Más allá de la buena voluntad de la Confederación de Béisbol del Caribe por mantener un formalismo, no hay manera en que la Serie del 2019 se celebre en Venezuela.

Seamos realistas. La situación económica y sociopolítica de aquel país es complicada; Venezuela está inmersa quizás en una de las mayores crisis de su historia.

Es una fantasía pensar que semejante estado de cosas se arreglará de aquí a un año, por lo que es una necesidad imperiosa comenzar a pensar en una sede alternativa.

Ya México, que rescató la edición del 2018 prevista para Barquisimeto, dijo que no organizaría la Serie del Caribe por tercer año consecutivo.

En la rotación anunciada esta semana para las próximas ediciones le correspondería detrás de Venezuela a Puerto Rico (2020), pero la Isla del Encanto todavía está levantándose de la devastación causada por el huracán María y sería muy difícil que los boricuas puedan adelantar un año la organización del certamen.

¿Quién levanta la mano para salvar la Serie del 2019?

Cuba, que no fue incluida en la rotación, podría resultar una opción atractiva, pero hay demasiados asuntos legales por resolver que obstaculizan una inminente celebración del torneo en La Habana.

República Dominicana esperará su turno en el 2022, como lo hará México en el 2021.

Entonces, ¿cuáles son las opciones?

Desde hace años, Colombia viene pujando por entrar como miembro activo de la Confederación y su desarrollo de los últimos años avala esa aspiración.

El béisbol en el país cafetero ha crecido cualitativamente, como lo demuestra la cifra de peloteros que tienen en las Grandes Ligas y las Menores, así como el buen sabor de boca que dejó la selección nacional en el Clásico Mundial del 2017.

Colombia cuenta con el estadio Once de Noviembre, sede de los Tigres de Cartagena, con aforo para 12 mil fanáticos, así como los más modernos parques 18 de Junio y 20 de Enero, de los Leones de Montería y los Toros de Sincelejo, respectivamente, construidos en el 2003.

En el estadio de los Leones caben 11 mil aficionados, mil más que en el de los Toros, mientras que en marzo se inaugurará el estadio Edgar Rentería en Barranquilla, con 12 mil asientos.

Sería una oportunidad inmejorable para que Colombia levante la mano en rescate del evento, para de paso insertarse definitivamente en el torneo que tanto añora.

Panamá, en su condición de fundador de la Serie del Caribe, quiere regresar y cuenta con el estadio nacional Rod Carew, construido en 1999 con capacidad para 27 mil espectadores, aunque la calidad de su liga es inferior a la colombiana.

Nicaragua, que también ha pedido ingresar a la Pequeña Serie Mundial Latinoamericana, tiene el recién inaugurado estadio Dennis Martínez, el parque beisbolero más moderno de la región, con espacio para 30 mil fanáticos, pero al igual que Panamá, su torneo doméstico no alcanza el nivel del de Colombia.

Y está la variante de la multicultural Miami, vista por muchos como la capital de Latinoamérica y donde están dadas absolutamente todas las condiciones para acoger el evento en el modernísimo Marlins Park.

Ya la Capital del Sol organizó dos ediciones, en 1990 y 1991, que resultaron un fracaso.

Pero desde entonces hacia acá las circunstancias han cambiado totalmente y una nueva edición en Miami me atrevo a asegurar que sería una apuesta exitosa segura.

Cuando se disputaron los eventos en 1990 y 1991, se celebraron en el desaparecido estadio Orange Bowl, de football americano, y en el ruinoso parque Bobby Maduro, nada comparables con el Marlins Park

Además, entonces la gran mayoría de la población miamense estaba compuesta por cubanos, que no se identificaron con los equipos participantes de República Dominicana, Puerto Rico, Venezuela o México.

La composición demográfica de Miami ha cambiado mucho y aunque los cubanos siguen siendo mayoría, ya hay notables porcentajes de venezolanos, dominicanos, puertorriqueños, mexicanos, colombianos y nicaragüenses, concentrados en diferentes barrios y municipios del condado.

Si a eso le suman la presencia también de un representante de Cuba, es fácil pensar que la asistencia que se registraría en esos días sólo sería superada por la que se dio durante el Clásico Mundial.

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Puerto Rico
RONALDO SCHEMIDT/AFP/Getty ImagesPuerto Rico saldrá en el 2018 en Guadalajara a defender el cetro del Caribe conquistado en Culiacán en el 2017.
La devastación dejada en la Isla del Encanto por el huracán María ha retrasado el inicio de la temporada en la liga de béisbol profesional Roberto Clemente.

Luego de muchos análisis, se acordó disputar un torneo recortado, en condiciones bastante anormales, pero que permitirá a los boricuas estar presentes en la próxima Serie del Caribe, a disputarse en el estadio de los Charros de Jalisco, en Guadalajara, México, en la primera semana de febrero del 2018.

Su ausencia hubiera sido un duro golpe para el evento, pues Puerto Rico, representado por los Criollos de Caguas, es el campeón vigente del certamen regional y sería triste que los puertorriqueños no pudieran defender su corona.

De esta manera se disolvió la amenaza de tener que celebrar el torneo con cuatro equipos, como ocurrió por muchos años. Y tendremos a los monarcas boricuas, junto a sus colegas de República Dominicana, Venezuela y México, países miembros de la Confederación de Béisbol Profesional del Caribe, y el campeón de Cuba como invitado una vez más.

Aunque una buena opción también hubiera sido convocar a una selección más, ya sea Colombia, Panamá o Nicaragua, que llevan años pujando por pertenecer a la Confederación del Caribe y participar en el clásico regional.

Sería una buena oportunidad para abrirles las puertas finalmente a por lo menos uno de esos tres países y quién sabe si a futuro a todos ellos.

Estadio Dennis Martínez Nicaragua
INTI OCON/AFP/Getty ImagesEl nuevo estadio Dennis Martínez en Managua, Nicaragua, podría impulsar la liga nacional de béisbol, con miras a competir en un futuro a la Serie del Caribe.
Imaginemos en los próximos años una Serie del Caribe con ocho países: República Dominicana, Puerto Rico, Venezuela, México, Cuba, Colombia, Panamá y Nicaragua.

El principal problema para organizar semejante evento es económico.

Con cinco, Puerto Rico y Dominicana ponen peros y ni hablar de Venezuela, cuya situación sociopolítica actual es desastrosa.

Cuba, aunque sabe preparar torneos incluso mayores, tiene una economía en ruinas que le haría difícil acoger la serie con mucha frecuencia.

Solamente México está en condiciones para albergar una Serie del Caribe ampliada, pues tiene la capacidad económica y organizativa para ello, aparte de contar con los mejores estadios de la región.

Desde hace años, los mexicanos quieren ser la sede del clásico caribeño a perpetuidad o al menos, recibirla en años alternos, para aliviar a los demás de la carga que eso representa.

Otra variante que traería muy buenos resultados desde el punto de vista económico es incluir a Miami en la rotación.

Salvando las distancias, ya vimos en el Clásico Mundial la respuesta del público en la Capital del Sol a un tipo de torneo corto donde se involucran las pasiones nacionales.

Algunos alegarán que la Serie del Caribe ya se disputó en Miami anteriormente (1990 y 1991) y resultó un fracaso.

Pero entonces, la gran mayoría de la población miamense estaba compuesta por cubanos, quienes no apoyaron el evento al no identificarse con las novenas participantes.

Además, en 1990 se jugó en el Orange Bowl, una instalación para football americano, ya desaparecida, mientras que en 1991 se disputó en el viejo estadio Bobby Maduro.

Las condiciones han cambiado totalmente y para bien. Miami cuenta hoy con el Marlins Park, uno de los mejores estadios de todas las Grandes Ligas, ubicado en el área donde precisamente se levantaba el Orange Bowl.

Y la población miamense se ha diversificado hasta convertirse en una gran ensalada mixta, con grandes sectores de los países que participarían en esa eventual Serie del Caribe.

De las crisis salen grandes soluciones. El problema que planteó en algún momento a la Confederación de Béisbol del Caribe la posible ausencia de los boricuas podría ser el detonante para cambios trascendentales en el torneo, que en el 2019 cumplirá 70 años de creado.

Sería una buena manera de celebrar esas siete décadas.

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Si me preguntan qué es lo que más me llamó la atención de la plantilla que llevará Estados Unidos al IV Clásico Mundial de Béisbol, diría que es la falta de compromiso de las principales estrellas del país para con el certamen.

Parecía que como nunca antes, Estados Unidos le prestaría al evento todo el interés que merece, por el nombramiento de Joe Torre como gerente general y de Jim Leyland como director.

Sin embargo, una vez que se anunciaron este miércoles los rosters oficiales de los 16 equipos participantes, son más las ausencias que las presencias en la selección de las barras y las estrellas.

No es que Estados Unidos no tenga un conjunto poderoso, pues tiene de donde escoger y mucho.

Es un buen equipo, pero está lejos de ser el mejor posible.

Una banda que incluye a Buster Posey, Paul Goldschmidt, Eric Hosmer, Ian Kinsler, Nolan Arenado, Brandon Crawford, Giancarlo Stanton y Andrew McCutchen es de temer.

Pero cuando esperábamos ver en la plantilla a los estelarísimos Clayton Kershaw, Madison Bumgarner, Jake Arrieta, Chris Sale o David Price, por sólo citar a cinco, para formar una rotación de miedo, ahora resulta que todos se bajaron del tren y ahora los abridores están entre Chris Archer, J.A.Happ, Marcus Stroman, Sonny Gray, Tanner Roark o Michael Fullmer.

De igual manera, Mike Trout, señalado como el mejor jugador de las Grandes Ligas de los últimos años, jamás mostró interés en participar, así como Bryce Harper, Josh Donaldson o Kris Bryant, quien apunta a convertirse en la nueva cara del beisbol.

El Clásico Mundial, nacido en el 2006, es un torneo muy mejorable aún, que recibió un impulso muy especial con la victoria de República Dominicana en su tercera edición, luego de que Japón se impusiera en las dos primeras.

Desde el punto de vista publicitario, los triunfos de los japoneses ante Cuba y Sudcorea en las finales del 2006 y 2009, respectivamente, no resultaba muy redituable, en parte, por tratarse de mercados demasiado distantes al epicentro del evento y en el caso de los antillanos, por no estar insertados en el concierto del béisbol profesional mundial.

Por eso fue tan importante la corona de los dominicanos sobre Puerto Rico en la final del 2013, más allá de que no hay un país en el planeta donde se viva el béisbol con más pasión que en Quisqueya La Bella.

Se suponía que ahora era el turno de Estados Unidos, por la buena salud y el futuro del torneo, en medio de rumores de que esta podría ser la cuarta y última edición.

Es cierto que la fecha en que se celebra el Clásico es justo antes del inicio de los campos de entrenamientos primaverales y que la mayoría está lejos de la forma deportiva óptima.

Pero en igualdad de condiciones llegan los dominicanos, boricuas o venezolanos, por sólo citar tres ejemplos, y sin embargo, le ponen mucho más corazón.

Y no puede decirse que la diferencia esté en que los jugadores latinos mantienen su forma por participar en las ligas invernales de sus países, mientras los estadounidenses usan el tiempo para descansar.

Falso. Casi ninguna de las estrellas latinas de las Grandes Ligas, que estarán en sus respectivas selecciones nacionales, jugaron en los torneos domésticos de sus países.

Todo está en el corazón, en el interés que se le ponga, en el nivel de compromiso de cada cual.

Mirándolo fríamente, sin apasionamientos nacionalistas, el Clásico necesita de un buen papel de Estados Unidos para ayudar de cimentar un evento que puede llegar a convertirse en el clímax del béisbol internacional, como también requiere de una actuación meritoria de los actuales campeones dominicanos, de los puertorriqueños y de los venezolanos, estos últimos hasta ahora con deudas, como los norteamericanos.

Y es que esas cuatro naciones, junto con Japón y Cuba, representan la élite del béisbol mundial, aunque ya sabemos las razones por las que ese último país no puede contar con sus mejores peloteros.

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Aun cuando quedó eliminado en semifinales, el equipo de los Alazanes de Granma que jugó en Culiacán ha sido la mejor versión de Cuba en una Serie del Caribe desde su regreso al certamen en el 2014.

Sí, incluso mejor que la del 2015, cuando los cubanos se llevaron la corona.

Con un director de vasta experiencia como Carlos Martí y un pitcheo casi hermético, los Alazanes de Granma permitieron una o menos carreras en cuatro de los cinco partidos que disputaron.

El derecho Lázaro Blanco fue una revelación en este torneo, luego de haber sido subestimado por años por la jerarquía beisbolera de la isla y Vladimir García, con un mundo de talento, parece haber aprendido a dominar su corazón en los juegos importantes.

Ellos dos y el también diestro Vladimir Baños cumplieron faenas de lujo que dejaron boquiabiertos a quienes han seguido el paso de los equipos cubanos por los cuatro clásicos caribeños en que han participado en calidad de invitados.

Si el título en San Juan 2015 dejó dudas, la eliminación en Culiacán 2017 le devuelve esperanzas a los fanáticos del béisbol en la isla, pero...

Este equipo, con algunas variaciones, será el mismo que representa a Cuba en el IV Clásico Mundial de Béisbol, a disputarse el mes próximo.

El buen papel realizado en tierras mexicanas puede causar un espejismo de cara a lo que se viene en Japón, donde Cuba jugará junto a los anfitriones, Australia y China en el grupo B del Clásico.

El nivel que enfrentarán los antillanos el mes próximo es superior a lo que vieron en Culiacán, sobre todo en el caso de japoneses y australianos, estos últimos con al menos 11 jugadores que juegan o han jugado profesionalmente en los diferentes niveles en Estados Unidos, incluidas las Grandes Ligas.

De hecho, el juego clave para las aspiraciones de Cuba de avanzar a la segunda ronda del certamen será ese ante Australia, pues la lógica indica que Japón es el gallo de ese gallinero, mientras que China se antoja la novena más débil del grupo.

Si consiguen pasar a la fase siguiente, allí debería terminarse su camino, si sus acompañantes son los nipones y coreanos y taiwaneses, estos dos últimos salidos de la llave A.

A esa altura, el nivel superaría demasiado a lo que mostraron Tigres del Licey, Criollos de Caguas, Aguilas de Mexicali y Aguilas de Zulia en la Serie del Caribe y el espejismo se esfumaría de golpe, para un regreso abrupto a la realidad del béisbol en la isla.

¿O quién sabe si esta actuación en Culiacán inspire a los muchachos y los ayude a dar más de una sorpresa?

A México llegaron sin muchas aspiraciones reales y con el paso de la competencia se convirtieron en un equipo a temer.

Dadas las características del torneo, la diferencia entre la gloria y el fracaso se define por pulgadas y la mejor prueba de ello la dio Puerto Rico en el III Clásico, cuando llegó a disputar la corona en el partido final ante República Dominicana, con una nómina inferior a la que mostrarán los boricuas en esta edición.

El propio Carlos Martí será el manager de la selección cubana al WBC y no sería una sorpresa que sus lanzadores abridores ante Japón, China y Australia, en ese orden, sean Blanco, García y Baños.

Sólo queda esperar para ver si lo ocurrido en Culiacán es espejismo o inspiración para Cuba, cuyas autoridades, por cierto, siguen negadas a convocar a sus mejores peloteros que juegan en las Mayores.

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La Serie del Caribe nunca se ha celebrado en Barquisimeto, la casa de los Cardenales de Lara. Esa omisión histórica está por terminar.

Los barquisimetanos han pasado casi 70 años viendo de lejos la competencia, a pesar de las cuatro coronas de los pájaros rojos en la Liga Venezolana de Beisbol Profesional y aunque se trata de una región con una rica historia beisbolera.

Estadio Antonio Herrera Gutierrez BarquisimetoWikipediaFoto del Estadio Antonio Herrera Gutierrez en Barquisimeto, hogar de los Cardenales de Lara en la LVBP y sede de la Serie del Caribe 2018 en Venezuela.
Barquisimeto fue seleccionada la semana pasada por los equipos de la LVBP para fungir como sede del clásico de febrero en la próxima ocasión en que este país suramericano sea anfitrión de la competencia, en 2018.

La decisión es justa. Aunque Margarita es considerada como la plaza ideal por muchos, incluyendo al mismísimo comisionado Juan Francisco Puello Herrera, por sus playas y plácidos atractivos vacacionales, el hogar de los Cardenales tiene hondas raíces beisboleras y cuenta con hermosos lugares que visitar.

TIERRA DE BEISBOL

Lara fue parte del beisbol profesional en América Latina desde incluso antes de su entrada a la LVBP.

Venezuela es el único país de la región que ha contado simultáneamente con dos circuitos invernales con el aval oficial de la MLB, gracias a la desaparecida Liga Occidental, que reunía a las divisas de más raigambre en el vecino estado Zulia. A ella se sumaron los pájaros rojos en 1962, tras la desaparición del histórico Gavilanes.

Más de medio siglo antes había llegado el beisbol a la población de los crepúsculos, así reconocida por la peculiaridad de sus atardeceres.

Legendarios elencos, como el América y el Japón, escribieron páginas de brillo en la pelota amateur de este país. Con sus uniformes llegaron a jugar verdaderas estrellas, como el boricua Orlando "Perucho" Cepeda, padre del inmortal "Peruchín", y el cubano Martín Dihigo o Jesús "Chucho" Ramos, el segundo venezolano en llegar a las Grandes Ligas.

Hoy, la Liga Tradicional Caroreña mantiene viva esa llama, con un torneo semi profesional que anualmente se disputa en la cercana ciudad de Carora.

Allí topan elencos de abolengo: Torrellas, Buenos Aires, Liceo y La Guzmana. Las tribunas se llenan y la final de cada justa es un suceso en la zona. Con esos uniformes han jugado muchos ex bigleaguers, en busca de recuperar el impulso que les lleve de vuelta a la alta competencia, como en su momento hicieron Tomás Pérez y Luis Jiménez.

Los Cardenales nacieron precisamente en Carora, en 1942, en esos tiempos del beisbol aficionado, tomando su nombre del ave que típica del estado.

Desde muy temprano, los plumíferos contaron con el decidido apoyo de Antonio Herrera Gutiérrez, quien consiguió llevar la novena al seno de la LVBP, en 1966, y en cuyo honor se rebautizó el estadio donde en 2018 se jugará la Serie del Caribe.

¿CÓMO ES BARQUISIMETO?

La ciudad está ubicada en el occidente de Venezuela, a unos 400 kilómetros de la capital Caracas. El trayecto a las urbes centrales puede recorrerse casi de manera íntegra por amplias autopistas.

Dispone de un aeropuerto pequeño, para los estándares internacionales, pero adecuado. La mayor parte de los visitantes llegan haciendo escala primero en otros puntos, principalmente en el aeropuerto caraqueño de Maiquetía.

El clima es seco y cálido todo el año, sin llegar a ser sofocante.

¿QUÉ HACER EN BARQUISIMETO?

Barquisimeto es una ciudad musical, muy ordenada y llena de atractivos para sus pobladores y visitantes. Esta es una pequeña sugerencia de las cosas que pueden hacerse allí, en las horas que deje libre la Serie del Caribe.

Saludar a la Divina Pastora: La patrona de la ciudad se encuentra en el Santuario de Santa Rosa. Cada 14 de enero se lleva a cabo la mayor procesión que conozca América Latina, con millones de fieles -y algunos turistas- acompañando a la imagen mariana en su recorrido hasta la Catedral. La historia de la Divina Pastora es tan hermosa y conmovedora como la fe de sus seguidores.

Recorrer los principales monumentos: El Manto de la Virgen es el monumento mariano más grande del mundo. La Flor de Venezuela es una hermosa y gigantesca obra de arte, que en su momento engalanó el pabellón de Venezuela en la Exposición Mundial de Hannover, Alemania, y que hoy despliega sus 16 coloridos pétalos retráctiles en Barquisimeto. El museo de la Divina Pastora, en Santa Rosa, también es imperdible, como lo son la Catedral y el Museo de Barquisimeto, ubicado en el centro, cerca de la casa de gobierno, el Palacio Municipal y la Plaza Bolívar. Los organizadores de la Serie del Caribe quieren hacer de la Flor de Venezuela y su bello bulevar un punto de referencia durante el clásico regional.

Comprar un cuatro: Se trata del instrumento más utilizado en la música venezolana, desde el joropo llanero a la gaita zuliana o el galerón oriental. Barquisimeto es una ciudad musical y por doquier se consigue el popular instrumento, fabricado por artesanos y lutieres.

Visitar Tintorero: Es un pequeño poblado situado en la salida de la ciudad hacia occidente, conocido por sus fabulosos artesanos, especialmente aquellos que trabajan la madera o las coloridas telas, que allí mismo hilan.

Conocer El Tocuyo: La urbe fue fundada en 1545 y llegó a ser un centro poblado de importancia vital en los tiempos de la conquista española, capital transitoria de Venezuela. Aún pueden verse edificaciones coloniales y ruinas históricas que dejó uno de los varios terremotos que han azotado la región. Los lugareños recomiendan conocer igualmente la zona colonial de Carora.

Caminar por Las Trinitarias, el Metrópolis o el Sambil: Porque también se puede salir de compras o conseguir un buen restaurante en alguno de los modernos centros comerciales de Barquisimeto.

Recorrer los viñedos en Altagracia: En esta localidad se produce un vino exquisito, algo impensable en este país caribeño hace dos o tres décadas. Bodegas Pomar permite conocer el lugar y realizar catas.

Recorrer Destilerías Unidas, en La Miel: El lugar queda en la vía hacia Acarigua. Allí se produce el célebre Ron Diplomático y es factible conocer cómo es su elaboración, así como llevar a cabo una cata guiada.

Probar queso crineja y probar el cocuy: En cualquier carretera o autopista, saliendo de Barquisimeto o llegando a la ciudad, es factible conseguir ventas de estos típicos productos de la zona. También hay lugares más formales donde adquirirlos. Hay productores de cocuy de muy alta factura, como Miguel Jaime o Na'guará. Dice una leyenda que fue la bebida favorita del emperador Carlos Quinto. Es prima hermana del tequila, ya que es producto de la destilación del agave típico de la región, y resulta una verdadera delicia para los catadores.

Disfrutar la paz de Sanare: La zona queda a unos 40 minutos de la ciudad, en la vía a Quíbor, subiendo la cordillera Andina. Sus posadas son espectaculares. Muchos venezolanos visitan los Altos de Veracruz y Jabón, a donde acuden a volar en ícaro.

Comer: La gastronomía tocuyana y caroreña es reconocida por su exquisita tradición mantuana. El chivo es típico de la mesa regional. Recomiendan probar los pepitos en alguna de las muchas ventas existentes; se trata de sabrosos emparedados de carne picada, que muchos barquisimetanos acostumbran a comer como epílogo a sus noches de fiesta.

Retratarse en El Obelisco: Fue por mucho tiempo la gran atracción de la ciudad, en una época en la que no abundaban las edificaciones de gran altura en el estado Lara. Sigue siendo símbolo de esta urbe tranquila y queda muy cerca del estadio. Así que no hay excusa.

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SANTO DOMINGO, República Dominicana -- Los jugadores sacaron notas altas y los organizadores muy bajas calificaciones en la Serie del Caribe del 2016, que terminó el domingo en el estadio Quisqueya Juan Marichal de Santo Domingo.

Los jugadores de Venados de Mazatlán (México), Tigres de Aragua (Venezuela), Cangrejeros de Santurce (Puerto Rico), Tigres de Ciego de Ávila (Cuba) y Leones del Escogido (República Dominicana) montaron un gran espectáculo en el diamante del parque de la capital dominicana.

Ocho de los 13 partidos terminaron por diferencia de dos o menos carreras y en tres se necesitaron entradas extras para conseguir un ganador. El cubano Félix Pérez, de Venezuela, ganó el primer Derby de Jonrones del evento y los equipos con el mejor desempeño, Aragua y Mazatlán, disputaron la gran final.

El último partido se decidió con un dramático cuadrangular de Jorge Vázquez en la novena entada, para dar a los Venados mexicanos el segundo título de su historia y a México el cuarto en los últimos seis años.

Jorge
Víctor PérezJorge "Chato" Vázquez disparó el jonrón del campeonato para México y así terminar la Serie del Caribe 2016.
Sin embargo, fuera del terreno, la Confederación de Béisbol del Caribe y la Liga Dominicana de Béisbol tuvieron un desempeño por debajo del promedio. En las gradas, los aficionados de la orgullosa isla del béisbol, brillaron por su ausencia.

A diferencia de cuando el campeonato se celebra en una plaza mexicana, donde las atenciones a directivos, jugadores, periodistas y aficionados son de alta calidad y parte esencial del guión, en las otras sedes, incluyendo Santo Domingo en esta ocasión, la cortesía del anfitrión no es exactamente una nota destacada.

''En el terreno tuvimos una gran serie, pero en el aspecto organizativo hubo muchos desfases que necesitamos corregir urgentemente'', dijo Juan Francisco Puello Herrera, presidente de la Confederación de Béisbol del Caribe.

''Hay muchas cosas que deberían ser estandarizadas para todas las sedes. Admito que hemos descuidado ese aspecto, pero mi próxima misión es convocar una reunión para conseguir la autorización de las ligas para que la oficina de la Confederación del Caribe tenga un rol más activo en la supervisión del programa obligatorio que deben cumplir los organizadores de la Serie del Caribe'', agregó Puello Herrera.

Apenas 24,319 (3,474 por día) acudieron al parque durante la serie, una de las peores en la historia de seis décadas del clásico caribeño. A la final del domingo solamente entraron 3,007 pagando boletas.

Para que tengan una referencia de la debacle con la asistencia en Santo Domingo, solamente a la final del año pasado entraron más de 18 mil personas al parque Hiram Bithorn de San Juan, Puerto Rico.

Puello Herrera dijo que uno de los principales inconvenientes que tuvo el montaje de Santo Domingo 2016 no tiene que ver con la economía local u otra razón parecida, sino con la ausencia de un estadio moderno y cómodo como merecen el béisbol y los aficionados dominicanos.

''No tengo la menor duda de que con una instalación cómoda, los aficionados apoyarían más todos los eventos que se hagan en Santo Domingo. El estadio Quisqueya no tiene condiciones para montar adecuadamente la Serie del Caribe'', dijo Puello Herrera.

El comisionado del béisbol del Caribe confirmó que Culiacán será la sede de la edición del 2017 en el nuevo estadio BBVA Bancomer de los Tomateros y que las autoridades de la pelota cubana le mostraron un borrador para solicitar su ingreso formal a la Confederación y disposición de organizar el campeonato a partir del 2018.

''México ya está trabajando en todos los aspectos de la próxima serie. Con un año de adelanto ya tienen todo casi cuadrado. Esa es otra razón para mejorar las probabilidades de salir airoso'', dijo.

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SANTO DOMINGO - Como una burbuja de jabón se explotó en Santo Domingo la ilusión óptica que dejó el triunfo de Cuba en la Serie del Caribe del pasado año en San Juan.

El paso de la selección cubana, disfrazada del campeón Ciego de Ávila, por el certamen caribeño en el estadio Quisqueya Juan Marichal dejó al descubierto un nivel demasiado inferior en comparación con los otros cuatro países de la región que participaron en el evento y que se enmascaró en el milagroso triunfo de un año atrás.

Incluso, si se les compara con los dominicanos, con todo y que los Leones del Escogido se fueron en blanco con cuatro derrotas y los Tigres avileños pasaron agónicamente a la etapa semifinal.

Y es que la escuadra quisqueyana perdió cada uno de sus juegos por pulgadas, tres de ellos por diferencia de una carrera, otro por dos anotaciones, y en extrainnings ante Venezuela, Puerto Rico y Cuba.

Las derrotas de los cubanos fueron por palizas, dos frente a los mexicanos y una ante los boricuas, antes de caer en cerrado duelo contra los venezolanos y conseguir un agónico triunfo sobre el Escogido.

Con todo y el título de campeón defensor, Cuba apostó más a un golpe de suerte que les permitiera repetir el milagro de San Juan, que a las habilidades de sus jugadores.

Pero esta vez no hubo sorpresa salvadora porque los cubanos vienen a competir en condiciones de desventaja en relación con sus rivales.

No, no se trata de la constante fuga de talentos, que le impide venir con sus mejores peloteros. Tampoco dominicanos, puertorriqueños, venezolanos y mexicanos llegan al torneo con sus figuras de mayor renombre.

Y tampoco los tendrán el día en que se concrete el esperado acuerdo con las Grandes Ligas, porque los jugadores seguirán partiendo a Estados Unidos, aunque lo hagan de manera legal y sin necesidad de arriesgar sus vidas en una balsa.

Las autoridades beisboleras cubanas tienen que despojarse de complejos y conceptos obsoletos, condicionados políticamente, si quieren de verdad devolverle a la pelota de la isla el lustre de antaño. Un torneo nacional con 16 equipos es sencillamente insostenible, por muchas variantes de rondas preliminares que vayan tratando de concentrar el talento.

Cuba necesita reducir la cifra a no más de seis u ocho conjuntos, olvidándose de la territorialidad actual, de uno por cada provincia.

Pero sobre todo, se requiere la profesionalización, tanto conceptual como económica del béisbol cubano.

Cuba decepción
Ricardo López Hevia
Conceptual porque debe el deporte nacional cubano adaptarse a las nuevas realidades, donde cada uno de los 25 integrantes de un equipo tiene una función definida, que deje poco o ningún espacio a la improvisación.

Desde hace mucho, los managers en la isla, tanto en certámenes locales, como internacionales, se acostumbraron a usar a los pitchers a su antojo, sin planificación alguna, según la necesidad del momento.

Así vimos por años a abridores naturales, como los pinareños Omar Ajete y Pedro Luis Lazo, como cerradores en la selección nacional, pero luego volver a iniciar partidos en el siguiente certamen cubano.

De hecho, los cuerpos de serpentineros de los equipos Cuba son conformados por puros abridores y ocasionalmente, algún relevista, como Liván Moinelo y José Angel García en esta edición del torneo caribeño.

En eventos cortos, como Series del Caribe y Clásicos Mundiales, la mayor necesidad está en el pitcheo de relevo, que apoye a una rotación de sólo cuatro hombres, cinco a lo sumo.

Vimos a jugadores que desconocían los fundamentos elementales del béisbol moderno, bateadores incapaces de ejecutar jugadas y métodos de dirección basados en el nerviosismo y la improvisación.

Es fundamental que los peloteros asuman el béisbol como su trabajo y no como un medio de escapar de las penurias del día a día o para exponerse en una vitrina internacional a la espera de una oferta que los lleve a las Mayores.

Una cosa es ser profesional y otra jugar a ser profesional. Sólo Yukieski Gourriel mostró un nivel superior.

Los jugadores y sus dirigentes tienen que ser profesionales en todo, dentro y fuera del terreno, con las responsabilidades sociales que ello implica, tienen que aprender a relacionarse con los medios, a ser cuestionados, sin tomar las críticas como algo personal o nocivo para el sistema político que impera en la isla.

Pero además, profesionales con los beneficios económicos que conlleva dedicarse en cuerpo y alma y a tiempo completo a esa actividad, sin las preocupaciones extradeportivas de quienes tienen que salir a luchar el pan de cada día a como dé lugar.

Si los equipos pasan a ser empresas privadas con la capacidad de contratar jugadores, según sus capacidades financieras, entonces podrán atraerse a la liga doméstica peloteros importados, que ayudarán a elevar el nivel del certamen cubano.

No tienen incluso que ser peloteros nacidos en otros países. Basta con llamar a jugadores cubanos que ya han crecido deportivamente por su paso por otras ligas foráneas y tienen mucho que aportarle al béisbol de su país natal.

Pero para ello, entre otras cosas, hay que desterrar definitivamente esos epítetos de traidores y desertores que se le han endilgado por décadas a quienes, ya por discrepancias ideológicas o por el deseo de una vida mejor, deciden buscar nuevos aires.

Hay cubanos que ya dejaron de ser material de Grandes Ligas, pero que les queda todavía gasolina en el tanque y un caudal de experiencia para desempeñarse en otros certámenes regionales.

¿Dónde mejor que en el mismo béisbol donde nacieron como peloteros?

No tengan miedo a los cambios. Cuando Fidel Castro eliminó el profesionalismo en 1962, el nuevo sistema, a pesar de ser cualitativamente inferior, tuvo que conquistar a un público acostumbrado a una liga profesional consolidada por más de siete décadas de existencia y lo consiguió.

Si los cambios que se necesitan son para mejorar un espectáculo decadente, la tarea de enamorar a la fanaticada será más fácil, aunque para ello se requiera de altas dosis de valor, buena voluntad y mucho trabajo que saquen del inmovilismo al béisbol cubano.

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SANTO DOMINGO -- Eduardo Pérez desafió a los dioses del béisbol y le salió bien.

Reservó a su mejor pitcher, el veterano Freddy García, para el juego final de la Serie del Caribe y podrá utilizarlo, pues los Tigres de Aragua se clasificaron al derrotar a los Cangrejeros de Santurce por abultado marcador de 13-3.

En lugar de García, el lanzador venezolano con más victorias en Grandes Ligas, Pérez le dio la pelota al estadounidense Marcus Walden y este no lo hizo quedar mal.

Parecía que los dioses de la pelota la emprenderían con el manager venezolano, luego de que los dos primeros bateadores de Santurce le pagaran hits consecutivos a Walden.

Pero Danny Ortiz, segundo bateador de los Cangrejeros, quiso tomar una base más y fue enfriado en la intermedia, lo cual le dio un respiro importante al serpentinero.

El norteamericano se compuso y consiguió retirar 5.1 episodios con una sola limpia y siete imparables, para apuntarse la victoria.

Walden consiguió frenar a Neftalí Soto, el mejor bateador puertorriqueño en el certamen, que llevaba dos partidos disparando jonrones, entretanto, la ofensiva venezolana explotó, encabezada por José ''Cafecito'' Martínez , de 5-4, triple, jonrón y cuatro remolcadas.

Ahora los Tigres de Aragua deberán esperar para conocer a su rival de la final, entre los también Tigres de Ciego de Ávila y los Venados de Mazatlán, estos últimos invictos en cuatro salidas en la ronda clasificatoria.

Freddy García podría estar haciendo el domingo la última apertura de su carrera, mientras que los mexicanos, el caso de vencer, dependerán del nudillista Eddie Gamboa.

Si en cambio los cubanos consiguen obrar el milagro de San Juan, el manager Roger Machado podría enviar al zurdo Yoanni Yera o a cuanto pitcher tenga disponible, con tal de retener la corona conseguida un año atrás por los Vegueros de Pinar del Río.

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SANTO DOMINGO - Enrique Rojas puede guardar nuevamente su artículo explicativo de la compleja fórmula de desempate QTB hasta la próxima Serie del Caribe.

Los Venados de Mazatlán de México fabricaron un racimo de seis carreras en el octavo inning para derrotar 8-4 a los Cangrejeros de Santurce de Puerto Rico y terminar invictos en cuatro salidas la ronda clasificatoria del certamen que se disputa en Santo Domingo.

Con la victoria, eliminaron la posibilidad de un triple empate, que se habría producido si los Cangrejeros salían vencedores y terminaban con récord de 3-1, al igual que los Venados y los Tigres de Aragua.

Jeremias Pineda México vs PR Serie del Caribe
Getty ImagesJeremías Pineda fue puro veneno ante los lanzadores de Puerto Rico, al faltarle solo el cuadrangular para lograr el ciclo, y remolcar par de carreras.
"Estos resultados son el fruto del gran trabajo en equipo de todos sus integrantes. En nuestro equipo no hay grupos separados en los rincones del clubhouse y tanto los integrantes originales de los Venados, como los que llegaron de refuerzo, se integraron inmediatamente", explicó el manager Juan José Pacho en rueda de prensa.

"Pero esos cuatro juegos que ganamos ya no importan. El partido más importante es el de mañana, porque el que pierda se va, por obra y gracia de esta estructura", añadió Pacho, quien anunció al zurdo Héctor Daniel Rodríguez, ganador del primer partido de la serie ante República Dominicana.

Y tiene razón el director mexicano. Ahora todo será borrón y cuenta nueva, como lo hemos visto en la historia reciente.

El pasado año, en la edición de San Juan, los Vegueros de Pinar del Río ganaron un solo partido en la ronda regular, pero supieron imponerse en los dos choques de semifinal y final, para alzar el trofeo de campeones.

Ello generó cierto disgusto en los entonces campeones de Venezuela, los Caribes de Anzoátegui, invictos en la ronda preliminar.

Perdieron con los pinareños y se despidieron con balance de 4-1, mientras que Cuba se coronó con récord de 3-3.

Sobre el rival del sábado, el dirigente azteca no mostró preferencia por ninguno de los posibles, los Leones del Escogido o los Tigres de Ciego de Avila.

"Nos da lo mismo. Lo que hay que hacer es ganar y cualquiera de los dos son fuertes, aunque hasta ahora no hayan conseguido ninguna victoria".

Interrogado sobre la posibilidad de enfrentar a los quisqueyanos, que ya vieron a Rodríguez una vez en el choque de apertura, Pacho no le dio importancia.

"No, cada juego es diferente y posiblemente Héctor Daniel se presente mejor que el primer día, pues llevaba diez fechas sin trabajar. Ahora estará en su tiempo normal de rotación y además lo merece, pues fue nuestro mejor lanzador del torneo y los playoffs en México".

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