Era una posibilidad. Cuando el PGA Tour decidió programar un torneo regular durante la semana de los Juegos Olímpicos de Río, se materializó la chance de que alguien tuviera que elegir su carrera por sobre su país.
Ese fue el caso cuando Camilo Villegas decidió, con gran disgusto, retirarse del torneo olímpico sobre la fecha límite.
Villegas venía de una temporada difícil en el PGA Tour, con el puesto número 146 del ránking en la Copa FedEx. Debía terminar entre los primeros 125 después del Wyndham Championship de la semana siguiente o resignarse a encarar la serie final de cuatro torneos del Web.com Tour para tratar de mantener la tarjeta del PGA Tour.
El cuádruple ganador del PGA Tour describió aquella vez su decisión como "increíblemente difícil", pero optó por jugar el John Deere Classic de esa semana, así como la semana siguiente en el Wyndham. Aunque hubiera decidido jugar en Río, habría sido un largo viaje a Greensboro para salvar su tarjeta, luego de haberles cedido más terreno a quienes se quedaron y jugaron en el PGA Tour durante el torneo olímpico.
Ni Villegas ni nadie más en su situación debería haberse visto obligado a tomar semejante decisión. El PGA Tour no tendría que haber programado un torneo esa semana. La LPGA se aseguró de hacer un espacio antes y después de los JJOO, aunque es cierto que tiene un calendario más acotado.
La gente del John Deere Classic no quedó contenta con el cambio de fecha, aunque nunca lo dijeron públicamente y jugaron el papel de buenos socios del PGA Tour.
Pero en medio de todo lo que se habló sobre la importancia del golf en los Juegos Olímpicos -incluyendo el comisionado Tim Finchem, y uno de sus principales colaboradores, Ty Votaw, quien se desempeña como vicepresidente de la Federación Internacional de Golf- fue un error poner otro torneo oficial -uno que paga el premio en dinero y afecta el status del tour- en la misma semana.
Dicho esto, hacer malabarismos con el horario y mantener felices a los patrocinadores no es una tarea fácil. Existen numerosas consideraciones, incluyendo la televisión. Pero dado un previo aviso de seis años, algo podría -y debería- haberse hecho. ¿Mover un torneo para el otoño? ¿Saltear un año? ¿Tener un evento opuesto extra? Algo.