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MÉXICO -- No me extrañó lo que todos vimos el jueves por la noche en Pachuca. El divo brasileño Ronaldinho fastidiado por ser relevado antes del final del primer tiempo retirándose del estadio, sin importarle lo que pasaba con su equipo en el partido más importante de la temporada.

No me extraña porque no es la primera vez que lo hace, y porque se voló tres semanas de pretemporada porque se le dio la gana. Claramente el señor no está comprometido con el futbol mexicano, con sus compañeros y con el equipo que le paga. No le interesa otra cosa que no sea su caso particular. Eso molesta. Pero más molesta que Gallos Blancos lo haya permitido.

No me extraña porque no estuvo comprometido con la causa del FC Barcelona cuando estaba en el punto más alto de su carrera, cuando era el número uno del mundo. ¿Qué nos hace pensar que a los 35 años de edad lo iba a estar con Gallos Blancos?

Le doy totalmente la razón a Víctor Manuel Vucetich en su toma de decisiones posterior a la expulsión de Ricardo Osorio. Sacó a Ronaldinho y a Sinha, amarró el partido, cortó los circuitos del Pachuca, paró el sangrado y dejó aún vivo a Querétaro para la vuelta. No está fácil, pero no están liquidados. Vucetich hizo lo mejor para el equipo, no como el brasileño que nada más ve por los intereses del Ronaldinho Futbol Club.

Si esa imagen de Ronaldinho abandonando el estadio en plena semifinal ha de ser la última de su efímero paso por el futbol mexicano, será 100% representativa de lo que ha sido, una rúbrica perfecta de su falta de compromiso y de las cuentas pendientes que dejó con todos. Jugadores como estos, ni uno más.

El brasileño es la antítesis de Emilio Butragueño. Son casi 20 años de que Celaya sacudió al medio mexicano con la contratación del líder de La Quinta del Buitre. Emilio asumió con toda seriedad el compromiso del recién ascendido, lo llevó hasta una final, y dejó una huella imborrable de lo que debemos esperar de figuras de este calibre que llegan a México en la recta final de su carrera.

Nadie, nadie puede estar por encima del grupo. Los individuos pasan y las instituciones siguen. El día de mañana Ronaldinho se irá a donde vuelvan a morder el anzuelo y le paguen mucho dinero, mercado no le faltará. Gallos Blancos seguirá y si quiere estabilidad debe apostarle al equipo, como lo hizo el entrenador que hoy tienen... así les cueste el pase a la final. Si quieren, es el momento de mandar el mensaje.

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Vivimos en la equivocación de suponer que Ronaldinho utiliza al Gallos Blancos, a sus compañeros y al futbol mexicano para exponer sus berrinches e indisciplinas en esta etapa de su carrera. La realidad podría ser otra. La realidad podría llevarnos a un terreno en el que Ronaldinho está cumpliendo con el motivo principal de su llegada a México. Atraer miradas, "robarse" portadas, poner en el mapa a un "grupo" más que una plaza o a un equipo de futbol. Ronaldinho es la carta de presentación y el ruido que realiza desde un rincón de la mesa un grupo que muy pronto se sentará a negociar por parte del poder del futbol mexicano.

LOS ANGELES, CA.- Podríamos estar completamente equivocados. Pensamos, suponemos que Ronaldinho nos utiliza, que utiliza a sus compañeros, que se aprovecha de los Gallos Blancos y que utiliza también al futbol mexicano para exponer sus berrinches y su indisciplina. La realidad podría ser es otra, quizá muy diferente, donde Ronaldinho, sigue siendo utilizado y pese a la idea generalizada, sigue entregando resultados a quienes inteligente y brillantemente decidieron contratarlo.

Ronaldinho
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Sin goles, sin magia, sin sus acostumbrados regates o pases exactos a profundidad, Ronaldinho encontró la manera de "robarse" las portadas en la noche de semifinales que propuso el futbol mexicano.

El berrinche ++vamos a llamarle así++ del legendario futbolista brasileño es el tema de conversación de este viernes alrededor del futbol mexicano. Ronaldinho se dirigió directamente a los vestidores luego de ser cambiado por su entrenador, el veterano Víctor Manuel Vucetich cuando faltaban pocos minutos parta el final de la primera parte y el Querétaro caía 2 por 0 ante el Pachuca. Otras imágenes muestran al brasileño tomando una camioneta para abandonar al estadio cuando el juego todavía no había terminado.

Bajo estatutos del juego y supongo que del propio equipo Gallos Blancos, Ronaldinho no cometió ningún ilícito. Estaba ya fuera del partido y los futbolistas que salen del campo no tiene la obligación de ir a la banca o de permanecer en los vestidores hasta el final de los encuentros, pero la imagen "romántica" de abandonar a sus compañeros ++y aquí agregó un elemento histriónico narrativo++ "en medio de la batalla mientras ellos se batían a muerte por el resultado", parece hoy lo más importante alrededor del acontecimiento.

La realidad es que Ronaldinho actuó como todos esperábamos que actuara el Ronaldinho de esta etapa de su carrera. Y cuando Gallos Blancos decidió contratarlo, sabía que existían esta clase de comportamientos o de riesgos y cuando Vucetich acepto dirigir al Querétaro y a Ronaldinho, también sabia que tenía que luchar contra ese tipo de actos que son parte de su personalidad. No hay nada sorprendente en el tema.

En el más estricto sentido de una moral deportiva y de un pensamiento de equipo, Ronaldinho se equivocó. O mejor dicho, volvió a equivocarse como cuando ha faltado a temas disciplinarios durante toda la temporada, pero en el sentido lo que es y puede ofrecernos un personaje de este tamaño, hizo exactamente lo que haría Ronaldinho.

Antes del partido del jueves, leía comentarios del dueño de Grupo Imagen, Olegario Vázquez Aldir, donde se mostraba complacido con el rendimiento global de Ronaldinho en este año futbolístico con Gallos Blancos. Y cómo no lo va a estar, si finalmente el futbolista brasileño ha sido utilizado, inteligentemente, para promover la llegada de un nuevo grupo o movimiento ++y no me refiero directamente a la plaza de Querétaro o al nombre de Gallos Blancos++ sino al inminente arribo de un nuevo competidor en la mesa del poder del futbol mexicano. No olviden que esa misma empresa acaba de ganar la licitación de televisión abierta en México y que a partir de los próximos meses se convertirá en un rival directo de las dos empresas de televisión que controlan el futbol mexicano.

Ronaldinho ha sido la punta de lanza. El mensaje es que aquí estamos, tenemos un equipo ganador ++semifinalista++ y una estrella del futbol de todos los tiempos ++Ronaldihno+ que con su solo presencia es capaz de "robarse" la jornada. Y anoche, finalmente, termino "robándola", porque nadie habla de que el Querétaro fue superado ampliamente en la cancha, de que el Pachuca estuvo a nada de sentenciar la eliminatoria o de los defectos que tiene el equipo de Vucetich. Todos resaltan y subrayan que Ronaldinho hizo un berrinche justo a la mitad de un partido.

Aquellos que suponen que Ronaldinho vino a utilizar al futbol mexicano en este parte final de su carrera podrían estar totalmente equivocados. Me parece que el utilizado es Ronaldinho, sin que él quizá lo sepa o lo entienda totalmente. Me parece que Ronaldinho justifica cada uno de los muchos centavos que cobra por jugar en el futbol de México.

@Faitelson_ESPN

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LOS ÁNGELES -- 1986. Edgardo Codesal sólo reclamó un derecho: "Que me digan que me equivoco por inepto, pero no por corrupto".

1990. Final de la Copa del Mundo en Italia. Comete un error que los argentinos aún no le perdonan: inventa un penalti a favor de Alemania.

Este martes en Raza Deportiva de ESPNDeportes Radio, lo ratifica: "Me equivoqué como árbitro muchas veces", pero, puntualiza que nunca puso pretextos, y menos aún ampararse bajo el socorrido "errar es de humanos".

Sin embargo, la sentencia original de Séneca es: "Errare humanum est, sed in errare perseverare diabolicum". "Errar es humano, pero perseverar en el error es diabólico".

Y del latín exquisito iríamos a la contundente sabiduría arrabalera: "Ahí está el detalle", dixit Cantinflas: que la reincidencia en los yerros ya ha pasado del anecdótico traspiés a la maquiavélica suspicacia.

La duda prevalece bajo el razonamiento de "piensa mal y acertarás": ¿el arbitraje mexicano es sólo malo o es muy bueno, pero mal intencionado?

El buche se llena de piedritas de asombro, morbo, retorcimiento, sospecha, fascinación, sadismo e inquietud. Suman ya cinco jornadas del Clausura 2015, y a falta de equipos deslumbrantes y de jugadores sobresalientes, los reflectores acosan implacables las pifias arbitrales.

Así, la injusticia es protagonista en las canchas de México. El balón, "circunféricamente perfecto", es amenazado por las esquirlas de la impunidad o la perversidad.

En cinco jornadas del torneo, a falta de dioses y virtuosos en los estadios, se venera con la notoriedad a sus demonios. ¿Torpes o torvos?

Árbitros en funciones y ex árbitros, involucrados como analistas, aseguran que no han sabido jamás de algún cohecho en el futbol mexicano. Ni con amenazas ni con incentivos; ni con intimidaciones, ni con sobornos.

Hay sin embargo dos denuncias puntuales hechas en Octubre de 1997 al diario Público de Guadalajara. Los silbantes Ramiro Casillas y Jesús Mercado acusaban puntualmente a directivos de la FMF, a su secretario general, Dagoberto Acevedo, de haberles ofrecido dinero, a uno de ellos $300 mil pesos [alrededor de $20 mil dólares] "para que lleves a tu familia a Disneylandia".

Sólo como un detalle accidental o incidental, casual y no necesariamente causal, en esa época, el presidente de la Comisión de Arbitraje en el futbol mexicano era Javier Arriaga, suegro del entonces árbitro y hoy director técnico de la Comisión de Arbitraje, Edgardo Codesal.

Un árbitro asistente no puede estar marcando un tiro de esquina y ver el banderín en lugar de seguir viendo hacia la cancha... El banderín no se va a mover de ahí, y él debía estar atento a la cancha.

-- Edgardo Codesal
"Arriaga nunca quiso hablar conmigo de ese tema. Nunca me dio la cara", explicó entonces Mercado, quien fue relegado de partidos y gafetes FIFA tras lo que el jefe de los árbitros identificó como insubordinación.

"Jesús (Mercado) es muy buen árbitro, pero prefiero gente disciplinada conmigo aunque no sean tan buenos como él", explicaría por ese entonces Arriaga a este reportero. ¿Torpes o torvos? O, ¿torpes y torvos?

Hoy, Codesal habla de errores inadmisibles, imperdonables e inaceptables. Habla de trabajar en detalles fundamentales como la personalidad, la concentración, la preparación física, hasta detalles técnicos de ubicación y seguimiento de las jugadas.

"Un árbitro asistente no puede estar marcando un tiro de esquina y ver el banderín en lugar de seguir viendo hacia la cancha. Él debió ver la agresión (de Carlos Darwin Quintero sobre el Pikolín Palacios) y marcarla al árbitro. El banderín no se va a mover de ahí, y él debía estar atento a la cancha", explicó Codesal este lunes en Raza Deportiva de ESPNDeportes Radio.

Ostentándose alguna vez, según él, como patriarca y formador de Ramos Rizo, los Brizio Carter, Armando Archundia y García Orozco, entre otros, Codesal indica que en su regreso al arbitraje mexicano tras diez años de ausencia, no encontró el mejor barro disponible para moldear el prototipo de silbante adecuado para cada partido de la Liga MX.

La realidad es que tras su retorno a los escritorios lúgubres de la Comisión de Arbitraje, el escenario, Codesal no ha logrado que mejore el nivel de sus silbantes en las canchas del futbol mexicano, mientras los equipos en la zona de descenso son los que más sufren.

Cada error contra Chivas, Puebla, Veracruz y Leones Negros, tiene todas las implicaciones macabras de un "Beso de Judas".

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LOS ÁNGELES -- Debía ser su cabalgata gloriosa. Un desfile festivo semana a semana. Un ceremonial del hasta siempre.

Pero Ronaldinho eligió que la parada terminara en parodia. Y que su carnaval degenerara en funeral. Y ridículo, por cierto.

Un cenotafio es el monumento fúnebre que se levanta pero sin el cadáver del personaje dentro de él. El futbol mexicano es el cenotafio de Ronaldinho. El cuerpo sigue de fiesta. Y que viva muchos años porque el alma del futbolista ya descansa en paz.

En la debacle del Querétaro ante Santos (0-1), Dinho ingresó al minuto 61. Algunos, entre ellos Nacho Ambriz, lo bajan del nicho de la banca para que desempolve su magia y consume un milagro.

No ocurrió. Ronaldinho no está ya para consumar sino para consumir. Lo mejor en la cancha fue lo peor que se le puede pedir a un artista: la farsa y el plagio. Imploró dos penaltis. En uno reclamó una mano y en el otro se tropezó con la sombra de su impotencia, y sólo consiguió el bochorno pintado de amarillo.

Después de fascinar en las canchas del mundo, Ronaldinho ha elegido escribir de manera penosa su obituario en los estadios de México. Y es inmisericorde que así ocurra.

Ronaldinho es más viejo que su edad. Ronaldinho empezó el proceso de decrepitud prematuramente.

En sus bailes de gala, por los escenarios más fastuosos, quién pudo no regocijarse con sus fantasías con el balón. Un jugador completo. Un futbolista perfecto. Un fenómeno auténtico.

Porque a Ronaldinho el futbol lo ungió de las virtudes y de los atributos que igual desparramó en Maradona y Pelé.

Con poderoso físico, con los genes de una raza pródiga en prodigios de futbol, desplegando potencia física, viveza, intuición, creatividad, velocidad mental y esa habilidad única, privilegiada para levantar un museo de fantasías en un palmo de terreno, además de un poderoso disparo o simplemente la sutileza burlona y exquisita de la folha seca de Didí.

Pero Ronaldinho nunca quiso mudarse al Olimpo de los genios. Para él, entonces, la diversión fuera de la cancha siempre debe ser tan álgida, intensa y extrema como adentro de ella.

Y así como Dinho hizo ostentación de sus alucinantes escarceos con el balón, para despencar cinturas y someter asesinos del área con la sutileza de un movimiento de samba, así mismo ha vivido su cuerpo fuera de la cancha, y se jacta de ello, como lo hizo al mostrar a 13 féminas encandilantes, como consortes eventuales de su fiesta de Año Nuevo. Si Febrero a veces tiene 29 días, para él todos los años tienen 13 meses.

Pero este genio, este fantástico futbolista, hacía de ganar una opción, una consecuencia, no una meta, no una culminación. La diversión se limitaba a competir. Y se divertía divirtiendo a todos y haciendo que otros fueran extremadamente competitivos.

Ese abismo lo separa de Pelé y Maradona. Por eso se ha quedado como escolta de ellos. El futbol sí es una fiesta, pero el futbol es también un compromiso de victoria. No se puede ganar siempre, pero los predestinados siempre deben intentarlo. Maradona jugó con el tobillo pulverizado en Italia 90. Pelé jugó con los tobillos inflamados el Mundial de 1970.

Esa misión de ganar es una condecoración. A los buenos los hace mejores. A los mejores los hace inmortales. Y a los inmortales los sentará algún día a la mesa con Pelé y Maradona.

Hoy es evidente incluso. Messi pone el arsenal impresionante de todos sus atributos con un cometido intocable: ganar, aunque hubiera quedado en deuda en el Mundial de Brasil. Y Cristiano Ronaldo hace del ímpetu de ganar un objeto de culto de sí mismo. Cada fin justifica sus propios medios.

Y aquel Ronaldinho, con más recursos de prestidigitador y artista que Messi, y con más potencia física y más perfil de goleador atlético que el mismo CR7, eligió solo deleitar y divertirse. Ganar se convirtió en una consecuencia, en un corolario, en una secuela, y no en un pacto de sangre.

Por eso, por toda la magnitud de su futbol, por todo el encanto y el embeleso seductor de un futbol capacitado para hundir acorazados, a base de trucos de una favela, es lamentable verlo hoy, con Querétaro, renunciado a ser lo que fue.

Y lo más grave es ver a Ronaldinho traicionar lo que fue. Hoy el brasileño escupe sobre su estatua colosal en la memoria de todos.

Ronaldinho, el futbolista, ha muerto a manos de sí mismo. Es un suicidio que seguirá perpetrándose en otras 13 semanas. Ronaldinho se ha convertido en el lobo de Ronaldinho.

Y su divinidad como futbolista lamentablemente ha elegido a México como su cenotafio. Su cuerpo seguirá danzando en sus fiestas privadas, pero el futbolista magnífico, irrepetible, ese, ya, que descanse en paz.

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