Comenzamos esta serie para analizar tres movidas que debería hacer el gerente general de cada equipo de cara a la temporada de Grandes Ligas del 2019.
Empezamos con los Boston Red Sox, campeones de la Serie Mundial.
Si yo fuera el gerente general de los Medias Rojas...
1.- Buscaría a DJ LeMahieu para la segunda base
LeMahieu tiene 30 años y sería factible firmarlo por cuatro o cinco campañas y entre 50 o 60 millones de dólares, un precio relativamente bajo para un tres veces ganador del Guante de Oro.
A la hora de negociar con él y tratar de conseguir un descuento en su precio puede alegarse el hecho de que sus números ofensivos podrían bajar, pues los anteriores se considerarían un tanto inflados por la altura de Colorado.
2.- Trataría de firmar de regreso a Nathan Eovaldi.
Luego de perderse el 2017 por una cirugía, en el 2018 afloró finalmente aquel serpentinero prometedor que debutó en el 2011 con Los Angeles Dodgers, pero nunca consiguió cumplir sus expectativas, ni con ese equipo, ni con los Miami Marlins o los New York Yankees.
Con 28 años se ve maduro y recuperado, pero sobre todo, en cuatro actuaciones con el uniforme de los Medias Rojas frente a sus archirrivales Yankees, incluida una apertura en postemporada, trabajó 23 innings y permitió solamente dos carreras limpias (0.78), con 18 ponches y tres boletos.
3.- Buscaría un cerrador
Craig Kimbrel se fue a la agencia libre después de salvar 108 juegos en tres temporadas en Boston.
Pero por un lado, se sabe que traerlo de vuelta costará mucho dinero, pues estamos hablando de un hombre que si la salud lo acompaña podría terminar su carrera como el mejor cerrador de la historia (o al menos el número uno en cantidad de rescates).
Entonces hay que buscar un reemplazo en el mercado, donde hay varias piezas interesantes y bastante baratas. El zurdoAndrew Miller es una de ellas. Miller ya estuvo con los Medias Rojas entre el 2011 y 2014 y fue en Boston donde hizo la transición de abridor a relevista.
No tuvo un buen 2018, pues la salud no lo acompañó y se perdió dos meses de trabajo.
Eso podría abaratar su contrato, aunque saludable es uno de los relevistas más dominantes e intimidantes del juego. Otra opción podría ser Adam Ottavino, quien entrará a la temporada del 2019 con 33 años y solamente ha salvado 17 juegos en su carrera.
Por lo general ha sido un set-up man, un preparador de octavo inning para el cerrador, pero a juzgar por sus números y efectividad, bien merece una oportunidad poco riesgosa, económicamente hablando.
Rollie Fingers (1981) y Robin Yount (1982 y 1989) lo lograron cuando el equipo pertenecía a la Liga Americana, mientras que Ryan Braun (2011) lo consiguió cuando los Cerveceros se habían mudado al viejo circuito.
Yelich tuvo un final de temporada de locura y fue ahí donde desbancó al puertorriqueño Javier Báez, de los Cachorros de Chicago , y a Nolan Arenado, de los Rockies de Colorado .
En el mes de septiembre, más un día de octubre (juego de desempate ante los Cachorros) el jardinero de Milwaukee disparó diez de sus 36 jonrones y remolcó 34 de sus 110 carreras.
En otras palabras, en solamente un mes, Yelich sumó el 28 por ciento de todos sus bambinazos y el 31 por ciento de todas sus impulsadas.
En el último mes y un día de la campaña regular disparó 35 imparables en 92 turnos, para average de .380, con lo que de paso aseguró el título de los bateadores en la Liga Nacional (.326).
Su actuación individual fue directamente proporcional al rendimiento del equipo, que en la recta final de la contienda ganó 20 de sus últimos 27 juegos, incluidos los ocho finales.
En ese lapso de ocho encuentros triunfales, se fue de 24-11 (.458), con 17 remolques.
Sin Yelich, lo más probable es que los Cerveceros se hubieran quedado cortos en el camino hacia los playoffs, cimentando el concepto de lo que verdaderamente significa el término de Más Valioso.
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La transformación del zurdo de los Rays de Tampa Bay fue realmente extraordinaria, con números dignos de otros tiempos, cuando la pelota viajaba menos lejos.
Fue el máximo ganador de todas las Mayores, con 21 (Corey Kluber, de los Indios de Cleveland fue el otro que logró 20) y encabezó la Liga Americana en efectividad, con 1.89.
En lo que va de siglo XXI, solamente el inmortal dominicano Pedro Martínez logró tener una temporada con efectividad inferior a dos carreras limpias por cada nueve entradas en el joven circuito, cuando lanzó para 1.74 en el 2000 con los Medias Rojas de Boston.
Snell tenía, antes del 2018, 43 juegos, todos como abridor, con balance de 11-15 y efectividad de 3.83.
Este año prácticamente duplicó su cifra de triunfos y recortó su efectividad a casi la mitad.
Los bateadores rivales apenas le pudieron conectar para un anémico average de .178 y solamente permitió 112 imparables en 180.2 innings, uno menos de los que toleró en el 2017 en 129.1 entradas.
"Me tomé la temporada baja más en serio y en las últimas semanas antes de que abrieran los campos de primavera, me encerré y dediqué a mi entrenamiento", dijo Snell recientemente en una entrevista con Men´s Journal, en la que explicó la razón para semejante metamorfosis.
"Sabía que el mes y medio de los entrenamientos primaverales realmente me iban a ayudar en la temporada y necesitaba asegurarme de que era el mejor "yo" antes del primer juego de la temporada. Tenía mucha confianza, mucho enfoque y determinación".
Otros números evidencian también su mejoría de un año a otro.
A pesar de trabajar 50 innings más que el año precedente, su cifra de pasaportes en el 2018 (64), fue apenas de cinco más que en 2017.
Su WHIP cayó por debajo de 1.0 (0.97), luego de que en 2016 y 2017 fuera de 1.62 y 1.33, respectivamente.
Y ponchó a 1.22 bateadores por innings, hasta acumular 221 abanicados en la campaña, primera vez que supera los dos centenares.
Es el segundo lanzador de los Rays que gana el Cy Young, luego de que lo hiciera otro zurdo, David Price, en el 2012.
Pero sus números del 2018 fueron mejores que los de Price hace seis temporadas atrás, tanto en triunfos (21 por 20), efectividad (1.89 por 2.56) y ponches (221 por 205).
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Managers del Año para quienes hicieron más con menos
Ello no quiere decir que esté exento de polémica, pero se trata del galardón menos dependiente de las estadísticas y más dependiente de la subjetividad de los votantes.
Bob Melvin, de los Atléticos de Oakland A, llevó a su equipo a la postemporada (efímera participación, por cierto) con la nómina salarial más baja de todas las Grandes Ligas, apenas 62.6 millones de dólares. En el otro extremo estaba el debutante puertorriqueño Alex Cora, de labor suprema también, al conseguir con los Medias Rojas de Boston 108 victorias, récord en la historia de la franquicia, al superar los 105 triunfos que obtuvo el equipo en 1912.
Pero en sus manos tenía Cora una plantilla de 206 millones de dólares, la segunda más alta de todo el béisbol. Es aquí donde entra a jugar la subjetividad de los votantes. Si bien el boricua tenía un equipazo, lo cierto es que otros mentores también tuvieron conjuntos de élite y no consiguieron lo que él.
No basta tener un gran equipo. Hay que saber dirigirlo, aunar voluntades, agrupar egos en torno.
Cualquiera de los dos lo merecía por igual, e incluso Kevin Cash, el de los Rays de Tampa Bay, equipo que si no llegó a los playoffs fue por estar en la misma división de los Medias Rojas y los Yankees de New York, otro que superó el centenar de triunfos.
El anuncio del premio para Melvin, tercero en su carrera, vino después del ganador de la Liga Nacional, que recayó en Brian Snitker, de los Bravos de Atlanta.
Los Bravos del 2018 eran un equipo en proceso de reconstrucción de quienes no se esperaba mucho, en una división que debían dominar de principio a fin los Nacionales de Washington y si acaso, con alguna oposición de los Mets de New York.
Los Bravos tenían la cuarta plantilla más baja de las Mayores, de apenas 83 millones, aunque apenas siete más que los Cerveceros de Milwaukee, cuyo dirigente, Craig Counsell, quedó segundo en las votaciones.
Pero dinero aparte, a Counsell le reforzaron el equipo en el invierno y su entrada a la postemporada era de cierta manera esperada.
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Un núcleo imprescindible que lleve a crear una nueva dinastía en la franquicia más emblemática del deporte estadounidense.
Andújar es un Yankee original, firmado como agente libre internacional en el 2011, mientras que Torres llegó a la Gran Manzana en un canje en el 2016 por el cerrador cubano Aroldis Chapman.
Pero debutó en las Mayores con el célebre uniforme de rayas y debería echar raíces allí, en lo que se augura será una carrera brillante.
Discutible que ninguno de ellos haya ganado el premio de Novato del Año en la Liga Americana.
El dominicano lo merecía más que nadie, por intangibles que no se miden en numeritos.
Sus estadísticas fueron extraordinarias, las mejores entre todos los debutantes en varios departamentos como hits (170), dobletes (47), jonrones (27), extrabases (76), carreras anotadas (83) e impulsadas (92).
Además, en estos tiempos donde cualquier pelotero se toma más de un centenar de ponches con la misma tranquilidad de quien consume un vaso de agua, Andújar quedó en 97 en 573 turnos al bate.
Eso significa que abanicó en el 17 por ciento de sus veces al bate, mientras que el japonés Shohei Ohtani, ganador del premio, abanicó en 102 ocasiones de 326 turnos (31%).
Pero más allá de eso, cuando Judge se perdió 50 juegos por lesión y Giancarlo Stanton entró en un profundo slump, el dominicano, se echó sobre sus hombros a los Yankees y fue parte fundamental en las más de 100 victorias de su equipo.
Andújar y Torres habrán perdido en la votación ante Ohtani, pero desde ya le llevan una ventaja: ambos arrancarán saludables su segunda campaña, mientras que el japonés, sometido a una operación Tommy John, no podrá lanzar una pelota hasta el 2020 y no se sabe si estará disponible como bateador para el inicio de la próxima temporada.
En otras palabras, ellos son el futuro de los Yankees, en tanto el pelotero de Los Angeles Angels tiene un signo de interrogación sobre su cabeza.
Y mientras el venezolano Ronald Acuña Jr. ganó merecidamente el galardón en el viejo circuito, ya nos frotamos las manos esperando el inicio de la venidera contienda para ver la segunda parte de la competencia fraternal que estableció con el dominicano Juan Soto, segundo en las votaciones.
Acuña, de 20 años, y Soto, de 19, tenían números merecedores del premio, más que Walker Buehler, el fenomenal lanzador derecho de Los Angeles Dodgers, quien terminó tercero en los sufragios. El venezolano de los Bravos de Atlanta y el quisqueyano de los Nacionales de Washington pertenecen a la misma división del Este, por lo que se verán las caras 19 veces en el 2019, para retomar la rivalidad entre dos de los mejores peloteros jóvenes de todo el béisbol.
Y siempre quedarán dos preguntas pendientes hasta que comiencen las acciones del 2019:
¿Cuál de estos debutantes estelares, Ohtani, Andújar, Torres, Acuña, Soto y Buehler, atravesará por la maldición del segundo año?
¿Cuáles seguirán cimentando su camino hacia la consagración definitiva y reafirmándose como el futuro inmediato del béisbol?
A fin de cuentas, los premios no lo son todo.
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Acallados los ecos de la Serie Mundial, toca evaluar cómo se comportaron esos diez que elegimos en el 2018.
1.- Giancarlo Stanton (B) El poderoso toletero pasó de los Marlins de Miami, con los que venía de despachar 59 jonrones y resultar el Jugador Más Valioso de la Liga Nacional en el 2017, a los exigentes Yankees de Nueva York.
Sus números, aunque bastante buenos, se redujeron prácticamente a la mitad de los que consiguió el año anterior, y no pudo soportar la presión de jugar en una postemporada.
Como que le quedó un poco grande el emblemático uniforme de rayas, pues no es lo mismo brillar en las semivacías gradas del Marlins Park que enfrentar la presión de la fanaticada más exigente de todo el béisbol.
2.- Aaron Judge (A-)
El el 2017, el Juez ganó el premio de Novato del Año de la Liga Americana y se convirtió, a fuerza de batazos, en la nueva cara de los Yankees.
Su segundo año, fatídico para muchos que tuvieron estrenos impresionantes.
Sus números iban bien, hasta que una lesión por un pelotazo lo dejó fuera de acción por 50 juegos, pero la presión de la segunda campaña no lo afectó y demostró que cuando está saludable, puede ser un bateador consistente de 30 o más jonrones y un centenar de remolcadas.
3.- Rhys Hoskins (A)
En los 50 partidos en que participó tras debutar el 10 de agosto del 2017, Hoskins parecía salido de un videojuego: 18 jonrones en 170 turnos le dio una frecuencia de un bambinazo por cada 9.4 visitas al plato.
En su primera temporada completa superó los 30 cuadrangulares y se quedó a cuatro impulsadas de las 100.
Además, demostró buen ojo para discriminar pitcheos, al negociar 87 pasaportes, la séptima cifra más alta en el viejo circuito.
4.- Yoan Moncada (F)
La revista Baseball America situaba al cubano de los Medias Blancas de Chicago como el prospecto número uno de todo el juego.
Fracaso total. Números mediocrísimos, excepto sus 217 ponches, líder de ese departamento negativo en todo el béisbol y primer latino en la historia con abanicar más de 200 veces.
Demostró no estar listo para las Grandes Ligas. La pregunta es si algún día lo estará.
5.- Shohei Ohtani (A-)
Al igual que en el caso de Aaron Judge, las lesiones se interpusieron en el camino del llamado Babe Ruth japonés, por esa rara dualidad de batear y lanzar.
Participó en 104 juegos, 94 como bateador y diez como lanzador y lo hizo muy bien, además de generar un gran impacto mediático y de mercadeo.
Podría llevarse incluso el Novato del Año de la Liga Americana, aunque no volverá a lanzar por lo menos hasta el 2020, al someterse a una operación Tommy John.
6.- José Altuve (A-)
Pero esta vez la salud lo abandonó y vio detenida en cuatro sy racha de temporadas consecutivas con 200 o más imparables.
En los 137 partidos en que participó, Altuve siguió siendo Altuve, una máquina de batear que no deja de sorprender.
7.- Justin Bour (D)
Justin Bour no pudo cumplir las expectativas que generó en el 2017, cuando cuando en 108 juegos disparó 25 bambinazos y remolcó 83 carreras.
Pero fue tan mediocre su trabajo, que la gerencia lo cambió a los Filis de Filadelfia a mitad de campaña.
8.- Jose Ureña (B)
El dominicano Ureña fue una grata sorpresa en unos Marlins que iniciaron la temporada del 2017 todavía en duelo por la muerte de su astro José Fernández.
Convertido en el primer abridor del equipo, tuvo uno de los más pobres apoyos ofensivos de sus compañeros y terminó con 9-12 y efectividad de 3.98, aunque unas cuantas de esas derrotas fueron inmerecidas.
Después del incidente del pelotazo al novato Ronald Acuña Jr. tuvo un cierre de campaña espectacular, al ganar seis de sus últimas siete aperturas y dejar efectividad de 1.80 en ese lapso.
9.- Miguel Cabrera (F)
La del 2017 había sido la peor campaña de su vida, afectado por lesiones recurrentes en la columna por dos discos herniados.
Todo indica que no se recuperó o que su cuerpo empieza a dar señales de añejamiento generalizado, pues apenas logró participar en 38 juegos, con solamente tres jonrones y otros números igualmente pobres.
10.- Yasiel Puig (B)
El cubano de Dodgers de Los Angeles tuvo en el 2017 un renacer en su carrera, al lograr cifras máximas en jonrones (28), empujadas (74) y bases robadas (15), además de ser presencia casi permanente en los resúmenes diarios de las mejores jugadas a la defensiva.
Y más allá de las pasiones y controversias que levanta, siguió siendo uno de los peloteros más divertidos de ver.
Pero Puig volvió a dejarnos a la espera de ese despegue a un plano superior, acorde con su innegable talento. Sus números fueron ligeramente inferiores a los del 2017, aunque en 27 juegos menos, pues también estuvo lesionado.
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El padre de la sabermetría, creador de estadísticas que desafían la centenaria historia del juego con siglas tan sugerentes como WAR, BABIP, OPS, UZR, FBI, CIA, UNESCO y cuanta letra del abecedario se le ocurra, levantó el avispero con una de las declaraciones más absurdas que puedan imaginarse.
Según James, los jugadores son tan importantes para el juego como los vendedores de cerveza en el estadio y añadió que todos los peloteros son reemplazables y que el juego continuaría con aquellos que los sustituyan.
"Si todos los jugadores se retiraran mañana, los reemplazaríamos El juego continuaría y en tres años no habría ninguna diferencia. Los jugadores NO son el juego, como tampoco lo son los vendedores de cerveza", afirmó.
Swing al aire de James, quien con semejante declaración contradice una de sus creaciones preferidas, el WAR o victorias sobre reemplazo.
Si como dice él, se retiraran de golpe los 1,200 peloteros que conforman el roster de 40 de los 30 equipos, el béisbol estaría enterrándose para siempre en la tumba, que por cierto, los sabermétricos han empezado a cavar desde hace años.
Cuando menos, James fue irrespetuoso con los actores de una industria que le ha dado bastante de comer e incluso le ha permitido erigirse como un falso Mesías que se vende como el salvador del juego.
Lo peor es la cantidad de gente que ha arrastrado con su prédica, al extremo de desdeñar a J.D. Martinez del premio de Jugador Más Valioso, a pesar de haber tenido en el 2018 una de las mejores campañas ofensivas de toda la historia.
La reacción de los peloteros no se hizo esperar y Tony Clark, presidente del Sindicato de Jugadores, emitió un comunicado.
"Los comentarios que hizo Bill James ayer son imprudentes e insultantes considerando la historia de nuestro juego con respecto al uso de jugadores de reemplazo. Los jugadores son el juego. Y nuestros fanáticos tienen la oportunidad de disfrutar de los jugadores de béisbol más talentosos del mundo cada temporada".
Los peloteros SÍ son el juego. Nadie va al estadio a ver a los managers o a los umpires, mucho menos a los periodistas que escribimos las hazañas de los deportistas en el campo de batalla.
Y lo son no precisamente por esas estadísticas ridículas que la mayoría de los fanáticos ni entiende.
Tan metido en la pantalla de la computadora parece estar este señor que no se ha enterado que la gente va a ver a los que batean jonrones, roban bases, impulsan carreras o ponchan a los rivales.
El día que alguien diga que va a ver a Mookie Betts o Mike Trout porque tienen el WAR más alto de la liga, llame al 911 de emergencias para que le pongan una camisa de fuerza, porque está loco o es un mentiroso compulsivo. Si los peloteros no son el juego, ¿quiénes entonces son?
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Bryce Harper habría rechazado una oferta de 300 millones de los Nacionales de Washington para seguir en la capital del país por las próximas diez temporadas.
¡300 millones! Este mundo se ha vuelto loco.
Según el agente de Harper, el poderoso Scott Boras, su cliente andaría buscando un pacto de 400 millones y alrededor de 14 campañas.
¿Vale en realidad tanto dinero? Por ahora lo valdrá desde el momento en que un equipo tenga la necesidad imperiosa de contratarlo y la disposición de pagar semejante cifra.
No importa si los hechos demuestran que esos acuerdos por tanto tiempo terminan siendo a la larga un fardo demasiado pesado de cargar y que en muchos casos comprometen el futuro sostenible de la franquicia que los concede.
¿Recuerdan cuando los Vigilantes de Texas dispararon el mercado con aquellos 252 millones a Alex Rodríguez?
Al final tuvieron que canjearlo a los Yankees de Nueva York, que se hizo cargo del acuerdo, porque tenían tanto dinero comprometido en un solo pelotero, que no podían comprar las otras piezas que necesitaban para formar un equipo competitivo.
Durante los primeros años todo es luna de miel, pero basta con que el pelotero entre en su lógica curva de descenso para que empiece a doler cada cheque que hay que pagarle.
A esta hora, Angelinos de Los Angeles, los Tigres de Detroit y los Marineros de Seattle deben estar arrepentidísimos de los megacontratos que les dieron a Albert Pujols, Miguel Cabrera, Prince Fielder y Robinson Canó.
Sobre todo en el caso de Fielder, que tuvo que retirarse a los 31 años, cuando el cuerpo dijo no más y todavía le quedaban tres temporadas del contrato de 214 millones por nueve campañas que firmó en el 2012.
Lo mismo pasará con Giancarlo Stanton cuendo empiecen a caerle los años y las lesiones vengan con más frecuencia.
En su contra está la inconsistencia de sus estadísticas, que un año son dignas de Jugador Más Valioso y al siguiente con comunes y corrientes.
Sólo una vez (2018) impulsó exactamente 100 carreras, mientras que en apenas dos ocasiones (2015 y 2018) ha superado la treintena de cuadrangulares.
Con el guante no es nada excepcional, más bien un defensor promedio, con un average de fildeo de .983 y ya ha comenzado a hablarse de la posibilidad de que deje los jardines para dedicarse a la primera base.
De momento, son varios los equipos que han expresado públicamente su interés en Harper, aunque algunos lo hace de dientes para afuera, pues todo el mundo sabe que no tienen la capacidad financiera para meterse en semejante aventura.
Los Yankees se han mencionado como posibles interesados, en uno u el otro, no en los dos juntos, aunque para ello tal vez buscarían sacarse la carga de Stanton, a quien se le deben aún unos 285 millones de dólares.
Supongamos que consigue los 400 millones que anda buscando para garantizar su empleo por las próximas 14 campañas.
Terminaría a los 40 años, si le da la gasolina para llegar hasta allá. Por cierto, en sus siete temporadas anteriores, solamente en dos se mantuvo lo suficientemente saludable como para participar en más de 150 juegos.
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7 agentes libres que deberían firmar con su mismo equipo
Desde que en la década de los setentas surgió la figura del agente libre, los equipos enfrentan la pérdida cada año de valiosos peloteros a quienes no pueden pagarle su valor real en el mercado.
Pero hay algunos que los dueños y ejecutivos deberían hacer el máximo esfuerzo por conservarlos, sí o sí, en unos casos por lo que representan dentro del equipo y en otros, porque su valor monetario no es tan alto como para dejarlo pasar.
Marwin González (Astros de Houston)
En el 2017, los Astros ganaron por primera vez en su historia la Serie Mundial y el venezolano José Altuve fue elegido como el Jugador Más Valioso de la Liga Americana.
Eso habrá sido en la Liga Americana, porque dentro del equipo, el verdadero jugador más valioso fue su compatriota Marwin González.
Su capacidad para jugar posiblemente como nadie en casi todas las posiciones lo hacen una pieza de lujo.
El jugador de 29 años comenzó al menos 19 juegos en cuatro posiciones diferentes esta temporada, lo que le dio al manager A.J. Hinch la posibilidad de descansar a la mayoría de sus peloteros.
Houston no le ofreció oferta calificada, pero debería intentar firmarlo por al menos tres campañas más.
Craig Kimbrel (Medias Rojas de Boston)
Los Medias Rojas le ofrecieron la oferta calificada a Kimbrel para traerlo de vuelta en el 2019.
Ahí se equivoca Dave Dombrowski, pues Boston debería firmarlo con un contrato multianual.
Aunque este costará dinero, estamos hablando del mejor cerrador de todo el béisbol en lo que llevamos de esta década, con 333 rescates en nueve campañas y con apenas 30 años de edad.
Para que se tenga una idea de qué significa esto, basta decir que el panameño Mariano Rivera, el más grande relevista de la historia, alcanzó los 300 salvados a los 34 años.
Adam Jones (Orioles de Baltimore)
Ha sido el corazón, el alma y el rostro de la franquicia durante la última década, así que aunque está entrando con 33 años en decimocuarta temporada, ¿qué mejor jugador está allí para ayudar a liderar un equipo joven y en reconstrucción?
Además, claramente le gusta en Baltimore, pues rechazó la oportunidad de ser cambiado a un contendiente este verano.
Es cierto que su poder disminuyó drásticamente, al conectar solamente 15 jonrones, luego de siete campañas seguidas con al menos 25 bambinazos, pero el resto de los principales indicadores ofensivos se mantuvieron estables, según su trayectoria.
Wade Miley (Cerveceros de Milwaukee)
El zurdo Miley se perdió más de dos meses por una lesión en los oblicuos esta temporada, pero cuando regresó la pelota, lanzó bastante bien para los Cerveceros, con los que tuvo marca de 5-2 con efectividad de 2.57 en 16 aperturas.
Esto le permitió recuperarse de dos campañas consecutivas con efectividad de más de 5.00 y luego brilló en la postemporada, con promedio de limpias de 1.23 en 14 entradas y dos tercios.
Freddy Galvis (Padres de San Diego)
El venezolano Freddy Galvis jugó los 162 juegos por segunda temporada consecutiva, proporcionando estabilidad en el campocorto para San Diego.
Y también por segundo año seguido estuvo entre los finalistas al Guante de Oro de su posición en la Liga Nacional.
El dominicano Fernando Tatis Jr. es el prospecto número uno de San Diego y dos en todas las Grandes Ligas e incluso si en el 2019 está listo para hacerse cargo del campocorto, Galvis aún podría desempeñar un importante papel por su versatilidad.
Nelson Cruz (Marineros de Seattle)
Para el dominicano Nelson Cruz, la edad es solo un número, pues a los 37 años sigue siendo uno de los bateadores de poder más consistentes de todo el béisbol.
En el 2018 despachó 37 vuelacercas y desde el 2014 hasta la fecha acumula 204, más que cualquier otro toletero en ese lapso, incluido Giancarlo Stanton.
Se dice que los Marineros van a limpiar la casa lo más posible para el 2019, pero dejar ir a Cruz les representaría un hueco demasiado grande en el medio de su alineación.
Jonathan Lucroy (Atléticos de Oakland)
Los Atléticos siempre están en renovación, para, de tarde en tarde, llegar a los playoffs e irse en las primeras rondas.
No se sabe si Billy Beane, el flamante ganador del premio Ejecutivo del Año, busque al menos repetir la actuación del 2018, pero en cualquier opción, Lucroy debe ser quien esté detrás del plato en Oakland.
Sean Murphy, el mejor prospecto de esa posición dentro de la organización de los Atléticos, tuvo solo ocho turnos al bate en Triple-A, nivel al que fue promovido a final de temporada.
La receptoría es la posición que más tiempo toma para madurar, así que un pacto de dos años para Lucroy sería provechoso, a la espera de que Murphy esté listo.
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Martínez, de los Medias Rojas de Boston, estuvo coqueteando gran parte de la temporada con la Triple Corona, aunque al final terminó como líder en carreras impulsadas (130) y fue segundo en average (.330) y jonrones (43).
Contra el cubanoamericano de los Medias Rojas conspira su función de bateador designado, pero ello abre el sempiterno debate de por qué alguien con su responsabilidad no puede ser MVP y en cambio en ocasiones se lo dan a un lanzador, que no batea.
Su compañero de equipo Mookie Betts, el dominicano José Ramírez, de los Indios de Cleveland, y Mike Trout, de Angelinos de Los Ángeles, integran el trío de candidatos.
Nadie discute la calidad de Trout, quizás el pelotero más completo de todo el béisbol, pero lo primero que habría que definir es qué significa ser más valioso.
Porque los Medias Rojas, sin el aporte de J.D. posiblemente no hubieran llegado a donde llegaron, mientras que la actuación de Trout no valió de mucho para los Angelinos.
En la Nacional, Christian Yelich, de los Cerveceros de Milwaukee, podría haber asegurado el premio en las últimas dos o tres semanas de la campaña, cuando parecía que nadie se lo discutiría al boricua Javier Báez, valiosísimo para los Cachorros de Chicago, no sólo con el madero, sino por su capacidad de defender de manera excelsa la intermedia, el campocorto y la antesala.
El tercer candidato es Nolan Arenado, de los Rockies de Colorado, presencia permanente entre los candidatos, pero a quien muchos votantes de la BBWAA miran injustamente con cierto recelo por jugar la mitad de sus juegos en la altura de Denver.
No hubo sorpresas entre los tres aspirantes a Novato del Año de la Liga Americana: el dominicano Miguel Andújar y el venezolano Gleyber Torres, ambos de los Yankees de Nueva York, así como el japonés Shohei Ohtani, de los Angelinos.
La lucha debe ser entre Andújar y Ohtani, con Torres relegado a la tercera posición. El quisqueyano fue fundamental en la actuación de los Yankees, echándose sobre sus hombros la ofensiva del equipo cuando se lesionó Aaron Judge y Giancarlo Stanton entró en un profundo slump.
Pero Ohtani deslumbró por su rara capacidad de batear y lanzar, aunque una lesión lo limitó en la lomita y su tiempo de juego en total fue brevísimo, comparada con la de Andújar.
El trío de la Liga Nacional lo componen el venezolano Ronald Acuña Jr, de los Bravos de Atlanta, el quisqueyano Juan Soto, de los Nacionales de Washington, y Walker Buehler, de Dodgers de Los Ángeles.
Lo de Acuña y Soto era esperado, pero la gran sorpresa aquí fue la exclusión de Brian Anderson, de los Marlins de Miami, quien encabezó a los debutantes del viejo circuito en hits (161), dobles (34) y carreras anotadas (87), además de ser segundo en remolcadas (65) y bases por bolas (62).
Bud Black, de los Rockies, Craig Counsell, de los Cerveceros, y Brian Snitker, de los Bravos, son los candidatos a Manager del Año en la Nacional.
Aquí no hay sorpresas tampoco, aunque debería ganarlo Snitker, quien llevó a Atlanta a ganar la División Este, a pesar de tener un equipo en pleno proceso de reconstrucción, mientras que Colorado, que ya había estado en la postemporada del 2017, y Milwaukee, reforzado notablemente en el invierno, tenían etiquetas de contendientes desde el inicio de la campaña.
Kevin Cash, de los Rays de Tampa Bay, Bob Melvin, de los Atléticos de Oakland, y el debutante puertorriqueño Alex Cora, de los campeones Medias Rojas, conforman el trío de aspirantes en la Americana.
Lo de Cash fue extraordinario, con un equipo que en el papel lucía como uno de los más débiles de todo el béisbol y si los Rays no llegaron a los playoffs fue por estar en una división en la que dos conjuntos, Boston y los Yankees, ganaron más de 100 juegos.
Como sobresaliente también fue el trabajo de Cora, que llevó a los Medias Rojas a la mejor temporada de su historia, con 108 triunfos, para superar la marca de 105 que databa desde 1912, el año en que se inauguró el Fenway Park.
Gran responsabilidad en la labor de Tampa Bay la tuvo el zurdo Blake Snell, quien debe ganar el Cy Young en la Liga Americana por encima de Corey Kluber, de los Indios, y Justin Verlander, de los Astros de Houston.
Snell encabezó las Grandes Ligas en victorias (21) y tuvo la mejor efectividad en la Americana, con 1.89.
Y en la Nacional se establecerá una lucha entre sabermétricos y tradicionalistas.
Jacob deGrom, de los Mets de Nueva York, tuvo una efectividad de otros tiempos, apenas 1.70 carreras limpias por cada nueve entradas de actuación, aunque solamente consiguió diez triunfos con nueve derrotas en 32 aperturas, un WHIP de 0.91 y 269 ponches en 217 episodios.
Fue apoyado pobremente por sus compañeros a la ofensiva, lo cual lo privó de unas cuantas victorias más.
Max Scherzer, ganador del premio los últimos dos años, lideró la liga en abanicados, con 300, un récord personal, además de compartir el primer lugar en triunfos (18).
Fue el que más innings trabajó (220.2) y su WHIP fue también de 0.91, mientras que su efectividad de 2.53 fue la tercera mejor del viejo circuito.
En un punto intermedio entre deGrom y Scherzer está Aaron Nola, de los Filis de Filadelfia.
Nola fue segundo en victorias (17), efectividad (2.37) y WHIP (0.97), tercero en entradas lanzadas (212.1) y quinto en ponches (224).
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A menos que un conjunto esté metido de lleno en la carrera por la postemporada, los gerentes prefieren deshacerse de sus estrellas que estén a las puertas de la agencia libre y obtener a cambio prospectos que ayuden a largo plazo...hasta que se conviertan en agentes libres y así, el ciclo se repite una y otra vez.
He aquí seis peloteros que deberán cambiar de equipo, ya sea en el invierno o a mitad de la temporada del 2019.
Félix Hernández, Marineros de Seattle
¿Creíamos que el venezolano Félix Hernández se retiraría con el uniforme de los Marineros, equipo para el cual ha jugado desde su debut en el 2005?
En dependencia de cómo le vaya en la primera mitad del 2019, la gerencia puede intentar moverlo para que vaya a reforzar, ya el pitcheo abridor, ya el bullpen, de algún equipo con aspiraciones de ir a la postemporada.
Todd Frazier, Mets de Nueva York
La división Este de la Liga Nacional será tan competitiva en el 2019, que los Mets no aparecen entre los aspirantes a ir a los playoffs. Simplemente las cosas no le están funcionando al otro equipo de Nueva York. El tercera base Todd Frazier será agente libre después de la próxima campaña y el equipo necesita una reconstrucción radical, que les permita planificar para la próxima década.
Tampoco es que por Frazier se puedan obtener prospectos demasiado valiosos o prometedores, pero definitivamente, este antesalista próximo a cumplir 33 años no forma parte del futuro.
José Abreu, Medias Blancas de Chicago
Cualquier equipo estaría feliz de recibir a un hombre que en sus primeras cinco temporadas en las Mayores promedia 32 jonrones y 107 carreras impulsadas. Será agente libre después de la próxima temporada y difícilmente haya interés mutuo en continuar la relación laboral.
Sonny Gray, Yankees de Nueva York
Los Yankees buscarán lanzadores abridores en la agencia libre y entonces Sonny Gray no cabrá en el equipo. Además, ya demostró que el ilustre uniforme de rayas le quedó demasiado grande.
Quizás en un mercado más pequeño pueda retomar su carrera al nivel de cuando estaba con los Atléticos de Oakland Puede conseguirse buen acuerdo por un hombre que es joven (29 años) y en seis temporadas en las Mayores tiene un buen récord de 59-52 y efectividad de 3.66.
Madison Bumgarner, Gigantes de San Francisco
Luego de promediar 32.5 aperturas entre 2011 y 2016, el zurdo ha iniciado apenas 36 partidos entre el 2017 y 2018, pero la pasada campaña mostró estar recuperado y tiene apenas 29 años.
J.T. Realmuto, Marlins de Miami
Este es un caso diferente, pues no será agente libre hasta el 2021. Pero todo el mundo quiere hacerse de los servicios de quien posiblemente sea el cátcher más completo de todo el béisbol, bueno defensivamente, excelente bateador y una rareza como corredor veloz.
Realmuto no quiere seguir con el equipo, a pesar de que la gerencia le ha ofrecido una extensión contractual de entre 80 y 100 millones de dólares. No es fácil tener a un pelotero, por estelar que sea, disgustado dentro del clubhouse y a la larga, Derek Jeter y compañía terminarán cediendo a la tentación, pues es posiblemente el hombre por el que mejores piezas se puedan conseguir a cambio.
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