No sé si hoy el Barça necesita más a Guardiola o si Pep necesita más a Messi. Pero ambos escenarios pierden crédito y buscan a como dé lugar un reencuentro
La situación actual del Barcelona, además de dolerle a los aficionados culés, sigue dejando en claro que la generación dorada de Messi, Xavi, Iniesta y compañía, fue como los cerezos en Japón, que aunque se dan cada año, tienes que esperar hasta una vida por encontrar la “Sakura” perfecta.
Pero además de ello, deja en evidencia que el sello distintivo de Pep Guardiola no funciona ni en el futbol inglés ni en el alemán. Al menos no de igual forma. Con ese esplendor. Con esa magia. Con ese dominio. Con este estilo. Con esa eficacia y eficiencia. No solo en las ligas domésticas sino también en las competiciones de la UEFA.
Guardiola ganó todo con el Barcelona, incluido ese incomparable “sextete”. Pero sin aquella generación espontánea, le ha costado mucho sembrar un paisaje con lluvia de flores, tanto con el Bayern Múnich como con el Manchester City, que invite a reflexionar, detener el tiempo y contagiarse de la melancolía del futbol de raíz.
La posesión, el Tiki Taka, el crear el dos contra uno, el generar triángulos o rombos en cada transición ha dejado no solo de enamorar a los amantes y románticos del futbol, sino que además está quedando al descubierto.
Como en aquellos clásicos Real Madrid vs. Barça, este fin de semana Mourinho y Guardiola se vieron las caras en la Premier League. Y aunque fue con el Tottenham y el Manchester City, el resultado y desenlace del partido bien pudo ser el de aquellos clásicos españoles dónde los de Pep se adueñaban hasta del aire pero fueron vulnerables en los contragolpes.
Y el mismo día que Mou volvió a ganarle a Pep, Diego Pablo Simeone venció al Barcelona con una estrategia muy similar a la que Mourinho ha patentado, pero que el Atlético de Madrid ha bautizado como el “Cholismo”.
Su estilo defensivo, calculador, de replegarse para ofender solo a base de contragolpes ha lastimado el mismo día a Pep Guardiola y a su ex Barça.
No sé si hoy el Barça necesita más a Guardiola o si Pep necesita más a Messi. Pero ambos escenarios pierden crédito y buscan a como dé lugar un reencuentro que vuelva a enamorar a la pelota y a los que disfrutan de ese estilo que tiene botones de flores pero que desilusiona cuando florece.
El futbol y la vida están llenos de estilos, de formas, de colores, de percepciones. Pero esperar toda una vida para volver a disfrutar de un futbol que enamora hasta al menos romántico, es como ir a las fiestas hanami en Japón y que las consecuencias del otoño perduren aún en Primavera.