su suerte. En las páginas ociosas del hubiera, se leerá: “Y si el Potro Gutiérrez hubiera salido con sus tres hombres punzantes (Antuna, Rotondi y Carneiro) …”. Se sabe, el hubiera, es la fosa común de los arrepentidos. Al final, un 3-0 mentiroso.

Ahora a regocijarse con estas Semifinales. Insisto: tres Terminator y un “Timoranator”. Tres asesinos y un timorato, pero, aún éste, con su doctrina oscura del miedo, tiene –nominalmente--, el ataque más poderoso de la Liga Mx, tanto que hasta se da el lujo de jugar con Rodolfo Pizarro.

Sólo una bandera ondea a toda asta, la del América. Dicho estaba hace meses, incluso tras los reveses calamitosos ante Xolos y León: es el plantel más equilibrado, ordenado y sólido de la Liga Mx. En cada puesto de Coapa hay un seleccionado nacional, un lujo en el que compite con Rayados.

Toluca va a complicarle la vida a El Nido. Pero, sus problemas en defensa y en la habilidad de recuperar el balón en la cancha del adversario, lo dejan comprometido. Diablos Rojos es un equipo con más frágil posicionamiento y menos huella de malicia que el Puebla, pero tiene dos distractores y ejecutores de zona, con movilidad y sorpresa, como Carlos González y Camilo Sanvezzo.

No se extrañe que en esta llave aparezca un nuevo tsunami de goles, pero esta vez repartidos, tomando en cuenta la superioridad de Cocoliso y Sanvezzo en fuerza, velocidad e inteligencia sobre la zona central en el fondo del América.

Sin embargo, la riqueza de plantel de El Nido, el momento mayúsculo que vive, que consolida el orden, la confianza y la rabia competitiva, le mantiene como favorito para llegar a la Final. Si Nacho Ambriz se decide, nuevamente, al ejercicio kamikaze que favorece a su equipo, erizará de alerta, al menos, el plumaje de las Águilas.

Y la otra llave, a la medida para ambos. Guillermo Almada ya aprendió la lección. Ya sabe que el Ministerio de los Pilotos Suicidas, fracasa en la Liguilla. Ante Tigres levantó una trinchera, cierto, más de lodo que de granito, pero sobrevivió a la visita, cargando sólo con el gol de Gignac, tras el obsequio arbitral del penalti. En el Juego de Vuelta volvió a lo suyo, desesperó a El Piojo Herrera, que cometió errores en los cambios: decidió sacar a Rafa Carioca, pero retuvo en la cancha a un fantasma como Florián Thauvin, quien deambuló 81 de los 80 minutos que estuvo en la cancha.

Los Tuzos pierden una pieza clave: Kevin Álvarez, con la roja a cuestas, pero los párvulos a los cuales recurre Guillermo Almada parecen funcionarle sin complicaciones, como el caso de Marino Hinestroza, quien suple a Romario Ibarra y genera el pase para el gol de La Chofis.

Y retomar la obviedad: de plantel a plantel, Monterrey es superior. Además, rebasa a Tuzos en el termómetro de la experiencia, las mañas, el temple con el balón. Sin embargo, hay una gran diferencia: Rayados es demasiado regodeo, demasiada displicencia, lasitud y laxitud en la marca. Además, la tropa de Almada tiene más resistencia atlética y dinámica, que Rayados, con jugadores que llegan tarde a las citas.

Claro, Monterrey tiene dos bestias monumentales al ataque como Rodrigo Aguirre y Germán Berterame, éste, sin duda el delantero más astuto y creativo en labores de equipo que hay en la Liga Mx.

Afortunadamente para el espectáculo, ni Vucetich le puede dar a Rayados, lo que hoy no tiene, ni Almada le puede dar ya a Pachuca, lo que hoy no tiene. Con sus virtudes y falencias, sólo queda ver un Juego de Ida cerrado, a menos que los imponderables, especialmente un gol tempranero, trastoquen los guiones de ambos equipos.

Irrefutable pues, la analogía en torno a estas Semifinales: tres Terminators y un Timoranator, que, dicho está, este Rayados sólo necesita que le suelten el freno de mano, que juegue sin Pizarro, para que juegue con once, y que le enciendan la mecha corta de su poder ofensivo, pero, no lo olvide, el cohetero, es el ex Rey Midas y en lugar de mechero, carga un extintor…

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LOS ÁNGELES — ¿Era necesaria tanta impiedad? ¿Era necesaria tanta crueldad? Sí. El precepto y concepto depredador del #ÓdiameMás no tolera debilidades ni concesiones. Como la elegía de Gracia de Triana a Manolete: “Morir matando, matar muriendo”. Y que doblen las campanas.

6-1. América hizo sentir la superioridad al Puebla. Jordi Cortizo, a los ’14 vanaglorió al Camote Enfranjado. Medio México sacaba las castañuelas porque el coloso se tambalea.

Sin embargo, cuando hieres a la bestia, pero no la matas, te conviertes en víctima. Henry Martín con doblete, Alejandro Zendejas, Diego Valdés, Brian Rodríguez y Federico Viñas, tarascaron al Puebla, a “dentelladas secas y calientes”, en términos de Miguel Hernández.

¿Quién es mejor entrenador? La votación diría que Nicolás Larcamón, pero la noche del miércoles, Fernando Ortiz le robó el tablero, las piezas y sólo le dejó jugar con las blancas, para el espejismo de Cortizo. Lo de #LarcaMou es fascinante, pero lo de la #TanoTesla fue vigoroso.

Puebla ha permutado. Es un equipo marrullero: desdeña la posesión inútil, pero se regodea con la posesión táctica, la posesión inteligente, la posesión tangible. Mire Usted, ante Tigres, sólo tuvo un 37 por ciento de posesión y venció 2-1. Las expulsiones felinas ocurrieron cuando estaba consumado. Ante Pumas ganó con un 40%, y empató con Pachuca con un 38% de posesión. Larcamón detesta el oropel y el rococó, lo suyo es el músculo y las neuronas.

Tano Ortiz le descubrió la jugarreta. ¿Quiénes fueron los alfiles de la masacre, sin reflejarse en el marcador y sin reflectores? ¿Quiénes fueron la Kryptonita para el #SúperCamote? Dos portentos de sacrificio: Álvaro Fidalgo y Richard Sánchez. Se fueron sin condecoraciones en la red, casi en la injusticia cruel del anonimato. Y cuando el paraguayo debió salir por la amarilla y molestias, se empotró Pedro Aquino con una solidez fascinante.

Más allá de que en este espacio, antes de arrancar el torneo, se apostó por la #TanoTesla, y no, no por prejuicios o taras enanas de creer en decretos, la riqueza del plantel americanista, lo convierte en la mejor legión extranjera del continente.

Todos, absolutamente todos los futbolistas que utilizó la #TanoTesla ante Puebla, han sido al menos alguna vez seleccionados nacionales de su país, y algunos con doble pasaporte, como Alejandro Zendejas.

Por cierto, que la noche del miércoles, salieron varios WhatsApps firmados a la nómada, veleidosa y caprichosa cabecita de Gerardo Martino. Y hay dos palomitas azules, señal de que debió leerlos, pero, no se sabe si pudo entenderlos.

1.- Henry Martín suma 12 goles y cinco asistencias. Es tiempo de que el Tata pare su peregrinación hormonal a Luján, para pedirle a la Virgen del lugar, por la salud de Funes Mori. Cierto, en el Mundial no enfrentará adversarios como los de la Liga Mx, pero, por lo pronto, es el mejor delantero mexicano. Malgasta veladoras en el argentino, cuando el mexicano ya tiene su altar.

2.- Tecatito Corona sigue en la terapia intensiva de las dudas. Alejandro Zendejas sigue levantando la mano. Hay una inercia de pasividad en el Tri. Como si tragaran pasiflora a puños. Ni Martino urge a Yon de Luisa o a Jaime Ordiales a solucionar el conflicto con Estados Unidos, ni los dirigentes resoplan de intenciones para hacerlo. Haraganes.

3.- Y que vuelva la burra al trigo. ¿No prefieres Emilio Azcárraga Jean empezar mañana desde cero con el Tano, que seguir empezando desde cero, como ha ocurrido desde 2019 con el Tata Martino? ¿Será, Emilio, que en el fondo eres tal y como Octavio Paz describe al mexicano: “Al eludir la mirada ajena nos eludimos a nosotros mismos, son rasgos de gente dominada, que teme y que finge”? ¿Quién te domesticó Emilio?

En fin, ¿qué viene ahora? Seguramente Fernando Ortiz hará varios cambios. Puede darse esos lujos. Tiene una jauría hambrienta. Y todos son mastines. Nada que ver con los perritos falderos rojiblancos. Pero, seguramente, en ofrenda a ese divinizado #ÓdiameMás, saldrá a escalpar a los poblanos.

¿Y Puebla? Larcamón tratará de poner en pie de guerra a sus caídos. Veremos, en un ataque de desesperada dignidad, la mejor versión posible del Puebla. Ya se ha dicho, es el equipo más canchero, más marrullero, más sudamericano, más de desalmado espíritu de Copa Libertadores, de toda la Liga Mx, pero, además, sabe, cuando no sufre de amnesia, jugar muy gratamente al futbol.

Y por mí, para deleite sibarita, como desterrado aficionado del Atlante, que se hagan pedazos en el marcador.

Es decir, a lo taurino, a lo poético de Gracia de Triana sobre los restos de Manolete: “Morir matando, matar muriendo”.

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LOS ÁNGELES — Ricardo Peláez abandonó al Guadalajara. Los Vergara (Amaury, Yelena, Katya y Diego) le dijeron que no iba más. Él estuvo de acuerdo. Y los tres años de fracaso, los millones de dólares despilfarrados, y el decepcionado Universo Chiva, también asintieron desde la mortaja del caos.

Sólo hubo dos itinerantes que compitieron con Peláez en su conferencia de prensa de despedida, esos, los danzarines de un cínico arrepentimiento: “Me equivoqué en muchas cposas”. “Fallé en muchas cosas”.

Peláez renegó del término “fracasé”, explicó, porque al patriarca de tantos fracasos en Chivas, Amaury Vergara, le disgusta la palabra fracaso. Claro, es como hablar de sogas en casa del ahorcado.

Ante tanta reincidencia, en ese mea culpa, que a fuerza de repetirlo Peláez medio centenar de veces, perdió la frescura de la sinceridad, era inevitable recordar a Séneca:

"Errare humanum est… perseverare diabolicum (Errar es humano… perseverar en el error es diabólico)”, sentenció el filósofo griego.

Sí, lo de Peláez en Chivas dejó de ser humano para convertirse en diabólico. Lo reconoció, como si la suma desesperada y lloriqueada de justificaciones, diera como total un consuelo.

Ricardo Peláez llegó a Chivas abusando de promesas, títulos, jerarquía, blasones. Este martes se ha ido abusando de justificaciones, no pretextos, justificaciones, que no es lo mismo. Justificarse, cuando te vas, es exonerarte a costa de los que se quedan. Tirar estiércol, encender el ventilador, e irse por la puerta de atrás. Eso es justificarse.

En una actitud alevosa, casi traicionera, asegura que deja nombres, hombres, proyecto, estructuras, planes, para que a corto plazo Chivas tenga éxito. “Estoy seguro”, dijo. Claro, y si no ocurre, los culpables son los que se quedan, no el que se fue. Si todo era tan perfecto, porqué reiteró hasta el aburrimiento “me equivoqué mucho”, “fallé mucho”.

Se plagió la frase de Winston Churchill: “Los grandes éxitos se hacen de pequeños fracasos”, olvidando que los suyos han sido colosales. ¿Cuántos más faltaban para encontrar el éxito?

¿Y Chivas? Más allá de las mentiras de Peláez, dando a entender que deja la mesa servida, en realidad queda en manos de cuatro personajes que ven al futbol como un AntiCristo. Vendedores de ilusiones, a través de maquillajes, pociones mágicas y otras chucherías. Flautistas de Hamelín, pero sin flauta, acaso cencerros.

En medio de un acto eficiente e irrisorio de autorridiculizarse por parte del Departamento de Comunicación de Chivas, David Medrano dio la exclusiva sobre Peláez y asegura que un tal Alejandro Manzo, cuyo currículo ostenta únicamente ser cuñado de Amaury, se queda al frente del Rebaño, al lado de una toxicidad arraigada en el equipo, como lo es Mariano Varela y su ahora achichincle Javier Mier.

En verdad, sólo faltó que Amaury le llamara a Eduardo Hernández, el promotor, y le entregara el control de Chivas a PromoFut. La cocinera, de ama de llaves también.

Chivas tiene tres meses para tratar de poner orden. Lo primero es buscar un tipo que sepa de futbol. Los cuatro cerebros que despidieron a Peláez (Amaury, Yelena, Katya y Diego) ni saben, ni quieren, ni pueden, y, por lo tanto, ni deben.

¿Quién? Un equivalente a Monchi del Sevilla, quien también mete la pata, y tanto, que llevó de vacaciones a Chicharito, pero ha estado detrás de los grandes momentos del club. Un personaje del corte de Hans Westerhof. O regresar a Paco Gabriel de Anda, pero sin las emboscadas de entonces por parte del #Pelagatos2.0 (el hoy muy perversamente feliz José Luis Higuera). ¿Merecerá Néstor de la Torre una enésima revancha?

Termina una nueva era triste en Chivas. Y, lamentablemente, se inicia otra. La afición deberá heredar el mote de su vecino, ése, el de #LaAflicción. Al final, aún quedan un par de años sin la despiadada amenaza del descanso.

“No hubo ni llanto ni duelo por Rosa Leyes, el indio. Su muerte, toda su vida, se la fue llorando él mismo”: Alberto Cortez.

Así, la salida de Ricardo Peláez de Chivas. Ni llanto, ni duelo. Acaso, el suyo propio.

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GUADALAJARA — México no cambia. Ni mejora. ¿Será que aún hay tiempo para cambiar al que no cambia y que con el cambio mejore? Entiéndelo, Emilio (Azcárraga Jean), sí, aún hay tiempo.

1-0 sobre Perú. La victoria es un pañuelo desechable para una lágrima de equipo. Pero, enjugar el llanto con tan patético despojo, es también un gesto patético de resignación al fracaso inminente.

Gerardo Martino, en un estado de enajenación, asegura que la primera media hora le estremeció las ilusiones para el Mundial de Qatar. También a Argentina, Polonia y Arabia Saudita, porque si esa es la mejor versión posible del Tri, también debe despertarles muchas ilusiones a los tres rivales directos de México.

Insistíamos en el Podcast de Raza Deportiva en que si ante Perú y Colombia, dos selecciones sin fuero mundialista para Qatar, se ratificaba el nivel paupérrimo del Tri, aún había tiempo para buscar una solución y –claro-- un viaje sólo de ida a Argentina para el Tata.

Es una magnífica oportunidad para explicar a Newton y la teoría de la relatividad del tiempo. A casi dos meses del debut en Qatar (noviembre 22, Polonia), hay más tiempo para esperanzarse sin Martino, que con Martino. A casi dos meses del debut en el Mundial de Qatar, es más factible cambiar, cambiando a Martino, que –diría Einstein--, perpetrar la “locura es hacer lo mismo una y otra vez y esperar resultados diferentes”.

Sí, Emilio, entiéndelo, aún hay tiempo para cambiar. Insisto, en el mismo lapso, en la relatividad del tiempo, es más probable que alguien de fuera genere un cambio, a que alguien de dentro, parte de la crisis, epicentro del problema, genere un cambio.

El Tata ha caído en el círculo vicioso de su propia incompetencia. Sus corifeos, y eventuales y asalariadas plañideras, le festejan la presencia de Luis Chávez, cuando el jugador del Pachuca tenía al menos ya tres torneos jugando de manera sobresaliente. Martino el visionario, quien apenas descubre también a Kevin Álvarez.

Pero, claro, 2020, por capricho, por berrinche, a pesar de tener prácticamente un hospital sanitizado a la puerta de su casa, se negó a viajar a México, y eligió su año sabático. Y en este mismo 2022 desatendió la Liga Mx, y alargó sus vacaciones en Argentina, para cambiar pañales ajenos, sin ser capaz de ver lo que se acumulaba en los propios.

Curioso que los defensores de oficio de El Tata estén de acuerdo en que haya visto en directo el juego de Argentina goleando a Honduras, pero lo justificaban por estar al tanto de la Liga Mx a través de compendios y condensados de los partidos en los que debía buscar y observar a sus seleccionados. Que bajo cotizan sus neuronas y sus hormonas los porristas de Martino.

Ante Perú, no hubo mejoría. México no genera futbol. El chiripazo del gol fue más generosidad bobalicona de los incas, que de una aseada demostración del Tri. Antes, los peruanos habían pisado el área varias ocasiones, pero sus yerros ratifican porque sus asientos de Qatar están en las estancias de sus hogares.

Sí, Emilio, entiéndelo, aún hay tiempo para cambiar.

Más allá de tu miopía futbolística, y de tu devoción centavera hacia La Rosa de Guadalupe, debes entender Emilio que hoy, en realidad, a pesar de cuatro años de proceso, con Martino, el Tri comienza de cero a cada convocatoria. Definitivamente, empezar de cero, con alguien más, tiene más posibilidades de salir de ese estancamiento, que amenaza con ser regresivo.

A dos meses del Mundial, más allá del partido ante Colombia, es más probable que alguien de fuera sacuda, que sea un revulsivo, ante esta parálisis, este estado catatónico del Tri, que creer que lo consiga Martino, más preocupado por Argentina, que de Argentina, y entiéndase la diferencia.

¿Nombres? Ciertamente no hay abundancia en el horizonte. Tampoco es que Thomas Tuchel, relevado del Chelsea, se desviva por caer en el sitio celestial del inframundo de la Concacaf, pero, candidatos hay, los hay.

1.- ¿Acaso no fue Martino a suplicarle a Guillermo Almada que le explicara cómo conseguir esa intensidad, ese compromiso, esa devoción de los jugadores mexicanos en Pachuca? “Es que yo no puedo”, le dijo el Tata al técnico que ha presentado al equipo más espectacular y efectivo del último año, a pesar incluso del Síndrome de la Subcampeonitis. Entiendo que detrás de Almada, hay un tipo repulsivo para Emilio y su “altar boy”, Alejandro Irarragorri. Jesús Martínez es luzbel para los amos del poder, y sería resucitarlo, de su demonizado retiro.

2.- Fernando Ortiz es un candidato natural para los titiriteros del sistema. Al menos, por ejemplo, ha conseguido que lleguen balones y posibilidades de gol, al mejor delantero mexicano del momento: Henry Martín, quien, ante Perú, vivió en el desamparo. Intentó, buscó, se ofreció, entró a terrenos sin marca, pero no había un equipo con idea que le generara una posibilidad de gol. El chiripazo, clave en el estilo de Martino, no es aceptable como plan de juego.

3.- Y claro, el menos querido en el entorno, pero que ya demostró que es capaz de tener ascendencia sobre un grupo de seleccionados. Miguel Herrera ya vivió un Mundial, y después por sus desplantes tan piojosos, arruinó su proyecto y el proyecto con el Tri. Tiene dos ventajas: más allá de su simplona personalidad, es bastante simple en establecer una forma de juego. Nada de frases estrafalarias, mensajes a medias, o recurrir a bravucones para ejercer el mando, como lo hace Martino con su mastín Jorge Theiler.

4.- Nicolás Larcamón saca agua de las piedras. Tiene dos inconvenientes: ha necesitado de una plantilla fortalecida por extranjeros, la mayoría de medio pelo, pero los ha llevado a un rendimiento extremo. Significaría para Emilio e Irarragorri, abrir compuertas que no le agradan, a Ricardo Salinas (dueño del Puebla) y a su televisora, que mantiene dominio ya de por sí, en los ratings en tema de selección nacional.

5.- Diego Cocca renunció al Atlas. Seguramente ya tiene un proyecto definido. Ya sea en España con el Sporting de Gijón, o en otras latitudes. Ya hace meses habíamos advertido que si México no llega siquiera al cuarto partido en Qatar, el mismo Irarragorri se hará cargo de la presidencia de la FMF y su gallo es el hombre que hizo el milagro del Bicampeonato atlista.

Algo queda claro, Emilio. Hay que ser muy candidote, para no entender que estos cinco candidatos tienen más fe en el jugador mexicano, que tu entrenador de bisutería, impuesto desde la impericia, ignorancia y glamour, de tus Godínez de la FMF, incluyendo, claro, a los que están y a los que se fueron.

Insisto, ni Newton ni Einstein pueden estar equivocados. En el mismo lapso en que se puede seguir partiendo de cero con Martino, se puede comenzar de cero con alguno de los cinco mencionados. Y bajo la tan mexicana idiosincrasia, no se puede estar peor de lo que ya se está. Y claro, Emilio, “locura es hacer lo mismo una y otra vez y esperar resultados diferente”.

¿Por qué dirigirse a Emilio y no a Yon de Luisa? Porque el primero sigue al mando, y el segundo, ya fue humillado, en todas sus batallas, por Gerardo Martino. Un presidente que no puede mandar se convierte en un achichincle de su propio desgobierno.

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LOS ÁNGELES  — En la Fecha 6, lo daban por muerto. El fanatismo miope supuraba sacrilegio: #FueraOrtiz. Hoy, América, más líder que nunca. Más favorito que nunca. La 14 se embadurna de hiel y de miel, contrastes esos del #ÓdiameMás.

2-1 sobre Chivas. El marcador es parco, pero la historia total es generosa. Drama en los 100 minutos de juego. Intensidad. Furia. Rabia. Postes. Gruñir y ruñir en cada balón. Heroicidad en los arqueros. Un balón que se hundió en el limbo, pero nunca se sabrá si se hundió en el arco de Guillermo Ochoa. La televisión tiene mil ojos, pero a veces enceguece. Y hasta la estulticia asomó: Fernando Beltrán vocifera y se gana la roja, y no juega contra Cruz Azul.

Un beso de Judas sube a Chivas al calvario. Olivas regala un penalti, apenas al minuto tres. Henry Martín cobró y puso doble pegamento a su estampita en el álbum Panini de Qatar 2022. Con el 1-0, en el kilómetro cuatro de 100 por recorrer, Chivas vio una pendiente tortuosa, de puro sufrimiento.

El gol, sin embargo, no puso en pausa el juego, lo detonó. Chivas vivió sus mejores momentos en el agobio sobre El Nido, pero el cerrojo estaba puesto; con Richard Sánchez y Álvaro Fidalgo montando una flexible línea de seis en el fondo, con rompimientos rápidos, había vértigo y sólo uno cargaba una concha: Cabecita Rodríguez jugó todo el tiempo en neutral.

Más allá del desacierto grave, Sergio Flores volvió a ser el mastín que le regala metros, segundos y confianza a Fernando Beltrán, quien encontró solidaridad en la hambruna de gol con Alexis Vega convertido en un todo terreno, sumados el Piojo Alvarado y el Conejito Brizuela. Pero, la bayoneta de Chivas está chata, rota, roma: Ángel Zaldívar es mucho bufido y poca música.

Alexis Vega fue el único que metió estertores en el primer tiempo a Ochoa. Sacó la bazuca, pero desajustó la mira unos milímetros. El balón, potente, sólo dejó una ventisca en el poste izquierdo del América.

Y si bien escaseaba la histeria en las áreas, la intensidad en cada palmo de la cancha, redituaba. Había batallas individuales y escaramuzas colectivas. La media cancha tenía más pobladores ansiosos y nerviosos que el Metro Balderas.

Había, por supuesto, alguien a prueba, más allá de las urgencias emocionales y deportivas de ambos equipos. Emilio Lara finalmente estuvo en la cancha. Aún es un Don Nadie para el Museo de Coapa, pero es un sinvergüenza con grandísimos atributos: fuerte, astuto, ladino, veloz, pendenciero y con inusitada lectura del compañero y del rival. Hoy, insisto, es apenas un Don Nadie, pero, con sus atributos y carisma, América tiene un ídolo en gestación. Que no se inocule del #VirusCórdova, es tarea del club.

Precisamente, el mismo Lara genera el segundo gol. A fondo por derecha, Un servicio largo, potente, preciso, que Henry Martín resuelve perfectamente, haciendo aquello que dicen es mejor Funes Mori. El ex 'Muertín' anticipa y gana por arriba, y cede suavecito, en la cita a ciegas, con Alejandro Zendejas, quien vulnera con disparo afortunado al Guacho Jiménez.

Ojo: una jugada con tres bofetadas sonoras a las entendederas dañadas de Gerardo Martino: el desplazamiento de Lara, la definición de Zendejas, pero, sobre todo, la ratificación de que Martín es más que un rematador de área, es un sólido hombre de conjunto, un tipo con temperamento desde el manchón y de una solidaridad absoluta en las necesidades de avance de sus compañeros. Pero ¿alguien sabe si El Tata estuvo en el estadio? Y estar no significa ver; y ver no significa entender.

Elogiable es que Chivas entendiera la dimensión de su desgracia y la dimensión de sus responsabilidades. Arriesgó y se expuso a contragolpes, además de que los óleos registraran dos estampas de Jiménez atajando balones perniciosamente obsesionados con el ángulo de su portería.

Pero, el Guadalajara no tenía una referencia dentro del área. Tenían que arrimarse Beltrán, Alvarado, Brizuela o Alexis a esa zona, porque Zaldívar cohabitaba como escolta de los defensas rivales, muy lejos de la inteligencia, velocidad y viveza que exigía el nivel de sus compañeros. Lo cierto es que después se evidenció también que era un juego más para Mozo que para Sánchez.

Después entraría Santiago Ormeño, pero ya El Rebaño estaba desgastado, además de que América había refrescado sus líneas con movimientos clave, algunos de lujo, y otros hasta suicidas, como los ingresos de Jonathan dos Santos y Roger Martínez.

Y hubo una jugada cargada de ese morbo delicioso de la polémica. Seco cabezazo de Alvarado. Ochoa, en una de sus tres circenses y glamorosas atajadas, mete la garra, cuando el balón ya se regodeaba de red, entrando al ángulo. El VAR dijo no. Dos repeticiones de la jugada en televisión ayudan poco. La perspectiva de la toma congelada enquista de dudas. Parecería que sí, pero los nunca confiables tipos del VAR y su lazarillo de la cancha, Adonai Escobedo, decidieron que no.

Chivas pone a soñar con un remate de su viejo Némesis, el Chicote Calderón, y ocurre al minuto 62, cuando aún había tiempo para la exoneración por la vía del empate, especialmente en un segundo aire de Chivas, aunque ya sus mejores hombres habían entregado piernas y pulmones a la morgue.

Fue, entonces, el cierre del juego, más generoso con propios y extraños. América tuvo dos posiciones de gol desperdiciadas por los dos Rodriguez, Jonathan y Brian, además de un remate al poste de Zendejas, mientras Ormeño, en tiempo de angustias y dramas, quiere lujos, con un remate fallido de taquito.

El 2-1 deja ahí al América, al mando del pent-house, de la Liga, de los momios y de las bajas pasiones que despierta el #ÓdiameMás. Deberá encender veladoras, al igual que Chivas, para que sus cedidos a la Fecha FIFA regresen sanos y salvos. Además, debe visitar a Nashville, en esos juegos en que el futbol de Estados Unidos tiene cautivos, prisioneros y extorsionados a los clubes mexicanos. Chivas viaja a Cincinnati y deberá lamentar además la deserción de Beltrán ante Cruz Azul.

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LOS ÁNGELES -- Minuto 97. Y ese olorcito, ese tufo a incienso, en el Estadio Azteca. 2-3 y el invencible América boqueaba como pez con asma. Apareció Federico Viñas, más con rabia, enjundia y desesperación que claridad. Cabezazo brutal, a la izquierda de Carlos Acevedo. 3-3. La épica del Santos quedó trunca. Irónicamente, terminó como patiño de la épica en El Nido.

3-3. Y no hay mejor expresión y definición que el populismo estruendoso del barrio: ¡juegazo! Postes, un arquero excepcional y el drama, para estremecer con taquicardias a los propios de la cancha y a los extraños del universo restante.

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Imago 7América vs Santos Laguna

Y la inevitable riqueza de las conclusiones, luego de valorar el peso de una camiseta, de un color, en ambos lados de la cancha. Dígase lo que se diga, el #ÓdiameMás es el más poderoso de los conjuros, de los anabolizantes, de las provocaciones, en esta Liga Mx. Es casi un afrodisiaco para el rival.

1.- EL ‘OJÓLOGO’ DEL TATA (I)
¿Estuvo Gerardo Martino en el Estadio Azteca? Vaya noche de Carlos Acevedo. Cierto, acusa detalles de inmadurez, pero esta noche de miércoles, el espectáculo fue suyo. Como actor estelar de Cirque du Soleil, atajó todo lo atajable y un poco más. Instinto de bestia amenazada; intuición ante lo inesperado; técnica impecable ante las chapuzas de la cancha, y especialmente ese desafío a la gravedad, esa habilidad de saltimbanqui para llegar in extremis, a pelotas que retozaban ya por su cercanía con la red. Pero, hoy el Mundial le está restringido. Martino debería demandar a su oftalmólogo. Hoy, ni él, ni su lazarillo Theiler, ven lo que todo mundo ve: Acevedo debe estar en Qatar.

2.- EL VENGADOR ANÓNIMO
Leo Suarez fue desechado por el América en diciembre de 2021. Con Santos, hasta antes de este miércoles, había marcado seis goles en dos torneos y en 27 partidos. Inconsistencia, además, como titular. Luego de perderse el 2-3 ante las Águilas en el Clausura, le sirvieron, como debe ser, el plato frío de la venganza. Se lo tragó en dos bocados. Jugadas similares: desborde por derecha, recorte al centro y disparo cruzado. Boquetes en el amor propio de Guillermo Ochoa. ¿Será el mismo Suárez despiadado, implacable ante Juárez y Mazatlán? Si es así, Santos tendrá su Zona VIP en la Liguilla. ¿O habrá bebido la miel de la gloria, para regresar a la hiel del conformismo?

3.- SANTA DIFERENCIA
Santos está en la pelea por los méritos que ofrece jugar en el cementerio de la Liga Mx. No desperdició golear o al menos humillar a una tanda de momias: Cruz Azul, Pumas, San Luis, Xolos, Necaxa, León y hasta se sublimó ante Rayados. Pero, entiéndase que son los mismos rivales que el resto de los tres que lo superan en la Tabla: el mismo América, Monterrey y Pachuca, además de su copiloto Tigres. Una historia vieja: estos Guerreros de Eduardo Fentanes sólo necesitan esa misma devoción mostrada en el Azteca, para crecer en la Liguilla. De los otros seis que ocupan los siete mejores sitios de la Tabla, sólo venció a uno, a Rayados. Perdió con Tuzos, Tigres, Toluca, y empató con Chivas y Águilas.

4.- SANGRE REAL
Síndrome conocido como Semana del Clásico. América salió pensando en Chivas, y lo atracó Santos. Pero, Fernando Ortiz tiene su retórica bien infiltrada en las cabecitas de sus jugadores. Sacó la sangre, esa sangre mixta, de realeza y de barrio de Coapa. Y se fue encima. Los cambios en El Nido fueron acertados, mientras Fentanes erraba –gravemente–, al enviar a los vestigios de un ex americanista, Cecilio Dominguez, a la cancha. Y se vino la versión más feroz de las Águilas. Acevedo les niega un racimo de goles, y el árbitro les niega un penalti. ¿Por qué siempre Fernando ‘el Curro’ Hernández en favores sospechosos al Grupo Orlegi? Y la culminación del brío y fragor americanista, en el remate de Viñas.

5.- EL ‘OJÓLOGO’ DEL TATA (II)
Rogelio Funes Mori sigue en silla de ruedas, pero Gerardo Martino ya le aseguró su dosis de mate para Qatar. Benditos promotores. Porque, otra vez, esta noche de miércoles, Henry Martín estuvo sobresaliente. Gol y una serie de jugadas de colaboración ofensiva, que magnifican su momento. Pero, El Tata está más atento al traumatólogo de Funes, que a las epopeyas de Martín. También, si vio el partido, entendiendo que ya fue muy tarde para su horario de reposo, Martino habrá recibido un nuevo mensaje: Néstor Araujo es un desastre. Dos de los tres goles que recibe América, son cortesía de él. Y ya en anteriores partidos, se ve que llega tarde, que no lee a sus compañeros, y que a veces se va al limbo en pleno juego, y sí, es un alma en pena en la cancha.

Lo cierto es que la reacción estruendosa del América, al ir 1-3 en el marcador, enriquece el Clásico Nacional. Porque a la fruición competitiva de las Águilas, en la enfangada adversidad, establecer que Chivas fue superior a Tigres, pero Nahuel Guzmán y los caprichos fascinantes del futbol, lo sentenciaron brutalmente con un 4-1.

Queda claro para el Guadalajara que si a Santos, con un partido que rayó la perfección, hasta antes de la torpeza en el ingreso de Cecilio Domínguez, no le alcanzó ante las Águilas, Chivas deberá rozar ese estricto y riguroso esquema de cero tolerancia y absoluta perfección, para poder montarle un calvario al América, este sábado en Santa Úrsula.

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LOS ÁNGELES — 31 convocados y muchos de ellos, manoseados. Gerardo Martino cita a jugadores caducos, obsoletos, y los disfraza, los oculta, detrás de rostros jóvenes e impetuosos. El maquillaje de la trampa.

Para enfrentar a dos selecciones parias de Mundial, segregados de Qatar, como Perú y Colombia, El Tata Martino ha sido capaz de convocar a lesionados, como Rogelio Funes Mori y Héctor Herrera, o a jugadores decadentes como Néstor Araujo, Jesús Gallardo, Uriel Antuna y Andrés Guardado. Los hijos bastardos, de este Patriarca de la necedad.

Soberbio, por lo mismo que llegó a fracasar con Argentina y el Barcelona, al sentirse por encima de sus planteles, se niega a dialogar con Alejandro Zendejas, y por diferencias personales con el Grupo Orlegi, deja fuera a jugadores de Santos y de Atlas. Carlos Acevedo y el Hueso Reyes, algunas de las víctimas.

Lleva a futbolistas de Pachuca que apenas descubrió en 2022, cuando Luis Chávez, Kevin Álvarez y Erick Sánchez ya asomaban plenos en anteriores torneos. Y esto ocurre después de que, en un desplante de insólita humildad, se acerca a Guillermo Almada y le pregunta que cómo le hace para que sus futbolistas jueguen con intensidad, devoción, disciplina, talento y alegría.

Almada seguramente iluminó la sombría sesera de Martino, con algunos de sus métodos, pero no con todos sus secretos. El técnico de Santos es el chef de este Pachuca, pero, con una charla de 90 minutos, Martino no pasaría de ser el pinche (aprendiz, ayudante de cocina) de su generoso mesón futbolero.

Claro, el problema no es sólo el manoseo de jugadores de Martino, es decir, llevar a sus mimados, y tratar de engatusar con sangre joven, promisoria, para hacer creer que puede dar un golpe de timón.

No, el problema crece al confirmar que no hay quién lo confronte, quién lo encare, quién lo cuestione, quien le repele, quien lo increpe, quien lo interpele, quien le argumente. Hoy, Martino ha secuestrado a la selección mexicana, y Yon de Luisa ha terminado como pasivo y silente alcahuete de ese ultraje.

Justino Compeán, sin ser el prototipo de lo que debe ser un presidente de federación, recordó un día, un aprendizaje directo de otro personaje oscuro, Julio Grondona. “Él (Grondona), me dijo que nunca una convocatoria de selección de Argentina se daba a conocer sin que él la palomeara. Y aprendí que así debe ser”.

Pero, hoy, tras años de abuso de Martino, ninguneando a Gerardo Torrado, y dejando en claro que no pretende abrir el cabildo a Jaime Ordiales, ha tomado bajo su control a la selección mexicana, aunque ha cedido en convocatorias, logística, y protocolos. Pero, su historial de juegos, incluyendo las cuatro humillaciones en juegos oficiales ante Estados Unidos, demuestra que le pueden imponer jugadores en las listas, pero no en la cancha.

Más allá de los esqueletos en el armario de Compeán, se asesoraba y cuestionaba. Tal vez no tendría conocimientos, pero al menos hacía sentir su autoridad. “Yo de futbol no sé nada, pero soy el presidente”, dijo Justino alguna vez. Yon de Luisa hoy está igual: de futbol no sabe nada, pero es un presidente que no ejerce como tal.

Ante esta nueva convocatoria, un verdadero presidente de la FMF, o un genuino director de selecciones nacionales, habría increpado e interpelado a Martino. Herrera y Funes Mori están tocados, fuera de ritmo. El Zorrillo aún no se recupera de su francachela con el Grupo Firme, y el argentino sigue entrenado separado del resto de Monterrey.

Lástima que De Luisa no quiera, no sepa, no pueda, aunque deba, cuestionar a cada uno de los 31 jugadores convocados por Martino, y no pueda tener una lista a la mano para pedir explicaciones sobre los que no son convocados.

Porque, recordemos que Martino, “tras declararse enemigo público número uno de México”, y al asegurar que hay una obscena campaña de persecución en su contra, pero de manera personal, y no por las tristísimas exhibiciones y las carencias de futbol del Tri, con todo eso, pues, ha asegurado que Perú y Colombia le permitirán ajustar la maquinaria del Tri, esa, que no se ha visto, ni remotamente, en los últimos dos años.

¿De verdad, no es mejor Acevedo que Cota y Talavera, en este momento, y tal vez incluso que Ochoa? ¿No son mejores Omar Campos, Fuentes o Reyes que Gallardo? ¿No es mejor Zendejas que Antuna? ¿Para qué engañó a Marcelo Flores? ¿No están al nivel Emilio Lara y Jorge Sánchez?

Pero, ante la falta de arrojo, de autoridad, de jerarquía, de conocimientos, por parte de Yon de Luisa, El Tata ha secuestrado a la selección mexicana, y estará dispuesto, como ya lo ha hecho, a ceder ante presiones o privilegios de promotores, patrocinadores y arrumacos, pero su once, su vapuleado once, ya se conoce de antemano.

Reitero, a México no lo clasifica a Qatar su futbol, sino el paupérrimo rendimiento de Jamaica, El Salvador, Panamá y Honduras en el Octagonal de la Concacaf. La miseria del entorno le permite encaramarse entre los invitados al Mundial.

¿Y ahora que le han secuestrado al Tri, por qué no reacciona el capataz Emilio Azcárraga Jean? Será porque el negocio está hecho, aunque lamentará perder millones de dólares cuando México quede eliminado en la fase de grupos.

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LOS ÁNGELES — Con dos bohemios en el horizonte (Tigres y Santos), Chivas y América limpian el camino al Coliseo del Clásico Nacional. Esta vez, con un nuevo apellido: el Clásico de los Interinos, el próximo sábado.

Ya hay de todo: fiebre, sangre, ansiedad, nervio, nerviosismo, pero, sobre todo, estrategia. Los dos malditos improvisados, en ambas bancas, tienen la sangre tan fría, que calientan y combustionan a borbotones la pizarra y a sus jugadores.

Paridos ambos interinos en el lecho de las dudas, las precipitaciones, la improvisación, la fortuna, y hasta el tan mexicanísimo “al a’i se va”, de dos directores deportivos en decadencia, Santiago Baños y Ricardo Peláez, los dos ya hoy consolidados, Fernando Ortiz y Ricardo Cadena, han regresado a la mesa VIP del torneo.

Ambos, hoy consolidados como técnicos oficiales, Cadena y Ortiz, semejan ser mellizos, aunque de orfanatorios distintos. Este fin de semana, desafiaron a la suerte, para desafiar a su grupo de jugadores, y en un acto, entre soberbio, urgente y temerario, para desafiar, también, a sí mismos y a sus propias habilidades: cinco cambios, algunos radicales, algunos necesarios, casi todos inquietantes. Sólo así pueden identificar la dimensión del compromiso de cada uno de sus futbolistas. ¿De qué están hechos?

Marginados sus mejores jugadores (Diego Valdés por América y Fernando Beltrán por Chivas), por lesión y suspensión, Ortiz y Cadena alteraron el orden sin caer en el desorden absoluto. Sí, estos malditos interinos, tan iguales y tan distintos, están bendecidos por la habilidad del liderazgo táctico y emocional.

Tal vez eso los semeje tanto: su habilidad para meterse en las neuronas, en los instintos, y en las vísceras de sus jugadores. El TanoTesla y la Cadeneta, como todos los equipos, cascabelean, se jalonean, pero pasan a Zona de Pits en el medio tiempo, y ajustan.

América es líder y –dicho estaba antes de arrancar el torneo—, es el candidato número uno al título, mientras que Chivas alarga la racha sin derrotas. Los dos arrancaron el torneo trastabillando. Las redes sociales de ambos equipos acusaban hipo: algunos pedían el fin de proceso de ambos interinos, y otros encendían veladoras y apagaban ilusiones.

Hoy, claro, ambos son candidatos, en ese fervor popular y desmedido, a tomar a la Selección Mexicana, en cuanto el aquelarre de Gerardo Martino y sus arpías concluya en Qatar. Las entrañas festivas de la turba, más turbadas que nunca.

Más allá de la complejidad de los rivales inmediatos, América y Chivas, en la exclamación épica de Ángel Fernández, ya “agarran sus fierros como queriendo pelear”, cuando se citen el 17 de septiembre, en la catedral suprema del futbol, el Estadio Azteca, el nicho elegido por los dos más grandes, Pelé y Maradona, para entronizar y eternizar su historia.

Aguardan emboscadas. Chivas debe enfrentar a un adversario incomodísimo pasionalmente. No hablo de Tigres, hablo de Miguel Herrera, quien guarda un piojoso desprecio, ciertamente más por ese americanismo adquirido por ósmosis, más que por cuna o seducción. Tiene las garras afiladas, pero, su fragilidad en el fondo está más expuesta que el trasero de un mandril. Cierto, es la segunda defensa menos goleada, pero, principalmente, por el estrabismo de sus adversarios.

América no la pasará mejor. Sí, el Santos de Eduardo Fentanes tiene números que encandilan. Ha goleado a cadáveres (Cruz Azul, Pumas, Necaxa, San Luis, Tijuana, etc.), pero es capaz de empatar 3-3 con el momificado Querétaro, y equipos más serios, lo han exhibido: Pachuca, Tigres, Puebla, etcétera. Pero, ya se sabe, meterse a El Nido, despierta pasiones casi insanas en los adversarios de Coapa y de su gentilicio, ése el del #ÓdiameMás.

Traicionero, ancestral y corrosivo vicio deben enfrentar ambos, Cadena y Ortiz. Mientras se les viene la tormenta encima, este martes y miércoles, deben mantener ajenos a sus jugadores de cómo seductoramente ululan las sirenas en torno al Clásico Nacional, de éste, el Clásico de los Interinos.

Inevitablemente, la historia lo muestra: por instinto, por pasión o por cinismo, a veces, los jugadores se muestran recatados en los partidos previos al Clásico. No quieren, desde su roñosa óptica, quemar su pólvora en infiernillos, especialmente, en algunos casos, cuando se viene una Fecha FIFA para México, con dos carteleras “molerísimas”, como Perú y Colombia, armados ambos equipos por un principio primario de selección: llaman primero al que tenga visa para entrar a Estados Unidos.

Pero, habida cuenta de lo visto hasta ahora, Ortiz y Cadena se han posesionado tanto de los deberes y de los placeres de sus propios jugadores, que sin duda pondrán freno a las urgencias de Clásico de sus jugadores, para darles rienda suelta a sus obligaciones inmediatas.

Comparto con Usted esa ansiedad por conocer los secretos de esa cofradía fascinante y siniestra, que es el vestidor de ambos equipos. ¿Cuál es el método? ¿Cómo es el trato? ¿Cómo se ejerce el control y la persuasión? ¿Cómo se mima al mocoso caprichoso que hay en cada jugador? ¿Cómo se yergue al urgido adulto para que esté dispuesto a la guerra?

He hablado con varios reporteros que cubren a Chivas y a América. Al final, termino tan o más confundido e ignorante que ellos. No son los tiempos de antes, en los que uno conocía los secretos del escritorio y del dormitorio del entrenador, a través de locuaces jugadores. Hoy todo queda oculto tras la trinchera de ruedas de prensa, de charlas en zona mixta al vapor, de poquísimas entrevistas personales, con medios con ascendencia.

Esos mismos reporteros me explican obviedades. Una retahíla, una letanía de lugares comunes. Desde “trabaja mucho dentro y fuera de la cancha”; “el jugador ser siente respetado”; “se ganó la confianza del futbolista”; “es muy sincero y muy claro en sus ideas”; “ha sabido crear una competencia interna”. Bla, bla, bla.

Entiéndase que esos son fundamentos básicos de un entrenador. Pero, en el caso de Ortiz, quitarle lo bruto al diamante Zendejas, necesita más que todo lo anterior. O desplegarle las alas a un desfachatado como Lara, requiere de algo más. Quitarle la intermitencia holgazana a Valdés, implica algo más. Convertir a una coladera de defensa, en un bloque sólido, requiere de mucho más, que el citado e incompleto decálogo de obviedades.

Y en el caso de Ricardo Cadena ocurre lo mismo. Rescatar al casi náufrago Alexis; o reinstalar a plenitud al Beltrán que casi exterminaba el ex Rey Midas Vucetich; montar una defensa de su propia incubadora, de sangre chiva, de carne chiva, para ser la mejor del torneo; sobrellevar las incómodas incorporaciones de Mozo y Ormeño; resucitar, lentamente al Piojo Alvarado.

Todo eso, implica mucho más, muchísimo más que ganarse al futbolista, porque hay que convencerlo, mantenerlo con cargas extras de adrenalina; fortalecerlo física y emocionalmente; y hacerlo rabiar de satisfacción en los entrenamientos. Pero, entre la pandemia, el proteccionismo hacia el jugador, y el secretismo disfuncional desde dentro de las oficinas, nos impiden saber más de ese sincretismo, de esa fusión entre técnico y futbolistas.

Veremos pues cómo sortean estos mellizos de orfanatorios distintos, Ricardo Cadena y Fernando Ortiz, los avatares de estos juegos de media semana, sin que se distraigan con la bestia más apetitosa, esa la del Clásico Nacional, y que hoy es el Clásico de los técnicos, el Clásico de los Interinos.

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