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¡Caó-Tri-co...!

FECHA
25/03
2022
por Rafael Ramos Villagrana
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Las mejores frases de Futbol Picante sobre el empate del Tri ante EE.UU.
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LOS ÁNGELES -- Caos, el sello de la casa, el sello del futbol mexicano. Caótico o caó-Tri-co. Así la Selección Mexicana y su entorno. Así, la tribuna del Estadio Azteca. Así el 0-0 con Estados Unidos. Así #ElGrito. Así el #FueraTata. Así, las brillantes ideas de Yon de Luisa. Así.

1.- Caos en la cancha. México jugó su mejor partido en el Octagonal Final de Concacaf. Pero su mejor versión fue insuficiente para vencer a una representación parchada de Estados Unidos. En su noche de mayor brillantez, fue una oscuridad ante Estados Unidos. Su momento de gala futbolero, fue una muestra pordiosera de futbol. Diagnóstico confirmado: en Catar será un pelele mundialista.

2.- Se marchitan. Y caos en la cancha. Sus hombres clave se desmoronan. Héctor Herrera, entrega bien los pases cortos y mal los profundos. Además pierde tres balones en salida con tufo a suicidio. Edson Álvarez, el puritano futbolero del Ajax Amsterdam, cayó de nuevo en el juego barriobajero. ¿Tecatito Corona? El Sevilla jamás habría firmado la versión vista en el Estadio Azteca.

3.- Anarquía. Y caos en la cancha. El principal exponente fue Chucky Lozano. En un afán noble de salvar la causa, traicionó al conjunto. Se salió de su zona, desertó al esquema de Gerardo Martino. Lozano renunció al colectivo. Se entiende, el corazón le ganó a la razón, no quería ser protagonista de otro fracaso. Intentó disparos desde fuera del área. Enceguecido y con la pólvora mojada, falló. Jugó su propio partido y el Tri intentó jugar otro. El egoísmo y el naufragio. Fracasaron ambos.

4.- Retardo. Y caos en la cancha. Gerardo Martino reacciona tarde. Estados Unidos ya jalaba aire por la boca como pescado con asma. Chucky, Tecatito, Jiménez, habían claudicado. El tridente de las puntas rotas, decepcionaba de nuevo. Y Martino, impávido. Piernas frescas y corazones ansiosos en la banca. Pusilanimidad pura en su cabecita. Cierto, sin duda esa maldita agresión que sufre en su ojo derecho debe preocuparle más al Tata que la miopía y casi ceguera que muestra a la ofensiva su equipo.

5.- ¡Agárrenlo! Y caos en la cancha. Minuto 60. Gio Reyna entra a la Capilla Sixtina. Y el artista trazó lienzos y también grafiti. Jugadas de alto octanaje neuronal y de barrio. Toma la pelota, la pisa, gira, amaga, recorta, traslada, elude, regatea. Los esqueletos de al menos seis mexicanos rechinan en esa sola jugada en que Reyna hizo reinar el preciosismo arrabalero del futbol. Le entrega un balón, medio gol, a Pefok, era graduación de gol, y la pifia.

6.- El Mesías de siempre. Y caos en la cancha. Estados Unidos penetra por donde se le pega la gana, pero gusta de hacerle las cortesías al contraído futbolero que es Jorge Sánchez, una avenida. Pero su acompañamiento simultáneo por las bandas y carriles interiores, le colocaba en ventaja numérica, emocional e intelectual, en sus embestidas. Pero, ahí estaba Guillermo Ochoa. Ataja dos obuses con el sello de George Lucas, y se revuelca con otros dos. De nuevo, el héroe. México resuella en la eliminatoria gracias a él.

7.- Y caos en la tribuna. #ElGrito, en su primera elongación sonora, aparece al minuto 44. Al final del juego, aparecería tres veces más. El sonido local, a toda su potencia (59 altavoces CAL-AVB y 10 subwofers de tecnología digital Meyer Sound), se desgañita para apagar el alarido rebelde: “Méééééééeéxiiicoooo”. Pero, aún así, gorgoreaba el bramido. Después, hay libertad total para que el #FueraTata se cante a arrebato, con más vehemencia y furor que con el que alguna vez se cantó el Cielito Lindo en ese escenario.

8.- Y caos en el palco principal del Estadio Azteca. Orden puntual: en los reportes del árbitro guatemalteco Mario Escobar y del comisario de Concacaf y FIFA: ¡no se deben mencionar la presencia de #ElGrito! El ruido que nunca ocurrió. El bufido que nadie escuchó. Claro, muy al estilo delincuencial de la FMF: #NoPasóNadaEnQuerétaro o el Pacto de Caballero que nunca existió, pero que aún se impone.

9.- Y caos en Honduras. Gerardo Martino insinúa que no podrá viajar a San Pedro Sula. Su ojo derecho, ése que fue intervenido en septiembre, recae. Trasciende de manera irrefutable, que la tensión y el estrés de esta crisis en el Tri, ha golpeado la parte más fragilizada de su organismo. En Canadá no pudo presentarse en el entarimado de la conferencia de prensa. El médico le explica: estrago también del estrés. ¿Quedará el destino en manos de Jorge Theiler, el tipo más aborrecido por los jugadores mexicanos?

10.- Y caos antes del juego. La “BURROCRACIA”. Densas, desesperadas, desordenadas filas de gente para entrar al estadio. Minutos que se transformaron en horas. El #FanID y el sofisticado #QR se fueron a la basura. Otro proyecto fallido, otro fracaso, de Yon de Luisa. Al final, el grueso de la gente entró sólo mostrando el costosísimo boleto cuando el partido había ya comenzado. Dicho estaba: si no saben manejar el VAR; no saben contabilizar damnificados en Querétaro, y cada vez pierden más autoridad en la #YuntaDeDueños (dixit Sven-Göran Eriksson), ¿por qué creer que aquí iban a acertar? Y ¿estarán ya los datos confidenciales de los aficionados en los archivos de mercadotecnia de Banorte y Visa, patrocinadores del Tri?

11.- Y caos en la Tabla. Si México, sin el Tata, pero con el padrastro Theiler, no saca una victoria en Honduras, y Costa Rica vence en El Salvador, igualaría al Tri, y si Panamá vence a un desmantelado Estados Unidos, se pondría un punto abajo, de cara al desenlace del Octagonal, en el cual México recibe a El Salvador. Tras la derrota ante Costa Rica, matemáticamente, ni Canadá está clasificado de manera directa.

Hay un lamentable acertijo papaloteando en los tendederos del morbo. ¿Usarán esta recaída en la salud del Tata Martino, para negociar una saludable separación del Tri? Porque aun con el dudosísimo huesero y sobador Theiler, aquí, no hay médico visible, sólo dos enfermos, sólo hay dos pacientes, Martino y el Tri, y todo indica que lo mejor para ambos es curarse por separado, muy separaditos, mientras más separaditos, mejor.

¿Lo único mercenariamente sano? Primero, la taquilla. Cerca de 3.5 millones de dólares. Segundo, los ratings, que se dispararon en México y Estados Unidos.

Cierto: al final, Yon de Luisa cumplió con su patrón, pero no con el futbol, ni con los aficionados, ni con sus promesas. Pero, al que está bien con el Diablo, qué le importan los curas y los monaguillos.

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LOS ÁNGELES -- La fatalidad para México siempre se colapsa a once pasos de la gloria. Este martes la historia confirma su reincidencia en las tandas de penaltis. Brasil 4-1, tras un estrujante, magnífico y casi doloroso trámite de casi 130 minutos. El 0-0 era un homenaje al Tri Olímpico y una jaqueca para los amazónicos.

Como ayer, como hoy, como siempre, México acudió a su cita en ese manchón blanco de todas, y de sus mayores y oscuras desgracias. Fallan El Mudo Aguirre y Johan Vásquez. Lo elimina Brasil con la perfección genética de golpear con potencia y erizándole la piel a los postes. El eterno Alves, Martinelli, Guimaraes y Reiner, superan por un centímetro los acertados lances de Guillermo Ochoa. Si no se hubiera cortado las uñas…

Bien lo describía Juan Carlos Osorio: “Los penaltis en los entrenamientos son un gesto técnico, pero, en los partidos, son un gesto espiritual”. Ahí, en el estadio de Kashima, el alma se escapó de Aguirre y de Vásquez.

La derrota rezuma --exuda--, a fracaso. Porque además, el fracaso no tiene matices ni consuelos. El fracaso entierra y destierra. Pero, hay quienes sobreviven. Afortunadamente lo hacen los valientes, y lamentablemente, también, los cínicos.

Dicho está que fracasar no convierte a nadie en fracasado, sino en aprendiz del fracaso, que es el tutor más eficiente y más despiadado. Las selecciones mexicanas, eruditas en el tema, reciben un nuevo aleccionamiento.

Cierto, Brasil fue mejor en un juego que se eternizaba en las piernas agobiadas de los jugadores mexicanos. Los músculos y los pulmones caducan siempre antes que el corazón. Guillermo Ochoa había sido la figura, mientras Luis Romo tenía esa estampa inconfundible de ser el mejor futbolista mexicano del momento.

¿Diego Lainez? Tanta pasión, entrega, rabia y futbol, en ese envase pequeñito, en ese cuerpo rebelde y menudito. Una hormiga que debe contemplar esa cigarra que huyó de Tokio para apoltronarse en el Getafe. Sí, J.J. Macías fracasó antes que todos.

Paciente, armonioso, atlético, denso, devoto, concentrado, Brasil lidió con las ansias de heroísmo de los mexicanos. Dani Alves traga pastillas de eternidad marca Chabelo, y termina la zacapela con la humanidad intacta. Es el Dorian Gray del futbol.

Insisto, el 0-0 que prevaleció, que sobrevivió con esa mueca de angustia a esos casi 130 minutos, enaltece más a Brasil que a México, porque la tozudez y la gallardía de los tricolores, lustra aún más el pase de los amazónicos a la Final de los Juegos Olímpicos.

Seguramente el pizarrón de las estrategias de este Tri Olímpico le pertenece a Gerardo Martino, pero para mantener viva la llama, el pundonor competitivo, cuando ya sólo quedan cenizas en la hoguera física y atlética de los jugadores, hay que sentir el fuego de raza, de sangre, del nativo, de eso se encargan Jaime Lozano y el mismo Ochoa. En retóricas “juangabrielescas”, a la selección de Copa Oro le faltó lo que la olímpica tiene de más. Gónadas, pues, en términos glandulares y anatómicos.

La desazón y el insomnio que le generó al Tata Martino, la excursión fallida en Copa Oro, los amaina, los suaviza, lo que ha observado en la olímpica. Su híbrido gozará de cabal salud para el Octagonal Final de la Concacaf. En la Copa Oro, la medalla fue de cobre, en Tokio, la esperanza es el bronce para esta raza de bronce, o La Raza Cósmica, la quinta raza, según José Vasconcelos.

Una historia conocida, pues: del 0-0 que enaltece, que engalana, hasta la fatalidad aciaga desde el manchón de todas las tragedias. En el futbol, cuando México garabatea cuentos de hadas, aparece la siniestra sinergia de todos los perversos hados de su pasado. Pero, nada es o nada debe ser para siempre…

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LOS ÁNGELES -- Gerardo Martino entra al libro de récords del futbol mexicano: dos finales perdidas en menos de dos meses, ante Estados Unidos. Ocurren ambos fracasototototes en La Liga de las Naciones y en la Copa Oro.

Este domingo, una selección alterna, emergente, arrejuntada, de Estados Unidos, fue superior a Mexico en testosterona, en gallardía, en futbol, en capacidad física y en devoción por la victoria.

De hecho, hay sólo tres cosas que que le restan brillantez a la merecida coronación estadounidense.

1.- La pusilanimidad del jugador mexicano, que se transformaba en pánico conforme se acercaba el final del encuentro, ante un especialista, como EEUU, en asesinar cuando el reloj fenece.

2.- Los caprichos inexplicables de Gerardo Martino. El Mellizo, Funes-to Mori-bundo, como con River Plate y con Monterrey, se espanta ante los grandes desafíos, y aún así, lo mantuvo en la cancha su “Tata” espiritual.

3.- ¿De verdad Rodolfo Pizarro? Tocó diez balones desde que entró al campo, y todos los entregó de manera equivocada, mientras el resto del tiempo, se escondía detrás de los defensas.

Pero, ambos, Funes Mori y Pizarro, son decisiones, aparentemente, más hormonales que neuronales por parte del entrenador argentino, quien según los reportes terminó maltratado por la tribuna mexicana.

Cierto, ya se había dicho hace semanas. La esperanza de Martino para la el Octagonal Final de la Concacaf está en Tokio. La mezcla de jugadores entre los que han fracasado en la Copa Oro y los que aún respiran y suspiran en los Juegos Olímpicos, será su salvación para clasificar, con apuros, a Catar 2022.

Este domingo, Estados Unidos, con su estilo tacaño, viciado, rácano, adicto a no dejar jugar y a irrespetar la esencia del futbol, jugando así, sólo permitió unos minutos de libertad en el primer tiempo, y después le puso cadena y bozal al que de nuevo es su mascota, el seleccionado mexicano.

El Tri tuvo empuje durante algunos minutos, se vio incisivo y convirtió en figura al arquero estadounidense, Matt Turner, quien se convirtió en el héroe del primer tiempo, mientras que esa distinción se la arrebataría Alfredo Talavera en la segunda mitad.

Tras esa revolución en los primeros minutos, México pasó a ser un equipo vulgar, conformista, asustadizo, sometido, vejado incluso por una marca vigorosa de Estados Unidos, que le permitió cerrar con más poderío físico y anímico el encuentro, hasta conseguir el gol de la victoria al minuto 117, en un remate de Miles Robinson, a quien marca, de espaldas, impotente, aterrorizado, paralizado, atolondrado, Edson Álvarez, a quien se le hizo trizas el mal puesto apodo de “Machín”.

Ahora se viene la eliminatoria y México tiene enfrente un veto de dos partidos en el Estadio Azteca, obligado a jugar a puerta cerrada.

Hay, además, un saldo final y más refulgente, el más preocupante, que estas dos humillaciones ante Estados Unidos. El Tri no atribula a nadie.

Quedó demostrado que ya todos le perdieron el miedo y el respeto en la Tierra de Ciegos de la Concacaf a este ex Rey Tuerto, con lagañas, cataratas, estrabismo y querataconos, en el ojo sano.

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LOS ÁNGELES -- Una de las peores versiones de México en Copa Oro, enfrenta a una de las peores versiones de Estados Unidos, en la Final de una de las mejores versiones de una Copa Oro.

Y aunque no son los mismos jugadores, es posible esperar, en el desenlace, una de las mejores versiones de una Final de Copa Oro, especialmente por el antecedente inmediato, embarrado de miel estadounidense y de hiel mexicana, que fue la Final de la Liga de las Naciones.

Estados Unidos no fue mejor que Catar, pero marcó el gol de la diferencia (1-0). México no siempre fue mejor que Canadá, pero al minuto 99, con gol de Héctor Herrera, marcó la diferencia (2-1).

Y antes de ir al detalle de los juegos, establecer nuevamente la comodina, cínica y descarada actitud de la Concacaf: #ElGrito apareció de nuevo, con vehemencia, este jueves, y no hay, no ha habido y no habrá sanción de su parte contra la Selección Mexicana.

Claro, no va a pegarse un tiro en la pezuña con un escopeta recortada, cuando puede impactar y deslumbrar a sus patrocinadores con el rating más alto en la historia de una Final de Copa Oro. La Copa Panamericana de 2024 no valdrá su peso en oro, sino en diamantes.

Por supuesto, la plata está por encima, pero muy por encima, de la bandera puritana de este sepulcro blanqueado, de doble moral que es la Concacaf.

Les recuerdo, quienes ha promovido la persecución de la FIFA contra México a causa de #ElGrito han sido estrictamente la Concacaf, y el hombre que la preside, pero no manda, Víctor Montagliani. Que la FMF pretenda ignorarlo, es parte de su acobardamiento.

¿El juego? Intenso. Pasional. Belicoso. Con todos los condimentos para poner sangre en los ojos y en el alma. No hubo un brillo futbolístico, pero sí una conflagración que se avivó con el 1-1 de Buchanan, luego de que Orbelín Pineda pepenara el 1-0 desde el manchón.

Y si no, juzgue Usted: gol de último minuto; dos penaltis para México, uno errado; varios conatos de bronca; las eternas estulticias de Carlos Salcedo; arbitraje despistado y tricolor; una multitud impresionante en la tribuna; claro, #ElGrito, como castigo para el Tri, más que como insulto para el contrario; un crespón de luto por la muerte de Zizinho, padre de Jonathan dos Santos, y, afortunadamente, para la fogosidad el Octagonal Final, Canadá se sumó, finalmente, al convoy del desprecio contra el Rey Tuerto, con cataratas y lagañas y todo, en el páramo de la Concacaf.

A Estados Unidos lo persigue la misma cantaleta de esta Copa Oro: no fue el mejor en la cancha, pero fue el mejor en el marcador. Catar lo perdonó, desde el manchón penal y desde varios puntos de torpe artillería. El futbol lo hicieron los cataríes, mientras los anfitriones, con base en su futbol mezquino, pragmático, negociaron la victoria.

Por México, afloraron nuevamente las inconsistencias. Tecatito Corona había sido el jugador referente en movimientos ofensivos del Tri, pero ante Canadá, fue acordonado, y quedó en el empuje de Héctor Herrera, a ratitos, como siempre, la posibilidad del Tri de hacer daño.

Recuérdese: la mejor selección de Martino, dicho está, será a partir del híbrido que tenga en la eliminatoria, armado precisamente con quienes intentan una hazaña en Tokio, y con quienes intentan mantener la desvencijada corona conkakafkiana (dixit Guillermo Chao) en la Copa Oro.

Por otro lado, México es un caos en el fondo. Afortunadamente son todos tan conscientes de sus torpezas, que son solidarios entre sí. Si se equivoca Salcedo, tanto como siempre, aparecerá Héctor Moreno al rescate. Y si se equivoca Moreno, tanto como siempre, aparecerá Salcedo al rescate. La solidaridad esa de que entre bomberos no se pisan la manguera.

¿Y #ElGrito? Estuvo ahí. Finalmente algunos empiezan a entender lo obvio: no es un insulto para el portero contrario, es un vituperio, hecho reclamo y queja, contra la mismísima selección mexicana. La propuesta es clara: mientras menos juegas, más grito; mientras menos me ofreces, más te increpo.

#ElGrito es hoy la única --pero muy poderosa--, herramienta de venganza que tiene la tribuna para acicatear a sus jugadores, y transformar a los asnos futbolísticos, en percherones de batalla. Y parece surtir efecto.

Al final, queda claro, la Concacaf, hipocritona, centavera, es jueza y parte de #ElGrito. Y en la pusilanimidad culposa, al estilo Poncio Pilatos, se lava las manos y entrega la guadaña a la emperifollada Inquisición de la FIFA.

Por lo pronto, en la versión tercermundista de la guerra regional, tras el festín en la Eurocopa, la a veces arrabalera kermés de la Copa América, se viene la Final del torneo estelar de la Concacaf. Un millonario con parches en el frac.

Por eso, insisto, prepárese y disfrute, en el paraíso conkakafkiano y surrealista, para lo que se viene: una de las peores versiones de México en Copa Oro, enfrenta a una de las peores versiones de Estados Unidos, en la Final de una de las mejores versiones de una Copa Oro.

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La verdadera derrota de México ante Estados Unidos no ocurrió en la cancha ni en los tiempos extras. Pasó antes del silbatazo inicial, cuando se daban lectura a las alineaciones y Estados Unidos confirmaba sus intenciones de acudir a una fórmula conocida para tratar de competir en el máximo escenario del futbol: Coloca más y mejores jugadores en las “grandes ligas” y clubes europeos, y tendrás mayores posibilidades de acercarte, como selección, a las potencias de este juego. El incomodo vecino del norte, que, futbolísticamente, siempre parecía vivir a la zaga de México, ha generado un plan que debe “detonar” en el 2026. ¿Y México? ¿Qué hace el futbol mexicano?

SAN DIEGO, California.- Fue antes del silbatazo inicial. Ya desde ahí, México iba perdiendo…

La principal advertencia del domingo ocurrió algunos minutos antes del juego que México perdió ante Estados Unidos en la final de la Copa de las Naciones de la Concacaf. La alineación del, generalmente, abatido y sometido vecino futbolístico del norte, apuntaba hacia horizontes donde justamente al futbol mexicano la cuesta trabajo competir.

La exportación. El sistema, el terreno, el camino para llevar más y mejores futbolistas a las mejores ligas y a los mejores clubes del mundo.

Estados Unidos ha “saltado” a la cancha de Denver con promedio de edad que, de forma impresionante, no supera los 23 años y una alineación donde 10 de 11 futbolistas actúan en territorio europeo y no solamente ello, sino que esos futbolistas son parte de clubes del máximo nivel futbolístico posible. Los hay del Chelsea, del Manchester City, de la Juventus, del Barcelona y del Borussia Dortmund. ¿Qué han hecho los estadounidenses? Generar “futbolistas de probeta”, nacidos en Estados Unidos, semi-desarrollados en sus escuelas, academias, clubes y enviados muy jóvenes a clubes europeos.

¿Qué hace el futbol mexicano? Sí, también exporta, pero una exportación que tiene otro ritmo, otro precio y también, salvo excepciones, otra calidad. Desde los días de “Chicharito” Hernández, ningún mexicano ha podido involucrar su nombre con el de algún club de “clase=A” europeo. Si acaso, Raúl Jiménez, quien juega en una liga como la Premier que esta cotizada, pero lo hace a través de un equipo como el Wolverhampton que no tiene una categoría competitiva importante en Europa. En México, el proceso de exportación cuesta más trabajo. Los planes para JJ Macías, para Sebastián Córdova, para Luis Romo y para Orbelin Pineda están ahí, prácticamente atorados, mientras cunden ejemplos como el de Rodolfo Pizarro, quien, teniendo las condiciones para jugar en el nivel máximo del futbol, fue parte de una operación interna millonaria que lo llevó de Chivas a Monterrey y, luego a Miami, a la MLS, con la promesa de que desde ahí “brincaría” al futbol europeo. ¿Qué pasa hoy? Que Pizarro viene de vuelta para jugar en Guadalajara o en Rayados y que sus intenciones y las del futbol mexicano de verle en los campos europeos parecen haberse agotado.

No existe el clima, ni las condiciones ni las voluntades para acelerar el proceso y llevar más futbolistas mexicanos a Europa, porque ello, al final de la historia, puede terminar marcando la diferencia entre dos selecciones que harán el Mundial en casa, el del 2026, y que aspiran a meterse entre las grandes potencias del juego. Sería una pena que, después de tener una cierta ventaja importante lograda y amparada en éxitos en la cancha y una supremacía en la calidad de los futbolistas, basados en la pasión que este deporte significa en un país y no en el otro, el futbol mexicano tenga que ver como su aspiración, su anhelo, su sueño, se haga realidad a través de la selección de los Estados Unidos.

La fórmula es sencilla y compleja al mismo tiempo: Coloca más y mejores jugadores en las “grandes ligas” y clubes europeos, y tendrás mayores posibilidades de acercarte, como selección, a las potencias de este juego. La noticia en Denver ocurrió antes del silbatazo inicial. Y ya desde ahí, México iba perdiendo…

@Faitelson_ESPN

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SAN DIEGO, California.- Fue antes del silbatazo inicial. Ya desde ahí, México iba perdiendo…

La principal advertencia del domingo ocurrió algunos minutos antes del juego que México perdió ante Estados Unidos en la final de la Copa de las Naciones de la Concacaf. La alineación del, generalmente, abatido y sometido vecino futbolístico del norte, apuntaba hacia horizontes donde justamente al futbol mexicano la cuesta trabajo competir.

La exportación. El sistema, el terreno, el camino para llevar más y mejores futbolistas a las mejores ligas y a los mejores clubes del mundo.

Estados Unidos ha “saltado” a la cancha de Denver con promedio de edad que, de forma impresionante, no supera los 23 años y una alineación donde 10 de 11 futbolistas actúan en territorio europeo y no solamente ello, sino que esos futbolistas son parte de clubes del máximo nivel futbolístico posible. Los hay del Chelsea, del Manchester City, de la Juventus, del Barcelona y del Borussia Dortmund. ¿Qué han hecho los estadounidenses? Generar “futbolistas de probeta”, nacidos en Estados Unidos, semi-desarrollados en sus escuelas, academias, clubes y enviados muy jóvenes a clubes europeos.

¿Qué hace el futbol mexicano? Sí, también exporta, pero una exportación que tiene otro ritmo, otro precio y también, salvo excepciones, otra calidad. Desde los días de “Chicharito” Hernández, ningún mexicano ha podido involucrar su nombre con el de algún club de “clase=A” europeo. Si acaso, Raúl Jiménez, quien juega en una liga como la Premier que esta cotizada, pero lo hace a través de un equipo como el Wolverhampton que no tiene una categoría competitiva importante en Europa. En México, el proceso de exportación cuesta más trabajo. Los planes para JJ Macías, para Sebastián Córdova, para Luis Romo y para Orbelin Pineda están ahí, prácticamente atorados, mientras cunden ejemplos como el de Rodolfo Pizarro, quien, teniendo las condiciones para jugar en el nivel máximo del futbol, fue parte de una operación interna millonaria que lo llevó de Chivas a Monterrey y, luego a Miami, a la MLS, con la promesa de que desde ahí “brincaría” al futbol europeo. ¿Qué pasa hoy? Que Pizarro viene de vuelta para jugar en Guadalajara o en Rayados y que sus intenciones y las del futbol mexicano de verle en los campos europeos parecen haberse agotado.

No existe el clima, ni las condiciones ni las voluntades para acelerar el proceso y llevar más futbolistas mexicanos a Europa, porque ello, al final de la historia, puede terminar marcando la diferencia entre dos selecciones que harán el Mundial en casa, el del 2026, y que aspiran a meterse entre las grandes potencias del juego. Sería una pena que, después de tener una cierta ventaja importante lograda y amparada en éxitos en la cancha y una supremacía en la calidad de los futbolistas, basados en la pasión que este deporte significa en un país y no en el otro, el futbol mexicano tenga que ver como su aspiración, su anhelo, su sueño, se haga realidad a través de la selección de los Estados Unidos.

La fórmula es sencilla y compleja al mismo tiempo: Coloca más y mejores jugadores en las “grandes ligas” y clubes europeos, y tendrás mayores posibilidades de acercarte, como selección, a las potencias de este juego. La noticia en Denver ocurrió antes del silbatazo inicial. Y ya desde ahí, México iba perdiendo…

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Estados Unidos ha “saltado” a la cancha de Denver con promedio de edad que, de forma impresionante, no supera los 23 años y una alineación donde 10 de 11 futbolistas actúan en territorio europeo y no solamente ello, sino que esos futbolistas son parte de clubes del máximo nivel futbolístico posible. Los hay del Chelsea, del Manchester City, de la Juventus, del Barcelona y del Borussia Dortmund. ¿Qué han hecho los estadounidenses? Generar “futbolistas de probeta”, nacidos en Estados Unidos, semi-desarrollados en sus escuelas, academias, clubes y enviados muy jóvenes a clubes europeos.

¿Qué hace el futbol mexicano? Sí, también exporta, pero una exportación que tiene otro ritmo, otro precio y también, salvo excepciones, otra calidad. Desde los días de “Chicharito” Hernández, ningún mexicano ha podido involucrar su nombre con el de algún club de “clase=A” europeo. Si acaso, Raúl Jiménez, quien juega en una liga como la Premier que esta cotizada, pero lo hace a través de un equipo como el Wolverhampton que no tiene una categoría competitiva importante en Europa. En México, el proceso de exportación cuesta más trabajo. Los planes para JJ Macías, para Sebastián Córdova, para Luis Romo y para Orbelin Pineda están ahí, prácticamente atorados, mientras cunden ejemplos como el de Rodolfo Pizarro, quien, teniendo las condiciones para jugar en el nivel máximo del futbol, fue parte de una operación interna millonaria que lo llevó de Chivas a Monterrey y, luego a Miami, a la MLS, con la promesa de que desde ahí “brincaría” al futbol europeo. ¿Qué pasa hoy? Que Pizarro viene de vuelta para jugar en Guadalajara o en Rayados y que sus intenciones y las del futbol mexicano de verle en los campos europeos parecen haberse agotado.

No existe el clima, ni las condiciones ni las voluntades para acelerar el proceso y llevar más futbolistas mexicanos a Europa, porque ello, al final de la historia, puede terminar marcando la diferencia entre dos selecciones que harán el Mundial en casa, el del 2026, y que aspiran a meterse entre las grandes potencias del juego. Sería una pena que, después de tener una cierta ventaja importante lograda y amparada en éxitos en la cancha y una supremacía en la calidad de los futbolistas, basados en la pasión que este deporte significa en un país y no en el otro, el futbol mexicano tenga que ver como su aspiración, su anhelo, su sueño, se haga realidad a través de la selección de los Estados Unidos.

La fórmula es sencilla y compleja al mismo tiempo: Coloca más y mejores jugadores en las “grandes ligas” y clubes europeos, y tendrás mayores posibilidades de acercarte, como selección, a las potencias de este juego. La noticia en Denver ocurrió antes del silbatazo inicial. Y ya desde ahí, México iba perdiendo…

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LOS ÁNGELES -- En el exilio, en el purgatorio virtual, como un ermitaño funcional, marginado del futbol organizado, desde ahí, Joseph Blatter sigue sacudiendo conciencias turbias.

"Los muertos que vos matáis gozan de cabal salud". Blatter puede parafrasear esta cita que se le adjudica equivocadamente a José Zorrilla. Y lo comprueba desde la simpleza brutal de un tweet.

Un trino del expresidente de FIFA provocó un tsunami con epicentro en el ombligo del poder de Sunil Gulatti. Y de paso alebrestó a Gianni Infantino. El gallo manda, pero las gallinas ponen los huevos.

USSoccer y el comité tripartita para la candidatura del Mundial 2026 se estremecieron. Estados Unidos, Canadá y México entendieron que, desde el plácido oscurantismo, en algún búnker paradisiaco, Blatter había lanzado a la carga su arsenal. Sí, FIFA y Sunil, ese mismo es, "el muerto que vos matáis y que goza de cabal salud...".

Blatter no necesitó de 280 caracteres para sembrar pánico. Sólo dijo que Marruecos debería ser la sede del Mundial 2026 y no la tercia americana. África dijo sí; las islas de Concacaf también; y la Conmebol y Asia guardaron ese silencio que otorga.

Sunil Gulati sabía que él es y será visto no sólo como la manzana de la discordia, sino como la serpiente misma que la ofrenda. Y este martes se fue, pero sin irse, del escenario.

Ya no aparece al frente del triunvirato norteamericano. Deja el puesto a Carlos Cordeiro, quien inicialmente iba a ser la granítica plataforma en busca de la reelección de Gulati en la USSoccer, hasta que éste decidió renunciar a la candidatura.

Nadie se engañe. Carlos es un Cordeiro en manos del lobo Gulati. Cuando en noviembre de 2017, Cordeiro se lanzó intempestivamente como candidato a suceder a Sunil, era evidente que debía ocupar la oficina de su mentor para protegerlo. La mariposa escapa, pero deja la larva.

Recordemos: una cosa es entregar el poder, y otra entregar el poder con todo y los esqueletos que pudiera haber en el armario del diminuto, astuto y maquiavélico indio con notables calificaciones en estrategias comerciales y administrativas en diferentes universidades.

Ahora, Cordeiro es cabeza del comité de caza del Mundial 2026. Al lado de Decio de María y del canadiense Steve Reed. Los tres tienen, según el boletín, el mismo poder, la misma voz y el mismo voto. Es decir: nada, cero.

Claro, usted está en lo correcto. Sunil Gulati se ha ido sin irse. Sigue dentro del comité, pero hay que buscar en el fondo del directorio, en la profundidad del organigrama, en la letra diminuta.

Claro, Sunil Gulati cree que ahí no lo podrán encontrar Blatter y sus feligreses. Chiquito él y enorme el organigrama. Eso cree...

Y cree, inocente, iluso, ingenuo, que con su Cordeiro, Decio y Reed como máscaras públicas, sus enemigos futboleros olvidarán su rostro y su animadversión. "El poder más peligroso es el del que manda, pero no gobierna", dijo Torrente Ballester... y Sunil lo sabe.

Entonces Gulati ha designado a su Cancerbero, ese mítico perro de tres cabezas con cola de serpiente que obedecía a Hades, el amo del inframundo, la muerte, vecindarios y anexas. Que hermosa concordancia de circunstancias entre la mitología y la realidad.

Por eso finge desaparecer Gulati. Juega a esconderse sin darse cuenta del tufo a azufre que le escolta. "Todo poder es una conspiración permanente", escribió Honorato de Balzac.

Por si ya lo olvidó, y se pregunta usted por qué el mundo entero y galaxias circunvecinas ven con ceño fruncido y bufan aliento a patíbulo contra Sunil Gulati, le recuerdo lo que fuimos desglosando aquí varias veces: él fue quien entregó la punta de la madeja, la madeja completa, las agujas y el costurero, con el gato incluido, a Loretta Lynch, quien desató una fascinante y puntual cacería contra todos aquellos que sobornaron y fueron sobornados en torno a los torneos de futbol en el mundo.

Obviamente, Sunil Gulati, traicionando a sus iguales, pero ayudando a la justicia, se enteró que súbitamente lo dejaron de seguir en FaceBook, Twitter, Instagram y hasta Tínder, más de una centena de personajes que fueron citados a declarar, algunos negociando su libertad, otros tras las rejas, otros libres bajo fianza o restituyendo los daños, y otros más con arresto domiciliario. Claro, tras las rejas no se dan "likes" ni retweets.

Ya mencionamos en Raza Deportiva de ESPNDeportes que Jack Warner, también con sigilo, y con esa aterradora danza de quienes atacan a traición, ha hecho su labor, absolutamente hermética, entre las islas del Caribe a favor de Marruecos.

Hoy, el Mundial 2026 está más lejos que nunca de América y más cerca de África. El voto de junio en Moscú, será un voto de castigo contra Sunil Gulati y quienes cerraron filas en torno a él.

Y claro el golpe también repercutirá como remezón en los cachetes de Gianni Infantino. El poder deja de serlo cuando no se abusa de él.

Verán, entonces, Sunil e Infantino que "los muertos que vos matáis, gozan de cabal salud...".

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