Augusta, Georgia -Enviado especial- Este miércoles amaneció con una pesada niebla en Augusta. Con el correr de las horas se fue disipando y el sol terminó iluminando este bendecido paraíso. Pero es muy probable que este sea el último día lindo. El pronóstico no es muy optimista, y anuncia lluvias y posibles tormentas eléctricas para el resto de la semana. El agua ablandará los greens de la cancha, su mayor defensa, y nivelará un poco hacia abajo, dándole posibilidades a más jugadores. Con los característicos greens, bien duros y de pronunciados desniveles , solo los mejores golpeadores de pelota tienen posibilidad de dejarla cerca de la bandera y tener chances de birdie.
Este martes fue la cena de campeones. Scottie Scheffler fue el anfitrión y el encargado de definir el menú. Al parecer las hamburguesas con queso que eligió fueron exquisitas. Todo parece haber sido paz y amor en la mesa que compartieron los campeones que siguen jugando en el PGA Tour y los seis que se pasaron al LIV, la gira que ha despertado la polémica y generado una histórica división en la más alta categoría del golf profesional masculino.
Nick Faldo hacía referencia al buen ambiente que se vivió anoche y decía: “Todos conversamos amigablemente, hay mucho magnificado por los medios, aunque está claro que la rivalidad está flotando en el ambiente”. Según dijeron, Phil Mickelson se sentó en una punta de la mesa y estuvo muy callado toda la noche.
Este jueves será el comienzo, el momento de la verdad. Serán 18 los jugadores del LIV que participarán en este Masters. Una de las cosas más interesantes, en esta primera interacción competitiva de los dos grupos en más de un año, será ver a los jugadores del LIV, que compiten en un entorno mucho menos exigente, en donde el dinero abundante ya está garantizado y los campos no son tan demandantes, y descubrir si han o no perdido golpes respecto a los jugadores del PGA Tour. Estos últimos están más acostumbrados a este nivel competitivo y a canchas muy exigentes. La contienda está planteada y será una batalla implícita, ellos contra nosotros, los buenos contra los malos.
Al entrar en Augusta se tiene la sensación de atravesar un portal casi mágico y penetrar en una dimensión distinta. Se percibe inmediatamente una obsesiva búsqueda de la perfección y una devoción por el cuidado de los más mínimos detalles. Si todo esto es exagerado o no, será ya la opinión de cada uno. Cuál es la motivación para justificar semejante esfuerzo es algo que habrá que buscar en la larga historia del club. Es obvio que todo este despliegue solo es posible volcando toneladas de dólares. En ese sentido el Masters sigue siendo un enorme generador de beneficios económicos para Augusta National. Las inversiones en mejoras de todo tipo son constantes y así se refleja cada año. Es seguro que Bobby Jones y Clifford Roberts, los fundadores de Augusta National, y los creadores del Masters Tournament, se propusieron lograr que este torneo fuera algo casi sagrado en el deporte del golf. Definitivamente lo han conseguido. Son escasas siempre las palabras cuando se necesitan para explicar qué es Augusta, para describir la especial atmósfera que se respira esta semana en este lugar. Es tan fácil caer en los lugares comunes, y son muy pocos los que cada año consiguen decir algo original que no suene demasiado obsecuente, y que no resulte hasta un poco aburrido escuchar.
Para Latinoamérica este Masters tendrá cuatro exponentes. Por el lado profesional el mexicano Abraham Ancer, y los chilenos Joaquín Niemann y Mito Pereira, los tres pertenecientes al LIV. Por el lado amateur, está el argentino Mateo Fernández Oliveira. Este joven de 23 años llegó a Augusta gracias a su monumental triunfo en el Latin American Amateur Championship (LAAC), disputado a principios de este año en Puerto Rico. Todos sabemos la importancia que da Augusta a este tema. No hay que olvidar que Bobby Jones fue siempre amateur, a pesar de haber dominado el golf en su era. Esa tradición se mantiene y los aficionados aquí son muy cuidados. Así lo atestigua Mateo que le decía en exclusiva a ESPN.com: “Estoy viviendo un sueño, estar jugando aquí, rodeado de los mejores jugadores del mundo, sentir la atmósfera sagrada de este lugar y su historia es una experiencia que nunca olvidaré”. Este martes Mateo salió a jugar por la tarde, acompañado por Ancer, Niemann y Pereira. Lo hicieron por el hoyo 10 a las 13:00. Del otro lado de la soga fue emocionante ver el orgullo de su familia y amigos que vinieron a acompañarlo. Martín, su padre, decía mientras miraba cada uno de los tiros de su hijo: “Es difícil explicar lo que estamos viviendo en este paraíso. Verlo en el driving, al lado de Rory, de Tiger y todos los demás, es increíble. Es todo una mezcla de sensaciones inexplicables. Te pellizcas para depertarte, pero no es un sueño, todo es real”. La emoción es evidente en el padre de Mateo. Otro acompañante orgulloso de esta vuelta de práctica de Fernández de Oliveira fue Mark Lawrie, Director de la R&A para Latinoamérica y el padre de esta tremenda iniciativa que es el LAAC y de la posibilidad que otorga a los jóvenes aficionado de la región. “Esto es lo que buscábamos, y en pocas palabras, no es más que la validación de un proceso largo, que representó una enorme inversión y una apuesta muy importante de las organizaciones que fundaron el LAAC”, decía satisfecho Lawrie.
Mientras tanto, este joven gran jugador, parece haber hecho bien los deberes en su preparación para este Masters. En primer lugar pudo venir varias veces a practicar y eso le ha permitido hacerse una buena idea de lo que es la cancha. Otro elemento importantísimo es que ha elegido muy bien a su caddy. Será Rubén Yorio, nada menos que el caddy que le llevó los palos a Ángel Cabrera en su triunfo en 2009. En términos de juego se lo ve muy tranquilo y pegando buenos tiros. Veremos que pasa a partir del jueves.
En términos de candidatos para este Masters, el miércoles es el día para hablar de algunos de ellos. Nadie que analice seriamente a los jugadores puede dejar de poner en primer lugar al campeón, Scottie Scheffler. Actual #1 del Ranking Mundial, con su juego en gran forma y afilado, es el favorito. Pero hay también un factor mental que se pondera para elegirlo. El hecho de haber ganado y de tener esa especie de manera sobrenatural de aceptar lo que el destino le mande, como si fuera un designio divino que no está dispuesto a discutir, sea cual fuere. Juego, experiencia y cabeza le sobran.
Otro favorito es Rory McIlroy. El norirlandés sueña con el saco verde y completar el Grand Slam que solo cinco jugadores han logrado antes. Subirse a ese estante, en donde figuran nada menos que Jack Nicklaus, Tiger Woods, Gary Player, Ben Hogan y Gene Sarazen, es algo que lo obsesiona y que ya varias veces se le ha escapado por poco. El año pasado quedó segundo en su mejor resultado. Pocas veces estuvo su juego tan a punto como este año.
El español Jon Rahm es otro de los nombres en danza. Está segundo en el Ránking Mundial y su juego se ha vuelto muy consistente. Cada vez que juega llega a los primeros lugares invariablemente. Su swing corto y potente le permite ser muy preciso, virtud que en esta cancha es crucial. Es también uno de los mejores con el putter
Y también esta Tiger Woods, el favorito emocional de todos. Los que lo conocen siempre han dicho que Tiger nunca se presentaría en un torneo si no creyera que puede ganarlo. Y si hay un lugar en donde Tiger puede lograr eso que hoy se ve como un milagro, es acá en Augusta. Y si hay algo que tampoco se puede hacer con él es subestimarlo. Los escépticos respecto a sus chances pueden invertir algunas horas y volver a ver el Masters de 2019.
El gran interrogante es su físico, él dice estar muy bien en ese sentido, mucho mejor que el año pasado. Tiger siempre fue un atleta, quizá el primer verdadero atleta en un deporte donde los atributos básicos del físico no parecían ser tan necesarios. Es una paradoja que, este atleta casi perfecto, tenga que soportar hoy la pesadilla de una renguera tan evidente. Sobre todo cuando es la mismísima caminata el primer elemento constitutivo del golf. Al mismo tiempo quizá sea este defecto en su marcha, algo que lo humaniza en esta etapa de su vida, a los 47 años, y sea algo que lo hace más amable y accesible. Él siempre fue considerado por todos como una especie de dios todopoderoso en una cancha de golf, hasta es posible que él mismo se viera así. Este ejercicio de humildad al que se ve obligado por su discapacidad, tiene un efecto benéfico y lo ayuda a ganarse un lugar prominente en la historia, con un aura de mayor grandeza y virtud. Será un placer verlo una vez más jugando en la cancha que ama. Su swing está mejor que nunca y la conoce como nadie.
Este jueves empieza el Masters y el mundo de golf se prepara para la primera fiesta grande del año. Si bien es cierto que no se puede ganar un torneo en la primera vuelta, sí es posible perderlo. En este sentido una estadística dice que nadie, salvo Tiger, que no haya quedado entre los diez primeros en la vuelta inicial del Masters, pudo lucir el saco verde el domingo por la tarde. Es decir que hay que ser conservadores los jueves en Augusta, pero no tanto. ¡A disfrutar desde mañana entonces!