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Jonathan Hernandez, un venezolano suelto en el Luna Park

“El Pana” encontró su lugar en Buenos Aires y, a los 28, marcha invicto en 11 peleas y es campeón Latino WBA. Archivo de Hernández

El viaje duró nueve días con sus noches. De Venezuela a Argentina, pasando por Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia y finalmente Buenos Aires, en donde una amiga le ayudó con los primeros pasos. Viajó en ómnibus, solo, sin más compañía que sus sueños, sus recuerdos y unos cuantos compañeros de viaje.

Así empezó la historia argentina de Jonathan Jose Hernandez, su nacimiento se produjo y registró en Cantaura, pero su pueblo original es Anaco (140.000 habitantes), Departamento de Anzoátegui, Venezuela. Nació el 28 de marzo de 1995 y hoy, a los 28 años, es campeón Latino welter WBA y suma 11 peleas, todas ganadas, 7 antes del límite, incluyendo un par de presentaciones en el Luna Park, símbolo del boxeo argentino y Latino.

Sus amigos lo llaman “El Pana”, aunque en el pantalón luzca otro apodo, el de “Fino” idea de su técnico, Fernando Albelo, un estudioso del boxeo con ribetes casi obsesivos. Escuela clásica digna del prestigio del Almagro Boxing Club, nacido incluso antes de la pelea entre Luis Angel Firpo y Jack Dempsey, el 14 de septiembre de 1923, cuando el boxeo no estaba legalizado en Argentina.

Jonathan Hernández boxeó en su país desde los 9 a los 13 años y llegó a ser campeón Nacional Infantil. Según le contó al periodista Lautaro Bracaccini, de “Tintas de Boedo”, su pasión empezó “Cuando me tocó ver a mi ex cuñado, Anthony López: parecía mentira, porque nadie le podía pegar y entonces decidí que yo también tenía que ser boxeador”.

Recibido de Administrador de Empresas,cuando llegó a la Argentina en 2017, ya portaba en su equipaje el dolor de dos pérdidas. “Mi padre de crianza, Vidal Ramírez, murió el 21 de mayo de 2014 y mi madre, Ana María Alcalá, apenas un poco después, el primero de julio de ese año. Fueron golpes muy fuertes para mí. Mi padre, que estuvo gravemente enfermo, la guerreó como pudo y su frase era “Pá lante siempre”, y todos esos momentos me han marcado para siempre, y por eso me aferro al boxeo, a la vida y al trabajo. Hay que seguir, sea como sea”.

Obtuvo la corona Fedelatin welter vacante de la WBA por nocaut en el 5to round ante su compatriota Kelvinyer Salazar, de Caracas (por entonces invicto con una campaña de 18 ganadas con 11 KO y un empate) en General Villegas, Buenos Aires, el 15 de septiembre pasado. En su última actuación, el 1ro de julio, retuvo esa corona en el Luna Park. Fue ante Marcelo Sánchez (8-5-3) y por nocaut técnico en el cuarto asalto. Ante una herida muy sangrante de Sánchez, el referí Antonio Zaragoza consultó el video del combate y determinó que, al ser un golpe legal, le correspondía el triunfo al venezolano.

Entrenado por Albelo, con quien colabora Juan Pablo Cacace en el rincón como cutman y Juan Manuel Hernández como preparador físico, “El Pana” trabaja ahora en el Defensores de la Boca Boxing Club. “Y no puedo dejar de mencionar, claro, a mi primer gimnasio, el del querido Almagro Boxing Club, a toda la gente de El Demonio Boxing Club y a mis compatriotas, especialmente en Anaco: acá, en Argentina, me siento muy cómodo y me tratan muy bien. Pero jamás puedo olvidar a mi gente que, cuando peleo, también viene a verme, cosa que agradezco siempre, como también el saludo a mis compatriotas de ESPN KNOCK OUT, Renato y Andrés Bermúdez”.

Por ahora aguarda alguna pelea para finales de setiembre o comienzos de octubre. “El título ayuda mucho, pero también hay que saber moverse, pero para eso están mis promotores (por O.R. Promotions). Entreno a fondo, porque en el boxeo de hoy es fundamental. Lo que pase en el ring es una cosa, pero si uno no se entrena a conciencia, es una manera de empezar dando ventajas”.

Admira a Errol Spence Junior y todavía no se explica bien qué le pasó ante Terence Crawford. Dice que su boxeo es Fino, como su apodo, al decir de Albelo (“El profe me dice que soy fino como Finito López, ojalá fuera así, hago lo posible para mejorar en todo”, afirma sonriente).

Trabaja en Mantenimiento de la Universidad Pedagógica lo que le permite mayores tiempos para poder entrenar. Vive en el barrio de Almagro, en el centro neurálgico de Buenos Aires, que posee una tremenda tradición pugilística (hasta hay un guante de boxeo en el escudo heráldico del barrio) y no olvida su paso por la Liga Metropolitana. “Subí una vez a pelear en el Club Universitario Buenos Aires (CUBA) con un pupilo de Albelo. Le gané… Y después terminamos entrenando juntos. Es un gran técnico”, dice.

También estuvo entrenando con gente del Almagro como Ulises Blanco y Matías Perez, y hasta llegaron a hacerlo en la Plaza Congreso, en los duros días posteriores a la pandemia. Fue en la Liga en donde un día fue a verlo Damián Pellecchia, quien ayudó a formar el vínculo con sus actuales promotores, Osvaldo y Georgina Rivero. Es preparador físico y combina impartir clases con sus entrenamientos en el mismo gimnasio.

Soltero, “sin apuro”, dice, aún recuerda su viaje de nueve días con sus noches, cuando a bordo de diferentes buses, emprendió el lago camino entre su Anaco natal y Buenos Aires. “No podía ni escuchar música, para ahorrar la batería del celular, pero hallé compañía en los diferentes compañeros de viaje que tuve…” Ese viaje terminó, y ahora le espera otro, más complicado aún, que es el de crecer en el boxeo. Y tiene bien en claro que tanto viaje y tanto sueño, hasta ahora, ha valido la pena. Siempre Pá lante…