La dominante marca de México en las eliminatorias de Concacaf
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LOS ÁNGELES -- Tienen razón: al Mundial, en este caso Catar 2022, ya no se clasifica “caminando”. Ni siquiera en el páramo futbolístico que es la Concacaf.
Tienen razón Guillermo Ochoa y Yon de Luisa. Ya no se consigue el salvoconducto a un Mundial caminando, pero tampoco se debe conseguir de rodillas, recurriendo a la mendicidad futbolística.
“Caminando”. El término lo acuñó Ricardo La Volpe, en su gestión al frente de Mexico rumbo a Alemania 2006. ¿Que en el Mundial fue un desastre en fase de grupos? Indudablemente y es tema aparte. En el proceso clasificatorio, ciertamente, cumplió.
Los números de La Volpe fueron abrumadores: 85 por ciento de efectividad; 67 goles en 18 partidos; sólo un empate y dos derrotas, una de ellas ante Estados Unidos en Columbus, y la otra en Puerto España, ante Trinidad y Tobago, una derrota, por cierto negociada, amañada.
El mismo técnico argentino reconoció que recibió la sugerencia de perder ese juego, aunque damnificara a Guatemala. “Para no tener problemas, dijimos, contra el equipo del que maneja la Concacaf (Jack Warner), mejor no tengamos problemas”, explicaría textualmente La Volpe años después.
Esa derrota envió a México como segundo de la eliminatoria de Concacaf. ¿Era necesario perder ante T&T? Sí. La Concacaf, a través de Chuck Blazer y Jack Warner, evitó la inhabilitación de México por dos años, tras los dopajes de Salvador Carmona y Aarón Galindo en Copa Confederaciones, y la posterior reincidencia de ambos.
“Les dijimos (a Justino Compeán y Alberto de la Torre): ‘Ustedes no hablen, ustedes calladitos, nos encargamos nosotros’, y salvamos a México ante el comité de FIFA en Zurich”, relató Chuck Blazer, entonces vicepresidente de Concacaf, a este reportero. Y, claro, favor con favor se paga. T&T acudiría a Alemania 2006, dejando a un lado a Guatemala.
“Caminando”, prometió La Volpe. En septiembre de 2016, al ser presentado con el América, el arrogante y polémico técnico argentino endosó el mérito de ese logro a Caty Camacho, arquitecta, especialista en Feng-Shui, mentalista y feligrés de la Metafísica, aunque los jugadores, simplemente, la llamaban “bruja”.
“Gracias a ella, a su aportación que hubo al grupo, pasamos caminando (el Hexagonal), porque también hay que ponerla a ella, porque yo veo a otros psicólogos y no llegan ni a la mitad de las metas”, dijo La Volpe.
No todos los jugadores estaban de acuerdo. Paco Palencia narraba a este reportero cómo los llevaron de madrugada, por instrucciones de Caty, a cargarse de energía cósmica a Teotihuacán, además de otros rituales que hicieron, refunfuñando y a regañadientes. O Claudio Suárez explicando que debían llevar una cadenita de sanación en un tobillo.
Jesús Arellano fue implacablemente burlesco en su cuenta de Twitter hacia esas prácticas. “Un día en la concentración nos hizo escribir nuestros miedos y después enterrarlos en un ataúd, hicimos todo un velorio, caminamos con el ataúd por todo el campo y lo enterramos. Hasta Cavaron el pozo. Jaja. Iban 2 con una campana y echando humo jaja”.
“Un día con una chamana o algo así, nos llevaron a las pirámides de México dizque a recargar energías Jaja y estábamos como 'weyes' soplando hacia el sur, hacia el norte con los ojos cerrados”, reveló el Cabrito años después.
Pero, tras el proceso de La Volpe, México tuvo dos eliminatorias funestas. Para Sudáfrica 2010 debió llegar Javier Aguirre a resucitar al muerto, y para Brasil 2014, Miguel Herrera entró de bombero al repechaje ante New Zealand.
“Caminando”, y tienen razón Ochoa y De Luisa. Para un futbol mexicano, que exuda corrupción, e invadido de extranjeros de medio pelo, con pocos clubes dedicados a formar jugadores de raza, eso de pasar “caminando” se ha vuelto una amenaza que aterroriza a los mismos jugadores, y eso explica la reacción del portero del América.
“Caminando”, no; pero de rodillas, tampoco. Y la exhibición de México ante Jamaica sólo engendró dudas. El Tri tenía ausencias, algunas misteriosas, oscuras, sospechosas, como la del Chucky Lozano, y hasta la del demorado Tecatito Corona.
“Caminando”, no; pero de rodillas, tampoco. Y ante Jamaica quedó en evidencia que las tres giras por Europa sirvieron de poco o nada. Gerardo Martino es el primer entrenador de una selección nacional que tiene semejante privilegio: tres periplos de preparación, y en plena pandemia, para armar un equipo competitivo. Y Jamaica, sin 12 de sus jugadores de mejor nivel, lo desnudó.
“Caminando”, no; pero de rodillas, tampoco. Parte de la afición mexicana se aferra al consuelo momentáneo de ver al Tri como cabeza del Octagonal Final de la Concacaf, que, recordemos, dejó de ser Hexagonal, como parte de un subterfugio, de una trampa de la misma Concacaf, para resucitar a Canadá, debido, por supuesto, a que el presidente (que preside pero no manda) del organismo es un canadiense (Víctor Montagliani), y que este país será una de las tres sedes del Mundial 2026, junto con Estados Unidos y México.
“Caminando”, no; pero de rodillas, tampoco. Porque México no ha mostrado compostura futbolística en 2021. Incluso, pierde la Final de la Liga de las Naciones y la Final de la Copa Oro ante Estados Unidos, en el primer caso ante el equipo “A”, y en el segundo ante el equipo “B” de EEUU.
“Caminando”, no; pero de rodillas, tampoco. Y más allá de la cadena de vetos impuestos por Yon de Luisa y Tata Martino (Arteaga, José Juan Macias, Chicharito, Carlos Vela, Carlos Salcedo, ¿Chucky Lozano?, y otros más), para los partidos ante Costa Rica y Panamá, el técnico no viaja a esa gira y deja a cargo a Jorge Theiler, quien ha tenido desavenencias con varios seleccionados, la más evidente, al hacerse pública, con Carlos Salcedo, a quien le pega tremenda gritoniza y humillación. El auxiliar de Martino ha sido tachado como prepotente y déspota al interior del Tri.
Por eso, Guillermo Ochoa y Yon de Luisa deben entenderlo claramente: “Caminando”, no; pero de rodillas, tampoco.
Recordemos que la Federación Mexicana de Futbol recibirá un bono especial de la casi treintena de patrocinadores que tiene repartidos entre México y Estados Unidos, si, y sólo si, logra meterse como una de las ocho cabezas de grupo para el Mundial de Catar. Y como se garabatea el escenario, Estados Unidos podría comerle el mandado.
LOS ÁNGELES -- La pertinaz lluvia y el sombrío silencio y abandono del Estadio Azteca, fueron un marco casi siniestro para que México debutara en un desilusionante, preocupante, alarmante, inquietante y poco seductor triunfo por 2-1 ante Jamaica.
Ojo: la victoria puede ser peligrosa. Puede ser una cortina traicionera de humo, que sirva para que se oculte la paupérrima exhibición del Tri. El sofoco pudo ser grave, de no ser por el gol de Henry Martín al ’89.
Con doce ausencias en la nómina inicial considerada por Jamaica, los caribeños de Theodore Whitmore, pusieron en ridículo a una selección mexicana, ofuscada, miope, repetitiva, atolondrada, lenta y pobre de ideas, y que además dejan un preámbulo de histeria de cara a las visitas inmediatas a Costa Rica y Panamá.
Ayer, la ecuación del fracaso fue completa para México. Porque si bien Jamaica montó una caja de caudales desde el arranque, México careció de una propuesta, de un plan, de un proyecto futbolístico, para desarrollar en la cancha.
No hubo misterios. Ni tenía porqué haberlos. Esta versión entre “B” y “C” de Jamaica arrejuntó a sus arrejuntados en una sólida trinchera, con la misión de estorbar, y la esperanza trémula, exigua de finiquitar una hazaña con un contragolpe.
Después de la afeitada perpetrada por el futbol de Inglaterra en la nómina caribeña, los jamaiquinos se olvidaron de heroicidades y se concentraron en la supervivencia.
Dos muros de cuatro hombres que se convertían en uno de ocho, fue el tan burdo como eficiente recurso en el primer tiempo para Jamaica, pero además, obligando a sus atacantes nominales, a hacer labores extenuantes de persecución, estorbo y marca.
Pero tuvieron un cómplice enfrente: México. El soso, lastimero, insultante 0-0 del primer tiempo, también se debió a que el Tri fue un prolongado y lánguido lamento durante los casi 50 minutos que duró la tortuosa primera mitad.
México conectada y reconectaba, pero sólo en las zonas grises, en los espacios muertos de la cancha, y todo cortesía de una complaciente y acechante selección caribeña, que comcedía la posesión y el traslado de balón sin ceder terreno en las zonas de riesgo.
A pesar de esa perseverante obsesión jamaiquina, México es capaz de generar una inmejorable posibilidad de gol. Sin embargo, Funes Mori, en un servicio medido, cómodo para el remate franco, elige ridiculizar su estampa, encoge el cuerpo y el remate refleja que es un Mellizo de sus temores en los momentos cruciales.
Desesperados, desordenados, los mexicanos eran demás repetitivos, sin que desde la banca al menos llegaran indicaciones obvias, para forzar espacios a la segunda línea de ataque y los disparos de media y larga distancia.
Confusión, pues, absoluta, al cierre del primer tiempo. Ni claridad en la pizarra de Gerardo Martino, ni claridad en los jugadores para idear una alternativa ante la doble trinchera jamaiquina.
El segundo tiempo trae ajustes para México. Martino reacomoda en posiciones a Alexis Vega, Sebastián Córdova y al Piojo Alvarado, para generar relevos sin que los estorbe Funes Mori.
Y entre los ajustes y una alta dosis de fortuna, México encuentra el 1-0. Rechace que pepena violentamente Alexis Vega abajo a la derecha de Blake, luego de unpar de magues que l limpian la zona.
Poco duraría la felicidad mexicana. Poco, además, porque en dos jugadas en el área, a Funes Mori, el Mellizo del ridículo, le entran estertores y escalofríos, y en dos ocasiones dispone de posición y posesión precisa para el gol. Pero arruga y entrega, precipitado y forzado, pases que no son aprovechados por Alvarado y Córdova.
Y Jamaica entiende que el gol de México ha puesto más nervioso al Tri. Y elige, entonces, al darse cuenta que se estaba asustando nomás con la zalea del tigre, y apuesta por el atrevimiento.
Contragolpe jamaiquino de dos hombres, el servicio profundo es un flan para cualquier defensa, excepto, claro, para el patidifuso y “paticonfuso” Jorge Sánchez, quien al intentar despejar, lo hace tan mal, que es un buen servicio para que Shamar Nicholson, pésimamente marcado por César Montes. El jamaiquino, sin miramientos, fusila a Guillermo Ochoa. 1-1.
Buscando respuestas, Martino ingresa al ‘74 a Orbelín Pineda y a Uriel Antuna, por Sebastián Córdova y Roberto Alvarado, pero la revelación de que el técnico actuaba por convulsiones de la desesperación, ocurre cuando ingresa Henry Martín por Alexis Vega, hasta ese momento mucho más incisivo y claro de ideas y dinámica que Funes Mori. Quedaba claro, que con tal de proteger a su paisano, deja fuera al jugador de Chivas.
No cambió la historia. México regresó a lo repetitivo, a simplificarle el trabajo defensivo a Jamaica, hasta que el minuto 89, Henry Martín pesca un potente remate para el 2-1 que parecía tan lejano como inmerecido.
Un victoria del Tri, que puede ser tan peligrosa, como se pretenda ignorar la triste exhibición en el lúgubre escenario de un Estadio Azteca vacío.
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Al final del día, la nueva política de la Selección Mexicana de futbol, nos guste o no, está en marcha y esa práctica podría ser el inicio de algo muy interesante y complejo para el futbol mexicano. Las rotaciones deben tener su ventajas, es más, las tienen: Osorio ha logrado que México tenga un mayor poderío físico, una gran competencia interna por los puestos y hasta ha despistado a los rivales con los constantes cambios de nombres en las alineaciones. Osorio ha tomado un riesgo que si termina funcionándole en esta Copa América podría ser “la llave” rumbo al proceso para Rusia 2018.
LOS ANGELES, CA -- Siempre he creído en la frase y reflexión de mi padre: en lo malo, hay que tener siempre espacio para sacar lo bueno. El problema aquí es que ni yo ni muchos otros que en su momentos fuimos escépticos y repulsivos hacia esa costumbre, estemos tan seguros de que es una mala práctica.
Nos puede gustar o no, lo podemos entender o no, podemos creer en ello o no, pero la Selección Mexicana ha entrado, formalmente, a través de un torneo oficial, a la época de “las rotaciones”.
Tratemos de encontrar lo bueno de “las rotaciones”. Y yo veo, sí algunas ventajas. La primera que se me ocurre tiene que ver con factor físico esencial para triunfar no sólo en el futbol sino en el deporte competitivo de nuestros días. La rotación le ha permitido a Osorio y a México tener jugadores frescos, rápidos en momentos decisivos y casi siempre por encima del rival en los minutos apremiantes del juego. Lo vi mejor a México físicamente ante Uruguay, ante Jamaica y ante Venezuela. Lo vi por encima del rival en ese aspecto corriendo por los bandas y no acusando el cansancio en las piernas que la mayor parte de los futbolistas de esta Copa han mostrado.
Segunda ventaja: el clima de competencia interna que Osorio ha creado en esta selección. Empezando por la portería y siguiendo el aparato defensivo y puntos claves en el ataque. Manteniendo un mismo sistema, un mismo esquema, Osorio ha cambiado los nombres, los perfiles, las pulsaciones, los caracteres y ha provocado que nadie en esta selección se sienta en la banca a mirar su realidad y decir: :”yo soy un suplente y no tengo nada que hacer”. El señor Osorio, inteligentemente, ha provocado que la primera competencia sea en el entrenamiento de Phoenix, de Houston o de San Francisco. Y que a partir de ahí, el jugador crezca en confianza, en amor propio, en autoestima.
La tercera ventaja tiene que ver con el rival, un rival que puede en un momento terminar desorientado por los cambios que hace México de un partido a otro. Aunque es verdad que intenta jugar de la misma forma, cada futbolista tiene una personalidad diferente, una manera de reaccionar, de correr, de controlar el balón y de patearlo.
Damas y caballeros, bienvenidos al nuevo mundo de la Selección Mexicana, “un mundo de rotaciones”, donde el entrenador cree que tiene 23 jugadores ++más o menos del mismo nivel++ que pueden jugar y competir por los puestos. Es una apuesta complicada que tendría que tener una mayor aceptación en clubes, donde el futbolista esta de tiempo completo con el entrenador y con sus compañeros. En una selección, los problemas podrían llegar a partir de esa falta de tiempo para adaptarse y conocerse, pero si Osorio logra pasar con éxito esta primera gran prueba, la de la Copa América, sentará la bases de un grupo solido que será el mismo ++más o menos++ que compita de aquí y hasta el Mundial de Rusia 2018 y que podría encontrar resultados favorables.
@Faitelson_ESPN
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En apariencia, nos presenta una selección donde lo que hace falta con urgencia es estabilidad y coherencia. A algunos ++me incluyo++ nos desespera el hecho de las continuas rotaciones en la alineación, pero en el fondo, puede que el estratega colombiano haya descubierto lo que buscaba: un equipo que combine carácter y personalidad y que en ciertos momentos del juego muestre talento e imaginación. ¿Titulares? Los hay. Están claros: esta selección depende de nombres como el de Guardado, Layún, Herrera y “Chicharito”, pero no puede abstraerse de la genialidad que sólo le pueden dar personajes como “El Tecatito”, Lozano y Aquino.
LOS ANGELES, CA -- Juan Carlos Osorio ha entrado en términos psicológicos: “Resiliencia”. Nosotros seguimos en temas futbolísticos, donde está claro que a este México le falta estabilidad y coherencia.
La Selección Mexicana está cruzando casi por tercera vez el territorio de los Estados Unidos para aterrizar este martes en Santa Clara, a las afueras de San Francisco; Se ha marchado a los cuartos de final de la Copa América con una gran pregunta: ¿Se acabaron ya los experimentos del señor Osorio?
Pero un equipo de futbol no puede sólo sobrevivir de temperamento. Necesita, de pronto, alguien que salga de lo cotidiano, que “rompa” esquemas, paradigmas, que se atreva a crear, a inventar, a soñar. Y en se rubro, aparecen tres jugadores con esas condiciones: uno es Javier Aquino, el otro se llama Hirving Lozano y el tercero lo tenemos muy claro en Jesús “El Tecatito” Corona. Ellos son los futbolistas que pueden darle esa cuota necesaria de talento en el campo de juego.
El problema principal, de acuerdo con los aficionados y algunos observadores, se refiere a la falta de continuidad en las alineaciones. Osorio se defiende afirmando que él cree en el proceso de las rotaciones y que esas rotaciones van a continuar. Ha utilizado a tres porteros diferentes en tres partidos ++los tres, la verdad de un mismo nivel++. Ha rotado piezas alrededor del aparato defensivo ++lo cual tiene de cabeza a algunos especialistas de cancha++ y también ha sumado y ha variado m ++en los tres juegos y en toda su gestión++ algunos nombres en la delantera, pero, realmente, la base, la estructura, creo que ya la encontró. Y emerge a partir de tres, cuatro futbolistas que le dan una solidez mental al equipo y funciona con otros tres que tienen las condiciones para aportarle algo más que sensatez y musculo al juego.
No hay crisis en México, hay ciertas dudas de un sector ++donde me incluyo++ que parecemos desesperados por una once regular y por nombres propios en los que podamos confiar, pero detrás de ello, me parece que Osorio ha descubierto lo que buscaba: un equipo de carácter y de personalidad, con una cuota de ingenio y creatividad.
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Sin Brasil y sin Uruguay. Nadie hubiese jamás imaginado este escenario para cuando esta semana dé inicio la fase de eliminación directa del evento. Aunque es verdad que el aporte brasileño y uruguayo no había mostrado un significado especial en el desarrollo futbolístico de la Copa, esas dos selecciones solían alimentar con historia y prestigio al evento. ¿Qué pasará ahora? ¿La Copa tendrá una credibilidad deportiva? ¿Está en manos de Argentina? ¿Puede o debe México aprovechar? ¿Es el turno otra vez de Chile o quizá de Colombia?
LOS ANGELES, CA -- La Copa América del Centenario amaneció esta semana sin su corazón y sin su alma: Brasil quedó fuera en medio de una gran polémica por un aparente gol con la mano en el triunfo de Perú y Uruguay, la nación que históricamente ha ganado más versiones del torneo sudamericano, mostró un pobre nivel de juego que le llevó a perder ante México y Venezuela. Ambos están hoy de vacaciones.
En medio de la que supone ser ya una prolongada y agobiante crisis brasileña y ante, también, el alejamiento uruguayo de un nivel protagónico, las dudas, casi existenciales, sobre el verdadero nivel de la Copa América prevalecen: ¿Tiene una medida deportiva coherente con lo que significa para la historia del juego? ¿Lo han tomado los sudamericanos con toda la seriedad? ¿Le daremos la certeza que merece el evento? ¿El torneo se parece cada vez más a la Concacaf que a la Conmebol?
La parte económica podría estar cubierta. No sólo por las entradas a los estadios, también por la boyante economía que genera a su alrededor. El 'matrimonio' futbol y televisión siguen marcando la diferencia historia, incluso hoy, cuando las condiciones de las comunicaciones han cambiado y cuando la apertura parece ser mayor e infinita. Cuando se hagan las cuentas al final estoy casi seguro de que a todos, incluyendo a los sudamericanos más conservadores y escépticos, los resultados de esas cuentas les harán gracia y le darán satisfacción.
Pero, por fortuna, no todo podría ser dinero en la vida y en el futbol...
La cancha ¿Desde dónde sostenerse cuando referentes históricos como Brasil y Uruguay han 'renunciado' a los primeros 'golpes' de la competencia y cuando al bloque de la Concacaf no le alcanza por si sólo para mantener el torneo a flote en la parte deportiva. La Copa América está, para mí, en la inspiración ilimitada y en los maravillosos pies de Lionel Messi. Lo que diga, haga y termine ejecutando el mejor futbolista del mundo acabará estableciendo los parámetros del evento, su aprobación, sus condiciones a futuro y su lugar en la historia. Messi puede darle a la Copa la credibilidad que tanto busca en la parte deportiva.
Nos acercamos ya a la ronda de la eliminación directa. Argentina es el equipo a seguir y a vencer, por Messi, por su plantel y por su historia. Detrás de ellos, se han colocado tres aspirantes serios: Colombia, Chile y México. El primero es un futbol lleno de talento. El segundo es el campeón defensor de la Copa América. Y el tercero, México, está jugando como 'en casa' y ha logrado cierta coherencia a partir del campo de juego. Luego, no podemos descartar tampoco a Estados Unidos que ha crecido y que es, teóricamente, el local y a otros como Perú, Ecuador o la misma Venezuela.
Por lo pronto, la intempestiva salida de brasileños y uruguayos ha dejado 'cojo' al torneo. Solo Messi lo puede llevar a la meta.
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México desaceleró en su paso por la Copa América del Centenario. Le ganó 2-0 a Jamaica, pero no tuvo, en la cancha, el funcionamiento deseado. No tuvo, tampoco, parte de la congruencia futbolística que había mostrado en su presentación dentro del torneo ante Uruguay. Hoy, esta en la siguiente ronda. Está a salvo, esperando un juego ante Venezuela para tomar el primer lugar de grupo y evitar a Argentina en octavos de final. Hoy, con esto le alcanza. Mañana... ¿quién sabe?
LOS ANGELES, CA -- Con lo de anoche, está claro, alcanza para Jamaica. Con lo de anoche, falta, faltaría para Argentina, para Colombia, para Brasil o para Chile. He ahí el dilema. La Selección Mexicana ha caído en un paraje donde imperan y confunden algunas contradicciones.
El funcionamiento y en medio de ello, un entrenador al que históricamente le gusta variar alineaciones, probar futbolistas en diferentes posiciones y zonas del campo. Un entrenador que creen en fórmulas más que en nombres. Y eso, hasta cierto punto, podría funcionarle como lo ha hecho en algunos clubes donde ha trabajado con éxito ++Atlético Nacional de Medellín en Colombia o el Sao Paulo brasileño++ pero en una selección donde tiene poco tiempo para trabajar y conocer a sus futbolistas, las cosas podrían ser distintas.
Osorio salió el jueves por la niche al Rose Bowl con un portero diferente, una zaga ordenada de otra manera y dos puntas como “Chicharito” y Raúl Jiménez, cuando los aficionados y los expertos parecían, de algunas manera, encantados por el resultado inicial de esta Copa América, el rotundo 3 x 1 sobre la selección de Uruguay. La regla o la máxima indica” “No cambies jamás a una alineación ganadora”. Y hay quienes creen, también, que lo primero que necesita México, más allá de esa “rotación de jugadores”, es un estilo, dominar un estilo, tener un estilo y a partir de ahí generar los cambios que tenga que generar.
La realidad es que los números ayudan. No hay una crisis de resultados y por tanto, una aparente crisis de funcionamiento se pierde en la exuberancia de las estadísticas, incluso históricas, que arroja esta selección.
Por ahora, la selección esta “a salvo”. Mañana, cuando vengan pruebas más difíciles, equipos de una mayor complejidad y talento, los problemas podrían llegar. Porque finalmente, ni Osorio ni esta bendecida generación de futbolistas están ahí para establecer un record de triunfos, la marca individual de más goles en la historia de la selección o parta vencer a Jamaica en un partido de la ronda de grupos de la Copa América. Están ahí, se los recuerdo por si alguien lo olvido, para dar el paso, el salto de calidad que tanto añora el aficionado mexicano al futbol.
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Todos los ingredientes parecen juntarse para impulsar la idea de que México puede ganar la Copa América. Y sí, hay, algunos motivos de peso, en la cancha y fuera de ella para sospecharlo y para suponerlo. Pero el camino promete ser largo y sinuoso para la selección. Apenas esta por jugar su segundo partido en la ronda de grupos mientras algunas otras selecciones, llamadas a ser contendientes, empezaron a mostrar parte de sus grandes condiciones de juego. ¿Será la hora de México? ¿Es esta su gran oportunidad? ¿No puede ni debe fallar?
LOS ANGELES, CA -- Tal pareciera que prevalece una sentencia: “ahora o nunca”. Y que la oportunidad es inmejorable, primero por la solidez futbolística de la que por momentos presume este selección y segundo por el clima favorable que encuentra a su alrededor.
Las sensaciones son buenas. Los augurios dicen que ha llegado el momento. Las palpitaciones han vuelto a acelerarse, pero hay un temible enemigo que ha estado ahí siempre y que no sabemos si se ha ido o si permanece expectante. El peor enemigo del futbol mexicano es otro futbol mexicano que no le permite desprenderse de una vez y para siempre de sus propios fantasmas. Es México Versus México, porque el futuro, invita a soñar y el pasado, a traicionar.
Una victoria contundente justo el día de su presentación, ante una selección de aromas históricos y de futbolistas llenos de competitividad y de personalidad terminó por afianzar la idea: México puede y debe intentar ganar la Copa América del Centenario.
No es la primera vez ++y seguramente no será la última++ donde el futbol mexicano supone tener en sus manos a un equipo que puede llevarle a un nivel máximo de desarrollo y de triunfo.
Hay algunas pistas que alientan esa hipótesis: la primera debe ser, sin duda, los tamaños técnicos y físicos de los cuales presume esta generación futbolística. La segunda, una mentalidad, una personalidad afianzada en el paso de esos jugadores por ligas europeas de una alta competitividad. Y la tercera, un entrenador trabajador, serio y que sabe qué tiene y hacia dónde se dirige. Ya otras veces, insisto, hemos tenido esas sensaciones en el futbol mexicano que al final se quedan a la deriva por “una traición”, sí, una traición que el propio futbol mexicano termina ejerciendo sobre sus sueños de crecimiento y de gloria.
Lo primero que hay que entender es el valor de este grupo de futbolistas. La selección mexicana ha decidido, por su propio bien, trasplantar sus necesidades. Dejar de lado fórmulas que en apariencia le guiaban a un nivel de condiciones técnicas que sólo algunos poseían y que hoy han sido substituidas por jugadores pensantes, fuertes en lo mental y que son capaces también de desplegar un futbol pragmático combinando velocidad, profundidad y cierta creatividad e ingenio. Nadie extraña a Carlos Vela o a Giovani Dos Santos cuando se pronto se encuentra ante el trazo perfecto de Andrés Guardado, el control de Miguel Layún y el centro que remata Javier “El Chicharito” Hernández. Opero tiene, también, esta selección, otras maneras de hacer daño en el rival, porque de pronto Héctor Herrera lanza el balón largo y la velocidad del “Tecatito” Corona, el amague de Javier Aquino y la profundidad del ”Chucky” Lozano provoca que la cancha se vea inmensa para los rivales.
Y luego y siempre está la fortaleza mental, eternamente discutida en el futbolistas mexicano. Rafael Márquez es un referente histórico de cómo debía ser invariablemente el jugador mexicano de futbol. Siempre he pensado que con unos cuantos Márquez más, la historia futbolística de México ya hubiese sido diferente. Y a partir de él, gente que juega con la cabeza y no con los pies: Moreno, Guardado, Herrera, “Chicharito”, Jiménez, Layún, futbolistas hechos en México pero “amamantados” en otras condiciones futbolísticas que hoy le da fortalezas y armas para no caerse en la adversidad. El domingo, en Phoenix, cuando Uruguay le había alcanzado en el marcador y cuando el capitán Guardado había sido expulsado, esos futbolistas no se cayeron. Siguieron corriendo y luchando hasta encontrar el triunfo.
La tercera pista habla de un entrenador. Era difícil encontrar alguien con la capacidad futbolística y hasta personal que tenía Miguel Herrera y México lo encontró. Juan Carlos Osorio sabe lo que hace. Sabe encontrar variantes, soluciones y ha encontrado las maneras, además, de comunicárselo a sus futbolistas que le creen y que lo hacen. Contra las críticas, cambia alineaciones, modifica futbolistas de posición, de perfil y logra sostener a un equipo competitivo. Osorio es y todavía puede ser más al personaje que por tanto tiempo espero el futbol mexicano.
Todas condiciones nos invitan, otra vez, a soñar. ¿Es este el equipo que puede transformar la historia? ¿Es esta la generación que tanto habíamos esperado? ¿Son los futbolistas de otra mentalidad, de otro nivel? ¿Es el entrenador con el que siempre nos habíamos ilusionado? Las pistas dicen que sí, la sensaciones también, pero nada se ha ganado aún y el camino es largo y sinuoso.
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El presidente de la Asociación Uruguaya de Futbol no ha descubierto nada cuando afirma que México o que la Selección Mexicana representa a los poderosos intereses comerciales en la Copa América del Centenario. Lo que no dijo o no admitió el señor Wilmar Valdez es que México fue mejor, futbolísticamente hablando, que Uruguay el domingo en Phoenix. Las suspicacias son validas, pero habrá que darle tiempo para que ocurran o no ocurran. Sentenciar que el evento está decidido y que fue un error organizarlo en Estados Unidos es, simplemente, una repercusión del dolor, de una herida profunda y sangrante en el máximo responsable de la administración del futbol uruguayo.
LOS ANGELES, CA -- Yo "no me rasgo las vestiduras...". El presidente de la Asociación Uruguaya de Futbol tiene razón en algunos de sus señalamientos.
México es el favorito de los intereses en la Copa América del Centenario. Lo es, como lo fue hace un año, en aquella controversial Copa Oro de la Concacaf donde los árbitros le fueron impulsando hasta la final. Hoy, la Selección Mexicana es el "motor" principal del evento y la garantía de que los estadios, la atención y las ventas estén aseguradas. Ya veremos si las necesidades económicas y la presión terminan siendo definitivas en los momentos más delicados del campeonato, cuando México, necesite de esa "ayuda". Juro que seré el primero levantar la voz cuando ello ocurra.
Pero hay otro tema que debe quedarle claro al señor Wilmar Valdez: México fue mejor futbolísticamente hablando que Uruguay el domingo en Phoenix y por eso ganó contundentemente el juego.
El señor Valdez se refiere a errores graves, sí, que han aparecido en la logística del evento, los himnos, las banderas, se queja de la falta de pasión alrededor de la Copa y termina con una lapidaria frase: "se equivocaron en hacer el torneo en los Estados Unidos".
A mí me parece que la declaración del máximo responsable en la administración del futbol uruguayo es apresurada y hasta cierto punto lamentable. Primero, insisto, hay que darle más tiempo a la Copa. Ver cómo progresa, hacia dónde va, qué ocurre, por dónde lleva su nivel futbolístico, su espectacularidad. Esperar para ver si aparecen otros factores ajenos al juego, si la Copa logra "calentarse" y al final medir entre lo que supone ser, en apariencia, un éxito económico y una debacle deportiva.
Yo creo que los sudamericanos --o algunos de ellos-- están ciertamente celosos o molestos. Una ala conservadora de la Conmebol supone que la Concacaf, que Estados Unidos, que los intereses que rodean al juego pretenden arrancarles una tradición de 100 años, forjada en historia de grandes selecciones, futbolistas y esfuerzos sublimes ante las enormes carencias que afrontaron esos países.
Me parece que están equivocados. La Copa América del Centenario tiene un interés muy marcado, primero, en lo deportivo. Está claro que las selecciones sudamericanas aportan una gran cuota de su mayor nivel futbolístico y de sus grandes figuras individuales. Y por otra parte, la Concacaf, o Estados Unidos y México, aportan economía y la pasión que necesita cualquier evento deportivo.
La Conmebol y los uruguayos no "pueden darse golpes de pecho". Ellos también conocen muy bien de temas de corrupción y no han salido muy bien librados de ellos en los últimos tiempos.
Yo creo que hay que esperar. Está claro que México representa los intereses del evento, pero que futbolísticamente hablando, Argentina, Uruguay, Brasil, Chile y Colombia, tienen las armas en la cancha para poder ganar los partidos.
Los uruguayos, o en este caso, el presidente de la Asociación Uruguaya de Futbol, la misma Federación que por cierto se equivocó rotundamente en el 2014 al defender lo indefendible en el caso de Luis Suárez y su épica "mordida", no hace más que sangrar por una herida fresca y profunda.
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Contrario a lo que muchos suponen, yo creo que Muhammad Ali hizo pequeño al boxeo mientras engrandecía más la verdadera obra y el legado fundamental y casi sagrado de su trayectoria. Ali fue un peleador, sí, pero más allá del ring, donde vivió y yo diría que sobrevivió a una de las épocas más obscuras y amargas en la historia de los Estados Unidos. En el país de las libertades y de las oportunidades, ni Ali ni el pueblo que él representaba, gozaban de garantías, de derechos y de valores para encontrar la felicidad. Y él les dio esperanza, allanó el camino y luchó por los derechos y por la igualdad del ser humano. A Ali le debemos mucho más que una medalla de oro olímpica, 56 victorias, 37 nocauts y tres épocas como campeón mundial de los pesos completos. Él fue más grande e importante que el propio boxeo.
LOS ANGELES -- "El gran Muhammad Ali", me dijo Don José Sulaimán cuando me lo presentó en aquel estrecho lobby del hospital de La Raza a finales de noviembre del año de 1986. El legendario boxeador había venido a México invitado por su amigo personal, el entonces presidente del Consejo Mundial de Boxeo, para que escuchara lo que tenían que decirle los doctores e investigadores mexicanos Rene Drucker e Ignacio Madrazo, quienes solo unos meses antes habían logrado con éxito el primer trasplante de células suprarrenales para contrarrestar el mal de Parkinson. Ali, al final, decidió no someterse al tratamiento y a la operación. Jamás pude entrevistarlo pero lo que sí pude hacer fue estrechar su mano y ver a través de esa mirada que aún en el desarrollo de su terrible enfermedad mantenía firme y atemorizante ante quien se atrevía a desafiarlo. Yo, por mi parte, quedé marcado para siempre con aquellos penetrantes ojos de color café obscuro. Había tomado la mano, aunque sea por unos instantes, de uno de los personajes que logró transformar y marcar a la humanidad en el siglo XX. En el round 12, con el conteo de los 10 segundos en marcha, con la espalda contra las sogas, el gran Muhammad Ali seguía tirando golpes. Ahora, justo cuando la campana final ha sonado, parece difícil identificar cual ha sido el legado de mayor valía que ha dejado el legendario ex campeón mundial de los pesos completos. Y podrían existir una cantidad de argumentos muy validos en materia estrictamente deportiva que empiezan desde la medalla de oro olímpica en la división de los semi-completos en los Juegos Olímpicos de Roma 1960 --todavía bajo el nombre de Cassius Clay-- y de ahí en adelante una maravillosa carrera sobre el cuadrilátero profesional, que incluyó el titulo absoluto de los completos cuando apenas 22 años, el primer boxeador que fue campeón del mundo en la categoría pesada en tres ocasiones diferentes. O tal vez las memorables peleas con Sonny Liston, Joe Frazier, Joe Patterson, George Foreman, Ken Norton y León Spinks y sin duda un estilo, una condición propia sobre el ring, que combinaba una habilidad innata, con velocidad, desplazamiento de piernas, golpeo, aguante y una profunda inteligencia sobre el cuadrilátero. Nadie tiene duda del sitio de Ali en la historia del boxeo. Es el número 1 y detrás de él se forman otras grandes figuras con muchas condiciones --quizá iguales o mejores que él-- pero que jamás tuvieron, la esencia, que finalmente, marca la diferencia y establece su mayor legado. Fue la personalidad, el carácter y la lucha social que sostuvo a partir de esas características lo que le pusieron por delante de todos sus competidores. Ali fue un tipo pensante en una época difícil de su propio país y de la humanidad misma. Ali tiro golpes en un ring donde la injusticia aparecía en cada esquina, en cada rincón, donde no había derechos para personas de su color, de su pensamiento, de su origen. Cómo entender que en su propio país el no podía entrar a un restaurant a tomar un café pero sí, en cambio, podía y tenía la obligación de ir a combatir una guerra a miles y miles de kilómetros de distancia. Ali entendió que el cinturón de los pesos completos era tan solo un 'escudo de armas' para poder afrontar las luchas más importantes que ocurrían a su alrededor, en su calle, en su vecindario, en un país donde las leyes y los derechos no eran iguales para todos los seres humanos. No creo que los expertos en boxeo o en deportes entendamos realmente la manera en la cual hay que valorar legado de Muhammad Ali. Porque, finalmente, el "se mueve como una mariposa y pica como una abeja" sólo alcanzaba a relatar lo que su grandeza significaba sobre un cuadrilátero. Fuera de él, estaba y sigue estando la obra más importante de Ali... El Más Grande se ha ido.... Recordarlo como el mejor boxeador de la historia sería un desperdicio, casi un sacrilegio. Él fue y significo mucho más que eso... @Faitelson_ESPN
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