LOS ÁNGELES -- Gerardo Martino entra al libro de récords del futbol mexicano: dos finales perdidas en menos de dos meses, ante Estados Unidos. Ocurren ambos fracasototototes en La Liga de las Naciones y en la Copa Oro.

Este domingo, una selección alterna, emergente, arrejuntada, de Estados Unidos, fue superior a Mexico en testosterona, en gallardía, en futbol, en capacidad física y en devoción por la victoria.

De hecho, hay sólo tres cosas que que le restan brillantez a la merecida coronación estadounidense.

1.- La pusilanimidad del jugador mexicano, que se transformaba en pánico conforme se acercaba el final del encuentro, ante un especialista, como EEUU, en asesinar cuando el reloj fenece.

2.- Los caprichos inexplicables de Gerardo Martino. El Mellizo, Funes-to Mori-bundo, como con River Plate y con Monterrey, se espanta ante los grandes desafíos, y aún así, lo mantuvo en la cancha su “Tata” espiritual.

3.- ¿De verdad Rodolfo Pizarro? Tocó diez balones desde que entró al campo, y todos los entregó de manera equivocada, mientras el resto del tiempo, se escondía detrás de los defensas.

Pero, ambos, Funes Mori y Pizarro, son decisiones, aparentemente, más hormonales que neuronales por parte del entrenador argentino, quien según los reportes terminó maltratado por la tribuna mexicana.

Cierto, ya se había dicho hace semanas. La esperanza de Martino para la el Octagonal Final de la Concacaf está en Tokio. La mezcla de jugadores entre los que han fracasado en la Copa Oro y los que aún respiran y suspiran en los Juegos Olímpicos, será su salvación para clasificar, con apuros, a Catar 2022.

Este domingo, Estados Unidos, con su estilo tacaño, viciado, rácano, adicto a no dejar jugar y a irrespetar la esencia del futbol, jugando así, sólo permitió unos minutos de libertad en el primer tiempo, y después le puso cadena y bozal al que de nuevo es su mascota, el seleccionado mexicano.

El Tri tuvo empuje durante algunos minutos, se vio incisivo y convirtió en figura al arquero estadounidense, Matt Turner, quien se convirtió en el héroe del primer tiempo, mientras que esa distinción se la arrebataría Alfredo Talavera en la segunda mitad.

Tras esa revolución en los primeros minutos, México pasó a ser un equipo vulgar, conformista, asustadizo, sometido, vejado incluso por una marca vigorosa de Estados Unidos, que le permitió cerrar con más poderío físico y anímico el encuentro, hasta conseguir el gol de la victoria al minuto 117, en un remate de Miles Robinson, a quien marca, de espaldas, impotente, aterrorizado, paralizado, atolondrado, Edson Álvarez, a quien se le hizo trizas el mal puesto apodo de “Machín”.

Ahora se viene la eliminatoria y México tiene enfrente un veto de dos partidos en el Estadio Azteca, obligado a jugar a puerta cerrada.

Hay, además, un saldo final y más refulgente, el más preocupante, que estas dos humillaciones ante Estados Unidos. El Tri no atribula a nadie.

Quedó demostrado que ya todos le perdieron el miedo y el respeto en la Tierra de Ciegos de la Concacaf a este ex Rey Tuerto, con lagañas, cataratas, estrabismo y querataconos, en el ojo sano.

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Martino confirma que los jugadores decidieron que Salcedo tirara el penal
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LOS ÁNGELES -- Una de las peores versiones de México en Copa Oro, enfrenta a una de las peores versiones de Estados Unidos, en la Final de una de las mejores versiones de una Copa Oro.

Y aunque no son los mismos jugadores, es posible esperar, en el desenlace, una de las mejores versiones de una Final de Copa Oro, especialmente por el antecedente inmediato, embarrado de miel estadounidense y de hiel mexicana, que fue la Final de la Liga de las Naciones.

Estados Unidos no fue mejor que Catar, pero marcó el gol de la diferencia (1-0). México no siempre fue mejor que Canadá, pero al minuto 99, con gol de Héctor Herrera, marcó la diferencia (2-1).

Y antes de ir al detalle de los juegos, establecer nuevamente la comodina, cínica y descarada actitud de la Concacaf: #ElGrito apareció de nuevo, con vehemencia, este jueves, y no hay, no ha habido y no habrá sanción de su parte contra la Selección Mexicana.

Claro, no va a pegarse un tiro en la pezuña con un escopeta recortada, cuando puede impactar y deslumbrar a sus patrocinadores con el rating más alto en la historia de una Final de Copa Oro. La Copa Panamericana de 2024 no valdrá su peso en oro, sino en diamantes.

Por supuesto, la plata está por encima, pero muy por encima, de la bandera puritana de este sepulcro blanqueado, de doble moral que es la Concacaf.

Les recuerdo, quienes ha promovido la persecución de la FIFA contra México a causa de #ElGrito han sido estrictamente la Concacaf, y el hombre que la preside, pero no manda, Víctor Montagliani. Que la FMF pretenda ignorarlo, es parte de su acobardamiento.

¿El juego? Intenso. Pasional. Belicoso. Con todos los condimentos para poner sangre en los ojos y en el alma. No hubo un brillo futbolístico, pero sí una conflagración que se avivó con el 1-1 de Buchanan, luego de que Orbelín Pineda pepenara el 1-0 desde el manchón.

Y si no, juzgue Usted: gol de último minuto; dos penaltis para México, uno errado; varios conatos de bronca; las eternas estulticias de Carlos Salcedo; arbitraje despistado y tricolor; una multitud impresionante en la tribuna; claro, #ElGrito, como castigo para el Tri, más que como insulto para el contrario; un crespón de luto por la muerte de Zizinho, padre de Jonathan dos Santos, y, afortunadamente, para la fogosidad el Octagonal Final, Canadá se sumó, finalmente, al convoy del desprecio contra el Rey Tuerto, con cataratas y lagañas y todo, en el páramo de la Concacaf.

A Estados Unidos lo persigue la misma cantaleta de esta Copa Oro: no fue el mejor en la cancha, pero fue el mejor en el marcador. Catar lo perdonó, desde el manchón penal y desde varios puntos de torpe artillería. El futbol lo hicieron los cataríes, mientras los anfitriones, con base en su futbol mezquino, pragmático, negociaron la victoria.

Por México, afloraron nuevamente las inconsistencias. Tecatito Corona había sido el jugador referente en movimientos ofensivos del Tri, pero ante Canadá, fue acordonado, y quedó en el empuje de Héctor Herrera, a ratitos, como siempre, la posibilidad del Tri de hacer daño.

Recuérdese: la mejor selección de Martino, dicho está, será a partir del híbrido que tenga en la eliminatoria, armado precisamente con quienes intentan una hazaña en Tokio, y con quienes intentan mantener la desvencijada corona conkakafkiana (dixit Guillermo Chao) en la Copa Oro.

Por otro lado, México es un caos en el fondo. Afortunadamente son todos tan conscientes de sus torpezas, que son solidarios entre sí. Si se equivoca Salcedo, tanto como siempre, aparecerá Héctor Moreno al rescate. Y si se equivoca Moreno, tanto como siempre, aparecerá Salcedo al rescate. La solidaridad esa de que entre bomberos no se pisan la manguera.

¿Y #ElGrito? Estuvo ahí. Finalmente algunos empiezan a entender lo obvio: no es un insulto para el portero contrario, es un vituperio, hecho reclamo y queja, contra la mismísima selección mexicana. La propuesta es clara: mientras menos juegas, más grito; mientras menos me ofreces, más te increpo.

#ElGrito es hoy la única --pero muy poderosa--, herramienta de venganza que tiene la tribuna para acicatear a sus jugadores, y transformar a los asnos futbolísticos, en percherones de batalla. Y parece surtir efecto.

Al final, queda claro, la Concacaf, hipocritona, centavera, es jueza y parte de #ElGrito. Y en la pusilanimidad culposa, al estilo Poncio Pilatos, se lava las manos y entrega la guadaña a la emperifollada Inquisición de la FIFA.

Por lo pronto, en la versión tercermundista de la guerra regional, tras el festín en la Eurocopa, la a veces arrabalera kermés de la Copa América, se viene la Final del torneo estelar de la Concacaf. Un millonario con parches en el frac.

Por eso, insisto, prepárese y disfrute, en el paraíso conkakafkiano y surrealista, para lo que se viene: una de las peores versiones de México en Copa Oro, enfrenta a una de las peores versiones de Estados Unidos, en la Final de una de las mejores versiones de una Copa Oro.

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Un "grito" desesperado...

FECHA
13/07
2021
por Un "grito" desesperado...

“El grito” ha pasado de las tribunas a las autoridades del futbol mexicano. Hoy, está mutando de forma siniestra y peligrosa. De ser un “grito” generado en la mala educación, ha tomado un camino diferente en una nación que vive, casi a la velocidad de la luz, transformaciones sociales y políticas de las cuales el futbol no puede estar ajeno. Cuidado, mucho cuidado si este ya famoso, nunca célebre, “grito” se transforma en un “grito” de reclamo, de lucha, de justicia y tergiversa la realidad de su naturaleza. Yo no espero que un grupo de aficionados maleducados terminen siendo “mártires” y casi “héroes”, pero no me esta gustando el rumbo que va tomando la situación. La realidad es que el “grito” de la tribuna se ha convertido en un “grito” casi desesperado de las autoridades futbolísticas mexicanas...

SAN DIEGO, California.- “El grito”, el famoso “grito” ha sido parte de una muy polémica y también interesante metamorfosis. “El Grito” que cambió de bando y también de tribuna. De ser un “grito” que intentaba ser inofensivo, chistoso, coloquial, se transformó en una ofensa. Luego, muto en una amenaza. Más tarde, parece ser un reto y luego, un “chantaje”. “El grito”, es hoy, también, un “grito” desesperado del futbol mexicano...

No deja de ser un asunto de educación, como muchos otros que acometen y atormentan al país. También, es una muestra de cómo las autoridades fallan, lo protegen, lo dejan crecer y actúan tardíamente. En cada saque de meta del portero contrario a la selección mexicana, retumba la declaración de Justino Compeán, el entonces presidente de la FMF: “Es parte de nuestra cultura. No le hace daño a nadie”.

A Yon de Luisa se le nota preocupado y por momentos desencajado. Sabe que su preocupación máxima debe radicar en mantener a la selección como un negocio atractivo y boyante y en empujarla para que dé el paso al siguiente nivel competitivo. Encima, tiene a la FIFA sobre su yugular, presionando, recordándole que harán el Mundial del 2026 en territorio mexicano y que de ninguna manera puede permitirse en estos tiempos manifestaciones de orden racial u homofóbico. La presión de De Luisa ha dejado de ser un 120=80. Está en encima de los límites normales.

Los tiempos sociales y políticos que vive México son complejos. Vivimos, todavía, en la época del despertar, donde las generaciones que nacimos y fuimos parte una larga dictadura de partido, estamos buscando, casi permanentemente, la forma de protestar. Las redes sociales y también las nuevas generaciones generan una polarización. Hoy, más que nunca, la nación está dividida, casi permanentemente por un tema social, clasista, y hoy, hasta por asuntos ideología política, derecho con el que antes no contábamos. El futbol no está al margen de esas trasformaciones. Es parte integral de ella. El “grito” tiene un origen en la falta de educación, pero hoy ha degenerado hacia otros intereses, enarbola banderas distintas y puede, lo saben en la Federación Mexicana de Futbol, mutar hacia una expresión de reclamo.

La semana pasada, mientras México debutaba en la Copa Oro con una desafortunada jornada que incluyó el deleznable “grito” en las tribunas del Estadio de los Vaqueros de Dallas, las redes sociales mezclaban el tema con el de ciertas injusticias que, en apariencia, ocurren en el futbol mexicano. El tema de los fallidos descensos en todas las divisiones, el caso específico del Irapuato, pretendía justificar el “grito” y colocarle hasta como un “chantaje”.

Lo mejor, para los intereses del futbol mexicano, es que el tema se quede en un asunto de formación, de educación. Ahí podrían existir soluciones o remedios que pueden ir, como lo hacen ya, desde la prevención y la enseñanza, las campañas de los futbolistas, y hasta la disciplina y la dureza, la advertencia de Concacaf de que serán expulsados de los estadios. Pero si “el grito”: toma otro rumbo y se transforma, como insinúa ya, en un “aparato” de reclamo ante la injusticia, que hay de todas formas y colores en el país, incluyendo en el futbol, entonces, la situación, se tornara más grave y pesada para los intereses del juego. “El grito” de los aficionados se ha transformado hoy en un “grito” desesperado de las autoridades...

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LOS ÁNGELES -- #ElGrito ha convertido el triángulo amoroso perfecto en un perfecto triángulo de odio sin límites. La Concacaf está dispuesta a matar antes que a morir. Y México ya lo sabe. Y SUM también. Ora pro nobis.

Yon de Luisa, presidente de la FMF, acusó a la Concacaf de negligencia, y de boicotear los protocolos y la logística para controlar #ElGrito ante Trinidad y Tobago.

“En los dos juegos anteriores los protocolos implementados por la Federación Mexicana de Futbol funcionaron, ahora que Concacaf estuvo a cargo, no fue así”, aseveró De Luisa.

#ElGrito regresó estentóreo, irreductible, en el juego ante Trinidad & Tobago, el sábado pasado. Y coloca a México, de nuevo, en la picota. Ya tiene una penitencia pendiente: dos juegos de veto. Ahora, si el aullido regresa ante Guatemala, podría perder los puntos en la mesa promiscua de la Concacaf.

Y si #ElGrito ocurre nuevamente ante El Salvador, el Tri sería expulsado de la Copa Oro, claro, si la Concacaf se apega a su propio reglamento. Pero, ya se sabe, el organismo conkakafkiano (dixit Guillermo Chao), puede cortarse un meñique, pero no el pescuezo.

Y todavía podría ser peor... o mejor, según se le vea. La Concacaf podría vetar a la selección mexicana de jugar partidos amistosos en Estados Unidos. Esto restaría 10 millones de dólares por año a la FMF, y una cantidad mayor a SUM, la comadrona financiera del Tri.

Sin duda, la Concacaf le haría un favor al Tri. La FMF sería 10 millones de dólares menos rica por año, pero se libraría de los partidos moleros que le agendan. Además, podría explorar en otros países. En Canadá habitan 250 mil mexicanos, y según cifras de 2010, en España están asentados 61 mil, y en Alemania, 17 mil, según recuento en 2020.

No debe ser tan grave separarse de SUM. La federación de futbol de Estados Unidos (USSoccer) romperá su relación con SUM en 2022, y a partir de 2023 manejará de manera independiente todos sus acuerdos deportivos y de transmisiones. Esa relación le significaba un pago de 30 millones de dólares.

Ojo: no menosprecie a SUM. En 2017, con todos sus activos y contratos, estuvo valuada, según Bloomberg, en dos mil millones de dólares, y es hermano siamés de una próspera MLS, que ha llegado a cotizar sus franquicias hasta en 325 millones de dólares.

Pero, a Concacaf no le importa el negocio entre SUM y México. Le importa poder ordeñar al Tri y a sus gritones seguidores en cada torneo auspiciado por ella, incluyendo su involucración con las eliminatorias para el Mundial de Catar 2022.

Por eso, cuando Yon de Luisa sugirió jugar ante Guatemala a puerta cerrada en esta Copa Oro, la Concacaf saltó a gruñir y mostrar las fauces, para aseverar que habrá aficionados este jueves en el Cotton Bowl de Dallas.

Enclaustrarse para este juego, como quería la FMF, habría significado pérdidas por cerca de 4 millones de dólares. La voracidad conkakafkiana tiene una afilada dentadura de oro. Lo que no ruñe, hasta dejar sólo el hueso, lo hace crujir.

Yon de Luisa ha enviado legajos a Concacaf, pero principalmente a FIFA, advirtiendo de un riesgo en los dos próximos juegos del Tri en Copa Oro. ¿Y si quienes gritan son aficionados rivales, pretendiendo damnificar a México? ¿Cómo detectarlo?

Por eso mismo, De Luisa pretende que la Concacaf deje de inmiscuirse en los protocolos y la logística contra el grito, y deje a la FMF y a SUM proceder con el plan original. Pero la matrona de la zona no quiere ceder un ápice.

El presidente, que preside pero no manda, Víctor Montagliani, cabeza de la Concacaf, es un feroz mastín de México. No es nada personal. Son negocios. Él vio con desagrado que Estados Unidos le sirvió una rebanada más generosa a México de cara al Mundial 2026. Montagliani vería con enorme satisfacción, según allegados a Concacaf, que México perdiera la sede de esa Copa del Mundo, y que sólo se organizara entre dos países.

“Para nosotros (Concacaf), el grito no es folklore, es un insulto”, ha dicho reiteradamente el canadiense, quien ha defendido apasionadamente la diversidad sexual incluso con vehemencia e insultos, alguna vez, contra Donald Trump.

Sin embargo, la FMF debe entender que tiene el control absoluto de #ElGrito. Aunque se niegue a aceptarlo, Yon de Luisa sabe que una selección mexicana que juegue con intensidad, que juegue bien y que gane, esa ecuación, es el esparadrapo absoluto, el bozal perfecto, para acallar #ElGrito.

Sin embargo, el sábado ante T&T, todos los factores se complotaron a favor del alarido incómodo. Chucky Lozano arrollado, con 40 puntos de sutura, según De Luisa, y el equipo no funcionó en la cancha. Los burdos trinitarios le entregaron a México el espacio y el balón, y se atrincheraron en el fondo.

México tuvo un estéril 83 por ciento de posesión. Hizo 30 disparos y sólo 7 al arco. Cobró 15 tiros de esquina que sólo mostraron la impotencia ofensiva del Tri. La pregunta es si antes, trabajaron en los entrenamientos, variantes de los cobros desde el banderín. Y si no, ¿qué hacen en las prácticas para no planificar cómo capitalizar un córner?

Si el Tri juega mal, juega feo, lo golpean y se asusta, y además aburre y se muestra timorato, es inevitable que aparezca #ElGrito. Es frustración, injustificable, pero es eso, un chasco, un fiasco, y el tipo que paga un boleto por 90 minutos de alegría, toma venganza a su manera.

Insisto, entonces: #ElGrito no es ya un insulto contra el portero contrario, es ya una reclamo, una increpación, un vituperio, directamente contra la selección mexicana, y la decepción que genera.

#ElGrito se ha convertido en una manera burda de cobrarle a la selección mexicana esa falacia de que prometa tanto y que entregue tan poco.

¿Quieren erradicarlo? Insisto en lo de hace meses, sólo hay una forma: ganar, gustar y golear a rivales de menor envergadura en la zona.

Y lo peor de todo es que el futbol mexicano mientras más conoce a la nueva Concacaf, más extraña a Jack Warner. El trinitario ya habría solucionado esto en FIFA, sí, al estilo mafioso de siempre, pero habría quedado documentado como un mal necesario.

Sin embargo, por lo pronto, México debe entender y prepararse: la Concacaf está dispuesta a matar antes que a morir.

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LOS ÁNGELES -- “Cimbronazo”. La Real Academia de la Lengua Española lo apareja con términos como “sacudida” o “estremecimiento”. Y lo emparenta con “cintarazo”. Errada la RAE. Actualicémosla.

“Cimbronazo”. Dícese de los escalofríos, los temblequeos y las temblorinas que se posesionan del delicado organismo de un entrenador de medio pelo, antes de un torneo de medio pelo, en una Confederación (Concacaf) por debajo del medio pelo, para una afición acostumbrada a resultados de medio pelo, con jugadores (con sus muy contadas excepciones) de medio pelo, pertenecientes todos a una Federación (FMF) de medio pelo.

Gerardo Martino, en la videoconferencia del viernes: “Estas (Copa Oro) son competencias oficiales y ponen a México como favorito, algo muy difícil de llevar adelante en el sentido de que mental y futbolísticamente hay que estar preparado, porque uno sabe que cualquier otro resultado que no sea ganar el torneo siempre implica un cimbronazo para la confianza y para todo el entorno de la selección”.

“Cimbronazo”. O lo que es lo mismo: ¡Ábrase el paraguas, pues, porque el tsunami conkakafkiano (dixit Guillermo Chao) se avecina!, con Estados Unidos sin ocho de sus mejores embajadores europeos; mientras Costa Rica, Honduras y Panama presentan importantes ausencias, y Guatemala recibió el llamado para viajar de su país, en vuelo directo –prácticamente–, hasta la cancha del Toyota Stadium en Frisco, porque, lamentablemente, hubo negligencia en Curazao ante el implacable y perruno COVID-19.

Magnífica la oportunidad para la selección chapina, luego de estar confinada por dos años, a la espera claro de nuevas pruebas que se harán al llegar a Dallas, para evitar que algún miembro de la delegación cargue con el COVID-19 como polizón. Guatemala ha presentado esta semana cerca de dos mil casos positivos diarios, y un total de 314 mil 302. Estados Unidos envió 1.5 millones de la vacuna Moderna a este país, para ayudar a solucionar la crisis.

Este sábado México enfrenta a Trinidad y Tobago, selección clasificada, por la vía de una repesca de kermés, en una organización de kermés como la Concacaf. Se inmiscuyó en Copa Oro al vencer en penaltis a Guayana Francesa. El héroe fue el arquero danés Nicklas Frenderup, que juega para el Ranheim de Noruega.

Después, le aguardan en los coliseos texanos, El Salvador y Guatemala, dos equipos que sin duda entienden mejor el furor extremo que les nutre enfrentar al Tri. “Al Mundial no vamos, pero a México le ganamos”, frase salvadoreña acuñada en 1993, cortesía de la arrogancia de Hugo Sánchez: “Ni por accidente perderemos en el Cuscatlán”. Ese día, El Salvador ganó 2-1.

“Cimbronazo”. Dícese, pues, de aquel lactante que rompe en llanto antes de la primera nalgada.

El panorama queda claro para el Tri de Tata Martino: ganar, gustar y golear, en una Copa Oro en la que Estados Unidos desertó, y el resto de las selecciones, arrastra ausencias, procesos de transición en generaciones de jugadores o cambio de técnicos, hasta el abrazo de la fortuna, como la aparición de Guatemala en el torneo.

Concacaf explica que se eligió a la selección chapina por sus números en la eliminatoria. Puede ser, pero le preciso: Guatemala es el quinto país latino con más cantidad de migrantes en Estados Unidos: 1.5 millones, miles de ellos avecindados en Texas, sede de su equipo. A Concacaf le interesan más las estadísticas migratorias y demográficas, cruzadas con el factor dólar, antes que las futbolísticas.

Por otro lado, si bien Gerardo Martino tiene una generación de precaria calidad, especialmente en zona defensiva, al ataque, cuenta con jugadores capaces de devastar el horizonte conkakafkiano, si es que son bien aprovechados: Chucky Lozano, Tecatito Corona, Héctor Herrera, y claro, con la bomba termonuclear, despreciada por Argentina, Rogelio Funes Mori, la mayor apuesta del Tata.

Ya se ha dicho que bajo el cobijo de esta selección nacional, que jugará como local todos sus partidos, lejos del temible y temido “cimbronazo”, México es favorito para levantar una Copa Oro con un futbol cobrizo, y el Mellizo Funes Mori convertirse en el nuevo francotirador de la zona.

México es un afortunado de tener a Martino. Debió aprender de las cicatrices profundas, sísmicas, que le dejaron su paso por Barcelona y Argentina. “Lo mío en el Barça fue un fracaso total”, ha aceptado. “Un bonachón de formas ochenteras”, le llamó el diario El Mundo de España.

Más allá de que ha aceptado que aún tiene pesadillas con esos dos procesos, lo cierto es que se reivindicó en el Atlanta United, en una temporada de pobretón nivel en toda la MLS. Sin embargo, entre degustar la hiel a grandes niveles, y la miel a niveles emeleseros, el aprendizaje del ser humano debe derramarse copiosamente en el Tri, claro, a pesar de esa agonía infundada por un “cimbronazo”.

Pero, que no se preocupe el Tata. Su antecesor, Juan Carlos Osorio, sobrevivió a hecatombes futboleras como el 7-0 ante Chile; la humillación en la Copa Confederaciones, además con el colombiano siendo suspendido seis partidos, por sus arrebatos climatéricos contra el arbitraje, y, por supuesto, el fracaso en la Copa Oro, eliminado por Jamaica.

Así que tranquilo, Tata, no pasará nada con un “cimbronazo” más o menos, para una selección de medio pelo, en una Confederación (Concacaf) por debajo del medio pelo, para una afición acostumbrada a resultados de medio pelo, con jugadores (con sus muy contadas excepciones) de medio pelo, pertenecientes todos a una Federación (FMF) de medio pelo.

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El futbol mexicano conoce perfectamente las leyes no escritas de jugar en una de las zonas futbolísticas más pobres del mundo. Si ganas, no es gran cosa, es parte de tu obligación. Si pierdes, en cambio, afrontas el escrutinio de haber fracasado en un nivel muy bajo del juego. Así se presenta el juego de este domingo en Chicago. La Selección Mexicana debe ser marcada como favorita sobre Estados Unidos. Verlo de otra forma sería dejarse envolver por el negocio y los intereses que son la parte medular de la Copa... Aquí es ganar o fracasar. 

CIUDAD DE MÉXICO.- ¿Favorito? Deber ser México o... ¿acaso usted entendería que, en el nivel que se juega una Copa Oro, la Selección Mexicana no partiera siempre como la máxima candidata? De ninguna manera. México está obligado en Chicago. Cualquier otro resultado que no signifique levantar el trofeo, será considerado como un gran fracaso.

 

Será la prueba principal de la Selección Mexicana en la Copa Oro. Parece imperativo elevar el nivel competitivo mostrado en rondas anteriores ante Costa Rica y Haití para poder superar a una selección de los Estados Unidos que, si bien ha ido de menos a más en el certamen, está entregada a un proceso de reconstrucción tras el fracaso que significó su eliminación para el Mundial de Rusia 2018. Estados Unidos está inmerso en un plan para el Mundial del 2026. México, con su urgencia de siempre, está pensando en este ciclo mundialista.

 

México es favorito, pero no sería una sorpresa extraordinaria que los norteamericanos ganaran la justa. Han logrado compenetrar un equipo equilibrado --sólo un gol permitido en toda la Copa-- y vienen de vencer contundentemente a Jamaica en las semifinales. Tienen a Christian Pulisic, la estrella naciente que el Chelsea compró en 70 millones y no saldrán al Soldier Field con la obligación de no fallar.

México, en cambio, está obligado. Amparado en su historia, en su nuevo entrenador, en su equipo que, aunque no parece la mejor versión que pueda presentar, es una nómina seria que ha generado expectativas. El presente y el futuro inmediato de Gerardo Martino estarán marcados por la primera Copa que tendrá oportunidad de ganar. El nivel del evento provoca que México esté obligado a dominarlo. Es, además, una buena oportunidad de dar un puñetazo sobre la mesa de cara a futuras competencias en el área futbolística, incluyendo y destacando la eliminatoria para el Mundial del 2022.

 

Se trata, indudablemente, de un Clásico de la zona. A México mismo le conviene que los estadounidenses recuperen su nivel futbolístico. Que presionen lo más que puedan. Es la única forma de encontrar cierto regocijo deportivo en un evento más apegado a temas comerciales y negocios que al propio futbol.

Martino debió haber recolectado un aprendizaje interesante sobre su equipo mostró --o no hizo-- en las dos fases anteriores. No basta tener el balón y el aparente control del partido. Hay que mostrar formas, ideas, tomar riesgos y no equivocarse en los metros finales. He ahí uno de los grandes retos del domingo. Enseñar que esta selección puede jugar mejor ante uno de los rivales más equilibrados y serios de la Copa.

La Copa Oro sigue siendo un torneo donde México tiene mucho más que perder a lo que va a ganar si resulta el vencedor, pero esas son las leyes no escritas, las ventajas y desventajas de jugar y competir en una de las áreas más pobres del mundo futbolístico. Si ganas, es tu obligación. Si pierdes, es un gran fracaso.

@Faitelson_ESPN

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SANTA CLARA -- Se podrá estar en franco desacuerdo con las rotaciones... ...con las excentricidades ...con los métodos ...con la retórica ...con las contradicciones ...con el doble discurso ...con alineaciones absurdas ...y hasta con ciertos delirios tácticos.

Sí: usted y yo podemos estar en desacuerdo. Y con todo lo que se quiera, pero...

El derecho de disentir acompaña el compromiso de discernir. Aquello del vaso medio lleno es una falacia. El vaso debe verse siempre medio vacío y llenarlo es el reto.

Las imágenes de Juan Carlos Osorio repudiado públicamente por aficionados al salir del Rose Bowl de Pasadena o al arribar al aeropuerto de la Ciudad de México, tras el fracaso acumulado en tres torneos, dejan una estampa suprema.

Y no hablo de los corifeos agrios, entendibles --no justificables--, cuando le piden su renuncia o su salida del Tri, o cuando se le pide que emigre con sus rotaciones al futbol de Colombia. Eso es coreografía abominable... apenas.

El rostro de Osorio. Cabizbajo. Contraído. Colapsado. Esa es la estampa dramáticamente dolorosa de todo este acto de ajusticiamiento público. Un linchamiento físico inofensivo, inocuo, y si se quiere, baladí, para todos, menos para él... Viñeta de claroscuros.

No hay nada más triste, sobrecogedor, doloroso, que un castigo así, un sometimiento así, a una purga semejante, para un hombre leal a sus ideales, sus convicciones como profesional y como ser humano. Nada.

Nada justifica que un hombre, necio tal vez, obcecado sin duda, obstinado en creer que sus métodos pueden funcionar porque funcionaron en otros escenarios, sea sobajado públicamente.

Osorio se ha equivocado, se equivoca y se equivocará, como Usted, como yo, como cualquiera. Pero, y eso lo reconozco, y lo respeto, con la defensa de su propia doctrina de trabajo. Antepone sus ideales, sus convicciones, y, especialmente, no le ha hecho daño a nadie. La fe en su credo.

Osorio ha fracasado. Ha provocado incluso que al jugador mexicano se le menosprecie, se le empequeñezca, se le degrade. Hay un juicio generalizado de que esos seleccionados nacionales no pueden dar más. Y es un error.

Pompilio Páez, auxiliar de Osorio, avivó esa tendencia: "Esto es lo que se puede conseguir con estos jugadores, se necesita más trabajo", dijo sobre los desenlaces en Confederaciones y Copa Oro.

Pero, insisto, reitero, que cualquier persona que fracase una vez, dos, tres, no lo convierte en un fracasado absoluto.

Las pocas veces que he hablado con Osorio o que he hablado acerca de Osorio con algunas otras personas vinculadas al Tri y al futbol en general, hay una sensación irrefutable de caballerosidad, de buenas intenciones, de limpieza.

Por eso, esas postales dantescas de una turba en Pasadena y otra en la Ciudad de México, no las merece alguien que no haya atentado contra el bienestar de otro. Y el futbol en México, aún, con lamentables excepciones, tiene las manos sin sangre inocente.

Habrá quienes, hasta aquí, piensen que este es un tratado cínico de expiación de este reportero. Imposible. El entrenador puede haber sido crucificado, pero el hombre ha sido puesto bajo una jaula de cristal. La cancha y su hábitat humano viven en vecindarios opuestos.

Sí, el técnico debe responder por sus circunstancias, pero el ser humano no debe temer por sus circunstancias.

Abundan en redes sociales quienes se lavan las manos, por intereses o por cobardía, atribuyendo a los medios de comunicación ese clima de linchamiento. También son parte del drama. La hipocresía es un acto escapista acobardado del fanatismo. Las ratas mueren en silencio.

Aseverar que los medios incitaron los hechos en Pasadena y en el aeropuerto, equivale, entonces, a brutalizar a los actores y a los autores de las vergonzosas agresiones.

¿Acaso una crítica de oficio es una sentencia de oficio? No hay, definitivamente, un líder de opinión sobre deportes en México, que pueda soliviantar ese comportamiento.

Esa turba, esa caterva de exaltados, en Pasadena y en la Ciudad de México, no tienen nada personal contra Osorio. Reaccionan así porque no pueden accionar ni reaccionar contra quien quisieran, si pudieran, porque debieran hacerlo. Ni el 0-7, ni el 1-4, ni el 0-1 ante Jamaica les quitó el pan de la boca.

¿Recuerdan el pasaje bíblico de Barrabás? Ciertamente el Barrabás tricolor de este México actual, incandescente, rebelde, existe. Aunque, por supuesto, Osorio está muy lejos de ser Jesús, pero ese Barrabás, ese culpable de su realidad, ese responsable de la realidad que esos enardecidos del Rose Bowl y del aeropuerto sufren y buscan, ese, vive plácida y apaciblemente en la residencia oficial de su impopular voto popular...

Por último, insisto, ante la dolorosa estampa de la imagen de Osorio desfilando entre el cadalso brutalmente verbal en dos ocasiones, primero no retiro ni rectifico sus errores como entrenador, pero solidario con el hombre que protege y escuda sus ideales, le recuerdo el trozo del poema de Ernest Henley:

"Fuera de la noche que me cubre/Negra como el abismo de polo a polo/Agradezco a cualquier dios que pudiera existir/Por mi alma inconquistable...".

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PHOENIX -- Tal vez la arranqué de la vida de un calendario agonizante. O saltó del vientre de una galletita china. "Las estadísticas no mienten, pero los mentirosos también usan estadísticas".   Hoy, a Juan Carlos Osorio lo sostienen sus estadísticas en el Hexagonal Final de Concacaf. Oxígeno puro de la región más impura futbolísticamente del mundo FIFA.   Y claro, lo cuestionan sus saldos rojos en torneos relevantes: Copa América Centenario y Copa Confederaciones. Se quiso vestir de ajeno y quedó desnudo.   Escoltado, blindado por esas estadísticas preñadas de conformismo, confrontará el examen este jueves ante Honduras. Al Rey Tuerto del Hexagonal, le arrojan el festín, presuntamente, de otro de los ciegos del área.   Cuando Osorio fue presentado, Decio de María juramentó que lo habían elegido para que "nos lleve más allá incluso del Quinto Partido", sí, así, con mayúsculas, como todos esos sitios que sólo existen en el vecindario de las utopías.   Ahora el mismo Decio reculó. "Su misión está cumplida, clasificar al Mundial", se culipandeó el presidente de la FMF. Reprobado en aritmética, seguramente, olvidó que aún necesita dos puntos más, para regresar a Rusia.   Pero, lamentable es el contraste. En dos años, transitó de la soberbia al miedo. Cuando se presentó a Osorio se le exigió la proeza de llegar al mundo de Peter Pan: el de Nunca Jamás. Hoy, como cómico de vodevil, Decio retrocede: "lo que caiga es bueno". Sin el frac hurtado, vuelve a ser un triste limosnero.   Dijo Bernard Shaw que "la estadística es una ciencia que demuestra que si mi vecino tiene dos coches y yo ninguno, los dos tenemos uno". Así la inexactitud de la conkakafkiana tabla de posiciones de una región que es el hoyo negro de la galaxia futbolística, según la misma FIFA.   En el mundo del revés del futbol mexicano, hay otras estadísticas, pero ajenas, totalmente, al futbol mismo. Y esas juegan en una cancha perversa y nociva para Juan Carlos Osorio.   Comensales en la lujosa cena de gala posterior a la entrega de los Balones de Oro reportan preocupación por las cifras que, al estilo del mismo Osorio, los directivos del futbol mexicano anotan en sus libretas de contabilidad con tinta roja. Con tinta negra firman los cheques de muchos, entre ellos, el del mismo Osorio.   Detallan anfitriones e invitados un hecho: que hay preocupación entre patrocinadores del Tri. Una camiseta devaluada es la peor marquesina para anunciar el producto. Recordemos, este ciclo mundialista envuelve cerca de 650 millones de dólares de ingresos.   Entre brindis y brindis, y canapés (dicen que el carpaccio mixto estaba espectacular) de esa fiesta futbolera, algunos directivos inquietos se dedicaron a cabildear.   Entre el sazonado menú, saltó la desazón por el desazonado momento financiero.   Y todo va desde la inquietud en la baja de venta de camisetas, hasta el descenso en los ratings de televisión en esta Copa Oro.  "Están por debajo de las transmisiones de algunos partidos de la Copa Mx". Convoca más un atropellado que el Tri atropellando en Concacaf.   De hecho, todo se originó en una reunión de dueños que tuvo lugar el sábado antes de la ceremonia de premiación. En ese aquelarre de directivos, dos llevaron la voz cantante: José Luis Higuera y Jesús Martínez. "¿Y si perdemos con Honduras?".   Enrique Bonilla, presidente de la Liga MX, escuchaba y asentía, lo que sin duda es lo único que le sale sin faltas de ortografía en su vida dentro del futbol mexicano. Seguro sus notas para Decio de María eran en color rojo.   Cuando en Río de Janeiro, en la Casa Adidas, un día antes de la Final del Mundial Brasil 2014, se renovó contrato por ocho años y más de 80 millones de dólares, Justino Compeán, aún presidente de la FMF, dijo que "renovar (contrato con Adidas) es parte del compromiso para el próximo Mundial y para ello hemos renovado también a Miguel Herrera".   Hoy, Adidas sigue con el Tri, aunque sin la euforia de otras épicas épocas de ventas de camisetas de México, y 'El Piojo' se fue. ¿Y la promesa?   Llegar al Quinto Partido (así, con mayúsculas, como todas las fábulas inconclusas), implica un incremento del 20 por ciento en el contrato... o cambiarse a la ansiosa y seductora oferta de Nike.   Más allá de las desquiciantes y enfermizas rotaciones, en un técnico que ha dicho que "la repetición hace la perfección", y más allá de que el equipo no emociona, no cautiva, no arrastra, y que suma dos fracasos en torneos trascendentes, más allá de eso, sería aberrante, pero normal en el futbol mexicano, que la continuidad de Osorio no la determinaran sus números conkakafkianamente futbolísticos en negro, sino los números financieros en rojo, que más preocupan a los propietarios.   Por eso, la pregunta en esa reunión de dueños, previa a la entrega de premios, y ese cabildeo rinconero en la fiesta posterior, no tiene ninguna pretensión o preocupación de desarrollo futbolístico, sino de contrataque a un eventual colapso financiero. "¿Y si perdemos con Honduras?".   Ya no se trata de la cancha, sino de la chancha.

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SAN ANTONIO -- Los agravantes ahí quedan, brutalmente silenciosas: rotaciones, altibajos, sin estilo definido, fracaso en dos torneos relevantes (Copa América Centenario y Copa Confederaciones), anodino, etcétera, pero, el tipo trabaja. Sin duda, trabaja.

Sábado 7:15 a.m. San Antonio ya transpira. Silenciosa, pulcra, con la modorra sabatina de los 80 grados Farenheit en el momento, la Universidad Trinity aguarda a la troupé de la Selección Mexicana.

Esta, la del domingo, en el Alamodome, será la última parada en fase de grupos. Destinos aún ocultos.

Primero la avanzada. Una camioneta. Los utileros comienzan la dura faena, con uno de los encargados de seguridad del Tri. Para entonces una decena de medios ya montó sus maniquís de tres patas con multigigas de memoria para grabar escenas.

Los camarógrafos recrean en su imaginación una escenografía de Copa del Mundo. Mientras reporteros y productores discuten el menú del desayuno. A ganarse el pan con el sudor de frentes ajenas.

Rápidamente, los utileros trasladan el equipaje con zapatos, bebidas, casacas, balones desde la vereda a la cancha de juego. Transpiran, pero no emiten sonidos de queja. Sólo indicaciones. Los artistas del orden y los pequeños detalles. La logística perfecta.

Minutos después llega la Selección Mexicana. Descienden en silencio. Inusual el horario, especialmente para futbolistas que no duermen, sino que hibernan, como un reclamo del organismo. Alguno incluso se quita el rezago pegajoso de los ojos, esa lagaña necia.

Mientras los jugadores se mueven, un hombre se aleja del grupo. La cachucha le cubre el rostro con esa barba tan desordenada como a veces se manifiesta su equipo en la cancha. Pasos rápidos, con los conos naranjas en las manos.

Colombiano al fin y al cabo, preocupado por las formas y la educación, muestra su gesto natural, que contrasta con aquellas actitudes ante Nueva Zelanda y Portugal: caballerosamente se acerca al personal de la Universidad Trinity. Saluda y agradece.

Y vuelve a sus quehaceres, esos, que otros técnicos delegan a sus auxiliares. Pero él lleva aún el ADN del que comenzó como preparador físico. Él sabe lo que quiere. Pone sus reglas.

Acomoda la primera pirámide de plástico en el césped. Minuciosamente cuenta los pasos antes de depositar el siguiente cono sobre el pasto. Y de nuevo, cuenta, y se agacha. Marca las fronteras del peloteo, mientras los porteros ya trabajan aparte y el resto juega al torito.

Después de montar su corredor imaginario, al colocar más de media decena de señalamientos, se inclina, como si fuera un ingeniero, y con un teodolito imaginario observa que el trazado del espacio fuera perfecto. Parecería que quisiera irrumpir con una carretera entre el silenciosamente sagrado recinto cultural y educativo.

Pone los brazos en jarras, asiente y regresa al grupo de los jugadores. Los camarógrafos no pierden detalle. Productores y reporteros siguen eligiendo el menú del desayuno, con harto café, claro.

Define equipos. Unos con casaca naranja y otros con la camiseta verde. Interesante. ¿Fraga, Chaka, Pereyra, Marín y Reyes, con Álvarez delante de ellos?

Para entonces, los reporteros se olvidan de los chilaquiles y el menudo, y empiezan a especular. ¿Dueñas, Orbelín y el Burrito? ¿Pizarro seguirá perdido donde no sabe, o no quiere o no puede jugar? Él saca sus piezas de la bodega. El simulacro de partida comienza.

"Pueden quedarse a ver esta parte del entrenamiento", grita él al jefe de prensa del Tri, Israel Márquez, quien asiente. Se iluminan los ojos de los representantes de una decena de medios.

El preparador físico Jorge Ríos se olvida de la innata caballerosidad del colombiano e increpa: "¡Eeeeh! ¿Quién les permitió grabar esto, el Profe?". Le explican que sí. Refunfuña. Se entera Ríos que tiene un bastón de mando... sin el mando.

Los camarógrafos persiguen el balón y los jugadores. Los reporteros hacen apuestas. Tahúres fallidos, seguramente. En todos los años de técnico, nadie, a este entrenador, le ha acertado una formación antes de un partido.

Raciocinio, estudio, características del rival, pálpitos, sueños, pesadillas y hasta un gesto del jugador saliendo del elevador, y tal vez hasta el horóscopo, pueden determinar de último momento el armado del equipo. Rotaciones.

En una franja angosta en media cancha, se amontona la veintena de jugadores. Dirige cada detalle. Entrega la pelota a los verdes y empiezan a circular la más codiciada gordita del mundo.

Intensifica la trayectoria caprichosa del balón. Batalla entre los guardaespaldas de la pelota y los acosadores de ella.

"Vaya, entregue rápido", grita lo más cerca que puede del que titubeó más de un segundo. En esa eternidad de un segundo, aparece un chileno o un alemán, y ¡kaput!.

"Vamos, cambien de lado, ya jugaron mucho por ahí, dele la vuelta", exige mientras enfila su cuerpo hacia la banda derecha.

Cuenta entonces él del uno al cuatro. "Vayan naranjas, vayan casacas, recuperen ese balón, presionen", y los invocados muerden a los verdes, quienes se apresuran a poner a salvo a la doncella de piel.

Da una pausa, y reanuda. "Acérquese, ayude, y usted entregue rápido", y eventualmente recomienda al domicilio móvil: "Allá a...", en dinámica de movimientos cortos en esa franja delineada por los conos.

Los gritos son constantes. Se acerca, gesticula, se inclina, se acuclilla, exige rapidez, se desespera, manotea, se contiene...

La invitación a la solemnidad matutina y sabatina de la Universidad de Trinity, era por quince minutos. Se tardaban más los camarógrafos en montar sus vigías ópticos que en ser echados, y además, no alcanzaba el tiempo para decidir el desayuno en ese cónclave entre productores y reporteros.

Porque, más vale perder al Tri que perder una tripa, ¡caray!

Pero esta vez fue distinto, y siempre es útil a los medios escrudiñar más allá de las obviedades del torito, las elongaciones o la pereza del estiramiento de algunos.

Súbitamente tras una seña, la función ha terminado. El telón ha caído, los medios deben salir de la zona de observación. "Muchas gracias (por venir)", dicen sin mucha convicción, los integrantes del equipo de comunicación del Tri.

Los camarógrafos cargan con el registro del día, los fotógrafos con tomas aspirantes a portada, mientras los productores interrogan para saber si se hizo el trabajo que ellos querían, pero nunca pidieron.

¿Los reporteros? Salen con más dudas sobre la alineación de México ante Curazao que para el menú inmediato del desayuno. Lo que sea, pero, con harto chile.

Él, sí, Juan Carlos Osorio, empieza a dar indicaciones, retoma casacas, arma otras parejas en el baile de su laboratorio. La temperatura va subiendo en San Antonio.

Sí, más allá de todas las agravantes con las que carga su equipo, incluyendo un sabor amargo en esta Copa Oro, Juan Carlos Osorio trabaja, sin duda, pero, como ya se sabe, en esa frase inmortal del inmortal Carlos Miloc: "El técnico es hijo de los resultados", y no necesariamente de aquellos de la Copa Oro o de las eliminatorias mundialistas.

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DENVER -- Amoral de nacimiento, inmoral de oficio, aparece una FIFA moralista.

Engendro de pecados y pecadores, engendradora de pecadores y pecados, la FIFA emerge, ahora, como una precursora de la beatitud en las tribunas del futbol mundial. El diablo se da baños de pureza.

Por decenios, Cueva de Alí Babá y los 140 -sí, 140-- ladrones, la FIFA nació, creció y se multiplicó como una de las empresas en la clandestinidad perfecta del crimen, y con el mayor poder universal e insaciable en riqueza y contubernio.

Sin embargo, Atila y los Hunos de Zurich, ahora pretenden reivindicarse, ahora pretenden lavar su cara más preocupados por las voces incestuosas de la tribuna, antes que por los hechos genuinamente reivindicadores en cancha. Asesinemos, pero con puñales esterilizados.

Hoy la FIFA persigue los gritos, los alaridos, las provocaciones, los insultos inocuos, los acosos inofensivos, mientras las octópodas mafias de apostadores, el amaño de partidos, el abuso de futbolistas, el dopaje, los promotores, el tráfico de futbolistas menores, siguen enquistados en los rincones oscuros de su conciencia y de las canchas de futbol.

Hoy, la FIFA se pinta las uñas no por pulcritud, ni coquetería, sino para ocultar la mugre acumulada. La empresa que alguna vez fue el epítome de la criminalidad lucrando del futbol, ahora pretende ser la Madre Teresa de la ética deportiva. Más papista que el Papa.

¿Alguien puede creer que la FIFA ha cambiado cuando no ha cambiado siquiera los nombres de quienes sabían, porque sabían, lo que ocurría bajo el circo ilimitado de tropelías de Joseph Blatter?

Y FIFA persigue a México. No a su futbol, no a las violaciones flagrantes que perpetra la FMF (Multipropiedad, Pacto de Caballeros, Tianguis de Futbolistas, etc...), sino estrictamente a la manifestación de sus aficionados. Toleran al gánster, pero le lavan la boca con lejía...

Y estos apóstoles oscuros de la doble moral en FIFA, como genuinos sepulcros blanqueados, debían enterarse de algunos detalles sobre ese grito que cae en cascada desde la tribuna, y que moralista y santurronamente hipócrita, decidió tildarlo de homofóbico...

1.- Algunos grupos activistas pro defensa de los derechos de la comunidad gay en México e internacionales han testimoniado que no se sienten ni aludidos, ni castigados, ni insultados, ni reprimidos, ni segregados por ese alarido contra el portero adversario...

2.- Miembros de esos grupos activistas de tenaz lucha, aseguran que van a los estadios y no les incomoda sumarse al coro, porque entienden que en México, para los mexicanos, no hay una obsesión homofóbica, sino folklórica...

3.- Y debe saber FIFA que el mexicano no embiste a un género, sino a la crisis social, económica y de justicia en la que vive. Un fenómeno de compensación...

4.- El grito que se germina en la tribuna, no embiste al arquero adversario, sino, lo dicen ellos mismos, viaja hasta a Los Pinos, habite quien habite ahí...

5.- FIFA debe entender que el estallido en cada despeje del guardameta no tiene ninguna pretensión de mancillar su personalidad, sino es, eventualmente, una circunstancia de catarsis, de desahogo, de emancipación, de redención hacia la opresión como el pan suyo de cada día...

6.- FIFA podría, si quisiera entender, que a cada tipo en la tribuna que saca lumbre de los pulmones, le importa un cacahuate la elección sexual del arquero y su vida privada, sino simple y llanamente pretende, burda y vulgarmente, tratar de desconcertar al adversario, y agregar una coreografía, perfectamente cómica al entarimado de la diversión...

7.- FIFA debería entender que esos, los peregrinos inofensivos de la tribuna, no ensucian el futbol, como todos los antecesores de sus escritorios en Suiza, con licencias cínicas en puestos corrupción, malbaratando favores y sedes mundialistas, a cambio de fiestas, obsequios millonarios y mujeres de la vida galante...

8.- Y en un careo con el espejo de su propia ralea putrefacta, FIFA comprendería si quisiera, que ella, precisamente ella, es la que más le ha hurtado, la que más le ha robado, la que más ha despojado en su historia, ella, precisamente, al futbol mismo, que el bufido procaz, censurable, poco ejemplar, pero inocuo de los aficionados...

9.- Y FIFA entendería que habiendo tenido las manos emplastadas de crímenes, ensangrentadas, pretende, ahora, culpar del muerto al dentista simplemente porque no le curó una caries.

Cierto que el grito, en sí, es de mal gusto. ¿Cuántos de quienes lo emiten lo usan en la mesa familiar o en la charla afectuosa con sus hijos?

Cierto que en una cultura como la mexicana, llena de chispa, de picardía, de gozo alburero, de una intelectualidad dicharachera, debería de ser capaz de encontrar una manera más creativa de vilipendiar al contrario o de engrandecer a sus propios jugadores.

Cierto que la misma FMF se equivoca. Le preocupa ese daño colateral que provocará la afición de su selección nacional, pero, hipócritamente no se atreve a combatir ese grito de raíz en sus propios estadios. La meretriz se viste de mona...

Cierto que la FMF es el principal cómplice, porque en ese ejercicio de la doble moral, comienza campañas timoratas, blandengues, inconclusas, en las que hace como que quiere poner fin a ese grito, cuando, si se lo propusiera, podría encontrar verdaderas soluciones y no jugar al Judas de sus propios miedos.

Pero más allá de que el pasado, el presente y el futuro impune de la FMF confirman que es un fiel reflejo de la feligresía universal de FIFA, la afición no es parte de ese hampa impune e inmune.

El grito de acuñación mexicana desaparecerá en su momento de la tribuna. De eso puede estar segura la FIFA.

Ese rugido desaparecerá exactamente un día después de que en esa afanosa búsqueda de justicia de los castos y puros dirigentes de FIFA, ellos mismos pongan en el banquillo de los acusados a Havelange (RIP), a Blatter, a Platini, a Valcke... y a uno que otro desentendido de la Concacaf.

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