EFEAlberto de la Torre reconoció, ante Medio Tiempo, que la FMF, recuperó de las manos del narcotráfico a los equipos Querétaro e Irapuato.

LOS ÁNGELES -- Entre el peso del silencio y el peso del delito. El silencio no exonera, condena, porque es un hábito de complicidad, de ocultamiento.

Alberto de la Torre reconoce, ante Medio Tiempo, que la FMF, que entonces presidía, pagó 14 millones de dólares para recuperar de las manos del narcotráfico a los equipos Querétaro e Irapuato.

Tirso Martínez Sánchez, capo jalisciense, al servicio de los grandes zares de la droga en México, era propietario de cuatro equipos profesionales, incluyendo a Yucatán y La Piedad, además de Gallos Blancos y Freseros.

De la Torre subraya que al descubrir el origen de los dineros de los clubes, decidió negociar ante los representantes de Tirso para sanear al futbol mexicano.

¿Negociar con el narcotráfico, en un inevitable acto secundario de lavado de dinero, tipifica como delito? Por supuesto, porque, lo expone De la Torre, hay conocimiento de causa.

Claro, de ese movimiento necesario para higienizar desde fuera la industria del futbol mexicano, se enteraron los dueños de los otros 18 clubes mexicanos. De la Torre no obró por su cuenta, sino bajo consenso.

Y todo al amparo del silencio. Del ocultamiento. No hay inocencia, hay complicidad. Cierto, la FMF actuó así en beneficio de su producto, pero, acaso, esta medida, ¿no cae en ese terreno a veces ambiguo de hacer cosas malas que parecen buenas y hacer cosas buenas que parecen malas?

Es entendible el silencio, el sigilo, la incertidumbre incluso, de Manobeto de la Torre al arrebatarle una lavandería casi perfecta a un bastión del narcotráfico en México. Hay un acto de audacia, porque, elucubre conmigo, qué habría pasado si Tirso decide simplemente no vender, sino por el contrario, convertir en protagonistas a sus equipos.

No es la única historia, ni lo será, sobre la sospecha de capitales poderosos detrás de algunos clubes en el futbol mexicano, no sólo en el aparador máximo de la Primera División, sino en la Liga de Ascenso y en Segunda División.

Después de ese pasaje de De la Torre piloteando la compra de Querétaro e Irapuato, se insistió mucho en monitorear a los promotores de jugadores y entrenadores, a los dueños de equipos, y a los patrocinadores y anunciantes de los clubes.

Era, esa supervisión, parte de esa utopía populachera, farsante, mediática que pretendió orquestar Decio de María, y que al final terminó víctima de sus propios pecados: La Liga Premier de México.

¿Está al tanto Yon de Luisa de quién es el nuevo propietario de Querétaro? Sabrá el trasfondo de la alianza de Christian Bragarnik con el Grupo Caliente. Y conocerá la historia salpicada de investigaciones, sospechas y versiones que rodean al promotor en su misma natal Argentina.

Hay algo inobjetable e irrefutable: los dueños de equipos del futbol mexicano se conocen entre sí. Saben unos de otros de qué pie cojean.

Bueno, recuerde Usted aquella respuesta de Justino Compeán a Raza Deportiva de ESPN Deportes Radio: “Yo no meto las manos al fuego por ningún directivo del futbol mexicano, no las meto por nadie, excepto mi familia”.

Si el entonces presidente de la FMF hablaba así de la ya legendaria Yunta de Dueños (dixit Sven-Goran Eriksson), qué puede esperarse de tanto lobo con piel decrépita de oveja.

Por eso, insisto, los inocentes, cuando guardan silencio, se vuelven culpables, con agravantes de premeditación, alevosía y ventaja.

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La "Chofis" López se queda en Guadalajara

LOS ÁNGELES -- Disciplina. A tiempo completo. Ricardo Peláez no quiere monjes tibetanos ni tipos ascetas, pero marca el territorio. “El futbolista vive de su cuerpo. Entonces (necesita) descanso, alimentación y trabajo”.

Fue su sello como jugador y ahora es su dogma como directivo. “Profesionales a tiempo completo, las 24 horas, dentro y fuera de la cancha”, explica el director deportivo de Chivas, arquitecto de la reestructuración en Chivas.

Ricardo Peláez hará firmar un convenio sobre disciplina a cada jugador de Chivas. No debería de ser necesario. Un futbolista profesional conoce derechos y obligaciones.

Sin embargo, nutrido por las diferentes versiones sobre actos de indisciplina al interior del equipo, durante años, Ricardo Peláez decide ajustar un cinturón de castidad mental, moral, contractual, financiero y casi físico a los jugadores del Guadalajara.

¿Qué incluirá ese acuerdo mutuo entre jugadores de Chivas e institución? ¿Qué tipo de sanciones se contemplan? ¿El margen de tolerancia?

1.— No más desveladas en los días previos al juegos. Cero tolerancia a excesos. Lineamientos en la alimentación. Educación sobre el impacto de desórdenes de diferente tipo.

2.— “Todo se sabe”. Aquí entran las mediciones físicas y los ciclos de rendimiento y de trabajo cada día. Hoy, con apoyo tecnológico, no hay secretos en la conducta del jugador en su vida.

(Anacleto Macías, “Tolán”, masajista leyenda del Guadalajara: “¡Ay, canijo! ¡Qué parranda te corriste anoche! ¡Mira cómo traes los músculos hechos bolas! ¿No entiendes, verdad?”, mientras masajeaba las piernas de Ricardo Snoopy Pérez, quien se carcajeaba y le pedía: “¡Cállese viejo, me va a castigar el profe”.)

3.— También habrá un control estricto en las redes sociales. Desde porqué, qué, cuándo, cómo, y dónde manejar estos peculiares y entrampados escenarios, que son un escaparate abierto a la afición. Incluso zonas y tiempos prohibidos para uso de celulares y tabletas.

4.— Podrían efectuarse valoraciones sorpresivas en el primer día de entrenamiento después de un partido, para entender el tipo de comportamiento del jugador. Aquí más que prohibición cabe la palabra mesura.

“Entrena mientras ellos duermen. Estudia mientras ellos se divierten. Persiste mientras ellos descansan. Y vive lo que ellos sueñan”, reflexión atribuida a Mohamed Alí.

Ricardo Peláez es implacable en el tema disciplina. Exige en compromiso lo que se retribuye en salario y prestaciones en Chivas.

Más que un convenio, desde el perfil de Peláez, es firmar un pacto de honor. Habrá sanciones. Desde multas, hasta suspensiones y cancelación de contrato, pero el fundamento se origina de la buena fe con un compromiso hacia el colectivo.

En la conferencia de prensa de este martes, Ricardo Peláez advierte que el cuerpo técnico ha crecido. Agregaron elementos precisamente para prever lesiones y para medir los riesgos de lesiones, especialmente con expertos en preparación física.

Este tipo de mediciones de las condiciones del jugador, son consistentes en Liga Premier, y las agregaron, por ejemplo, selecciones nacionales, y hasta Juan Carlos Osorio las incluyó de cara al Mundial de Rusia, para determinar las fortalezas y riesgos de los seleccionados mexicanos.

Al final, firmar este convenio, más de forma moral que con una rúbrica, quienes ganan son los futbolistas, el cuerpo técnico, y hasta Amaury Vergara, quien sufrirá menos por exposiciones mediáticas con la ligereza con la que antaño lo hicieron La Chofis López, Carlos Salcido y Alan Pulido, por citar a algunos.

Debe quedar claro que este cinturón de castidad virtual que les impone Ricardo Peláez, no necesariamente es un acto de castración, sino de convocatoria al principio elemental del profesionalismo.

No hay trampa. Excepto para el tramposo.

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LOS ÁNGELES -- Vive en el lado oscuro del futbol como si ya fuera un consagrado de la cara brillante del futbol. No ha ganado nada y está a punto de perderlo todo.

Difunde videos en redes sociales participando en formaciones trenecito dentro de un jacuzzi con damas y varones, todos ligerísimos de ropa. Puede ser la locomotora y se conforma con ser un vagón más.

Se monta en poderosa motocicleta a sabiendas de que su contrato se lo prohíbe, y estrena poderoso bólido untado con un color violeta delirio de un daltónico en versión “desgráciame la pupila”.

Es Cliente VIP de un restaurante tapatío en el que el atractivo, además de las carnes con generoso marmoleado, es el cariñosón ganado en pie de escotes profundos que deambula dentro del sitio.

Armó una revuelta, con otros indignados y ofendidos, ante los vestigios del entonces capitán Carlos Salcido, para quejarse de que J.J. Macías los hostigaba pidiéndoles que fueran profesionales, que se comprometieran, que se cuidaran, que se disciplinaran.

Chivas lo retuvo. Entre que quería darle la última oportunidad y entre que nunca hubo un equipo interesado en comprar un problema, Javier López, La Chofis, sobrevivió a los terremotos que devastaban al Rebaño.

Inesperadamente, entre Luis Fernando Tena y Ricardo Peláez se confabularon para rescatarlo. Esta vez sí, la última oportunidad. Cerró el Apertura 2019 como parte de ese inesperado resucitar del Guadalajara.

Un gol en pretemporada de La Chofis tiene tanta validez como la ha tenido su palabra sin honor desde su llegada al Guadalajara, pues ni Matías Almeyda pudo cambiarlo, aunque pidió públicamente que dejaran de llamarle La Chofis, a esa Chofis, que se empeñaba en ser La Chofis en su estado más puro.

El gol ante Necaxa el pasado fin de semana fue un reflejo de sus habilidades. Amague, recorte, amague, recorte, amague, recorte. Y Alexis Doldán dejó empeñado su atrofiado cigüeñal ante la fantasía de La Chofis.

Tras deshacerse del paraguayo, La Chofis venció a Hugo González. Un zurdazo sin ornamentos, pero sin bisutería. Y claro, la afición, la mayoría de corta memoria, volvió a redimirlo como aquel jugador que llegó a emocionar a José Manuel de la Torre al llegar a Chivas.

Poder, La Chofis puede. Deber, La Chofis debe. ¿Querer? Sólo La Chofis lo sabe. Han sido muchos años de venerar a los placeres emboscados del futbol. Y se ha vanagloriado de ello.

En la desfachatez exhibicionista de su modus vivendi, alguien le hizo creer a La Chofis que podía primero desbocarse y luego comprometerse con el futbol. El huevo antes que la gallina.

Por lo pronto –y por lo menos--, cuatro años de su carrera los ha tirado a la basura. Pompilio Páez observaba al jugador de Chivas para llevarlo a la Copa Oro, a petición de Juan Carlos Osorio. Renunció tras la primera charla. “Para él, son primero el dinero y la fama, luego el futbol”, explicaba Osorio sobre la ausencia del rojiblanco.

Al final, hay, sin duda, un acto de latrocinio pasivo perpetrado por La Chofis. Le han pagado puntualmente cada dólar. Él no ha devengado cada dólar que ha recibido. El robo perfecto.

Es esa la tolerancia perniciosa en los equipos de futbol como Chivas: han cambiado tanto de técnicos, que todos se han sentido capaces de ser el Mesías de La Chofis, sin conseguirlo. La Chofis ha obsequiado más besos de Judas que Judas mismo.

Parece, sin embargo, que esta vez, la coalición Tena-Peláez puede rescatar al jugador que, con su negligencia, indisciplina y cinismo, tal vez sin percibirlo, ha hecho naufragar a casi media decena de técnicos del Rebaño. Un intruso silencioso.

Es la inquietud de la afición de Chivas: La Chofis puede, debe, pero… ¿algún día querrá? Ésta es su última carta.

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LOS ÁNGELES -- Mientras el América aún no termina de embalsamar sus cadáveres, ni Monterrey de beberse el champaña de la gloria inevitablemente efímera, ya en otros frentes se relamen las heridas, algunas más profundas que otras, de cara al Clausura 2020.

Con los vestigios vacacionales a cuestas, en El Nido y el Barrial apenas comenzarán a tratar de recuperar ritmo y estado físico de competencia, mientras equipos como Tigres, León, Chivas y Cruz Azul, especialmente los dos últimos, exiliados de liguillas, tratan de robustecerse.

Chivas, festeja título ante Tigres
Imago7Los últimos campeones de liga con Chivas han encontrado refugio en MLS.

Rayados y Águilas tendrán que recurrir a la estrategia de emergencia: tratar de hacer pretemporada y rescatar la memoria colectiva de juego y de juego colectivo, a lo largo de las primeras semanas del Clausura 2020, con el riesgo inherente de sufrir tropiezos.

La cruda de fin de año, y del fracaso para América y de éxito para Monterrey los planta desamparados con respecto a los que desde la pocilga del arrepentimiento intentan dignificar su próxima comparecencia.

Chivas comenzó antes que todos. El Apertura 2019 entraba apenas a la reyerta de la Liguilla y empezaron a saltar los refuerzos, a concretar juegos de preparación, y a hacerse sentir la disciplina de Ricardo Peláez en esa sociedad aparentemente perfecta con Luis Fernando Tena.

Chivas, dicho está, será el equipo del morbo del 2020. Tras cinco torneos sin Liguilla, respirando menos agitado por el tema del descenso, la suma de jugadores aparentemente estelares para cubrir vacantes y especialmente para exacerbar una competencia encarnizada, lo lleva al primer plano de la expectación y de las expectativas.

Es, tal vez, con la mejor incorporación posible, la del mismo Peláez, y la elección minuciosa de los refuerzos, es el equipo más obligado al protagonismo del torneo. Lo tendrá sin duda. En la pasarela inclemente del morbo, habrá quien lo vitoree si se mantiene a la altura de las ilusiones, y habrá quien lo vitupere si se tambalea por debajo de las esperanzas puestas en él.

¿Y Tigres? Con esa cartera inagotable, ante esa cantera abandonada, los aburguesados de Ricardo Ferretti viven en la comodidad de ganar, a su estilo, bajo sus códigos, títulos domésticos para llenar las pueblerinas expectativas de sus directivos y de su afición. Con morder a los de casa, el perro de rancho se gana su hueso.

Para azuzar a Zuazua, sin embargo, la sacudida sufrida por la coronación de Rayados. Debe servir para provocar una sermoneada y una reprimenda absoluta a la comodina actitud de su cuerpo técnico y sus jugadores que hacen del desdén su compromiso competitivo, a pesar de ser el segundo plantel más caro de la Liga Mx.

León también está en deuda. Brindar partidos espectaculares, regodearse con el futbol agradable, apostar por alborotar a su tribuna, no alcanza cuando la vitrina se sigue empolvando sin que se agreguen trofeos tras el bicampeonato aquel de Gustavo Matosas, hoy desterrado del futbol mexicano por los señalamientos de cohecho en la contratación de futbolistas.

Pierde a J.J. Macías, y aún espera las limosnas que de contrataciones, desechos, y hasta hurto de jugadores, deba sufrir en esa relación insana de la Multipropiedad con el Pachuca. Jesús Martínez hijo espera ver qué y cuánto queda en la cartera de su padre.

Y mientras se debate en zafarranchos mediáticos, con disidentes ociosos y desesperados, y las intromisiones de familiares incómodos, Cruz Azul también asume su propia responsabilidad. Sus trofeos, tras 22 años de ayuno, ya tienen más la sospecha de ser mitos que ser leyendas.

Robert Dante Siboldi cerró el año en un ambiente convulsionado dentro y fuera de la cancha, y mientras trata de echar a andar una máquina desbielada, debe cargar con el desafío irresponsable e inmerecido, de que llegó por capricho a La Noria, a raíz de que Peláez perdió la batalla de querer llevar al Turco Mohamed, quien a la postre terminó campeón con Rayados.

No estarían solos. Guillermo Almada debe mejorar lo hecho con Santos, es decir, mantenerse consistente y hacerlo campeón. Y Morelia demostrar que lo conseguido por Pablo Guede pasa por sapiencia y no por el tema de supersticiones y magia blanca, y porque los futbolistas trataron de redimirse tras la salida del “Scanner” Torrente.

Necaxa se deshizo de jugadores clave; Querétaro es una multipropiedad disfrazada con Christian Bragarnik en la sombras, y el Toluca intenta que el Chepo de la Torre coloque de nuevo al Infierno en aparadores celestiales.

Pero, sin duda, desde la primera maroma de su majestad la gordita, desde el primer giro del balón, hay dos equipos que están expuestos dramáticamente al podio de la gloria o al paredón del fracaso, sin medias tintas ni grises exculpatorios.

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LOS ÁNGELES -- Dicho estaba: América, el apóstol del masoquismo. Lo ratifica en ese martirio compartido del flagelo y el coqueteo con la inmolación. Esa vocación de verdugo con abnegación suicida de mártir. En El Nido, la vida sin agonía, no es vida.

Y así, América está en La Final del Apertura 2019 ante Monterrey. 2-0 (goles de Renato Ibarra y Federico Viñas) para un 2-2 global, y al amparo de cuatro puntos en la Tabla General sobre Morelia, organiza la migración de las Mariposas Monarcas a su refugio vacacional.

Morelia quería ser leyenda, El Nido lo degradó a mito. Las Águilas pasaron de esa vocación de feroces depredadoras, a cautelosas y hasta juguetonas, pero siempre sobrias y serias, para merecer el salvoconducto a La Final ante Rayados.

Y se quedó en mito Morelia, porque la personalidad, la garra, la gallardía, el poder, el temperamento, la testosterona del Juego de Ida, nunca los llevó al Estadio Azteca.

Pocos fueron los reclutas sobrevivientes del Morelia del jueves y que fueron guerreros este domingo por la noche: Quick Mendoza, Aldo Rocha, el venezolano Aristeguieta, el Shaggy Martínez y mientras estuvo en la cancha, Rodrigo Millar.

América celebra pase a la Final (Futbol)
AP Photo/Anthony Vázquez

Al resto, incluyendo al peruano Edison Flores se los tragó el reto y el escenario, incluyendo al arquero Sebastián Sosa, quien en su precipitación y desesperación en la salida con el balón, provocó una epidemia y nerviosismo y errores, que colocó al América en posición de gol que desperdició.

Pero el protagonista fue uno: el América, como conjunto, como pelotón poderoso por esa conciencia gremial de lucha, de batalla, de obligación, de confirmar que el alarde ominoso del #ÓdiameMás se convierte en un aluvión genético ante la adversidad.

El Nido tuvo el control del juego, siempre. Mérito absoluto de Miguel Herrera, amo y señor del pizarrón y del diván; capataz del ajedrez y exponente del pequeño Freud que todo técnico lleva dentro.

Es su estilo. El Piojo enciende las luces del tablero, muestra la ruta y se mete en esos recovecos inescrutables e impredecibles del entrenador, para convertirlos en máquinas de guerra.

Y claro, la pregunta es necesario: ¿Y por qué sólo 90 minutos? ¿Y por qué sólo cuando la guillotina le roza el gaznate a su equipo? ¿Y por qué cuando sus aficionados, esos hijos desamparado del #ÓdiameMás mastican las entrañas de angustia y desesperación?

Sólo Miguel Herrera lo sabe. Pero en esa línea fatal ante el precipicio, donde otros se desquiciarían, él y su equipo se sienten cómodos, confirmando eso, que este América es un apóstol del masoquismo. Y su afición también.

Vaya, hasta el hace dos semanas desahuciado, Paul Aguilar, ha tenido los mejores 90 minutos de los últimos dos años, y el resto del grupo se mostró --diría Miguel Hernández--, "masculinamente serio", sin que alguno desencajara de ese proyecto tribal de resurrección, de conquista, de convertir lo imposible en una tarea doméstica y pueril, como burócratas de la utopía.

Enlistar a los padrinos de la victoria, significar recitar la alineación del equipo, porque más allá de las tareas sobresalientes de Guido Rodríguez y Henry Martín, el nivel de resistencia y compromiso físico de otros como Andrés Ibargüen, Federico Viñas y Richard Sánchez, son notables, hasta la improvisación sin quejas de Sebastián Córdova.

¿Le alcanzará ante Monterrey? Tendrá días para recuperar a Ibarra, y para que El Piojo enfoque al grupo en 180 minutos y no en 90, aprovechando el zarandeo que vivirá Rayados en el Mundial de Clubes en Catar.

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LOS ÁNGELES -- ¿Cinismo? ¿Resiliencia? ¿Contrición? ¿Arrepentimiento? Como sea, por lo que sea, Monterrey es finalista. Elimina a uno de los regocijos del torneo, Necaxa.

Cuando los muertos están tan muertos, los intimida más la resurrección que la muerte. Y así ocurrió con Rayados. Estaban tan muertos que se han pasado de vivos en esta Liguilla.

Monterrey revolcándose en el foso del fracaso, y llega otro en las mismas condiciones desastrosas: Antonio Mohamed, vapuleado, vilipendiado, incriminado desde España hasta Argentina. Y la mezcla hizo explosión.

Foto: AFPMonterrey espera rival para la Final del Apertura 2019.

El Turco conocía a sus huestes. Se habían odiado y se habían amado en el pasado. Sus crisis personales los llevó a perdonarse, a consolarse y a reconciliarse. Ambas partes se dieron una segunda oportunidad.

Desde las profundidades de la tabla, empezaron a trepar. Tenían, por entonces, más fé que esperanzas. Mohamed les refrescó la memoria sobre el futbol, tras la amnesia perniciosa con Diego Alonso.

Y se dieron todas las circunstancias. Sobre todo esa, la resiliencia, la capacidad casi animal de lo más animal del hombre: sublevarse ante la adversidad, la amenaza, la sentencia.

Y Mohamed guió a su ejército. Por cierto, el ejército más caro del futbol de casi toda América. Irónico, porque ese prestigio, en la cancha se volvía desprestigio.

Eran millonarios sin alcurnia. Oligarcas con futbol de menesterosos. Hasta que llegó el Turco, con resultados menesterosos y su facha de oligarca.

La fusión fue bullendo en forma lenta. Se fue sublimando. Se fue expandiendo. De manera espectacular. Por eso, porque los muertos, mientras más muertes, se intimidan más por la resurrección por la muerte.

Y bajaron de su nicho untuoso de líder general a los Santos, y fue el primer aviso. Ahora, este sábado por la noche, montan un pararrayos en el Estadio Victoria de Aguascalientes y convierten en chispas a los Rayos del Necaxa.

En la Vuelta ante Rayos, Monterrey no fue brillante, ni exquisito, ni espectacular, ni generoso, ni excitante. Pero, jugó bajo la otra versión de Mohamed: detener, contener, retener y tratar de sorprender.

Necaxa aún no entenderá en qué se equivocó, porque la realidad es que Rayados no se equivocó, y cuando lo hizo, los postes traicioneros jugaron a favor del visitante.

Monterrey se toma un respiro. Igual que hace dos meses, nadie esperaba de él. Y así va al Mundial de Clubes, con todo que ganar y nada que perder. Si ya saben que la resurrección es opción de la muerte.

Y después, con el trasiego, el jet lag y su descompensación, sólo tienen algo en mente, ser campeones de Liga MX, y el peregrinaje inoportuno por Catar, sólo es una trampa en su camino.

Pero, la resiliencia, el cinismo, el arrepentimiento, se fortalecen ante esas condiciones agrestes extremas. Insisto, detrás de la muerte sólo se entroniza la resurrección.

Y deben agradecer incluso a Diego Alonso. Sí, especialmente a él. Hizo las cosas tan mal que fue necesario traer al Turco para refaccionar los daños del terco.

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LOS ÁNGELES -- Tigres tuvo tres traidores, tres traidores piojosos, y El Piojo Herrera y su América, proeza de por medio, están en semifinales ante Morelia.

Carlos Salcedo, Diego Reyes y la mezquindad natural de Ricardo Ferretti, protagonizaron el fracaso de Tigres, en un Volcán que echó fumarolas y cenizas de frustración y de lloriqueos, mientras Herrera y sus Águilas dieron una demostración brutal de que el espíritu del #ÓdiameMás no es bluf sino religión.

Federico Viñas, Guido Rodríguez, Giovani dos Santos y Emanuel Aguilera cincelaron a pura rabia y pujanza el epitafio de 2-4 (4-5 global) para unos Tigres arrojados a la fosa común del fracaso, sin soslayar en ningún momento la noche suicida del triángulo de la sospecha: Salcedo, Reyes y Ferretti.

Sin duda, en el vestuario, debe ser más poderosa la arenga consagrada a una proeza, por parte de Miguel Herrera, mientras en el otro, la letanía gastada, ácida de un siempre cicatero y roñoso estilo de juego de Ferretti.

Y más debe doler a la afición de Tigres, que Rayados está en semifinales para enfrentar al Necaxa. Media ciudad de Monterrey va de carnaval y la otra mitad de funeral.

Una Liguilla que es, como el libro de Bruno Traven, "La Rebelión de los Colgados": por segunda vez en la historia de Liguillas, van a semifinales los cuatro últimos clasificados.

RAYOS FANTASMAS...

Ante Querétaro, el favorito sin duda, Necaxa se curó de todas sus achaques y trastornos, especialmente ese: saber cerrar los partidos, mantener una línea de rendimiento de uniforme a ascendente... aunque lo hizo con un hombre más.

Primero asaltó a los Gallos y luego su gallinero. Con el 0-3 colgándole del cogote, Querétaro amenazó con acercarse con Marcel Ruiz y Lucumí, pero la expulsión de Luis Romo, rigorista, fue la sentencia de muerte para el sublevado e insurgente equipo de Víctor Manuel Vucetich.

Más allá de que el técnico Memo Vázquez avisó que se va, y que al menos media decena de jugadores están ya transferidos, Necaxa fue responsable y comprometido ante un equipo sólido y serio, como el de Vuce.

Con ese buen futbol, esa dinámica de marca, transición y ataque, Necaxa pondrá a sufrir a una zaga nerviosa cuando la enciman como la de Rayados en Semifinales.

TORRENTE DE CAMBIOS...

Morelia saltó del limbo. Con Javier Torrente había saltado al vacío y con Pablo Guede saltó a la Liguilla... y a semifinales.

Modesto en nómina, Morelia agregó jugadores que reclamaban una idea... y honestidad. Carente Torrente de todo ello, Guede cayó perfecto en el vestidor y enderezó todos los entuertos dejados por el ex chofer de Marcelo Bielsa.

Confianza y orden, encontró en Edison Flores los goles oportunos y en el Quick Mendoza, el gitano desesperado, haciendo de ese acordeón táctico un equipo de empuje y de lucha, y a Miguel Sansores lo rescató de los grilletes mentales en que había recaído.

Sentenció al León, que con un plantel fortalecido, ejercía como favorito, y con ese empuje que suele embriagar generosamente al resucitado y redimido, lanzó una advertencia descarada al que ahora asume como gran favorito, el América.

CRECIERON LOS CABRITOS...

Luego de que desbielara el Ferrari el técnico (Diego Alonso) que choca hasta con carros de supermercado, llegó el Turco Mohamed a tomar el relevo el Monterrey, partiendo de una premisa cómoda: restablecer la memoria de juego a la columna vertebral del equipo.

En un reencuentro entre desesperados, urgidos, cojeando de fracasos, Mohamed y los Rayados, decidieron cruda y cínicamente darse una nueva oportunidad a sí mismos. Y borraron del mapa al líder del torneo.

Estaba dicho: Guillermo Almada conocería la desalmado emboscada que es una Liguilla. Con el 5-2 en Monterrey, como muestra de no saber jugar esta instancia, en la vuelta Rayados completó la tarea, con ese orden defensivo que malabarea Mohamed.

Queda claro, por lo pronto, que Monterrey encontró la chispa, la idea y el chantaje emocional de capitalizar la oportunidad que mutuamente encontró con Mohamed. Si Necaxa le juega con la misma moneda de trinchera y despliegue, lo va a meter en problemas. Pero Rayados tiene cada loco...

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LOS ÁNGELES -- América, RIP. No sólo porque el marcador apesta a epitafio. Sino porque la lápida la pavonea el más ducho, marrullero, sagaz y astuto de los sepultureros del futbol mexicano: Ricardo Ferretti.

América 1-2 Tigres. Insisto, no es la estrechez de la pizarra, sino la malévola sabiduría y mezquindad del adversario. Las Águilas viajan a territorio donde suelen ser especialistas en embalsamar a los mal heridos. Y América sangra.

Liga MX, Miguel Herrera | Ricardo Ferretti
Imago7'Tuca' Ferretti le tiene tomada la medida al 'Piojo' en las liguillas

Y claro, de nuevo, bochornosos pasajes y aberraciones por parte del árbitro Fernando Guerrero y el VAR. Lo de siempre, no se sabe si es estulticia o dolo. O ambas. Incluso le hurta a Quiñones lo que pudo ser el 3-1. Deplorable.

Bajo el embeleso continuado de los otros tres duelos de la Liguilla, en guerras fascinantes, la desilusión impactó brutalmente con esa forma respetuosa de manifestar el miedo o esa forma miedosa de manifestar el respeto, que asumieron felinos y Águilas.

En un abuso de custodia personal, casi como parejitas de tango, en una marca celosa, desde el arranque, América y Tigres corroboraban que la rivalidad fabricada con la urgencia de la mercadotecnia, les sentaba mal.

Había más preocupación por la derrota que devoción por la victoria. Y apenas, tímida y paulatinamente, El Nido entendía y desarrollaba la obligación innegociable de sacar un resultado favorable.

El portero Miguel Ortega, supliendo a Nahuel Guzmán, se convirtió en la diferencia que con regocijo los pitonisos auguraban, entre los impulsos ofensivos americanistas y la cautela extrema de los Tigres.

Nervioso, al primer disparo quemante, Ortega manotea como tratando de sacudirse una alimaña, y regala un tiro de esquina. América entendió que lejos de enviarlo relajado, desde el vestidor de Tigres, lo mandaron crucificado.

El segundo yerro brincó de sus manos trémulas a la festividad del marcador. Balazo de Renato Ibarra y el rechace es un servicio impecable al perfil y posición de Richard Sánchez, quien pesca sin piedad el 1-0.

El gol alebresta las ínfulas del América y se siente con derecho de ir por más. Al dominio con el balón, le agrega el territorio, pero para entonces, ya Ferretti había trancado la puerta para sobrevivir el primer tiempo con la mínima desventaja.

Para la segunda mitad, Ricardo Ferretti ratificó que poco le importa que se le enjuicie por temeroso. Porque al silbatazo, los ajustes presentaron otro equipo de Tigres.

Liberados algunos grilletes, reacomodados Rodríguez, Dueñas y Aquino, América se dio cuenta de la avalancha cuando ya sufría el 1-1.

Minuto 50, cobro desde la esquina por Dueñas y Guido Pizarro embiste por el corazón del área, como sístole y diástole asesino y pesca el seco cabezazo para igualar el marcador.

Para estremecer el juego, un clavado de Richard Sánchez que el árbitro Fernando Guerra premia con penalti, es después anulado por el VAR, pero apenas minutos después, el mismo paraguayo pisa a Aquino y esta vez Guerrero y VAR, unen criterio, y la pelota va al manchón.

Gignac acierta, pero Guerrero decide repetir el cobro, porque Carioca invade el área. Vaya circo. Pero, de nuevo, el francés, preciso, sentencia a Guillermo Ochoa, para el 1-2. Ferretti es muy gráfico: todos detrás del portero Ortega.

Ahora, en ese terreno inhóspito, emboscado, agreste, despiadado que es El Volcán, América deberá jugar en la perfección defensiva y en la exactitud ofensiva, para poder siquiera inquietar a unos Tigres que encuentran el escenario perfecto para regodearse con la desesperación del rival.

Las Águilas cerraron insistiendo. Acosaron. Pero, abusaron del desperdicio, de manera lamentable: Nico Benedetti, Roger Martínez, Paul Aguilar y Andrés Ibargüen.

Pero, esta noche de jueves, América está más cerca de la extremaunción que de la absolución. Ese sepulturero bigotón no deja salir de la morgue ni a los vivos.

E inevitable cuestionar: ¿porqué ante el persistente grito que aterra a FIFA y FMF, Fernando Guerrero nunca reaccionó al protocolo como sí se hizo en Morelia? ¿Miedo? ¿Órdenes? ¿El criterio de no tener criterio?

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LOS ÁNGELES -- Mentir es grave. Mentir bajo juramento es el ejercicio abusivo y descarado de la infamia.

Ricardo Ferretti, en una dramatización hollywoodense, se permea con una deslealtad absoluta para explicar el inmoral y despiadado acuchillamiento de un Tiburón, de por sí, moribundo. “Fue una confusión, un mal entendido”.

André Pierre Gignac, en un comunicado que es una falta de respeto a la inteligencia y el sentido común, dice que ese disparo, el de su gol 100, no fue una traición, sino que quiso echarlo hacia afuera para un saque de meta.

Es decir, que teniendo más de 30 metros de espacio, a cada lado del arco de Sebastián Jurado, tuvo tan mala, pero tan recontra mala puntería que metió el balón pegadito, besando, acariciando, al poste izquierdo del arquero.

A la llegada de Tigres a Monterrey, varios jugadores dieron una versión distinta y de manera muy confidencial: “(antes del partido) El Tuca y Gignac nos dijeron que les valía madre la situación del Veracruz, que teníamos que ganar”.

Pero, Ferretti y el francés, salieron a lavarse las manos y apenas reconocieron que cometieron un error, sin disculparse, de manera creíble de ello.

Percudida la imagen de ambos, sería exagerado e injusto estercolar de manera absoluta a la institución y al plantel, por la decisión radical, dictatorial de Ferretti y de Gignac. Que carguen ambos con la magnitud vil de sus decisiones.

Ojo: la responsabilidad de Gignac y Ferretti, en especial por sus actitudes huidizas, de avestruz, ante las acusaciones generalizadas, es apenas sobre el resultado y la flagelación cruenta de los escualos, pero no sobre el asunto medular.

Ahí, en el iceberg maloliente de este problema, se agravan las responsabilidades y las culpabilidades de los involucrados.

1.- La traición de los mismos futbolistas a su palabra. Prometieron parar el juego y así parar la Liga, para sentar un precedente poderoso y granítico contra cualquier injusticia. Recuiaron, se culipandearon.

2.- El culpable absoluto es uno solo: Fidel Kuri, un milmillonario que se niega a pagar, en un acto delictivo que compete a las autoridades gubernamentales, incluso, y hasta una intervención de orden fiscal, bancaria y hasta del IMSS.

3.- Y la responsabilidad adyacente de una FMF y una Liga MX acobardadas, incapaces de lanzar al menos la advertencia final a Kuri con desafiliar al Veracruz, sino que sólo reaccionan pueril y tímidamente ante la realidad.

4.- ¿Y ahora cuál es la personalidad de Yon de Luisa cuando en verdaderos desafíos como el de Veracruz y la barbarie desatada en San Luis, elige el silencio cómplice como la reacción huidiza y timorata ante ambos hechos?

Porque, sí, lo de Ferretti y Gignac los exhibe en sus condiciones mezquinas como competidores, pero, al final, no son ni siquiera parte del problema capital, medular, central, como sí lo es el pánico de jugadores sumisos y acobardados, o como lo es el abuso de impunidad e inmunidad de Kuri, hasta la atemorizada confrontación de De Luisa y de Bonilla.

Por lo pronto, en la conferencia de prensa de este lunes, ésa, la de “Los Lunes del Tuca”, fue lamentable cómo manipuló el encuentro con los medios, despojándolos del rumbo del interrogatorio hacia donde él quiso llevarlo.

Ese cinismo de Ferretti sólo es comparable al que exhibió aquella vez que dejó su Ferrari estacionado en la zona de personas con discapacidades, mientras recogía su ropa en la lavandería. De ello, de esa infracción como civil, sin civilidad ni civismo, no fue cuestionado ni por sus directivos… ni por los medios que pastorea cada lunes.

Queda claro, que por culpa de Tuca y Gignac, no se puede llamar a Tigres equipo chico, sino más bien, liliputense…

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