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Novak Djokovic, un ejemplo de superación

Un sentido del humor extraordonario. Una gracia especial para hacer imitaciones. Y un talento único para jugar al tenis. Novak Djokovic es sin dudas uno de los mejores tenistas de los últimos tiempos. Un niño que creció en medio de la Guerra de los Balcanes, esquivando balas y bombas junto con su familia. Y que gracias a la capacidad natural para el deporte y a las ganas de seguir adelante a pesar de las adversidades, llegó a ser número uno del mundo.

Nació el 22 de mayo de 1987 en Belgrado, y de muy chico comenzó a practicar el deporte blanco. Tanto, que él mismo aseguró en más de una oportunidad que aprendió a jugar antes que a leer y a escribir. Los primeros pasos los dio de la mano de Jelena Gencic, quien también entrenó de chica a Monica Seles.

Los ojos de Jelena, acostumbrados a descubrir joyas potenciales en el tenis, no dudaron: el joven Novak tenía todas las condiciones para triunfar. Así comenzó, jugando y entrenando en Belgrado, hasta que la ciudad le quedó chica y comenzó a viajar por el resto de Europa.

Al mismo tiempo debió alejarse de su familia. Novak partió hacia Munich y allí se entrenó en la academia dirigida por Niki Pilic, un ex tenista croata. La familia no pudo acompañarlo, y fueron tiempos difíciles para todos. Pero nada iba a interponerse entre Djokovic y su futuro en el tenis. “Para nosotros fue doloroso tenerlo lejos y no estar a su lado, pero no teníamos los recursos para ir con él. De todos modos, sabíamos que era lo mejor, porque lo suyo era el tenis”, recuerda su mamá.

Sin dudas que lo era. Los números lo demuestran. Nole suma 13 torneos de Grand Slam y está en el cuarto lugar entre los tenistas que más ganaron, sólo por detrás de gigantes como Roger Federer, Rafael Nadal y Pete Sampras. A lo largo de su carrera, conquistó seis veces el Abierto de Australia, cuatro veces Wimbledon, dos el Abierto de Estados Unidos y una vez Torneo de Roland Garros. Por otra parte, se dio el gusto de llegar a seis finales de Grand Slam de forma consecutiva desde el Abierto de Australian de 2015 hasta Roland Garros 2016.

En mayo de 2016, Djokovic se convirtió en el quinto tenista de la historia en permanecer como número 1 del ranking mundial durante 200 semanas. Así, se puso a la par de glorias de este deporte, como Ivan Lendl, Jimmy Connors, Pete Sampras y Roger Federer.

Llegó al número 1 del mundo por primera vez en 2011, pero entre 2007 y 2016 no bajó del podio. Además, fue líder del ranking en 2012, 2014 y 2015.

Pero tantos años en la elite suelen pasar factura, y en 2017 el codo comenzó a causarle problemas. Así, ese año, salió del top ten por primera vez en largo tiempo. Y en este 2018, con 31 años, si bien ya está mostrando pinceladas de su talento, sigue tratando de llegar a su mejor forma.

La fama y la fortuna no lo alejaron de sus orígenes. Un buen ejemplo es el gesto que tuvo en 2016: luego de un descanso antes de participar en el Masters 1000 de Shanghai, Nole decidió hacerse una escapada hasta el lugar donde dio los primeros golpes. Se trata de un frontón sacudido por las bombas de las guerras, en las montañas Kopaonik, de Serbia, que resistió estoico pese a todo. "Esta es mi pared preferida en todo el mundo. Este es el club en el que mis dos hermanos y yo, y mi familia, pasamos mucho tiempo”, contó, emocionado.

La tarea humanitaria que Djokovic realiza a través de su fundación, especialmente con los chicos huérfanos que quedaron y quedan tras las guerras, es seguramente más importante que la que viene realizando desde hace años en el circuito.

Eso, también lo convierte en un numero 1.