Un invicto sostenido con garra y juego

El seleccionado argentino avanzó a los cuartos de final como el líder de la difícil Zona G y manteniendo su invicto; hubo un punto de inflexión a partir de cual apareció el equipo en toda su dimensión, basado en el alto nivel de las individualidades

DEDICATORIA
Como siempre al final de cada partido, los jugadores de la selección argentina de voley le dedican el triunfo al enfervorizado público que colma las tribunas, en el caso del partido frente a Italia, del Luna Park
(Fotobaires.com)
BUENOS AIRES -- ¿Habrá sido ese 10-7 abajo en el tie-break contra Japón el punto de inflexión, el momentum, el instante cumbre en el que hay que sacarlo todo afuera para torcer el destino de irremediable derrota? ¿Esa situación crucial frente a los guerreros nipones no le recuerda mínimamente aquel adverso duelo ante las torres alemanas en el Mundial del 82? Puede ser, es probable...

Porque después de quebrar con angustia infinita a los indomables japoneses, la seleccción argentina de voleibol produjo en los dos partidos sucesivos ante Bulgaria e Italia lo mejor en el Mundial y en mucho tiempo. Y no sólo avanzó a los cuartos de final como el líder de la difícil Zona G, sino que obligó a cambiar la perspectiva: ya no suena tan quimérico figurar entre los cuatro primeros de la competencia, algo que sólo los excesivamente optimistas aventuraban...

HAY EQUIPO E INDIVIDUALIDADES
Pero apareció el EQUIPO (así, con mayúsculas). En toda su dimensión, sin grandes baches y con excelente recambio cuando los titulares bajaban esporádicamente su performance. Y también emergió el juego, la solidez, el orden, la solidaridad y la paciencia para sobrellevar circunstancias complejas.

Naturalmente, para solventar esta eficiente estructura colectiva estuvieron los jugadores, casi todos cumpliendo en altísimo nivel. Con sorpresas gratas, claro. Como el rendimiento de Jerónimo Bidegain, vital en el éxito ante los búlgaros por su pase preciso, por sus puntos de saque, por su agresividad en la red (algo que había escaseado en él en los primeros compromisos). Como el aporte de Jorge Elgueta en el histórico triunfo ante Italia, bancando el peso del ataque y defendiendo con la misma determinación. Y Marcos Milinkovic en un nivel superlativo, más allá del excesivo respeto con el que ingresó ante Italia (fue controlado por el bloqueo de los tricampeones).

Inclusive, en el choque con los italianos, cuando le tocó reingresar, el N° 1 de la Argentina se convirtió en un martillo incontrolable como en gran parte de este Mundial. Meana sigue siendo uno de los mejores líberos de la competencia, porque a sus cualidades defensivas les sumó una gran tarea en la recepción, lo que le permite al conjunto blanquiceleste desempeñarse con absoluta tranquilidad en la primer pelota de ataque.

DOS DÉFICITS DEVENIDOS EN VIRTUDES
Podríamos seguir nombrando individualidades predominantes en la Argentina (los armadores Weber-Ferraro, los centrales Spajic-Porporato o las apariciones positivas de Conte-Giani-Darraidou), pero es imperioso señalar las notorias mejorías de la selección que conduce Carlos Getzelevich en dos aspectos que, en el proceso previo, se habían mostrado de manera deficitaria: el saque y el contraataque.

El trabajo en el saque contra Bulgaria e Italia fue decisivo: con los bombazos de Milinkovic, Elgueta o Bidegain y con la búsqueda de los peores receptores rivales con servicios tácticos y precisos.

Y el contraataque también resultó determinante para seguir manteniendo el invicto en el certamen. Porque si bien la Argentina conseguía muchas veces neutralizar los ataques rivales con bloqueo y defensa, en la secuencia posterior le costaba una enormidad transformar en puntos esas pelotas recuperadas.

El secreto de esta mejoría es, sin dudas, el progreso de jugadores como Elgueta, Bidegain, Giani y Conte en la definición, con lo cual se le quita un poco de presión a Milinkovic en este tipo de situaciones de juego.

En otro orden y más allá de excelente manejo de los cambios en el partido con Italia por parte del cuerpo técnico (en algún momento no vacilaron en sacar de la cancha a los tres pesos pesados: Milinkovic, Conte y Weber) hay otra cuestión que valoriza aún más el desempeño de la Argentina en el Mundial: en esta segunda rueda tuvo que pelear contra rivales de notable jerarquía y siempre salió airoso. Con garra y con juego...

ALEJANDRO COCCIA es periodista deportivo desde 1982. Se desempeñó como redactor del diario La Nación de Buenos Aires, y desde 1993 conduce los programas de rugby de ESPN. Actualmente es comentarista de rugby y voleibol por ESPN+, uno de los conductores del SportsCenter Latino y columnista de ESPNdeportes.com.

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lunes, 07 de octubre