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Las impostergables decisiones de Nash

A Steve Nash se le sigue viendo a menudo. A diferencia de otros jugadores profesionales que dejan atrás las duelas, canchas o terrenos de juego, el que llegó a ser dos veces Jugador Más Valioso de la NBA permanece en la palestra gracias a los eventos en los que participa, a su actividad en las redes sociales y, sobre todo, por ser una de las cabezas pensantes de uno de los proyectos más interesantes de la selección de básquetbol de Canadá.

Desde 2012 ocupa el puesto de gerente general de la selección de baloncesto de Canadá. El mismo año que probó suerte en Los Angeles Lakers como jugador en el tramo final de su carrera. No le fue bien en el conjunto angelino después de que un rosario de lesiones precipitaran su retirada, además, su cabeza estaba en otro lado. Compaginó su labor como miembro de la plantilla de los californianos mientras gestionaba parte de la logística de la selección de Canadá. No acompañó a los suyos al FIBA Américas de Caracas 2013 por su compromiso con los laguneros. Los dolores provocados por los nervios de la espalda le mantuvieron semanas en el dique seco y aquél verano todavía tenía esperanzas en recuperarse. Lo primero era lo primero.

Su presencia como el máximo responsable deportivo de la sección de básquetbol de Canadá ha tenido algunos frutos, pero todavía no están maduros, como se ha podido observar en el FIBA Américas celebrado en México. Contrató a Jay Triano para que dirigiera al equipo. Juntos lograron reclutar a la generación más prometedora del baloncesto canadiense. Dos ejemplos son las dos primeras selecciones en el draft de 2013 y 2014 llegaron del país norteño: Anthony Bennett (de discutible productividad) y Andrew Wiggins (Novato del Año durante la temporada pasada). Pero también un campeón como el jugador de San Antonio Spurs, Cory Joseph, y otros muchos.

Incluso de los convocados para la cita en Ciudad de México, nueve canadienses militan en la NBA, lo que les convirtió en el seleccionado que más representantes en la mejor liga de básquetbol del mundo presentó en liza. Pero no pudo ser. La fruta sigue sin despegarse de la rama y los de Triano no lograron el billete directo a Río de Janeiro 2016. Aún les queda la repesca para que el sueño no sea otra pesadilla más, pero los fantasmas están apareciendo de nuevo. Los del Mundial de España (cita a la que no acudieron) y los de los tres últimos Juegos Olímpicos a los que no pudieron asistir.

Nash parecía el hombre indicado para darle brío gestor a la selección de Canadá, y aunque su labor esté en duda por la cantidad de talento 'desperdiciado' (entiéndase por figuras que no han podido dar ninguna alegría más allá de la medalla de plata en los Panamericanos de Toronto), lo cierto es que de por sí ya ha aportado muchísimo al básquetbol canadiense. No sólo por ponerle al país al frente por sus actuaciones como jugador, sino por haber inspirado a coaches, padres, madres y jóvenes.

El exarmador de Phoenix Suns, Dallas Mavericks y los Lakers creó escuela y cada vez que salía en alguno de los televisores de los millones de hogares canadienses, a un joven se le iluminaba el rostro. El básquetbol se comenzó a tomar más en serio otra vez. Y en la retina de los más optimistas - y mayores - se reflejaba aquella época dorada de los años ochenta (cuarto y sexto puesto en los Olímpicos de 1984 y 1988) con el propio Triano, Bill Wennington o Eli Pasquale entre otros. Pero nada, al menos por ahora. A pesar del compromiso ascendente, de las academias, de los esfuerzos por crear jugadores de calidad, de los buenos resultados individuales, aún hay algo que no cuadra en el combinado nacional.

Nash ha hecho mucho por este deporte y su liderazgo no puede estar en duda. Pero para que esa mirada de líder no se debilite, el ahora gerente debe tomar decisiones. Para muchos es inexplicable que un equipo como Canadá no haya llegado a la final del actual FIBA Américas y sería una hecatombe el no clasificar a los Juegos Olímpicos de este verano. Esta generación no puede perder otros cuatro años de un plumazo. A base de JMV logró cautivar, alentar y producir jugadores únicos. Ahora necesita poner la guinda al pastel sabiendo ensamblar la maquinaria que él mismo ha creado.