LOS ÁNGELES -- La fatalidad para México siempre se colapsa a once pasos de la gloria. Este martes la historia confirma su reincidencia en las tandas de penaltis. Brasil 4-1, tras un estrujante, magnífico y casi doloroso trámite de casi 130 minutos. El 0-0 era un homenaje al Tri Olímpico y una jaqueca para los amazónicos.
Como ayer, como hoy, como siempre, México acudió a su cita en ese manchón blanco de todas, y de sus mayores y oscuras desgracias. Fallan El Mudo Aguirre y Johan Vásquez. Lo elimina Brasil con la perfección genética de golpear con potencia y erizándole la piel a los postes. El eterno Alves, Martinelli, Guimaraes y Reiner, superan por un centímetro los acertados lances de Guillermo Ochoa. Si no se hubiera cortado las uñas…
Bien lo describía Juan Carlos Osorio: “Los penaltis en los entrenamientos son un gesto técnico, pero, en los partidos, son un gesto espiritual”. Ahí, en el estadio de Kashima, el alma se escapó de Aguirre y de Vásquez.
La derrota rezuma --exuda--, a fracaso. Porque además, el fracaso no tiene matices ni consuelos. El fracaso entierra y destierra. Pero, hay quienes sobreviven. Afortunadamente lo hacen los valientes, y lamentablemente, también, los cínicos.
Dicho está que fracasar no convierte a nadie en fracasado, sino en aprendiz del fracaso, que es el tutor más eficiente y más despiadado. Las selecciones mexicanas, eruditas en el tema, reciben un nuevo aleccionamiento.
Cierto, Brasil fue mejor en un juego que se eternizaba en las piernas agobiadas de los jugadores mexicanos. Los músculos y los pulmones caducan siempre antes que el corazón. Guillermo Ochoa había sido la figura, mientras Luis Romo tenía esa estampa inconfundible de ser el mejor futbolista mexicano del momento.
¿Diego Lainez? Tanta pasión, entrega, rabia y futbol, en ese envase pequeñito, en ese cuerpo rebelde y menudito. Una hormiga que debe contemplar esa cigarra que huyó de Tokio para apoltronarse en el Getafe. Sí, J.J. Macías fracasó antes que todos.
Paciente, armonioso, atlético, denso, devoto, concentrado, Brasil lidió con las ansias de heroísmo de los mexicanos. Dani Alves traga pastillas de eternidad marca Chabelo, y termina la zacapela con la humanidad intacta. Es el Dorian Gray del futbol.
Insisto, el 0-0 que prevaleció, que sobrevivió con esa mueca de angustia a esos casi 130 minutos, enaltece más a Brasil que a México, porque la tozudez y la gallardía de los tricolores, lustra aún más el pase de los amazónicos a la Final de los Juegos Olímpicos.
Seguramente el pizarrón de las estrategias de este Tri Olímpico le pertenece a Gerardo Martino, pero para mantener viva la llama, el pundonor competitivo, cuando ya sólo quedan cenizas en la hoguera física y atlética de los jugadores, hay que sentir el fuego de raza, de sangre, del nativo, de eso se encargan Jaime Lozano y el mismo Ochoa. En retóricas “juangabrielescas”, a la selección de Copa Oro le faltó lo que la olímpica tiene de más. Gónadas, pues, en términos glandulares y anatómicos.
La desazón y el insomnio que le generó al Tata Martino, la excursión fallida en Copa Oro, los amaina, los suaviza, lo que ha observado en la olímpica. Su híbrido gozará de cabal salud para el Octagonal Final de la Concacaf. En la Copa Oro, la medalla fue de cobre, en Tokio, la esperanza es el bronce para esta raza de bronce, o La Raza Cósmica, la quinta raza, según José Vasconcelos.
Una historia conocida, pues: del 0-0 que enaltece, que engalana, hasta la fatalidad aciaga desde el manchón de todas las tragedias. En el futbol, cuando México garabatea cuentos de hadas, aparece la siniestra sinergia de todos los perversos hados de su pasado. Pero, nada es o nada debe ser para siempre…
André-Pierre Gignac 'canta' al mismo son que Chavela Vargas
México debutó goleando en el fútbol masculino
LOS ÁNGELES -- En el bosque de exitosos jugadores extranjeros, André-Pierre Gignac aún trata de crecer a la sombra de ejemplares más poderosos: Carlos Reinoso, Miguel Marín, Alberto Quintano, José Saturnino Cardozo, Rafael Albrecht, Juan José Muñante.
Algunos de ese enjambre de laboriosos y fértiles futbolistas decidieron arraigarse en México. Otros se han vuelto históricos, imprescindibles en los recuentos de fascinación de un futbol que, internacionalmente sólo se asoma a la frugalidad tristona de la fase de grupos en Copas del Mundo.
André-Pierre Gignac ha creado un poderoso vínculo con México, especialmente con Monterrey, y especialmente con las pasiones que despierta Tigres, en su universo, pequeño, pero su universo al fin.
Ese sentido de pertenencia, al principio despertó sospechas. Un oportunista más, extorsionando sentimentalmente a una región futbolera urgida de ídolos. El tiempo ha certificado la genuinidad de Gignac.
Avecindarse en Monterrey, ilusionarse con dirigir desde el escritorio a Tigres, desechar ofertas de la MLS y de Brasil y Argentina, escenifican, de momento, la lealtad del jugador francés a una cofradía felina que se regocija por esa devoción, pero que se preocupa por su eventual longevidad en las canchas.
Gignac tuvo un gesto cargado de emotividad y de audacia. Este jueves, México humilló a Francia 4-1. Él estuvo ahí. Marcó desde el manchón. Juntó las manos e hizo una reverencia como ofreciendo disculpas a su afición adoptiva, por flagelar la portería de Guillermo Ochoa.
“Ellos (los mexicanos) metieron de todo: agresividad, experiencia, pusieron más hue... A nosotros nos faltó un poco de todo, sabíamos que íbamos a enfrentar a un equipo experimentado”, dijo de entrada el delantero felino.
“Es más que merecido (el 4-1 a favor de México), tenemos que decir lo que es. Ellos pusieron todo en su canasta y nosotros pusimos un poco de nada. Creo que tenemos suerte de no salir con cinco o seis goles. Nos faltó experiencia, concentración, agresividad, todo. Tendremos que tener la cabeza bien puesta para clasificarnos porque no quiero volver a Francia después del tercer partido", dijo el delantero de Tigres a Le Parisien.
En Instagram, Gignac alargó su discurso: “Resultado lógico… mañana habrá que sacar la decepción. Quedan dos partidos y se viene muy rápido el domingo. Podemos hacerlo. Vamos a hacerlo. Vamos, Federación Francesa de Futbol. Felicidades, México. Ganaron merecidamente y con gran futbol”.
Además de labores filantrópicas en Monterrey, las cuales trata de mantener en secreto, Gignac se ha convertido en un espontáneo embajador de México, y en conversaciones transoceánicas contrasta las noticias oscuras sobre el país (violencia, inseguridad, pandemia), resaltando sus virtudes y valores.
El verso de “amo a México y le estoy muy agradecido porque me ha dado todo”, escapa al discurso de Gignac. Decirlo, se dice en un resoplido. Agradecerlo seriamente, se hace de otra manera, a la suya, con hechos.
Por lo pronto, curiosamente, mientras que la papelería de Rogelio Funes Mori, vía “coyotaje” de la FMF, procedió de manera expedita, ridículamente rápida, para naturalizarse mexicano, el proceso del francés llevaba más de dos años de demora. México mágico.
“¿Qué si es cierto que solicité la nacionalidad mexicana? Sí, es cierto. Es muy posible que me quede a vivir en México, eso no me asusta. Allí tengo una calidad de vida que no tendría en Francia. Además, quiero tener la doble nacionalidad como mis hijos Éden y Mavy. Son mexicanos y franceses, así que quiero ser como ellos. No niego a Francia, no niego a mi país, al contrario soy muy orgulloso de ser francés”, declaró a la revista RMC Sport.
Finalmente en abril de 2021, el mismo Gignac hizo pública su naturalización a través de L’Equipe. “Acabo de aprobar mi examen de naturalización, preguntas sobre cultura general e historia de México, teníamos este deseo mi esposa y yo de convertirnos en mexicanos como nuestros dos últimos hijos que nacieron en Monterrey”, declaró.
Convencido de que hay una oficina para él en Cemex y Tigres, Gignac desdeña sentarse en el trono en llamas que es el de director técnico. Está convencido que organizar el proyecto global de una institución a largo plazo, hará más por Tigres que hacer la chamba semana a semana.
Por lo pronto, fue el jugador determinante para que su paisano Florian Thauvin llegara a Tigres, con el diploma de Campeón del Mundo, aunque sin muchos minutos en su alforja durante la gesta de Rusia 2018.
Es el primer reto para Gignac. Thauvin fue una sombra errante en el juego del jueves ante México. Y Florian sabía que millones de mexicanos estarían atentos a ese juego, y que la afición de Tigres esperaba ver pinceladas deslumbrantes de su flamante contratación.
Queda claro que Gignac tendrá que llevarlo a cuestas. Si bien nadie facilitó la adaptación del francés a México, en especial a Monterrey, ahora él tendrá la obligación y la urgencia de ayudar a la pronta adaptación de Thauvin.
Su esposa Déborah y él, se hicieron cargo rápidamente del proceso de ambientación. Pronto, el futbolista ha llegado a dominar el español, incluso con un doctorado en el difícil arte de los albures y el doble sentido.
Tanto él como su esposa entendieron que mimetizarse y empatizar con su entorno era la tarea primordial para convertirse en uno más de la nueva aventura. Incluso, su cónyuge es quien encabeza las labores altruistas de ese matrimonio.
Y claro, tras el pasaje áspero, arisco, en el rompimiento de Ricardo Ferretti con Tigres, su nuevo entrenador, Miguel Herrera, lo espera con ansias. El Piojo juramentó en redes sociales que el francés “se va a “hartar de hacer goles” bajo la nueva propuesta futbolística.
Y Herrera también espera mantener al tope a Thauvin, en esa alianza con Gignac. Ha sido una inversión generosa, que deberá empezar a arrojar resultados inmediatos, al regresar los seleccionados nacionales a sus respectivos equipos.
Porque además, El Piojo sabe que André Pierre es el embajador que necesita dentro de la cancha, ahí donde sus chiflidos y gritos a veces no se escuchen, conforme, paulatinamente, regrese la gente a los estadios, luego del nuevo cadenazo que ha provocado la pandemia de Covid-19.
“Siempre está preguntando, siempre está cuestionando, siempre está sugiriendo, siempre está exigiendo. Es un metiche”, comentó, entre risas, alguna vez a los medios Ricardo Tuca Ferretti, al referirse a Gignac, con quien había lazos muy fuertes, más allá de algunas confrontaciones verbales al calor de los juegos.
Por lo pronto, el francomexicano ya ocupa un sitio estelar en las estadísticas de Tigres, rebasando incluso a otros íconos felinos, como Tomás Boy y Oswaldo Batocletti, y con gestos y declaraciones, como las hechas durante y tras el partido con México, Gignac se garantiza a un sitio en el Salón de la Fama del futbol mexicano.
Sin duda, con muchos más derechos morales y espirituales que el oportunismo de Rogelio Funes Mori, André Pierre Gignac sí podría citar la frase irreverente y clásica de la costarricense Chavela Vargas: “Los mexicanos nacemos donde nos da nuestra chingada gana”.
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SAN DIEGO, California. - Era mitad del verano de 1994 en el Cotton Bowl de Dallas. Hacia un calor insoportable mientras yo había logrado "el gol de mi vida", quizá el único que hice en mi breve carrera como futbolista de barrio. Un centro de José Ramón por el lado derecho que bajé de pecho y que conecté de volea para hacer inútil la estirada de Rafa Puente que levantaba la mano pidiendo un fuera de lugar inexistente. Un golazo. Tras las felicitaciones de mis compañeros, atendí un llamado desde la banca donde se encontraba el entrenador del equipo "Brozil" (el cuadro de Víctor Trujillo que enfrentaba al de "Ponchalia" de Andrés Bustamante).
Tenga, me dijo y cuando yo esperaba una felicitación o al menos una consideración del legendario entrenador que presumía el conjunto de "Brozo", me encontré apenas con el esbozo de una sonrisa. A cambio de ello, me tiró una toalla.
- ¿Y para qué quiero la toalla?, le pregunté a manera casi de reclamación.
- "Para que vaya usted y limpie ahí el área...".
Ignacio Trelles, Don Nacho, al más puro y directo estilo de su personalidad. Pasamos dos meses extraordinarios en Dallas como parte del equipo de trabajo de TV Azteca en el Mundial de los Estados Unidos. Me dio algunas recomendaciones, entre otras, una que jamás olvidaré, cuando antes de entrar al aire en el programa "Los Protagonistas", luego de un incidente en Nueva York en el que junto a André Marín nos vimos involucrados en una situación delicada -agresiva- con un policía, Trelles me tomó del brazo y me instruyó: "Usted jovencito va a decir la verdad, sólo la verdad...".
Es imposible concebir la historia del futbol mexicano sin Don Nacho. Fue él quien llevó este juego de un paraje semiprofesional y romántico a los tiempos modernos que hoy conocemos. Junto con sus contemporáneos, José Antonio Roca y Raúl Cárdenas, puso las bases de lo que para bien o para mal es nuestro futbol de hoy en día.
Trelles fue un adelantado a sus tiempos. Su personalidad fue capaz de aglutinar a grandes equipos de futbol, entre ellos el Cruz Azul, con el que marcó toda una época consiguiendo el bicampeonato de finales de la década de los setenta y principios de los ochenta. Condujo a la selección mexicana a los mundiales de 1962, en Chile y 1966, en Inglaterra. En el mundial sudamericano consiguió el primer triunfo mexicano de un Campeonato Mundial, aquel 3 a 1 (7 de junio de 1962) sobre la Checoslovaquia de Masopust, Masek y Scherer con los goles de Isidoro Díaz, Del Águila y Héctor Hernández.
"Don Nacho era un tipo que nos inspiraba desde el vestidor", me contó recientemente, durante una entrevista Antonio "La Tota" Carbajal, el portero las cinco Copas Mundiales de México. "Él daba una instrucción y nosotros le creíamos. Fue como un padre para todos nosotros".
Su lenguaje irónico, mordaz, satírico, muchas veces en doble sentido le valió para ganarse una reputación en las canchas, con los futbolistas, los árbitros y los medios de comunicación. Recuerdo que, a inicios de los noventa, tras una derrota del Puebla, que él dirigía, ante el América, manchada por la polémica tras un incierto trabajo arbitral salió al paso de los reporteros en el Estadio Azteca. "Feliz Navidad, Feliz Navidad", vociferaba mientras hacia señas hacia el vestidor de los silbantes.
- "Don Nacho… ¿Le pareció justo el arbitraje de esta noche?", le preguntaban.
- "Feliz Navidad", respondió antes de subirse al autobús del equipo camotero dejándonos a los periodistas con la esperanza de un reclamo que valdría las "ocho columnas".
Dirigió al América -sin ganar títulos-, pero no a las Chivas y se dio tiempo para demeritar al Clásico y a los Clásicos que iban surgiendo alrededor de los clubes más populares del país. "¿Clásicos? Clásicos, los cerrillos", dijo sobre la conocida marca de fósforos en México.
Hay otra anécdota de la que fui testigo en mis comienzos en el periodismo. A finales de los ochenta, en el Estadio Olímpico de la Ciudad Universitaria, la U de G de Trelles ante los Pumas. En la banca de los llamados Leones Negros aparecía un futbolista muy conocido de la época: Humberto Romero "Romerito". Por una cuestión disciplinaria, Trelles decidió dejar en la banca a Romero, pero este, durante la mayor parte del segundo tiempo insistía en ir al campo para revertir el marcador que no favorecía a la Universidad de Guadalajara.
- "¿Puedo entrar ya Don Nacho?", insistía el futbolista.
- "Espérame, 'Romerito'. Yo te digo", le respondía casi jocosamente Trelles sin apartar la mirada de la cancha.
Y así, repetidamente, insistía "Romerito" en jugar, hasta que, tras otro par de intentos, Don Nacho "explotó", muy a su estilo...
- "Venga para acá, 'Romerito'. Mire usted. Vaya con el cuarto árbitro, si nos permite jugar con 12 futbolistas, usted juega...".
El futbol mexicano le debe mucho a Trelles. No sería hoy lo bueno y hasta lo malo que es sin su atribución. Habrá un espacio para él en el libro de la historia de nuestro juego. Y Jamás lo olvidaremos, siempre, en cualquier banca del futbol mexicano, habrá espacio para el entrenador de los entrenadores. Don Nacho, QEPD.
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No hay en este momento ni voluntad, ni fuerza, ni forma de pensar en que los Juegos Olímpicos transcurran en las fechas establecidas. Entiendo la complejidad de organizar la justa olímpica, la cantidad de atletas, de países, de visitantes, la estructura e infraestructura y el impresionante despliegue de seguridad, pero los atletas, que son la parte esencial del movimiento olímpico, no estarán preparados ni física ni mentalmente para competir. La postergación es inevitable. No veo unos Olímpicos en Tokio antes del verano del 2021… La celebración de la humanidad tendrá que esperar…
SAN DIEGO, California. – “Celebremos a la humanidad”. Ese es el eslogan favorito del movimiento olímpico de la era moderna, pero a la humanidad hay que celebrarla cuando sea el tiempo correcto de hacerlo. El verano del 2020 no lo es…
Ni Juegos Olímpicos, ni Eurocopa. El verano o la mayor parte de él, servirán para completar calendarios, terminar ligas, coronar campeones y disipar el miedo que se ha generado en cada rincón del planeta. Ya habrá tiempo suficiente para enaltecer el legado olímpico y celebrar a la humanidad.
Los deportes profesionales vivirán de un asterisco, al igual que otras muchas actividades que no son transcendentales parta la vida humana.
No sólo se trata del tiempo y la manera en la que se definirán la mayoría de las ligas de los diferentes deportes profesionales. Se trata del cómo, en qué forma física y mental se presentará el deportista al hacerlo. Hemos perdido ya demasiado tiempo y sobre todo fuerza mental sin que el asunto haya llegado ni siquiera a un esbozo de su cercano final. El deporte puede declararse nulo por un semestre y reiniciar con otra fuerza en la segunda parte del año.
Solo en la cabeza de algunos miembros del Comité Olímpico Internacional cabía --o todavía cabe-- la idea de “salvar” Tokio 2020 para este verano. Se han descompuesto la mayor de los procesos, de clasificación y de preparación rumbo a la cita. La cabeza del atleta está en otra parte, justo donde deben estar ahora y no en perfeccionar tiempos, distancias, formas y estilos para arribar a la justa. Los Juegos Olímpicos son complejos en organización (más de 11 mil atletas de más de 200 países en más de 30 disciplinas), pero el atleta sigue siendo la inspiración más trascendente de los aros y del fuego olímpico. Si ellos no están listos, los Juegos, tampoco. Creo que la decisión más coherente será postergarlos hasta el verano del 2021. Los Juegos solamente se ha visto afectados, históricamente, por conflictos bélicos mundiales. Esta, la que vivimos actualmente, también es una guerra que puede tener consecuencias desastrosas para la humanidad. El COI debe entenderlo.
Dejemos que el ser humano supere esta crisis. Una vez que ocurra, que guardemos respeto por quienes perdieron la batalla, una vez que curemos a los enfermos, que aprendamos de esta crisis y tragedia, que recuperemos energía y moral, entonces podremos enfocarnos en otros asuntos, uno de ellos, el verdadero mensaje del olimpismo: celebrar a la humanidad…
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" Los escándalos de corrupción de Río 2016, las bajas ganancias de Londres 2012, el altísimo costo de Beijing 2008, los problemas económicos de Atenas 2004, el poco efecto turístico de Sidney 2000, han creado un caldo de cultivo para que tanto sociedades como empresas y gobiernos piensen más de dos veces en buscar ser sede.
El 13 de septiembre de 2017 se otorgaron de manera oficial las sedes de los Juegos Olímpicos de la tercera década del siglo XXI, que con anterioridad ya habían sido negociadas entre las dos candidatas a los Juegos de 2024.
Los Ángeles son elegidos con 11 años de antelación; mientras que París tendrá que esperar siete años para la justa; son sin duda periodos de tiempo muy largos. Esto tiene su explicación en que los Olímpicos, lamentablemente, no son demandados y anhelados como antes, han caído en una crisis no sólo económica, sino también política y social, una crisis de credibilidad, principalmente herencia de Río 2016 y Brasil 2014.
Los Olímpicos de 2016 fueron buscados por Tokio, Madrid, Chicago, Doha y la ganadora Río. Los juegos de 2020 tuvieron a Madrid, Estambul y la ganadora Tokio; lo que observamos es una disminución de las ciudades candidatas.
Para 2024, se preenlistaron Roma, Budapest y Hamburgo, que ya no fueron oficialmente candidatas, quedando sólo dos: París y Los Ángeles. La disminución progresiva de candidatas nos indica el descontento social, el faltante de patrocinadores (la marca de hamburguesas anunció su próximo retiro), la menor disposición de dirigir recursos públicos, los problemas de seguridad con un terrorismo creciente, los altos costos, el problema de qué hacer con las instalaciones (elefantes blancos), etcétera.
El Comité Olímpico Internacional (COI) reaccionó ante los temores de no tener candidatas, o que sólo Los Ángeles se presentará para 2028. Entonces, negoció y otorgó de un golpe ambas sedes.
Los escándalos de corrupción de Río 2016, las bajas ganancias de Londres 2012, el altísimo costo de Beijing 2008, los problemas económicos de Atenas 2004, el poco efecto turístico de Sidney 2000, han creado un caldo de cultivo para que tanto sociedades como empresas y gobiernos piensen más de dos veces en buscar ser sede de unos Juegos Olímpicos. Los alemanes son un ejemplo, en referéndum votaron en contra de los Juegos de Verano e Invierno, en Hamburgo y Múnich.
Los escándalos de corrupción dentro de la FIFA, sus confederaciones y los casos de (los Mundiales) Alemania 2006, Sudáfrica 2010, Qatar 2022, pero principalmente el de Brasil 2014, también han afectado. Ambos eventos, Mundial y Olímpicos, se han contaminado de poca credibilidad, pasando de símbolos de pureza deportiva a sinónimo de corrupción, comercialización y dopaje.
Han pasado de megaeventos a gigaeventos. El crecimiento desmedido de ambos eventos deja a muchos países sin posibilidades económicas y organizativas para poder albergar las justas deportivas, y las naciones que pueden, se lo cuestionan.
Los Olímpicos estuvieron en crisis económica en los años de la Gran Depresión, además de los efectos de la Primera Guerra Mundial. Los Juegos de Los Ángeles 1932 vinieron al rescate, y a pesar de tantos problemas se pudieron realizar, pues los europeos estaban descartados. Fue hasta Berlín 1936 que la justa repuntaría.
La Guerra Fría dio un golpe casi de muerte a los Olímpicos, debido a la política. Nuevamente, la ciudad de Los Ángeles (1984) efectuaron los Juegos, después de ser candidatos únicos, bajo el argumento de reutilizar las instalaciones, disminuir costos, etcétera. Fue hasta Barcelona 1992 que la justa volvió a tener fuerza. Una vez más, Los Ángeles (2028) sale al rescate como candidata única.
Tanto París como Los Ángeles serán por tercera vez sedes olímpicas; con la encomienda de darle brillo nuevamente a la Carta Olímpica; reenamorar a la sociedad; ser honestos; ecológicos; comerciales, pero sin excesos; volver a los Olímpicos otra vez anhelados y que para 2032 sean nuevamente buscados por varias sedes y se efectúen unos juegos revolucionados.
Aunque todo parece indicar, hoy, que Asia se llevaría esos juegos y la principal candidata sería Beijing, seguida muy de cerca por Shanghái. China se mostraría aún más como potencia, que ya lo hizo en 2008, aunque no podemos descartar a India, que así mostraría su entrada a la élite de sedes deportivas que deben tener como base el crecimiento político, económico y diplomático.
Con información de Erasmo Zarazúa, académico e investigador de la Universidad Iberoamericana
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Los propósitos de Ricardo Peláez son muy positivos y buenos: un equipo serio, con orden, proyectos y que apuesta por la continuidad, pero la presión externa en el América es terrible. La han vivido por décadas. No es un “equipito” de barrio que resuelve sus problemas con un par de promesas o de mentiras. En el América pesa mucho lo que digan los americanistas, su tribuna, su entorno, que son, al final del día, “clientes” de la televisora y de lo que vende esa televisora que es dueña del América. Manipularlos no será sencillo, esta vez , ni en estos tiempos. Veremos hasta donde aguanta Peláez esa presión...
LOS ANGELES, CA.- Admitirlo sería tanto como admitir el fracaso. El americanista es un tipo orgulloso: aunque esté caído, golpeado, ultrajado, intenta salir de la situación “tirando golpes”. La conferencia de prensa del martes fue tan sólo un montaje. El América pretende sostener planes, proyectos como una institución seria, dice su presidente deportivo, pero la presión externa es más poderosa que los propósitos de cualquier directivo. El América es una "olla express". Tendrá más y más presión... Y al final, terminará explotando.
“Alea iacta es...”, la frase, el latín, es atribuida a Julio César, cuando, tras la derrota de Vercingetorix volvía a Roma a través de un río que le estaba prohibido cruzar. “La suerte está echada”, dijo el estadista y militar romano.
El América no sólo perdió con Chivas un juego de altas emociones, también, fue vulnerado, le pasaron por encima en una noche que los americanistas recordaran siempre con amargura: el equipo fue incapaz en lo futbolístico y luego, cuando sugirió la tradicional presencia de fortaleza anímica para “despertar”, ello jamás ocurrió. Durante poco más de noventa minutos, desde su palco, los enrojecidos ojos de Peláez buscaban alguna “pista” de un equipo que pudiera sobreponerse y darle las alegrías que los aficionados necesitan en el festejo del Centenario. El América jamás insinuó algo de ello. Todo lo contrario: se fue haciendo más pequeño y más vulnerable mientras el rival lo atosigaba, lo arrinconaba y lo aplastaba.
Futbolísticamente, América fue claramente superado en el medio campo. La desesperación era evidente en personajes comúnmente seguros como Oswaldo Martínez y “El Chepe” Guerrero. Hacia el frente, el equipo produjo poco. Rubens Sambueza desapareció al igual que el ecuatoriano Ibarra. Carlos Darwin Quintero aportó casi nada en el tiempo que estuvo en la cancha y Silvio Romero no tuvo balones para hacer daño. El América, con uno de los planteles más ricos y poderosos de la Liga MX, pareció extrañar demasiado al veterano Oribe Peralta. Los cambios que Ambriz propuso jamás pusieron al equipo en capacidad de competir ante unas Chivas que aparecían en otra revolución cuando defendían, atacaban, tocaban y contragolpeaban.
Y puede que los números no apremien demasiado: el América ha sufrido un par de derrotas en el torneo, ambas en casa, ambas por diferencia de tres goles y ambas antes rivales que le suponen algo especial. Antes del fracaso del sábado contra Chivas, habían sucumbido, a finales de julio, contra un candidato al título como Tigres. Pero el problema está en las formas, en las maneras, en los modales para perder. Un equipo como el América no puede darse ciertos “lujos”, como el concederse una “noche libre” de sábado para perder ante su acérrimo rival justo cuando lleva un escudo en su camiseta que destaca la celebración de sus primeros 100 años de vida.
Yo creo que “la suerte” de Ambriz está echada. Un “Plan B” o uno “de emergencia”, como usted quiera llamarle, ha sido puesto en operación. Están buscando opciones, analizando nombres y posibilidades, porque las oportunidades se han agotado y el equipo no puede permitirse un nuevo paraje donde le falten respuestas para tantas preguntas.
El América fue exhibido en pleno festejo del Centenario, mientras Ricardo Peláez fruncía el ceño, apretaba las manos y se mordía la parte interior del labio. Es tiempo de tomar decisiones.
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Esa parece ser la realidad de la "defensa" que el América planteó 72 horas después de su vergonzosa actuación en el Clásico. Peláez habla de un club serio que respeta tiempo y proyectos, pero la realidad es otra. Ellos saben bien que la forma Ambriz está agotada y que están lejos, pero muy lejos, de la certeza con la que necesita vivir un club como este cuando está celebrando un acontecimiento tan especial como sus 100 años de vida. La decisión de confirmar a Ambriz es una "salida falsa". La verdad es que no tiene con quien suplirlo.
LOS ANGELES, CA.- Un martes por la mañana, con el sol abnegado sobre Coapa, el América decidió defenderse. Y trato de hacer justamente lo que no hizo 72 horas antes en la cancha. Ricardo Peláez salvaguardó la idea de un club serio que respeta sus proyectos. Ignacio Ambriz "se calentó", estaba fuera de su zona de confort y comenzó a lanzar amenazas y a colocarse uno que otro ultimátum. Y los jugadores estuvieron tranquilos, casi tan ausentes como en el Clásico ante Chivas, con Moisés Muñoz siendo el más brillante de todos.
Los americanistas suelen ser orgullosos hasta el último momento. Y aunque sabe que "la nave se hunde", ellos ven hacia otro horizonte y casi declaman: "Este club es grande. Nada ni nadie puede hacerle daño. Saldremos adelante amparados en la grandeza de nuestros colores y nuestro espíritu".
Pero, al mismo tiempo en que aplaudo la seriedad, el respeto por los proyectos y los tiempos, yo le preguntó a Ricardo Peláez: ¿Qué pasa si dentro de una semana, el América pierde el partido --otro Clásico-- ante Cruz Azul? ¿Habrá más tiempo para Ambriz? ¿Se le respetarán las condiciones que él mismo ha puesto de terminar siendo campeón del futbol mexicano? Yo no apostaría por ello.
En su cocina, el América es una "olla express". Su entorno adquiere tal presión y tal temperatura de esa presión, que puede estallar en cualquier momento. Los que han dirigido y tomado decisiones en el América saben que lo que hoy es "blanco" mañana puede ser "negro". El clima en el club cambia repentinamente. Ambriz está bajo una tormenta. La forma de salir de esa "tormenta", por ahora, es con resultados, pero a veces ni siquiera eso mitiga la ausencia de confianza y de certidumbre.
La realidad, o mi realidad, es esta: el América no ha cambiado de entrenador porque no tiene un "candidato" que reúna las condiciones para tomar el puesto. En estos tiempos, el entrenador del América debe ser un tipo con la personalidad adecuada para aceptar las maneras y las formas del presidente deportivo. Tiene que ser un hombre que acepte el temperamento y la injerencia de Peláez en la cancha y en el vestidor. El América probó con dos entrenadores ganadores y experimentados. Ustedes conocen lo que sucedió con Antonio Mohamed y con Gustavo Matosas. Esos dos ejemplos cunden y pesan al momento de tomar una decisión.
En plena crisis, porque perder 0-3 el Clásico ante las Chivas en el Azteca y justo cuando estas celebrando tu Centenario significa "crisis", el América se defiende como "gato bocarriba". La realidad, es que Ambriz sigue porque no hay otro.
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¿Quién necesita más a quien? ¿Pulido a las Chivas o las Chivas a Pulido? Esa podría ser la pregunta más importante en la que está por convertirse ya en la transacción más impactante del verano futbolístico mexicano. Un jugador que los 25 años trata aún de forjarse una carrera regular en las canchas y un club que esta dispuesto a probarlo todo para tratar de volver a los sitios que históricamente le corresponden en el futbol mexicano. Chivas y Pulido responden hoy al grito de la desesperación por ser más de lo que han sido en la ultima época. ¿Quién necesita más a quien? Es una pregunta cuya respuesta conoceremos con al correr del balón, al aumento de las pulsaciones y la presión misma del vestidor y de la tribuna.
LOS ANGELES, CA.- Y de pronto, casi de la noche a la mañana, Chivas amanece como un “super-equipo”, remasterizado y re potencializado en todas sus líneas y con una moral que le permite volver al sitio que históricamente le corresponde en el futbol mexicano.
El futbol es casi un capricho mental; un día no existes y al otro eres el mejor. Todo depende de un resultado, de un momento anímico y hasta del anuncio de la llegada de un futbolista que sin haber ganado nada todavía es ya la esperanza máxima para conducir al club al siguiente nivel competitivo.
En Tigres no tuvo tiempo de hacerlo, tampoco en la selección mexicana que se alistaba para los Juegos Olímpicos del 2012 y donde no soportó el corte final de futbolistas. Pulido fue aplaudido ++por algunos, no por Tigres, claro ++ cuando decidió romper las cadenas que le ataban al futbol mexicano y buscar un desarrollo en el nivel de competencia más elevado que proponen las ligas europeas. Ahí, en el futbol griego, tampoco logró una adaptación completa. El Olympiacos lo tuvo y no lo tuvo y al final, no pareció lamentar demasiado su partida.
El regreso de Pulido al futbol mexicano resolverá sus problemas contractuales. Tigres, finalmente, cederá y el presumible veto que existía sobre el jugador destrabaría, entonces, un posible llamado a la selección, pero antes de que ello ocurra, Pulido tiene que ser una realidad en la cancha de futbol. Tiene que tener consistencia, regularidad y mostrar que realmente quiere convertirse en el jugador que la mayor parte de los expertos consideran que puede ser. Hoy, vive más de la fantasía que de la realidad.
Hay un cumulo de sentimientos encontrados en el tema. Primero, se trata de un jugador que el futbol mexicano quiere “reactivar” como proyecto a futuro y por el otro, se trata de un futbolista que luchó demasiado para romper “las cadenas” que le ataban a México en busca de crecer en un futbol de mayores dimensiones. Es una repatriación que Chivas hace por la necesidad inmediata que tiene de ofrecer un equipo competitivo en la cancha y que pueda, en una liga de clubes poderosamente reforzados por extranjeros, pelear por el campeonato. Lo normal sería que Chivas trabajara y buscara a un jugador como Pulido en sus fuerzas básicas. No lo tiene. No ha sido capaz de producirlo y está acudiendo, sí, a un plan emergente.
Pulido está de vuelta en casa. Ha regresado al futbol mexicano con “más pena que gloria”, ha vuelto al curso anterior cuando parecía listo para otra clase de materias, de profesores y de compañeros en la clase. E intenta aún convencernos de que puede ser un futbolista extraordinario.
Chivas y Pulido han respondido a una necesidad mutua de ser y demostrar lo que no han podido establecer en la última época. Parece una “buena unión”, pero tiene y tendrá siempre sus condicionantes. Ya veremos en qué y en cómo termina la historia.
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Y hay buenas razones para creer en ello. Las más sólida se dio a partir de lo que vimos en los escenarios deportivos de estos Juegos Olímpicos. Dos atletas maravillosos de todas las épocas como Michael Phelps y Usain Bolt en el esplendor de sus trayectorias. No existe el "mundo perfecto" que proponen los ideales olímpicos, pero cada cuatro años, al menos por un par de semanas, el mundo hace una tregua y duerme junto, unido, bajo el mismo techo. Hoy, todo volverá a la normalidad...
RIO DE JANEIRO -- Se acabó. Ya nos vamos. Es tiempo de volver a casa.
El fuego sagrado del ecológico pebetero del Maracaná se ha extinguido, con la esperanza de que haya dejado, a través de su calor, un mensaje diferente para el mundo. La expresión mas ecuménica de la humanidad ha llegado a su final, pero Río 2016 promete quedarse para siempre en nuestra memoria y en nuestros corazones.
La ciudad del Cristo Redentor del Corcovado, de las playas de arena fina, de las selvas que irrumpen dentro de la urbanización, de los morros y cogotes que se asoman caprichosos en su horizonte, de sus favelas, de sus calles, de la sonrisa de los cariocas. Río se fue, dejando una estela de ilusiones en nuestros corazones y una huella imborrable en la historia del deporte y del olimpismo.
La última brazada...
El último suspiro...
Desde el centro acuático de Barra y hasta la pista de Engeniao...
La leyenda olímpica se inscribió en letras de oro.
El legado de ambos promete ser eterno.
Algun día le diremos a nuestros hijos o nietos que vimos nadar a él o que los vimos correr a él.
El ser humano corre y nada casi de manera natural... Usain Bolt y Michael Phelps le agregan un sentido estético, competitivo, artístico, rápido e inmaculado.
Además de las proezas deportivas, dejamos la piscina de Río con una gran lección: los obstáculos se pueden superar y la vida se puede transformar, depende de nosotros, de nuestra voluntad y de nuestro espíritu. Medalla a medalla, Michael Phelps nos inspiró cuentos maravillosos de supremacía deportiva, de carácter y de sensibilidad para afrontar nuestro destino. Habrá un antes y un después del mejor nadador de la historia y del hombre con más medallas en JO.
En la pista de atletismo, entendimos que la velocidad no lo es todo. También hay una alegria por hacer las cosas... Imponente cuando larga la zancada, extiende los brazos y corre hacia su propia inmortalidad. El aprendizaje que nos deja este hombre, este "extraterrestre" que se dedica al atletismo es que la actitud en la vida es fundamental para cualquier tipo de obra. Y él nos demostró que no habia límites, lesiones o edad para mantenerse en un estado competitivo, ganador y avasallador.
Si algunas generaciones anteriores creyeron y presumienton haberlo visto todo en el mismísimo "Dios del viento", nosotros atestiguamos como un meteoro, de tonos verdes y amarillos, volaba por la pista azul y se reía, se reía mientras lo ganaba todo.
Hubo otras muchas historias desperdigadas por los todos los escenarios olímpicos. Hazañas, récords, golpes, triunfos, dolor, llanto y éxtasis. Pero hubo, también, otras grandes enseñanzas de juego limpio, de sentido humano, de reciprocidad y nobleza. No sólo las medallas fueron importantes, también los esfuerzos de cientos y cientos de jóvenes que han venido hasta aquí a demostrar que el mundo puede ser mejor a partir de un simple pretexto, de unos aros, de unos juegos, de un sentimiento...
Río se acabó ...
Llegó el momento de empacar las cosas y volver a casa.
Trabajar y prepararse por otros cuatro años para volver a cumplir el sueño.
Mas allá de las polémicas, de los intereses económicos, políticos, de las diferencias, los Juegos Olímpicos siguen siendo una expresión natural del ser humano que es capaz de generar una tregua durante un par de semanas para mostrarnos que podemos acercarnos a un "mundo perfecto" y que en ese mundo "casi perfecto" nada es capaz de dividirnos, ni el color de nuestra piel, ni nuestra fe, ni nuestra condición social, ni si somos altos, pequeños, esbeltos o robustos, ni si tenemos mucho o poco dinero. El mundo casi perfecto de cada cuatro años, de más de 10 mil atletas, seres humanos, que compiten y conviven representando a cientos de pueblos y de identidades diferentes.
Ese mundo casi perfecto terminó hoy...
Y quizás pocas cosas cambien a partir de ellos. Las guerras, la violencia, la injusticia, las desigualdad, el hambre, el odio y la desesperación continuarán siendo noticia de todos los días, pero el movimiento olímpico y estos maravillosos atletas han enviado otro mensaje contudente de que si queremos podemos trasnformar el mundo en el que vivimos.
Cae la noche sobre la capital olímpica...
El olor pestilente de los ríos y canales se ha convertido ahora en aromas de fuego y juegos pirotécnicos...
En Leblon, los niños siguen cantando el gol de Neymar que valió oro, venganza y esperanza para el futbol brasileño...
Y en la favela de Alemao, la noche de crimen descendió mientras veían por televisión el triunfo brasileño en el voleibol...
El pebetero del Maracaná se ha exinguido... La arena carioca esta vacía y desolada...
El carnaval ha terminado... Mañana, volveremos a la realidad...
El mundo perfecto no existe...
Los juegos, su fuego, su misticismo, su mensaje están ahí...
Adiós, Río ...
"Bona noite", Río ...
Jamás te olvidaremos...
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Una medalla o un par de ellas en la última semana de los Juegos Olímpicos no resolverán el problema de fondo que sufre el deporte mexicano. Entre acusaciones mutuas de la Conade y el COM, deportistas presionados, desalentados y políticos que buscan sacar un botín del asunto, los días se han vuelto angustiosos y nos han mostrado la peor y las más miserable cara del deporte mexicano. De lo que tienen que estar conscientes todos los actores involucrados en el asunto es que se ha tocado fondo; que peor, espero, no se puede estar...
RIO DE JANEIRO -- No vine hasta aquí para hablar de ello. Me parece un desperdicio absoluto tomando en cuenta lo que hay a mí alrededor: Phelps, Bolt, records mundiales, hazañas deportivas, historias de sufrimiento, de pasión y de emoción, naciones que muestran su desarrollo deportivo y otras más que han trabajado para mejorar. Sin embargo, la vergüenza y la pobreza del deporte mexicano me parecen escalofriantes y terroríficas para un hermoso y gran país llamado México. Hemos tocado fondo en nuestra miseria deportiva.
Era algo que se veía venir. Lo que hemos visto aquí, en Río, en los últimos días, ha sido el resultado de deporte descuidado, de una autoridad superada y que quizá en su deseo de desenmascarar la corrupción y los grandes cacicazgos que han existido a lo largo de las últimas décadas, se olvidó de lo más importante: el atleta, el 'pobre' atleta mexicano que ha llegado a competir aquí sin las armas necesarias y bajo un desorden administrativo. Mientras el Comité Olímpico Mexicano y la Comisión Nacional del Deporte se dedicaban a intercambiar acusaciones --cosa que increíblemente siguen haciendo en plenos Juegos Olímpicos-- los deportistas, los escasos deportistas que México tiene en la elite del alto rendimiento, se fueron perdiendo en preparación y hasta en motivación. Y el mundo y el deporte no se detienen en tanto México pierde el tiempo en grillas y en corrupción. Los resultados son evidentes en la tabla de medallas.
El Comité Olímpico Mexicana también tiene su mérito en esta desgracia. Por años, la entidad que, dice no depender del gobierno mexicano --pero sí que subsiste de los impuestos que pagamos los mexicanos-- ha sido manejada por una o dos familias. Ha protegido la corrupción de algunas federaciones y la ha salvaguardado por sus propios intereses. El COM no es ni será la solución a largo plazo que el deporte mexicano requiere, a pesar de que su titular, Carlos Padilla, ha anunciado aquí en Río, una próxima "reingeniería" del deporte mexicano. ¿Reingeniería? ¿Qué tipo de reingeniería? O mejor dicho: ¿Cuál de las muchas reingenierías que el deporte mexicano ha tenido a lo largo de su historia vieja y moderna?
Me gustaría tener una solución. No la tengo. Creo que los políticos no tampoco tienen esa solución. Mientras más lejos se mantenga el deporte y los deportistas de la política y de los políticos, mucho mejor. Yo creo que el deporte de alto rendimiento debe recaer en manos de la iniciativa privada. Son ellos los que pueden acercarse más a garantizar planes y sistemas continuos, sin importar qué sucede cada seis años en las elecciones o si tal o equis partido político quiere o puede darle al deporte y a los deportistas el sitio que merece. Necesitamos generar un sistema que le permita al atleta crecer, desarrollarse, foguearse, tener los mejores entrenadores, instalaciones, pero que no dependa si gana el PRI, el PAN o el PRD o si es López Obrador, Osorio Chong o Margarita Zavala, o cualquier otro el que se asoma como presidente. Necesitamos un deporte alejado de la corrupción política, de los intereses malévolos de algunas personas y de federaciones que lo único que hacen es robarse la plata y olvidar al atleta. Necesitamos algo que no tenemos: respeto y amor por el deporte de México.
El deporte de México es un vergüenza, una miseria y ha tocado fondo, porque aunque en las próximas horas, algún boxeador, taekwondoín o algún otro atleta aparezca para rescatar una medalla, no es suficiente para un país de más de 130 millones de personas, grande, rico, lleno de cultura, tradiciones, mares, desiertos, montañas, bosques, recursos naturales y enormes ciudades. No es justo, de ninguna manera lo que algunos han hecho del deporte mexicano. Lo han hundido en la depresión total. Lloro de tristeza por eso.
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