La raqueta se vistió de celeste y blanco

El año del tenis argentino fue espectacular, fantástico, inolvidable. Búsquele y colóquele los adjetivos que usted desee. Guárdese alguno para el 2003 porque la "Legión Argentina" promete aún más

BUENOS AIRES -- El año del tenis argentino fue espectacular, fantástico, inolvidable. Búsquele y colóquele los adjetivos que usted desee. Pero aquí va una recomendación. Guárdese alguno para el 2003 porque la "Legión Argentina" promete aún más.

Este año se lograron muchísimos hitos. La final de Wimbledon a cargo de David Nalbandian -sin dudas, el tenista del año-, un título de Master Series con Guillermo Cañas como protagonista, el número uno en dobles todo para Paola Suárez, ocho títulos de ATP para los varones, imnumerable cantidad de victorias sobre top-ten, la semi de la Davis, la victoria en la Copa Mundial y siguen los éxitos...

Lo mejor de todo esto es que el 2003 pinta mejor. Hay olor a un top-ten. O tal vez dos. A otro golpe en un Grand Slam (¿ganarlo?) y a otra actuación brillante en la Davis ya que el sorteo favorece.

No sólo porque hay materia prima y muchos de estos chicos tienen hambre de triunfos, de hacer historia, sino también porque los ayuda la edad ya que, por ejemplo, Nalbandian, Guillermo Coria, Clarisa Fernández, José Acasuso y María Emilia Salerni no superan los 21 años.

Sin dudas, el acceso de Nalbandian a la final de Wimbledon fue EL hecho tenístico de la temporada, uno de los mojones de este año espectacular para el deporte argentino.

Pero no fue un hecho aislado aunque si haya sorprendido a todo el mundo. Este es el fruto de un trabajo coherente que llevan a delante con su entrenador, Gabriel Markus, un estudioso, un detallista que agarró al cordobés navegando por el lugar 300 en octubre del 2000 y lo convirtió en un serio candidato a top-ten en poco tiempo.

El, al igual que Cañas y Gastón Gaudio -regularidad y técnico permanente se busca, comunicarse con el "Gato"- están listos para intentar meterse entre los diez mejores.

De hecho, quedó la impresión que Cañas lo hubiera logrado de no lesionarse la muñeca, algo que lo sacó de competencia durante dos meses y lo dejó sin US. Open y sin semifinal de la Davis, donde se estuvo a nada de dar el batacazo en Moscú.

Pero este año, como ya se va desprendiendo al resaltar los hitos anteriores, no sólo el tenis argentino levantó polvo en ladrillo, sino que se destacó en canchas rápidas.

Tanto que Nalbandian ganó bajo techo y en sintético tras casi dos décadas. Que Cañas haya vencido en Toronto, Canadá -un torneo de 3 millones de dólares en premios- batiendo un récord mundial ya que le ganó a cuatro top-ten en sólo cinco días.

Además del título de "Willy" en Chennai la primera semana del año, están las finales de Chela (en Long Island y Sydney) y Coria (en Salvador). Estos son claros indicadores de que el tenis sigue dando pasos hacia adelante.

En un año lleno de datos por donde se lo mire, fue fantástico lo de la "Flaca" Fernández en la semifinal de Roland Garros (en cuartos eliminó a Suárez) siguiendo el camino de Gabriela Sabatini, haber conseguido 13 challengers, tener por primera vez en la historia a siete argentinos entre los top-50 en ATP, ver a Brian Dabul segundo entre los juniors, disfrutar de la segunda edición de la Copa AT&T, contar con interclubes mejorado, más de 20 Futures y 11 Womens Circuit ganados, mantener la máxima categoría en la Fed Cup.

Y seguro que, buceando aún más en el archivo, encontraremos más datos positivos en esta temporada tenística. Entonces busquemos más. Lo de "Chucho" Acasuso explotando en canchas de polvo de ladrillo -es, sin dudas, hoy uno de los 15 mejores en esa superficie-, metiéndose entre los top-40 y consiguiendo su primer título en Sopot, Polonia, además de las finales en Bucarest y Palermo.

Su cuenta es mejorar en canchas rápidas y ya se puso a trabajar en ello. Y llegó la final de Calleri en Buenos Aires haciendo un gran torneo en un certamen del primer mundo desde la faz organizativa; la recuperación de Franco Squillari en la última parte de una temporada que lo tuvo más allá del puesto 120 y la vuelta de Coria, tras su suspensión por dóping, que tuvo una segunda parte del año brillante que lo llevó a meterse entre los 50 mejores del mundo otra vez.

Como yapa, los dos más grandes de la historia, estuvieron presentes a su manera. Sabatini poniéndose del lado de la gente, comprometiéndose con el difícil momento argentino, organizando un Tenis Solidario. Y Guillermo Vilas, el "bronce", recibiendo homenajes por doquier al cumplirse un cuarto de siglo de sus resonantes victorias en Roland Garros y el US Open. Un "mensaje" para apuntalar a una camada que promete más victorias.

Pero hay más nombres para agendar: Carlos Berlocq, Sabrina Eisenberg, Andrés Dellatorre, Micaela Morán, Juan Pablo Guzmán, Brian Dabul, entre otros. Más el salto definitivo de María Emilia Salerni y Gisela Dulko que no pueden terminar de meterse entre las top-100.

Los últimos párrafos son para la ineficacia de los dirigentes de la Asociación Argentina de Tenis (AAT). Incapaces de organizar torneos Futures, Womens Circuit o Satélites internacionales, certámenes de desarrollo donde muchos de los jugadores que hoy brillan se apoyaron para insertarse en el profesionalismo.

La misma dirigencia de la AAT, la de asistencia perfecta a los Vip's, que fue acusada de administración fraudulenta con un faltante de más de 200 mil pesos (cuando eran dólares) y que, increíblemente, salieron "ilesos" cuando los clubes miraron para el costado. Ellos no estuvieron a la altura del gran año del tenis argentino.

-DYN

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