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La importancia de Muhammad Ali

Cassius Marcellus Clay, Jr., conocido después como Muhammad Ali, nació en Louisville, KY., el 17 de enero de 1942. Louisville era una ciudad con edificios públicos segregados, conocida por el Kentucky Derby, el julepe de menta y otros recordatorios de la aristocracia sureña.

Los negros formaban la clase servil en Louisville. Levantaban el estiércol en la recta opuesta de Churchill Downs y limpiaban casas ajenas. Al crecer en Louisville, lo más alto a lo que podía aspirar la gente negra en la escala socioeconómica era convertirse en clérigo o maestro en una escuela pública para alumnos negros. En un sociedad en la que con frecuencia se creía que "el poder otorga el derecho", "blanco" era sinónimo de ambos.

El padre de Ali, Cassius Marcellus Clay Sr., mantenía a una esposa y dos hijos pintando carteles y letreros. La madre de Ali, Odessa Grady Clay, trabajaba en ocasiones como empleada doméstica.

"Recuerdo una vez cuando Cassius era pequeño", comentó Odessa Clay más tarde, "estábamos en el centro en una tienda de cinco y diez centavos". Quería algo de beber y no le quisieron dar debido al color de su piel. Y eso realmente le afectó. No le gustó nada: ser niño y tener sed. Comenzó a llorar y le dije: 'Vamos; te llevaré a algún lugar donde te den agua'. Pero se quedó realmente dolido".

Cuando Cassius Clay tenía 12 años, le robaron la bicicleta. Eso lo llevó a comenzar a boxear bajo la tutela de un policía de Louisville llamado Joe Martin. Clay ascendió a través de las categorías amateur, ganó una medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Roma de 1960 y se convirtió en profesional bajo la guía del "The Louisville Sponsoring Group", un sindicato formado por once hombres blancos adinerados.

"Cassius era algo especial en aquella época", dijo después su médico de mucho años, Ferdie Pacheco.

"Comenzó a entrenar en Miami con Angelo Dundee, y Angelo lo llevó a un verdadero antro de perdición llamado el Mary Elizabeth Hotel, porque Angelo es uno de los hombres más inocentes del mundo y el hotel era barato. El lugar estaba lleno de proxenetas, ladrones y traficantes de drogas. Y aquí estaba Cassius, quien venía de un buen hogar y, de pronto, formaba parte de este circo de gente de la calle.

"En un principio, los rufianes pensaban que era solo otro tipo a quién dejar limpio: otro tipo a quién robarle, otro tipo a quién venderle hierba, otro tipo a quién buscarle una chica. Era increíblemente inocente y, por lo general, a ese tipo de personas se las comen vivas en el gueto. Pero después, los rufianes se enamoraron de él, como el resto del mundo, y comenzaron a protegerlo.

"Si alguien trababa de venderle una chica, los otros decían, 'Déjenlo solo, no le gusta eso'. Si un tipo llegaba diciendo, 'Tómate un trago', respondían, 'Guarda silencio, está en entrenamiento'.

Pero esa es la historia de la vida de Ali. Siempre ha sido como un niño pequeño, escalando ramas de árboles, serruchándolas detrás de él y saliendo ileso".

En las primeras etapas de su carrera profesional, Cassius Clay era más popular por su encanto y personalidad que por su habilidad en el cuadrilátero.

Le dijo al mundo que era el "más grande", pero las crudas realidades del boxeo parecían dictar todo lo contrario. Entonces, el 25 de febrero de 1964, en una de las derrotas sorpresa más impresionantes de la historia del boxeo, Clay dejó fuera de combate a Sonny Liston para convertirse en el campeón mundial de peso pesado. Dos días más tarde, volvió a sorprender al mundo, al anunciar que había aceptado las enseñanzas del grupo separatista negro llamado la Nación del Islam. Y, el 6 de marzo de 1964, adoptó el nombre "Muhammad Ali", que le dio su maestro espiritual, Elijah Muhammad.

Durante los siguientes tres años, Ali dominó completamente el boxeo. Sin embargo, afuera del cuadrilátero, su persona estaba siendo esculpida de maneras incluso más importantes.

"Mi primera impresión de Cassius Clay", recordó más tarde el autor Alex Haley, "era de un hombre con una personalidad increíblemente versátil. No se sabía nunca cuál era su postura psíquica. Era casi como el juego de las conchas, con un chícharo y tres conchas. ¿Saben a cuál me refiero? ¿Debajo de cuál concha está el chícharo? Pero tenía una fe en sí mismo y convicciones mucho más firmes de lo que la gente hubiera imaginado".

En la década de 1960, en una sociedad cada vez más convulsionada, Ali se convirtió en un pararrayos que atraía el disentimiento en los Estados Unidos. Su mensaje de orgullo negro y la resistencia negra al dominio de los blancos estaba a la vanguardia en aquella época. No todo lo que predicaba era sensato y él mismo rechaza ahora algunas de las creencias a las que se adhería en aquel entonces.

De hecho, uno puede encontrar una alegoría de su vida en un comentario que alguna vez le hizo al también atleta olímpico, Ralph Boston.

"Jugué golf", dijo Ali. "Y mandé lejos la pelota, pero nunca sabía dónde iba a parar".

Aunque, algunas veces, Ali sabía exactamente a dónde se dirigía.

El 28 de abril de 1967, citando sus creencias religiosas, se negó a ser recluta en el ejército de los Estados Unidos en el momento más álgido de la guerra de Vietnam. La negativa de Ali vino después de un declaración sorprendentemente directa expresada catorce meses antes: "No tengo nada en contra del Vietcong".

Y la clase dirigente militar estadounidense, que defendía encarnizadamente la filosofía "la guerra es un deber", respondió con mucha determinación. El 20 de junio de 1967, Ali fue declarado culpable de negarse a incorporarse al ejército de los Estados Unidos y fue condenado a cinco años de prisión.

Cuatro años más tarde, su sentencia fue anulada unánimemente por el Tribunal Supremo de los Estados Unidos. Pero, mientras tanto, Ali fue despojado del título y se le impidió pelear durante tres años y medio.

Belinda Ali, la esposa del boxeador en ese momento, dijo que, durante su "exilio", su esposo estaba resignado al hecho de que su carrera como boxeador había llegado a su fin.

"Estaba convencido de que no volvería a pelear", dijo ella. "Quería hacerlo, pero realmente creía que nunca más volvería a pelear".

Mientras tanto, el impacto de Ali crecía: entre los negros estadounidenses, entre aquellos que se oponían a la guerra en Vietnam, entre la gente resentida con el sistema.

Julian Bond, activista y líder de derechos civiles, dijo: "Es difícil imaginar que una figura deportiva pudiera ejercer tanta influencia política sobre tanta gente".

Jerry Izenberg del Star-Ledger de Newark recuerda la escena de octubre de 1970, cuando por fin llegó el momento en el que se le permitió a Ali regresar al ring:

"Unos dos días antes de la pelea contra Jerry Quarry, me quedó claro que algo había cambiado", dijo Izenberg.

"Largas filas de personas se estaban registrando en el hotel. Estaban vestidos de manera diferente que la gente que solía ir a las peleas. Los hombres usaban capas y sombreros con plumas, las mujeres prácticamente no usaban nada. Las limusinas hacían fila en la acera.

"La gente hacía alarde de su riqueza en todas partes. Y me sentía confundido hasta que un amigo mío negro me dijo: 'No lo entiendes. ¿Qué no comprendes? Es el campeón de pesos pesados que venció al hombre. El hombre dijo que no volvería a pelear, y aquí está, peleando en Atlanta, Georgia'."

Cuatro meses después, el regreso de Ali se frustró de manera temporal cuando perdió ante Joe Frazier. Fue una pelea de proporciones verdaderamente históricas. Nadie en los Estados Unidos se mantuvo neutral esa noche.

"Me hace bien perder una vez cada diez años", dijo Ali en tono de broma al término de la pelea. Pero física y psicológicamente, el dolor era tremendo. Posteriormente, Ali vengó su derrota ante Frazier dos veces en combates históricos. Y finalmente, ganó el campeonato mundial de peso pesado en tres ocasiones. Una hazaña sin precedentes.

Mientras tanto, las creencias religiosas de Ali evolucionaban. A mediados de la década de 1970, comenzó a estudiar el Qur'an con mayor seriedad, centrándose en el Islam ortodoxo. Su previa adherencia a las enseñanzas de Elijah Muhammad, de que las personas blancas eran "demonios" y de que no existen ni el cielo ni el infierno, fueron reemplazadas por una aceptación espiritual de toda las personas y una preparación de su propia vida después de la muerte.

En 1984, Ali se pronunció públicamente en contra de la doctrina separatista de Louis Farrakhan, al declarar, "Lo que enseña no es en lo que creemos. Él representa el momento de nuestra lucha en la oscuridad y un momento de confusión en nosotros, y no queremos que se nos asocie con eso en lo absoluto".

Pero ¿sigue siendo Muhammad Ali hoy tan pertinente como ayer? En una época en la que los actos en interés propio y la avaricia se han convertido en política pública, ¿realmente importa un exboxeador que pasó sus últimos años afectado por la enfermedad de Parkinson? En una época en la que los medios electrónicos invasivos dominan a escala mundial, y la celebridad y fama se confunden con el heroísmo, ¿es posible el auténtico heroísmo?

En respuesta a estas preguntas, cabe subrayar en primer lugar que, a diferencia de mucha gente famosa, Ali no fue una creación de los medios de comunicación.

Él aprovechaba los medios de una manera extraordinaria. Y desde luego, se presentó en el momento adecuado. En 1960, cuando Cassius Clay ganó una medalla de oro olímpica, la televisión apenas estaba superando su infancia. Las cadenas de televisión apenas habían aprendido a enfocar a las personas con las cámaras, a mejorarlos, a seguir sus historias hasta el final. Y a Ali le encantaba. Como Izenberg señaló posteriormente, "Una vez que Ali descubrió la televisión era, '¿Dónde? ¡Traigan las cámaras! Estoy listo'".

Aun así, la fama de Ali era pura.

Los atletas de hoy son conocidos tanto por sus contratos de patrocinio y salarios como por su rendimiento competitivo. Hoy en día, la fama surge del marketing deportivo y no al contrario. Bo Jackson fue brevemente uno de los hombres más célebres en los Estados Unidos debido a sus anuncios de zapatos deportivos de Nike. Michael Jordan, Tiger Woods y prácticamente todos sus hermanos obtienen una parte considerable de su notoriedad de esfuerzos comerciales.

Pese a ello, independientemente de qué tan buenos sean Jordan y Woods como atletas, no tienen la capacidad para penetrar a los corazones y las mentes de las personas, en la forma en la que Ali lo hizo durante décadas. Y lo que Muhammad Ali significó para el mundo puede verse hoy en día desde una perspectiva cada vez más profunda.

Ali se convirtió en un personaje de interés público como atleta. Y para muchos, eso es significativo.

"Los deportes son un factor importante en el control ideológico", dijo el sociólogo Noam Chomsky.

"Después de todo, la gente tienen mentes; deben estar involucrados en algo; y es importante asegurarse de que estén involucrados en cosas que no tengan absolutamente ningún significado. Así que los deportes profesionales son ideales. Inculca las ideas correctas de pasividad. Es una manera de mantener a la gente distraída de problemas como quién gobierna a la sociedad y quién toma las decisiones en torno a cómo deberán conducir sus vidas".

Pero Ali rompió el molde.

Cuando apareció en la escena, era común que aquellos a la vanguardia del movimiento de derechos civiles emprendieran el camino "seguro". Ese camino no era seguro para aquellos que participaban en la lucha. Martin Luther King, Jr., Medgar Evers, Viola Liuzzo y otros hombres y mujeres de gran valentía sufrieron asaltos económicos, violencia y muerte cuando llevaban la lucha "demasiado lejos".

Sin embargo, el camino que recorrían estaba diseñado para ser lo más agradable posible para la América blanca. Se les decía a los estadounidenses blancos: "Lo único que los negros quieren es lo que ustedes desean para ustedes mismos. Estamos haciendo un llamado a su conciencia".

Luego apareció Ali, y no predicaba los "valores de los Americanos blancos", sino una libertad e igualdad que raramente se ven en otras partes del mundo.

Y, como si no fuera suficientemente amenazante, Ali atacó la situación vigente desde afuera de la política y desde afuera de las estrategias aceptadas del movimiento de los derechos civiles.

"Recuerdo cuando Ali se incorporó a la Nación del Islam", dijo Bond. "El mero hecho de sumarse no era algo que muchos de nosotros hubiéramos querido. Pero la idea de que lo hubiera hecho –de que se hubiera unido a un grupo que era tan despreciado por la mayoría de la población estadounidense y sentirse orgulloso– nos estremecía un poco".

"La naturaleza de la controversia", dijo el gran Jim Brown, jugador de la NFL y fundador de la Unión Económica Industrial de Negros, "era que las personas blancas no toleraban a las personas negras libres. La población blanca estadounidense no soportaba pensar que un héroe deportivo al que se le permitía ganar mucho dinero, aceptara algo como la Nación del Islam. Pero este joven tuvo la valentía de hacer frente a la situación como nadie más, y arriesgó no solo su vida, sino todo que tenía".

El propio Ali minimizó el papel que desempeñó.

"No soy un líder", dijo en 1964. "Soy un pequeño y humilde seguidor".

Pero para muchos, era el símbolo por excelencia del orgullo negro y la resistencia negra al orden social injusto.

Algunas veces Ali daba prueba de buen humor.

"No estoy diciendo que negro sea mejor solo porque yo soy negro", le dijo al público en una universidad durante su exilio del boxeo. "Puedo demostrarlo. Si quieres tierra fértil, buscas la tierra negra. Si quieres el mejor pan, quieres el pan de centeno integral. Es más costoso, pero es mejor para tu sistema digestivo.

"Si quieres la mejor azúcar para cocinar, es el azúcar morena. Mientras más negra sea la mora, más dulce será. Si quieres una taza de café bien cargado, lo tomas negro. Si quieres suavizar el café, le agregas crema blanca".

Otras veces, los comentarios de Ali eran menos cómicos y más mordaces. Pero para millones de personas, la experiencia de ser negro cambió gracias a Muhammad Ali. Escuchemos la voces de algunos que atendieron a su llamado:

• Bryant Gumbel: Uno de los motivos por el que avanzó el movimiento de derechos civiles fue que la gente fue capaz de superar su temor. Y creo honestamente que, para muchos estadounidenses negros, fue resultado de ver a Muhammad Ali. Simplemente se negaba a tener miedo. Y al ser de esa forma, les insufló valor.

• Alex Haley: Saben, no somos blancos. Y, sentirnos orgullosos de nosotros mismos y que queramos un campeón, no es una cuestión anti blanca. Y Muhammad Ali era el campeón absoluto y máximo.

• Arthur Ashe: No solo cambió la imagen que los estadounidenses de origen africano tienen de ellos mismos. Les abrió los ojos a muchas personas blancas con respecto al potencial de los afroamericanos, quiénes somos y qué podemos ser.

Abraham Lincoln dijo alguna vez que consideraba la proclamación de emancipación como la ley central de su administración.

"Es un logro trascendental", escribió Lincoln, "ser el instrumento de la Providencia para la liberación de la raza".

Muhammad Ali era dicho instrumento.

Como el comentarista Gil Noble explicó posteriormente, "Toda la gente estaba conectada a este hombre, porque estaba enfrentándose a los Estados Unidos. Nunca antes había habido alguien en su posición que abordara directamente el racismo. El racismo era virulento, pero no se hablaba de esos asuntos.

"Si querías triunfar en este país, debías estar callado, comportarte de cierta manera y no decir nada sobre lo que estaba sucediendo, aun cuando tuvieras un cuchillo encajado en el pecho. Pues Ali cambió todo esto. Simplemente habló sobre el racismo y la esclavitud y todos estos temas. Puso todo sobre la mesa. Y toda la gente negra, sin importar que lo dijeran abierta o encubiertamente, decían 'amen.'"

Pero el llamado de Ali llegó mucho más allá de la población negra de los Estados Unidos.

Cuando se negó a incorporarse al ejército estadounidense, se enfrentó a los ejércitos de todo el mundo y respaldaba la afirmación de que "a no ser que tengas una excelente razón para matar, la guerra es un error".

"No creo que Ali fuera consciente del impacto de su negativa de incorporarse al ejército en otras personas", dijo su viejo amigo, Howard Bingham.

"Ali solo hacía lo que pensaba que era lo correcto para él. En el momento, no sabía que esto iba a afectar cómo la gente de los Estados Unidos reaccionaría ante la guerra y el reclutamiento".

Muchos estadounidenses condenaron enérgicamente la postura de Ali.

Ocurrió en un momento en el que la mayoría de la gente de los Estados Unidos apoyaba la guerra. Pero como Bond señaló después, "Cuando Ali se negó a dar el simbólico paso al frente, todos lo supieron instantes después. La gente hablaba al respecto en las calles. Estaba en boca de todos".

"El gobierno no necesitaba que Ali fuera a la guerra", dijo Ramsey Clark, el entonces Procurador General de los Estados Unidos. "Pero les hubiera encantado ponerlo en el servicio, sacarle una fotografía, tal vez colocarle un par de barras en la manga y llevarlo a dar la vuelta al mundo. Imagínense el poder que eso hubiera tenido en África, Asia y Sudamérica. Aquí está este orgulloso soldado estadounidense, peleando simbólicamente por su país. Les hubiera encantado hacer eso".

Pero en su lugar, lo que el gobierno recibió fue una reafirmación de la declaración anterior de Ali: "No tengo nada en contra del Vietcong".

"Y eso hizo sonar las alarmas", mencionó Noam Chomsky, "porque planteó la cuestión de por qué la gente rica de los Estados Unidos estaba obligando a la gente pobre a matar a la gente pobre de Vietnam. En pocas palabras, eso es lo que era. Y Ali lo decía de forma muy simple para que la gente lo pudiera comprender".

La negación de Ali de aceptar el reclutamiento lo colocó de una vez por todas en el vórtice de los años sesenta.

"Había disturbios en las calles, asesinatos, la guerra en Vietnam", recordó Dave Kindred del Atlanta Constitution. "Eran tiempos violentos, turbulentos, casi indescifrables en los Estados Unidos y Ali estaba en todos esos fuegos al mismo tiempo, además de que era el campeón mundial de los pesos pesados".

Ali pronto fue despojado de ese campeonato, pero nunca cedió en su lucha.

Frente a un público universitario dijo, "Me gustaría decir que aquellos de ustedes que piensan que he perdido mucho, lo he ganado todo. Tengo paz en el corazón. Tengo una conciencia tranquila y libre. Me siento orgulloso. Me despierto contento. Me acuesto a dormir contento. Y si voy a la cárcel, entonces iré contento a la cárcel. Los muchachos van a la guerra y mueren por lo que creen que es lo correcto, así que no veo porqué el mundo se haya sacudido porque estoy sufriendo por lo que me parece justo. ¿Qué podría haber de particular en eso?"

"Realmente me impresionó que Ali renunció a su título", dijo el antiguo campeón peso pesado Larry Holmes, quien comprendía el sacrificio de Ali como cualquier otra persona. "Una vez que lo has obtenido, no quieres perderlo nunca; porque si lo pierdes es muy difícil recuperarlo".

Pero a finales de los sesentas, Ali era más que el campeón de los pesos completos. Ese estado se había convertido en casi una digresión. Era la personificación viva de la propuesta de que los principios sí importan. Y lo más convincente de él ya no eran sus puños; era su consciencia y la compostura con la que se comportaba.

• Kwame Toure [anteriormente conocido como Stokely Carmichael]: Muhammad Ali se utilizó a sí mismo como el instrumento ideal para dar un gran impulso a la lucha de la humanidad, al demostrar claramente que los principios son más importantes que la riqueza material. No es solo lo que Ali hizo; la forma en la que lo hizo fue igual de importante.

• Wilbert McClure [compañero de cuarto de Ali y medallista de oro olímpico]: Siempre caminó con la cabeza en alto y con gracia y compostura. Y no podemos decir eso sobre todos sus detractores, algunos de ellos en cargos políticos, algunos de ellos en púlpitos, algunos de ellos eran considerados ciudadanos respetables. No, no podemos decir lo mismo sobre todos ellos.

• Charles Morgan [antiguo director de la oficina sur de la Unión Estadounidense por las Libertades Civiles]: Recuerdo haber pensado en ese momento, ¿en qué tipo de mundo vivo en el que la gente quiere encarcelar a este hombre?

• Kindred: Siempre fue una cosa: siempre fue valiente.

Ali distaba mucho de ser perfecto y pensar lo contrario es hacerle un flaco favor.

Es difícil imaginar una persona tan poderosa y, sin embargo, a veces tan ingenuo. En ocasiones, Ali actuaba de modo irracional.

Valoraba el honor y era una persona honorable, pero con demasiada frecuencia dispensaba el comportamiento deshonroso de otras personas. El acuerdo al que llegó con dictadores como Mobuto Sese Seko y Ferdinand Marcos, y su voluntad de pelear en sus países contrastan marcadamente con su amor por la libertad.

Es imposible redimir que una persona negra le diga "gorila" a otra persona negra, la etiqueta que Ali le puso a Joe Frazier. Ni tampoco podemos pasar por alto las antiguas creencias de Ali en el separatismo racial y su condición de mujeriego derrochador de su juventud. Pero las acciones positivas que Ali hizo a lo largo de su vida superan a sus acciones negativas por mucho. Y los bordes rugosos de su juventud ya hace tiempo que se han perdonado.

Lo que permanece es un legado de proporciones monumentales y un recordatorio de lo que la gente puede ser. La influencia de Muhammad Ali sobre una nación completa, negra y blanca, y un mundo entero de naciones, es incalculable. No solo era un campeón. Un campeón es alguien que gana una competición atlética. Ali fue más allá.

Era inevitable que alguien vinera a hacer lo que Jackie Robinson hizo.

Robinson lo hizo de una forma gloriosa que personificaba su propia dignidad y valor. Pero, si Jackie Robinson no hubiera estado ahí, alguien más –Roy Campanella, Willie Mays, Henry Aaron– hubiera intervenido con su propia marca de emoción y gracia y hubiera abierto las puertas del béisbol.

Con o sin Jack Johnson, al final un hombre negro hubiera ganado el campeonato mundial de pesos pesados. Y tarde o temprano, hubiera surgido un atleta negro quien, como Joe Louis, hubiera sido admirado y querido universalmente.

Pero Ali se creó un lugar en la historia que era únicamente suyo. Y es poco probable que alguien distinto a Muhammad Ali hubiera creado y cumplido esa función. Ali no solo reflejó su época. No era una figura pasiva arrastrada por corrientes más fuertes que él. Nadó contra corriente. Luchó por una causa, se mantuvo firme y prevaleció.

Muhammad Ali era un tesoro internacional. Más que nadie de su generación, pertenecía a la gente del mundo y era amado por todos. Nos hizo mejores.

Alentó a millones de personas a creer en sí mismas, a elevar sus expectativas y lograr cosas que de otro modo no hubieran logrado. No era solo el adalid de la lucha en favor de los derechos de los estadounidenses negros. Luchó por todos.

Y esa es la importancia de Muhammad Ali.

Thomas Hauser es el autor de la biografía definitiva de Ali, "Muhammad Ali: His Life and Times." Puede ser contactado por correo electrónico al thauser@rcn.com.