Es hora de soltar las amarras Los triunfos le permitieron a la selección local quedar primera en el grupo e ir a jugar a Buenos Aires. Pero, más allá de los buenos indicios que dejó en la primera fase, ahora debe soltar la energía contenida por jugar en casa para afrontar otra exigente ronda
Por ahora, cumplidas tres fechas del Mundial, el equipo que dirige Carlos Getzelevich aportó un par de imágenes nítidas y un puñado de indicios que, hasta aquí, son sólo eso: señales, mensajes. EL COMPROMISO, LA GRAN VIRTUD
Pero llevado al terreno estrictamente del juego, se advierte una mejoría en las acciones encadenadas, como por ejemplo la relación bloqueo y defensa, uno de los puntos altos de la selección argentina. El otro aspecto que sirve para corroborar esta idea se advierte en el vínculo entre los titulares y los que vienen del banco, un banco de reservas que en los tres partidos sumó mucho para el equipo y que tiene como muestra más cabal la actuación de Gastón Giani cada vez que le tocó ingresar por Jerónimo Bidegain. INDIVIDUALIDADES EN GRAN NIVEL
Marcos, como presumíamos, está en altísimo nivel: efectivo, paciente, con mano picante y mente fría para no tomar riesgos innecesarios, además de estar enchufadísimo en defensa, más certero que otras veces en el saque y bastante concentrado en bloqueo (siete puntos a China por esa vía). El "Ruso" Meana, presionado antes del Mundial por la presencia amenazante del juvenil que venía a desbancarlo, Alexis González, recobró el camino de la solvencia que supo tener en sus mejores épocas (Juegos de Sydney 2000). Está defendiendo todos los palos que le tiran y además está afiladísimo en la recepción (su fundamento más endeble). UN BUEN APOYO Jorge Elgueta (de lo mejor en el match inaugural) y Giani (muy importante con los chinos por su notable efectividad ofensiva: 10 puntos sobre 12 ataques) aún pueden subir otro peldaño y deberán hacerlo sí o sí para no depender tanto de Milinkovic, sobre todo en las pelotas de contraataque, un déficit nítido en los tres partidos. Hugo Conte merece un párrafo aparte, porque también luchó como pudo contra las emociones del debut en el Luna Park y luego fue levantando su producción hasta justificar plenamente su presencia entre los titulares por lo que juega (con China lo hizo de manera estupenda), por lo que suma en la red y, obviamente, por lo que le transmite al resto del equipo.
Al comienzo hablábamos de indicios y señales. Y en ese sentido se vislumbra que esta selección no soltó del todo las amarras emotivas de jugar un Mundial en casa. Puede dar más y, sin dudas, deberá volcar toda esa energía contenida en una segunda ronda mucho más complicada, por la categoría de rivales, que lo que se podía calcular cuando se hizo el sorteo de esta competencia que ha deparado sorpresas y que ahora empieza a vivir su atrapante etapa de definiciones.
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miércoles, 02 de octubre |