LIMA, Perú -- Para Marifer Reyes la medalla de plata que ganó en la categoría de longboard de surf durante los Juegos Panamericanos es mucho más que uno de los mayores triunfos de su carrera, es la constatación de que los sueños se cumplen.
Una infancia difícil, en Villa María, Perú, forjó el carácter competitivo de esta joven de 21 años, que en poco tiempo se ha convertido en una de las deportistas más queridas en su país.
Desde pequeñita se subió a una tabla mientras acompañaba a su mamá en el trabajo. Un humilde puesto de raspadillos en la playa, donde su madre trabaja desde antes que naciera Mafer, fue el motivo que llevó a esta medallista panamericana a encontrar su verdadera pasión.
“Me pasaba horas en la playa. Fue una conexión inmediata cuando subí a una tabla por primera vez y desde entonces supe que quería dedicarme a esto”, explicó la peruana, orgullosa, tras caer en la final de su categoría ante la brasileña Chloe Calmon.
La subcampeona mundial y segunda mejor sudamericana según el ranking WSL, tuvo la suerte de brillar en el debut de su deporte favorito en unos Juegos Panamericanos y, además, de hacerlo en su propio país.
“Ver a la barra alentando ha sido espectacular. Se nota mucho ese impulso cuando estás en el agua. Llevarme esta medalla frente a mi gente es muy emocionante. Es un sueño hecho realidad”, aseguró Mafer.
Un sueño que comenzó cuando María Fernanda tenía apenas cinco años. Pasaba los veranos en la playa, porque sus padres no tenían dinero para pagar a una niñera cuando no estaba en la escuela, y un día se metió al agua a surfear sin ni siquiera saber nadar.
Gustavo Solé fue su primer profesor, el hombre que convenció a su mamá y a su papá para que le permitiera enseñar a aquella pequeña de pelo alocadamente rizado a la que veía corretear por la orilla todos los días en Miraflores.
“En un día tan especial tengo que acordarme de todos mis profesores, por supuesto. Ellos fueron los que confiaron en mí y los que me han ayudado durante los años a perseverar y llegar hasta aquí”, dijo la surfista en Punta Rocas tras su competencia.
La situación financiera de la familia nunca fue holgada, por eso Mafer siempre cuenta que a su papá no le gustó nunca la idea de que se dedicara al surf. El señor Reyes pensaba que el gasto que debía hacer la joven, que en sus inicios sólo podía practicar el deporte de su corazón con tablas prestadas, era demasiado alto para lo que se podían permitir. Sin embargo, poco tardó en darse cuenta que el talento innato de su hija necesitaba ser liberado sobre las olas, costara lo que costara.
Ahora, 15 años después, María Fernanda ha podido viajar y competir por el mundo por aquella decisión de sus padres de apoyarla en lugar de restringirla. La joven ha conseguido labrarse una impresionante carrera profesional, convertirse en estrella y disfrutar de una vida que ni en sueños podría hacer imaginado.
“Mafer es un chica que viene de una situación social complicada, que creció sin una económica boyante en casa”, recuerda Fernando Aguerre, presidente de la Asociación Internacional de Surf. “Esto es lo bueno que tiene el surf. Es un deporte puro, que no entiende de estratos. Sobre las olas somos todos iguales”.
La peruana ha sido campeona nacional en cinco ocasiones y la medalla de plata en los Panamericanos la consiguió tras una dura competencia. Mafer accedió a la ronda final vía el repechaje, por lo que le tocó luchar mucho para poder optar a medalla. En la competencia por verse en el agua con Calmon y luchar por el oro, tuvo que enfrentarse a Mathea Dempfle-Olin, que tras quedar eliminada ante la local, se deshizo en elogios hacia ella.
“Estoy triste por no poder llegar a disputar el oro, pero viendo a la gente alentar a Mafer estoy muy feliz por ella. Sé lo mucho que ama este deporte y lo mucho que ha sufrido en su vida para poder llegar hasta aquí. Es una chica increíble y una gran amiga, por lo que me alegro de que si no voy a ser yo, sea ella la que haya entrado en la final”, explicó la canadiense.
Ser puntual para entrenar, despertarse temprano, practicar mucho, no salir por las noches, son algunos de los sacrificios que Mafer ha tenido que hacer durante su carrera. Al fin y al cabo esa gran dedicación es lo que le está ayudando a conseguir sus metas, por eso al verse en el podio de los Panamericanos, quiso recordar ese esfuerzo.
“Son muchas horas de preparación. De dejar de lado cosas que hace la gente de mi edad para intentar ir mejorando siempre, para lograr los objetivos marcados. Obviamente, cuando recibes la recompensa y sabes que lo dejaste todo en la cancha, te das cuenta de lo importante que ha sido toda esa entrega”, explicó.
A pesar de que no pudo cerrar su participación en los Panamericanos con el oro, Mafer estaba radiante al subir al podio. El surf es religión en Perú, por lo que el público abarrotó el stand en Punta Rocas y al escuchar a los aficionados coreando su nombre, Mafer no pudo evitar emocionarse.
A sus 21 años, a la peruana le queda todavía mucho que hacer y que vivir en su carrera. Ganar una medalla en el debut del surf en los Juegos es un sueño hecho realidad, pero ella sabe que esto no ha hecho más que empezar. La modalidad de longboard todavía no es categoría olímpica pero lo será, si no en 2024 más adelante, y verse un día representando a su país en una cita olímpica es algo que no se saca de la cabeza.
“¡Sí! Eso sí que sería chévere”, concluyó Mafer.