1.- Javier Báez (Chicago Cubs)
El puertorriqueño de los Cubs es sencillamente el pelotero más divertido de ver en todas las Grandes Ligas. Divertido y espectacular. No por gusto lo apodan "El Mago". Siempre tiene un truco debajo de la manga, lo mismo con el bate, que con el guante o en el corrido de las bases. Con 27 años recién cumplidos, posiblemente no hayamos visto todavía lo mejor de Javier Baéz.2.- Ronald Acuña Jr. (Atlanta Braves)
¿Cuál es límite para el talentoso jardinero venezolano? ¿El cielo? Acuña Jr. ha dejado claro su objetivo para la campaña del 2020: convertirse en el primer jugador 50-50 (50 jonrones y 50 bases robadas. El año pasado, en su segunda temporada en las Mayores, se quedó a tres robos de ser el quinto pelotero 40-40. La meta es difícil, pero con que sólo lo intente, ya valdrá la pena seguirlo día a día en su progreso.3.- Luis Robert (Chicago White Sox)
4.- Luis Arráez (Minnesota Twins)
Si lo que mostró en el 2019 es real, el segunda base venezolano de los Twins es un firme candidato a ganar el título de bateo de la Liga Americana. Arráez tuvo average de .334, con 109 imparables en 326 turnos, apenas un punto menos que Tim Anderson, el líder de los bateadores del joven circuito, aunque sin las veces requeridas. Su promedio de embasamiento fue de .399, con un slugging de .439. El 23 por ciento de sus hits fueron extrabases (20 dobles, un triple y cuatro jonrones) y recibió más boletos (36) que ponches (29).5.- Félix Hernández (Atlanta Braves)
Es difícil creer que uno de los mejores lanzadores que ha tenido las Grandes Ligas en lo que va de siglo XXI esté acabado a los 33 años. Lo cierto es que desde que cumplió 30 fue como si le hubieran apagado un interruptor, pues en sus tres últimas campañas tuvo récord de 15-27 y efectividad de 5.42 en 314 entradas, mientras que en sus primeras 12 temporadas dejó balance de 154-109 y promedio de limpias de 3.16. Tal vez lo que necesitaba el venezolano era cambiar de aires, después de jugar 15 contiendas en Seattle. Quizás lo veamos incluso lanzar en playoffs, la asignatura pendiente en la carrera del Rey Félix.6.- Miguel Cabrera (Detroit Tigers)
7.- Yoenis Céspedes (New York Mets)
El cubano le ha robado hasta ahora el dinero a los New York Mets. En sus tres primeros años de un contrato de cuatro cobró 73 millones de dólares y apenas participó en 119 partidos (81 en el 2017, 38 en el 2018 y ninguno en el 2019). El equipo consiguió una notable rebaja del salario que devengaría Céspedes en el 2020, al bajar de 29 a seis millones, más incentivos. El pelotero llegó a los campos de entrenamiento más cerrado que una tumba, negado a conceder entrevistas y dispuesto a que su bate hablara por él en la temporada. Luego suavizó y dijo a los medios su disposición a estar listo para el Día Inaugural y recuperar todo el camino perdido. El talento le sobra, aunque la salud no lo ha acompañado y ya son 34 años en las costillas. Si está saludable y logra ser el pelotero que fue, será de gran ayuda para los Mets y una diversión ver de nuevo sus kilométricos jonrones y certeros disparos desde los jardines.8.- Chris Sale (Boston Red Sox)
El zurdo Chris Sale tuvo en el 2019 la peor temporada de su carrera, con registro de 6-11 y efectividad de 4.40. Desde que se estableció como un abridor estelar en el 2012, nunca tuvo números tan bajos en aperturas (25) e innings lanzados (147.1). De hecho, se perdió por primera vez en ocho años ser invitado al Juego de las Estrellas. Los Boston Red Sox esperan desesperadamente un rebote de su astro, sobre todo después de ceder al también zurdo David Price a Los Angeles Dodgers y pasarse de tacaños en el arbitraje salarial con el venezolano Eduardo Rodríguez, hecho que podría haber dañado la relación entre el pitcher y el equipo.9.- Gerrit Cole (New York Yankees)
El pitcher mejor pagado de la historia tiene ahora la oportunidad de hacer realidad un sueño de su infancia: jugar para los Yankees. Ahora bien. No es lo mismo lanzar en Yankee Stadium que en el Minute Maid Park. No es lo mismo encabezar la rotación del equipo más emblemático de todas las Grandes Ligas, que ser el segundo de los Houston Astros, con Justin Verlander por delante. Pero hoy mismo, Gerrit Cole es tal vez el mejor lanzador que hay y tiene por delante el reto adicional de liderar a un grupo que ya perdió a Luis Severino por toda la campaña y a James Paxton por las primeras semanas de temporada.10.- Los Houston Astros
No es uno, sino varios. José Altuve, Carlos Correa, Alex Bregman, George Springer, Yuli Gurriel ...todas las principales figuras de Houston estarán bajo la lupa este año. Nadie duda de su talento, pero muchos queremos ver si sus números anteriores son legítimos y si pueden repetirlos en el 2020, sin trampas, ni ayudas adicionales.Comentarios
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Ganar es la aspiración máxima del ser humano en cualquier actividad en que se involucre. En las Grandes Ligas del béisbol de Estados Unidos, ganar la Serie Mundial de octubre es la meta de los 30 clubes cuando abren sus campamentos de entrenamientos en febrero.
Pero por diversas razones, algunos conjuntos sienten una mayor presión de hacer todo lo posible de conseguir el objetivo en un momento en particular, antes que el viento comience a soplar en otra dirección. Sin entrar en detalles de los escenarios de los 30 clubes, estos son los cinco que más presión tienen para la temporada de MLB del 2020.
Los Dodgers poseen grandes recursos económicos, un tremendo roster en Grandes Ligas y una sólida base organizacional, pero incluso en medio de ese adorable panorama, para sus directivos, jugadores y aficionados, la ausencia del anhelado séptimo trofeo del comisionado genera una sombra sobre Chavez Ravine, que es capaz de oscurecer cualquier otro logro reciente.
La urgencia de los Dodgers se podría representar en la figura del gran lanzador Clayton Kershaw, un futuro miembro del Salón de la Fama que ha ganado tres Cy Young, una pila de títulos divisionales y muchisimo dinero, pero que se prepara para la penúltima temporada de su actual contrato, sabiendo que cada vez son menores sus probabilidades de ser campeón antes de quitarse el uniforme azul definitivamente.
2- New York Yankees: En el exigente planeta Yankee, más de una década sin destapar el champagne viene siendo casi lo más parecido a una eternidad.
Y haber estado tan cerca en las tres temporadas anteriores (Nueva York perdió la Serie de Campeonato de la Liga Americana ante los Houston Astros en 2017 y 2019 y fue eliminado por los Boston Red Sox en las Series Divisionales del 2018) agrega más leña al fuego. Los Yankees, que ganaron por última vez en el 2009, tendrán que ser muy creativos para reforzar su pitcheo abridor, su evidente mayor debilidad, sin disparar mucho una nómina salarial que ya ronda el máximo permitido antes de pagar impuesto de lujo.
El equipo superó las 100 victorias en la serie regular en las primeras dos temporadas del manager Aaron Boone y ha participado en los playoffs en cuatro de los últimos cinco años y en siete de 10, pero por no haber ganado la Serie Mundial, todo eso es irrelevante para los miembros de la nación Yankee.
Los resultados determinaron el despido del manager Gabe Kapler, quien posteriormente fue nombrado por los San Francisco Giants, y la contratación del veterano Joe Girardi, el ex piloto de los Yankees que ganó la Serie Mundial del 2009 (a los Filis) y promedió 91 victorias durante sus 10 años en el Bronx.
Para Girardi y los Filis, que ya están metidos en negociaciones para extender el contrato de JT Realmuto, el catcher más completo de las ligas mayores hoy en día, la misión del 2020 es ganarlo todo, al menos en la Liga Nacional. Cualquier cosa por debajo de eso, será fracaso para ellos. Y Girardi, y el gerente general Matt Klentak lo saben.
4. New York Mets: En el primer año del nuevo gerente general Brodie Van Wagenen, los Mets tuvieron marca de 86-76, apenas su tercera temporada positiva de las últimas 11. Antes de arrancar, Van Wagenen realizó una serie de movimientos que convirtieron a los asombrosos de Queens en una franquicia más creíble.
Ahora Nueva York será dirigido por el ex jardinero puertorriqueño Carlos Beltrán, quien recibe un roster con un par de interrogantes, pero con un sólido núcleo de lanzadores, que lidera el ganador del Cy Young de la Liga Nacional, Jacob deGrom, en las últimas dos temporadas.
Los Mets, que no ganan desde 1986 (33 años, la novena racha más larga sin celebrar en MLB), entrarán al 2020 con la urgencia de aprovechar el junte de deGrom con Noah Syndergaard, Marcus Stroman y Steven Matz en la rotación abridora.
La otra mitad de la presión procede del hecho, a veces subestimado, de que los Mets no juegan en Suva (Fiji), ChiangMai (Tailandia) o Luanda (Angola), sino en Nueva York, la capital del mundo. Aunque muchos lo ignoren, los Mets juegan en la misma exigente y sofocante ciudad donde juegan los Yankees.
5- Houston Astros: En las últimas tres temporadas, los Astros ganaron más de 100 partidos en la vuelta regular, disputaron la final de la Liga Americana, acudieron a dos Series Mundiales (2017 y 2019) y conquistaron, en el 2017, el primer campeonato en la historia de la franquicia.
Desde el punto de vista de logros, en realidad, Houston no debería sentir ninguna presión.
Pero el escándalo que arropa a los Astros, que están siendo investigados por alegaciones de uso de tecnología para robar ilegalmente las señas de sus rivales, de alguna manera manchará las recientes conquistas del club, especialmente si la oficina del comisionado llegara a comprobar que es algo que ocurrió consistentemente en el período entre 2017 y 2019.
Sin importar las implicaciones de la investigación de MLB, en el 2020, Houston estará forzado a igualar o mejorar su desempeño de las tres campañas anteriores para demostrarle al mundo que su éxito no fue el fruto de un esquema de trampa y para evitar que una merma, sea usada por sus rivales como una confirmación de lo anterior.
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Cada vez cuentan menos los triunfos a la hora de elegir al ganador del galardón que lleva el nombre del pitcher con más victorias en la historia del béisbol.
Jacob deGrom, de los New York Mets, ganó el premio Cy Young de la Liga Nacional por segundo año consecutivo, un hito que solamente lograron antes otros diez lanzadores de ambos circuitos.
A pesar de que su balance de victorias y derrotas fue de 11-8, deGrom lideró la Liga Nacional en ponches (255), ocupó el segundo lugar en efectividad (2.43), empató en primer lugar en WHIP (0.97) y fue tercero en entradas lanzadas (204).
Fue asimismo apenas uno de seis tiradores en lograr al menos 250 abanicados y efectividad inferior a 2.50 en campañas seguidas.
El derecho de los Mets consiguió 29 de 30 votos de primer lugar, para aventajar claramente al zurdo coreano Hyun-Jin Ryu, de Los Angeles Dodgers, y al diestro de los Washington Nationals, Max Scherzer, quienes terminaron empatados en el segundo puesto.
De esta manera se une a la exclusiva lista de ganadores consecutivos del Cy Young, que incluye a los miembros del Salón de la Fama de Cooperstown Sandy Koufax (1965-66), Jim Palmer (1975-76), Greg Maddux (1992-95), Randy Johnson (1999-2002) y Pedro Martínez (1999-2000).
Completan la relación Denny McLain (1968-69), Tim Lincecum (2008-09), Clayton Kershaw (2013-14), Scherzer (2016-17) y Roger Clemens, quien lo logró en par de oportunidades, en 1986-1987 y 1997-1998.
Por su parte, Justin Verlander se impuso a su compañero de equipo Gerrit Cole y se llevó el premio en la Liga Americana.
Ambos lanzadores de los Houston Astros tuvieron una temporada muy pareja, en la que fueron 1-2 en casi todos los departamentos estadísticos.
Verlander fue primero en triunfos (21), WHIP (0.80) y entradas lanzadas (223), en tanto terminó segundo en efectividad (2.58) y ponches propinados (300), departamentos que encabezó Cole con 2.50 y 326, respectivamente.
Charlie Morton, ex lanzador de Houston que ahora trabaja para los Tampa Bay Rays, fue tercero en los sufragios y desde que se anunciaron los finalistas se sabía que no tenía ninguna posibilidad de superar a los otros dos.
Para Verlander fue el segundo galardón en su carrera, pues anteriormente lo consiguió en el 2011 con los Detroit Tigers, cuando además fue nombrado Jugador Más Valioso de la Liga Americana.
Y en tres ocasiones concluyó segundo en la votación, incluido el año pasado, así como en 2012 y 2016. Cualquiera de los dos, Verlander o Cole, lo merecía, al punto que muchos soñaban con que se produjera un improbable, pero no imposible empate en la puntuación, para que compartieran el premio.
Pero al menos en esto del Cy Young, no hubo ni sorpresas, ni polémicas, como esa suerte de calma que antecede la tormenta que se avecina cuando el jueves sean anunciados los Jugadores Má
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Este lunes se anunciaron los tres finalistas en cada una de las categorías de los premios que concede la Asociación de Escritores de Béisbol de América (BBWAA).
Pero como casi siempre pasa, no son todos los que están, ni están todos los que son.
En sentido general, los elegidos para optar por los galardones de Jugador Más Valioso, Novato del Año, Cy Young y Manager del Año reúnen los merecimientos, pero al menos hay tres omisiones imperdonables.
No hubo sorpresas entre los candidatos al Cy Young: Jacob deGrom (New York Mets), Max Scherzer (Washington Nationals) y Hyun-Jin Ryu (Los Ángeles Dodgers) por la Liga Nacional y Charlie Morton (Tampa Bay Rays) y Gerrit Cole y Justin Verlander, ambos de los Houston Astros, por la Americana.
Novato del Año
Pete Alonso, de los Mets, y el cubano Yordan Álvarez, de los Astros, deberían ganar de manera unánime el premio como mejores debutantes en el viejo y joven circuitos, respectivamente.
A Alonso, nuevo recordista de jonrones para un novato, con 53, lo acompañan por puro trámite Mike Soroka, lanzador de los Atlanta Braves, y el dominicano Fernando Tatis Jr, campocorto de los San Diego Padres.
Pero al primera base de Nueva York no hay quien le escatime un voto.
Lo mismo ocurre con Álvarez, quien fue una revelación a niveles históricos, que inscribió su nombre al lado de leyendas como Mickey Mantle y Joe DiMaggio.
Pero dejar fuera del trío de finalistas al dominicano Eloy Jiménez, de los Chicago White Sox, es un despropósito.
Jiménez fue el debutante de la Americana con más bambinazos (31) y carreras impulsadas (79), en tanto su OPS de .828 fue el tercero más alto, solamente superado por el favorito Alvarez (1.067) y Brandon Lowe, de los Rays (.850), quien figura entre los tres escogidos.
El lugar que merecía el dominicano lo ocupa el lanzador zurdo de los Baltimore Orioles John Means, quien tuvo una buena primera temporada, con balance de 12-11 y efectividad de 3.60, a pesar de estar en el segundo peor equipo de todas las Grandes Ligas.
Pero a nivel de novatos, Jiménez fue líder en esos dos importantes departamentos de vuelacercas y remolques, que debía pesar más.
Manager del Año
Mientras que en la Liga Americana nadie hizo más méritos que Aaron Boone (New York Yankees), Kevin Cash (Tampa Bay) y Rocco Baldelli (Minnesota Twins), en el trío de la Nacional hay otra omisión imperdonable.
No porque haya ganado la Serie Mundial, pues la votación cierra el último día de la campaña regular y los resultados de la postemporada no cuentan para nada, pero Dave Martínez debía estar entre los finalistas.
Su indiscutible valor está en haber sabido aglutinar a un equipo que estaba al borde del precipicio en mayo y llevarlo a una increíble recuperación para avanzar a la postemporada como wildcard, en una división en la que los favoritos no eran los Washington Nationals, que habían perdido en la agencia libre a su principal figura de los últimos años.
El trío de escogidos son Mike Shildt, de los St. Louis Cardinals, Craig Counsell, de los Milwaukee Brewers, y Brian Snitker, de los Braves.
MVP
Entre los finalistas MVP viejo circuito no hubo sorpresas, pues nadie fue mejor que Cody Bellinger (Dodgers), Anthony Rendón (Washington) y Christian Yelich (Milwaukee).
Pero que D.J. LeMahieu no esté entre los tres candidatos de la Americana, junto a Mike Trout (Los Ángeles Angels) y Alex Bregman, es sencillamente escandaloso.
LeMahieu encarnó en la más amplia extensión el significado de la palabra Valioso. Sin él, difícilmente los Yankees hubieran llegado a donde llegaron, cuando el equipo era un verdadero hospital y él se lo echó al hombro, lo mismo en segunda base, que en la antesala o la inicial.
¿Marcus Siemen? ¿En serio? Ya lo último que falta es que sea quien se lleve el galardón.
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En su último año como jugador, con los Houston Astros en el 2017, los peloteros más jóvenes del equipo trataban de usted a Carlos Beltrán.
Un año antes, cuando los New York Yankees lo transfirieron a los Texas Rangers a mitad de temporada, el gerente general Brian Cashman consultó al propio Beltrán antes de tomar la decisión.
Fueron señales del respeto que el puertorriqueño se ganó a lo largo de su extensa y exitosa trayectoria en las Grandes Ligas.
Ahora, los New York Mets han nombrado como su nuevo manager al reconocido jugador, quien está en el tiempo de espera requerido para recibir la llamada del Salón de la Fama de Cooperstown.
¡Bien por los Mets!
Beltrán jugó para esta franquicia siete de sus 20 años en las Mayores, entre el 2005 y el 2011, donde ganó un merecido prestigio entre la exigente fanaticada de la Gran Manzana.
Luego de que Alex Cora ganara en el 2018 la Serie Mundial con los Boston Red Sox y recientemente lo hiciera Dave Martínez, con los Washington Nationals, los boricuas parecen estar de moda.
Apenas había colgado los spikes, cuando los Yankees entrevistaron a Beltrán para el puesto de mánager que terminó llevándose Aaron Boone.
Ahora el otro equipo de Nueva York apuesta a él para cambiar el rumbo de la franquicia.
A pesar de que nunca ha dirigido, esta parece ser la mejor opción posible. De hecho, Cora ganó la corona el año pasado en su primer año como dirigente.
¿Por qué acudir a mentores reciclados, con largas carreras sin ganar nunca nada?
No más Buck Showalter o Dusty Baker, nombres que siempre salen a relucir cuando un equipo anda en la búsqueda de nuevo director.
Además, con la decisión de los Mets se enmienda un reclamo de muchos años para que los latinos, imprescindibles desde hace tiempo como jugadores, sean promovidos también a cargos directivos y gerenciales.
Pero el boricua conoce cada secreto del juego al que dedicó dos décadas de su vida al más alto nivel.
En sus manos tendrá una plantilla que mezcla juventud y veteranía, encabezada por Jacob deGrom y Pete Alonso.
Los grandes managers alguna vez fueron debutantes. Llegó la hora de que Beltrán comience a labrarse desde el puente de mando una carrera tan gloriosa como la tuvo de jugador.
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Ya están listos los cinco equipos de la Liga Nacional que irán a la postemporada y parecen casi definidos los clasificados por la Americana a la fiesta de octubre, pero cuando nos encaminamos al último fin de semana del calendario regular, todavía queda tela por donde cortar.
En el viejo circuito, los Atlanta Braves y Los Angeles Dodgers aseguraron hace rato sus respectivos banderines divisionales del Este y el Oeste, mientras que los St. Louis Cardinals, los Washington Nationals y los Milwaukee Brewers ya aseguraron sus boletos a los playoffs.
Sin embargo, los Cardenales, líderes en la división central, todavía no terminan de finiquitar ese asunto y los Cerveceros podrían darle alcance y enviarlos al infartante partido entre comodines ante los Nacionales.
St. Louis (90-69) exhibe una ventaja de juego y medio sobre Milwaukee (88-70), que tiene un partido más por celebrar.
Los Cerveceros son el equipo más caliente de la actualidad en la Nacional, con diez triunfos en sus últimos 11 choques y 13 en 15 desde que perdieron a su estrella Christian Yelich por una lesión el 10 de septiembre en Miami.
Lo interesante de la tropa que comanda Craig Counsell es la manera en que se ha comportado el cuerpo de lanzadores en esta recta final.
En diez de esos últimos 11 partidos, los serpentineros de Milwaukee han tolerado tres o menos carreras, mientras que sus bateadores han producido 56 anotaciones.
A los Cerveceros les resta un partido este jueves en Cincinnati y tres choques en Colorado, mientras que los Cardenales recibirán en casa durante viernes, sábado y domingo a los Chicago Cubs.
Pero suponiendo que St. Louis consiga aguantar la presión y termine coronándose en la división central, a Milwaukee le queda el incentivo de tratar de luchar por el primer comodín que ahora ostenta Washington con un juego de ventaja.
El orden de los wildcards es clave, pues define cuál de los dos juega en su casa el partido de muerte súbita.
El equipo de la capital tendrá un fin de semana complicado, con una serie interligas contra los Cleveland Indians, el único de los 30 equipos que ahora mismo está fuera del cuadro de clasificados, pero que todavía conserva opciones de entrar al baile.
Antes, los Nacionales deberán celebrar un choque este jueves ante los Philadelphia Phillies y ante el sentido de urgencia, el manager Dave Martínez echará mano en tres de esos cuatro desafíos a sus tres caballos de la lomita.
Stephen Strasburg va contra los Filis y Patrick Corbin y Max Scherzer abrirán sábado y domingo, respectivamente, contra la Tribu, con el novato Austin Voth intercalado en el primer juego de la serie el viernes.
El tener que apelar a estos tres astros en esta recta final deja a Martínez con pocas opciones para el juego de comodines del próximo martes: o va con Strasburg con un día menos de descanso o se las juega todas con el veterano venezolano Anibal Sanchez.
Desde que esta franquicia nació en 1969 con el nombre de Expos, en la ciudad canadiense de Montreal, nunca ha podido pasar de la primera ronda en las cinco ocasiones anteriores en que clasificó a la postemporada.
En 1981, los Expos perdieron la serie de campeonato de la Liga Nacional (entonces no había playoffs divisionales) contra los Dodgers.
Desde que se mudaron a Washington en el 2005, los Nacionales perdieron las series divisionales del 2012, 2014, 2016 y 2017.
Tres por dos boletos en la Americana
En el joven circuito, los Minnesota Twins recién se coronaron en la división central y todo indica que rivalizarán en la primera ronda ante los New York Yankees, campeones del Este, ya que los Houston Astros, reyes del Oeste, se han despegado en la lucha por el mejor récord de todo el béisbol.
Los Astros (104-54) cierran su calendario con una serie de cuatro encuentros de jueves, viernes, sábado y domingo contra Los Angeles Angels en Anaheim.
Los Yankees (102-57) se van hasta Arlington para sus tres partidos finales ante los Texas Rangers.
Y entonces queda la batalla por los comodines, que ahora mismo tienen en la mano los Oakland Athletics (95-63) y los Tampa Bay Rays (95-64), con apenas media raya de diferencia entre ambos.
A Oakland le faltan cuatro juegos entre jueves y domingo con los Seattle Mariners y a los Rays tres con los Toronto Blue Jays.
Para ambos conjuntos son cruciales estos desafíos no sólo para resistir los embates de los Indios, sino para ver cuál de los dos juega como home club el juego de vida o muerte del próximo miércoles.
Por su parte, Cleveland la tiene muy difícil, aunque no imposible, pero esa diferencia de 1.5 se hace enorme, dado el poco camino que queda por recorrer.
Los Indios recibieron una valiosísima ayuda de último momento con la reincorporación del dominicano José Ramírez, cuando se pensaba que estaría fuera de acción hasta el 2020.
En dos partidos desde que regresó lleva tres jonrones y ocho carreras impulsadas en seis turnos.
Pero la derrota que sufrió Cleveland el miércoles en la noche ante los Chicago White Sox podría haber sido la más costosa de toda la temporada.
A Terry Francona y compañía le falta un último partido contra Chicago el jueves y los tres de la serie interligas ante los Nacionales, que será, sin dudas, la más dramática de todas las del fin de semana.
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Del béisbol que se jugaba hace 20 años apenas queda un recuerdo.
Entonces, los managers tenían más autoridad, aplicaban múltiples estrategias y el juego era tácticamente más rico.
También era la época en que el uso de sustancias para mejorar el rendimiento deportivo era rampante y muchos peloteros parecían más linieros de la NFL que beisbolistas.
Para bien, el tema de los esteroides se atajó con una política cada vez más restrictiva que si bien no logró eliminar el problema por completo, lo limitó a unos pocos que siempre intentarán burlar al sistema.
Pero en las últimas dos décadas —o más específicamente, en los pasados diez años— el béisbol se empobreció en muchos sentidos, tanto desde el punto de vista estratégico, hasta del entendimiento por los fanáticos, confundidos con nuevos análisis estadísticos que buscan —y no siempre encuentran— la excelencia atlética.
Olvidemos por un momento las pelotas adulteradas del 2019, con todo y que el comisionado Rob Manfred insista en negarlo, que han traído como resultado una explosión jonronera inédita, mayor aun que en la era de los esteroides y que ha inflado los números de muchos bateadores que en otros tiempos ni soñaban con disparar tantos bambinazos.
El juego se ha simplificado tanto que ya sólo importa enviar la pelota más allá de las cercas.
Los sencillos, dobletes y triples ya han pasado a un segundo plano y ni hablar de intentar ganar una base extra con un robo o adelantar un corredor con un toque de sacrificio.
Y de igual manera, a la par de los vuelacercas, han subido los abanicados.
Es o todo o nada. O jonrón o ponche.
Pero, aunque parezca una paradoja, este béisbol de ahora es menos ofensivo, a juzgar por las estadísticas, tanto las tradicionales, como las sabermétricas, a pesar de esta hemorragia de cuadrangulares única en la historia.
Si comparamos los promedios por juego de la temporada de 1999 con la que está a punto de concluir, observamos que las únicas cifras que han subido son las de jonrones y los chocolates.
Morir por la vía de los strikes no es un out más, como algunos pretenden hacer ver. Poncharse anula por completo la posibilidad de jugada y le da una bocanada de oxígeno al lanzador.
Hace 20 años, los bateadores se tomaban 6.41 ponches por juego. Ahora lo hacen en 8.77 ocasiones.
Dos décadas atrás, se disparaban 1.14 bambinazos por choque, cifra que se ha elevado a 1.40 en el 2019.
Pero más vuelacercas no necesariamente implican más carreras, sino que es la manera más directa de producir una anotación.
Volvamos dos décadas atrás en el tiempo y observemos los diferentes promedios en otros indicadores y a su lado, entre paréntesis, los indicadores del 2019.
En los partidos se anotaban como media hace 20 años 5.08 carreras, mientras que ahora son solamente 4.84.
En 1999 se bateaban 9.15 imparables por encuentro (8.66 hoy), los dobles eran 1.80 (1.76), triples 0.19 (0.16), bases robadas 0.70 (0.47), los sacrificios de toques 0.33 (0.16). El average promedio de las Grandes Ligas fue de .271, mientras ahora es de .253.
Aunque la sabermetría valora más el porcentaje de embasamiento, hace 20 años la gente llegaba más a las almohadas, con un OBP de .345 por .323 en la actualidad.
Esas diferencias decimales, si bien a simple vista pueden parecer ínfimas, cuando se multiplican por los más de 4.800 juegos que componen el calendario regular hacen números globales muy superiores.
Entonces, esta simplificación del juego, esta apuesta a todo o nada entre el jonrón y el ponche, está alejando al público de los estadios.
En 1999, todavía fresca en la memoria de los fanáticos la huelga de 1994, la asistencia total en temporada regular superó los 70 millones.
A menos de una semana para que concluya la presente contienda, la cifra anda en poco más de 66 millones, la menor desde 1997.
A eso súmenle la pobre promoción que la actual administración de las Grandes Ligas le hace al béisbol.
¿Desde hace cuánto tiempo no vemos a un pelotero protagonizando un anuncio comercial en televisión, como hacen los deportistas de la NFL o la NBA?
Si mi memoria no me falla, el último fue Derek Jeter a principios de los 2000, quien participó en un anuncio de Gillette junto al golfista Tiger Woods y otros atletas de diferentes disciplinas.
No es extraño entonces que los beisbolistas no aparezcan casi nunca en la lista de ESPN de los 100 deportistas más famosos del mundo, a pesar de ser un juego que practican más de 65 millones de personas en 140 países de todo el planeta.
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Cuando se abra el mercado de agentes libres después de la Serie Mundial, el antesalista Anthony Rendón será una de las piezas más cotizadas, pues al parecer, los Washington Nationals no tienen intenciones de retenerlo.
Obviamente, los Nacionales le harán una oferta calificada e incluso le presenten un contrato sobre la mesa, como dicta el protocolo, que quizás Rendón termine aceptando.
Pero no es igual. Si Washington realmente hubiera querido mantener en sus filas a uno de los mejores, pero al mismo tiempo más subvalorados peloteros de los últimos años, habrían negociado una millonaria extensión contractual, con todo y que su agente es Scott Boras, conocido por apostar siempre a la agencia libre.
Pero hasta Boras tiene un precio por el cual abandonaría su rígida postura respecto a las extensiones de contratos.
La cosa es ver si la gerencia del equipo capitalino está dispuesta a pagarlo.
Pero si yo fuera Mike Rizzo, presidente de operaciones de los Nacionales, movería cielo y tierra por quedarme con Rendón.
Obviamente, ya no lo hará antes de que concluya la temporada y mucho menos con el equipo en plena batalla por incluirse en los playoffs.
Pero ya Washington perdió en el invierno pasado a Bryce Harper y no debería darse el lujo de dejar partir a su antesalista, quien ha sido un ejemplo de consistencia y que está teniendo en el 2019 la mejor campaña de su vida.
Rendón encabeza la Liga Nacional en average (.330), dobletes (43) y carreras impulsadas (119). Sus 34 cuadrangulares y 113 anotadas son las mayores cifras de su carrera en ambos departamentos y debe superar también su tope en hits, que es de 176 y lleva 171.
Su OBP es de .414, con slugging de .622 y OPS de 1.036, todos ellos también los más altos de su vida.
José Abreu (Chicago White Sox)
El cubano José Abreu ha sido uno de los mejores bateadores de todas las Grandes Ligas desde su debut en 2014, cuando ganó unánimemente el premio de Novato del Año de la Liga Americana.
Los Chicago White Sox han dicho que quieren conservarlo y Abreu desea quedarse.
El pelotero de 32 años es el líder dentro del clubhouse y más allá de su siempre extraordinaria productividad ofensiva, es un mentor para figuras jóvenes como el también cubano Yoan Moncada o el dominicano Eloy Jimenez, como lo será en un futuro inmediato de su compatriota Luis Robert.
Es tanto el deseo de Abreu de seguir en el equipo, que el gerente podría conseguir descuento de casa y quedarse con él por un precio justo y razonable, sin ser excesivo.
¿80-100 millones por cuatro o cinco temporadas?
El dominicano Nelson Cruz no da señales de declive y cada día se burla más del almanaque.
Los Minnesota Twins tienen una opción por un año y 12 millones de dólares que deberían ejercer con los ojos cerrados, si es que no deciden ofrecerle un merecido par de campañas más.
No se consiguen bateadores habituales de 30-100 en cualquier parte.
Starlin Castro (Miami Marlins)
El dominicano Starlin Castro ya consiguió en el 2019 una veintena de cuadrangulares y suma 79 remolcadas, ambas cifras las mayores de su carrera en esos departamentos.
Luego de una primera mitad de campaña miserable, Castro ha sido una fuerza ofensiva indetenible después del Juego de las Estrellas: .301 de average, OBP de .335, slugging de .549 y OPS de .884, con 14 bambinazos y 45 empujadas.
Es apenas el segundo bateador de los Miami Marlins con 20 jonrones (el otro, Brian Anderson, hace rato quedó fuera por el resto de la temporada).
Los Marlins tienen una opción sobre Castro de 16 millones para el 2020, lo cual complicaría las cosas, dado el estado de las finanzas de Miami, pero es ahí donde la gerencia debería negociar una extensión por al menos tres temporadas, que le garantice más dinero y empleo a largo plazo, aunque baje el promedio anual.
El dominicano es un veterano joven de apenas 29 años y su movida de la intermedia a la antesala le da flexibilidad al equipo para destinar a Anderson a tiempo completo al jardín derecho y además la opción de regresar a Castro a la intermedia, en caso de que el puertorriqueño Isan Diaz, proyectado para ser el titular de la posición, no consiga su esperado despegue.
Brett Gardner (New York Yankees)
Si hace cinco años alguien hubiera dicho que Brett Gardner iría a ser mejor pelotero que Jacoby Ellsbury lo hubieran tildado de loco.
El tiempo pasó y ahí está Gardy, a punto de completar su duodécima campaña con el uniforme de los New York Yankees, una rareza en estos tiempos y con una carrera tan digna que sin estadísticas de Salón de la Fama, ni mucho menos, pueden apostar que su número 11 será retirado y colocado en el Monument Park.
Con toda la profundidad que tienen los Yankees en los jardines, tenerlo al menos una campaña más es una especie de seguro de vida, sobre todo cuando es incierta la participación de Aaron Hicks en el 2020.
Gardner es un obrero del béisbol, de esos que se levanta cada mañana para ir a trabajar en lo que necesite el equipo, entregado en cuerpo y alma al juego como ejemplo para sus compañeros más jóvenes.
Eso le ha valido ser uno de los peloteros más queridos de la exigente afición en la Gran Manzana en la última década y merecedor de terminar su carrera en el único equipo que ha conocido.
Entretanto, nadie se acuerda de… ¿cómo se llama?... Ah, Jacoby Ellsbury.
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Mike Trout y el verdadero significado del Más Valioso en MLB
Tres debates han dominado el mundo del deporte en los últimos años.
1.- ¿Quién es mejor futbolista, Messi o Cristiano?
2.- ¿Quién es el mejor de la NBA de la historia, Jordan o Lebron?
3.- ¿Qué significa realmente ser “jugador más valioso”?
Según el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, valioso es sinónimo de apreciado, estimable, preciado, meritorio, admirable, eficaz, útil y provechoso.
Mike Trout, el estelar jardinero de Los Angeles Angels es, a no dudarlo, el mejor pelotero de la actualidad en las Grandes Ligas.
Todo lo hace bien y en grado superlativo. Sus números han sido extraordinarios desde que fue Novato del Año de la Liga Americana en el 2012.
En el 2019, por no variar, sus estadísticas deslumbran y prácticamente desde que se dio la voz de playball a finales de marzo, muchos colegas le endilgaron de oficio el premio de Jugador Más Valioso del joven circuito, galardón que ya se ha llevado dos veces en su carrera, en 2014 y 2016, mientras que en cuatro campañas quedó segundo en la votación.
Ya Trout está fuera de acción por lo que resta de temporada, debido a un neuroma en su pie derecho que requiere cirugía y limitó su juego en septiembre a apenas 15 turnos al bate.
Se va entonces con muy buen average de .291 y encabeza la Liga Americana en OBP (.438), slugging (.645) y OPS (1.083).
Terminó con 104 carreras impulsadas y sus 45 jonrones son de momento la mayor cantidad de la Liga Americana, aunque ya el cubano Jorge Soler, de los Kansas City Royals, le dio alcance y debería superarlo. También es puntero en bases por bolas recibidas, con 110, la misma cifra de Alex Bregman, de los Houston Astros.
Detrás de Trout en casi todas las categorías está precisamente Bregman, quien lo supera en average (.296), carreras anotadas (115 por 110), impulsadas (105 por 104), hits (154 por 137) y dobles (35 por 27). Además ha despachado 37 bambinazos.
El OBP del antesalista de Houston es de .420, su slugging es .583 y su OPS es de 1.004. Volvemos a las dos últimas acepciones de la palabra valioso que mencionamos al principio: útil y provechoso.
¿Cuán útiles y provechosos han sido los números de Trout para su equipo, que ya tiene asegurado terminar la temporada con récord negativo (68-83) y va penúltimo en el Oeste de la Liga Americana, a 30.5 juegos de los Astros?
¿Estaría Houston tan cómodamente instalado en la cima divisional sin el aporte de Bregman?
Cuando el equipo ha perdido temporalmente por lesiones al boricua Carlos Correa, a George Springer o al venezolano Jose Altuve, ahí ha estado él, con una salud de hierro, para cargar al resto del conjunto en 146 de los 152 partidos disputados hasta el momento.
Con el guante, ha defendido con igual acierto tanto la antesala, como el campocorto, cuando las circunstancias lo han requerido y su liderazgo es indiscutible dentro del equipo que tiene, junto con los New York Yankees, el mejor récord de todas las Grandes Ligas.
Eso es ser valioso, útil y provechoso. Lo otro es poner mejores cifras individuales para nada, sin tomar en cuenta esos intangibles que hacen en realidad una diferencia.
Y no me vengan a hablar del WAR, porque esa es la estadística más absurda, ilógica e inexacta que se haya inventado, aunque lamentablemente muchos toman como única referencia a la hora de emitir sus votos.
Si no lo creen, que alguien venga y explique por qué el WAR de Mike Minor, de los Texas Rangers, es mejor que el de Justin Verlander, de los Astros, quien lidera el circuito en victorias (19), efectividad (2.50), entradas lanzadas (212) y WHIP (0.79), mientras es segundo en ponches propinados (283) y es tiene prácticamente en el bolsillo el segundo Cy Young de su carrera.
Minor tiene un WAR de 7.9, por 7.8 Verlander, a pesar de tener seis victorias menos y tres derrotas más, una efectividad de 3.33, casi 100 abanicados menos, 22 pasaportes más y un WHIP de 1.21.
¿Es Trout el mejor? No lo duden. ¿Es el más valioso? Respóndanse ustedes mismos.
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