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Canelo después de la fiesta contra Ryder

El Canelo Alvarez le ganó por puntos a John Ryder. Indiscutible. Unánime. El inglés sufrió una caída, peleó casi todo el combate bañado en la sangre de su nariz rota y se fue del ring reconocido por propios y extraños.

Es más, podría decirse que su valentía y entrega le dieron a la pelea un toque de drama y excitación diferentes, lo que lo elevó como gran protagonista. Pero perdió.

En cambio, el ganador levantó una serie de comentarios. Y no es para menos. Se esperaba que este reencuentro con el público mexicano, casi doce años después de su última pelea en su patria –victoria sobre Kermit Cintrón, 26 de noviembre, 2011, Monumental Plaza de Toros de ciudad México- concluyera de una manera contundente. Si, por nocaut y a lo grande, para redondear toda la gran expectativa.

Y aunque fue una pelea fragorosa y excitante, gran parte del mérito se lo llevó Ryder, porque logró que la pelea se realizara en su terreno: enmarañada, trabada, forzada por momentos. Y porque, a pesar de todo, tuvo un final más espectacular, con sus bombazos de izquierda en gancho o uppercut que llegaron con fuerza a la cabeza de Alvarez.

Tras el combate y en diálogo exclusivo para ESPN KNOCK OUT, Canelo insistió en que quiere la revancha con Bivol para septiembre y en las 175 libras, para despejar dudas y comentarios sobre si saca ventajas o no sobre el rival.

Bivol, a su vez, afirmó que no tiene problemas en bajar a las 168 y enfrentar a Canelo por todas sus coronas. No faltan quienes afirman que si Canelo pierde con Bivol en 175, igual seguiría reinando, por lo que prefiere correr el riesgo de subir de peso antes de quedarse sin nada. En una palabra: especulaciones no faltan nunca.

Tampoco descartó a David Benavídez, que sería una pelea natural, ya que “El Bandera Roja” viene clamando por ese combate hace tiempo, como titular Interino WBC de la categoría.

Se sabe, el Canelo divide aguas entre aquellos que le critican todo lo que hace y dice y los que aceptan todos sus movimientos. Parece difícil que ambos bandos coincidan en algo.

Lo de Bivol, volviendo a las palabras del Canelo, es una empresa ambiciosa y arriesgada, sin dudas. Bivol (21-0, 11 KO) parece haberle tomado la medida. El mexicano deberá ajustar muchas tuercas: el sábado avanzó en línea recta, cayó en los amarres de Ryder, se lo vio lento y, encima, con una gran merma de oxígeno después del sexto asalto.

Más allá de una lesión en la mano, quedaron detalles como para analizar. En su última pelea, la tercera ante Golovkin, tampoco rindió físicamente lo necesario. Parece haber perdido la frescura de antaño y es lógico, porque el tiempo no transcurre en vano. Para nadie.

Viene peleando desde los 15 años, y porque si bien tiene mucho tiempo y calidad para seguir brillando, la vida también va incorporando nuevos elementos, algunos muy tentadores. Hoy es un brillante hombre de negocios. Se dio el lujo y el gusto de perder dinero, según sus palabras, con tal de pelear en México y ganar “solamente” de bolsa, sin contar extras, apenas diez millones de dólares. Sin dudas, un gusto reservado para muy pocos.

Con Ryder no las tuvo todas consigo. Repetimos: ganó ampliamente, pero no le fue tan fácil en el ring, sobre todo en los últimos asaltos, cuando para la mayoría era una pelea para lucirse y noquear.

Ya comentamos que son muchos los que quieren verlo de una vez por todas con David Benavídez (27-0, 23) y hasta afirman que en la noche del sábado, ante “El bandera Roja”, de 26 años, la pelea hubiera sido otra. No faltan quienes afirman que Canelo, justamente, es quien no quiere ese enfrentamiento.

No hay peor consejera que la falta de autocrítica. Algunas cosas fallaron, evidentemente, en la noche de Jalisco y solamente el Canelo y su equipo son capaces de detectar los cómo y los por qué.

Bivol es una amenaza muy concreta para el astro mexicano, y si esa pelea se concreta para septiembre, habrá que trabajar mucho en el gimnasio para lograr mayor fondo físico y mayor velocidad, entre otros temas.

Para una mega estrella como Canelo, los negocios millonarios, los sponsors de lujo, la vida llena de confort y esplendor, tal vez sean un obstáculo –lógico por cierto- para la sacrificada vida del boxeador.

Como aquel Rocky que debió volver a la dureza de los entrenamientos descarnados en sórdidos gimnasios para recuperar el hambre y el “Ojo del Tigre”, tal vez Canelo deba volver a esas fuentes, recordando aquellos tiempos en que el humilde vendedor de paletas soñaba con ser el mejor.

Ser el Rey del Mundo y estar en la cima, muchas veces, es la peor de las soledades.