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Comienza la edición 85 del Masters de Augusta, el primer Major del año

Para aquellos que entran en Augusta National por primera vez, la tentación de agacharse y tocar el pasto es irresistible. El verde oscuro de una secreta variedad de “rye grass” crece con total obediencia en estos suelos.

Desde el enorme balcón de la sala de prensa se puede ver, a unos 300 metros de distancia, a varios jugadores en la zona de práctica. Pegan pelotas desde temprano a la mañana y hasta el final de la tarde. Se preparan para uno de los desafíos más exigentes del golf en el lugar más lindo de todos.

Allister MacKensie decía que la belleza debe ser un elemento muy importante en una cancha de golf. El Masters es como esa bella mujer con la que todos quieren bailar. Muchos lo intentan, pero son pocos los que pueden seguirle el paso. Sino preguntémosle a Rory McIlroy, por ejemplo, que se quedó solo en el medio de la pista dos veces. En la primera, ella se fue con Charl Schwartzel (2011) y en la segunda con Patrick Reed (2018). Jordan Spieth, uno de los preferidos de la dama, también tuvo lo suyo en 2016. Cuando ya se creía pareja estable, ella lo abandonó deshonrosamente para irse con Danny Willett.

Hablando de Rory McIlroy, el lunes a la tarde fue su conferencia de prensa. Una de las cosas más interesantes que contó fue que estuvo de visita en la casa del convaleciente Tiger Woods. Contó que en el “family room” de su casa Tiger tiene una vitrina con los trofeos de los 15 Majors que ganó. “That´s really cool” dijo Rory. Dijo que entonces le preguntó a donde estaban los otros 67 trofeos. Tiger le respondió: “La verdad es que no lo sé, debe haber alguno que otro guardado acá en un armario, algunos deben estar en casa de mi madre, y otros seguramente en la oficina, calculo”. También contó que mientras volvía a su casa manejando se dio cuenta de que lo único que le importaba a Tiger Woods era ganar Majors. El resto deben haber sido simples prácticas. “Qué fácil, después de todo, para Tiger solo había cuatro semanas importantes por año”, concluía el norirlandés.

Siete años pasaron desde el último Major que ganó Rory (British Open 2014). Y desde entonces no hubo muchos en los que estuviera cerca. Nadie habla seriamente de McIlroy ganando este año. Es como si los fans ya hubieran girado sus cabezas para mirar a De Chambeau…

Hablando del “científico” podría decirse que la locura que lo hizo hacer el ridículo en noviembre ya pasó, y no se volverá a repetir. Él es bueno aprendiendo, como todo buen joven incansable y ambicioso.

¿Dónde está Rickie Fowler? Lo único que se ha visto de él por acá es un comercial de Corona en la pantalla gigante de la sala de prensa. Los sponsors adoran a Rickie, y él tiene tiempo para ellos. Actualmente en el puesto 95 del Ranking Mundial, la organización parece no haber tenido ninguna buena razón para invitarlo este año.

Hay jugadores más hambrientos. Koepka vino en una pierna. El aroma de un Major es irresistible para él, aunque hace tres semanas se haya operado la rodilla derecha. Su caddie de siempre, Ricky Elliott, no está seguro de que su jefe deba estar aquí, y solo espera que pueda terminar los 72 hoyos. Lo más bizarro, según Elliott, es que aún con una rodilla en mal estado está pegando bárbaro “Nunca lo vi pegar tan bien como en los últimos dos días, nunca” decía.

Hay público en Augusta, pero poco. Debido a la pandemia la organización permitió que un porcentaje reducido de “patrons”, que es como llaman aquí a las personas que compran su ticket y vienen a ver el torneo, ingresara al Masters. Podría decirse que hay entre un 15 y un 20% del público que asiste habitualmente al torneo. Otra particularidad de este año es que se puede ir al shop y no hacer una fila de 20 minutos.

Los jugadores ya están en la cancha en este primer día de competencia. Es fácil darse cuenta de que los greens están muy difíciles. Nadie la deja muy cerca desde el fairway, y los primeros putts son, en general, muy defensivos. El Masters no se gana en la primera vuelta, pero es posible perderlo.

La edición 85 del Masters de Augusta ha comenzado y promete ser un gran torneo. Son 84 los jugadores que participan en esta edición. Entre ellos hay 18 ex campeones. En total están representadas 21 naciones. Obviamente, el país con más jugadores es Estados Unidos, que tiene 41. Lo siguen: Inglaterra que tiene diez; Sudáfrica y Australia tienen cuatro; Canadá y España tres; México, Korea, Escocia e Irlanda tienen 2. Y con un solo jugador están: Noruega, Alemania, Japón, Italia, Colombia, Chile, China, Francia, Fiji, Suecia y Austria.

Finalmente, a los efectos de explicar en parte cómo funcionan las cosas en Augusta National, se transcribe un aviso que está en la “Guía del Espectador”:

“El Masters es un torneo por invitación estricta, que es llevado a cabo por una organización privada. Las reglas de calificación son la principal forma que se toma en cuenta para establecer el listado de jugadores invitados. Pero esa reglamentación no obliga al Comité del Torneo a enviar una invitación. El hecho de no ser invitado, aunque califique, no implica incapacidad o defecto.

Para la preparación del torneo, la primera consideración es proveer una cancha de primer nivel en las mejores condiciones y lo más cerca posible de la perfección. La segunda es mostrarles a nuestros jugadores invitados la mayor cortesía.

El principio rector del Masters es ofrecer un espectáculo de golf que sea disfrutable para todos, para nuestros socios, para los espectadores y para los golfistas en general. Quisiéramos también, si podemos, contribuir al desarrollo del deporte del golf.”

Cuentan que en la primera reunión de socios, en 1933, justo cuando Bobby Jones, el chairman, había empezado a dar su discurso inicial, un socio lo interrumpió y dijo en voz alta: “He sido miembro de muchos clubes que han desaparecido y han quebrado. La característica común a todos ellos ha sido tener reuniones de socios. Propongo la moción de que en Augusta National no haya nunca reuniones de socios y que todas las decisiones las tome el chairman, a su buen saber y entender.” La moción fue aceptada unánimemente con un estruendoso aplauso y así se mantiene hasta estos días.