Bryce Harper no estará más en D.C. después del próximo año. O tal vez sí.

En este punto, la única persona que sabe la respuesta a esa interrogante es, bueno, nadie. Harper, quien podría ser agente libre luego de la temporada 2018, podría firmar con los Yankees de Nueva York. O los Dodgers de Los Angeles. O los Cachorros de Chicago o los Filis de Filadelfia o cualquier otro equipo dispuesto a abrir su billetera y pagar por los servicios del exJMV. O podría firmar de vuelta con los Nacionales de Washington, la única franquicia que ha conocido desde que fue seleccionado en el primer turno general del sorteo de 2010.

Siempre hay oportunidad de que Harper y los Nacionales acuerden una extensión de contrato a largo plazo en algún punto entre hoy y los siguientes 11 meses, cuando expirará su actual acuerdo. Pero dado el hecho que es representado por el agente Scott Boras, quien es conocido por llevar a sus clientes a cumplir la totalidad de sus acuerdos cuando se trata de irse a la agencia libre, las probabilidades no son buenas.

Hablando de probabilidades, asumiendo que Harper llegue al mercado de agentes libres el año que viene, los Yankees son los favoritos para firmarlo. Eso de acuerdo al corredor de apuestas Geoff Johnson del portal mytopsportsbooks.com, quien coloca a Nueva York 7-3, ligeramente por encima de Washington (5-2) y además mejor que Chicago (8-1) y Filadelfia (10-1).

Con esto no queremos decir que los días de Harper en el Distrito estén contados. Dado su historial con los Nacionales, y dada la relación del equipo con Boras (cinco de los siete jugadores mejores pagados en Washington son clientes de Boras), no sería una sorpresa si el toletero de 25 años se queda jugando en D.C. De todos modos, con las reuniones invernales pautadas para comenzar la semana que viene en Orlando, Florida, el gerente de los Nacionales Mike Rizzo necesita comenzar a planificar para la posibilidad muy real de que la cara de la franquicia salga de ahí - lo que quiere decir que él necesita saber cómo aprovechar al máximo lo que podría ser el año final de Harper en la capital de la nación.

He aquí cinco cosas que Rizzo necesita lograr en esta temporada baja para poder sacarle el máximo al año final de Harper:

1. Añadir otro brazo al bullpen reconstruido. En el invierno pasado, el bullpen de los Nacionales necesitaba una renovación completa. Un año después, un pequeño retoque podría ser todo lo que se necesite. El cerrador Sean Doolittle, adquirido en la fecha límite de cambios que ayudó a que el penoso bullpen de Washington diera una vuelta de 180 grados, sigue bajo contrato. Lo mismo aplica al preparador Ryan Madson, quien llegó de Oakland en el mismo acuerdo que trajo a Doolittle. Pero los siguientes tres relevistas más importantes de los campeones divisionales del año pasado -- Matt Albers, Brandon Kintzler y Oliver Pérez -- son agentes libres. Albers tuvo el mejor año de su carrera, Kintzler logró 29 rescates y Pérez lleva 15 años de carrera, así que se espera que los tres sean relativamente caros para un relevista intermedio. Eso sin mencionar que el veterano Shawn Kelley -- quien batalló con lesiones y su propia inefectividad el año pasado - se ganará $5.5 millones la próxima temporada. Así que Rizzo tendrá que ser un comprador astuto cuando se trata de agregar uno o dos brazos para darle respiro al resto del bullpen de Washington.

2. Encontrar un quinto abridor. Liderados por el as Max Scherzer, los primeros tres abridores de los Nacionales fueron tan buenos como cualquier otro trío en el béisbol. De hecho, Scherzer, Stephen Strasburg y Gio González terminaron entre los primeros seis en la votación del Cy Young de la Liga Nacional, siendo Scherzer el ganador por segunda temporada seguida. A pesar de tener un año por debjao de lo esperado, hace apenas una temporada que el cuarto abridor Tanner Roark llegó entre los primeros 10 en la votación del Cy Young. Así que, sí, esta rotación es muy buena. Pero eso no significa que no quede trabajo por hacer. Hace dos años como novato, Joe Ross lucía como el siguiente gran lanzador de los Nacionales. Pero desde ese entonces ha tenido problemas para mantenerse saludable, lo que ha convertido el puesto de quinto abridor en una incógnita. El prospecto A.J. Cole, quien abrió ocho partidos y tuvo efectividad por debajo de 4.00 la pasada temporada, podría ser la respuesta. Como también lo podría ser el ex seleccionado en la primera ronda Erick Fedde. Pero Rizzo - quien le lanzó $210 millones a Scherzer hace un par de años, aunque la rotación ya parecía sólida - no quiere dejar asuntos a la suerte cuando se trata de su precioso grupo de cinco abridores. Así que esperen que Washington sea un jugador importante en el mercado de lanzadores.

3. Reemplazar los bates perdidos en la banca. La banca fue un gran factor en ayudar a los Nacionales a conseguir su cuarto banderín divisional en seis años. Pero el bateador emergente supremo Adam Lind, cuya opción mutua fue declinada, es agente libre. Así como también es el seleccionado en la fecha límite Howie Kendrick y el jugador del cuadro Stephen Drew, los que ayudaron a Washington a sobrevivir lesiones de jugadores clave. Wilmer Difo, quien sustituyó de forma admirable en el campocorto a Trea Turner tras sufrir la rotura de su muñeca, sigue en los alrededores, pero podría encontrarse moviéndose a la segunda base si Daniel Murphy (rodilla) no está listo en abril. En otras palabras, los Nacionales podrían necesitar nuevos refuerzos en sus reservas.

4. Extender el contrato a la otra superestrella. Anthony Rendón no es un nombre tan conocido como Harper. No le encanta ser el centro de atención como Harper. Pero muchos dicen que es tan valioso como Harper. El antesalista de 27 años terminó sexto en la votación del JMV el año pasado, y su fWAR de 6.9 fue el mejor entre todos los jugadores de la Liga Nacional. A pesar que Rendón, al igual que Harper, es representado por Boras, su personalidad discreta y su fobia a la atención se parece mucho a la de Strasburg, otro representado por Boras quien acordó una extensión de contrato a largo plazo en mayo de 2016. Restándole menos de dos años al contrato de Rendón, ahora es el momento para que Rizzo lo asegure. Si tiene éxito, sería un gran avance para garantizar que Washington siga siendo un contendiente perenne más allá de la próxima temporada - con o sin Harper.

5. Ganar la Serie Mundial. Obviamente, esto no va a poder ocurrir en los próximos 300 días. Pero eso no significa que Rizzo y los Nacionales no puedan comenzar a pensar sobre la única cosa que hará que parezca correcto si Harper decide irse a otro lado. Ellos han estado en los playoffs cuatro veces con Harper, y en las cuatro ocasiones, han sido eliminados en la Serie Divisional de la Liga Nacional a pesar de ser el mejor sembrado. Si extienden su mala racha a 0-en-5, perder a Harper encima de eso sería un gran golpe. Sin embargo, si logran ganar cuatro partidos ante los campeones de la Liga Americana el año que viene, entonces perder a Harper no se sentiría tan doloroso. Y eso podría convencerlo de volver por más.

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Que el dominicano Luis Severino y Stephen Strasburg aparezcan entre los finalistas al premio Cy Young de las ligas Americana y Nacional, respectivamente, es puro formalismo.

Sin restarle méritos a los logros de Severino con los Yankees de New York y de Strasburg con los Nacionales de Washington en el 2017, las posibilidades reales que ambos tienen de llevarse el galardón son nulas, cero, inexistentes, nada.

En ambos circuitos se trata de una lucha entre dos.

En la Americana, el derecho Corey Kluber, de los Indios de Cleveland, tuvo un cierre espectacular en septiembre, cuando ganó cinco juegos sin derrota y tuvo una efectividad de 0.84, para atrapar los liderazgos en ambos departamentos, con 18 y 2.25, respectivamente, aunque el de los triunfos lo compartió con su compañero de equipo Carlos Carrasco y Jason Vargas, de los Reales de Kansas City.

Asimismo, Kluber tuvo el mejor WHIP (hits y bases por bolas por inning), con apenas 0.87, completó cinco partidos y tiró tres blanqueadas, en tanto fue segundo en ponches propinados, con 265 en 203.2 episodios.

Ese acelerón en el mes final del calendario le permitió sacarle ventaja al zurdo de los Medias Rojas de Boston Chris Sale, quien se mantuvo al frente de la carrera casi toda la campaña, pero resbaló varias veces en septiembre y eso le costó.

De todos modos, a Sale no le faltan méritos, pues sus 308 ponches, cifra máxima en ambos circuitos, es un registro tan extraordinario que desde 1999 ningún serpentinero superaba los 300 en la Liga Americana, desde que lo hizo el dominicano Pedro Martínez, también con los Medias Rojas.

El zurdo de Boston fue además líder en entradas lanzadas, con 214.1, en tanto fue segundo en triunfos (17), en efectividad (2.90) y WHIP (0.97). Pero de ahí el problema, en cada uno de esos departamentos el que lo superó fue el propio Kluber.

Para rematar, para aquellos amantes de la sabermetría, el de los Indios tuvo un WAR de 8.0, mientras Sale logró 6.0.

Así que en este caso, hay coincidencias entre tradicionalistas y sabermétricos.

El derecho de Cleveland ya ganó el Cy Young en el 2014, mientras que Sale anda en busca de su primer pergamino.

Más cerrada aún está la pelea en la Liga Nacional, entre el zurdo Clayton Kershaw, de Dodgers de Los Angeles, y el diestro Max Scherzer, de los Nacionales.

Kershaw, que ganó el premio en el 2011, 2013 y 2014, fue el máximo ganador, con 18, a pesar de perderse cuatro aperturas y tuvo la mejor efectividad del circuito, con 2.31.

En 175 capítulos, el zurdo de los Dodgers ponchó a 202 rivales, 66 menos que el líder Scherzer y su WHIP fue de 0.95, renglón que también dominó el de Washington, con 0.90.

El lanzador de los ojos de diferentes colores tuvo la segunda mejor efectividad, detrás de Kershaw, con 2.51, consiguió 16 éxitos y es de los únicos seis que han ganado el Cy Young en ambas ligas, pues lo consiguió primero en la Americana en el 2013, cuando jugaba para los Tigres de Detroit, y luego el pasado año, ya con el uniforme de los capitalinos.

Mientras las cosas en la Americana parecen inclinarse hacia Kluber, no se ve tan claro el panorama entre Scherzer y Kershaw, con estadísticas bastante parejas.

Si los votantes se van por las estadísticas tradicionales, debe ganarlo Kershaw, con sus liderazgos en victorias y efectividad, pero si son los sabermétricos los que imponen su criterio, se lo llevará Scherzer, por un WAR de 7.3 sobre 4.6 el del zurdo, aunque la inmensa mayoría de los mortales de este mundo no tengan idea de qué se esconde detrás de esas tres letras que incitan a la guerra.

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Es posible que la serie del pasado fin de semana entre los Cachorros de Chicago y los Nacionales de Washington no haya sido la previa de la Serie Divisional de la Liga Nacional que todo el mundo pensaba que iba a ser.

Después de todo, los quisquillosos Cerveceros de Milwaukee están apenas a medio juego de los Cachorros y podrían terminar quedándose con el banderín de la Central LN. Y sin mencionar a esos quisquillosos Marlins de Miami están apenas a 13 juegos de los Nacionales y podrían terminar ganando el Este LN (es broma).

Incluso si los Cachorros y los Nacionales hacen lo que se espera y se llevan sus respectivas divisiones, los Dodgers de Los Angeles se caigan por un precipicio y jueguen para .300 en el resto del camino, en cuyo caso Washington sería el primer sembrado y tendríamos un choque Chicago-L.A. en la SDLN (de nuevo es broma). O quizás un choque Chicago-Colorado o Chicago-Arizona (sigue siendo broma).

OK, así que es posible que la serie Cachorros-Nats haya sido de hecho un atisbo de lo que nos espera en el otoño. Si le creemos a FanGraphs, que actualmente le da a Chicago un 86 por ciento de probabilidades de ganar la Central y a Washington un 99.9 por ciento de ganar el Este, entonces la probabilidad de una serie divisional entre Cachorros y Nacionales es de un... 86 por ciento.

Así que nos vamos con eso y echaremos un vistazo a lo que los pasados tres días en Wrigleyville nos dijeron en torno a las contiendas por los banderines en la Liga Nacional. Aquí les traemos cinco puntos clave:

1. El mes de agosto en MLB puede parecerse mucho al mes de agosto en la NFL

El football de pretemporada no significa nada porque los chicos que están en la duela en agosto no son, en su mayoría, los que estarán en septiembre. Este fin de semana en Chicago fue algo bien parecido a eso. Ninguno de los tres mejores abridores de Washington lanzó porque Stephen Strasburg está en la lista de lesionados, Max Scherzer tenía dolores en el cuello y Gio González se ausentó ante el nacimiento de su segundo hijo.

Solo uno de los tres mejores abridores de Chicago estuvo en el montículo porque, hay cinco chicos en una rotación estándar de Grandes Ligas y algunas veces ellos se toman un descanso. Así que los Nacionales saltaron el turno de Jake Arrieta y José Quintana. En otras palabras, olvídense del grano de sal: Dados los choques en el Wrigley Field, el hecho que Washington ganó dos de tres partidos para ganar la serie del fin de semana y la serie de temporada regular (4-3) tiene que ser tomado con un envase completo de NaCl.

2. La ofensiva de Washington está hecha para octubre

Independientemente de cuando sea el regreso de Strasburg y si se puede mantener saludable en la recta final, los Nacionales van a ser un out difícil en los playoffs - en realidad, unos 27 outs difíciles - porque su alineación es más profunda que la voz de Barry White. Olvídense de las 5.5 carreras por juego que ellos están anotando este año (la mejor marca en la LN). Olvídense de los números que están logrando los chicos que conforman la edición moderna y ampliada de la Fila de Asesinos, Bryce Harper, Ryan Zimmerman, Daniel Murphy y Anthony Rendón. Todo lo que tienen que hacer es mirar lo que ocurrió en la parte final del partido que resultó en victoria viniendo de atrás para Washington 9-4 el domingo.

Abajo en el marcador 4-3 en la parte alta de la octava entrada, Harper abrió con sencillo dentro del cuadro ante el relevista Carl Edwards Jr. Le siguió Zimmerman, quien conectó largo doble a la parte más lejana del jardín central. Con corredores en segunda y tercera sin outs, el manager de los Cachorros Joe Maddon eligió que el derecho Edwards le diera boleto intencional al zurdo Murphy, una opción completamente defendible... hasta que consideramos que el hombre que venía a batear luego de Murphy (Rendón) lidera a Washington en WAR. OK, así que quizás no tienes que ser candidato al JMV para conectar un lanzamiento quebrado - lo que Rendón terminó haciendo con el primer ofrecimiento que recibió de parte de Edwards para empatar el marcador - pero el simple hecho que Edwards hizo un lanzamiento rompiente con los sacos congestionados te dice todo lo que necesitas saber sobre lo peligroso que Rendón es y ha sido toda la temporada. En el siguiente lanzamiento, el 7º bateador Matt Wieters abrió el partido con un cuadrangular. Así que, sí, la alineación de los Nacionales puede batear. Y como lo sabe todo el mundo, el bateo viene bien en el otoño.

3. De repente el bullpen de Chicago está lleno de interrogantes

Con el debido respeto a Brian Duensing, cuando él es el relevista más efectivo en tu equipo - lo que fue Duensing ante Washington en este fin de semana - tienes problemas. Podrá ser que Wade Davis lleve de 23-23 en salvamentos en esta temporada, pero en las últimas ocho semanas, él ha logrado un WHIP de 1.80 y ha otorgado 12 boletos en sus pasadas 16T entradas. Dos de esos boletos fueron el sábado, cuando Davis tuvo una novena entrada de 30 lanzamientos y cayó atrás en el conteo en cuatro de los cinco bateadores que enfrentó. El zurdo Justin Wilson, quien era uno de los relevistas más calientes en el mercado de cambios, también tuvo problemas el sábado y ahora ha permitido siete corredores en las bases en tres entradas desde que llegó desde Detroit. Y entonces está Edwards, quien fue bateado el domingo y ahora ha permitido un total combinado de 10 carreras limpias en las últimas 6 1/3 entradas de trabajo.

Ya que los relevistas se han convertido en una parte crítica de las luchas en la postemporada, si Maddon no logra resolver los problemas en su bullpen, su escuadra podría tener un corto mes de octubre. Eso es, si logran sobrevivir el embate de Milwaukee (y San Luis y Pittsburgh) en agosto y septiembre.

4. De repente el bullpen de Washington está lleno de respuestas

No, en serio. Comparado con los grandes nombres que cambiaron los bullpens la temporada pasada -- Aroldis Chapman, Andrew Miller y Mark Melancon -- los chicos que el gerente de Washington Mike Rizzo añadió en la fecha límite de cambios de este año (Ryan Madson, Sean Doolittle, Brandon Kintzler) tienen todo el chisporroteo de un tazón frio de gazpacho.

Afortunadamente para los Nacionales, el chisporroteo no es una estadística cuantificable. Sin embargo, los boletos y los hits sí lo son. Y el monstruo de tres cabezas mejor conocido como Madlitzler se combinó para permitir apenas tres hits y un boleto en 5 2/3 entradas en blanco ante los Cachorros. Eso se traduce a un minúsculo WHIP de 0.71. Madson ha estado especialmente dominante; en siete apariciones desde que se unió a Washington, el derecho de 36 años ha lanzado siete entradas en cero, permitiendo apenas cuatro hits y un boleto con 11 ponches. El bullpen de los Nacionales, cuya efectividad de 5.20 era la peor en el béisbol durante la primera mitad de la temporada, ha compilado efectividad de 4.66 desde el receso del Juego de Estrellas. Y 4.26 desde que Madson y Doolittle se unieron al equipo. Y 3.65 desde que llegó Kintzler.

De donde yo vengo, eso se llama una tendencia - una que, de continuar, podría ayudarle a los Nacionales a conseguir la primera victoria en su historia en una serie postemporada.

5. Hay buena oportunidad de que nada de esto importe

Independientemente de quien gane el choque en serie divisional entre el segundo y tercer sembrado en la LN, hay gran oportunidad de que los Dodgers estén esperando por ellos. ¿Por qué? Porque el porcentaje de victorias de L.A. en los pasados dos meses (.863) es casi 200 puntos más alto que el porcentaje de victorias de los Nacionales en los pasados tres días (.667). Ese dato es correcto. Con otra victoria el domingo, los Dodgers llegaron a record de 44-7 en sus últimos 51 juegos. Cuarenta y siete.

El momento de la racha de los Dodgers tampoco es coincidencia: El primero de esos 51 partidos llegó el 6 de junio, cuando L.A. venció a los Nacionales en el juego final de una serie de tres partidos en Tinseltown. Al día siguiente, Justin Turner -- quien es, um, bastante bueno en el béisbol - volvió luego de perderse tres semanas por una dolencia en la corva. Y desde ese entonces todo ha sido miel sobre hojuelas para ellos. ¡Y eso a pesar de de haber perdido a su as Clayton Kershaw por las pasadas dos semanas!

Por supuesto, el hecho de que el equipo de Dave Roberts lleve ritmo para conseguir 115 victorias en la temporada regular no garantiza nada en la postemporada. Solo pregúntenles a los Marineros de 2001, los que establecieron marca de victorias en temporada regular con record de 116-46, solo para perder en la Serie de Campeonato de la Liga Americana. Y entonces está esto: De los 21 equipos que han logrado 100 victorias en una temporada desde el inicio de la era del comodín, solo siete de ellos han llegado a la Serie Mundial. Así que quizás haya algo de esperanza para los Nacionales. O los Cachorros. O los Cerveceros. O los Marlins.

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Aunque no es un Todos Estrellas - por lo menos no todavía -- Anthony Rendón estuvo ahí en espíritu cuando los Nacionales de Washington tuvieron su conferencia de prensa de Todos Estrellas el lunes.

Estuvo ahí trasbastidores detrás del podio, donde el lema de #VoteRendón estaba a lo largo y ancho de una plétora de monitores de video. Estuvo ahí en la camiseta de Max Scherzer, que tenía una imagen de la cara de Rendón y las palabras, "Anthony es mi jugador favorito". Estuvo ahí cuando se le preguntó a Daniel Murphy por qué su compañero debía ganar el premio del Voto Final para decidir el último espacio en la escuadra de la Liga Nacional.

Murphy dijo: "¿Has ido a FanGraphs?"

Entre la montaña de estadísticas, se puede encontrar esto en FanGraphs: Hasta el final de junio, Rendón era uno de cuatro jugadores de la Liga Nacional con más boletos que ponches. Los otros tres son Buster Posey y Joey Votto, los que han ganado un JMV, y Anthony Rizzo, quien todavía no lo ha ganado pero ha terminado entre los primeros cinco en las votaciones en los pasados dos años. Todavía queda por verse si Rendón tiene algún galardón de JMV en su futuro. Pero por ahora, se puede alegar que en una escuadra repleta de talento de los Nacionales que ha puesto en ridículo al resto de la Liga Nacional hasta ahora, él ha sido el jugador más valioso de su equipo.

En los primeros tres meses de la temporada, Washington lideró la Liga Nacional en prácticamente todas las categorías ofensivas importantes, gracias en parte a un Escuadrón del Pánico moderno que provocaría celos a los Yankees del 1927. El ocupante del tercer turno en la alineación Bryce Harper está luciendo como en el 2015 cuando se agenció el premio de JMV. El limpiabases Ryan Zimmerman, que está teniendo la mejor temporada de su carrera, está en la corta lista de candidatos para el 2017. Detrás de él está Murphy, quien ha retomado las cosas donde las dejó el año pasado, cuando terminó segundo en la votación del JMV. Pero a pesar de lo importante que han sido esos tres para el éxito en la primera mitad de los Nacionales, su sexto bateador podría el más peligroso de todos.

Para entender el por qué, consideren un turno al bate a finales de junio ante los Cachorros. Con los actuales campeones en ventaja 2-1 en la parte baja de la séptima entrada y con corredor en primera, Rendón se paró en la baja de bateo para medirse a Carl Edwards, un relevista derecho con buen repertorio que antes de ese partido había permitido apenas 13 hits en 31 entradas. Con el conteo igualado en 2-2, Edwards disparó una recta a 95 mph en la esquina de afuera del plato. Un pitcheo perfecto para un lanzador, pero Rendón lo arruinó con un movimiento de muñeca en el último segundo, conectándolo de foul hacia el lado derecho. Entonces Edwards envió una bola rápida a 96 mph justo por encima de la parte superior de la zona, la que Rendón conectó de foul hacia atrás. Luego de dejar pasar una curva que cayó en el terreno para lleva el conteo a cuenta completa, Rendón conectó el octavo pitcheo del turno - otro rectazo a 96 - y la llevó lejos al jardín izquierdo central, donde aterrizó a 416 pies de distancia para darle ventaja a los Nacionales 3-2. Fue el tipo de pelea a muerte que sus compañeros y los fanáticos en D.C. suelen esperar de parte de Rendón.

"Él es mi chico", dijo el coach de bateo Rick Schu. "Si la Serie Mundial está en juego y uno necesita un golpe y a alguien que exprima un turno al máximo, él es el hombre".

Tengan en cuenta que los Nacionales - quienes han perdido tres veces en tres apariciones en la primera ronda de la postemporada - siguen en búsqueda de su primera aparición en un Clásico de Otoño. Pero si ellos llegan lejos este año, sin duda Rendón será uno de los responsables.

Seleccionado en la primera ronda del sorteo procedente de Rice University, el antesalista de 27 años ya tiene WAR de 3.7 (de acuerdo al portal web favorito de Murphy), líder entre todos los antesalistas y el segundo mejor en la Liga Nacional detrás de Paul Goldschmidt de Arizona. Para estar seguros, parte del valor de Rendón viene de su juego seguro en la esquina caliente, donde sus siete carreras salvadas por la defensiva lo ubican tercero en dicha posición en la LN y cuarto en todo el béisbol. Pero el grueso de su valor viene gracias a su bate, donde se ha convertido en uno de los outs más difíciles en todo el deporte.

"Yo solo intento hacer que el lanzador trabaje más", dijo Rendón, quien en mayo tuvo una batalla campal de 14 lanzamientos ante el nudillista de los Bravos R.A. Dickey que terminó en un boleto y que lo ubica empatado con la aparición en el plato más larga en esta temporada en la Liga Nacional.

Esta temporada, está promediando 4.50 pitcheos por aparición en el plato, la mayor tasa en las mayores. Su habilidad para agotar a los serpentineros rivales viene de la rapidez de sus manos combinada con su trabajo micro enfocado en la caja de bateo. En cualquier día, Rendón tomará de 20 a 25 swings de práctica desde un 'tee'. De todos esos, casi la mitad serán pelotas que él coloca fuera de la zona de strike, cerca de 3 pulgadas fuera de la zona (el diámetro de una pelota). Algunas veces lo coloca arriba y pegado, otras veces abajo y afuera, duplicando las localizaciones que más podría ver en conteo de dos strikes.

"Ese es un tema común para los lanzadores", dijo.

El tema común para Rendón es turnos al bate de calidad que duran tanto, que sus compañeros han tenido que recalibrar por completo sus relojes de juego. El receptor Matt Wieters, quien jugó los primeros ocho años de su carrera en Baltimore, ahora batea detrás de Rendón en Washington. Con los Orioles, Wieters solía pasar los primeros tres pitcheos en el círculo de espera haciendo swing con un bate con pesas. Antes del cuarto lanzamiento, le quitaba la pesa al bate y tomaba su bate regular para prepararse para su turno. Pero en D.C., con Rendón bateando frente a él, rápidamente se dio cuenta que cambiar de bate luego de tres lanzamientos no valía la pena.

"Estaba tomando mi bate regular y no hacía nada con él por un tiempo", dijo Wieters, "así que ahora espero cuatro lanzamientos. Pero ese es un buen problema".

Es mucho mejor que el problema que el ex receptor de Baltimore solía tener con respecto a Rendón.

"Tenía que intentar varios lanzamientos ante él, y era difícil encontrar un pitcheo para poder dominarlo".

Recientemente, ha sido más difícil aún.

Debido a que las manos de Rendón son tan rápidas y su swing es tan compacto, los lanzadores suelen evitar retarlo con lanzamientos pegados que podrían dominar a otros bateadores. De hecho, el 53 por ciento de los ofrecimientos que Rendón ha visto este año han sido en la parte de afuera de la zona, la segunda mayor marca entre bateadores derechos en la Liga Nacional. Así que en el medio de mayo, antes de una serie de tres juegos en Atlanta, Schu sugirió que su carga se debía mover más cerca del plato. De ese modo, esas pelotas en la mitad exterior estarían mucho más cerca del mango del bate, más fácil de halar. Sobre esto Schu dice: "Puede hacer mucho más daño".

Y más daño es exactamente lo que Rendón ha estado haciendo. En su primer juego luego de irse de Atlanta, el toletero que suele hablar pausado llevó consigo un gran madero, al conectar par de jonrones ante Seattle. Le siguió a eso con cuadrangulares en cada uno de sus próximos dos juegos ante los Marineros. Luego de conectar cinco jonrones en sus primeros 41 juegos de la temporada, Rendón se ha ido para la calle 11 veces en sus últimos 36 juegos. Su OPS de 1.117 desde el 23 de mayo es el segundo mejor en la Liga Nacional. Quizás lo más impresionante es que lo ha podido hacer sin abandonar su paciencia sobrenatural.

"Parece tan relajado, tan despreocupado en la caja de bateo", dijo el antesalista de los Cachorros y actual JMV Kris Bryant, quien vio a Rendón lograr seis hits durante la serie de Washington ante Chicago. "Muchos lanzamientos en el borde de la zona, los toma con facilidad y simplemente los ve irse. Todo le sale tan fácil".

¿Cuál es la cosa que no le está saliendo fácil a Rendón? Un viaje al Juego de Estrellas. A pesar de su temporada sobresaliente, cuando se anunciaron los rosters para el Clásico de Mitad de temporada, el antesalista de los Nacionales no apareció en el listado debido a la amplia presencia de talento en su posición, un listado que incluye a Nolan Arenado de Colorado como titular y Jake Lamb de Arizona como reservista. Como resultado de eso, no recibió una invitación para la conferencia de presna del Todos Estrellas el lunes en D.C.

"Es realmente duro para mí el darme cuenta que él no está en esa mesa ahora mismo", dijo Scherzer. "Pienso que está teniendo ese tipo de año. Es uno de los mejores antesalistas en el deporte, y cuidado si no el mejor. Así que es realmente duro para mí sentarme aquí y decirles que no merece ir".

Queda por verse si los fanáticos piensan que Rendón se merece estar ahí. Junto con Bryant, él es uno de cinco jugadores que compiten por el puesto final en el roster de la LN. Los resultados de la votación se anunciarán una vez concluya el proceso el jueves en la tarde. En el interín, Rendón solo puede sentarse y ser paciente.

Afortundamente, él es bien bueno en eso.

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Como cualquiera que haya visto lanzar a Max Scherzer puede afirmar, a este chico le encanta el drama. En un deporte que sigue siendo estóico (lo siento, Bryce), en una posición donde el mejor tiende además a ser el más robótico, Scherzer es un cambio humano con tendencia a ser una bola de emociones que golpea su guante o puede patear el montículo cuando el momento lo requiere. Que fue, en caso que no hayan escuchado, lo que hizo en su más reciente salida: una victoria en la que consiguió empatar un record con 20 ponches y lanzó el partido completo ante los Tigres.

Así que, ¿qué puede hacer Scherzer para superar una actuación como esa? Bueno, estamos a punto de saberlo. El martes en la noche, el as de los Nacionales de Washington estará en el montículo por primera vez desde su histórica actuación de ponches. Mejor aún, se medirá a sus rivales divisionales Mets de Nueva York. En el partido inicial de una crucial serie de tres partidos. Y tendrá de frente a Noah Syndergaard abriendo por Nueva York.

Si llevan las anotaciones en su casa, eso es Mad Max vs. Thor - que es una pelea tan buena, y cuidado si mejor, que la de Batman vs. Superman. O Capitán América vs. Iron Man.

¿Alguien dijo drama?

Antes de que pongan a cocinar sus palomitas de maíz y pongan a vibrar su celular, les presentamos cuatro razones por la que los Mets podrían sufrir una larga noche (y una razón por la que podría no ser así):

1. La historia está de lado de Scherzer. Antes de su festival de chocolates ante Detroit, ha habido solo cuatro ocasiones en las que un lanzador ha logrado 20 ponches en nueve entradas - una vez por Randy Johnson (2001), una vez por Kerry Wood (1998) y dos veces por Roger Clemens (1986 y 1996). Esos tres serpentineros se mantuvieron encendidos luego de esas cuatro salidas, combinándose para lograr marca de 3-0 y efectividad de 1.20 en sus siguientes salidas. En 30 entradas, ellos lograron 43 ponches y solo permitiendo apenas 17 hits.

2. Sin cuidado la carga de trabajo. Sí, los 119 lanzamientos de Scherzer fueron la mayor cantidad que ha hecho en casi un año. Sí, eso lo coloca empatado con la quinta mayor cantidad de pitcheos para un abridor de Grandes Ligas en esta temporada. No, no va a importar. ¿Por qué? Porque Mad Max tiene una gran estámina. Desde el 2009, ha lanzado 119 pitcheos o más en 17 ocasiones. Una de esas llegó en el día final de la temporada, así que para propósitos de evaluar su elasticidad, ignoraremos esa. Pero en 16 aperturas luego de esas salidas con alto conteo de lanzamientos, Scherzer tiene marca de 9-4 con efectividad de 2.07 y WHIP de 0.86, mientras ha promediado 10.3 ponches por cada nueve entradas.

3. Dominio de los Mets. Como demostró en su histórica actuación ante su ex equipo (Detroit), Scherzer es un adicto a la adrenalina que le encantan los juegos grandes. Y en estos días en la División Este de la Liga Nacional, no hay una rivalidad que suba más la temperatura que la de los Nacionales y los Mets. Para sorpresa de nadie, desde que llegó a D.C., el derecho de 31 años ha sido dominante ante Nueva York. En cuatro aperturas, tiene tacaña efectividad de 1.82, un minúsculo WHIP de 0.64, y una asombrosa tasa de ponches a boletos de 41-3.

4. Furia como visitante. Mad Max ha sido dominante contra los Mets, pero como visitante ha sido absolutamente demoledor. Desde que comenzó a utilizar el uniforme de los Nacionales, el ex ganador del Cy Young ha hecho dos salidas en el Citi Field. En su primera apertura en mayo pasado, permitió una carrera y cinco hits en siete entradas, ponchando a 10 y otorgando apenas un boleto. Y esa fue la salida mala. ¿Cuál fue la buena? Esa fue el partido sin hits que tiró en el día final de la temporada 2015. Ustedes saben, el juego en el que ponchó a 17 rivales sin dar un solo boleto, empatando el record de Nolan Ryan de mayor cantidad de ponches en un partido sin hits.

Dicho todo esto, si Scherzer tiene una debilidad en estos días, es el batazo largo. En esta temporada, ya ha permitido 11 jonrones, empatado en el liderato en ese departamento en la Liga Nacional. Además ha permitido 28 cuadrangulares desde el receso del Juego de Estrellas del año pasado, la mayor cantidad en las Mayores y cinco más que el que le sigue en esa lista. En noticias relacionadas, los Mets han tronado sus bates con autoridad: sus 53 cuadrangulares son la segunda mayor cantidad en la Liga Nacional. Así que es enteramente posible que Scherzer se convierta en el primer miembro del club de los 20 ponches que sea apaleado en su siguiente salida luego de hacer historia.

De acuerdo, suficiente con las previas. Es hora de pasar a la acción.

Que alguien ponga a cocinar las palomitas de maíz.

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WASHINGTON - Dado todo el alboroto que ha habido en D.C. en estos últimos días, habría sido fácil olvidarse de Max Scherzer. Pero en cambio, él nos recordó el miércoles que sigue siendo uno de los mejores lanzadores en el deporte.

Enfrentándose a su ex equipo, los Tigres de Detroit, y el único que no había podido vencer, Scherzer ponchó a 20 contrarios, empatando el record de Grandes Ligas para más ponches en un partido de nueve entradas.

Esta actuación prolífica viene luego de una de las peores salidas de Scherzer en su carrera en las mayores, en la que permitió cuatro jonrones y siete carreras limpias a los Cachorros de Chicago. Además viene en medio de una tormenta de ruido blanco en Washington.

El lunes, el actual JMV Bryce Harper fue expulsado en el partido inicial de la serie ante Detroit por discutir con el oficial del plato Brian Knight,y luego le gritó algunas palabrotas a Knight mientras celebraba el cuadrangular conectado por su compañero Clint Robinson para dejar tendido al rival. Al día siguiente, los Nacionales anunciaron una extensión de contrato por siete años y $175 millones al lanzador Stephen Strasburg. Entonces el miércoles, poco antes del partido final de la serie, MLB anunció que Harper había sido suspendido por sus acciones el lunes.

Dos horas más tarde, Scherzer se trepó en el montículo y de alguna forma hizo que todo el mundo se olvidara de eso. Cada persona. Porque eso es lo que hacen los ponches.

"Poder ponchar a 20 rivales", dijo Scherzer luego de la victoria, "es algo sexy."

Es además algo histórico.

El derecho de 31 años se convirtió en apenas el cuarto serpentinero en la historia en retirar 20 bateadores por la vía del ponche en un juego de nueve entradas, uniéndose a Roger Clemens, Kerry Wood y Randy Johnson. Él es el primer lanzador en lograr dicha hazaña desde Johnson, miembro del Salón de la Fama, que lo hizo en 2001.

"Ese es un grupo muy exclusivo", dijo Scherzer, quien además se unió a John Lackey como los únicos lanzadores activos en haber vencido a los 30 equipos de MLB. Portando una camiseta gris y roja de los Nacionales, el as de Washington habló con los medios luego del partido desde el mismo podio en el que, un día antes, Strasburg habló sobre su acuerdo de $175 millones. "Todavía no lo registro, pero es un logro asombroso".

¿Cuán asombroso?

Desde que Johnson lo lograra, hace casi 15 años exactos (8 de mayo de 2001), han ocurrido 46 partidos sin hits. Dos de ellos fueron de la autoría de Scherzer, quien logró un par de partidos sin imparables la pasada temporada, su primera con Washington luego de firmar un acuerdo de siete añs y $210 millones en enero de 2015. A pesar de eso, Scherzer pareció estar en estado de asombro luego de su actuación el miércoles.

"Porque el 20 es un número increíble", dijo Scherzer, cuya cifra máxima anterior en su carrera fueron los 17 que logró en su partido sin hits ante los Mets de Nueva York en octubre pasado. "Hay algo sobre el 20 en este juego. Veinte ponches, 20 victorias - esos son números grandes. El poder salir allá afuera esta noche y lograr uno de esos números, es una hazaña grande".

Y fue más grande aun por el rival que enfrentó.

"Esta noche fue un juego emocional", dijo Scherzer, quien pasó cinco temporadas en Detroit, incluyendo la del 2013, en la que ganó el Cy Young de la Liga Americana. "El poder enfrentar a un ex equipo y a todos esos chicos a quienes respeto mucho por la forma en que juegan y que compiten. Realmente pienso que la forma en que ellos salen allá afuera y juegan el juego, y tener un juego como este ante el calibre de bateadores en ese lado, realmente le pone la cereza al pastel".

Además le pone una carga de electricidad adicional a una multitud de más de 35,000 fanáticos - la segunda más grande en D.C. desde el Día Inaugural - que pasó la mayor parte de las últimas tres entradas de pie, vitoreando cada lanzamiento de Scherzer.

En la séptima entrada, con Washington en ventaja 2-1 y un out y corredores en segunda y tercera leugo de imparables consecutivos, y con la canción del grupo Rush "Tom Sawyer" sonando a todo volume en los altoparlantes del estadio entre cada lanzamiento, el Nationals Park vibró cuando Scherzer ponchó a James McCann y Anthony Gose para cerrar la amenaza y llegar a 15 K's.

En la octava, cuando Scherzer sacó los tres outs por la vía del ponche por tercera ocasión en la noche para llegar a los 18, el nivel de decibeles del estadio aumentó un par de peldaños.

En la novena, cuando Scherzer ya tenía 19 K luego de ponchar a Miguel Cabrera, cuando el primera base Ryan Zimmerman se quedó sin espacio en terreno de foul y falló por poco el atrapar un batazo de Justin Upton que aterrizó en las gradas para poner el conteo en 0-2, la concurrencia pareció alegrarse, sabiendo que el 20 seguía a su alcance. Un pitcheo más tarde, cuando Upton falló en alcanzar un slider de 85 mph, la capital de la nación tembló d emoción.

Para el momento en que todo estaba dicho y hecho, habían muchas K en el pizarrón del estadio, y parecía como si el operador de la misma se hubiese quedado dormido encima de la letra "K" en el teclado.

Luego de eso, Scherzer estaba tan eufórico que pudo bromear sobre permitir otro par de cuadrangulares, elevando su total permitido en la temporada a 11, cifra máxima en la Liga Nacional.

"Pienso que esta será la única vez en la que pueda hablar sobre haber permitido dos jonrones y que tenga una sonrisa tan grande en mi rostro", dijo.

Porque eso es lo que hacen los ponches. Especialmente cuando logras 20 de ellos.

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Max Scherzer ha hecho un ajuste importante en comparación con temporadas anteriores que ha impulsado su dominio este año. Desafortunadamente para los Filis de Filadelfia, quienes se medirán al derecho de los Nacionales de Washington el viernes en la noche - una de sus debilidades está directamente opuesta a la fortaleza de Scherzer.

Scherzer está haciendo lanzamientos en la zona de strike en una proporción bastante alta. Ha lanzado strike en el 71 por ciento de sus pitcheos esta temporada, segundo detrás de Phil Hughes. Cincuenta y seis por ciento de los lanzamientos de Scherzer han sido en la zona de strike, la segunda mayor cantidad en la Liga Nacional.

Por ende, no es sorpresa que Scherzer lidera las mayores en tasa de ponches a boletos (8.8). Es más del doble de su tasa del año pasado.

Los bateadores no han tenido éxito ante los lanzamientos de Scherzer en la zona de strike, aunque, en teoría, esos son los pitcheos que ellos deberían estar bateando.

Échenle una mirada a las zonas de calor de su promedio de bateo en comparación con su tiempo con los Tigres a esta temporada (la imagen mostrada abajo). Los bateadores no están logrando hits cuando Scherzer pitchea en el medio de la zona este año.

Los Filis han bateado para .173 (14-en-81) ante Scherzer en tres aperturas esta temporada. Entre sus problemas están los pitcheos en la zona.

Los Filis se encuentran en el puesto 25 en las mayores en promedio de bateo, y sus 244 carreras los colocan últimos en las mayores.

Lejos en los partidos

Lanzar strikes ha ayudado a Scherzer a llegar lejos en los partidos. Ha promediado 7 1/3 entradas por apertura, la mayor cantidad en las mayores. Ha promediado 3.68 pitcheos por bateador enfrentado; en la temporada pasada ese promedio fue de 4.02.

Scherzer ha lanzado juegos completos en sus pasadas dos salidas luego de haber conseguido apenas uno en sus primeras 210 aperturas en su carrera.

Los bateadores de los Filis promedian 3.73 pitcheos por aparición en el plato, en el puesto 25 en las Grandes Ligas.

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Max Scherzer podría estar jugando un juego de "¿puedes superar esto?" consigo mismo para beneficio de os Nacionales de Washington, porque apenas una salida después de haber ponchado a 16 Cerveceros mientras permitía un solo hit, Scherzer tiró el primer partido sin hits de su carrera a expensas de los Piratas de Pittsburgh, venciéndolos 6-0.

Scherzer fue casi perfecto al máximo, al retirar los primeros 26 bateadores y llevando a dos strikes a José Tábata. Casi casi, y se quedó tan cerca, pero Scherzer lanzó demasiado pegado a Tábata en su séptimo envío del turno en conteo de 2-2, golpeando al jardinero reservista en el protector del codo para perder la oportunidad de completar el primer juego perfecto en el béisbol desde la improbable trifecta de juegos perfectos logrados por Philip Humber, Matt Cain y Félix Hernández en 2012.

La defensiva siempre juega un rol clave en cualquier juego de este tipo, y el partido del sábado no fue la excepción a pesar que este equipo de los Nacionales se ubica en el último lugar en la LN en Eficiencia Defensiva con porcentaje de apenas .661 de convertir las pelotas en juego en outs. La joyita que salvó el partido fue la del intermedista Danny Espinosa para retirar a Pedro Álvarez para cerrar la octava: Con la formación especial a la defensiva puesta para Alvarez, que gusta de jalar la pelota, Espinosa tuvo que moverse mucho hacia su derecha, hacia la segunda base para atrapar una pelota que ya había sobrepasado a Ian Desmond. Espinosa tuvo que recurrir a toda la fuerza de su brazo para sacar de out a Alvarez - y lo logró.

El partido sin hits mejoró la marca de Scherzer a 8-5 y reforzó su caso para colocarse por encima de Gerrit Cole de Pittsburgh por el honor de abrir el Juego de Estrellas por la Liga Nacional ahora que su efectividad anda por 1.76. El apoyo ofensivo - algo que está más allá del control de Scherzer - no ha sido consistente, con los Nacionales anotando apenas 3.8 carreras por juego para él. Fue el sexto juego de la temporada para Scherzer en esta temporada con 10 o más ponches, todos ellos en sus últimos 10 turnos. Con una tasa de ponches de 33.5 por ciento en esa racha, está prácticamente ponchando a un bateador cada tres turnos. Dondequiera que lance en ese partido, se aprovecha de tres a seis bateadores de los que enfrenta.

Scherzer p

udo haber dejado una mala primera impresión con su argumento para que acaben las discrepancias entre las ligas en cuanto al uso del bateador designado, pero vale la pena decir que no tiene otras razones para lamentarse de su decisión de moverse al más viejo de los circuitos. Ahora, el no solo se está quejando ocasionalmente, sino que está elevando su queja formal, y las únicas personas que lamentan eso son los 29 equipos que no lo pueden tener en su roster.

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Cuando pensábamos que veríamos un trabuco cubano en el próximo Clásico Mundial de Béisbol del 2017, con sus mejores figuras que hoy brillan en las Grandes Ligas, un alto funcionario de la isla le echó un balde de agua fría a los más optimistas.

En un encuentro con la prensa deportiva cubana, el vicepresidente del Instituto Nacional de Deportes, Educación Física y Recreación (INDER), Jorge Polo, regresó al lenguaje de barricada de la Guerra Fría al calificar de "traidores" a los peloteros que abandonaron el país para perseguir el sueño de las Grandes Ligas y dijo que no tendrán la oportunidad de volver a vestir la camisa de la selección nacional.

Polo dijo que las autoridades deportivas están listas para insertar a sus peloteros en cualquier certamen foráneo, incluidas las Grandes Ligas de Estados Unidos, aunque reconoció que hasta ahora no ha habido acercamiento alguno al respecto.

En las declaraciones del funcionario hay evidentes contradicciones. Quieren exportar peloteros a las Ligas Mayores, pero le niegan el derecho de integrar la selección a los que ya juegan al máximo nivel del béisbol.

La idea de Cuba es simple y clara: el Estado quiere actuar como agente único de sus peloteros, decidir en qué equipos los coloca y llevarse una tajada brutal de sus salarios, mucho mayor de lo que cualquier otro jugador le pagaría a un representante, aunque sea el mismísimo Scott Boras.

Los que ya se fueron se les escapan de ese control y los castigan de esta manera, a pesar de que la mayoría de los ligamayoristas han expresado en reiteradas ocasiones su disposición a jugar en el equipo nacional.

Digamos las cosas por su nombre: lo que quiere Cuba es, simplemente, esclavismo. El dueño muestra a sus esclavos en el mercado y los explota groseramente, sin importar para nada la opinión del jugador.

Para muestra, un botón: Alfredo Despaigne, Yulieski Gurriel, Frederich Cepeda y Héctor Mendoza, todos insertados en la liga japonesa, llevan casi dos años sin descanso, pues tras jugar en el país asiático, tuvieron que incorporarse a sus respectivos equipos provinciales, luego ir a los Centroamericanos y del Caribe en Veracruz y ahora a la Serie del Caribe como refuerzos del campeón Pinar del Río.

Tras el clásico caribeño, de vuelta a terminar la Serie Nacional y de ahí para la próxima campaña en Japón... hasta que un día se les acabe la gasolina y el INDER los deseche.

Desde que Barack Obama y Raúl Castro anunciaron el 17 de diciembre que restablecerían relaciones, las Grandes Ligas manifestaron su interés en el mercado cubano, bastante virgen ahora, pero que por los primeros 60 años del siglo XX fue la principal fuente de peloteros extranjeros en Estados Unidos.

El día en que se produzcan los primeros contactos entre directivos beisboleros de ambos países, las Grandes Ligas -- y sobre todo la Asociación de Peloteros -- deberán proteger los derechos de los que vengan de Cuba, para que compitan en igualdad de condiciones que estadounidenses, canadienses, dominicanos, venezolanos, mexicanos, japoneses o de dondequiera que sean.

Las negociaciones en materia de béisbol podrían ser complicadas, como lo ha sido el diálogo político que esta semana iniciaron en La Habana funcionarios diplomáticos de Cuba y Estados Unidos.

Pero nadie dijo que sería fácil. Seis décadas de enemistad no se arreglan con un simple estrechón de manos.

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Con la firma de Max Scherzer, los Nacionales de Washington se reafirmaron como el equipo con la mejor rotación de abridores para la temporada del 2015.

Ya los capitalinos contaban con un staff de lujo para iniciar sus partidos, con Jordan Zimmermann, Stephen Strasburg, Doug Fister, Gio González y Tanner Roark, pero la llegada de Scherzer es la guinda encima del pastel.

Uno de los cinco que ya estaban debe, o irse para el bullpen, o ser canjeado antes del inicio de los entrenamientos primaverales.

La primera opción no parece factible, mientras que la segunda le daría a la gerencia la posibilidad de buscar un bate de poder para una ofensiva que luce como el lado flaco del equipo.

Pero, ¿quién sería esa moneda de cambio?

A primera vista, dado el hecho de que se convertirán en agentes libres al finalizar la campaña, los candidatos serían Zimmermann o Fister.

Eso sería pensando en términos puramente de negocios. Antes de perderlos en la agencia libre, mejor conseguir primero algo a cambio para beneficio del equipo.

Pero los Nacionales del 2015 están apostando en grande, con la vista puesta en la Serie Mundial y Zimmermann y Fister son dos piezas claves que podrían ayudar a que el clásico de octubre regrese a la capital del país por primera vez desde 1933.

Roark parece seguro para quedarse, pues además de haber sido una revelación en el 2014, está atado al equipo hasta el 2020, con un salario inferior al millón de dólares.

Entonces las opciones serían el zurdo cubanoamericano González o Stasburg.

Gio ha ido de más a menos desde que en el 2012 lideró la Liga Nacional con 21 victorias, la misma cantidad de ganados que acumuló entre el 2013 y 2014 juntos, aunque su condición de zurdo le daría ventaja en una rotación plagada de derechos.

Strasburg tuvo un buen rebote el pasado año, con 14-11, efectividad de 3.14 y líder en ponches del viejo circuito con 242, pero la gerencia mencionó su nombre primero que cualquier otro entre los posibles canjeables.

Uno se tiene que ir, porque a pesar de tener la mejor rotación de todo el béisbol ahora mismo, el equipo tiene carencias notables en el bullpen, sobre todo después de la salida de Tyler Clippard, cambiado a los Atléticos de Oakland por Yunel Escobar.

Y Washington necesita ofensiva. Ya no está Adam LaRoche, Jayson Werth podría no estar listo para el comienzo de la campaña y Bryce Harper ha quedado a deber, después de despertar tantas expectativas desde su debut en el 2012.

Ian Desmond y Anthony Rendón son ahora mismo tal vez los bates más seguros y consistentes de los Nacionales, pero ni siquiera estamos hablando de bateadores de 30 jonrones y 100 impulsadas, aunque tengan el potencial para hacerlo en algún momento.

El veloz Denard Span es el hombre proa indiscutible de la alineación, pero jamás ha llegado a los 200 imparables en sus siete años de carrera y su tope en bases robadas es 31, en el 2014.

Sí, Washington tiene una rotación abridora como ningún otro equipo, pero aunque eso lo convierta en favorito, al menos en la división Este, no se ve como la maquinaria perfecta para arrasar con sus rivales.

Más redondeados lucían los Filis de Filadelfia del 2012, con Roy Halladay, Cliff Lee, Cole Hamels, Kyle Kendrick y Joe Blanton como abridores y Jimmy Rollins, Hunter Pence, Ryan Howard y Shane Victorino, entre otros toleteros. A duras penas lograron jugar para .500 (81-81).

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