Mauricio Lima, el hombre récord

Mauricio Camargo Lima eligió el voley tras ver a Brasil ganar el oro en el Mundial 82 y, veinte años después, se convirtió en uno de los mejores del deporte y además en el jugador con más partidos internacionales en su haber: nada menos que 500

BUENOS AIRES -- Mauricio Camargo Lima eligió el voleibol contagiado por la euforia del subcampeonato Mundial logrado por Brasil en Buenos Aires 82 y, veinte años después, no sólo se ha convertido en uno de los mejores en esta disciplina sino que se convirtió, con 500 encuentros, como el jugador que más partidos internacionales ha disputado.

Lejos queda ya la anterior plusmarca, en poder del holandés Peter Blange (464 encuentros) desde enero de 2000, porque Mauricio, a sus 34 años, amplió su leyenda el pasado 14 de agosto cuando, en la fase final de la Liga Mundial, y ante Holanda, disputó su medio millar de partidos con la camiseta "canarinha".

"Mientras me encuentre bien, continuaré. Mi intención es luchar por un puesto en el equipo para competir en los Juegos de Atenas 2004", reconoce. De conseguirlo, el colocador sudamericano se convertiría en uno de los pocos voleibolistas que han participado en cuatro Juegos Olímpicos.

2002, EL AÑO DE MAURICIO
Pero si hay un año especial en su vida como deportista, ése es 2002. En una sola temporada se han concentrado todas sus ambiciones humanas y deportivas: conquistar, por primera vez, el oro en un campeonato del mundo, jugar 500 partidos internacionales y convertirse en padre por segunda vez.

Mauricio ya ha cumplido dos de esos objetivos. El 30 de junio nacía su hija, María Eduarda, y en Belo Horizonte fue homenajeado por su longeva trayectoria deportiva. A partir de ahora dispondrá de 17 jornadas para alcanzar su última meta.

Nacido en Campinhas, en el interior del estado de Sao Paulo, un 27 de enero de 1968, Mauricio inició su carrera deportiva como atacante, pero su baja estatura (1,84) pronto le hizo desistir de ese puesto y pasó a convertirse en colocador.

Su enorme habilidad, su velocidad y su innata inteligencia para distribuir el balón le han servido para destacar en esta faceta. En 1989, año de su debut, Mauricio fue elegido como el jugador más valioso del Sudamericano y veinticuatro meses después fue galardonado como mejor defensor en el Mundial de Río de Janeiro.

UNA TRAYECTORIA INCREÍBLE
Sin embargo, los mayores reconocimientos por su labor llegaron en Barcelona 92, Liga Mundial 93, Sudamericano 97 y Liga Mundial 2001. En todas esas competiciones no hubo mejor colocador que él.

A ello añade haber sido el mejor jugador de la Superliga brasileña 2000 y el mejor colocador de este torneo en diez ocasiones.

Su palmarés como internacional también es envidiable: seis títulos en el campeonato suramericano; medalla de oro en Barcelona 92; dos triunfos en la Liga Mundial y bronce en la Copa del Mundo 95.

Dice que en su familia radica la base de sus éxitos. "Mi familia es mi puerto seguro. Es en ella donde acudo para buscar las fuerzas que necesito para superar mis límites. Es la base de todo y es a ella a quien debo todo lo que soy", confiesa.

Alcanzó su estabilidad en 1997, cuando conoció a Roberta, su esposa, "una persona maravillosa"; se incrementó en 1999, con el nacimiento de su primer vástago, Joao Víctor, "su tesoro", y se ha colmado con la llegada de María Eduarda. "Por ellos, por mis hermanos, Marco Maurilo y Mauro, y por mi madre, hago todo", insiste.

EL HOMBRE DETRÁS DEL JUGADOR
Mauricio tiene fama de colocador tenaz y su enorme clase es ya indiscutible. Sus amigos le definen como un hombre con un "corazón de oro" y "con una fuerte personalidad".

Ha ido puliendo su carrera deportiva día a día, fijándose nuevos y más ambiciosos objetivos. "Después de conseguir una meta hay que tener fuerzas para, inmediatamente, fijarse otra y emprender la lucha hasta alcanzarla", manifiesta.

Fuera de las canchas se siente feliz cuando dispone de tiempo para ayudar a los demás. Mauricio, que ha participado en varias campañas contra el Sida y las drogas, dice que el mejor día de su vida sería aquel en que pudiese leer en alguna portada "Acaba la miseria y la violencia en Brasil".

Como hombre, Mauricio se define como metódico, perfeccionista, maniático del mando a distancia de la televisión, coleccionista de relojes y sentimental.

- EFE

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