En términos beisboleros, a Scott Boras no se le puede acercar la pelota por estos días, porque con cualquier lanzamiento, la saca de jonrón.
Ahora le tocó a otro de sus encumbrados clientes, Anthony Rendón, firmar un megacontrato, éste por siete temporadas y $245 millones con Los Angeles Angels.
De esta manera, entre el lunes con Stephen Strasburg, el martes con Gerritt Cole y el miércoles con Rendón, el agente más poderoso de toda la industria ha conseguido pactos por un monto total de $814 millones.
Boras explotó la desesperación y frustración de Arte Moreno, el dueño de los Angels, por haber perdido la puja por Cole y le presentó al antesalista como la última Coca-Cola del desierto.
Moreno mordió el anzuelo y le dio a Rendón un contrato que no tiene dinero diferido y tiene una cláusula absoluta de no cambio.
El pelotero de 29 años está en el pico de su carrera y en las últimas tres de las siete temporadas con los Washington Nationals bateó para .310, promedió 43 dobles, 28 cuafrangulares y 106 impulsadas por campaña con un OPS de .952.
Si vale ese dinero o no es cuestionable, pero la cifra la dicta el mercado y las necesidades del equipo que lo contrató o en este caso, más que las necesidades, los deseos de dar un golpe de efecto para impresionar al nuevo manager Joe Maddon, aunque la pregunta es: ¿qué puede representar Anthony Rendón en las aspiraciones “del otro equipo de Los Angeles”?
Además de este pacto que los ata a Rendón hasta 2026, los Angels tienen comprometidos $390.5 millones hasta 2030 con Mike Trout, $72 millones hasta 2022 con Justin Upton, $59 millones hasta 2021 con el dominicano Albert Pujols y $15 millones en 2020 con el curazaleño Andrelton Simmons.
Al menos lograron sacarse de encima los $12.6 millones que ganaría Zack Cozart la próxima temporada al conseguir canjearlo a los San Francisco Giants, sin embargo, el equipo sigue sin lucir realmente competitivo, con un cuerpo de serpentineros que fue el cuarto peor de toda la Liga Americana con efectividad colectiva de 5.12 y que hasta el momento no ha recibido ninguna mejoría en el mercado.
Si la temporada comenzara ahora mismo, los Angels serían incapaces de plantarle cara en la División Oeste del Joven Circuito a los Houston Astros o a los Oakland Athletics. Quizás ni siquiera a los Texas Rangers. Tal vez su competencia sería con los Seattle Mariners por no quedar en el sótano del grupo.
Todavía tienen Moreno y la gerencia tiempo para pescar un par de abridores y relevistas de buen nivel en el mercado, pero no se trata de gastar dinero a lo loco y a manos llenas sino de hacerlo con inteligencia.
Basta mirar a la acera de enfrente, a sus propios vecinos de Los Angeles, que han abierto la billetera de par en par por cuanto agente libre les pasa por al lado y para nada.
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La vida es “timming”. No pudo llegar más oportunamente el momento en que el contrato de Stephen Strasburg le permite salirse y buscar un nuevo pacto.
Viene de su mejor temporada, cuando lideró la Liga Nacional en victorias (18) y entradas lanzadas (209), además de lograr la mayor cantidad de ponches en su carrera (251).
Además, tuvo una postemporada de ensueño, con cinco triunfos sin derrota, una efectividad de 1.98 y el merecido premio de Jugador Más Valioso en la Serie Mundial.
Strasburg debería salirse de su contrato, aunque ello no signifique necesariamente que abandone las filas de los Washington Nationals.
A sus 31 años, el derecho mostró estar saludable y perfectamente podría conseguir en la agencia libre mucho más de los 100 millones de dólares que le restan de su actual pacto con los Nacionales hasta el 2023.
Con Scott Boras como agente, la movida parece lógica y podría representarle un nuevo acuerdo por seis o siete campañas y entre 150 y 200 millones.
Pero da la impresión que Strasburg se siente a gusto en Washington, donde ha jugado la totalidad de su carrera desde que fue escogido como número uno en el draft del 2009.
Él sabe —y Boras también— que tiene el sartén por el mango y puede sentarse a pedir plata a granel.
Podría hacer un descuento a la casa si los Nacionales quieren retenerlo, pero en caso contrario, no faltarán ofertas para hacerse de sus servicios y complacer sus exigencias financieras.
El serpentinero tiene tres días desde el final de la Serie Mundial para decidirse.
O se mantiene dentro de su contrato, que le pagará 25 millones en el 2020, 15 millones en el 2021, otros 15 en el 2022 y 45 en el 2023.
O prueba el mercado por primera vez en su vida y le asegura el futuro a varias generaciones de Strasburg con mucho más dinero del que ya tiene garantizado.
Parecería que el arreglo sería similar al de Clayton Kershaw con Los Angeles Dodgers, cuando se salió de su contrato y volvió a firmar con el mismo equipo por 93 millones entre 2019 y 2021.
Ya pasaron las primeras 24 horas y en los próximos dos días, muchos gerentes generales, incluido Mike Rizzo, el de Washington, estarán pendientes de la decisión de la estrella, con la mano en el bolsillo lista para sacar la chequera.
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