Ecuador, dedazo de atole, para el martirio de Martino
¿Cuál es la calificación del 'Tri' en su gira por EUA?
Encaja perfectamente con el dedazo de atole, que dio la Selección Mexicana en el 0-0 ante Ecuador este domingo en Chicago. Dedazo de atole, porque apacigua las tempestades, y baja del patíbulo, provisionalmente, al ya cíclico, frecuente e impopularmente popular inquilino, Gerardo Martino.
Hubo, este domingo, muertos que ya no resucitan como Héctor Herrera. Y heridos (Tecatito Corona, Fernando Beltrán), a causa de ponerse con Sansón a las patadas, tomando en cuenta el biotipo del jugador ecuatoriano. Y desaparecidos en la cancha, como Andrés Guardado, Alexis Vega, Jesús Gallardo y Héctor Moreno, y ahí puede Usted agregar a Uriel Antuna. "Muertos, heridos y desaparecidos...".
Hay una ociosidad inevitable en las comparaciones, que es como un subterfugio de escapismo, de evasión, el 0-0 ante Ecuador es linimento y consuelo --para algunos, para muchos--, tras el 3-0 ante Uruguay. El credo ese que supura conformismo: "no se mejora, pero tampoco se empeora".
Este domingo, Gerardo Martino trató de enviar a la cancha la versión más cercana con la que espera sacarle sustos y meterle taquicardias a Polonia, y a una Argentina que fascinó ante Italia, y que después se fue de recreo ante Estonia (5-0). El gran ausente es Edson Álvarez, un figurón en el Ajax, un pendenciero cualquiera en el Tri.
Y este México, de aspiraciones épicas, pero exclusivamente en la cabecita delirante y demencial de Tata Martino, pudo haber sido arrollado por Ecuador, que es un equipo que debe fascinar a su técnico Gustavo Alfaro, porque es bohemio, alegre, frontal, brusco, hábil, desparpajado, a veces desordenado, pero que pretende hacer una fiesta en la cancha.
La diferencia salvadora, redentora, para México, vuelve a ser Guillermo Ochoa. Siempre él. El que suscita estremecimientos en el América, pero que es una certeza infranqueable en el Tri, como molusco heroico, más allá de los conocidos accidentes, como el 7-0 ante Chile.
¿Mejoró tanto México? No. Ecuador es un equipo desbocado, que ofrece zonas vulnerables, frágiles, pero México, tuvo ayer tres aproximaciones, arruinadas por Tecatito Corona, Alexis Vega, y Raúl Jiménez, quien hoy yerra las que eran de trámite, antes del asalto brutal de David Luiz.
Uruguay le hurtó todo. Cancha, balón, dignidad, espíritu, e insisto, le hizo tres, pero no le hizo seis más, sólo por un impensable gesto de compasión y condolencia anticipadas, a esta errante, taciturna y destemplada versión de México. Los charrúas sólo necesitaban alguien que les quitara el freno de mano impuesto por Washington Tabárez. Y mire usted, pudo hacerlo hasta Diego Alonso, de sonoros fracasos en Monterrey, y hasta en la MLS, con un costosísimo Ínter Miami.
Si ante Ecuador, Martino envió a aquellos jugadores que en los devaneos de sus neuronas, considera los mejores para arrancar la Copa del Mundo, este grupo regresará a tiempo a México para actividades que le son --aparentemente--, más importantes: las Posadas, cargar los peregrinos, y tomarse el etílico y hedonista puente Guadalupe-Los Reyes.
Sin duda hay una enorme responsabilidad de los jugadores. Cuando la referencia post-mortem en la Selección Mexicana es que el único órgano sano para trasplante es Guillermo Ochoa, queda claro, que el resto de los órganos vitales, no serían aceptados ni en una veterinaria.
¿Pueden rendir más? Es evidente que sí. Pero, Gerardo Martino no es el hombre para contagiarlos, arengarlos y transformarlos. Y no es totalmente su responsabilidad. Es un pasaje similar al de Sven-Goran Eriksson y Juan Carlos Osorio.
Con el sueco, creador del término #YuntaDeDueños, se hacía un trabajo táctico ordenado, detallado. Todo funcionaba en los entrenamientos. Y él se iba a dormir o simplemente a prolongar las noches con buenísimas amistades que hizo entre las féminas en su estadía en México.
Eriksson asumía, que si sus convocados eran jugadores profesionales, muy bien pagados, y que presuntamente entendían lo que era vestir la camiseta de la selección nacional, no necesitaban nada más. La ecuación estaba completa. Sólo debían salir a hacer lo que debían y ganar. ¡Caramba, es la Concacaf!
Eriksson creyó que en los genes del compromiso, la devoción y la pasión por el futbol, los mexicanos eran iguales a tantos dilectos europeos que él había dirigido. Se equivocó. No estaba ahí, para desengañarlo, el doctor en psicología Octavio Rivas (QEPD), con su diagnóstico: "'Pérate, son mexicanos, están programados al revés". O Manolo Lapuente, para advertirle que con el seleccionado "hay que hablar cada día, todo el día, todos los días, para que comprendan que juegan con la selección".
Martino no sabe o no quiere entender eso, que necesitan, según el jugador en turno, que les soben el lomo, que les endulcen el oído, que les hablen fuerte, que los amenacen, o que les mienten la madre. Porque simplemente "están programados al revés", o porque necesitan una pilmama o una madrastra, "cada día, todo el día, todos los días".
Recuérdese la revelación de Juan Carlos Osorio. Minutos antes de enfrentar a Brasil en El Samara Arena. Les preguntó si estaban listos para el juego de sus vidas, y pasar a la tierra prohibida del Quinto Partido. Sólo hubo un silencioso ominoso, penoso, estrujante. Cierto, antes el grupo había sido despedazado por revueltas internas encabezadas por Javier Hernández. Pero, ninguno respondió.
Ojo: si esa misma pregunta y esa misma respuesta ocurren dentro de los momentos y égidas de Miguel Herrera, Javier Aguirre, Manolo Lapuente, Miguel Mejía Barón, y hasta el mismo Ricardo LaVolpe, habría ocurrido un genocidio en ese vestuario. Osorio se sorprendió, se asustó, se inhibió, se cohibió... y perdió.
Ahí es donde Gerardo Martino está perdiendo la batalla. Podrá ser un dechado de ingeniería táctica, pero si no es capaz de soliviantar a sus soldaditos de plomo, los resultados no cambiarán.
Dígame Usted, por ejemplo, si hay congruencia entre las declaraciones de Héctor Herrera el sábado ("estanos a muerte con el Tata, y nos vamos a matar en la cancha por él"), y su actuación --paupérrima--, ante Ecuador.
Pero, ese 0-0, al final, es un dedazo de atole. Apacigua las turbulentas, turbias y revoltosas aguas que hacen zozobrar mediáticamente a este Tri-tanic.
LOS ÁNGELES -- ¡Gracias, Uruguay! Por desnudar las mentiras, las farsas, los embustes, por desenmascarar a los de la cancha, los de la banca, los del vestidor y los del escritorio. ¡Gracias, Uruguay!
¡Gracias, Uruguay! Por alargarle las orejas y la nariz al tipo que vendió cuentitas de vidrio en la semana, por festejar 20 minutos ante Nigeria, y jurar que en diez días ya tenía a la mejor Selección Mexicana posible, y sus corifeos le vitorearon de pie.
Sí. ¡Gracias, Uruguay! Por ridiculizar al tipo que se le exigía se pusiera serio y trabajara, a Gerardo Martino, experto en endulzar las meninges desgastadas de palurdos que juramentaban que era lo mejor que le había pasado a México.
Sí. ¡Gracias, Uruguay! Por estamparle en la cara al mismo Martino, la soberbia vomitiva de sus palabras: “parecería que no hemos hecho nada en tres años”. No Tata, no has hecho nada en tres años. ¿Te enteraste ya, que tú no clasificaste a México al Mundial, sino que todo fue obra del nivel paupérrimo de Costa Rica, Panamá, Honduras, El Salvador y Jamaica?
Sí. ¡Gracias, Uruguay! Por exhibir al protagonista de los estruendosos fracasos con Argentina y Barcelona, con Messi incluido en ambos equipos, y ratificar que su nivel está en la puerilidad de retos pequeñitos, y no para ser el artesano del colosal milagro de sacar de su fangosa y sempiterna mediocridad al futbol mexicano.
Sí. ¡Gracias, Uruguay! Por ratificar la mezquindad con que se maneja al Tri, desde la trinchera veleidosa y propia de su ciclotimia, con la que Martino y su clan de paisanos ejercen vetos, amenazas, discriminaciones y segregaciones sobre jugadores que no son de su agrado. El futbol le dio una segunda oportunidad al Tata, tras sus descomunales naufragios en Cataluña y Argentina, pero él y su Maquiavelo de pacotilla, Jorge Theiler, se los niegan a otros.
Sí. ¡Gracias, Uruguay! Por confirmar el analfabetismo táctico de Tata Martino. No se trata de elegir entre el 4-3-3 y el 3-4-3 o el 5-3-2, se trata de saber entenderlos, explicarlos, manejarlos, elegir a los jugadores correctos y al rival correcto. La estrategia es un Cubo de Rubik, un trabalenguas para la descarriada mollera del argentino.
Sí. ¡Gracias, Uruguay! Por dejar en claro en la cancha y en el marcador, cómo Yon de Luisa, presidente de la FMF, tiene una discapacidad hormonal y neuronal, cojeando de autoridad, conocimiento, valor, liderazgo y cacumen, para tomar decisiones. Gerardo Martino debió irse tras las cuatro humillaciones ante Estados Unidos, y ante Canadá.
Sí. ¡Gracias, Uruguay! Por hacer ver a los ciegos que Néstor Araujo es el enemigo infiltrado, dentro de su bobalicona restricción para jugar y pensar (¡Ah, pero juega en el Celta de Vigo!), y ratificar que el Raúl Jiménez que se robó David Luiz, en aquella colisión de cabezas, es irrecuperable. Y claro, Martino elige futbolistas con las vísceras, las suyas y las íntimas del tal Theiler.
Sí. ¡Gracias, Uruguay! Porque has sacado del sopor hedonista al dueño del negocio, Emilio Azcárraga Jean, que entiende poquitito de futbol, pero mucho de centavos. No le importa el 3-0. Tal vez ni vio el juego. Pero cuando los contadores le despierten en medio de la histeria, lanzará un ultimátum a Yon de Luisa. Ya se dijo, si no hay Quinto Partido en Qatar 2022, su sustituto aguarda, tomándose selfis con los dos trofeos del Atlas.
Sí. ¡Gracias, Uruguay! Por el dramón que se viene encima. A comprar botana para que trague el morbo. Cuando se ordene un cambio emergente, urgente, se vendrá una pelea clandestina, oculta. Yon de Luisa encadenado a Miguel Herrera para que tome el mando del Tri, y Alejandro Irarragorri puliendo el currículo de Diego Cocca y su Bicampeonato.
Sí. ¡Gracias, Uruguay! Gracias por la humillación absoluta (“Estuvimos parejos medio tiempo”, suelta el cómico de kermés, Martino). Porque tal vez, y sólo tal vez, la #YuntaDeDueños (dixit Sven-Göran Eriksson), se atreva a levantar la voz. Sí, tal vez los dueños de equipos, castrados durante años, eunucos del poder, se atrevan a salir de su madriguera, pestilente al almizcle del pánico, a reclamar por un producto que les pertenece. Sí, por definición constitucional de la FMF, la Selección Mexicana pertenece a los clubes, no a quien es capaz de extorsionarlos, de intimidarlos, de azorrillarlos, por ejemplo, con el #TuzoGate.
Sí. ¡Gracias, Uruguay! Porque quedó claro que si en la banca, en el vestuario, en la pizarra, se trasmite el tufo a orines, el jugador mexicano, lejos de rebelarse y revelarse, de salir de la pusilanimidad, se contagia y entonces acumula dos miedos, el suyo y el de su entrenador. Que nunca caduque Octavio Paz: “El mexicano le teme más a la victoria que a la derrota”.
Sí. ¡Gracias, Uruguay! Porque los incondicionales y asalariados mediáticos por el Tri han sido recusados y obligados a hacerse cómplices. Porque detrás del temor a la verdad, siempre podrán cobijarse en el útero de la mentira. El autoengaño es privilegio de los lacayos. “Perdimos 7-0 con Chile, pero luego le ganamos a Alemania”. Sí, la peor Alemania de la historia. Los espejismos maquillan, pero no ocultan la verdad.
Sí. ¡Gracias, Uruguay! Especialmente por la advertencia, porque si los charrúas, con un equipo honesto y guerrero, pero armado al vapor, le hizo tres a la más enclenque y bulímica expresión futbolística de México, en el Mundial de Qatar, la Argentina que vimos ante Italia, le hará diez el próximo 26 de noviembre en el Estadio Lusail.
¿Qué viene ahora? Ya no hay tiempo para un ultimátum. Es tiempo de decisiones. Tiempos borrascosos, pues, en el que los muertos de miedo, los dueños de equipos, se subleven, aunque sus eventuales hechos delincuenciales, salgan a la luz. Tiempos en los que Yon de Luisa deje de esconderse tras las faldas trémulas de Gerardo Torrado y confrontar que el Waterloo de Martino es también su propio Waterloo y, claro, el enésimo Waterloo de la Selección Mexicana.
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LOS ÁNGELES -- Es tiempo de ensayos, pero ya no de experimentos. Es tiempo de organizar, pero ya no de improvisar. Es tiempo de soluciones, pero ya no de justificaciones. El Tri ante su Himalaya mundialista.
Para Gerardo Martino llegó el momento de ponerse serio y de tomarse en serio la ruta, final y crítica, de la Selección Mexicana hacia la Copa del Mundo Qatar 2022.
En el peor de los casos, a México aún le restan ocho partidos antes de confrontar a Polonia en su debut mundialista. Entre oficiales y amistosos, enfrenta este jueves a Uruguay, y después desfilarían Ecuador, Surinam, Jamaica, Paraguay, Perú, y posiblemente Suiza y Braail, más otro par que piensan amarrar ya en tierras qataríes.
Gerardo Martino ya eligió al batallón. Una lista provisional de 38, con espacios abiertos, por ejemplo, para los lesionados Carlos Rodríguez y Rogelio Funes Mori. Una lista cuestionada, por aberraciones evidentes como Rodolfo Pizarro, Jesús Gallardo, Sebastián Córdova y Luis Romo, todos con un lamentable nivel de juego, no sólo en este 2022, sino desde el segundo semestre de 2021.
Ha marginado a jugadores del Atlas Bicampeón, como el capitán Aldo Rocha y el Hueso Reyes, y a regañadientes debió convocar a los juveniles de Pachuca. Claro, en el caso de Javier Hernández, los mensajes han sido claros: le insinúa que sí, pero decide que no. Atole con el dedo a Chicharito y sus #ChichaFans.
Este miércoles se le preguntó sobre las ausencias de Rocha y Reyes. Y Gerardo Martino se puso poco serio, muy poco serio. Vestido con el atuendo de Ronald de McDonald’s, su bufonada habría despertado, tal vez, una sonrisa forzada y algunos memes.
“Llama la atención que un equipo que ganó los dos últimos torneos no tenga futbolistas en selección, también el Atlas tiene muchos jugadores extranjeros, sobre todo la columna vertebral es de extranjeros”, respondió el Tata.
De verdad, ¡ponte serio, Tata! Nadie le arguyó a semejante respuesta. Resulta que los “europeos” no juegan –obviamente–, en equipos con una columna vertebral de mexicanos. Ni los de América. Ni los mimados suyos y de su representante, que juegan en Rayados. Ninguno, excepto los de Chivas y Pachuca.
Y hay más para exigir eso de “Tata, ¡ponte serio!”. A su explicación, hecha guasa, hecha pitorreo, de por qué no llama jugadores de Atlas, agregó: “No puede haber una convocatoria masiva de jugadores que no estuvieron, porque parecería que no hicimos nada en tres años”.
Entérate, Tata, ¡no has hecho nada en tres años! Un poco de retrospectiva, Tata, un poquito de autocrítica. Voltea, sin soberbia, hacia el espejo retrovisor. Hay más tumbas que monumentos.
La versión de la Selección Mexicana en 2021 y el arranque de 2022 fue un auténtico mamotreto, que clasificó al Mundial por las bondades y bendiciones de la zona. En Concacaf hay que ser muy malo para no ir al Mundial. El cachivache Tricolor que ha presentado en la cancha durante casi dos años aburre, decepciona, aterra, y cuando enfrentó a los dos equipos más serios del área, Estados Unidos y Canadá, lo humillaron.
Por eso, soslayando el juego de desperdicio, la pachanga ante Nigeria versión “B”, a partir de esta noche de jueves, ante Uruguay, debe empezar un proceso ascendente de la Selección Mexicana. Insisto: ensayos sí, experimentos, no. No hay tiempo.
Si el Tata decidió morirse con la suya y con los suyos, Uruguay debe ser la primera demostración de que sabe lo que está haciendo, y de que en verdad a ese plantel tan cuestionado le puede sacar provecho para la Copa del Mundo, entendiéndose, por supuesto, que la fascinante utopía del Quinto Partido se mantendrá aún como la tierra prohibida para el Tri una vez más.
Decepciona, sin embargo, que Martino se atreva a decir que ante Nigeria, el equipo alcanzó durante 20 minutos el nivel que alguna vez a él le pareció convincente durante 2019 y algunos juegos de 2020. Entiéndase, era una Nigeria abúlica, arrejuntada de última hora, víctima del jet lag, y con una anoréxica representación de sus mejores épocas.
Por eso, ante tan poca seriedad, en ese aire de triunfalismo, es que se le pide ya, a Gerardo Martino, que se ponga serio. Ya no hay tiempo para excusas, engaños, bufonadas ni viejos pretextos.
El Tata debe recordar el predicamento en que llega a esta ruta, insisto, crítica y final, antes de la Copa del Mundo. 2021 fue desastroso, y en la afición mexicana quedan las estampas vívidas de los cuatro ridículos ante Estados Unidos, y claro, ante Canadá. Clasificó segundo, cierto, pero como resultado de la fragilidad moral, anímica y futbolístico del resto de los integrantes del Octagonal de Concacaf.
No más excusas como “perdimos intensidad”, o “nos faltó intensidad”, o “fuimos superiores, pero nos faltó el gol”, y otra serie de pretextos que apestan a excusas y escapismos, y hiede a toda la herejía de una mentira, que se agrava en momentos de caos, un caos, que él nunca quiso reconocer.
Tiene a sus mimados, claro, los mismos que lo dejaron colgado de la brocha en la mismísima eliminatoria mundialista: Guillermo Ochoa, Néstor Araujo, Héctor Moreno, Andrés Guardado, Héctor Herrera, Edson Álvarez, Alexis Vega y Raúl Jiménez, por mencionar a los más evidentes.
La consigna inmediata es no perder. Ninguno de los juegos. Gerardo Martino entiende perfectamente que eventuales derrotas ante Uruguay este jueves, y ante Ecuador el domingo, lo pondrían de nuevo en la picota, sólo que esta vez ya no aparecería Miguel Herrera como el candidato a sucederlo. Ha sido borrado de la lista definitivamente.
Por eso, según las versiones en la concentración del Tri, es que el mismo Tata apretará tuercas con su plantel base para estos encuentros ante charrúas y ecuatorianos. Son juegos de preparación o amistosos, pero al interior del Tri, Martino ha puesto tales términos en desuso.
Según versiones de Gibrán Araige, de TUDN, México saltará esta noche con línea de cinco, entendiendo que, finalmente, Martino se dio cuenta de la obsolescencia de “su” particular interpretación del 4-3-3. Ojo, así lo intentó ante Canadá, y aquello fue una desgracia.
Y claro, las aseveraciones desde Phoenix incluyen que el técnico argentino exigirá las mejores versiones de sus jugadores. De hecho, cero tolerancias, especialmente a quienes deben asumir el liderazgo futbolístico y emocional. Si algo ha inquietado al entrenador son esas lagunas en las que México pierde compromiso y cae en el desdén.
Si bien para los partidos ante Surinam y Jamaica, en la Liga de las Naciones, pondrá a prueba a los jugadores jóvenes y con menos recorrido; también espera que la presencia de estos sirva de presión sobre esos supuestos consolidados, que, insisto, quedaron en deuda durante el Octagonal, y fueron cuestionados severamente por la afición.
Por eso, sí, para el Tata Martino ha llegado el momento de ponerse serio, y pensar en funcionamiento y resultados a partir de este jueves por la noche. Y no más intentos fallidos de sentirse cómico frustrado, comediante de carpa, o guasón de feria, como al explicar las ausencias de Rocha y del Hueso, y peor aún, al esgrimir eso de “parecería que no hicimos nada en tres años”, sin darse cuenta que no ha hecho nada, absolutamente nada, en tres años.
Insisto, Martino no clasificó a México al Mundial, lo clasificó, casi en automático, el paupérrimo nivel de la zona y de sus contendientes en el Octagonal.
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Al final del día, la nueva política de la Selección Mexicana de futbol, nos guste o no, está en marcha y esa práctica podría ser el inicio de algo muy interesante y complejo para el futbol mexicano. Las rotaciones deben tener su ventajas, es más, las tienen: Osorio ha logrado que México tenga un mayor poderío físico, una gran competencia interna por los puestos y hasta ha despistado a los rivales con los constantes cambios de nombres en las alineaciones. Osorio ha tomado un riesgo que si termina funcionándole en esta Copa América podría ser “la llave” rumbo al proceso para Rusia 2018.
LOS ANGELES, CA -- Siempre he creído en la frase y reflexión de mi padre: en lo malo, hay que tener siempre espacio para sacar lo bueno. El problema aquí es que ni yo ni muchos otros que en su momentos fuimos escépticos y repulsivos hacia esa costumbre, estemos tan seguros de que es una mala práctica.
Nos puede gustar o no, lo podemos entender o no, podemos creer en ello o no, pero la Selección Mexicana ha entrado, formalmente, a través de un torneo oficial, a la época de “las rotaciones”.
Tratemos de encontrar lo bueno de “las rotaciones”. Y yo veo, sí algunas ventajas. La primera que se me ocurre tiene que ver con factor físico esencial para triunfar no sólo en el futbol sino en el deporte competitivo de nuestros días. La rotación le ha permitido a Osorio y a México tener jugadores frescos, rápidos en momentos decisivos y casi siempre por encima del rival en los minutos apremiantes del juego. Lo vi mejor a México físicamente ante Uruguay, ante Jamaica y ante Venezuela. Lo vi por encima del rival en ese aspecto corriendo por los bandas y no acusando el cansancio en las piernas que la mayor parte de los futbolistas de esta Copa han mostrado.
Segunda ventaja: el clima de competencia interna que Osorio ha creado en esta selección. Empezando por la portería y siguiendo el aparato defensivo y puntos claves en el ataque. Manteniendo un mismo sistema, un mismo esquema, Osorio ha cambiado los nombres, los perfiles, las pulsaciones, los caracteres y ha provocado que nadie en esta selección se sienta en la banca a mirar su realidad y decir: :”yo soy un suplente y no tengo nada que hacer”. El señor Osorio, inteligentemente, ha provocado que la primera competencia sea en el entrenamiento de Phoenix, de Houston o de San Francisco. Y que a partir de ahí, el jugador crezca en confianza, en amor propio, en autoestima.
La tercera ventaja tiene que ver con el rival, un rival que puede en un momento terminar desorientado por los cambios que hace México de un partido a otro. Aunque es verdad que intenta jugar de la misma forma, cada futbolista tiene una personalidad diferente, una manera de reaccionar, de correr, de controlar el balón y de patearlo.
Damas y caballeros, bienvenidos al nuevo mundo de la Selección Mexicana, “un mundo de rotaciones”, donde el entrenador cree que tiene 23 jugadores ++más o menos del mismo nivel++ que pueden jugar y competir por los puestos. Es una apuesta complicada que tendría que tener una mayor aceptación en clubes, donde el futbolista esta de tiempo completo con el entrenador y con sus compañeros. En una selección, los problemas podrían llegar a partir de esa falta de tiempo para adaptarse y conocerse, pero si Osorio logra pasar con éxito esta primera gran prueba, la de la Copa América, sentará la bases de un grupo solido que será el mismo ++más o menos++ que compita de aquí y hasta el Mundial de Rusia 2018 y que podría encontrar resultados favorables.
@Faitelson_ESPN
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En apariencia, nos presenta una selección donde lo que hace falta con urgencia es estabilidad y coherencia. A algunos ++me incluyo++ nos desespera el hecho de las continuas rotaciones en la alineación, pero en el fondo, puede que el estratega colombiano haya descubierto lo que buscaba: un equipo que combine carácter y personalidad y que en ciertos momentos del juego muestre talento e imaginación. ¿Titulares? Los hay. Están claros: esta selección depende de nombres como el de Guardado, Layún, Herrera y “Chicharito”, pero no puede abstraerse de la genialidad que sólo le pueden dar personajes como “El Tecatito”, Lozano y Aquino.
LOS ANGELES, CA -- Juan Carlos Osorio ha entrado en términos psicológicos: “Resiliencia”. Nosotros seguimos en temas futbolísticos, donde está claro que a este México le falta estabilidad y coherencia.
La Selección Mexicana está cruzando casi por tercera vez el territorio de los Estados Unidos para aterrizar este martes en Santa Clara, a las afueras de San Francisco; Se ha marchado a los cuartos de final de la Copa América con una gran pregunta: ¿Se acabaron ya los experimentos del señor Osorio?
Pero un equipo de futbol no puede sólo sobrevivir de temperamento. Necesita, de pronto, alguien que salga de lo cotidiano, que “rompa” esquemas, paradigmas, que se atreva a crear, a inventar, a soñar. Y en se rubro, aparecen tres jugadores con esas condiciones: uno es Javier Aquino, el otro se llama Hirving Lozano y el tercero lo tenemos muy claro en Jesús “El Tecatito” Corona. Ellos son los futbolistas que pueden darle esa cuota necesaria de talento en el campo de juego.
El problema principal, de acuerdo con los aficionados y algunos observadores, se refiere a la falta de continuidad en las alineaciones. Osorio se defiende afirmando que él cree en el proceso de las rotaciones y que esas rotaciones van a continuar. Ha utilizado a tres porteros diferentes en tres partidos ++los tres, la verdad de un mismo nivel++. Ha rotado piezas alrededor del aparato defensivo ++lo cual tiene de cabeza a algunos especialistas de cancha++ y también ha sumado y ha variado m ++en los tres juegos y en toda su gestión++ algunos nombres en la delantera, pero, realmente, la base, la estructura, creo que ya la encontró. Y emerge a partir de tres, cuatro futbolistas que le dan una solidez mental al equipo y funciona con otros tres que tienen las condiciones para aportarle algo más que sensatez y musculo al juego.
No hay crisis en México, hay ciertas dudas de un sector ++donde me incluyo++ que parecemos desesperados por una once regular y por nombres propios en los que podamos confiar, pero detrás de ello, me parece que Osorio ha descubierto lo que buscaba: un equipo de carácter y de personalidad, con una cuota de ingenio y creatividad.
@Faitelson_ESPN
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Sin Brasil y sin Uruguay. Nadie hubiese jamás imaginado este escenario para cuando esta semana dé inicio la fase de eliminación directa del evento. Aunque es verdad que el aporte brasileño y uruguayo no había mostrado un significado especial en el desarrollo futbolístico de la Copa, esas dos selecciones solían alimentar con historia y prestigio al evento. ¿Qué pasará ahora? ¿La Copa tendrá una credibilidad deportiva? ¿Está en manos de Argentina? ¿Puede o debe México aprovechar? ¿Es el turno otra vez de Chile o quizá de Colombia?
LOS ANGELES, CA -- La Copa América del Centenario amaneció esta semana sin su corazón y sin su alma: Brasil quedó fuera en medio de una gran polémica por un aparente gol con la mano en el triunfo de Perú y Uruguay, la nación que históricamente ha ganado más versiones del torneo sudamericano, mostró un pobre nivel de juego que le llevó a perder ante México y Venezuela. Ambos están hoy de vacaciones.
En medio de la que supone ser ya una prolongada y agobiante crisis brasileña y ante, también, el alejamiento uruguayo de un nivel protagónico, las dudas, casi existenciales, sobre el verdadero nivel de la Copa América prevalecen: ¿Tiene una medida deportiva coherente con lo que significa para la historia del juego? ¿Lo han tomado los sudamericanos con toda la seriedad? ¿Le daremos la certeza que merece el evento? ¿El torneo se parece cada vez más a la Concacaf que a la Conmebol?
La parte económica podría estar cubierta. No sólo por las entradas a los estadios, también por la boyante economía que genera a su alrededor. El 'matrimonio' futbol y televisión siguen marcando la diferencia historia, incluso hoy, cuando las condiciones de las comunicaciones han cambiado y cuando la apertura parece ser mayor e infinita. Cuando se hagan las cuentas al final estoy casi seguro de que a todos, incluyendo a los sudamericanos más conservadores y escépticos, los resultados de esas cuentas les harán gracia y le darán satisfacción.
Pero, por fortuna, no todo podría ser dinero en la vida y en el futbol...
La cancha ¿Desde dónde sostenerse cuando referentes históricos como Brasil y Uruguay han 'renunciado' a los primeros 'golpes' de la competencia y cuando al bloque de la Concacaf no le alcanza por si sólo para mantener el torneo a flote en la parte deportiva. La Copa América está, para mí, en la inspiración ilimitada y en los maravillosos pies de Lionel Messi. Lo que diga, haga y termine ejecutando el mejor futbolista del mundo acabará estableciendo los parámetros del evento, su aprobación, sus condiciones a futuro y su lugar en la historia. Messi puede darle a la Copa la credibilidad que tanto busca en la parte deportiva.
Nos acercamos ya a la ronda de la eliminación directa. Argentina es el equipo a seguir y a vencer, por Messi, por su plantel y por su historia. Detrás de ellos, se han colocado tres aspirantes serios: Colombia, Chile y México. El primero es un futbol lleno de talento. El segundo es el campeón defensor de la Copa América. Y el tercero, México, está jugando como 'en casa' y ha logrado cierta coherencia a partir del campo de juego. Luego, no podemos descartar tampoco a Estados Unidos que ha crecido y que es, teóricamente, el local y a otros como Perú, Ecuador o la misma Venezuela.
Por lo pronto, la intempestiva salida de brasileños y uruguayos ha dejado 'cojo' al torneo. Solo Messi lo puede llevar a la meta.
@Faitelson_ESPN
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México desaceleró en su paso por la Copa América del Centenario. Le ganó 2-0 a Jamaica, pero no tuvo, en la cancha, el funcionamiento deseado. No tuvo, tampoco, parte de la congruencia futbolística que había mostrado en su presentación dentro del torneo ante Uruguay. Hoy, esta en la siguiente ronda. Está a salvo, esperando un juego ante Venezuela para tomar el primer lugar de grupo y evitar a Argentina en octavos de final. Hoy, con esto le alcanza. Mañana... ¿quién sabe?
LOS ANGELES, CA -- Con lo de anoche, está claro, alcanza para Jamaica. Con lo de anoche, falta, faltaría para Argentina, para Colombia, para Brasil o para Chile. He ahí el dilema. La Selección Mexicana ha caído en un paraje donde imperan y confunden algunas contradicciones.
El funcionamiento y en medio de ello, un entrenador al que históricamente le gusta variar alineaciones, probar futbolistas en diferentes posiciones y zonas del campo. Un entrenador que creen en fórmulas más que en nombres. Y eso, hasta cierto punto, podría funcionarle como lo ha hecho en algunos clubes donde ha trabajado con éxito ++Atlético Nacional de Medellín en Colombia o el Sao Paulo brasileño++ pero en una selección donde tiene poco tiempo para trabajar y conocer a sus futbolistas, las cosas podrían ser distintas.
Osorio salió el jueves por la niche al Rose Bowl con un portero diferente, una zaga ordenada de otra manera y dos puntas como “Chicharito” y Raúl Jiménez, cuando los aficionados y los expertos parecían, de algunas manera, encantados por el resultado inicial de esta Copa América, el rotundo 3 x 1 sobre la selección de Uruguay. La regla o la máxima indica” “No cambies jamás a una alineación ganadora”. Y hay quienes creen, también, que lo primero que necesita México, más allá de esa “rotación de jugadores”, es un estilo, dominar un estilo, tener un estilo y a partir de ahí generar los cambios que tenga que generar.
La realidad es que los números ayudan. No hay una crisis de resultados y por tanto, una aparente crisis de funcionamiento se pierde en la exuberancia de las estadísticas, incluso históricas, que arroja esta selección.
Por ahora, la selección esta “a salvo”. Mañana, cuando vengan pruebas más difíciles, equipos de una mayor complejidad y talento, los problemas podrían llegar. Porque finalmente, ni Osorio ni esta bendecida generación de futbolistas están ahí para establecer un record de triunfos, la marca individual de más goles en la historia de la selección o parta vencer a Jamaica en un partido de la ronda de grupos de la Copa América. Están ahí, se los recuerdo por si alguien lo olvido, para dar el paso, el salto de calidad que tanto añora el aficionado mexicano al futbol.
@Faitelson_ESPN
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Todos los ingredientes parecen juntarse para impulsar la idea de que México puede ganar la Copa América. Y sí, hay, algunos motivos de peso, en la cancha y fuera de ella para sospecharlo y para suponerlo. Pero el camino promete ser largo y sinuoso para la selección. Apenas esta por jugar su segundo partido en la ronda de grupos mientras algunas otras selecciones, llamadas a ser contendientes, empezaron a mostrar parte de sus grandes condiciones de juego. ¿Será la hora de México? ¿Es esta su gran oportunidad? ¿No puede ni debe fallar?
LOS ANGELES, CA -- Tal pareciera que prevalece una sentencia: “ahora o nunca”. Y que la oportunidad es inmejorable, primero por la solidez futbolística de la que por momentos presume este selección y segundo por el clima favorable que encuentra a su alrededor.
Las sensaciones son buenas. Los augurios dicen que ha llegado el momento. Las palpitaciones han vuelto a acelerarse, pero hay un temible enemigo que ha estado ahí siempre y que no sabemos si se ha ido o si permanece expectante. El peor enemigo del futbol mexicano es otro futbol mexicano que no le permite desprenderse de una vez y para siempre de sus propios fantasmas. Es México Versus México, porque el futuro, invita a soñar y el pasado, a traicionar.
Una victoria contundente justo el día de su presentación, ante una selección de aromas históricos y de futbolistas llenos de competitividad y de personalidad terminó por afianzar la idea: México puede y debe intentar ganar la Copa América del Centenario.
No es la primera vez ++y seguramente no será la última++ donde el futbol mexicano supone tener en sus manos a un equipo que puede llevarle a un nivel máximo de desarrollo y de triunfo.
Hay algunas pistas que alientan esa hipótesis: la primera debe ser, sin duda, los tamaños técnicos y físicos de los cuales presume esta generación futbolística. La segunda, una mentalidad, una personalidad afianzada en el paso de esos jugadores por ligas europeas de una alta competitividad. Y la tercera, un entrenador trabajador, serio y que sabe qué tiene y hacia dónde se dirige. Ya otras veces, insisto, hemos tenido esas sensaciones en el futbol mexicano que al final se quedan a la deriva por “una traición”, sí, una traición que el propio futbol mexicano termina ejerciendo sobre sus sueños de crecimiento y de gloria.
Lo primero que hay que entender es el valor de este grupo de futbolistas. La selección mexicana ha decidido, por su propio bien, trasplantar sus necesidades. Dejar de lado fórmulas que en apariencia le guiaban a un nivel de condiciones técnicas que sólo algunos poseían y que hoy han sido substituidas por jugadores pensantes, fuertes en lo mental y que son capaces también de desplegar un futbol pragmático combinando velocidad, profundidad y cierta creatividad e ingenio. Nadie extraña a Carlos Vela o a Giovani Dos Santos cuando se pronto se encuentra ante el trazo perfecto de Andrés Guardado, el control de Miguel Layún y el centro que remata Javier “El Chicharito” Hernández. Opero tiene, también, esta selección, otras maneras de hacer daño en el rival, porque de pronto Héctor Herrera lanza el balón largo y la velocidad del “Tecatito” Corona, el amague de Javier Aquino y la profundidad del ”Chucky” Lozano provoca que la cancha se vea inmensa para los rivales.
Y luego y siempre está la fortaleza mental, eternamente discutida en el futbolistas mexicano. Rafael Márquez es un referente histórico de cómo debía ser invariablemente el jugador mexicano de futbol. Siempre he pensado que con unos cuantos Márquez más, la historia futbolística de México ya hubiese sido diferente. Y a partir de él, gente que juega con la cabeza y no con los pies: Moreno, Guardado, Herrera, “Chicharito”, Jiménez, Layún, futbolistas hechos en México pero “amamantados” en otras condiciones futbolísticas que hoy le da fortalezas y armas para no caerse en la adversidad. El domingo, en Phoenix, cuando Uruguay le había alcanzado en el marcador y cuando el capitán Guardado había sido expulsado, esos futbolistas no se cayeron. Siguieron corriendo y luchando hasta encontrar el triunfo.
La tercera pista habla de un entrenador. Era difícil encontrar alguien con la capacidad futbolística y hasta personal que tenía Miguel Herrera y México lo encontró. Juan Carlos Osorio sabe lo que hace. Sabe encontrar variantes, soluciones y ha encontrado las maneras, además, de comunicárselo a sus futbolistas que le creen y que lo hacen. Contra las críticas, cambia alineaciones, modifica futbolistas de posición, de perfil y logra sostener a un equipo competitivo. Osorio es y todavía puede ser más al personaje que por tanto tiempo espero el futbol mexicano.
Todas condiciones nos invitan, otra vez, a soñar. ¿Es este el equipo que puede transformar la historia? ¿Es esta la generación que tanto habíamos esperado? ¿Son los futbolistas de otra mentalidad, de otro nivel? ¿Es el entrenador con el que siempre nos habíamos ilusionado? Las pistas dicen que sí, la sensaciones también, pero nada se ha ganado aún y el camino es largo y sinuoso.
@Faitelson_ESPN
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