El defensor se lesionó en Baden (Getty Images) |
VIENA -- La noticia más importante de estos días previos al torneo, en los que todos ocupan su tiempo y espacio con especulaciones, evaluaciones y opiniones interminables y ya están listos para la acción que aún no llega, es -por supuesto- la grave lesión que sufrió Fabio Cannavaro en el tobillo durante el primer día de entrenamiento liviano de la Squadra Azzurra en Baden.
En una práctica de equipo, Giogio chiellini atacó a Cannavaro con un tackle abierto, derribando inmediatamente al capitán. Quedó tendido en el césped durante mucho tiempo antes de ser trasladado al hospital local de Baden y luego al hospital de la Facultad de Medicina de la Universidad de Viena, donde le hicieron una resonancia magnética y descubrieron que se había lesionado seriamente dos tendones del tobillo izquierdo. Es una gran pérdida para la squadra, porque con Cannavaro pierden el segundo italiano, después de Roberto Baggio, que ha sido nombrado mejor futbolista del mundo. Además, Cannavaro es el único defensor que ha recibido semejante honor.Ambrosini entrenó con Italia (Getty) |
Miles de puestos de comida, de lugares para ver los partidos, para caminar, para juntarse, han creado un espacio público completamente nuevo que dominará la ciudad desde hoy hasta el domingo del 29 de junio por la noche.
Hay literalmente miles de eventos que acompañan el torneo, todo un segmento de la ciudad -el Karlsplatz- ha sido dedicado a exhibiciones y actividades para aquellos ajenos al fútbol. Hay muchos espacios relacionados con los niños. ¡Es extraordinario! Entre los invitados que aparecerán en Viena durante la Euro, mencionamos algunas estrellas al azar: del mundo del piano, el genio chino Lang Lang, el gran Alfred Brendel, el brillante Maurizio Pollinni, y -en un género diferente- Sir Elton John. Claro que Plácido Domingo estará presente, al igual que Bob Dylan. Pero volvamos al fútbol. La Squadra Azzurra llegó de Italia y se alojará en Baden. Todos han estado analizando los recientes partidos de práctica de Alemania, Grecia, Austria, Croacia, Polonia, Portugal, para sacar conclusiones. El consenso general es que estos partidos ocultaron más de lo que revelaron, que todos los equipos se refrenaron y no jugaron a toda marcha. Los austríacos, quienes tendrían por lejos el equipo más flojo del torneo, además de ocupar el último sembrado, esperan que la ventaja de local milagrosamente los empuje a la segunda ronda. Esperan avanzar detrás de Alemania, venciendo a Croacia y empatando con Polonia o viceversa. Tengo mis dudas de que puedan derrotar a Croacia en el primer partido este domingo, pero han sucedido cosas más extrañas en los deportes, y en el fútbol.La primera vez que me puse en contacto con el fútbol vienés fue de niño en el lugar donde nací, Timisoara, quizás más conocido por el nombre Húngaro de Temesvar. Mi padre era --como la mayoría de los hombres judíos de su época en Europa Central-- un fanático del fútbol. Su sueño era dejar su nativa Satu Mare (Szatmar) y viajar a Viena para estudiar en el Hochschule fur Welthandel (Escuela de Negocios y Economía). Sólo llegó hasta Budapest donde se enroló en 1930 para estudiar administración de empresas, concluyendo con un doctorado a fines de 1937.
En Budapest, se hizo fanático del clan azul y blanco MTK con el que se identificaban la mayoría de los judíos de la época --y aún se siguen identificando hasta el día de hoy. El enemigo número uno eran los Ferencvaros, que utilizaban los colores verde y blanco. MTK tenía un séquito de burgueses a su favor mientras que los Ferencvaros contaban con el apoyo del proletariado, de los suburbios industriales de Budapest, no judíos y virulentos anti semitas. Desde niño escuché muchas historias del clásico MTK-Fradi --rivalidad a la que mi padre asistía en su época de estudiante. Durante un choque particular entre estos dos rivales, mi padre fue apaleado por los fans de Fradi y fue denunciado como un "judío sucio". Aún podía sentir su furia veinte años más tarde, su sentido de humillación no disminuido por el tiempo. Budapest y su mundo futbolístico --tan similar en tantos aspectos al de Viena-- se hizo realidad para mí a raíz de las historias de mi padre en los 1950's. Y luego estaba Viena --el lugar distante, el lugar al que mi padre nunca llegó a pesar de su deseo de lograrlo. Viena era hogar de los clubes de fútbol Austria y Rapid: uno violeta (para mi muy parecido al azul del MTK), decididamente urbano, de clase media y apoyado por los judíos de clase media; el otro verde, clase trabajadora, definitivamente no-judíos con un tinte de antisemitismo. Y Austria tenía una estrella, Matthias Sindelar, sin duda uno de los mejores jugadores que el fútbol austriaco ha producido. Mi padre había visto a Sindelar jugar en Budapest, para el legendario Wunderteam, dirigido por Hugo Meisl. El increíble talento de Sindelar encantó a mi padre, quizás más que nada por la personalidad del Papierene (El popular apodo de Sindelar), como un judío honorario. Su antipatía hacia los Nazis fue legendaria y cometió suicidio en 1939 junto a su novia italiana mitad-judía. Y a pesar de una reciente historiografía de Sindelar parece crear algunas dudas con respecto a sus sentimientos anti-nazis como motivo de su suicidio, mi padre no sabía nada de eso cuando estaba en vida y definitivamente no le hubiera importado. Nada hubiera teñido su ilimitada admiración por este increíble jugador. Y luego estaba Hakoah Wien, el club deportivo judío que, tras haber obtenido el campeonato austriaco en 1924/25 y haber sido el primer club europeo en vencer a una escuadra inglés en su propia cancha (en este caso a West Ham United), logró un status casi-celestial a los ojos de los judíos contemporáneos de mi padre de Europa Central. Y, claro está, Hakoah tuvo un gran jugador que asumiría un rol importante en mi vida un par de años más tarde. El jugador era el legendario Bela Guttmann, un judío-húngaro, genio del fútbol y verdadero cosmopolita, sintiémndose en casa tanto en Nueva York como en Budapest, Viena y Londres, y quién conseguiría un éxito singular con Benfica de Lisboa a comienzos de los 1960's. Pero a diferencia de Austria, Hakoah ya había desaparecido, parte de un ilustre pasado, que para mi, no personalmente, no lo pude vivir. Y luego estaba la radio, mi único vínculo con el mundo del fútbol más allá de Stinta Timisoara. A través de la voz del locutor húngaro Gyorgy Szepesi, escuché una gran cantidad de clásicos entre el "equipo dorado" de Hungría y Austria con los que me familiaricé con jugadores tales como Walter Zehmann, Robert Dienst, Ernst Happel y --por supuesto-- el diplomático ingeniero Gerhard Hannappi. Recuerdo haber estado igual de confundido de niño en Rumania, que ahora de adulto en los Estados Unidos, de que la obsesión austriaca con los títulos no se detenía en la cancha. Y era más por sus cumplimientos académicos que mi padre admiraba a Hannappi. No sólo lo veía como un eximio jugador sino como un hombre culto de clase media que de alguna manera entró en este club de proletariado con sus fans anti-semitas. A comienzos de septiembre de 1958, mi padre y yo llegamos a Viena con dos valijas en mano. Mi madre había fallecido en mayo, y Viena iba a ser una parada de tránsito en nuestro viaje a América. Y allí estábamos, totalmente desubicados, en tierra de nadie, esperando partir hacia la "Tierra Prometida". Claro está, decidimos ir a Wiener Stadion --por primera vez en nuestra vida-- para ver al legendario Juventus Turin con jugadores de nivel mundial como Omar Sivori, y Giampiero Boniperti contra Wiener Sportclub en el torneo Copa de Campeones de Europa. Nunca habíamos oído hablar de Sportclub, pero nunca olvidaríamos como destruyeron a los italianos por 7-0. Esa noche de otoño en Wiener Stadion, mi primer partido bajo las luces, me convertí instantáneamente en un fanático de Sportclub.Los fans del MTK viven el fútbol muy en serio (Getty) |