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Boxeo comercial o boxeo deportivo: ¿A cuál le apostamos?

El fracaso deportivo en peleas de alto perfil comercial como las que protagonizaron Floyd Mayweather-Manny Pacquiao y Saúl "Canelo" Álvarez-Julio Cesar Chávez Jr., transmitió la falsa impresión que esa tendencia en el boxeo terminaría desapareciendo. Pero no fue así, está más viva que nunca. La epopeya circense que prometen vendernos Floyd Mayweather vs. Conor McGregor no será "una gaviota de verano". Miguel Ángel Cotto, Mikey García y Adonis Stevenson parecen ser los nuevos miembros en ese club del "marketing boxístico" destinado a mantener vigente el boxeo comercial pese a sus incongruencias.

¿CUAL ES EL UNO Y CUAL ES EL OTRO?

El boxeo comercial tiene sus propias reglas, aunque no están escritas. Cada pelea se promueve como una verdadera guerra o un "desafío sin precedentes", se enfrentan rivales con taquilla, no importa la edad y no importa que no haya títulos en juego. Son combates donde no se exigen garantías de rendimiento a los oponentes, poco se sabe de la "letra chica" del contrato ni tampoco lo acordado en esos párrafos. Normalmente la parte "A" se ve favorecida con las cláusulas y hacia dónde va la mayor parte del dinero, pero no todo se conoce al respecto y la mayoría de las batallas con peso pactado (catchweight) caen en esta categoría.

El boxeo deportivo tiene sus reglas escritas, pero las mismas se subordinan a las reglas no escritas del boxeo comercial. Enfrentar a los mejores con los mejores, obligar a que el campeón enfrente al mejor clasificado de los organismos reconocidos, respetar los pesos de cada categoría y enfrentarse en igualdad de condiciones en peleas competitivas. Esa es la norma ideal, pero del dicho al hecho,...ya sabemos. Ver a mejores contra mejores (salvo honrosas excepciones) es más un deseo que una realidad, que el monarca vaya contra el mejor clasificado también es una utopía, como veremos más adelante. Lo de igualdad de condiciones y condiciones competitivas es otra mera entelequia que se cae bajo el peso de la realidad reciente, donde el peso en la balanza solo sirve para favorecer a unos y perjudicar a otros, más allá del tamaño del cheque recibido.

EL CASO MIGUEL ANGEL COTTO

Miguel Ángel Cotto regresa a la acción el 26 de agosto en Carson, California, ante el japonés Yoshihiro Kamegai. En esa batalla estará en juego el vacante cinturón súper welter de la OMB. Para entonces, habrán transcurrido 47 meses desde su victoria de octubre del 2013 sobre Delvin Rodríguez. Desde esa fecha, Cotto apenas realizó tres peleas. Venció a Sergio Martínez en una escandalosa batalla por el título mediano CMB, donde el argentino subió en una pierna; luego realizó una defensa donde -- catchweigth mediante -- obligó al australiano Daniel Geale a llegar en 157 libras a la balanza bajo amenaza de no subir a pelear si Geale no lo lograba y en octubre de 2015 perdió ese cinturón ante Saúl "Canelo" Álvarez. No pelea desde entonces.

Ante esa realidad, que aparezca bien posicionado en el ranking no parece respetar ninguna lógica. Tampoco respeta lógica que pueda regresar directamente a disputar un título mundial ni tampoco que su rival sea Kamegai, el cual en sus dos únicas peleas del 2016 suma un empate y una victoria sobre Jesús Soto Karass, mientras que en enero último ni siquiera figuraba en el ranking OMB de las 154 libras.

Tampoco hay lógica alguna en esa planificación de su carrera que tanto Cotto como su nuevo socio, Oscar de la Hoya, realizan sin tomar en cuenta el posible resultado de la pelea del 26 de agosto. Como si asumieran que Kamegai es un trámite y en realidad hay que enfocarse en el negocio. ¿Y cuál es el negocio? Sencillamente empezar a vender peleas comerciales. Para ello, por un lado hablan de una revancha contra Saúl "Canelo" Álvarez y por el otro de un folclórico duelo Puerto Rico vs. México, en una batalla contra Juan Manuel Márquez.

Vamos a ser claros. A la posible revancha contra Canelo, se le pasó la vigencia. Hoy el mexicano es un mediano asumido con un peso en el ring de un semipesado. Si la diferencia de peso "hizo diferencia" en la pelea anterior, cuando Canelo fue a la balanza como un súper welter, da para imaginarse lo que ocurrirá en el nuevo combate. Tampoco es posible imaginar una pelea contra Juan Manuel Márquez, que - a punto de cumplir 44 años - no ve acción desde mayo del 2014, que además del desafío de superar lesiones y el implacable paso del tiempo, enfrentará la insalvable diferencia de peso: Márquez difícilmente pueda llegar a 147 libras y Cotto difícilmente pueda bajar siquiera a 150 libras. Cualquier ecuación relacionada con esas peleas, además de una falta de respeto a Kamegai, son pura especulación financiera, sin nada de deporte de por medio.

EL CASO MIKEY GARCIA

El hermano menor del entrenador Robert García pasó un largo rato fuera del boxeo profesional atado a la letra chica de un contrato con Top Rank. Desde 2014 había realizado una sola pelea, en 2016 con Elio Rojas, cuando le otorgaron el derecho a ir por el título mundial ligero del CMB contra Dejan Zlaticanin. La calidad de García nos hizo olvidar, en parte, la falta de lógica en el beneficio concedido. Todos esperábamos que con el cinturón en su poder, fuera en busca de los otros campeones (Flanagan o Linares) o incluso buscara una mega pelea contra Vasyl Lomachenko. Pero esos años sin pelear parece que dejaron por el camino las buenas intenciones. El tiempo perdido fue dinero perdido y todo hace presumir que quiere recuperar, al menos, algo del dinero perdido.

Solo eso explica la estrambótica decisión de pactar una pelea contra Adrien Broner en 140 libras, sin títulos en juego y bajo peligro de protagonizar un combate para el bochorno. Broner no es de confiar. Hay que esperar primero que cumpla en dar el peso en la báscula y luego que no aflore su lado controversial antes o durante el combate. O sea, el flemático García aceptó arriesgar ante un rival estrafalario, de un peso superior y en una pelea donde puede pasar cualquier cosa.

García dijo que luego volverá a 135 libras y dijo también que mantiene su intención de unificar títulos con los otros monarcas del peso ligero. No hay duda que una sola razón hubo entonces para aceptar este combate, dinero, negocio. En absoluto eso será boxeo deportivo. El resultado no prueba nada, no suma nada, excepto en su palmarés y la victoria o la derrota no conducirán hacia ningún lado.

EL CASO ADONIS STEVENSON

El canadiense de origen haitiano, monarca CMB de los semipesados, parece ser otro que se encamina a transformar competencia deportiva en negocio oportuno. Ya se sabe, luego de las batallas celebradas el pasado fin de semana, que su próximo combate debería enfrentarlo al colombiano Eleider Álvarez en una batalla mandatoria.

Sin embargo, Stevenson no ha confirmado nada ni sus promotores tampoco. Hasta el momento, solo se sabe del interés del campeón CMB en ir contra el vencedor de la revancha de Andre Ward y Sergey Kovalev. La misma implica una posible bolsa elevada para un campeón a punto de cumplir 40 años, que solo ha enfrentado a rivales de segundo nivel en los últimos años y que cuenta las horas que le restan para "colgar los guantes".

En su caso se mantiene en primer lugar una posible negociación en curso con los equipos de Ward-Kovalev y no deberíamos descartar que aparezca un posible título interino del CMB para contentar e parte a todos los que golpean la puerta reclamando su merecida oportunidad. Y que no son pocos: Eleider Álvarez, Sullivan Barrera, Artur Beterbiev o Joe Smith Jr., entre otros.

El boxeo comercial tiene esa cualidad, mantenerse al acecho para generar oportunidades económicas y hacer aparecer como normal a cualquier "anormalidad". No obstante, deberá llegar un momento en el cual todos deberán bajar a tierra, ponerse de acuerdo y crear reglas que se crucen entre uno y otro para mejorar este deporte como tal. Un deporte que necesita renovación permanente, pero la urgencia económica lo impide o lo atrasa. Un deporte que necesita de un mecanismo que permita obligar a los mejores a pelear contra los mejores y un deporte que necesita de un sistema de clasificación que pueda ser monitoreado por instituciones ajenas a los organismos para que las clasificaciones respeten algún grado de coherencia y sentido común.

Si nada de eso fuera posible, es necesario saber por lo menos a qué atenerse. Por ello, son los que tienen la manija del negocio y los que organizan las competencias boxísticas los que nos deberán ayudar a decidir entre boxeo comercial o boxeo deportivo ¿A cuál le vamos?