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Vedettes en el banco, championes recauchutados y vinito cortado: las anécdotas del Peñarol-Nacional del básquetbol

El ómnibus trancado. La gente invadiendo. Locura en la explanada del Cilindro. Adentro del vehículo los jugadores de Nacional miraban incrédulos. El cuadro no podía llegar a la cancha. Atrás del banco de suplentes los esperaba la vedete Rosa Luna, la reina del desfile de Las Llamada, para saludarlos. Y espontáneo surgió: “dale Boooo, dale Booo, dale dale Booooo”. Por otra puerta desembarcaba una caravana de vehículos acompañando al plantel carbonero desde Los Aromos. El grito de: “Ohhhhh, dale Peñarooool, Peñarooool, Peñarooool, dale Peñarol”, retumbaba en las paredes de aquella mole de cemento.

Adentro 10 mil personas. Una locura. Básquetbol uruguayo. A través de la pantalla de Canal 10, Carlitos Rodríguez le anunciaba a Baby Del Castillo que los equipos habían llegado al Cilindro. Juan Gallardo se ponía los auriculares y Ruben Vázquez se acomodaba la corbata para la emisión de Canal 12. Qué tiempos… Generaciones y generaciones marcadas por una época que quedó grabada a fuego en el básquetbol uruguayo. Nacional y Peñarol, los eternos rivales fueron capaces de llenar la cancha y trasladar la vieja rivalidad del fútbol al básquetbol.

ESPN rescata, en la memoria de los protagonistas, aquellas finales de 1982 en la que, pese a que eran todos amigos, los jugadores terminaron todos detenidos en la comisaria Sexta.

Nacional y Peñarol se enfrentaron en innumerables oportunidades en el básquetbol uruguayo. Pero si usted camina por las calles de Montevideo y le pregunta a cualquier veterano y apela a su memoria, lo llevará directamente a las finales de 1982.

Los partidos fueron para dirimir el represente de Uruguay en el Sudamericano de clubes. Nacional fue campeón de la Liguilla, pero Peñarol, por haberse coronado campeón Federal, tenía una chance extra según establecía la reglamentación de la época.

Recauchutar los championes
Las dos instituciones tenían muy buenos equipos en esa época. Por los tricolores jugaban el panameño Tito Malcom, el estadounidense Jeff Granger, Monterroso, el Pancho Irrazábal, el Peje Larrosa. Los aurinegros tenían la base que se consagraría campeón sudamericano con Hebert Núñez, Andrés Blanc, Wenzel, Mc Call, Álvaro Tito, Bo Jackson, entre otros.

Aquel era otro Uruguay. Los hinchas convivían en las tribunas al margen de la lógica separación de las barras de aliento.

Para que tengan otra idea de aquellos tiempos, los jugadores no mandaban comprar los championes a Estados Unidos como hacen ahora. No. Los recauchutaban. Mahoma Wenzel contó a ESPN: “Yo jugaba con los viejos y queridos Charrúa o los Seral. Me acuerdo que los mandábamos recauchutar a los Charrúas. Se jugaba en piso de bitumen y los championes eran caros, entonces cuando se rompían había que mandarlos a arreglar. Había un crack que recauchutaba y le hacía un dibujito en la goma, quedaba con mejor agarre jajaja”.

Otro detalle que cambió fue la alimentación. “Antes no te dejaban tomar agua y había que comer churrasco y ensalada. ¡Y no vayas a comer pasta! Con Olguiz Rodríguez íbamos a entrenar al Cilindro, salíamos a correr y hasta el final de la práctica no te dejaba tomar agua y ahora toman cada dos minutos”, rememoró Wenzel.

De cara a uno de los partidos se intentó apelar a la vieja viveza criolla. Y fue así como aparecieron algunas personas en la puerta del camarín de Peñarol preguntando por Bo Jackson. Pretendían pegarle un susto, amedrentarlo.

“¿Y saben lo que hizo Bo? Los agarró de los fundillos, uno por uno, y los tiró para afuera. Bo era de barrio, no venía de las universidades. Era bravo, yo lo odiaba cuando lo tuve de rival”, rememoró Wenzel.

Un vinito cortado
Aquel primer partido jugado en el Cilindro lo ganó Nacional. El segundo se disputó en el Palacio Peñarol y los aurinegros igualaron la serie por lo que se fue al tercer juego en el Cilindro.

“Pah, ¡qué época!”, comenzó diciendo Luis López a ESPN. López, que con el tiempo se transformó en el presidente del básquetbol de Nacional, era integrante de aquel plantel tricolor.

“Aquello era como jugar un clásico en el Centenario pero en el Cilindro. Nosotros concentramos en Los Céspedes pero nos quedábamos hasta altas horas de la madrugada jugando a las cartas y tomando un vinito cortado”, rememoró entre risas.

“En Peñarol pasaba lo mismo, concentrábamos en Los Aromos y me acuerdo que nos quedábamos toda la noche charlando y tomando un vino. Era lo más normal”, contó Wenzel.

Aquel era otro básquetbol. Más emparentado con la bohemia. Para que tengan una idea, Luis López contó a ESPN: “Yo llegué a jugar clásicos en la cancha abierta de Nacional en Comandante Braga. Era muy difícil jugar ahí, sobre todo para los rivales, era el folcklore puro de esa época. Recuerdo que teníamos un foco que lo prendíamos en el segundo tiempo cuando el rival atacaba para ese aro. Se prendía misteriosamente”, recordó entre risas. Una “táctica” que también aplicaba el Contador José Pedro Damiani en el viejo Sporting hasta que un día, uno borracho, largó prenda y le suspendieron la cancha.

El Gallo López recordó incluso que en la concentración había que dormir con un ojo abierto y otro cerrado porque te metían sapos en la cama.

“Cómo no me voy a acordar de aquella época… Ese año jugamos como 33 partidos en el Federal y terminamos iguales con el Bohemios de Tato López, Pierri, Pagani, Carlos Peinado, y tuvimos que definir en una final que ganamos luego de dos alargues y con libres de Malet”, expresó el exaurinegro Álvaro Tito a ESPN.

La definición
Y se llegó al tercer partido pactado en el Cilindro, aquel viejo escenario que terminó derribando una tormenta.

“Vivir todo lo previo fue increíble. Yo era joven y entrabas al Cilindro y estaba la hinchada. Me acuerdo que nos acompañaba Rosa Luna atrás del banco. Repleto el Cilindro, gente sentada en las escaleras”, recordó el extricolor Pablo Vincent en diálogo con ESPN.

Peñarol ganaba aquel partido 96 a 85 y pero el juego quedó trunco. El apasionamiento, los colores y la intensidad de un clásico determinó que se encendiera la chispa.

Hoy con el paso del tiempo los protagonistas se arrepienten de aquel incidente. Nadie se vanagloria de lo que sucedido pero lo asumen como algo que pasó. Los jugadores se pelearon y terminaron todos detenidos en la comisaria. Lo curioso del caso es que fueron encerrados todos juntos en una pieza. Es que la mayoría eran amigos y se conocían de la selección.

“Como será la cosa que hasta el día de hoy Álvarito Tito, que es una gran persona, me embroma diciendo que le pegué una patada en el lío”, recordó entre risas López.

Los jugadores quedaron detenidos hasta altas horas de la madrugada.

Pero lo más curioso y risueño le ocurrió a Mahoma Wenzel…

“Resulta que yo separé pero igual marché en cana. Me dejaron declarando y me perdí una noche de hotel en la Coronilla. Es que terminaba ese campeonato y tenía una semana de vacaciones y me iba para la playa. Pero pasamos la madrugada encerrados todos juntos, los jugadores de los dos equipos. Al otro día llego a la Coronilla y digo acá nadie sabe nada de básquetbol, nadie me va a venir a hablar del lío. Entro al hotel con mis hijas chicas, nos instalamos, salgo de la habitación, ¿y quién es el primero con el que me encuentro? ¡Víctor Hugo Berardi! (Su técnico) ¿No tenés otro lugar en el mundo para venir? No se puede creer…”.

¡Qué tiempos! Aquel era un básquetbol uruguayo en la cima de la ola. Una etapa inolvidable donde Uruguay jugó Mundiales, los Juegos Olímpicos de 1984, y fue campeón sudamericano.

“Aquello es inolvidable. Jugué una cantidad enorme de clásicos y siempre había una amistad. Me acuerdo una vuelta que salimos de gira Peñarol y Nacional juntos a jugar en el norte de Uruguay. Viajábamos en el mismo ómnibus, era para juntar plata”, contó Mahoma Wenzel.

Pablo Vincent tampoco olvida lo vivido. “Saben lo que era ir a concentrar a Los Céspedes con 18 años con un Pancho Irrazábal o con Malcom que me lo encontré hace unos años en un torneo de veteranos y está intacto. Aquello era soñado. Inolvidable”.

“Yo me acuerdo de todo”, expresó Tito a ESPN y concluyó con un mensaje. “Hay que cuidar esto, en este momento están los equipos más populares en la Liga. Entonces tenemos que llevar a Peñarol y Nacional a lo que es el básquetbol, la forma del básquetbol, porque son clubes esencialmente futboleros. Entonces, cuando juguemos al básquet tratar de cuidar nuestras formas. Tener una mirada mucho más desde el deporte mismo”.