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Último día para ajustes y para apuestas en Augusta

Anoche, martes, en una casa ubicada a apenas 400 metros de la entrada principal de Augusta National GC hubo una cena. Los presentes: Billy Foster, el caddie actual de Matthew Fitzpatrick, pero mucho más famoso por haberle llevado los palos a Seve Ballesteros entre 1991 y 1995; Ricky Elliott, el caddie de Brooks Koepka; Pete Cowen, el actual coach de Rory McIlroy y el último, un periodista muy famoso.

Muchas anécdotas se contaron a la largo del encuentro que duró más de cinco horas. Quizá la mejor sea esta de Billy Foster y Seve Ballesteros:

“La vida con Ballesteros fue lo mejor y lo peor de mi vida, y un momento en el hoyo 9 Augusta lo resume bien. Seve estaba en el fairway de ese hoyo y me dijo:

'Billee, pitching wedge, eh?'

'No Seve, son 144 yardas y el green está elevado 6 yardas. Además hay viento en contra. Yo creo que es un hierro 9'.

'Ok Billee, muy bien, eres el mejor caddie que alguna vez tuve'.

La bandera estaba al frente del green, del lado izquierdo, en ese green largo y de tres plataformas. Seve pegó un perfecto hierro 9 derecho a la bandera. Yo esperaba los aplausos y los gritos del público, pero no hubo nada.

'Billee, viste la pelota?'

'Pareció muy buena Seve'. Le dije...

Estábamos bien por debajo del nivel del green y yo no podía ver nada. Seve corrió barranca arriba para verla. La pelota estaba al fondo, en el borde del green. Se había dejado un putt barranca abajo de 30 metros con cinco de caída. Era como tratar de jugar un putt en una escalera de mármol.

'Billee, Billee, empezó a gritarme, eres un h… de p...'. Con solo mirarlo me daba cuenta que quería matarme a golpes con su putter. El tiro que tenía que jugar era imposible. Si la jugaba derecho al hoyo iba a terminar en el fairway, allá abajo, a 40 yardas del green.

Ballesteros decidió jugarla hacia afuera del green, al borde izquierdo, en un ángulo de más de 90 grados. La pelota salió fuerte y se frenó enseguida contra el borde. Ahora estaba más lejos todavía. Yo estaba aterrorizado. Miré hacia el Clubhouse y pensé que quizá fuera buena idea empezar a correr. Entonces vi que la pelota empezaba a moverse despacio, tanto que pude leer la marca. Muy lentamente volvió al green y empezó a bajar por las plataformas del green. Se detenía casi por completo en cada escalón, pero seguía, animada por una extraña fuerza, acercándose al hoyo. Finalmente se detuvo a 10 centímetros. Una imaginación inconcebible. Seve se acercó a mi. El enojo se había esfumado de su cara. Ahora tenía la sonrisa más radiante que alguna vez se vio en una cancha de golf. Él puso su brazo en mis hombros y me dijo:

'Billee, Billee, no fue tu culpa. La culpa fue mía por hacerte caso'".

De los cuatro presentes en la cena, tres dijeron que su candidato para este año era Jordan Spieth. El cuarto dijo Brooks Koepka, aún en una sola pierna.

Hubo un tiempo, acá en el Masters, en el que era más difícil acertar el pronóstico del clima que el ganador que se pondría el saco el domingo a la tarde. Luego la tecnología llego al clima, y con los satélites, el pronóstico meteorológico dejó de ser un tema. Un día apareció Tiger Woods y el margen de error se achicó mucho. Finalmente la tecnología también llegó al deporte en general y en el golf tuvo una enorme influencia para emparejar las cosas. Hoy podría decirse, sin exagerar, que hay por lo menos de 25 jugadores con chances reales de ganar en Augusta. Y típicamente, cuanto más difícil es acertar, más interés se genera. Los supuestos profundos análisis de los especialistas, las expectativas de los fanáticos y los números que arrojan las casas de apuestas demuestran ese enorme interés. Pero al final del día hay demasiados factores librados al azar. Es obvio que el ganador tiene que ser un excelente jugador de putt y un gran chipper. Pero predecirlo seriamente es imposible.

Según un sitio muy importante que evalúa las apuestas, Jordan Spieth recibió el 7,6% de todas las apuestas hechas en la última semana. Sin duda su triunfo en el Valero Texas Open, su calidad de excampeón (2015) y su record en esta cancha influyen mucho. Detrás de Spieth están Justin Thomas, Dustin Johnson, Rory McIlroy y Lee Westwood. Pero la gente apuesta a los nombres conocidos y a lo obvio.

Bryson De Chambeau con su distancia monstruosa tiene una gran oportunidad este año. En los greens duros y rápidos poder tirar con pitching wedge o hierro 9 cuando el resto lo hace con un hierro 7 es una enorme ventaja. Pero si llega a fallar, el doble bogey lo espera en cada hoyo. Y son pocos los campeones que hicieron doblebogeys en Augusta.

Patrick Cantlay jugó bien en sus presentaciones anteriores. Muy buen juego corto y muy bueno con el putt. Gran temperamento.

Justin Thomas acaba de ganar el Players en gran forma. Ya dijo que siente la presión de ganar aquí, una cancha que se adapta muy bien a su juego. Si consigue soltarse y jugar su juego no sería raro verlo con el saco verde el domingo.

Xander Schauffele está entre los mejores jugadores de este año en el Tour. Puede jugar muy bien en condiciones difíciles y bajo presión.

Scottie Scheffler tiene un gran talento y al final del día el talento natural es un gran condimento que han tenido todos los campeones en Augusta.

Collin Morikawa y su extraordinario control de la pelota lo convierten en candidato en una cancha como Augusta. Ya sabe los que es ganar un Major. Se siente seguro y va a seguir ganando.

Difícil dejar de lado a Brooks Koepka cuando se trata de un Major. Su caddy dice que nunca lo vio pegar mejor. Pero tiene muy pocos días desde su operación de rodilla y, aunque muchos le tengan fe, sus chances no deberían ser muchas.

No olvidemos a los latinoamericanos. Los cuatro son suficientemente buenos como para ganar acá. Ancer, después de la extraordinaria performance del año pasado en noviembre, es el latino más votado. Niemann, el mejor clasificado hoy también tiene todo para ganar y conoce la cancha, a pesar de sus 22 años. Muñoz está sólido y Augusta le encanta. Ortíz ya ganó y puede hacerlo otra vez.

Mañana jueves, a las 7.45 arrancan las acciones con la tradicional salida honoraria de Jack Nicklaus, Gary Player. Este año también se sumará Lee Elder, que fue el primer afroamericano en jugar el Masters, allá por 1975. En esa época los estados sureños no eran fáciles para cualquier afroamericano que se destacara. Elder recibió amenazas y estuvo siempre acompañado por policías en la cancha. Falló el corte pero abrió la puerta a mucho otros jugadores de su condición que más tarde desfilaron por esta cancha magnífica. Hoy tiene 86 años y será parte de la historia de Augusta con este justo homenaje.

Un nuevo Masters comienza, un proceso que se repite y será siempre distinto. Habrá muchas nuevas historias para contar a partir de mañana en este abril, que no es otra cosa que el mes del Masters en Augusta.