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Racing dijo no

BUENOS AIRES -- El hincha de Racing se expresó a lo grande el último domingo. Con sus silbidos –acaso precipitados, impacientes al extremo–castigó al flamante entrenador, Ricardo Zielinski, por la actuación francamente pobre del equipo ante Defensa y Justicia.

Pero antes hubo un referéndum no vinculante en el que los socios volcaron su opinión acerca de la incorporación de las sociedades anónimas en el fútbol argentino.

Y dijeron, por aplastante mayoría, que no. Se inclinaron por conservar el modelo histórico de sociedad civil sin fines de lucro, en el cual el manejo de la institución es resorte exclusivo de los socios.

El 99 por ciento de los votantes manifestó su oposición a la intervención privada: 4712 voluntades contra sólo 48. Casi unánime.

En Racing, los antecedentes permitieron que el socio votara con conocimiento de causa. Tras la debacle de 1999, cuando la síndico Lilina Ripoll decretó su defunción, el club pasó a la etapa de gerenciamiento, encabezada por Fernando Marín.

A pesar de que obtuvo el título anhelado por más de tres décadas (en 2001), aquella experiencia no dejó el mejor de los recuerdos. El resultado del referéndum (que no cuenta más que como una opinión colectiva) así lo confirma.

Son tiempos en que la administración privada vuelve a tener predicamento, en desmedro del satanizado control estatal. Así, se reinstaló en el fútbol la cuestión de las sociedades anónimas deportivas, casi al mismo tiempo en que se discutía la finalmente abortada Súper Liga.

Cebados con extraerle ganancias exorbitantes a un negocio que algunos creen subexplotado, algunos dirigentes hicieron que volviera a florecer la idea de un fútbol manejado por gerentes, inspirada en los casos europeos.

Con la AFA sumida en el caos, las decisiones recaen en pocas manos. Y esas manos no son muy representativas.

Armando Pérez y su Comisión Normalizadora no encarnan la voluntad de los clubes, sino conveniencias de la política a escala nacional.

A pesar de que su misión primordial es la de adecuar el estatuto y garantizar las elecciones del año próximo, muchos observan en Pérez la aspiración de concentrar poder y de definir rumbos según su exclusivo arbitrio.

En este marco, la prueba piloto de Racing es muy valiosa. Se la ve ejemplar y al mismo tiempo preventiva.

Es probable que los números del referéndum de Racing no sean una anomalía, sino la muestra de la opinión mayoritaria del público futbolero, que quiere preservar una parte sensible de su patrimonio cultural.

De todos modos, es sólo una presunción. Así que no estaría mal repetir la iniciativa de Racing en las distintas instituciones, por lo menos para chequear los deseos de los socios, que hasta hoy son, por ley, los dueños de la pelota.

No vaya a ser que algún dirigente despistado pretenda imponer su voluntad creyendo que habla en nombre de todos.